Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Family in problem! [MidoTaka - Midorima x Takao] por Gigi12

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Tardé más de medio año, lo sé, y lo siento;; espero que la espera valga la pena:c

"—¿Donde estoy...? —Kazunari abrió los ojos lentamente y notó que sus manos era jaladas por otras dos, trato de ver hacia el frente y se dio cuenta de que se trataba de su esposo, quién le sonreía sutilmente y la otra persona era su hija, quién saltaba y reía feliz. 

—Mami, mami...

El pelinegro sonrió enternecido, esa era la imagen que siempre quiso para su familia.

Volvió a pestañear y la imagen que tenía frente a sus ojos era totalmente distinta, tres figuras caminaban tomadas de la mano, la más grande era Shintarō, la pequeña que traía a su derecha era Mei y... del otro lado había una pequeña niña de cabello negro que no alcanzaba a ver su rostro, los tres caminaban dejando a Kazunari atrás.

—No...esperen, ¡Esperen! ¡No me dejen! —Kazunari corría pero no podía alcanzarles y ellos se alejaban cada vez más..."

Kazunari despertó con un fuerte suspiro y un fuerte dolor en la parte baja del vientre, fue entonces que algunos recuerdos llegaron a su cabeza al igual que sus lágrimas.

Bajó sus manos para acariciar su plano abdomen, en un par de meses sería una gran bolita y sabría que su bebé estaría dentro de su cuerpo. Un bebé de Shintarō y él. Un hermanito o hermanita para Mei.

—Por favor...tú no me odies...—Susurró sin darse cuenta de la otra presencia en la habitación sino hasta que su marido le rodeó con sus brazos fuertemente, Kazunari se quedó helado, sin corresponder a aquellos cálidos brazos.— Shin-chan...

—No te odio, Mei tampoco lo hace...los dos fuimos estúpidos, pero entiende, eres como un sol demasiado brillante para nosotros. Nuestra personalidad es...extraña.

—Llevo años tratando de entenderte, Shin-chan...¿Qué más quieres? ¿Que me humille de nuevo? ¿Que ruegue por un poco de cariño? Mei es exactamente igual que tú, yo la adoro, es mi pequeña bebé, pero no resisto que ella también me desprecie. Me duele, Shintarō, duele. Y ahora...estoy esperando otro bebé que...posiblemente, como ustedes...

—Amor...—Shintarō acarició las mejillas del pelinegro y le interrumpió con un pequeño roce en sus resecos labios.— Kazu...ya no llores, le hará mal a nuestro bebé y a ti...me dijeron que estas bajo en el peso y tienes síntomas de anemia...

— Shintarō...déjame ser libre, déjame alejarme de ti...quiero el divorcio, aunque me rompa el corazón al separarme de ti, estar así me hace mal, ¿Cuando fue la última vez que dijiste que me amabas? ¿En la secundaria? ¿En la universidad quizás...?

—¡Te amo! Te amo, joder...no sabes cuanto te amo, eres mi mundo entero, me has dado los mejores años de mi vida, lo único que cambiaría es mi forma de tratarte, fui egoísta porque creí que jamás pasaríamos por esta clase de problemas...Si pudiera me casaría contigo mil veces, Kazunari, sólo contigo.

La puerta se abrió dejando entrar a los preocupados Kagami, quienes se acercaron de inmediato al pelinegro, el cual se soltó de los brazos de Midorima para acomodarse en el pecho de Tetsuya.

El silencio reinó en la habitación, sólo se escuchaba la máquina que tenía los acelerados latidos del corazón del pelinegro. Midorima se mordió fuertemente el labial inferior y se volvió a sentar en el sillón de la habitación, no dejaría a su esposo nuevamente.

—Me ganaré tu corazón de nuevo y me voy a asegurar de no volver a herirte nunca más.

—.—

Kazunari tuvo que volver a su hogar al día siguiente, le diagnosticaron posible depresión y eso era lo más peligroso en los primeros meses de gestación. El bebé podía correr un grave peligro.

Midorima para estar más pendiente de su pareja que nunca, iba al hospital en las mañanas mientras Tetsuya acompañaba a Kazunari y ayudaba a distraerle. Por las tardes llegaba él y apenas intercambiaban un par de palabras.

Kazunari había comenzado a dormir en la habitación de invitados y por las noches, Shintarō le escuchaba llorar hasta que se callaba, sólo entonces se levantaba a arroparle y a velar por sus sueños toda la noche.

Mei trataba de llamar la atención de su madre de una u otra forma, pero el resultado siempre era el mismo; una sonrisa plástica y practicada, no le miraba a los ojos y mucho menos le agregaba el "chan" a su nombre. La pequeña también se estaba desesperando.

—Papi...—Shintarō estaba en su oficina viendo cada uno de los exámenes de su esposo, tenía un mal presentimiento y quería cerciorarse de que todo estaba en orden. Al oír la voz de su hija, se giró e hizo que esta se sentase en sus piernas.

—¿Qué pasa, princesa? —Su voz sonaba cansada, y sus ojeras lograban verse incluso bajo esos lentes de marco grueso.

—Quiero que mami vuelva a ser el de antes...prometo comer todas las comidas que hace, ser más cariñosa con él...que me vuelva a sonreír, que me vuelva a querer...—La pequeña peliverde comenzó a sollozar fuertemente, realmente estaba afectada con todo los acontecimientos de los últimos días.— ¡Quiero a mami de vuelta!

—Tranquila, bebé...eso es lo que yo también quiero. —Ese día, tanto Shintarō como Mei lloraron hasta que sintieron que su cabeza iba a estallar de dolor, Kazunari seguía igual y la tan esperada fecha llegó en menos de lo que imaginaron.

Su aniversario.

Tantos planes, tantas ilusiones quedaron sólo en un baúl sellado en la mente de Kazunari, ¿Quién tendría cabeza para pensar en un "feliz" aniversario si lo único que quería era irse de aquella casa?

Para no perder la costumbre y rutina, ese día en la mañana se levantó a sólo hornear algo entre amargo y dulce para Shintarō. Desde que eran pareja, Kazunari le regalaba un pequeño pastel al peliverde, esa era una dolorosa costumbre que sabía, Shintarō jamás se dio cuenta.

Mientras preparaba las frutas que usaría, el cuchillo sobre la encimera se veía tan tentador, tan...atrayente. Algo tenía.

Mientras apretaba fuertemente el mango de aquel objeto miles de pensamientos pasaron por su mente. Y solo cuando vio el hilo de sangre bajar de su mano fue que soltó el cuchillo como si ese le quemase. Metió su mano bajo el chorro de agua fría para que la sangre dejase de correr, llorando en silencio.

—Kazunari, ¿Quieres ir a algún...? —Los ojos verdes del médico se abrieron al ver la sangre manchar el lavaplatos y el húmedo rostro de su esposo.— No...¡Dime que no lo hiciste!

—¿Mami, papi? —La peliverde se trató de acercar a la cocina, pero la imponente voz de su padre diciéndole que se fuera a su habitación la hizo reaccionar, por lo que obedeció aún algo nerviosa, algo definitivamente no estaba bien.

—Fue...un accidente...—Susurró el pelinegro haciendo presión en la herida que atravesaba su palma, ardía, pero aún así sentía que el dolor no era suficiente. Nada de compararía con lo roto que estaba su corazón.— Jamás le haría daño a mi bebé, a ella no...

—Demonios...¿Porqué...? —Midorima estaba en una especie de transe, la culpa se lo estaba comiendo por dentro, estaba desesperado, ya no sabía qué hacer.

—Quería hacerte un pastel...nuestro aniversario es hoy...quería sorprenderte...Shin-chan, perdóname...—Ambos sollozaban casi en silencio, los brazos del más alto le tenían firmemente sujetos pero con tanta gentileza que, después de años, Kazunari se sintió en casa.

—¿Crees que no me iba a acordar del pastel de chocolate amargo, frambuesas y crema que me regalas cada año? Lo estaba esperando...—Cuestionó el de gafas mientras tomaba por la cintura al más bajo para dejarlo sentado sobre la encimera de la cocina, asegurándose de que la estufa estuviese apagada.— O de que siempre me das un beso antes de desearme un "feliz aniversario, Shin-chan", o que siempre me pides ir al local de comida que fuimos en una de nuestras primeras citas solo porque ahí fue nuestro primer beso...

El peliverde bajó su mirada hacia la herida mano de su esposo y la acercó a sus labios para besarla, por lo menos había dejado de sangrar. Los ojos de Kazunari no podían estar más abiertos, ¿Su amado Shin-chan realmente ponía atención a esos detalles? Una pequeña sonrisa se mostró en el rostro del más pequeño, seguido de un suspiro.

—No puedo creer que...tenía que pasar esto para que me dijeras palabras tan bonitas...¿Te imaginas si no estuviese embarazado? Quizás yo—

—¡No lo digas! Por favor...por favor no lo digas...si algo te llega a pasar me muero...—Los platinos ojos del más bajo se abrieron muy grandes ante aquella confesión, una vez más llevó su mano hasta el vientre en crecimiento.

¿Qué demonios estaba haciendo? Tenía un esposo tsundere dedicado, estúpido, lento y serio, pero para Kazunari era perfecto; tenía una hija igual de tsundere que su padre pero que en el fondo sabía que la niña si lo quería. Eso. Quizá debió...seguir resistiendo un poco más.

—Quisiera...—La ronca voz del peliverde le saco de su ensoñación una vez más y se topó con la sonrisa más brillante que jamás antes le vio.— Quisiera que renováramos nuestros votos, ya sabes, sería como casarnos otra vez...Mei llevaría las nuevas alianzas y estas las guardaremos como recuerdo de lo idiota que fui contigo, para que no vuelva a suceder...porque quiero que ambos seamos felices, ya no debes quedarte en casa...conseguí que...en el hospital te dieran una vacante como enfermero de turno para que puedas ver a Mei y que podamos pasar tiempo juntos. Aunque bueno, en unos meses será algo difícil por el bebé, pero eso...ese es tu sueño, ¿no?

—Siempre lo fue, Shin-chan...—La espinita de la culpabilidad seguía ahí, clavada bien profunda en el corazón del doctor.

Aquel día rompieron la rutina de todos los años y comieron algo hecho por Shintaro, lo cual no era muy elaborado ni muy complicado como solían ser las comidas del pelinegro pero al menos era comestible, la niña por otro lado trataba de acercarse a su "madre" pero no sabía cómo hacerle, si bien no comprendía del todo lo que había pasado, la pálida piel que tenía y las ojeras que adornaban los ojos de Kazunari le decía que no todo estaba bien aún.

—M-mami...—Los grandes ojos del pelinegro le observando entre sorprendidos y apagados, claro, era su hija y la adoraba, pero también le había herido.— ¿Me...mostrarías dónde está mi hermanito?

Tanto Shintaro como Kazunari quedaron un poco sorprendidos por el pedido de la menor y se observaron entre ellos. Antes de que el peliverde pudiese hablar, el ex Takao alzó su playera mostrando el plano abdomen que tenía, se veía incluso más delgado que antes a ojos de Shintaro.

—Me gustaría verte gordito una vez más. —Kazunari se rió por el comentario y más aún al ver cómo su esposo se acomodaba los lentes para ocultar su sonrojo.— Sabes a lo que me refiero.

—En poco tiempo, Shin-chan. —Mientras los adultos hablaban, la niña se acercó con curiosidad a ver el abdomen de su "madre", ¿se suponía que su hermanito estaba ahí dentro? Que extraño.— Como tu hermanito aún es pequeño, debe quedarse ahí por lo menos unos ocho meses más, pero cuando esté más grande podrás verlo. —Esta vez le hablo a su pequeña mientras acariciaba sus labios cabellos.

—.—

—¡Mami, mami! Hoy traje a Masaki a jugar, ella es una de mis mejores amigas. —Ya era de tarde y desde que comenzó a trabajar en el hospital, Kazunari llegó justo a la hora que Mei llegaba del colegio.

—Hola, Masaki-chan, soy la mamá de Mei-chan, si necesitan algo no duden en decirme; prepararé unos bocadillos ahora si quieren me esperan en la sala mientras ven televisión. —El pelinegro le sonrió a ambas niñas y esperó que la tímida pelirroja hablara.

—B-buenas tardes, soy...Akashi Masaki, es un gusto conocerle. Mei-chan me ha hablado de usted mucho y ansiaba saber cómo era realmente. —Dijo la pequeña niña mientras se inclinaba perfectamente en modo de respeto, "Digna de un Akashi, ¿eh? Aunque se parece más Kou-chan", pensó el pelinegro.— Mi hermano está enfermo y por eso no pudo venir hoy, Misaki nii-san también quería conocerlo.

—Cierto, tu gemelo, ¿no? No hay problema, pueden venir cuando quieran.

Las niñas se fueron a jugar a la sala mientras el pelinegro preparaba unos emparedados simples y jugo para las niñas mientras que él estaba obligado a tomar sus vitaminas junto con verduras pues estaba bajo en su peso a pesar de ya tener cinco meses en cinta. No pasaron ni diez minutos cuando Shintaro apareció por la puerta con una caja entre sus manos.

—Kazu, Mei, vengan un momento. —Los nombrados y la visita se acercaron al peliverde algo intrigados por su llegada tan temprano y más porque dejó con tanto cuidado aquella caja en el suelo.— Hola Masaki.

—Hola tío Shintaro...—Saludó la nombrada mientras se ocultaba tras Mei.

Los adultos se saludaron con un beso en los labios y luego el peliverde se acomodó los anteojos antes de agacharse una vez más.— Quiero presentarles a Dango.

—¿Dango? —Preguntaron los tres mientras el mayor de todos quitó la tapa de la caja, dejando ver a un pequeño gatito tan gordito como un dango, maullando por haberle despertado.— ¡Un gatito!

—Shin-Chan...es tan lindo. Crei que no te gustaban los gatos negros, ya sabes, por su "mala suerte". —Bromeó Kazunari mientras observaba  cómo las niñas admiraban la pequeña bolita de pelos moverse dentro de la caja.

—Si me gustan los gatos negros. —Shintaro abrazó por detrás al más bajo y acarició con cuidado el abultado abdomen que tenía.— Por ejemplo, mi gatito negro me ha traído toda la suerte del mundo, ni Oha Asa podría hacer lo que él hizo por mi, tengo una hermosa hija y estamos esperando otra princesa más, dime, ¿no soy afortunado?

—Shin-chan...a veces dices cosas muy vergonzosas. —Kazunari se cubrió su sonrojado rostro con ambas manos mientras el pelinegro sonreía, apoyando su mentón en el hombro de su esposo.

 

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado, pai, pai. 

 

XOXO.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).