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Mentiras de cristal. por TrazandoYaoi

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Notas del capitulo:

¡Gracias por todos los comentarios! :)
Gracias también por su apoyo a este fic.

Ojala sea de vuestro agrado este capítulo también.

Un mes, ya había pasado un mes desde que comenzó a trabajar en el club Seiyoku. Había pasado febrero, el mes de los enamorados, pero Misaki lo había pasado recibiendo una nueva golpiza, pero poco a poco se acostumbraba a los golpes, lo que no podía desprenderse tan fácilmente es el sentimiento de soledad y culpabilidad.

Su antiguo “jefe” lo visitaba exactamente cada jueves sin falta, cuando no podía robar el dinero era abusado, de hecho, parecía que su anterior chulo le había cogido gusto a su trasero pues prefería pasar rato gozando entre sus piernas que el dinero en si.

Lo que más le preocupaba eran las asiduas visitas de ese hombre trajeado, nunca se atrevía a hablarle ni acercarse y cuando pensaba en hacerlo siempre lo encontraba ocupado con otro muchacho.

Siempre le asaltaba la misma pregunta: ¿Acaso ese hombre lo recordaba? Y siempre pensaba en la misma respuesta, era imposible, cuando ambos quedaron el adulto iba muy bebido, era imposible que lo recordase.

Eran las once y media de la noche, el club había abierto sus puertas hacía una hora, los primeros clientes ya habían entrado, Misaki fue llamado por su chulo a un rincón apartado del pub, el menor se esperaba una nueva reprimenda, ese hombre lo asustaba.

- Hoy tienes un servicio especial, es un hombre de gustos un tanto raros, a pagado bastante por tus servicios, pero deberás usar este pañuelo oscuro en los ojos, yo te acompañaré hasta la habitación, luego en la puerta te taparé los ojos – le dijo su chulo – No hagas enojar a este cliente.

- ¿Es la primera vez que pide mis servicios o es algún regular mío? - preguntó con curiosidad el castaño.

- Es regular tuyo, simplemente se trata de un antojo de un hombre, quiero que seas lo más sumiso posible – le respondió rompiendo cualquier esperanza del menor.

Misaki sabía que no tenía elección, subió las escaleras detrás de su jefe, le daba miedo no poder ver a su cliente, seguramente era algún tipo muy raro. Cuando llegaron a la puerta de su habitación su chulo le tapó los ojos fuertemente, en ese momento solo podía depender de su oída y su tacto, pues se le había privado de la visión.

- Entra – le ordenó el adulto.

El joven entró dando pequeños pasos y de inmediato sintió una mano sujetar la suya, era una mano grande y algo fría, pero solo con eso no podía identificar a nadie. Esa persona no lo guió a la cama inmediatamente, primero lo besó, pero no era un beso cargado de deseo, era un beso lento, como si estuviese saboreando el momento. Misaki se sentía extraño, pero correspondió.

Separaron sus labios y el menor sintió el cálido aliento encima de su labio superior, ojala pudiera destaparse los ojos, necesitaba y quería saber de quien se trataba. Sintió esa fría mano acariciar su mejilla, era su primera vez sintiendo una caricia tan suave.

El adulto quería susurrarle y hablarle, pero prefirió transmitir esos sentimientos con caricias y no con palabras. Lo guió hasta la cama y lo recostó en ella suavemente.

- Dime...tu nombre – pidió Misaki sin entender absolutamente nada.

Su cliente no respondió, volvió a besar sus labios, entonces Misaki se dio cuenta, se trataba de ese hombre, era por eso que no quería hablarle, estaba a punto de quitarse la venda de los ojos pero el adulto se lo impidió sujetando sus manos.

- ¡Eres tu! ¡Por eso no quieres hablar! - gritó nervioso el castaño.

- ¿Me recuerdas? - dijo por fin el adulto sorprendido.

Misaki consiguió zafarse y se destapó los ojos, confirmando sus sospechas, lo había vuelto a ver, después de tanto tiempo observando a ese hombre desde la distancia.

- Tu eres el único que aún estar bebido no me forzó, además, te he visto muchas veces en este club pero nunca...nunca te habías percatado de mi presencia – le respondió el castaño decepcionado.

- Es cierto, no recordaba nada de ti, esa noche bebí y apenas recuerdo algunos fragmentos, ni siquiera recuerdo el propósito o la razón del por qué te recogí de la calle – reconoció el adulto pero sin sentirse demasiado apenado.

- ¿Y..por qué hoy? - insistió el menor.

- No esperes una respuesta romántica, no soy mejor que tus otros clientes, simplemente me atraen esos ojos tuyos, me parecen interesantes.

- ¡Eso no responde a mi pregunta! ¿Por qué no querías que te viera? - volvió a presionar Misaki.

- Deja de insistir, ¿tienes complejo de inspector de policía? No me acordaba de ti, pero me di cuenta que siempre me mirabas y no quería que pensases que hago esto por amor, esto no es así, ¿podemos dejar de hablar de una buena vez?.

El castaño lo miró a los ojos, no podía ser cierto, esa persona no era distinta a sus otros clientes, quizás todo había sido una ilusión producto de su inocencia e ingenuidad infantil, naturalmente a nadie la importaba, solo era un simple chapero, incluso ese tipo que había considerado distinto ahora mostraba lo mucho que se había equivocado. Pero no estaba dispuesto a abandonar el tema.

- Al menos dime tu nombre, prometo no buscarte ni acosarte – Misaki rodeó el cuello del adulto y lo acercó a sus labios.

- Akihiko – susurró contra los labios del menor.

Los dos se unieron en nuevo beso, lento pero poco a poco lo fueron transformando en un beso húmedo, Misaki sentía la lengua del adulto inspeccionar su boca buscando con desespero su lengua.
Akihiko tomó otra vez el pañuelo y volvió a tapar los ojos del menor.

- Ahora...vamos a disfrutarlo.

Misaki se negaba a creer que ese fuese el verdadero carácter del adulto, seguro que algo le ocultaba. Pero entendía que con palabras no conseguiría sonsacarle la verdad. Aunque no le gustase la idea iba a usar su cuerpo para hacer hablar al adulto.

Ambos se buscaban, el adulto lo acariciaba por todas partes, mientras el castaño recibía esas caricias encantado, pero lo que más le agradaba era ser besado con tanto anhelo. Akihiko agarró el pene del joven, estaba empalmado y caliente, para el adulto era gracioso, era la primera vez que un chapero actuaba con tanta sinceridad. Volvieron a unir sus labios.

- Tu cuerpo es muy sincero – dijo Akihiko sintiendo el pre-semen del chico entre sus dedos.

- Tu también estás duro pero te niegas a confesarlo.

Misaki cerró con fuerza sus ojos y se vino en la fría mano de su cliente, se sentía avergonzado, nunca antes sus clientes se habían preocupado de satisfacer las necesidades de su cuerpo, por eso se había venido tan rápido al sentir unas pocas, tibias y falsas caricias.

- Descansa – le pidió el adulto.

Muy sorprendido no entendió lo que ese hombre le acababa de decir.

- No me mires con esa cara, ¿no sabes lo que es dormir? - preguntó con sarcasmo el adulto.

- ¿Dormir? ¿No piensas tomar mi cuerpo? ¿Sólo eso? - preguntó el castaño con sus ojos esmeraldas llenos de preguntas.

- Pagué por una noche entera de tus servicios, nadie vendrá hasta mañana, duerme – insistió Akihiko.

Misaki miró al adulto, seguía sin entender nada, pensó que pasaría una noche de desenfreno pero en lugar de eso su cliente le pedía que durmiese, ese hombre era muy raro y extraño.

- Yo me quedaré contigo, si salgo sospecharan y te traerán más clientes, eres un niño y es muy tarde para seguir despierto.

Akihiko se sentó en el suelo apoyando su espalda contra la pared, sacó un paquete de cigarrillos y encendió uno. Misaki se recostó de costado en la cama, no se sentía del todo seguro, siempre había dormido solo pero ahora ese hombre se quedaría ahí hasta el amanecer.
Las luces de los faroles se apagaron anunciando la salida del sol, Misaki seguía dormido, pero poco a poco sus ojos se negaban a permanecer cerrados, parpadeó un par de veces, estiró los relajados músculos de sus brazos y sus piernas, miró toda su habitación pero no había nadie, recordó entonces a ese hombre, no sabía exactamente cuando se fue, le dolió despertarse solo.

Empezó a analizar toda la situación, ayer ese tipo raro había contratado sus servicios, al principio no quiere revelarle ni siquiera su rostro y pide que entre en su cuarto con los ojos tapados, luego descubre quien es y simplemente le dice un nombre posiblemente falso, le dice que pasaran una noche llena de “diversión” pero en lugar de eso solo le hace venirse y luego le pide que duerma, todo resultaba tan extraño, no lograba entender nada, lo normal hubiese sido pasar la noche practicando sexo sin descanso, no entendía nada, ¿en que pensaba ese hombre? ¿cual era el propósito de todo eso?.

Esa situación lo superaba pero no iba a llorar, quizás simplemente era un hombre loco con fetiches o gustos raro, no debía darle mayor importancia. Aunque una pequeña voz en su interior se preguntó si volvería a verlo y si algún día lo tomaría de verdad, expulsó esas tontas ideas de su cabeza y se levantó de la cama. Recogió las sabanas sucias, aunque aún seguían limpias si las dejaba su chulo comenzaría a ametrallarlo con preguntas, decidió sacarlas y llevarlas al sótano donde habían las lavadoras.

Abrió la puerta y ahí estaba su chulo, con una cara que daba autentico miedo, lo empujó de regresó dentro de su habitación.

- Ayer...¿lo atendiste adecuadamente? Dime la verdad – preguntó con seriedad el adulto.

- Sí, hice todo lo que me pidió – respondió Misaki asustado.

- Mentiroso, salió a primera hora de la madrugada, eres un inútil, ¡pagó mucho dinero y tu ni siquiera lo entendiste! Te pedí que no la cagases, ¿acaro eres idiota? - insistió su chulo.

- Yo no miento, no miento – repitió el castaño casi al borde del llano.

- Vuelve a la cama, haré que tu cuerpo entienda cual es su trabajo – dijo con voz amenazante.

El menor comprendió, iba a ser violado de nuevo, prefería ser golpeado o recibir una paliza a ser follado cruelmente, regresó a la cama, se quitó la camiseta que usaba como pijama y se quedó solamente con ropa interior. Su chulo cerró la puerta de la habitación y se acercó a la cama donde el menor lo esperaba, se quitó el cinturón de piel de su pantalón y le pidió al menor que se recostase boca abajo. Misaki de nuevo acató su mandato y gritó, gritó fuertemente de dolor, no lo estaba violando, lo estaba golpeando por toda la espalda con la hebilla del pantalón.

- Me das asco, tu chulo sigue viniendo, ¿es tu nuevo amante? ¡¿lo haces gratis en su carro?! ¡Eres un inútil! ¡Me robas! ¡Ladrón! Yo lo sé todo, pero no voy a devolverte, tu chulo te quiere recuperar, pero voy a joderle, no te regresaré a ese tipo, no me saliste gratis, eres peor que un cerdo, te vendes a cualquiera – gritaba enojado el adulto.

Misaki dejó de gritar, ni siquiera se protegía la cabeza, seguía sintiendo un dolor infernal recorrerle todo su cuerpo, pero era absurdo gritar por piedad, ni siquiera sus ojos tenían la fuerza suficiente para expulsar lagrima alguna. Simplemente se quedó inmóvil recibiendo resignado los golpes, pero no entendía por qué ese hombre no se había esperado hasta el amanecer y se había marchado tan temprano, ¿acaso le había mentido? ¿en verdad le daba asco y por eso se fue antes? Pero aún así no se sentía enojado con ese hombre, era su culpa por no insistir cuando le pidió que durmiera, quizás si en lugar de dormir hubieran tenido sexo eso no hubiera sucedido. Todo era su culpa. Merecía esos golpes, merecía ser castigado.

- ¿Ya te rendiste? Eres muy débil, pero no te escaparas con este simple castigo, voy a controlarte aún más, controlaré cada minuto de tu trabajo, cada uno de tus clientes, toma una ducha, luego quiero que te encargues de la limpieza del pub, no quiero verte cerca de tu otro chulo, ¿acaso piensas regresar a la calle? Como un vagabundo...Yo te doy lo que tu chulo jamás te dio, seguridad, pero nada es gratis, tienes que trabajar, duermes en una cama, tienes ropa limpia ¡Y aún así sigues viendo a ese desgraciado! ¡Te lo follas cada vez que te lo pide! ¡Te está tomando el pelo! Se aprovecha de tu retraso mental, das pena... -le dijo volviendo a golpear al castaño.

Misaki lloraba en silencio, sabía qué tenía razón, pero una absurda idea le vino a la cabeza, la idea de huir de ese lugar le resultaba tentadora, prefería la calle, quería irse, marcharse lejos, ese hombre lo mataría a golpes, pero ese cruce de pensamientos pronto se detuvieron de repente cuando la hebilla del cinturón lo golpeó duro en la cabeza, perdió el conocimiento quedando tendido con la espalda expuesta y amoratada por la paliza recibida.

Su chulo se detuvo, miró al muchacho que no reaccionaba pero no se inmutó, lo que más lo enojaba era saberse traicionado, sabía que el muchacho se veía de forma casual con su antiguo chulo y no había ni sabía forma de evitarlo, las palizas no servían de nada ya que el muchacho lo ignoraba, ese niño no entendía que ese hombre simplemente se estaba aprovechando de la situación sin dar nada a cambio. La situación se estaba complicando demasiado, la idea de desechar a ese niño resultaba tentadora, al fin y al cabo tampoco traía demasiados ingresos al local.

Salió de la habitación dando un portazo, decidiría algo a lo largo del día. Misaki despertó horas después, era mediodía, tenía sed pero cuando intentó levantarse su resentida espalda se lo negó, se sentía miserable, desde que sus padres murieran en un accidente junto a su hermano no le quedaba razón para vivir. Su hermano siempre le habló de un compañero de clase pero nunca se pensó seriamente en buscarlo, no recordaba su nombre, además le daba vergüenza pedir ayuda a un desconocido, por no hablar de que seguramente a ese compañero de clase ni siquiera le importase su situación.

Se incorporó y se vistió, quería huir incluso sin dinero, pero eso sería una insensatez, debía guardar unos pocos ahorros aunque eso significaba otra paliza, sería fuerte y aguantaría, como dice ese refrán “lo que no te mata te hace más fuerte”, ese hombre no le arrebataría la poca cordura que le quedaba. Recogió las sabanas y salió de su habitación, en el pasillo se encontró de frente con ese chico que tan mal le caía, era la “perra” favorita de su chulo, ese niño se había acostado con su cliente la primera vez y además se sentía demasiado creída su posición de favorito.

- ¿Te ha vuelto a pegar? Que pena, deberías saber que tu cliente de ayer se fue...¿decepcionado? Oye, ese tipo que contrato tus servicios también se acostó conmigo...¿quieres hacer un trío los tres? Seguramente regresará hoy, sería una forma de enmendar tu mal servicio de anoche y recuperar la confianza del jefe – se burlo el joven de ojos castaños y piel de porcelana.

- Déjame en paz, no es asunto tuyo...además está prohibido fumar, ¿acaso no te da miedo ser descubierto? - preguntó Misaki cambiando de tema.

- Bueno, una paliza no va a matarme, además el jefe me quiere ya casi no me pega, tu cliente realmente es un tipo agradable pero parece que tu también estás interesado en el, tengo una idea, prometo no entrometerme en tu “relación” con ese hombre si tu...me consigues un par de botellas, hay un cliente que siempre pide mis servicios pero es un tanto...violento, me pega mucho y pienso que quizás si lo emborracho deje de pegarme, pero el jefe no nos permite sacar botellas del pub, tu serás el responsable de proveerme esas botellas siempre que te lo pida – hizo una pausa para tomar seguir fumando – si te niegas y soy lastimado por tu culpa juro que haré lo imposible para separarte de tu “querido” cliente.

Misaki no aceptó, al fin y al cabo no era asunto suyo los clientes de ese chico, además si el jefe se enteraba que estaba sacando botellas del pub seguramente lo mataría a golpes, por no contar que al fin y al cabo no tenía ninguna relación con su cliente, no le importaba si se acostaba con otros, no iba a ayudarlo.

- No acepto, simplemente tus asuntos no son mis asuntos, no pienso colaborar ni aceptar tus chantajes, ese tipo del que hablas no es mi “querido” cliente, haz lo que quieras – respondió Misaki.

- De acuerdo, ¿entonces no quieres saber su número de teléfono? Yo lo tengo.

El castaño de ojos esmeraldas detuvo su caminar, no podía creerle, seguramente se trataba de una mentira pero aún cabía la posibilidad de que fuese cierto, debía meditarlo, ¿como había conseguido ese chico su teléfono? Quizás mientras el adulto dormía lo había averiguado.

- ¿Aceptas el trato?

Notas finales:

Voy a responder y contestar vuestros comentarios.


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