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Mentiras de cristal. por TrazandoYaoi

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Notas del capitulo:

¡¡Gracias de nuevo por los comentarios y las lecturas!!
No pensaba actualizar tan pronto, pero eso fue mi aliento a continuar escribiendo.

Ojala este capítulo sea de vuestro agrado.

ALERTA: Contiene violación y violencia física.

 

Pasó su primera semana en el club Seiyoku, apenas hablaba con otros niños, solo se concentraba en realizar y hacer su trabajo sin importarle nada su alrededor. Ni siquiera el nombre de su jefe, de todos modos lo único que le preocupaba eran los pocos clientes que entraban en el local.

Miró por la ventana de su habitación y vio estacionado un deportivo rojo, de nuevo el flash-back de ese extraño cliente lo asaltó, era raro, casi eran dos meses, pero quizás por ser el único que no lo tomó por eso lo recordaba, pensó en salir corriendo a investigar. Pero le daba miedo salir sin autorización del jefe.

Decidió investigar, quería saber si realmente sus sospechas eran ciertas, si se trataba del mismo hombre. Salió de su habitación, bajó las escaleras intentando hacer el menor ruido posible y se dirigió a la puerta trasera del local, la abrió con sumo cuidado y salió a la calle bajo el abrigo de la oscuridad nocturna. Rodeó el edificio y por fin llegó al estacionamiento, no dudo en acercarse al coche y entonces lo vio, vio al conductor, su corazón dio un brinco pero no de felicidad, su antiguo chulo estaba al lado de ese hombre tan raro.

Los dos estaban tan distraídos que no se percataron de la presencia del menor, no lo entendía, dio media vuelta y regresó al club, no entendía nada. Sentía escalofríos, cuando llegó a su habitación lo estaba esperando su jefe.

- ¿Donde fuiste? - preguntó enojado.

- Fui...al baño – mintió Misaki con dificultad.

El adulto no respondió a la mentira del menor, se acercó y lo abofeteó una vez pero con fuerza.

- Dime la verdad, saliste del local, ¿cierto? - volvió a insistir el adulto.

- Solo un momento.

- Este es tu hogar, no debes ni tienes que salir a menos que yo personalmente te lo diga, ¿no quedaron las cosas claras? Además, he visto a tu chulo merodear por aquí, no entiendo a que juega.

- Yo tampo

No pudo concluir su frase, otra bofetada lo acalló.

- No quiero problemas, eso también te lo dije, ¿cierto?.

- Lo siento... - se disculpó asustado el castaño.

- Desnúdate, rápido – pidió el adulto tomando asiento en la cama.

Misaki obedeció guiado por el miedo, completamente desnudo se acerco también a la cama.

- Eres el único que no he reeducado ni follado, pero parece que llegó tu día, hoy entenderás que solo tienes un amo, solo un propietario y ese soy yo, llorarás y mucho, pero no me importa, tienes que tener claro que esto no es un lugar para divertirse – advirtió con seriedad el adulto.

El castaño se recostó en la cama pero su chulo lo colocó en cuatro, empezó a golpear su trasero con violencia dejando esa zona enrojecida, quería llorar, tan solo era un niño, un niño muy asustado.

- Estás muy asustado, puedo sentir como tiemblas, ¿o quizás...se trata de expectación?.

- Lo...siento – se disculpó con voz rota el menor.

El adulto se bajó los pantalones preparado para penetrarlo, se sentía muy excitado, ese niño era realmente un diamante en bruto. Lo tomó con fuerza de las caderas y guió su miembro hasta la entrada del castaño. Misaki pudo sentir la primera penetración, fue dolorosa, ni siquiera había utilizado lubricante o loción, apretó con fuerza sus ojos en un absurdo intento de no llorar.

- Joder, eres muy estrecho, eres igual a un virgen – comentó el adulto disfrutando esa sensación.

Los embistes eran rápidos y precisos, el adulto lo hacía a propósito para que fuese lo más doloroso posible, quería que ese dolor se quedase gravado en la cabeza del chico. El castaño estaba completamente paralizado, el único en moverse era su nuevo chulo, intentaba respirar por la nariz pues temía abrir los labios y terminar gritando como un loco.

- Eres fuerte, te niegas a ti mismo a gritar aún sabiendo que es doloroso... - dijo el adulto entre jadeos.

- Estoy...acostumbrado – reconoció Misaki permitiéndose llorar.

Su jefe siguió embistiendo con rudeza alcanzando el orgasmo en su interior, retiró su miembro y fue entonces cuando se percató de la fisura anal que había sufrido el menor, sangraba pequeñas gotitas pero el adulto no le dio importancia, eso era normal después de una violenta relación sexual.
- Toma una ducha y luego ponte a trabajar – le ordenó el adulto subiendo sus pantalones y alejándose del muchacho.

Misaki obedeció, se intentó ponerse en pie aunque se tambaleó un poco, con su brazo limpio los rastros de lagrimas que ya estaban secas. Salió al pasillo y caminó lentamente hasta el final donde había un pequeño habitáculo con una ducha. Sentía su cuerpo dolorido, cansado abrió el agua y como siempre era tibia, ni siquiera había agua caliente. Tomó un pote de jabón corporal y lo utilizó también para limpiar su cabello, en ese lugar escaseaban los suavizantes o champús para el cabello, todos utilizaban el mismo jabón.

Cuando terminó de ducharse se dirigió de nuevo a su habitación y en el suelo de su puerta vio un cambio de sabanas limpias, supuso que algún muchacho las había traído mientras tomaba una ducha. Entró en su habitación con las sabanas limpias, retiró las sucias y las cambió por las limpias. No quería ni mirar esas sabanas, supuso que debían estar sucias ya que sino su jefe no hubiera pedido traer unas limpias.

Cargó las sabanas sucias hasta la lavandería situada en un especie de sótanos del local, las dejó dentro de la lavadora. Regresó a su habitación y se cambió de ropa. Para trabajar siempre usaba el mismo conjunto, una camisa negra con los botones abiertos hasta el principio de su pecho y unos pantalones del mismo color.

El pub había abierto sus puertas hacía escasos minutos, algunos clientes ya estaban dentro del local, no le apetecía en absoluto ponerse a trabajar pero tampoco estaba dispuesto a sufrir una nueva agresión por parte de su jefe. Se acercó a la barra, había un posible cliente bebiendo algo parecido al peor whisky, pronto estaría borracho.

- ¿Te parece si te acompaño? - preguntó Misaki con inocencia.

El adulto lo miró por un momento como si estuviera inspeccionando su futura presa y rápidamente aceptó con agrado.

- Beberé lo mismo que tu – dijo el castaño con una pequeña sonrisa traviesa.

Eso era lo único bueno de ese trabajo, podía beber litros y litros de alcohol sin necesidad de pagarlo. Le pidió al barman el mismo whisky barato que había pedido ese hombre.

- ¿Eres un chico nuevo? - preguntó el adulto tomando un trago de su vaso.

- Comencé hace poco más de una semana, este es un lugar tranquilo y...agradable – mintió el joven de ojos verdes.

- Parece que no eres como los otros, los otros chavales siempre me ignoran, piensan que soy solamente un borracho obeso y ni se acercan a mi, pero tu pareces distinto – ese hombre realmente parecía interesado en Misaki.

Misaki tomó un trago del propio paso de su acompañante, necesitaba conseguir clientes, no le importaba como fuesen.

- La gente no debería ser juzgada por su físico – dijo el castaño tomando otro trago.

- ¡Bien dicho! ¡Bebamos un poco más! - se animó el adulto tomando el vaso que había pedido el menor al barman.

Los dos poco a poco comenzaban a sentir los efectos del alcohol, Misaki se sentía desinhibido como si nada le importase mientras su compañero sentía el lívido subirle a la cabeza. Las risitas tontas iban acompañadas de chistes sin sentido. El menor enfocó su mirada en un punto indeterminado del pub y entonces se percató de la presencia de ese hombre, el hombre que meses atrás lo había llevado a su casa y no lo había tomado por la fuerza, tenía ahora a uno de los muchachos del club sentado en su regazo y bebiendo un costoso vino compartiendo la misma copa.

- Vayamos a una habitación – le propuso el adulto que ya se notaba ebrio.

Misaki no se podía negar, al fin y al cabo era un cliente, miró por última vez a ese extraño hombre antes de tomar del brazo a su compañero y guiarlo fuera del pub.

- Las habitaciones están arriba – dijo el castaño fingiendo ilusión.

Los dos subieron las escaleras de caracol hasta el primer piso, lo guió hasta su habitación, abrió la puerta y la cerró detrás del adulto.

- ¿Que tipo de condón quieres? Tengo de sabores o con loción – comentó el menor mientras comenzaba a desnudarse.

- ¡No quiero esa mierda! - bramó su cliente mientras lo tomaba del brazo con fuerza y lo empujaba a la cama.

- No puedo hacerlo sin preservativo – se excusó Misaki asustado.

- ¡Quiero sentir tu trasero en mi polla! ¡Ya estoy duro solo de imaginármelo!

El adulto comenzó a babear su cuello cual perro en celo, parecía un Bull Dog incluso con su físico y sus babas. De nuevo sería abusado en un mismo día por dos personas desagradables. Su cliente lo desnudó con violencia, saltando algunos botones de su camisa mientras repartía mordiscos y besos por su pecho.

- Ponte en cuatro, quiero darte por detrás como si fueras mi perrito – susurró de forma asquerosa su compañero de cama.

Misaki se giró obedeciendo pasivamente a su cliente, ese era su deber, obligaría a su mente a quedarse en blanco, así se aislaría y no sufriría tanto. Escuchó la puerta contigua a su habitación cerrarse y la voz de ese hombre reír animadamente con su compañero.

- Tienes un culo perfectamente redondo, parece que alguien te dio una fuerte lección aún lo tienes enrojecido – le dijo su cliente mientras lamía su entrada.

En esos momentos el menor ya había dejado de pensar en todo, lastima que no podía incluso dejar de sentir las terribles manos de ese recorrer su cuerpo. El adulto entró en él con fuerza, su chulo volvería a pegarle por permitir que un cliente lo tomase sin protección. Pero lo peor era escuchar los gemidos de placer que venían de la habitación contigua, maldecía en su interior que las paredes fuesen tan delgadas.

Escondió su cabeza en la almohada fingiendo callar sus gemidos aunque en realidad callaba y escondía sus lagrimas, siempre escogía los peores clientes, siempre lo maltrataban y nunca, nadie excepto ese hombre le mostró un atisbo de piedad.

- Tienes un culo muy caliente – gimió su cliente mientras se aferraba a sus caderas clavando sus uñas en ellas.

- ¡Ahh! ¡Más! ¡Sigue! - fingía Misaki esperando que ese suplicio pronto terminase.

- ¡Aprieta un poco más tus nalgas! Ahh ahg...¡Joder! - jadeaba y gemía ese hombre al borde del orgasmo.

Minutos después todo había concluido y su cliente volvía a vestirse, el castaño permanecía recostado, tenía mucho miedo de la reacción de su chulo, ¿volvería a violarlo? O ¿quizás le pegaría la peor paliza de su vida?.

- Volveré a visitarte pronto – le prometió robándole un húmedo beso en los labios.

El adulto salió de la habitación y se encontró con el muchacho de la otra con una sonrisa de satisfacción.

- ¿Quieres que te acompañe a tomar un baño? - le preguntó el adulto con una sonrisa traviesa.

- Lo siento, yo no soy como el otro, no me van los borrachos... - fue su divertida respuesta antes de recibir una fuerte bofetada por parte del adulto.

- Por favor, deje de abusar de este niño – le dijo el otro hombre de ojos violáceos y seria mirada.

- Tu eres como yo, otro pederasta, no eres quien para darme ordenes, te lo follaste como yo me follé al otro, son simples putas – le respondió aún bajo los efectos del alcohol.

- Pero al menos no soy agresivo ni alcohólico, no pienso perder mi tiempo con usted – el atractivo adulto se retiro.

Ninguno de los tres presentes se percató de la presencia de Misaki quien había observado todo desde el marco de la puerta. El castaño se vistió lo más rápido que fue capaz y salió corriendo de su habitación, bajó las escaleras y salió por la puerta trasera, sus pies desnudos se congelaban con el frío suelo de febrero, rodeó el edificio y llegó al estacionamiento justo en el preciso momento que ese hombre se alejaba en su auto.

De nuevo lo había perdido, quería saber su nombre, se conformaría con eso, regresó al club y se apoyó en la puerta antes de comenzar a llorar con fuerza, su chulo lo miraba con una sonrisa burlona.

- ¿Que ocurre? ¿Tienes el corazón roto? Ese rostro me dice que estoy en lo cierto, no importa, un colibrí me contó que lo hiciste sin condón – dijo cambiando su tono a uno serio y enojado.

- Lo siento, le pedí varias veces pero me obligó – se disculpó y excusó el castaño.

- ¡Ni siquiera sirves para convencer a un cliente! ¡No culpes a los demás de tus errores!

Su chulo comenzó a golpearlo sin tan siquiera fijarse donde iban a parar esos golpes, el menor los recibía por la cabeza, el rostro y el resto del cuerpo, pronto esas bofetadas se convirtieron en patadas, Misaki se protegía a si mismo mientras se hacía un ovillo en el suelo.

- Lo siento... - susurraba y repetía cual mantra esperando ser escuchado y perdonado.

La euforia inicial se transformó en aburrimiento y por fin dejó de golpear al muchacho. Misaki yacía en un pequeño charco de su propia sangre, sangraba por la nariz, la boca y un pequeño corte de la cabeza que su chulo le había hecho con las uñas.

- Puedes regresar a tu habitación, mañana volverás a trabajar.

El castaño lo miró desde el suelo, no entendía a los adultos, realmente no tenía la culpa, no lo entendía, se sentía tan cansado. Se levantó con dificultad, ni siquiera tenía ganas de ducharse, solo deseaba dormir, dormir para siempre y olvidarse de esa mierda de vida.

Llegó a su habitación y se dejó caer encima de la cama, se cubrió con las sabanas sucias y se durmió, lo último que pensó fue en ese extraño hombre y como había sido otro el que lo había complacido, otro el que había yacido entre sus brazos, otro el que había recibido sus besos, sus caricias, sus suspiros, su aliento. De nuevo las lagrimas se apoderaron de su rostro totalmente deformado y magullado por los golpes.

Notas finales:

De nuevo, agradezco los comentarios y las lecturas recibidas :)
¡Gracias por leer este pequeño trabajo y dedicarme unos minutos!

¡Nos leemos pronto!
(Voy a comenzar a responder a los comentarios ;))


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