Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tentación. por DanTamMu13

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Mi primer one-shot, espero que les guste.

Notas del capitulo:

Espero que les guste, no podía dormir sin subir el capítulo que comencé hace un rato con ayuda de mi mejor amigo, y todo porque le encanta la canción.

Llevo años trabajando como chofer, todo a causa de que, por decisión de casarme con la mujer que me enamoró años atrás, mis padres me desheredaran y se rehusaran a darme los privilegios que mi apellido conllevaba. Ya teníamos cinco años de casados ella y yo, Sakura Haruno, una mujer hermosa, nunca pensé encontrarme en aquella situación; pero por ella podría soportarlo sin problema alguno.

Hacía unos meses que tenía que trabajar turnos extras, ella se había embarazado, ¡nunca podría nadie entender mi dicha! ¡Sería padre! Claro que estaba emocionado, me sentía verdaderamente feliz por eso, y sólo por eso soportaba mis largas jornadas laborales, me despertaba a las cinco de la mañana cada día, trabajaba hasta las tres de la tarde, comía con ella ocasionalmente, otras veces veía a mis hermanos, y a las siete de la tarde volvía a trabajar hasta las dos de la mañana. Dormía muy poco, convivía menos todavía con el mundo exterior, aunque todo eso podía cambiar de un día a otro, como todo chofer podía ser contratado exclusivamente en cualquier momento, aunque no me hacía muchas esperanzas.

 

Me desperté, me duché, y una vez estuve listo me acerqué a Sakura, besando su frente, no la despertaba, nunca lo hacía, y una vez hecho eso salía de la pequeña casa que compartíamos desde hacía años, me subí al amplio automóvil, lujoso, porque había invertido todo lo que tenía, y comencé mi jornada del día.

Era un día particularmente malo, no había nadie que necesitara transportarse, mi método era simple, se llevaba a través de una aplicación en el celular, desde ahí la gente pedía mis servicios si estaban suficientemente cerca y yo pasaba por ellos a donde me indicaran, luego los llevaba a su destino y listo. Era un taxi ligeramente más exclusivo, más caro, evidentemente, y, aunque no me iba nada mal, esperaba llegar a más algún día.

 

Esa tarde comí con mis hermanos, Sakura me había dicho que le era imposible verme ese día, y yo, acostumbrado a eso por mi trabajo, opté por llamarlos a ellos, quiénes siempre parecían estar dispuestos a verme. Luego de una comida amena, unas largas charlas entre los tres, y unos cuantos cigarrillos me levanté y seguí con mi trabajo. Todo siguió igual, monótono, aburrido, lento, y yo no tenía más opción que esperar que, al menos, una persona necesitara de mí.

 

A eso de las diez de la noche mi celular sonó con el tono característico de la aplicación, acepté de inmediato y me dirigí al sitio donde recogería a la persona que me requería. Lo encontré en una esquina transitada y bien iluminada en una zona cara, bastante agradable hasta de vista. Era un rubio precioso, de ojos azules cual cielo despejado, su tez morena resaltaba con el resto de sus facciones y su cuerpo era perfecto. Noté de inmediato que había estado llorando, tenía los ojos ligeramente hinchados, cosa que me preocupó un poco; pero no tenía mucho caso en fijarme.

Mientras conducía hacia donde él había indicado a través de la aplicación me encontré, de pronto, mirándolo por el retrovisor, su ropa era cara, ajustada, bastante entallada, denotaba su excelente físico, y tuve que confesarme de inmediato, me sentía atraído a él, a un hombre, por primera vez en mi vida.

 

-        ¿Puedo fumar aquí? – cuestionó de pronto con una voz suave, tersa, seductora. Aproveché que estábamos en un alto para darme la vuelta un poco y ofrecerle fuego, él me sonrió hermosamente y lo aceptó, encendiendo su cigarrillo. Los conocía bien, eran importados, eran cigarros curiosos, largos, delgados, de puta los llamaba mi hermano. – Soy Naruto. – se presentó sin borrar la sonrisa, misma que casi me enamoró al instante.

-        ¿Puedo preguntarte porqué llorabas? – pregunté tomándome el atrevimiento como si tuviese el derecho de hacerlo. Volví la mirada a la calle y seguí manejando.

-        Por un idiota. – confesó sin dudarlo demasiado. – Un imbécil rico, y como todo rico cree que puede hacer lo que le dé la gana. Me engaña. – agregó después, ¿engañarlo? ¿Quién podría ser capaz de hacerle semejante barbarie a alguien tan hermoso?

-        ¿Estás seguro de eso? – pregunté inquieto, su presencia me turbaba, saberme tan cerca de él y al mismo tiempo tan alejados.

-        Lo vi con una chica hace un rato, es una chica de clase humilde, lo pude notar, no sólo me jode el hecho de que sea con una mujer, sino que, además, no pudo elegir a una mujer con clase de rica, no, tenía que ser con una mujer que puedes encontrar en cualquier lugar. La embarazó. – espetó venenosamente, estaba realmente molesto, me sentí molesto también, no lo conocía, no tenía idea de quién era él o de porqué me preocupaba; pero tenía en claro que aquello era una completa locura.

-        Descuida, no eres el único con una vida amorosa fallida. – anuncié sin saber por qué se lo contaba.

-        ¿Por qué lo dices? – preguntó curioso mientras se limpiaba una lágrima que rodaba por su acanelada mejilla.

-        Mi esposa está embarazada, he tenido que aumentar mis horas de trabajo por eso, ya no la veo nunca. – confesé sin pensármelo dos veces. – Quiero decir, no es igual, tú sufrirás en una casa enorme y llena de clase, yo sufro en mi auto y el pequeño apartamento que podemos pagar apenas. – declaré luego de ver que me miraba riendo un poco, supuse por querer comparar las situaciones.

-        Al menos no te engaña. – espetó riendo, esa risa me pareció angelical, hermosa, era tan armoniosa que no pude evitar quedar prendado de ella.

-        No tienes porqué sufrir por él, podrías estar con cualquier chico que quisieras. – anuncié mirándolo por el retrovisor nuevamente.

-        No, no puedo estar con cualquiera, soy como cualquier persona, tengo las mismas restricciones que todo el mundo. – declaró él sonriendo mientras arrojaba la colilla sin tabaco por la ventana.

-        No creo que eso sea cierto. – solté sin pensarlo.

-        ¿No? Puedo nombrarte un par de ejemplos ahora mismo. – respondió riendo nuevamente, no podía evitar fijarme en él, era sencillamente perfecto.

-        Inténtalo. – reté intentando calmarlo un poco.

-        No podría estar con ningún heterosexual, por ejemplo. Tampoco podría estar con ningún hombre demasiado afeminado, no me gustan. – expresó sonriéndome ampliamente, parecía surtir efecto mi vago intento.

-        Quitando ese tipo de chicos, podrías estar con quién quisieras. – espeté sonriéndole de vuelta, no estaba seguro del por qué hacía todo eso; pero se sentía medianamente bien.

-        ¿Y si te dijera que quisiera estar contigo? – soltó sin meditarlo un solo segundo, tragué saliva con dificultades, y antes de responder él rio otro poco y habló de nuevo. – Sólo estoy jugando, debes querer a tu mujer para sufrir por ella. – aquello no era una negativa, era una evasiva, y no pude evitar sonreír ante eso.

 

Jamás he engañado a ninguna pareja que he tenido, toda la vida he estado firmemente contra la infidelidad, no entendía el que alguien dijera no pude evitarlo, no hasta ahora. Así me sentía, sentía que no podía evitar al rubio de nombre Naruto, no sabía nada más de él, tampoco tenía mucho interés en saberlo en ese momento.

 

-        ¿Buscas vengarte de él? ¿Ahí es a dónde vas? – pregunté viéndome altamente tentado a olvidarme de Sakura por unas horas, era evidente que no volvería a ver al chico, ¿qué más daba?

-        Sí, lo he pensado seriamente. – admitió riendo, casi burlándose de su propia idea.

-        ¿Decías en serio aquello de estar conmigo? – pregunté finalmente cediendo ante mis propios deseos, es que me bastaba mirarlo para saber que no podría negarme a él.

-        También era cierto. – declaró coquetamente mientras me sonreía sugestivamente, aquello fue mucho más de lo que podía soportar. - ¿Por qué? ¿Me ayudarás con eso? – su pregunta fue insinuante, lo suficiente para terminar con todas mis dudas.

-        Podría hacerlo. – solté respirando pesadamente, no me importaba mucho el hecho de estar casado en ese momento, me sentía nervioso, jamás había hecho eso, y menos con un hombre; pero él era irresistible.

-        Entonces podemos cambiar la ruta, mi casa está sola en este momento. – confesó de inmediato con la misma sonrisa provocativa de antes. – Podríamos tomarnos unos tragos y luego ver a dónde nos lleva eso. – sugirió de manera sumamente erótica, cosa que se me antojó de inmediato.

 

Él me dio las nuevas indicaciones para llegar a su casa y yo las seguí al pie de la letra. Estaba tan ansioso como podía estarse en su primera vez, no tardamos mucho en llegar, efectivamente era un sitio enorme, lujoso y muy hermoso, aparqué el auto afuera de su casa y bajamos juntos, él notó de inmediato mis nervios y casi pude jurar que le divirtieron un poco.

Entramos a su casa y sin dudarlo, ni preguntarlo, sirvió un par de vasos con algún alcohol, yo no era quisquilloso, mi padre siempre me enseñó a beber de todo cuando aún hablaba conmigo, así que lo acepté sin chistar.

 

-        ¿Cuál es tu nombre? – preguntó con su tersa y sensual voz.

-        Sasuke. – respondí embelesado por el rubio, quién se mostraba juguetón.

-        Y dime, Sasuke, ¿es la primera vez que lo haces? – preguntó curioso mientras se bebía de un sorbo todo el líquido de su vaso.

-        Sí. – confesé temeroso, siendo un poco más prudente con la velocidad en la que tomaba mi trago.

-        ¿Te refieres a engañarla o a estar con un hombre? – preguntó nuevamente juguetón mientras rozaba mi pierna con la mano, cosa que me puso aún más nervioso y ansioso.

-        A ambas. – confesé olvidando la prudencia de antes, una parte de mí anhelaba el contacto de Naruto en plena desnudez.

-        Entonces supongo que tienes razón, podría tener a quien quisiera. Eres heterosexual, ¿cierto? – cuestionó coqueto antes de quitarme el vaso de las manos, solamente para sentarme en mi regazo, quedando de frente a mí.

-        Sí, o al menos siempre creí serlo. – admití contemplando al rubio sin pudor alguno, era sencillamente perfecto.

 

La charla terminó en ese preciso momento, él tomó mi nuca y se acercó a mis labios. La mezcla de su saliva y el alcohol me resultó apetitosa, embriagadora en todos los aspectos, y me supe perdido, me declaré derrotado ante el rubio, porque sí, me había ganado. Devoré con ansias sus carnosos labios mientras que él comenzaba a desabotonarme la camisa, quitándomela por completo para dejar mi pecho desnudo a su completa merced. Sus manos me tocaban casi con familiaridad, como si eso que estábamos por hacer fuera algo recurrente entre ambos. Imité su acción, quitándole la camisa entre titubeos y temblores a causa de los nervios. Él, divertido, se levantó, y sin pena alguna se quitó el resto de la ropa frente a mí, permitiéndome contemplarlo por completo, su hermosa desnudez, su piel tersa, sus músculos bien formados, su entrepierna despierta y bien dotada. Nunca creí que pudiera excitarme tanto el ver un hombre desnudo, no hasta ese momento, sentí la dolorosa molestia de la ropa que me sobraba y rápidamente intenté ponerme de pie para comenzar a desnudarme también.

 

-        No tan rápido. – espetó empujándome de regreso al sillón, y yo, como muñeco de trapo, me dejé hacer. – Tenemos tiempo de sobra. – soltó riendo sensualmente.

 

Se tomó algo de tiempo para desabrocharme el pantalón y quitármelo, aun dejándome los bóxers puestos, miró detenidamente mi erección antes de arrodillarse en la alfombra para quedar a la altura y comenzar a lamer por sobre mi ropa interior. Los espasmos de placer que esa sensación me provocaron fueron indescriptibles, aferré una mano al sillón, intentando encontrar un desahogo más allá de los jadeos que me robaba el rubio. Masajeó suavemente sin quitarme los boxers mientras seguía con las pequeñas; pero placenteras lamidas hasta que pareció hartarse tanto como yo, por lo que me quitó la única prenda que me quedaba con mi ayuda. Ni bien estuve en cueros, metió mi miembro hasta su garganta, haciéndome gemir roncamente del placer mientras encorvaba la espalda, aferrándome con mayor ahínco al sillón, que era lo único que me mantenía en la realidad.

El vaivén que Naruto mantenía era enloquecedor, no muy lento, no muy rápido, justo lo necesario para hacerme desvariar, si alguien me hubiera preguntado si yo sería capaz de acostarme con un hombre, seguramente lo hubiera negado de inmediato, ¿quién me viera? Gimiendo por el delicioso sexo oral que un hombre que apenas conocía me propinaba.

 

Duró menos de lo que me hubiera gustado, el chico era un experto en lo que hacía, cosa que, aunque me daban algo de celos pensarlo, al mismo tiempo agradecía quién quiera que hubiera sido su práctica. Se puso de pie sonriéndome con erotismo, no dudó un solo segundo antes de besarme nuevamente, cosa que correspondí al segundo que sentí sus labios en los míos. Nuestras lenguas jugaban con avidez, mientras que mis manos se situaban automáticamente en sus nalgas, tomándolas sin pudor alguno, él mismo se acomodó de manera en la que pudo sentarse sobre mi erección, noté también que a pesar de la dificultad con la que entré en él, no se quejó en ningún momento.

 

Una vez estuve dentro de él solté sus labios, yendo directamente por su cuello, besándolo y lamiéndolo a mi entero gusto, su piel era exquisita, casi tan adictiva como sus besos, definitivamente estaba totalmente derrotado por el chico. Fue él quien comenzó a moverse, subiendo y bajando sus caderas, llevándome al máximo placer que jamás había sentido antes. Los gemidos de ambos inundaron el ambiente, incluso sus gestos faciales me excitaban, no podía resistirme a su tacto, a su olor, a su sabor. Las estocadas eran cada vez más profundas, más fuertes, y ocasionalmente regresamos a besarnos con vehemencia, me encontraba completamente trastocado por el rubio, había perdido toda cordura y sabía que jamás volvería. Estaba seguro que nunca podría olvidar lo que sucedía en ese momento, no podría jamás dejar de pensar en este hombre que me había tentado hasta este punto. De pronto, sin buscarlo, atiné a un punto especial en él, uno que lo enloquecía, y casi demente seguí dando en ese mismo punto, quería volverlo tan loco como me había vuelto él a mí.

 

Los minutos trascurrieron lentamente, el tiempo me resultó eterno, y lo agradecí mentalmente. Él no dudó un segundo en dejarme una marca en el cuello, y no me molestó en absoluto, siendo él podría permitirle lo que fuera. El vaivén continuó, cansándonos físicamente a ambos, embriagándonos de placer, cubriendo ambos cuerpos de sudor, mi voz cada vez sonaba más ronca, posiblemente al día siguiente me costaría hablar; pero poco me importaba si podía disfrutar un poco más del deleitable sexo que el rubio que otorgaba. Cuando me percaté de que no soportaría mucho tiempo más decidí hacer de las penetraciones algo más desenfrenado, perdiendo el ritmo que llevábamos, olvidando el cuidado que había tenido antes, él llegó al clímax en nuestros pechos mientras que yo lo hice dentro de él casi al mismo tiempo, acompañando nuestros orgasmos con un par de gemidos roncos y sonoros.

Él se levantó para acomodarse a mi lado, nos recostamos unos minutos para recobrar fuerzas y aliento, quise procesar todo lo que acababa de suceder; pero no lo logré, efectivamente me había vuelto loco con ese muchacho.

 

-        Acompáñame. – pidió una vez nuestras respiraciones se normalizaron.

-        ¿A dónde? – pregunté intrigado, no comprendía mucho; pero tampoco sería capaz de negarme a él.

-        Al bar, quiero que él sepa que no es el único que puede estar con alguien más. – explicó mientras comenzaba a vestirse y me arrojaba mi propia ropa para que hiciera lo mismo.

 

No tuve que responder, sólo me vestí también, me acomodé un poco el cabello y salimos juntos de su casa, sabía que todo sería diferente a partir de ese momento, había caído en la tentación más ruin, había engañado a mi esposa, a la mujer que más amaba en el mundo, y no había sido con otra mujer, no, había sido con un hombre, y uno que ahora se había adueñado de mí por completo en un par de horas nada más.

 

Me indicó el sitio al que iríamos, uno muy cercano a donde lo recogí al principio, en esta ocasión no se sentó en la parte de atrás, como cualquier cliente, se sentó a mi lado, en el sitio del copiloto.

Durante el trayecto pude notar que él iba tranquilo, sonriente, como si haber tenido sexo antes conmigo lo hubiera revitalizado, y me alegró saberlo, me levantó el ego de una manera impresionante. Al llegar dejé el automóvil en el estacionamiento del lugar y bajamos juntos, él insistió con tomarme de la mano, y yo no pude negarme a tener contacto con él.

Entramos por la puerta y me señaló al tipo. Un chico joven, rondaba mi edad, unos veintiocho años, pelirrojo y de buena complexión, apenas pude verlo de perfil pues hablaba amenamente con una mujer frente a él, de pronto la besó, y al apartarse quedé estupefacto.

 

-        No iré allá. – declaré parándome en seco muy cerca de la puerta.

-        ¿Por qué no? – cuestionó sorprendido quedándose a mi lado.

-        La que está a su lado, a la que besó, ella es mi mujer. – espeté sin dejar de mirarlos a lo lejos.

 

Naruto guardó silencio ante mi confesión y tardó unos segundos en reaccionar de algún modo, tomó mi mano nuevamente y me sacó de ahí, llevándome al auto de nuevo. No justificaba mi engaño; pero ¿cuánto tiempo llevaba ella engañándome a mí? No podía saberlo, no había manera, me subí al auto y sólo me quedé sentado ahí, Naruto me acompañó unos minutos en el sitio el copiloto y esperó.

 

-        Lo que dijiste de que la embarazó, ¿cómo sabes de eso? – pregunté intentando contenerme.

-        Lo sé, lo leí en correos que ellos mantienen, lo siento, Sasuke. – respondió él con un tono de voz bastante comprensivo.

-        ¿Cuánto tiempo llevan juntos? – no estaba molesto, ni dolido, estaba sorprendido. Yo había caído en una tentación; pero ¿y ella? ¡Ella se había embarazado de un tipo que no era yo!

-        Un año. – y aquello fue mucho peor, aunque no me preocupaba, no en ese momento.

 

Quizás era la presencia de Naruto ahí, tal vez las hormonas tras el sexo de hacía un rato, no lo sabía; pero no me sentía mal, no me había roto el corazón saberlo, sólo me había tomado por sorpresa.

 

-        ¿Quieres volver a mi casa? – ofreció luego de unos minutos.

 

Y como si no hubiese visto nada en el bar no dudé en aceptar. Nuevamente dejándome llevar por la sensación de embriaguez que Naruto me proporcionaba con su simple presencia tan cerca de mí. La entendí en ese minuto, quizás ella se sentía igual con aquel hombre, y yo, ahora mismo, no era nadie para juzgarla, no cuando la había engañado y ahora mismo conducía de vuelta a casa del mismo hombre con quién me había acostado un rato antes.

 

Luego de aquel día Naruto siguió con su novio y yo con mi mujer, los cuatro viéndonos a escondidas, yo nunca le conté a Sakura de la noche del bar, ni de Naruto, y el rubio jamás le habló de eso a su novio, o de mí. Cada noche ellos se veían en los mismos sitios donde nos habían engañado por un largo año, mientras que yo, cada noche, iba a casa de Naruto y me dejaba llevar por la tentación que él me provocaba. Y sí, por él yo era capaz de cuidar de un hijo que no era mío, poco importaba si, por la noche, olvidaba mi retorcida vida entre sus piernas.

Notas finales:

Gracias por leer, y por seguirme, recuerden que los quiero un montón.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).