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Cita por Sigma

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Notas del fanfic:

DBSK/TVXQ/Tohoshinki no me pertenece.

Pero mis sueños sí. (?)

Notas del capitulo:

En enero escribí este oneshot como un regalo de cumpleaños para una muy buena amiga mía que adora el YunJae tanto como yo. Por fin me animo a compartirlo aquí en Amor Yaoi.

Espero que sea de su agrado.

Cita

La mayoría de la gente prefería ir a ver un espectáculo de fuegos artificiales con su pareja, sin embargo ser soltero no era una excusa válida para negarse a ir y disfrutarlo también. Al menos eso fue lo que pensaron Yun Ho y Jae Joong aquella noche.

El mayor era el que estaba más emocionado por todo el espectáculo que llevaba semanas anunciándose. Yun Ho no estaba tan concentrado en los juegos pirotécnicos y en los colores que usaban para iluminar el cielo. Su atención era para el rostro contento de Jae Joong, pues se veía precioso jugando a alcanzar las estrellas y las luces. Pudo jurar que, durante ese momento, el tiempo se congeló y ellos eran las únicas personas en el planeta.

El camino de regreso era largo y estaban cansados, pero ambos se sentían muy felices. De repente, sin decir nada, sujetaron la mano del otro y entrelazaron sus dedos. Sólo así, sin razón. Intercambiaron una sonrisa y siguieron avanzando. “Una noche perfecta”, fue lo que pensó el más alto.

Después de un rato, Jae Joong le agradeció sinceramente el haber aceptado salir con él. Y al segundo, Yun Ho cometió un grave error.

—Esto… parece una cita —dijo sin mucho pensar, sintiendo cómo al instante la sangre subía hasta sus mejillas. Aun así, no podía retirar lo que ya había soltado.

—¿Eh? ¿Pero qué cosas dices, Yun Ho? —Rió con nerviosismo—. Deja de bromear. Esto no es una cita, sólo es una salida entre dos buenos amigos.

—Ah, esto es… Sí, sí, claro. Sólo es una salida entre amigos.

Jae Joong desvió la mirada y, antes de que el contrario pudiese reaccionar, sus manos ya no estaban unidas. A pesar de que no hacía mucho frío, Yun Ho no tardó nada en echar de menos aquella calidez.

Había pasado exactamente un año desde esa ocasión en la cual había terminado por sentir mucha vergüenza. Por supuesto, no había sido su intención poner incómodo a Jae Joong, mas nunca tuvo la oportunidad de explicárselo como era debido. El tiempo siguió corriendo y, gracias a que ninguno estaba dispuesto a dejar que algo como eso acabara para siempre con su amistad, pudieron seguir juntándose sin problemas.

Sin importar el tiempo que pasara, de vez en cuando el dueño de sus pensamientos era nadie más y nadie menos que su mejor amigo. Era bastante agradable pensar en él y hasta escuchar el dulce sonido de su risa al cerrar los ojos y concentrarse, pero también podía llegar a ser peligroso si se quedaba fantaseando durante un periodo muy largo. Aunque respetaba a Kim Jae Joong, a veces dejaba volar a su imaginación y llegaba así hasta pensamientos un tanto “prohibidos”… ¿Pero en verdad era cien por ciento culpable de ello? Después de todo, dudaba que existiera una sola persona en el mundo que fuera capaz de negar que Jae Joong era un chico hipnotizante. Cada vez que volteaba a verlo, su corazón se alborotaba y sentía ganas de acercarse a él para abrazarlo fuertemente contra su pecho, disfrutar de su aroma tan único, recorrer su piel nívea con lentitud, perderse en aquellos preciosos ojos color café oscuro, pasar su mano por ese liso cabello negro y descender poco a poco por su mejilla hasta llegar a sus carnosos labios, mismos que deseaba besar hasta cansarse. Estaba muy enamorado.

¿Por qué demonios no se atrevía a declararse de una vez? Por más que quisiera ser directo y sólo lanzarse a expresar sus verdaderos sentimientos, como casi hacía aquella noche, primero tenía que dejar a un lado todo ese temor de arruinar la hermosa relación de amistad que existía entre ellos y que había durado ya bastantes años. No era cosa sencilla.

¡Pero maldición! Sí que se merecía un premio o algo por haber aprendido a controlarse, en especial cuando estaba cerca o delante de Jae Joong. Estaba seguro de que, por lo menos hasta ese momento, él no tenía ni la más mínima sospecha respecto a lo que pasaba por su mente.

Tomó aire por la nariz y lo soltó despacio por la boca. Se iba a volver loco. No podía dejar pasar otro día, tenía que hacerle saber a Jae Joong cómo lo veía en realidad de una vez por todas. Esa noche tenía que ser la ideal, tenía que encontrar el momento.

—¡Yun Ho-yah! —Escuchó de repente la voz de su amigo dirigiéndose hacia él, era imposible confundirlo con alguien más o no reconocerlo—. Perdón, se me hizo tarde —ofreció una disculpa sincera al momento de acercarse al contrario a toda velocidad—. JiJi escapó y tuve muchos problemas para alcanzarla, ¿puedes creerlo? Es difícil encontrarla durante el día, ahora sólo imagínate cómo es durante la noche. Al menos ninguno terminó herido —intentó bromear un poco—. Tú… ¿Me has estado esperando por mucho tiempo? —Claramente el mayor estaba avergonzado.

Al escuchar sus palabras, sacó su teléfono celular y revisó la hora con cierta confusión. ¡Sin siquiera darse cuenta, había estado esperando al pelinegro por un poco más de cuarenta minutos en la banca de una plaza! El tiempo en verdad se iba en un parpadeo cuando pensaba en él. Lo bueno es que su plan había considerado todo, por lo que había elegido una hora previa al tiempo que necesitaba en realidad.

—No, no te preocupes —le sonrió honestamente, guardando el aparato en el bolsillo trasero de su pantalón otra vez y levantándose—. Lo bueno es que encontraste a JiJi y que ya estás aquí.

Soltó un suspiro de alivio. —Bien. Entonces, ¿a dónde iremos? Dijiste que querías enseñarme algo, pero no quisiste darme ni una sola pista —cruzó los brazos, fingiendo hacer un reclamo—. Eres realmente cruel cuando quieres.

El castaño no pudo evitar dejar escapar una risa simpática con sólo ver la expresión en el rostro de Jae Joong. —¿Acaso querías que arruinara la sorpresa? —Se defendió.

—No, no es eso. Sólo estoy diciendo que una pista me habría caído muy bien.

—Pues ya verás —su sonrisa se extendió un poco—. Ven conmigo.

Yun Ho empezó a guiar el camino por el centro de la ciudad, admirando en silencio el brillo de curiosidad y emoción que se asomaba en los ojos de su amigo. Ante él, se veía más y más hermoso a cada segundo, pero le hacía falta el valor para decirlo en voz alta.

Después de tanto caminar, terminaron en un sitio bastante apartado de la civilización, pero Jae Joong se sentía seguro por el simple hecho de contar con la compañía de Yun Ho. También ayudaba el hecho de que no se encontraban completamente solos, pues muy cerca de esa área había unas cuantas personas más.

—¿Qué hacemos aquí?

—Aquí es donde verás la sorpresa.

—¿Aquí? —No se imaginaba qué podía ser—. ¡Vamos! ¡Dame una pista!

—Sí que eres curioso —rió—. Mira hacia arriba.

Jae Joong obedeció al instante y se quedó mirando el cielo por un buen par de minutos, tratando de encontrar algo escondido entre las estrellas, como un mensaje o cualquier otra cosa parecida, pero no pudo descifrar nada.

Cada vez más y más gente comenzaba a juntarse alrededor de ellos o a ponerse bastante cerca. Jae Joong no entendía por qué, pero aquello le empezaba a parecer muy extraño. ¿De qué se trataba todo?

Estuvo a tan sólo unos segundos de preguntar algo, pero todas sus dudas desaparecieron cuando el primer fuego artificial de la noche apareció en el cielo estrellado, impresionando a los presentes.

—¿Pero qué…?

—No lo sabías, ¿verdad? —Yun Ho se veía bastante satisfecho con la situación—. Hoy se presenta un espectáculo de fuegos artificiales en este sitio. ¡Sorpresa!

El pelinegro volteó a ver al castaño durante unos instantes y luego sólo comenzó a reír. No se estaba burlando ni nada por el estilo. Al contrario, era una risa de felicidad pura. Yun Ho lo conocía muy bien, sabía qué tipo de cosas le gustaban y cómo podía entretenerlo. El tiempo que pasaba con él era muy especial debido a esos pequeños detalles que a veces ni siquiera notaba hasta mucho después.

—Esto es… —No encontraba palabras para describirlo—. Es hermoso, Yun Ho.

—Sí… Es realmente hermoso —repitió sin despegar su vista del mayor.

Cuando el espectáculo terminó, todos empezaron a caminar de regreso hacia la ciudad, muy probablemente para después irse a sus casas. A mitad del camino, Yun Ho sujetó la mano de Jae Joong sin decir nada, deseando con todo su corazón no ser rechazado. Se alegró mucho cuando la mano del contrario correspondiendo al apretón fue lo que recibió como respuesta.

—Yun Ho-yah… No quiero que esto se escuche como algo raro, pero… Esto se empieza a sentir como una cita —rió algo nervioso y se mordió el labio inferior levemente, recordando las palabras muy parecidas que el castaño había dicho un año atrás. En ese entonces no había pensado bien antes de reaccionar y no se le ocurrió que tal vez había llegado a herir los sentimientos de ese chico que no hacía más que ser amable con él. ¿Ya era demasiado tarde para decir “Lo siento”?

De pronto se sintió como un idiota. Pensó que Yun Ho probablemente iba a responder de la misma manera en la que él había hecho antes y que iba a soltar su mano. Por alguna razón, esa idea le desagradó mucho. No quería dejarlo ir, no quería…

Fue por eso que en verdad se llevó una sorpresa cuando, en vez de que todo se repitiera, el más alto formó una gran sonrisa en sus labios y, antes de regalarle un guiño simpático, dijo: —Esto es una cita.

Ambos detuvieron sus pasos al mismo tiempo, como si pudieran leerse la mente. Yun Ho se quedó mirando de manera fija a los ojos de Jae Joong y por fin se animó a acariciar una de sus mejillas con suavidad. El contacto con su piel era mucho mejor de lo que había imaginado, debía admitirlo.

—Yun Ho-yah…

—Jae Joong —susurró su nombre al momento de inclinarse ligeramente hasta alcanzar sus labios con los propios y unirse así en un beso cargado de amor.

Aunque el pelinegro no fue capaz de corresponder de manera instantánea, se sintió completo y reaccionó a buen tiempo para pasar sus brazos por detrás del cuello del menor y profundizar el beso sólo un poco.

Al separarse, ambos estaban sonrojados, pero sonrientes. Y por supuesto, sus corazones latían más rápido de lo normal, como locos. Yun Ho acababa de romper una barrera estúpida que él mismo había formado por miedo. Nunca antes en su vida se había sentido mejor.

—Oye… Todavía no hemos cenado —comenzó Jae Joong, notando que su mano había buscado una vez más la de Yun Ho prácticamente por sí sola—. Y ya sabes que soy bueno para cocinar… Dime, ¿te gustaría que fuéramos a mi casa? —Acarició la mano del castaño con ayuda de su pulgar—. Mi cama es grande, así que… Si se hace muy tarde, puedes quedarte a dormir.

—Me parece una idea fantástica.

Sin soltarse la mano y sin borrar sus sonrisas, siguieron caminando juntos hacia la casa de Jae Joong.

Fin.

Notas finales:

¡Muchas gracias por haber leído todo! Siéntanse libres de dejar un comentario.

Sigma Min.


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