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El susurro del viento sobre el mar por Nicoletta21

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La joven de melena verdemar se encontraba recogiendo sus cosas tras haber estado practicando durante una hora, tomando su bolso, el estuche de su apreciado instrumento y sus ocultos sentimientos, se dispuso a salir del aula de música. Miró por un momento la hora en su reloj de pulsera, ya eran casi las seis de la tarde, desde luego el tiempo era caprichoso, a veces transcurría con una lentitud tortuosa y otras, pasaba volando en un simple abrir y cerrar de ojos.
Al salir del edificio, se detuvo para observar una figura que corría dando la vuelta al campo, la sujeto en cuestión se movía a una velocidad que parecía imposible para una persona normal, no podía tratarse de nadie más salvo Haruka Tenou. La rubia realmente era veloz, parecía tan libre y alegre mientras corría, aquella era la razón por la cual Michiru se deleitaba viendo correr a la joven estrella, nunca había visto a nadie que disfrutara tanto realizando aquel deporte. 
Para la muchacha de cabellos ondulados ser bueno en algo no era lo más importante, si no que se debía tener verdadera vocación por lo que se hacía, por muy bueno que un pianista resultase tocando el piano, si éste no tenía pasión, jamás llegaría a conmover los corazones de los espectadores con su música. Y aquello era la clave, lo que marcaba la diferencia entre ser bueno en algo y ser el mejor, esforzarse y mejorar constantemente, no por los cumplidos ni para impresionar a los demás, si no por el deseo propio de realizar un sueño. El sueño de la estudiante de orbes cobalto era ser una violinista famosa más allá del país del sol naciente y llevar su música por todo el mundo, si bien sabía que no era nada sencillo, aquello no la amedrantaba, al contrario, le infundía nuevas energías para continuar tocando. La joven atleta entrenaba y continuaba corriendo incluso después de que sus compañeros del club se hubieran marchado, todas las tardes, Michiru la había visto proseguir con su entrenamiento a pesar de que su instructor se hubiera ido. Por eso, podía decir que la pasión que transmitía Haruka era auténtica, realmente amaba correr, como la contraria amaba la música, quizás aquella fuera la razón de que la peliazul se hubiera enamorado de Haruka, ya que ambas compartían una pasión inigualable. 
En ocasiones como aquella, la joven pensaba que no estaban tan lejos la una de la otra. 
Más de una vez había pensado en hablarle, pero al final siempre desechaba aquella idea, excusándose en que no había encontrado el momento apropiado. Sin embargo, ahora sólo se encontraban ellas dos en aquel amplio campo, por lo que pensó que tal vez aquel era el día donde finalmente podría reunir el valor necesario para acercarse a ella.
La joven se aferró con fuerza a la correa de su instrumento, inspiró hondo y dio un paso al frente decidida, dispuesta a saludar a la muchacha de cabellos de oro, no obstante a mitad del camino, se detuvo en seco al ver a una compañera de clase, Hanako Yamamoto, acercarse a la rubia, tendiéndole una toalla para que ésta se secase el sudor. Ambas charlaban amigablemente, hasta que Hanako se puso seria y comenzó a jugar con sus manos, nerviosa, parecía vacilar entre hablar o no, pero al final se decidió y confesó su amor a la contraria. Aquello pareció pillar desprevenida a Haruka en un primer momento, aunque luego volvió a sonreír, mirando a la más baja con suma dulzura en sus ojos celestes. 
En aquel momento, la joven violinista se dio la vuelta y se marchó de allí sin hacer el menor ruido, al principio caminaba con cierta lentitud, pero después aceleró el paso, hasta casi correr hasta la salida del instituto, donde se detuvo. No había podido escuchar toda la conversación, pero había visto lo suficiente como para saber que aquello era una declaración de amor. A lo largo de las semanas, había podido ver como algunas de las admiradoras de la corredora se habían acercado a ella para declararse, si bien era cierto que ninguna de ellas se había convertido en la pareja de Haruka, ya que los rumores se habrían hecho eco en todo el instituto, Michiru no soportaba ver como una tras de otra confesaban sus sentimientos por la joven deportista. Temía perderla, aunque realmente no tenía sentido, ya que para perderla antes debería haberla tenido o al menos haberlo intentado. Pero al verla con Hanako se había paralizado y tras presenciar su declaración, lo único que había querido hacer era huir de ahí, antes de que Haruka le diera su respuesta.
En ocasiones como aquella, sentía que existía un gran abismo que la separaba de Haruka Tenou.
Sabía cual era la solución a su problema, no iba a conseguir nada mirándola desde la distancia, debía empezar por hablar con ella, pero las pocas veces que había pasado por su lado en los pasillos, una oleada de sentimientos invadía su corazón, logrando que éste se agitara en su pecho. Jamás en su vida Michiru se había sentido tan insegura con alguien, pero la joven de cabellos dorados la ponía nerviosa, por eso hasta el momento no había intentado hablar con ella, ya que temía quedarse sin palabras una vez la tuviera delante. El hecho de haber sido interrumpida por su compañera antes de llegar a saludar a Haruka, justo cuando finalmente había juntado el valor necesario, era frustrante.
Tal vez este no sea mi destino, pensó Michiru con cierta melancolía.
La muchacha comenzó a caminar hacia su casa, con lentitud, ensimismada en sus pensamientos. Por más que quería olvidar lo que había visto, no podía y tampoco podía evitar torturarse pensando en cuál habría sido la respuesta de la joven atleta.
-Miau.
Aquel maullido devolvió a la joven a la realidad, encontrándose frente a ella un gato negro, por lo que se agachó y sin vacilar, acercó su mano para acariciar la cabeza del felino. El susodicho permitió aquellas caricias sin quejas, por lo que la muchacha le sonrió con ternura, le encantaban los animales, pero sobre todo los gatos.
-¿Qué haces aquí? ¿Te has perdido? -Preguntó mientras descendía sus caricias al lomo del animal, el cual parecía estar satisfecho con aquellas atenciones.
-Te he estado buscando, Michiru.
La joven, sorprendida, se incorporó de inmediato al escuchar una voz femenina procedente de aquel gato.
-¿Un gato que habla? -Preguntó en voz alta desconcertada, no daba crédito a lo que había escuchado, pero lo había escuchado perfectamente.
-Gata, si no te importa. -Aclaró la oscura felina, para continuar hablando, ante el asombro de la joven violinista.- Mi nombre es Luna, es un placer conocerte al fin, Michiru.
-¿Acaso estoy soñando? -Se preguntó en voz alta a sí misma, desde luego aquello no podía ser real, debía ser un sueño.
-No estás soñando. Esto es real. -Le aseguró la gata negra frente a ella, desde luego si se trataba de un sueño, debía ser uno muy real.- Te he estado buscando durante mucho tiempo.
-Creo que te estás equivocando de persona.
-No me equivoco. Tú eres Michiru Kaiou, la joven violinista ¿no es así? 
-Sí, soy yo.
-Entonces no hay ningún error. -Confirmó la astuta felina, la cual cambió su semblante completamente, pareciendo ahora más seria.- He venido porque tengo que entregarte un mensaje muy importante ¿Me escucharás?
Michiru aún estaba estupefacta por la situación tan irreal que estaba viviendo, pero aún así decidió darle una oportunidad para explicarse, aunque se preguntaba si en realidad tenía opción.
-Tengo que avisarte que dentro de poco comenzarán a pasar cosas horribles a tu alrededor.
-¿A qué te refieres?
-Antes de decirte nada más, quiero que me prometas que escucharás todo lo que tengo que decir, hasta el final.
La estudiante lo pensó durante unos segundos, no perdía nada con escucharla, además tenía curiosidad por saber que significaba que próximamente sucederían cosas espantosas a su alrededor, necesitaba saber a qué se refería exactamente.
-Lo prometo. -Juró la damisela de largos cabellos, pero no fue hasta después de que la gata examinará sus ojos con detenimiento que asintió con la cabeza y comenzó a hablar de nuevo.
-Verás, hace tres meses unas criaturas malignas procedentes de fuera del Sistema solar vinieron a La Tierra con la intención de conquistarla y llenarla de oscuridad, no obstante la princesa Serenity y las demás guerreros de los planetas del Sistema solar utilizaron su poder para combatir contra estos enemigos, consiguiendo eliminarlos finalmente. Sin embargo, la lucha fue más dura de lo que sus cuerpos pudieron soportar y perdieron la vida tras la ardua batalla. -Luna hizo una pausa en aquel momento, podía percibirse la tristeza que le provocaba hablar de aquel tema, aún así, ésta intentó sobreponerse y continuar con su historia.- Aunque al parecer no todos los invasores fueron derrotados, ya que algunos permanecen aún aquí, en este planeta, por eso he venido a advertirte y a pedirte tu ayuda.
-Pero no lo entiendo, ¿qué puedo hacer yo? -Preguntó algo confusa, en realidad lo que no comprendía era el porqué se lo estaba contando a ella.
-Más de lo que tú crees. -Aseguró la minina con firmeza.- Porque tú eres en realidad una guerrero.
-Eso no es posible. -Negó un par de veces la muchacha, nuevamente sorprendida por la afirmación que había hecho la contraria.- Te equivocas de chica.
-No lo creo. -Luna parecía estar totalmente segura de lo que decía, todo lo contrario que la joven prodigio que, no podía evitar dudar de sus palabras.- Aunque tu poder aún permanece dormido, puedo sentirlo perfectamente ahora que estoy contigo. Tú eres guerrero Neptuno, no hay duda alguna.
De nuevo la gata oscura afirmaba aquello con solemnidad, pero aquello debía ser un error, ella sólo era una chica normal, no era ninguna guerrero con poderes mágicos. Ella sólo tenía una identidad y era la de Michiru Kaiou.
-Lo siento, pero no puedo entenderlo, yo sólo soy Michiru, una estudiante de instituto, nada más. No soy esa guerrero Neptuno de la que hablas. -Dijo exasperada la colegiala, dispuesta a marcharse de allí en aquel mismo instante, aquella conversación no llegaría a ninguna parte.
-Espera, Michiru. -La felina la detuvo, interponiéndose en su camino para impedirle el paso.- Entiendo que sea difícil de creer, pero antes de que te vayas, quiero mostrarte algo. -La gata le tendió a la muchacha una pequeña vara, la cual sostenía una luna verde rodeada de una aureola, coronada con una estrella de seis puntas con el símbolo del planeta marino.- Si quieres una prueba de que realmente eres la guerrero Neptuno, toma esto y verás que lo que he dicho es cierto.
Al principio la chica de cabellos aguamarina vaciló, quizás porque ya no estaba del todo segura de que realmente fuera una chica normal y corriente y tal vez sería mejor permanecer sin saberlo, pero no era su estilo marcharse sin conocer la verdad, así que al final decidió tomar la varita. Justo en el instante en que sus dedos tocaron aquel misterioso objeto, una serie de imágenes cruzó su mente como si tratase de un rayo. La joven había tenido un flashback donde aparecía ella usando un uniforme de estilo marinero luchando contra unos extraños seres, pero no estaba sola, había una joven, más alta que ella, de cabellos cortos dorados que sostenía un sable, aunque no podía ver bien su rostro, una chica, más joven que ella, con el cabello corto y oscuro, la cual sujetaba una lanza y también otra muchacha, aparentemente mayor que ella, con una larga melena negra, la cual poseía un extraño bastón. Entonces aparecieron cinco chicas más que se unieron a la batalla, una de ellas era rubia con dos coletas, la cual poseía una mirada llena de inocencia y pureza, sostenía un cristal brillante entre sus manos; otra de ellas de cabello corto oscuro, con una mirada elocuente, parecía purificar todo a su paso con sus ataques de agua; también había una joven de larga cabellera negra, con una mirada decidida, manejaba el fuego a su antojo, lanzando flechas hechas de llamas; otra muchacha castaña, con una mirada decidida, lograba crear truenos a su alrededor, librándose así de los enemigos y finalmente una chica rubia de ojos soñadores, la cual atrapaba a aquellas criaturas con una cadena. Todas tenían en común una cosa, la ropa, todas compartían el mismo uniforme, aunque cada una lo tenía en un color distinto.
-¿Qué ha sido eso? -Preguntó perpleja, aquellas imágenes, le resultaban familiares, aunque estaba claro que ella no había vivido nada de aquello, al menos no en esta vida.
-Son parte de los recuerdos de tu vida anterior, como guerrero Neptuno. -Explicó con calma la joven gata.
-¿Quienes eran esas chicas?
-La princesa Serenity, guerrero Mercurio, guerrero Marte, guerrero Júpiter, guerrero Venus, guerrero Urano, guerrero Plutón y guerrero Saturno. -A medida que la gata iba diciendo los nombres, la imagen de cada una de ellas aparecía en su mente de nuevo.- Todas ellas perdieron la vida en la batalla. Ahora tan sólo quedáis guerrero Urano y tú.
-No puede ser... -Murmuró, no sabía por qué, pero una profunda tristeza la azotó, a pesar de que no había conocido a aquellas chicas, o al menos no en esta vida.
-La princesa Serenity se me apareció, me advirtió de que nuestros enemigos aún seguían aquí y me pidió que te buscará. Sólo tú puedes proteger La Tierra ahora. Es tu destino como guerrero.
-¿Ese es mi destino? -Preguntó, mirando seriamente a la felina parlante, la cual asintió en silencio. Siempre se había planteado cuál sería el motivo por el cual había nacido, pero ahora que lo sabía no podía evitar sentirse sobrepasada, por tener que proteger el mundo entero, por tener que luchar contra criaturas extrañas y por su vida pasada, dudaba que pudiera cumplir con un cometido tan importante ella sola. Millones de dudas invadían su mente en aquel momento, sobre su vida pasada, su misión, sus compañeras, la princesa y sobre quien era ella misma en realidad. Aquel no era el futuro que se había imaginado.

-Sé que esto es difícil de asimilar y que problablemente ahora pienses que no puedes hacerlo, pero ahora tienes que aparcar todas tus dudas por un momento, no estás sola, yo estaré contigo, Michiru. Por eso, debes creer en ti misma y pensar en lo que es realmente importante para ti.

-¿Lo que es realmente importante para mí?

-Exacto, dime ¿acaso no hay personas que quieras proteger? -Preguntó la gata azabache mirándola fijamente, parecía que quería infundirle valor y calmar el mar de dudas del corazón de la joven.

Aquello le sirvió a la estudiante para dejar a un lado todo lo referente a su vida pasada y sus dudas, centrándose en las palabras que había dicho Luna. Michiru automáticamente pensó en sus padres, en Erika y por último en Haruka, su imagen se introdujo en su mente en el mismo momento que pensó en sus seres queridos. No podía permitir que ellos estuvieran en peligro, bajo ningún concepto.
-Las hay. -Respondió solemne, con una dulce sonrisa en sus labios, incluso la minina sonrió a la joven con complicidad. Era extraño, pero pensar en las personas que quería le había infundido valor, las protegería sin importar qué. No debía agobiarse pensando en qué debía salvar La Tierra, aquello era más simple, tan sólo debía proteger a sus personas queridas y aquello era lo que haría. Lo demás lo descubriría más adelante y sospechaba que Luna podría contarle más cosas sobre sus origenes y su vida pasada. No estaría sola, Luna la guiaría y la acompañaría en su viaje, por eso no dudaría.
De repente, un grito irrumpió el silencio en las calles, además de una extraña sensación punzante que caló en el pecho de Michiru.
-¿Qué es esta sensación? -Preguntó la estudiante desconcertada, agarrándose el pecho.
-El enemigo está cerca. -Inquirió la gata medianoche, mirando a la peliverde expectante.- Ha llegado la hora.
-¿Qué debo hacer?
-Tan sólo di "planeta Neptuno, dame el poder"
-¡Planeta Neptuno, dame el poder! -En aquel momento, las palabras cobraron vida y en un abrir y cerrar de ojos, la joven se había transformado, usando ahora un uniforme marinero similar al de su visión, el cual destacaba por su falda verde y lazos azules, además de los guantes y los zapatos de tacón verde, llevaba una diadema dorada en la frente con una gema en su centro. 
-Muy bien, guerrero Neptuno ¡Vamos!
-¡Sí!
Ambas corrieron en la dirección donde habían escuchado aquel grito, cual fue la sorpresa de Neptuno al descubrir que estaban llegando a su instituto, donde nuevamente se escuchó otro grito, el cual reconoció al mismo instante. Aquella voz pertenecía a... No podía ser. Al llegar al campo de la escuela encontró a Hanako desmayada en el suelo, a pocos metros de un monstruo con apariencia humanoide, el cual estaba lleno de tentáculos, como si se tratase de un pulpo, fue entonces cuando vislumbró a Haruka, que se encontraba atrapada entre sus tentáculos mientras el alien absorvía su energía.

-¡No, Haruka! -Neptuno no daba crédito a lo que sus ojos le mostraban, ahora entendía a qué se refería Luna con que cosas terribles estaban por pasar a su alrededor. El corazón le latía a mil por hora, temía por Haruka, no recordaba haber estado nunca tan asustada como en aquel momento, fue Luna quien la tranquilizó, rozando su cuerpo contra la pierna de la muchacha, intentaba tranquilizarla. Ambas se miraron, la gata asintió y la joven guerrero la imitó, confiaba en ella y en sí misma.

-¡Toda tu energía será mía! -Exclamó aquella criatura con una sádica sonrisa en su rostro, para acto seguido soltar una cruel carcajada. Sin embargo, su diversión se desvaneció cuando una esfera de energía impactó contra la criatura, provocando que cayera un par de metros más atrás, tras haber soltado a la joven atleta, la cual cayó al suelo semiconsciente.
-¡No te lo permitiré! -Una figura de una joven y un gato aparecieron en el campo en aquel momento.
-¿Quién eres? -Preguntó el invasor, enfurecido, tras levantarse del suelo después de haber recibido aquel ataque.
-Soy la guerrero del planeta marino, guerrero Neptuno y no soporto a los malvados.

Definitivamente iba a proteger a Haruka, pasara lo que pasara, pensó la joven guerrero con seguridad.

Notas finales:

¿Podrá Neptuno salvar a Haruka? ¿Encontrará a guerrero Urano? 

¡Gracias por leer, espero que os haya gustado!


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