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Mentiras de cristal. por TrazandoYaoi

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Notas del capitulo:

Hola a todos,

Este es mi primer trabajo con este yaoi.
Ojala sea de su agrado.

Tokyo, Japón

 

Un joven de no más de 12 años esperaba en una esquina cobijado por esa noche fría, era veinticinco de diciembre y el viento soplaba con ligereza removiendo su cabello castaño. Se frotó sus manos descubiertas en una vano intento de entrar en calor. Decidió caminar un poco, supuso que ese día no tendría ningún cliente, aunque aún era muy temprano para darse por vencido.

Era “chapero” desde los nueve o diez años, de hecho, ya ni lo recordaba. Pero ni siquiera tenía un lugar seguro y fijo para satisfacer a sus clientes. Normalmente lo hacía en oscuras esquinas, coches abandonados o pequeños descampados. Dejó esos pensamientos a un lado y se apoyó contra una pared. Miraba fijamente los coches pasar pero ninguno se interesaba por él.

De repente un auto frenó en seco, el conductor lo inspeccionó durante unos pocos segundos, pero pareció no interesarle y pasó de largo.
Estaba acostumbrado a ese tipo de acciones y reacciones, era el pan de cada día, no tenía nada que lo hiciese diferente o resaltar por encima de otros chaperos, solo era un niñato más de doce años, bajo, delgado y cabello castaño, su único punto bueno eran sus ojos color esmeralda, pero nada más, y encima en la oscuridad apenas resaltaban.

No sabía que hora era, no tenía reloj ni móvil, nada para poder saber que hora era. Le preocupaba la reacción de su chulo cuando supiese que esa noche no había hecho ni un cliente, seguramente se llevaría una merecida y fuerte paliza.

Otro auto frenó, lo miró del mismo modo que el otro conductor pero este le pidió que se acercase un poco, el menor obedeció y se acercó hasta la ventanilla.

- ¿Cuanto?.

- 3.000 sólo una felación, 5.000 completo y 6.000 todo pero sin condón... - dijo el menor con su voz aniñada.

- Entra – ordenó el adulto.

El castaño entró en el auto y tomó asiento al lado del copiloto.

- ¿Cobras por adelantado? ¿Cobras por tiempo? - preguntó el adulto mientras volvía a conducir.

- Por adelantado y no tengo tiempo limite, pero espero no tener que perder toda la noche...- confesó el menor con sinceridad.

- ¿Cual es tu nombre? No pido que me digas tu nombre real ni tus apellidos, supongo que eso no lo dirás y tampoco me importa.

- “M”, simplemente llámame así – respondió “M” fijando su mirada en el suelo del carro.

- Akihiko, pero supongo que tampoco te importa, ¿donde podemos ir? No quiero hacerlo ni ensuciar mi auto... - preguntó el adulto y eso comenzó a enojar al menor, odiaba cuando sus clientes eran tan habladores.

El menor resopló con hastío, tomó aire en sus pulmones y bajó la ventanilla del carro para poder respirar ese aire frío que tanto le gustaba.

- Hay un solar abandonado cerca, a pocos metros de aquí, lo siento, no tengo contactos en hoteles y por el precio no me alcanza para alquilar una habitación, mi tarifa es tan reducida que no soy un habitual en pensiones, aunque sino es de tu agrado...podemos cancelar el trato – respondió con amargura y verdad el castaño.

Akihiko miró a su acompañante, esa noche había bebido en exceso, ni siquiera tenía la intención de acostarse con ese saco de mocos, pero por alguna razón le supo mal dejar abandonado a ese niño en plena calle y bajo ese frío.

- No queda otra, iremos a mi casa – resolvió el adulto fijando de nuevo su vista en las solitarias calles.

- Eso no me agrada, preferiría hacerlo pronto en cualquier lugar – se quejó el joven con preocupación.

Al joven le preocupaba ir a la casa de un cliente, no le gustaba para nada los espacios cerrados, siempre que había acudido a la casa de un cliente había sido una pesadilla, ahí se encontraba a merced de hombres lunáticos, con fetiches raros o gustos extremos, en definitiva, solo eran problemas.

- Pero yo no quiero hacerlo en la calle, no pagaré por tan mal servicio – respondió el adulto.

- De acuerdo – terminó por aceptar el menor, al fin y al cabo necesitaba el dinero.

Diez minutos más tarde el adulto frenó y aparcó su carro en el interior de un parking subterráneo.
Los dos bajaron del coche y por primera vez se miraron bajo la luz del parking. Akihito era alto, esbelto y no excesivamente musculado, ojos violáceos y cabello ¿canoso? O ¿grisáseo?, no importaba, era atractivo, muy atractivo.

- Vivo en la última planta, tomaremos el ascensor – decidió Akihito tomando de la muñeca al menor.

“M” se dejó llevar hasta el interior del ascensor, pensó en comenzar ahí mismo con sus servicios así terminaría pronto, se puso de puntas e intentó besar a su acompañante pero este se negó alejándolo por los hombros.

- No quiero que me beses...- dijo el adulto mientras el ascensor se detenía.

Los dos salieron y el menor se situó detrás de su acompañante siguiendo sus pasos en completo silencio. Akihiko abrió la puerta de su apartamento y dejó pasar a “M” quien se quedó boquiabierto al contemplar semejante lugar.

- Lo sé, es muy grande y espacioso – Akihiko se acercó por detrás al menor.

“M” se sobresaltó al sentir las frías manos del adulto encima de sus hombros, otra vez le vino el miedo, quería huir pero no podía hacerlo.

- He bebido mucho...Quiero el mejor servicio o juro que te vas a arrepentir – susurró el adulto mientras besaba la nuca del joven chico.

- D-de acuerdo, ¿donde...quieres hacerlo? - preguntó a punto de templar.

El adulto empujó bruscamente al menor contra el sofá, quería llevar al limite los nervios y las emociones del menor, solo quería divertirse un poco. “M” abrió sus ojos como platos, sabía que no había sido buena idea acompañar a ese hombre a su casa.

- Quiero hacerlo aquí...ya puedes comenzar – le dijo el adulto mientras tomaba asiento al lado del menor.

El muchacho se sentó en las rodillas del que pronto sería su nuevo amante, su corazón latía fuerte, tenía miedo, mucho miedo, era imposible poderse concentrar teniendo a un borracho posiblemente violento frente a sus narices.
Akihiko besó la yugular del castaño incrustando sus dientes pero sin ejercer demasiada presión, no quería follarselo pero eso no significaba que no pudiera divertirse un poco.
“M” se dejaba hacer, estaba demasiado tenso y además solo hacía eso por dinero, no había forma de que pudiera disfrutarlo, se tragó las lagrimas y fingió placer.

- M-me gusta...ah – susurró suavemente.

- ¿A todos les mientes igual de mal? Ese “gemido” a sonado muy forzado...¡¿Acaso no te pedí el mejor servicio?! Al menos podrías esforzarte un poco... - gruñó el adulto apartando un poco al niño.

- Yo también te dije que cobró por adelantado y de momento aún no me has pagado...- protestó de forma infantil el joven.

Akihiko se levantó, se dirigió a su cartera y sacó de ella varios billetes hasta completar el monto total, volvió al lugar donde estaba el menor y le tiró el dinero en el rostro.

- Aquí tienes tu dinero, ahora quiero un buen servicio...6.000 y sin condón, supongo que así es como lo gozaras más.

El adulto volvió a tomar asiento en el sofá, “M” guardó el dinero en el bolsillo de su pantalón y se acercó de nuevo a su acompañante posando su pequeña mano por encima la ropa a la altura de sus caderas.

- Alto, no quiero que vayas tan rápido, si piensas comenzar a sobar mi polla y así salir antes de este lugar vas muy equivocado, parece que no comprendes lo que quiero, ¿cierto? - insistió el adulto fingiendo enojo.

- Lo siento, perdóname – se disculpó el menor con sinceridad.

- Quiero verte desnudo, completamente desnudo.

“M” obedeció en el acto y comenzó a desnudarse, primero se sacó el delgado abrigo, después la camiseta de manga larga y finalmente los pantalones, para sorpresa del adulto, el menor no llevaba ropa interior.

- Aún eres un niño... - dijo el adulto mientras observaba ese infantil cuerpo de arriba a bajo.

Algo llamó su atención, una pequeña cicatriz a la altura de la cadera, era un corte cicatrizado horizontal, casi era imperceptible pero ahí estaba. Akihiko posó solamente un dedo encima de la cicatriz notando como el cuerpo bajo su dedo empezaba a temblar ligeramente.

- Eso fue un regalo de un hijo de puta que se negó a pagarme, no fue nada y al poco tiempo ya había cicatrizado, yo insistí en que debía pagarme pero ese hombre al igual que usted...también iba algo bebido, sacó una pequeña navaja y me hizo eso...- intentó explicar con la mayor tranquilidad posible.

- No me importa, no me das lastima.

- No pretendo dar lastima – se defendió el menor.

- Acércate, quiero pasar toda la noche contigo, tranquilo, te pagaré por todo ese tiempo, pero no te lo pondré fácil, no quiero que vayas al grano ni intentes timarme, quiero que el dinero que desembolse valga la pena, tu eres una cosa, un objeto y ahora yo he comprado esa cosa, ese objeto, no quiero gemidos demasiado falsos, quiero que te esfuerces, yo soy tu nuevo propietario, ¿entiendes? - preguntó el adulto con seriedad.

- Entiendo – dijo el menor mientras caminaba de nuevo y se sentaba en las rodillas del adulto.

- Tendrás tu castigo si me desobedeces, una cachetada en el trasero, no intentes tener tu el control de la situación, yo marcaré el ritmo.

“M” asintió con la cabeza, ese tipo era un dolor de cabeza, justo el tipo de clientes que odiaba más. Le gustaban los servicios rápidos y no esa clase de cosas, pero también había dicho que le pagaría más, así que no podía quejarse.

- Buen niño, te permito tocarme pero no te permito besarme, repito, no vayas al grano – insistió y repitió Akihiko con una mueca en un intento de sonrisa torcida.

El chico se inclinó y besó su mejilla deslizando suave y tímidamente hasta el cuello, lo lamió como si se tratase de un rico helado de fresa paseando su lengua, esa formal camisa le molestaba, era un hombre de negocios, conocía perfectamente ese tipo de hombres, siempre querían tener la razón y eran insoportables, con sus manos jugueteó con la oscura corbata y disimuladamente la aflojó, así pudo desabrochar unos pocos botones.

- Así me gusta, sigue a este ritmo... - lo felicitó el adulto.

- Pero...tu no quieres un buen niño, adelante, quiero recibir uno de tus castigos... - susurró el menor contra el oído del adulto dando un pequeño mordisco.

Akihiko le agradaba, esa mezcla de inocencia y falsa valentía, pero no podía perder el control tan fácilmente, quería seguir jugando.

- Eres un niño malo... - el adulto acarició esas desnudas y tiernas nalgas, era la primera vez que tocaba el cuerpo de un niño, siempre todos sus amantes eran adultos.

“M” se sintió satisfecho con esa reacción, sabía que si seguía a ese ritmo el adulto pronto estaría duro y eso significaba terminar antes su trabajo. Movió sus caderas encima las piernas del adulto, mientras terminaba de aflojar el nudo de la corbata.

- ¿Quieres...atar mis manos en mi espalda? Puedo complacerte sin usarlas... - propuso el menor con una traviesa sonrisa.

- No, no quiero jugar a eso, quiero sentir tus manos...- el adulto tiró la corbata lejos.

El chico se encogió de hombros, volvió a atacar el cuello del adulto mientras con sus dedos desabrochaba la molesta camisa, introdujo una mano en el interior de la camisa tocando por fin esa suave y tibia piel, su lengua dejaba un pequeño camino de saliva.

- No dejes marcas – le pidió el adulto.

- Tranquilo, no pensaba hacerlo...

Akihiko se entretenía acariciando esa pequeña y delgada cadera, ese muchacho era como un soplo de aire fresco en primavera, lo relajaba más no lo excitaba. “M” acarició el pezón de su acompañante, sabía que el adulto no estaba excitado y eso lo enojaba, necesitaba esforzarse más.

- Yo...lo siento – se disculpó el menor – creo que no te estoy complaciendo.

- Sigue intentándolo, ¿vas a rendirte tan fácilmente?.

El menor negó con la cabeza mientras pensaba en otras formas de complacer al adulto. Quitó por fin la camisa y pudo contemplar el perfecto torso de ese hombre. Era atractivo, no entendía la razón de rentar sus servicios si seguramente podría tener a cualquier hombre a su disposición.

- Te quedaste quieto, ¿ocurre algo? - preguntó el adulto.

- Dime, ¿por qué rentaste mis servicios? No lo entiendo, tienes dinero y belleza, no necesitas de un niño como yo.

- Hoy es Navidad, no quería sentirme solo...no me preocupaba pasar estas fiestas en completa soledad pero supongo que no tengo otra razón que esa, simplemente fue un antojo – respondió con brutal sinceridad.

Akihiko acarició el castaño cabello del menor, el alcohol comenzaba hacerle efecto y sus parpados se sentían pesados, pronto perdería completamente el control y terminaría profundamente dormido.

- Ven, sígueme – el adulto levantó al menor de sus rodillas y se puso en pie.

El castaño obedeció de forma sumisa. Subieron las escaleras de ese pent-house hasta la planta superior y vio como el adulto abría una puerta, supuso con antelación que se trataba de su habitación. Los dos entraron, Akihiko se quitó los pantalones y los calcetines quedando solamente en ropa interior.

- Túmbate en la cama – pidió el adulto con voz pastosa.

“M” obedeció nuevamente y se recostó en la cama viendo que el adulto hacía lo mismo. El chico iba a preguntar algo pero cuando giró su rostro vio a su cliente completamente dormido. Tuvo que tragarse una divertida sonrisa, era tan gracioso, su cliente se había quedado dormido sin aprovechar sus servicios, acarició el cabello del adulto con una extraña ternura, decidió dormir también.
Se acercó al pecho del mayor y ahí mismo se durmió, escuchando el eco y resonar del corazón del adulto.

Notas finales:

Un saludo y hasta pronto.


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