Se encontraba en la cocina cuando escucho un golpe en la habitación de al lado.
Entro a la sala para encontrar a Tim de rodillas, llorando, en medio de la habitación.
-¡Tim!-
El menor alzo la mirada. Sus ojos se encontraban húmedos y rojos por las lágrimas. Este se levantó para correr hacia el y abrazarlo con fuerza, ocultando el rostro en su pecho.
-Lo siento, lo siento…-seguía llorando mientras lo estrujaba.
El tan solo correspondió el abrazo aun sin saber algo de lo que ocurría.
-Tim… tranquilo. Todo está bien.-acaricio su cabello. Tratando de dar confort.
-Quería hacer algo, pero no pude… Perdóname. ¡Jason, perdón!-
Entonces pudo oler la sangre y notar su ropa manchada de esta.
-Tim, ¿que-?-
-¡Trate de sacarte! Pero la puerta no abría y… Desaparecí.-
No pudo evitar entrar en pánico.
-¿A-A que te refieres?-
-Yo… Yo…-
-¿…Estuviste allí?-
-Yo... Yo no pude…-
-Tim, Dios. No me importa que no hayas podido. ¡Pudiste morir! ¿Qué tal si no desaparecías? Hubieras muerto… igual que yo...-
-Lo siento.-
-No te arriesgues así… Ni siquiera por mí.-
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La primera vez que ocurrió, recuerda haber aparecido a las afueras de La Mansión Wayne. Supo que algo iba mal cuando un Richard Grayson de 8 años bajaba de esa limusina.
Trato de mantener la calma aun estando oculto entre esos arbustos. Pero cuando sintió ese cosquilleo recorrer su cuerpo y ver su mano desaparecer en pleno aire no pudo evitar tener un ataque de pánico.
Apareció, llorando y tratando de respirar adecuadamente, en su habitación.
Minutos después, su madre apareció en su habitación con una mirada de disculpa.
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Parpadeo y comenzó a mirar a todas partes tratando de reconocer el lugar en donde estaba.
Se encontraba en ningún lugar conocido.
-Genial-dijo, notando como vapor salía de su boca.
Comenzó a frotar sus brazos para comenzar a caminar. Un lugar frio, con nieve, y en ningún lugar.
-Genial-volvió a decir.
Entonces se detuvo cuando a lo lejos vio unas bodegas. -Algo iba mal con eso.- Corrió hacia la más cercana. Obviamente no entraría por la puerta, por lo que busco una ventana la cual alcanzar.
Cuando se encontraba sobre un par de cajas y a unos centímetros de ver por la ventana, escucho una risa. Escucho LA risa.
Casi cae de su lugar al darse cuenta.
-No… Oh, Dios. NO-
Entonces lo vio. Al Joker, con algo en la mano y un cuerpo en el suelo rodeado de sangre.
Quería gritar, quería entrar y matar a ese maldito payaso. Pero no podía. No podría arriesgar el futuro.
Mordió su labio con fuerza y cerro sus ojos escuchando los golpes secos contra algo blando.
Minutos después, cuando escucho la puerta cerrarse, golpeo la ventana para lograr entrar.
Salvaría a Jason.
Él se prometió que si alguna vez tenía la oportunidad,lo haría.
Pero no se dejaría ver.
Por lo que se mantuvo alejado. Viendo como Jason, con sus últimas fuerzas, se arrastraba hacia la puerta.
Pero cuando no pudo abrirla y se quedó sentado recargado en esta…
-Al diablo las reglas-
Terminó corriendo hacia Jason para arrodillarse frente a él.
-Hey, Jason. Vamos...-lo meneo un poco al ver como comenzaba a caer inconsciente.-Jay… ¡Despierta!-dijo, golpeando levemente su mejilla.
Trato de abrir la puerta pero no hubo éxito.
-¿Quien... Quien…?-
Tim tomó entonces el rostro de Jason entre sus manos, acariciando sus mejillas -cubiertas de sangre y moretones-
-Jay, vamos. Sé que puedes hacerlo. Resiste, por favor-
Y Jason no podía enfocar su vista para ver al chico que le hablaba. Tal vez solo estaba alucinando.
Entonces, Tim escuchó el pitido.
Volteo para mirar los botes rodeados de explosivos.
Sus ojos se abrieron de sobremanera.
Es cuando decidió tomar a Jason sobre su espalda.
-Te sacare de aquí, Jason. Lo prometo-
Logro sostenerlo para comenzar a patear la puerta.
-Tú… no… morirás… de nuevo.-Seguía pateándola pero no daba resultado
Entonces sintió ese cosquilleo recorrer su cuerpo.
Perdió las fuerzas cayendo de rodillas al suelo, tirando a Jason con él.
-¡No!-
Comenzó a desaparecer.
Con todas sus fuerzas trato de alcanzar la mano de Jason, pudiendo apenas rozar sus dedos cuando paso a ver el sofá de su departamento.
Escucho una voz llamarlo para mirar a su Jason. Y no podía creerlo…
Estuvo tan cerca.
Sintió la mano del mayor en su cabello y el no podía evitar seguir llorando.
-Lo siento.-
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Su madre le había dicho que eso era un don y una maldición.
Era un don el poder viajar por el tiempo. El estar en diferentes tiempos, en diferentes hechos y situaciones históricas.
Pero era una maldición cuando querían ayudar. Cuando querían evitar un hecho, cuando querían advertir a alguien sobra algún suceso trágico. Ya que esto cambiaría la línea del tiempo, creando aún más problemas de los que ya había.
Así que su madre le dijo sobre la regla.
-Tim, cariño. Lamento que tengas que pasar por esto… pero tienes que saberlo. No importa por quien, no importa porque… No intervengas. No cambies nada.-
-Pero madre…-
-No podemos arriesgarnos.-
El tan solo asintió.
Le pareció fácil hacerlo en ese entonces.
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Después de ese incidente, ha tratado de quedarse más tiempo. -Claro, sin mencionarle nada a Jason.-
Ha viajado a varios puntos de su vida y de su familia. Ha estado a punto de cambiar cosas pero nunca logra hacerlo. Nunca tiene –irónicamente- el tiempo.
Entiende las consecuencias que podrían pasar. Pero no podrían ser peor las cosas a lo que son en esos momentos.
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Jason está sobre la mesa. -Sin moverse. Sin respirar.-
Su piel ya está pálida -sin contar los moretones y la sangre.-
Y el sigue apretando su mano, porque sigue esperando que ese apretón sea correspondido.
Bruce lo dejo hace minutos. Tiene que arreglar asuntos, dijo él. Tal vez simplemente no quiere repetir la escena de hace años. Pero esta vez no es Bruce quien llego tarde. Fue él.
Jason pidió apoyo. Él estaba en camino. Justo cuando llego al lugar, desapareció.
Apareció justo en el primer momento en que él –de unos 10 años- vio a Jason por primera vez. Esa noche, en el callejón del crimen, con Jason robando las llantas del auto y Batman encontrándolo en el acto.
Cuando regreso al presente, escucho los disparos. Al entrar vio la sangre, el cuerpo y a Jason en el suelo.
Después de eso solo pudo escuchar su grito por todo el lugar.
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Seguía apretando la mano de Jason. Pensando. Si no hubiera desaparecido. Si pudiera volver a ese momento.
Dick y Damian se encuentran rastreando a quien lo hizo.
Nadie sabe quién lo hizo.
Y el solo quiere viajar al momento en que pudo evitar todo eso.
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Antes de tan siquiera abrir sus ojos sabía que se encontraba en Gotham. En un callejón. Ese olor a basura se lo decía.
Entonces escucho una voz demasiado cerca.
-Hey…-
Abrió los ojos y se encontró con una mirada esmeralda.
-¿Estas bien…?-
El parpadeo algo confundido porque… ese niño era…
-Jason... ¿Qué haces, cariño? Tenemos que regresar a casa.-
El niño mira a su madre para volver a verlo.
-Nos vemos- sonrió y fue tras su madre.
Él se quedó por un momento sin hacer o pensar en nada antes de seguirlos.
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Espero por un rato, pero nada.
Miro a todas partes y el seguía allí.
Veía como se comportaba Jason con su madre.
Como Jason se veía tan feliz pero tan ignorante ante la presencia de esas marcas en los brazos de su madre.
Podía adivinar la edad del menor, unos 8 o 9 años.
Espero un poco más cuando por fin Jason se quedó dormido en el sofá y Catherine Todd ya se encontraba en el baño buscando una jeringa.
Y él seguía allí.
Entonces decidió que tenía que hacer algo.
Eso podría cambiarlo todo respecto a Jason.
Entro por la ventana del departamento evitando hacer demasiado ruido como para despertar al menor. Catherine tal vez estaba más concentrada en poder controlar su mano para llenar la jeringa como para gritar cuando entro al baño.
Él se acercó a ella con las manos arriba, evitando asustarla aún más.
-Hey... ¿Podemos hablar?-