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Mentiras de cristal. por TrazandoYaoi

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Notas del capitulo:

¡Gracias por los primeros comentarios que recibí! :)

Auque solo son 2 para mi son importantes, además también e tenido algunas visitas/lecturas.

Habían transcurrido dos meses desde ese extraño encuentro, “M” había olvidado por completo a ese hombre. Se enfocaba únicamente en satisfacer a sus clientes, estaba pasando por una buena racha, tenía clientes con bastante asiduidad, pero se sentía cansado de esa vida, no era fácil ni sencillo levantarse cada día con el sudor de un desconocido impregnado en su cuerpo. Pero gracias a que tenía “trabajo” y clientes había comenzado a acudir a pensiones de mala muerte, al menos ya no tenía que hacerlo en medio de la calle.

Era febrero, un mes donde el clima estaba más helado y frío que nunca, pero debía conseguir un cliente, uno que quisiese ir a un lugar calentito donde resguardarse. Se paseaba arriba y abajo de la calle pero ningún carro se detenía, pensó en retirarse por esa noche, era una noche demasiado fría para seguir ahí plantado.

Se dio media vuelta dispuesto a irse, cuando iba a cruzar la calle un auto por poco lo atropella, no pudo fijarse bien en el modelo ni siquiera en el conductor pero si se percató del color, era un rojo intenso, incluso bajo esa noche sin estrellas ese color parecía brillar, por un momento recordó un flash-back del encuentro con ese extraño.

Se levantó del suelo y suspiró, empezó a caminar directo a un solar, ahí estaba su “mullida y cómoda camita”, se trataba del esqueleto de un carro abandonado, aún quedaba algo de los asientos traseros y esa era precisamente su cama, pero al menos el techo del coche lo protegía levemente de las inclemencias del tiempo.

A la mañana siguiente se levantó temprano, su chulo lo estaba mirando desde la puerta del auto, tenía una expresión dura y severa.

- ¿Donde está mi dinero? - preguntó con su grave voz.

- Lo siento, ayer no tuve clientes... - se disculpó el menor.

- ¿Acaso no te enseñé a llamar la atención de los hombres?...¿Necesitas ser reeducado de nuevo? - preguntó el adulto.

- Hago lo que puedo, no es culpa mía...- se defendió el menor con temor en su voz.

- Sabes, tu eres un caso especial, no tienes familia, no tienes nada excepto a mi, yo te permito estar en mi territorio pero no puedes estar de forma gratuita, ¿comprendes? Otros ya te hubieran rajado la cara, nunca has tenido demasiados clientes a pesar de que eres muy joven apenas sabes llamar la atención...Si no sirves ni para ser vendido a la calle ¿que otra utilidad puedes tener? - preguntó su chulo con afán de humillar al joven castaño.

- Lamento no serle útil, es cierto, no sirvo para nada y ya ni siquiera sé venderme - “M” se sentía presionado, humillado y una creciente depresión llenaba su interior.

- Está bien, voy a ayudarte, supongo que en un club junto con otros niños te sentirás más cómodo, es mejor para ti abandonar esta calle, en un club tendrás una habitación para ti, tendrás que trabajar más duro y seguramente no te será fácil, pero de todas formas no eres rentable ni útil en este lugar, tengo un contacto, ¿te parece bien? - propuso su chulo con cansancio.

“M” no resultaba útil, era mejor cedérselo a otras manos, daba igual quien lo tuviera, de todas formas ese niño no tenía ningún valor.

- ¡Gracias! ¡Muchas gracias! - “M” se sentía ilusionado y esperanzado.

Podría abandonar pronto ese auto lleno de oxido, moho y humedad por una cómoda cama de verdad.

- Esta bien, déjame realizar un par de llamadas, no te aseguro nada, pero al menos lo intentaré – le asqueaba ver esa reacción tan ilusionada del menor.

El muchacho salió del auto, por primera vez veía algo de luz en su vida, aunque el trabajo sería el mismo. Además, seguramente podría hablar y relacionarse con otros niños de su edad, ya no se sentiría tan solo.

Su chulo sacó el móvil de su bolsillo, marcó un número que “M” desconocía y comenzó a hablar, hablaba rápido y parecía nervioso, al final esa llamada terminó en enfado, gritos y discusión hasta que finalmente el adulto colgó.

- Lo siento, intentaré llamar a otro club, por lo visto no quieren niños menores de quince – dijo con fastidio.

- Lamento ser una molestia – se disculpó nuevamente el menor fijando su triste mirada al suelo de tierra.

- Esta noche te pasaré a buscar, no te preocupes, te conseguiré un club, dame todo el día de hoy y por la noche te llevaré a otro lugar – se comprometió el adulto.

“M” aceptó resignado y preocupado. Por la mañana se dedicó a pasear por las calles de Tokyo, pensando en nada y dejando la mente completamente en blanco. Pasó por una librería, quizás era una buena idea matar el tiempo leyendo algún manga, aunque no tenía dinero para comprarse alguno.
Se dirigió a la sección de mangas shonen y ahí vio el manga de su infancia “The Kan”, tomó el pequeño libro de ilustraciones entre sus dedos, deseaba tanto poder comprarse al menos un tomo, pero no podía, el escaso dinero que tenía lo usaba para comprar comida y así poder sobrevivir, aunque quizás cuando trabajase en un club podría permitirse comprarse un tomo al mes.

Pasados unos minutos un empleado se acercó al muchacho.

- ¿Te interesa ese manga? - preguntó el empleado con una encantadora pero falsa sonrisa.

- Si, es...interesante – comentó avergonzado el menor.

“M” sabía que no tenía el dinero suficiente para poderlo comprar y también sabía que estaba prohibido leer un libro o manga sino tenías intención de comprarlo.

- Si te interesa puedo acompañarte a caja – le sugirió.

El muchacho leyó el nombre de ese empleado “Kou Yukina”, era nombre de príncipe, lo miró nuevamente y se fijó en que era muy joven, seguramente era universitario, además era bastante alto.

- Lo siento...me dejé la billetera en casa – se excusó el menor totalmente sonrojado.

- Está prohibido leer cualquier libro sino dispones del dinero, por ser la primera vez no le diré nada a nadie, ahora por favor, retírate – pidió con la máxima educación posible.

“M” obedeció, ojala hubiera podido terminar de leer ese tomo, pero ese chico tenía razón, era de mala educación leer un libro que no pensaba ni podía comprar. Al salir de la librería sintió hambre, pensó en comprarse una bolsa de papas, tenía algo de dinero, le llegaba para comprar un pequeño bento y una lata, no era mucho pero al menos no pasaría hambre.

Caminó durante unos minutos hasta que encontró la primera tienda de conveniencia, entró y comenzó a pasear por los pasillos, tenía mil yenes para gastar, se dirigió a la sección de congelados, tomó un bento de arroz con guisantes, similar al arroz tres delicias chino y luego se dirigió a la sección de bebidas, tomó una lata de Coca-Cola y caminó hasta la caja registradora.

Una muchacha con fingida sonrisa lo atendió, pagó y salió de la tienda de conveniencia. Comería su bento en un parque cercano que había a pocos metros de distancia de la tienda. Se sentó en un banco, sacó y desenvolvió su bento y comenzó a comerlo.

Pronto sería tarde y regresaría a su zona, los nervios le quitaron el hambre así que decidió desechar el resto del bento, lo volvió a meter en la bolsa de la tienda y lo tiró en un contenedor de basura. En esos momentos solo le interesaba saber si algún club estaría interesado en el. Caminó de regreso a su zona de guerra rezando y esperando buenas noticias por parte de su proxeneta.

Cuando llegó su chulo ya lo esperaba conduciendo su BMW la serie 7, era un auto precioso además de costoso, silbó admirando ese bellezón.

- Sube – le ordenó con autoridad.

“M” obedeció de inmediato, tomó asiento al lado del conductor, tenía miedo de enfrentar esa conversación, pero por otro lado aunque albergaba la esperanza de encontrar un club que lo quisiese.

- Te encontré un buen lugar, no es el mejor, pero al menos podrás abandonar las calles, es difícil desprenderse de ti, yo te eduqué y te enseñé lo básico, ahora depende de ti.

- ¿Pero en Japón no está prohibida la prostitución en clubes? - preguntó el menor con inocencia.

- Cierto, pero como todo el mundo los “esbirros” solo quieren el dinero, ellos hacen la vista gorda si la compensación es beneficiosa, es simple, todos los clubes pagan y la policía los ignora – le respondió como si fuese lo más lógico.

- ¿Donde? - preguntó el castaño.

- ¿Donde? Pues en un distrito de Tokyo, pero no en Shibuya, es una zona un poco alejada del centro, tienen otros ocho muchachos, tienen clientes regulares aunque no es el club más famoso ni tiene a los niños más hermosos, es un buen sitio, repito, al menos ese club te sacará de la calle, eso es todo lo que debería importarte.

El corazón del menor palpitaba inquieto, suspiró con fuerza, por un momento pensó en agradecerle a su chulo el haberle encontrado un club donde poder trabajar, pero no lo hizo, recordó que ese hombre no lo hizo por hacer la buena obra del día, solamente quería quitarse de encima un problema y ese problema era él.

- Pero...no pienso olvidarme de ti, te voy a poner en una situación rara e incomoda, pero no pienso permitir que entregues todos los beneficios al club, quiero que me entregues un cinco, no, mejor un diez por ciento de lo que cobres cada jueves, ¿de acuerdo mi pequeño Misaki?.

Eso significaba estafar al club, pero de no hacerle ese hombre seguramente le pegaría o peor aún...

- D-de acuerdo – aceptó asustado.

- Eres un buen niño, ojala consigas muchos clientes.

Llegaron al club, las luces del local estaban apagadas, naturalmente era demasiado temprano para comenzar a despachar a los clientes. Misaki tenía ganas de llorar, ahora mismo la simple idea de trabajar para ese club y darle los beneficios a su chulo lo asqueaba y deprimía a partes iguales.

Su chulo hizo una llamada y un hombre se asomó por la puerta delantera, era un hombre horriblemente feo, casi rondaba los cincuenta y pocos años, aunque su proxeneta tampoco era demasiado joven.

- Este es el niño del que te hablé esta mañana, tiene buenos ojos y es bastante delgado, está acostumbrado a casi todo y no se queja demasiado.

El menor se sentía como si fuese una mula en venta, solo faltaba que le inspeccionaran los dientes.

- ¿Tiene alguna enfermedad? ¿Acepta hacerlo sin condón? - preguntó el jefe del club.

- No, está totalmente limpio, nunca folla sin condón – mintió de forma descarada su chulo.

Misaki lo entendió enseguida, los club no quieren a niños o niñas que lo hagan sin condón, eso significaría estropear la mercancía.

- Lo probaré unos días, pero si no vale lo vuelvo a tirar a la calle.

Su chulo aceptó, sabía que su mercancía era buena, no habían demasiados niños asiáticos con ojos color esmeralda oscuro, intensos y a la vez traviesos. El castaño derramó un par de lagrimas en silencio.

- Entra – le ordenó su nuevo jefe.

Obedeció al adulto, caminaron por el local, la entrada era bastante ancha, al lado izquierdo había un especie de pub o bar, no podía saberlo con certeza pues estaba demasiado oscuro. Subieron por unas estrechas escaleras casi en forma de caracol y en el primer piso habían las habitaciones, el adulto abrió una puerta y ahí había su lugar de trabajo, una cama individual, con un pequeño escritorio/tocador y encima del tocador varios preservativos.

- Huele muy bien – mintió el menor aunque en verdad cualquier cosa olería mejor que las alcantarillas de la calle.

- Déjate de estas mierdas, hoy comienzas, mínimo tienes que tener tres o cinco clientes por noche, si no puedes conseguirlo te echo, no bajes el ritmo ni te confíes, acepta todo lo que te pidan excepto hacerlo sin condón, si alguna vez te pillo haciéndolo sin protección...¿Entiendes?

Eso era una clara amenaza de una buena paliza, le asustaba ese hombre. Entendía las reglas básicas del local, esperaba no cagarla o regresaría a su carro/choza destartalado.

- Si alguien te paga demasiado sospecharé que lo hiciste sin protección y entonces...No intentes timarme o engañarme, sé contar muy bien, no soy un novato en esto y espero que lo comprendas todo a la primera, no me importaría reeducarte de nuevo pero eso sería perder mi valioso tiempo.

- Comprendo – fue lo único que dijo.

- Desnúdate, quiero verte desnudo, tranquilo, no pienso follarte, solo quiero comprobar que no tengas marcas de tu otro chulo, eso me traería problemas, no quiero tatuajes o marcas de propiedad de otros.

Misaki se quitó su viejo abrigo y luego la playera, finalmente se bajó los pantalones hasta los tobillos, como era costumbre y habitual en el no usaba ropa interior.

- Eres una buena mercancía, tienes buenos dientes y un bonito cuerpo, no hagas que me arrepienta, puedes vestirte de nuevo, pero no vayas por el club con abrigo o chaqueta, al final del pasillo hay una ducha, cuando termines de un servicio acude a ella, no quiero niños enfermos ni débiles.

- Entiendo – respondió de forma mecánica.

- Nunca aceptes clientes fuera del club, si aceptas cualquier cita o reunión con cualquier hombre fuera de este local tendrás que enfrentarte a las consecuencias, no es una amenaza y tampoco una advertencia agresiva, así es como funciona esto, no quiero tener perdidas económicas, esto no es la calle, aquí hay unas normas y reglas muy básicas pero claras.

- Lo comprendo... - Misaki se dio cuenta en ese momento.

Los locales eran peor que las calles, eran jaulas horribles, con normas igualmente horribles, su visión de esos locales había cambiado por completo. Ese hombre lo asustaba, pero ya era tarde para huir o arrepentirse, tendría que enfrentarse a las estrictas normas de ese lugar.

Notas finales:

Eso es todo (de momento) xD

No entro en detalles de describir a personajes secundarios como los chulos para dejar vuestra imaginación volar un poco, además tampoco aportan demasiado, quizás más adelante daré algunos detalles o algo así del local, el nuevo jefe de Misaki y sus compañeros, por el momento creo que está bien así.

Gracias por dedicarme unos minutos de vuestro tiempo.

Un saludo.


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