La decisión ya estaba tomada, no había nada que pudiera hacerle cambiar de opinión.
A la noche; un castaños de ojos verdes, salió de su prontamente "Antiguo hogar", para adentrarse en lo que sería una nueva vida, a cambio de respuestas que podrían solucionar la mayoría de sus problemas. Caminaba rememorando el camino que había recorrido la noche anterior. Faltaba poco para llegar a su destino; pero el hombre desconocido, le alcanzó y se paró frente a él para comenzar a hablar.
-Pequeño Misaki... Misaki Takahashi. Has venido por respuestas- rió con malicia -No puedo creer que estes dispuesto a dejar tu antigua vida, por simples respuestas- Por fin dejó ver su rostro pálido, ojos azules y labios gruesos -Eres muy lindo, Misaki- Descaradamente tomó su barbilla, levantando su rostro y posando sus labios en los contrarios, provocando un notable sonrojo en el menor.
-¡N-no vengo para juegos!- respondió el jóven frustrado y con el ceño fruncido.
-Ya lo sé, ya lo sé. Tu quieres respuestas y no piensas ser mío hasta que responda todas y cada una de tus dudas- acarició los cabellos del menor, imitando al primer amor del aludido -No tengas miedo, solo comienza.
-Y-yo...-
-¡Alto ahí!- Un furioso albino interrumpió la pregunta del castaño -¡Misaki!- lo miró furioso -¿Qué haces con este tipo?- llevó su mirada hacia el extraño hombre por el cual el jóven estaba allí.
-Vaya, Usami Akihiko. Te dignaste a aparecer- Habló en un fallido intendo de verse intimidante ante el nombrado. Mientras el menor se quedó callado, con la mirada baja y muy apenado.
-Ijuuin ¿Qué planeabas hacer con MI Misaki?- preguntó con la voz bastante alta y un rostro que podría asustar a cualquiera.
-Él vino solo hacia mí- Hizo un gesto con los brazos en signo de "no saber nada" -Se comportó como un pequeño infiel, viniendo hasta mis brazos por mi cuenta- suspiró, mostrando falsa indignación.
-U-us...-
-Misaki, porfavor no me hables ahora- se dirijió al menor sin siquiera mirarlo.
-Yo solo quice ayudar a tu pequeño tesoro- sonrió como si nada pasara -¿No es así, Misaki?
Sólo se atrevió a asentir con timidez, no quería tener problemas con nadie. Justo en ese momento deseaba con todas sus fuerzas que se lo tragara la tierra.
El de ojos lila, apretó con fuerza la mandíbula, dejando verse aun más molesto -Misaki, vámonos.
-P-pero...
-Nada de peros, tu vienes conmigo a casa.
-N-no...- respondió con seguridad -Y-yo t-tengo que hacerle algunas preguntas a él. Necesito saber algo importante.
-Yo puedo responderlas después- afirmó con indiferencia.
-¡M-mentiroso!
-Akihiko, déjalo. Con una pregunta que me haga, pasará a ser mío, al menos por una noche. Sabes a lo que me refiero- le guiñó el ojo al menor, haciendolo sonrojar bastante.
-Grr...- Una mirada amenazante, llegó directo a los ojos del castaño mayor.
Sin hacer caso a ninguna súplica y/o contradictoria, se llevó a rastras a su sirviente, a quien tenía pensado castigar de alguna forma, al llegar a casa.
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La tortura de una importante decisión, se había calmado. Pero nuevos miedos comenzarían tras cruzar la puerta de la lujosa casa habitada en medio de un bosque lejano a la ciudad.
Un triste y decepcionado jóven de 18 años, estaba a punto de entrar a su peor pesadilla. Se venía preparando para lo peor.
Tras cruzar aquella puerta, aquel muro; y entrar a la casa. Fue lanzado con brutalidad, directamente al sofá.
-Misaki... Nunca vuelvas a hacer algo así, por lo que más quieras en este mundo- Ordenó el mayor, mordiendo el cuello de su niño; dejando una marca (o más bien herida), bastante notoria para los ojos de cualquier persona.
-¡Auch! U-usagi-sama, ¡Perdón!- Akihiko no hizo caso; a pesar de amar secretamente a ese castaño, no podía dejar pasar una cosa así.
"Seré lo más delicado posible" pensó tristemente.
-Misaki- susurró en el oido contrario -Porfavor no me odies por esto- lanzó una lastimosa mirada.
El jóven comprendía. No era más que un sirviente... no... no era más que un esclavo que no tenía derecho a reclamos y cada vez que desobedeciera a su amo, le darían su merecido castigo. No era nada más que eso, una escoria para su amado "Usagi-sama". No se lo oyó decir ni una sola palabra más, haciendo sentir más calmado y no tan culpable al enamorado hechicero.
"Lo más delicado posible" se dijo así mismo el mayor "me pertenecerás para siempre, desde ahora tu cuerpo también será mío" seguía pensando para sus adentros, imaginando que todo fuera en una mejor situación.
Con besos, caricias y mordidas; fue desnudando poco a poco a su precioso tesoro. Aquel delgado cuerpo, se estremecía y agitada por cada toque de esas frías manos; aunque en el fondo se sintiera vacío, aunque no se sintiera querido.
"¿Cual es mi castigo?" pensó el menor. Para él, normalmente hubiera sido un gozo estar así con su ser amado "Ah... esta sensación... Mi pecho duele." Varias lágrimas se le escaparon, solo hacía falta mirarlo para darse cuenta de lo debastado que estaba. A ambos les dolía que fuera así.
El escritor no pudo más, soltó al castaño y apartó la vista hacia otro lado -Perdoname, Misaki... No quiero que sea así... Pero tampoco puedo dejarte pasar esto. También sería una deshonra.
Tomó sus ropas, las cuales estaban tiradas por todas partes del suelo. Caminó hasta el baño del segundo piso, necesitaba pensar lo que había ocurrido; por más que lo hiriera, tenía que aceptar la realidad.
No vale la pena el honor, la gloria y un montón de riquezas; si el amor no esta presente en la vida, el vacío se hará prensente en el corazón.