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You Are In Love por Na Na

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Eran las diez de la noche cuando volvió a llamar a la casa de Jong.

—JinKi, cariño. Él sí está, pero ahora mismo está dormido —miró a su hijo que estaba caminando a su lado con una cara de súplica—. Sí, dijo que se levantaría más tarde a estudiar porque llegó cansado. Sí, yo le doy tu recado. Cuídate —colgó.

— ¿Qué te pidió decirme? —la mujer suspiró.

—Que, por favor, le contestes el teléfono. ¿Tan fuerte se pelearon? —Jong asintió—. Al menos cógele la llamada, ¿sí? Se ve que de verdad no quiere perder tu amistad —su mamá le puso una mano en el hombro y se fue a la sala. Jong agachó la mirada.

**********

JinKi le había dejado varios mensajes de texto a JongHyun esperando que el menor le respondiera uno. Al menos uno. Ya había desistido ante la idea de que le contestara una llamada, pero aún seguía haciendo el intento. Y fue un viernes cuando la voz de Jong sonó al otro lado.

— ¿Hyung?

—Jong —silencio.

JinKi no sabía qué decir. JongHyun no sabía qué decir. Sin embargo, ambos sabían que era el mayor quien debía empezar.

—Jong, yo... Hola.

—Hola, hyung. No creí que seguirías despierto —JinKi miró la hora en el reloj de la pared. Era media noche.

— ¿Estabas estudiando? —el menor hizo un sonido se aprobación.

—Estoy tomando un descanso ahora mismo —lo escuchó bostezar. JinKi asintió.

—Entonces paso por ti en treinta minutos para ir por un café a la cafetería del centro — y colgó antes que el menor tuviera oportunidad de refutar.

**********

JinKi llegó en veinticinco minutos. Se estacionó fuera de la casa del menor y lo llamó. No podía ir y golpear la puerta como si nada.

—Ya salgo —le había dicho el rubio.

Entonces lo vio salir, cerrando la puerta con cuidado, con el teléfono en mano y arreglándose el cabello. Le dio una sonrisa algo forzada y se subió al auto. No hubo un beso de saludo, ni una mirada de ojos brillantes. Sólo un hola amargo y vacío.

JinKi condujo hasta la cafetería con un silencio incómodo rodeándolo. Pensaba en algo con lo que romper el hielo.

— ¿Por qué no estás en tu departamento?

—Mamá se ofreció a cocinar por mí en estas semanas de exámenes —JinKi sonrió, y Jong pudo notar que era forzada. Luego, el mismo silencio incómodo de antes regresó.

JongHyun miraba por la ventana o miraba el teléfono. El castaño reparó en que le estaban llegando muchos mensajes.

— ¿Quién es? —cuestionó sin dejar de mirar al frente.

—Uno de mis compañeros que tiene problemas con un ejercicio. Le estoy explicando qué debe hacer —JinKi gruñó—. No tienes que gruñir, JinKi. Es sólo una charla de números y ecuaciones.

JinKi no dijo nada, pero era evidente su enojo. Pensaba en si sería el mismo chico de la biblioteca. Suspiró pesado. Jong sólo lo ignoró.

Durante todo el trayecto, JinKi vio como JongHyun no se despegaba del teléfono. Y él estaba tratando de controlar su enojo.

— ¿Puedes dejar el teléfono de lado, por favor? —no soportó más. JongHyun lo miró.

— ¿Por qué?

— ¿Con quién hablas tanto?

—Ya te dije que es uno de mis compañeros de la universidad, hyung.

— ¿Quién?

— ¿Quién? —lo miró con el ceño fruncido.

—Sí, ¿quién? —JongHyun estuvo a punto de contestarle, pero su teléfono se iluminó. Era una llamada. Jong pasó el dedo por la pantalla mientras llevaba el aparato a su oreja. JinKi vio rojo de los celos.

El menor tenía el teléfono al lado izquierdo, y sólo alcanzó a decir «Hola» antes de que JinKi le quitara el aparato, colgara y lo lanzara a los asientos de atrás. JongHyun lo miró con el ceño fruncido.

— ¿Qué te sucede, JinKi? —la indignación se escuchaba en su voz.

—No quiero que hables con él.

— ¿Él quién? Estoy hablando con SeulGi. Demonios —se desabrochó el cinturón de seguridad y se estiró lo suficiente para poder alcanzar su móvil.

— ¿Cómo sé que es una chica?

— ¿No confías en mí? —lo miró. JinKi se fijó en el rostro de su novio, el cual era una mezcla de enojo y tristeza. El teléfono de Jong volvió a brillar, y los dos se fijaron en él. JinKi regresó la mirada al frente con molestia mientras Jong contestaba la llamada y la ponía en altavoz.

— ¿Jong? ¿Qué pasó? —la voz fina de una chica se escuchó del otro lado.

—No sé —miró de reojo a JinKi—. La llamada se cortó de pronto —quitó el altavoz y llevó el móvil a su oreja derecha.

JinKi bufó molesto. Estaba llevando sus celos muy lejos. Pero no había hablado con el menor desde hace mucho y cuando lo vio estaba de risas con otro chico. Era normal que él sintiera celos.

— ¿Satisfecho? —quiso saber el rubio cuando hubo finalizado la llamada. JinKi no contestó. Pasaron unos segundos en silencio hasta que el menor habló—. Ahora resulta que no puedo hablar con mis amigas y mucho menos tenerlas.

—No, no puedes.

—JinKi, son chicas. Sabes que no me atraen las chicas.

—Eso no impide que les atraigas a ellas, sobre todo a la tal SeulGi. ¿Escribirte a media noche por un ejercicio, un viernes? Por favor...

—Y aquí vamos de nuevo —JongHyun suspiró.

— ¿Aquí vamos de nuevo con qué?

—Con despreciar las acciones de los demás. Primero mi idea de decirles a mis padres después de un almuerzo que soy gay, y ahora el hecho de que mi amiga no entienda un ejercicio. Discúlpala por tener problemas de aprendizaje, Lee JinKi —miró por la ventana con el ceño fruncido.

JinKi apretó el volante hasta que sus nudillos se volvieron blancos.

—Lo siento —no hubieron más palabras hasta cuando llegaron a la cafetería.

JinKi apagó el auto y JongHyun preguntó si se quedarían.

—Creo que lo mejor sería caminar —JongHyun asintió y entró al lugar siendo seguido por el mayor.

La chica de la caja lo miró con una sonrisa que se perdió al ver el ceño fruncido del chico.

— ¿Está todo bien? —miró a Jong quien le esquivó la mirada.

—Sí. Más o menos. No lo sé —se dio por vencido, suspirando. JinKi también suspiró.

—Espero que todo se arregle —le sonrió y fue correspondida—. Lo de siempre, ¿no?

—Y uno con leche, dos de azúcar, crema y canela en polvo.

— ¿Sin pan de canela? —Jong regresó a ver al castaño.

—Lee JinKi, ¿quieres un pan de canela?

—Yah, ¿dónde están tus modales? —lo miró con el ceño fruncido. No le gustaba que Jong le hablara sin honoríficos cuando estaba molesto.

— ¿Quieres el pan de canela o no?

—Sí —se acercó al chico sacando su billetera —. Y yo pagaré por todo.

—No te preocupes, sí puedo pagarlos —el rubio sonó enojado y sacó dinero del bolsillo de su abrigo.

—Insisto...

—No. Yo pagaré. Fin de la historia —JongHyun le dio el dinero a la chica, quien lucía incómoda.

—Sus pedidos estarán pronto —les hizo una corta venia y empezó a preparar las bebidas.

Fueron a sentarse. No se miraron. El menor seguía pegado al teléfono escribiendo con rapidez. El tiempo jamás le había parecido tan eterno a JinKi. Cuando llamaron a JongHyun por las bebidas ambos fueron. Jong tomó los dos vasos mientras el mayor tomaba el pan de canela. Él abrió la puerta y dejó que el rubio saliera antes. Se pusieron en marcha, caminando en silencio. JongHyun seguía escribiendo hasta que el castaño se fijó que iba a mandar un audio.

—Tan sólo tienes mal un signo. Lo demás está bien, tanto el procedimiento como los datos. Sigue haciendo los demás. Ahora mismo estoy atendiendo algo importante —miró de reojo a JinKi—, así que no podré contestarte durante un rato. Te escribo en cuanto pueda —bebió café, desactivó la red y guardó el teléfono en su bolsillo.

—Gracias —JinKi lo miró.

—No tienes nada que agradecer —JongHyun seguía sonando molesto.

—Jong, yo... Yo quería... Quiero decir... —suspiró—. Quería disculparme por cómo me comporté el otro día. Sé que fui un insensible, un idiota, pero estaba asustado.

— ¿Y eso es justificación para lastimarme? —JinKi notó que el rubio quería sonar seguro, pero su voz se había quebrado al final de su frase.

—No. No lo es. Por eso quiero disculparme. He intentado hacerlo durante toda esta semana, pero me has ignorado y yo... Yo estaba desesperándome —se detuvo, miró al menor quien tenía la mirada clavada en el vaso—. En verdad lamento mucho haberte lastimado, Jong. Jamás fue mi intención —susurró lo último.

JongHyun levantó la mirada y JinKi vio sus ojos cristalinos.

—No volverás a hacerlo, ¿verdad? —JinKi negó sonriendo. Siempre le había parecido tierno lo sentimental de su novio—. Está bien —carraspeó el rubio—. Estás disculpado, hyung —la sonrisa de JinKi se ensanchó más.

—Ese es mi chico —el menor rio y JinKi lo acompañó.

Regresaron al auto tomados de las manos. 


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