Dos años después
Los rayos del sol se colaban por la ventana calentando al ser que yacía entre las sábanas. JinKi se removió un poco, y luego abrió los ojos. Estaba boca abajo, con la sábana cubriéndolo de la cintura hasta los pies. Y él no llevaba ropa. Se dio la vuelta y se estiró. Dejó caer sus brazos a cada lado sonriendo. Los recuerdos de la noche anterior le llegaron a la mente. Las manos de JongHyun acariciándolo con sutileza, sus labios besándolo por todas partes, marcándolo como suyo, el vaivén de sus caderas entre sus piernas, el sonido de su voz extasiada. JinKi se incorporó tratando de calmarse. No debía pensar en ese tipo de cosas tan temprano.
Escuchó el pomo girar y miró hacia la puerta. JongHyun miraba en su dirección con un vaso de agua en sus manos.
—Ya despertaste —se acercó al mayor, dejó el vaso y unas pastillas en el buró y lo besó en la frente—. Buenos días —el brillo de sus ojos no desaparecía.
—Hola —y la sonrisa enamorada de JinKi tampoco.
— ¿Cómo estás? ¿Dormiste bien? ¿Te duele algo? —Jong lo miró preocupado.
—Me duele un poco la espalda baja —desvió la mirada avergonzado. Ambos sabían que no era la espalda baja precisamente. El menor sonrió enternecido y le revolvió el cabello.
—Lo siento —se acercó a su cuello y lo besó—. Traté de ser cuidadoso —los susurros le estaban haciendo cosquillas a JinKi y no pudo evitar sonreír. El menor también sonrió—. El desayuno está casi listo. Dúchate, toma los analgésicos y sal —le acarició una marca roja que contrastaba en el cuello de su novio. Le sonrió y entonces se fue. JinKi hizo todo lo más rápido que pudo.
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No tenía ropa en el departamento de Jong. En realidad, era la primera vez que estaba en el departamento del menor (y la primera vez en eso). Así que cuando salió de la habitación, un departamento realmente pequeño le dio la bienvenida.
Estaba usando una camisa y una prenda interior del rubio los cuales le quedaban ajustados.
El menor llevaba dos platos hacia la mesa redonda del lugar. JinKi reparó en que había una televisión pegada en la pared y unos muebles la rodeaban. Atrás de ellos estaba la mesa redonda con tres sillas y el refrigerador y la cocina más atrás. Había una planta en una esquina y un perchero. JinKi reparó en que su abrigo colgaba de él.
— ¿Te sientes mejor? —JongHyun caminó hasta él fijándose en que sus ojos bailaban por todo el lugar—. No es tan grande como el tuyo, pero es suficiente —JinKi se dio cuenta de sus acciones y miró al menor. Levantó las manos en señal de rendición y las empezó a agitar.
—No, no, no me malinterpretes —le sonrió—. Es acogedor y... Ah, me... Me gusta —asintió varias veces—. Tiene tu esencia —miró al menor con una sonrisa encantadora—. Es igual a ti —Jong le sonrió, tierno.
El rubio se sintió aliviado. Por un momento creyó que JinKi se sentiría incómodo por lo pequeño del lugar, pero cuando dijo que era acogedor el alma le regresó al cuerpo.
Desayunaron tranquilos, sin hablar de nada importante, y mucho menos de la noche anterior. Jong le dijo que su ropa estaba en la lavandería, que no demoraba en entregársela, pero JinKi dijo que no había problema.
—No es como si tuviera que ir a algún lado —se encogió de hombros.
Y el pecho de JongHyun se infló de felicidad.