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The One por ShinTak

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Notas del capitulo:

Este escrito está dedicado a la señora Pan, a quien quise escribirle esto, para que tuviese un buen inicio de clases :3 

 

 Espero te guste♥

Cualquier duda o aclaración con gusto la hago :D

 

 

 Sinceramente es la primera vez que me animo a escribir de ellos, quiero decir que no soy una experta en los personajes, y que traté de hacer lo que pude, sp te todo para consentir a la señora Pan, espero mucho que les agrade :3

  I   Tentación. 

Aquello a lo que realmente debemos temerle.  

  Siguió caminando con tranquilidad mientras del cielo grisáceo la lluvia caía con casi pereza. Lo que realmente tenía. Sí, aquellas gotas de agua que reflejaban completamente lo que su ser demostraba con cansancio. El cual lamentablemente no sentía, como los demás seres malditos... Así les decía él, "malditos" tal vez sólo sería envidia lo que le poseía con tango recelo.

  Subió con extrema facilidad al árbol más alto de aquella colina y se sentó observando con lentitud el pasar de los humanos... Su vida tan fugaz, tan tranquila... Tan envidiable. Podía verlo todo, lento...lento... Como si no existiese el tiempo, y es que para él así era. No había tiempo.  

No sentía hambre, calor, tampoco miedo. No tenía las necesidades que los otros series malditos debían saciar... Ah sí... Tenía uno, era el de matar, aunque su deseo, casi libidinoso se hacía presente sólo las noches de luna llena. No como a sus compañeros, que cada día asesinaban y enviaban hacia su mundo las almas que recolectaban como si fuese un juego. En el que notablemente ya estaba cansado de participar.  

Deseaba dormir. Deseaba poder tener algo que le invitara a seguir con esos miles de años en servicio. Pero no, nada.  

Así que fingía dormir, cerraba sus ojos perezosos y escuchaba... Todo. 

Provenir de la oscuridad era más una maldición que una bendición.  

 

  Su don era verlo todo, así como saber miles de cosas... Casi era perfecto.  Le denominaron "El emperador" así, de frío y calculador ya le habían tachado. Podía observar aquel mundo que ellos tenían encargado cuidar y vaya que los nacidos en la oscuridad no se la estaban poniendo fácil, precisamente observaba con agrado las vidas que eran fugaces pero felices... Los humanos eran felices con ese destino tan efímero y corto que su padre les había entregado. En realidad no lo comprendía, pero así era.  

Pero había algo que notoriamente llamó su atención, y era esa vida tan larga como la suya... Un poco más un poco menos, siempre le observaba, caminaba cada noche hacia el mismo lugar, casi con pesadez. 

Y había notado, que aunque procediera de la oscuridad, ese cuerpo se consumía en la más triste soledad que uno pudiese imaginar.   

-Le miras demasiado... Como si fuese la comida de un humano sin haber probado un bocado -observó con casi burla los ojos verdes de su compañero.  

-Recuerda que no tenemos la necesidad de ingerir alimentos como ellos -contestó tomando su arco.  

-Exacto, por eso es verdaderamente preocupante -el pelirrojo rió entre dientes ante las nuevas palabras del más alto.

    -No soy el único que lo hago -sonrió para alejarse de él -Iré a tierra, veré si puedo comer algo -contestó con burla -Te encargo al resto del mundo.

  El peli verde se extrañó, como si aquello fuese simplemente algo inusual en el de menor estatura, aunque parecía realmente diferente.  

 

†  

Lamió con lentitud el filo de su pequeño cuchillo, el líquido borgoña sabía tan delicioso en sus papilas gustativas que era prácticamente lo que los humanos llamaban orgasmo. Aunque jamás lo había experimentado como tal. Era mentira, no había ningún sabor.   Observó el cielo nuevamente, estaba nublado, pronto llovería, podía olerlo, verdaderamente podía oler el agua a kilómetros de distancia. Suspiró un instante y volvió a tomar de aquel placer espeso casi con desesperación.  

-Entonces, ¿realmente tienes la capacidad de saborear aquello? -el peli morado dejó de engullir con gula, y observó el cuerpo que se encontraba frente a él. 

Con torpeza dejó caer el cuchillo en sus manos, el cual se deslizó hasta las zapatillas blancas que perfectamente hacían juego con el resto de su ropa. 

Se veía tan pulcro, su pecho le dolió un poco ante aquellas palabras y se levantó para recibir el cuchillo de la mano tan blanca del pelirrojo.   

-No, simplemente desearía poder hacerlo -se extrañó por haberle respondido -Eres un puro.  

-Yo no le llamaría así -cuando el más alto tomó el cuchillo le miró a los ojos, sintió una terrible curiosidad. Usualmente al verlo de aquella manera podría saber perfectamente todo por lo que había vivido a grandes rasgos... Pero no sucedió.   

-Pero eres un alto mando...¿no es así? -chupo sus dedos con tranquilidad, preguntándose el porqué no le había matado todavía. 

  -¿Y cómo es que sabes aquello? 

  -Porque no hueles igual que tus compañeros, y tus alas son doradas -con una sonrisa llena de asombro el pelirrojo asintió.  

-Entonces puedes ver mis alas, es bastante extraño, nadie de los tuyos puede hacerlo.   -Huh...pues yo puedo -le restó importancia levantando los hombros, casi podía exasperarse por aquellos movimientos cansinos del más alto.  

-Eres el gigante de fuego, ¿No es así?, a quien todos respetan -molesto claramente el peli morado gruñó y lanzó lejos lo que vendría siendo su gabardina manchada del mismo color borgoña, con cansancio limpió sus labios con el dorso de su mano.  

-Y tú "El emperador" es un casi honor -monotonía, era esa la palabra, como si ya hubiese hablado con él miles de veces. 

Ambos sabían que era todo menos un honor. 

  -Lo soy -dijo con un tono de voz casi siniestro.   

-¿A qué debemos el placer? -pateó el resto de las cosas a sus pies vertiendo el líquido, su apetito se había esfumado -O es que quieres que te aplaste.

  -Lamentablemente hoy no complaceré ese placer tuyo por aplastar cosas...simplemente se me ha hecho interesante, el famoso rumor de que un oscuro, puede comer "mermelada" -comentó con tranquilidad -Pero la consumes y no te sacias... Porque no es sangre.  

Se miraron un instante tratando de encontrar un sentido a aquella estúpida plática.   -¿Vienes a matarme? -comentó con tranquilidad -Puedes hacerlo, en realidad ya no importa.  

-No, sólo se me ocurrió venir a verte, para tratar comprenderte -comentó tomando asiento en las raíces de un árbol -Me pareció interesante que día a día permanecieras en este lugar sin beber una gota de sangre.   

-Eres raro... Quiero aplastarte -comentó subiendo a la rama y recostándose en ella, de momentos le miraba en silencio y luego veía el infinito. Así hasta el amanecer, permanecieron escuchando los sonidos tranquilos de la noche observando el cielo nocturno. 

  Inusualmente se sintieron tranquilos a pesar de que era antinatural estar juntos.

 

  †

  Cierto día cuando el pelirrojo llegó al lugar en donde meses atrás había visto al oscuro por primera vez en persona, se asombró de no verle recostado sobre la rama. Subió con calma y tomó asiento en donde el otro solía hacerlo... Meses enteros en donde no hablaban si no era necesario, sólo se quedaban ahí, sentados observando la humanidad del resto, deseando un poco de aquello y luego negándose por completo. No era tan buena idea.

  Cerró sus ojos, no necesitaba dormir, sólo quería escuchar, relajarse... Había dejado sus responsabilidades de lado durante todo este tiempo, pero encontraba la paz, que había creído perdida. ¿Era eso correcto?  Sentirse tranquilo con un oscuro generalmente no sucedía, él estaba diseñado para mantenerse alerta y arrebatarle su inmortalidad si fuese necesario. Pero no... El Titan de fuego, había hecho que una parte de su régimen se viera desfalcado.

  -¿Ya te adueñaste de mi lugar? -al abrir sus ojos observó que frente a él se encontraba el otro, negó tranquilamente -¿Entonces?   

-Quería verlo desde tu perspectiva -se asombró un poco, al percatarse que no había sentido su presencia. Encogió sus piernas y le observó sentarse frente él.

  -¿Tu padre no se ha molestado por tu ausencia?  

-¿Y el tuyo? -comentó curioso.  

-No, respondeme -casi hostil pidió aquello. Nunca habían entablado una conversación desde la primera vez que se vieron. Y esta no era de lo más normal. Pero ellos, no eran nada normales.  

-Mi padre sabe perfectamente que a diario vengo aquí... No se molesta, le impresiona que suceda. Sólo eso -aceptó tranquilo.  

-¿Por qué sigues aquí? -y sin saber qué respuesta otorgar levantó los hombros con rapidez. Ni él mismo se había realizado esa pregunta en todo este tiempo. -Bueno, entonces, ¿estás satisfecho con todo lo que descubriste de mi?

  -No trataba de descubrir algo de ti, simplemente quería entender el porqué lo disfrutas tanto. -el suspiró que realizó el de mayor estatura le hizo erizar la piel, lo cual le desconcertó con demasía, tanta que se quedó callado mirándole fijamente.  

-¿Por qué me estás mirando como un ....-pero aunque podía terminar la frase su asombro al sentir las manos del más bajo en sus mejillas fueron más haciéndoles caer del árbol hacia el pasto. Y se quedaron ahí, varios minutos, observando la nada, el pelirrojo no podía salir de su estupor. Mientras que el cuerpo más grande se encontraba en total alerta, algo en su rostro ardía y se estaba recorriendo como si de un extraño mar en miniatura se tratase.  Se levantó de golpe, sin saber cómo reaccionar.

  No era ninguna mentira, que entre sus razas el tacto no provocaba ninguna respuesta. Nadie podía sentir algo en específico, aquello, sólo lo tenían los seres humanos como regalo de la antigüedad. 

-Tú...que...tú... -los balbuceos del mayor fueron la respuesta perfecta para comprender que él también le había sentido. Se quedó sentado todavía observando sus manos, aún estaba la sensación de haberle acariciado el rostro, y era magnífico.  

Levantó la mirada y su sorpresa fue grande al sentir sus manos sobre sus mejillas. Eran distintas, su temperatura era distinta, un tanto brusco, pues no sabían cómo manejar aquello, miró al mayor, quien con seriedad acariciaba por completo su rostro, tuvo que cerrar sus ojos y esperar, hasta que deslizó sus dedos hacia su cabello, y luego hacia su nuca. El cosquilleo se intensificó, recorriendo por completo lugares que incluso desconocía, se movió, no incómodo por aquello, sino expectante. Esperando sentir un poco más de aquello. 

Hasta que sintió cómo le sostenía entre sus brazos, y por primera vez en miles de años no tuvo la menor idea de qué hacer en esos casos.   

Delicadamente como no tenía idea de que podía llegar a serlo fue descubriendo cómo se sentía un abrazo, y la calidez que de este desprendía. Con su nariz y sin poder evitarlo olisqueo un poco el cuello ajeno y lo delineo de arriba abajo. 

Para entonces el pelirrojo había despertado su alerta total, casi en pánico, tratando de separarse casi por miedo del cuerpo de aquel ser.   

-No....no te haré daño -comentó al sentir las manos del pelirrojo jalarle, se separó un poco mirándole a los ojos y sin poder evitarlo le regaló la sonrisa más cálida y tierna que jamás había visto. Era imposible que ese ser, perteneciera a los oscuros.  

Sin querer habían comenzado a platicar, eran unas pláticas que sólo llevaban a algo, sentir, lo habían intentado con otros seres, pero nada pasaba. En cambio con la persona contraria, su cuerpo se estremecía y manipulaba como nunca pensaron que pasaría. Se habían conocido, tontamente por esto, ambos embebidos de curiosidad y tratando de saciar un placer que había despertado ante aquello.  

-No me sé tú nombre... -comentó el mayor mientras acariciaba nuevamente su rostro con anhelo, como si aquello aún no fuera suficiente.   

-Es muy viejo, mayor que la misma tierra, menor que el mar, es difícil de pronunciar, sólo el viento puede hacerlo -deslizó sus manos hacia el cuello del mayor, y descubrió sin querer que aquel era un lugar sensible.   

-Entonces, tu alma es bastante antigua -el pelirrojo le dió la razón asintiendo abrazándole sin poder evitarlo, quedando en una posición extraña tanto para ambos, sin querer se había sentado sobre él, sintiendo tanta calidez que su ser completo se tensó un momento por sentir aquello, era impresionante. 

Las manos del mayor eran inquietas, sin poder saciarse le acarició apegándose más a su cuerpo. Y recordó perfectamente que los humanos hacían algo que él jamás comprendió, así que les imitó y con sus labios comenzó a dar caricias por el cuello, torpemente primero hasta que entendió porqué lo hacían, el cosquilleo en sus labios y estómago era delicioso, sin poder evitarlo siguio, subiendo hacia la barbilla del otro.  Se le dificultó moverse. Por algo era un oscuro, eso lo había notado, curioso, insaciable, deseoso e incontrolable era ese gigante. Y él comenzaba a caer en su juego, sin poder negarse a aquello que los mortales denominaban besos, le dió libre albedrío y con sus manos acarició la espalda del mayor, sobre aquella fina tela, ojalá pudiese tocarla por debajo... Deslizó sus dedos, hacia el borde de aquel pedazo de tela, mientras los labios contrarios subían por su barbilla, y con curiosidad adentro su mano acariciando, la piel, caliente, tirante... Y luego el increíble sentir de los movimientos ajenos, su columna vertebral, los hombros, la deslizó, nuevamente hasta abajo, sintiendo cómo algo se separaba. Caliente...sus dedos casi quemaban. 

Sólo cuando el mayor le separó un poco regresó a la realidad, sus ojos antes cansinos llenos de algo fiero, casi tenebroso, le miraban con gula, deso desenfrenado, sabía que debía ser cauteloso. Le observó con tranquilidad, pensando en frío, jadeaba, sus labios entre abiertos a centímetros de su rostro le causaron algo que habían denominado escalofrío. Se vio hipnotizado, acercándose como si se vieran atraídos inevitablemente el uno por el otro, dio una leve caricia que le hizo jadear, ahora entendía, el porqué se había puesto así el contrario. 

Besos... Le denominaban los humanos, era eso. Un deseo insaciable, notoriamente necesario para apaciguar a la bestia.

    La lengua del otro traviesa, como hasta ahora dio una ligera caricia a su labio inferior, causándole calor, haciendo que sus manos se ciñeran a su espalda con fuerza.   

Dió otro roce, sintiendo otro escalofrío, asombroso, placentero en su totalidad. Se apegaron otro poco y sin poder ya prolongarlo el mayor junto sus labios, en un ósculo desesperado, anhelante, lleno de furia. Torpes, movieron sus labios, sin saber exactamente cómo hacerlo, pero cada que lo hacían otro escalofrío les recorría con desespero en su cuerpo, era imposible separarse, no puedes simplemente alejarte de algo que ya se había convertido en su perdición. 

Respiró con dificultad al separarse sólo un poco, sintiendo el aliento contrario sobre sus ya hinchados labios.   

-Eso fue...mejor que todas las mermeladas del mundo -comentó con sinceridad, y el pelirrojo sin poder evitarlo ya, soltó una risita que hizo sólo su trabajo contra el contrario. Le dolió su pecho un poco al verlo reír, y sin querer ya se había vuelto adicto a ese ser de pureza.   

 

††    

-Luces distinto... -los ojos verdes de su amigo lo estaban estudiando con verdadero interés.  

-No hay nada diferente en mi -siguió caminando hacia la sala de nacimientos, ahí donde podía platicar con su padre de todo por una vez en su vida -Relajate, todo estará bien.    -Entonces, le expondrás todas tus inquietudes hoy, ¿verdad? -asintió con tranquilidad sonriendo, era extraño realmente verlo tan tranquilo y amable. Decidió dejarlo entrar por su cuenta y esperar en la puerta por si algo malo sucedía. 

  El lugar era realmente acogedor, siempre le había gustado estar ahí, cuando su padre traía más protectores él tenía la responsabilidad de verles y ayudarle para que no tuviesen algún problema en su formación.  Pero hoy su padre no estaba sentado como siempre, aunque podía sentirle en la habitación.  

-Buenos días padre -comentó con tranquilidad y sencillez, observando la tranquilidad del lugar.    -Lo son, muy buenos días para ti mi emperador -el pelirrojo entornó los ojos negando un tanto divertido -Así te dicen tus hermanos, ¿no es así? -escuchó la risa de su padre al verlo un poco irritado -Es interesante, pues me tardo para pensar en los nombres, algo acorde a lo suyo y resulta ser que no te llaman por aquel.

  -Es difícil ya que no pueden pronunciarlo -comentó sinceramente -¿Hoy no habrá nuevos protectores?  

-No hijo mío, el día de hoy hablaremos sobre tus inquietudes, ¿te complace escucharlo? -el pelirrojo asintió, agradecido porque su padre supiera todo aquello -Entonces comienza, puedes preguntar lo que desees.  

-En realidad, no sé... Por dónde comenzar -sus palabras eran de Total franqueza -caminó lentamente -Bueno, ¿porqué no te haces presente?  

-Creo que es más sencillo así, no te avergüences, siempre platicamos de todas las dudas que tu ser llega a tener, y sé que estás verdaderamente consternado por todo -la voz de su padre era tan cálida que le causaba en demasía tranquilidad.  

-Hace algunos meses, descubrí a un oscuro que no tenía la mínima intención de arrebatar lo que nosotros protegemos... Anhela cosas que, a nosotros no nos fueron otorgadas, y prefiere morir a saciarse de algo que no le agrada. Y llamó mi atención el tratar de entenderlo, entonces, le pedí apoyo a mi hermano, por las tardes lo iba a visitar, empezó con algo inusual padre, ni siquiera trató de matarme. Y yo, tampoco pude hacerlo, no pude matarle, ¿eso está bien? -tomó un pequeño bulto entre sus manos era un protector, de hacia una semana, seguía pequeñito, y le daba ternura.  

-Tener compasión no es malo hijo, por algo es que sucedió.  

-Padre, tú bien sabes el por qué sucede, no me digas sólo una parte, eso en verdad me frustra -dejó en la cuna al pequeño que gimoteo un poco. Mientras escuchaba la risa tranquila de su creador.

  -Pero, ¿no crees que si te digo todo arruinare lo que ustedes dos ya han empezado a realizar? -el pelirrojo suspiró -No soy yo quien decide todo hijo mío, ustedes también pueden elegir, era una opción, y yo estoy de acuerdo con lo que tú empiezas a elegir -los ojos rojos del emperador se abrieron asombrados.

  -¿Puedo elegir? -casi no lo creía.

    -Pues claro, por algo te diré de inteligencia -podía percibir la felicidad en las palabras de su padre.

 -Padre... Es que con él, pude experimentar algo que jamás había logrado, ¿es eso correcto? -comentó casi con dolor por aquello, sabiendo que tal vez elegir ese camino significaba dejarlo todo completamente.

    -Es interesante, te otorgué lo que pensé era mejor para ti -el pelirrojo acarició la mejilla de un pequeño, pero no logro sentir nada a como se había acostumbrado con el peli morado -Y encontraste algo a lo que te hiciste adicto. 

  -¿Qué no eso sólo es de los humanos? -comentó un tanto divertido.   

-Bueno, tal vez tienes más humanidad de lo que llegué a creer -ambos rieron por aquello.

  -Entonces... 

  -¿Qué es lo que deseas hijo? -el pelirrojo lo pensó y en realidad no lo sabía, así que por esta vez guardó silencio -Te lo diré, le quieres a él.   

Nervioso por aquello suspiró negando.  

-No es verdad, yo simplemente experimente...

  -A mí no puedes engañarme como a ti, soy tu padre, así que no me contradigas -le tocó al pelirrojo sonreír de nueva cuenta -No tengas miedo, no te hará daño, antes lo matan a él que a ti.

  -¿Es esto correcto padre? ¿No va en contra de todo lo que tú quieres? De tu plan...de...   -No, yo te dejo elegir, y si de esta manera eres feliz, por supuesto que puedes hacerlo. Ya estuviste a mi lado desde el comienzo, puedes ir a hacerlo.  

-¿Me quitarás las alas? -dijo en un susurro casi temeroso.  

-No, yo no haría eso, pero, tus hermanos se encargarán, así que es mejor que se lo pidas a nuestro segundo preferido. Él es mejor que todos.   

Asintió con tranquilidad, en realidad estaba consternado.  

-Y diles a todos, que fui yo quien te arrebato todo -tranquilamente asintió y salió de aquel lugar con el corazón desbocado. Y casi se lleva un susto de muerte al ver a su compañero en aquel lugar. 

  -¡Me asustaste! -dijo tocando su pecho con exasperación.

  -Lo que es bastante extraño -dijo el peli verde caminando a su lado -¿Qué es lo que sucederá ahora?  

-¿Cómo sabes que sucederá algo?-los ojos verdes le miraron sin poder creerlo.   -Llevamos juntos desde...antes de la creación, te conozco -la sonrisa del pelirrojo se ensanchó y asintió.  

-Pero no te lo diré aquí, es peligroso.

 ††  

 

Nunca antes nada le había tenido tan irritado o aprehendido con fuerza. Pero ese pelirrojo, le había hecho algo, y con franqueza, comenzaba a exasperarse, no había llegado y él seguía viendo el cielo moviendo sus piernas para entretenerse. 

Observó sus manos por un instante y trató de acariciar sus propias muñecas... Sin éxito alguno, frustrado se cruzó de brazos y enfurruñado cerró sus ojos.

 -¿Estás molesto? -el peli morado se levantó de golpe al escuchar su voz, le miró aún con ese puchero en sus labios. El pelirrojo extendió su mano para que el más alto le ayudara, tomó su mano y ahí estaba su hermoso escalofrío al sentir su piel con piel, en realidad no necesitaba ayuda. Pero le encantaba el primer roce de la noche. 

Cuando logró estar sobre el cuerpo del mayor sonrió un poco y acarició la mejilla con calma.  -Arreglaba unos asuntos con mi hermano -comentó con tranquilidad mientras sentía el abrazo del mayor.  

-¿Eso es bueno? -delizó sus labios por la frente del pelirrojo bajando a su mejilla haciéndole suspirar con fuerza.   

-Lo es... -le miró y se inclinó para besarle sin ya poder evitarlo. Sonriendo como un verdadero idiota. Comprendiendo el porqué los humanos anhelaban hacerlo -Se trata de esto...

 

  ††    

Las manos del peli verde le temblaban, no creía realmente cómo es que aceptó hacer esto. Prácticamente era un suicidio.   

-¿No podemos...simplemente no hacerlo? -comentó nervioso, observando cómo el pelirrojo se hincaba en el frío suelo.  

-Ya lo hablamos... Dijiste que lo harías, en el momento que decidí hacerlo me hice un caído, ya no podemos retractarnos, tú serás mi sucesor.  

-Es que... No quiero serlo, no de esta manera, no quiero hacerte esto a ti... Dicen que es como morir. Yo no puedo quitarte la vida a ti, eres mi hermano, el único que ha estado conmigo desde que tengo memoria -comentó entrando en pánico. Dirigió su vista hacia el cuerpo del menor, jamás entendería por completo las razones del menor al entregar sus alas. Y los beneficios de los que sería privado, suspiró colocándose detrás de él tomando las pulcras alas del pelirrojo.

    -¿Él lo sabe? ¿Está de acuerdo?-el pelirrojo por vez primera sintió un dolor punzante al sentir cómo le jalaba un poco las alas.

    -No mucho... Pero también quiso hacer su parte -suspiró -Extrañamente le gustan mis alas... Pero, no quería verlas negras, y sabía que si seguíamos de esta forma se harían de aquel color. 

  -¿Y qué hará él? -las volvió a sujetar con fuerza.  

-Perderá la inmortalidad... Y todos sus dones....

    -¿Incluso la memoria? -el pelirrojo asintió.  

-Es una posibilidad... Hazlo.   El oji verde lo único que atinó a realizar fue jalar con fuerza escuchando el grito desgarrador del pelirrojo.   

†††  

¿Quién dijo que los oscuros no tenían miedo? Pues él lo tenía. 

Desde hacía días el pelirrojo no despertaba, lo único que hacía era respirar frenético y su temperatura era tan alta que sintió cómo quemaba, se sentó a su lado sobre la cama y lo levantó para abrazarle con miedo.

  -Abre tus ojitos... Por favor, abrelos, tienes que abrirlos, dijiste... Que te quedarías, lo harías... Abrelos -besó su frente con ímpetu, balanceándose con desesperación -Extraño oírte... Por favor, por favor -susurró con miedo. 

 

  ††  

Abrió sus ojos con calma, el dolor aún no cesaba, pero ya era soportable, se removió un poco y sintió el peso de un brazo sobre su abdomen. Se giró un poco a verle, apaciblemente se encontraba a su lado, con su cabello desarreglado, y lágrimas secas en su rostro. Levantó su mano y acarició su mejilla, volviendo a sentir deliciosamente el calor del cuerpo contrario.

  -¡Estás bien! -el efusivo abrazo le sorprendió, sintió como se aferró con fuerza a su cuerpo, y él acarició su cabello con tranquilidad.

    -¿Puedes dormir? -el peli morado asintió y le besó con desespero, había extrañado tanto ver sus ojos abiertos.

  -Después de que me quitaran todo... Encontré la necesidad de dormir, no puedo evitarlo -el pelirrojo sonrió ampliamente y le abrazó.  

-¿Recuerdas todo? -tranquilamente el peli morado negó.   -No todo... Sólo a ti... -comentó con sinceridad. El pelirrojo sonrió y me besó de nuevo, extrañamente sentía el colchón deliciosamente suave.

  Los besos con ternura siguieron subiendo un poco de tono, mientras él quitaba con casi desespero la playera del contrario, y poco a poco ambos quedaron sin ropa.   

El pelirrojo se estremeció con fuerza, mientras el otro mordía con ímpetu su cuello. Suspiró con fuerza, mientras ambos jadeaban.   

Locura de los mortales. Algo que tenían la dicha de sentir.   

  -¿Perdimos la inmortalidad? -susurró besando su espalda mientras el pelirrojo asentía -¿Y podremos recuperarla? -con tranquilidad negó, sintiendo los besos en su cuello -Es una lástima... Jamás tendré suficiente

.   -Yo tampoco -aceptó sonriendo -Tal vez y nos encontremos de otras formas.  

-¿Otras formas?  

-Sí... Como en otra vida o algo por el estilo, ¿quieres intentarlo? -se giró para besarle ante la respuesta afirmativa del peli morado -Aunque necesitamos la sangre de un puro... Ya sabes.

  -Y no cualquiera, ¿verdad? -el pelirrojo sonrió, por eso había amado a ese gigante. Sabía perfectamente a lo que se refería.

    -Esperaré lo que sea necesario -se colocó sobre el cuerpo del otro balanceando sus caderas, suspirando por el placer que eso le causaba. Mientras le tocaba disfrutar y proteger a ese gigante. (*

 

 

   II  

-Yo te encontraré en cada vida. Es una promesa.  

-Y yo jamás te olvidaré. 

Tomó sus cosas con rapidez, iba a llegar tarde a la presentación si no se apresuraba, salió corriendo de su habitación tropezando con torpeza con las cosas regadas por el suelo. Aunque había olvidado pedirle permiso a la mujer de su vida, quien le haría imposible el resto de la semana si se largaba sólo así. 

  La miró de cuenta nueva, en realidad no estaba molesto, simplemente le estaba haciendo una rabieta, y como él era el "rey de las rabietas" no iba a ponérsela fácil.    -¡Pero mamá es un nuevo sabor de maibooou! -alargó tanto las letras que su propia madre comenzaba a exasperarse, ese pequeño gigante tenía el don preciso para molestarla. Su pequeño... El mismísimo diablo.

    -Largate, me está doliendo la cabeza por tu culpa -y con una sonrisa triunfal salió corriendo gritándole que le amaba. 

  †  

Frunció el ceño, él sólo quería un poco de pastel de moras, pero su estúpido amigo no dejaba de merodear por cual sabor seria el indicado.   

-Shintarou, si se termina el pastel de moras creeme, voy a encargarme de que tus pesadillas sean tu realidad. 

  -No espera, bueno ve -el pelirrojo salió de aquella tiendita y se dirigió a otra, el olor a dulce ya le estaba mareando, pero le encantaba la Mora, y quería ese pastel. Cuando lo tomó y se giró sintió perfectamente como alguien se estampaba de lleno contra su cuerpo haciéndoles caer al suelo. 

No se había molestado por la caída, sino por su pastel echado a perder en su playera.  Levantó la vista y casi matandole le miró.  

-¿Acaso eres un ton...-ambos se quedaron en silencio al verse, el corazón se alborotó y su piel se herizo con fuerza.  

-Aka-chin...  

-Atsushi.  

Y por fin pudo pronunciar su nombre.   

 

Notas finales:

(*) En realidad este escrito está "ligado" a -Eternamente tuyo- en donde estos personajes también hacen su aparición por unos momentos, para que entiendan en cierto aspecto, de qué fue si relación o su vida, pueden leerlo, sino no hay ningún problema.

 

 No estoy muy segura de si realizaré una segunda parte, todo dependerá de mi humor, y también de la inspiración que me llegue, o las necesidades de la señora Pan, que es por quien sólo puedo escribir un MuraAka... Pero bueno, muchas gracias por leer :3


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