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Mentiras de cristal. por TrazandoYaoi

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Notas del capitulo:

¡Gracias a todos los comentarios!
Sé que son poquitos pero aún así me animan.
No pude actualizar antes, la web fallaba y me faltaba unas pocas páginas para terminar el capítulo.

 

¡Ojala les agrade este capítulo!

Misaki había aceptado el trato, quizás fuese curiosidad juvenil el saber el número de teléfono de ese hombre, no pretendía molestarlo y tampoco llamarlo. Su chulo lo controlaba todo el día, no sabía si quiera como podría sustraer las botellas sin ser rápidamente descubierto por el adulto.

Ese chico de momento no le había pedido nada pero suponía y sabía que pronto lo haría. Era temprano y su “jefe” lo llamó, parecía serio, los dos caminaron hasta la puerta trasera del local para poder hablar con intimidad.

- Es algo extraño, ese tipo que pidió tus servicios me parece un hombre muy extraño, gastó mucho dinero pero apenas se fue de madrugada sin aprovechar...Además últimamente no viene, ese tipo es muy extraño, hoy llamó, pidió que fueras a su casa pero naturalmente no acepté, es absurdo pedirme esto, eso perjudicaría al local, no pienso permitir que te encuentres a solas con ese hombre, ¿entiendes? Lo hago por tu bien – dijo el adulto.

El castaño sabía que simplemente buscaba proteger los propios intereses del club, fingía preocupación pero en realidad sabía que ni le importaba si era lastimado o golpeado por un cliente. Pero no iba a quedarse de brazos cruzados, no dejaría de verse con ese hombre aunque eso le costase terminar al hospital por culpa de una paliza.

- De acuerdo, tienes razón, es un tipo raro, gracias por...preocuparte por mi – respondió Misaki.

Su chulo lo miró por un largo momento, ese niño era todo un caso, sabía que no le obedecería de forma sumisa, golpearlo no servía, violarlo tampoco, intentaría ganarse su confianza aunque eso sonase absurdo pues ese chico ya tenía una idea muy clara de el.

- Misaki, no me gusta golpear a nadie, sé muy bien que tu y yo no nos llevamos bien pero entiende que ese tipo no es agua clara, es muy raro, de repente pide tus servicios, llama al club para que vayas a su casa, ya no eres un chapero de la calle, debes tener cuidado, puede ser peligroso – le dijo el adulto sin cambiar su rostro de poker.

- Agradezco de nuevo su preocupación, entiendo, muchos chaperos mueren, son violados o golpeados por sus clientes y me alegra saber que cuento con su protección – insistió Misaki fingiendo una sonrisa.

Algo en su interior estaba roto, necesitaba llamar a ese hombre, quería hablar con ¿Akihiko? Apenas recordaba su nombre pero eso no importaba, no estaba dispuesto a dejar de verlo, ¿se trataría de enamoramiento? No, no era algo así, ese hombre lo trató bien y ni siquiera le había podido agradecer, debía buscarlo y agradecerle apropiadamente.

- ¿Estás pensando en buscar a ese hombre? Eres ciertamente un dolor de cabeza, no pienso acceder a tus caprichos, ¿realmente querías venir a un club? Supongo que estarías mejor durmiendo en la calle sin ataduras y libre, pero tu chulo te vendió al club Seiyoku y así están las cosas, hay normas que quizás son molestas pero debes obedecerlas, los otros chicos también lo hacen.

- ¡No todos lo hacen! Hatoshi me pidió extraer botellas del pub a cambio de facilitarme el número de teléfono de ese tipo que dices es peligroso, ¡¡además fuma por los pasillos!! Simplemente es tu favorito y por eso se lo permites – se quejó de forma infantil e impulsiva el castaño.

Su chulo lo miró incrédulo como si fuese una absurda mentira, pero quizás lo que decía Misaki fuese cierto, debía meditarlo y comprobar esa acusación, de ser cierta sería un simple idiota siendo burlado por uno de sus chaperos.

- De acuerdo, comprobaré tu acusación pero aún así no pienso permitir que veas a ese hombre, pobre niño, estas enamorado y aún no lo sabes, supongo que es tu primer amor – su chulo parecía divertirse.

- No es cierto, no es cierto, simplemente me trató bien, si usted tiene hambre y una persona sea quien sea le ofrece una migaja de pan seguramente también estará agradecido, es gratitud, no es amor – replicó sonrojado el castaño.

- ¿Tanto deseas verlo? Sé que lo llamarás y pedirás auxilio, aunque termines golpeado eso no frenará el impulso de verlo, no voy a ceder, regresa a tu habitación e intenta controlar ese impulso – le ordenó el adulto.

El castaño obedeció pero no aceptaría esa orden, vería a ese hombre, aunque constantemente se repetía qué no se trataba de amor, cuando su mente insistía en caer en el romanticismo siempre se excusaba en vanas mentiras de gratitud. Abrió la puerta de su habitación, en esos momentos extrañaba los sabios consejos de su hermano, los abrazos reconfortantes de su madre, las broncas de su padre por fallar en los exámenes, simplemente deseaba una familia, un lugar al que pertenecer, un cálido sitio donde desahogar sus problemas.

Esa noche fue caótica, llegó un grupo de salarymen o conocido comúnmente como oficinistas, Misaki y los otros muchachos se sentían estresados y nerviosos, ese club estaba bastante alejado del centro de Tokyo y difícilmente tenían clientes. El castaño hubiera apostado cualquier cosa a que esos hombres en realidad eran los típicos con familia, esposa y al menos dos hijos esperando sumisas la llegada de sus infieles maridos.

- ¿Quieres tomar algo? - sugirió uno de esos hombres mientras lo abrazaba por los hombros.

- Claro, un negroni – respondió el menor.

- Tienes unos ojos muy raro, ¿eres en verdad japonés? - preguntó el adulto mientras se acercaba a sus labios.

- Soy...- no pudo concluir la frase al recibir un húmedo beso.

Correspondió fingiendo agrado aunque en realidad deseaba empujarlo. Cuando volvió abrir los ojos se percató de que el barman ya le había servido su cóctel.

- Compartiremos el mismo vaso, como los amantes.

Misaki fue guiado a una zona alejada del bullicio, tomaron asiento en un largo y cómodo sofá tapizado en terciopelo escarlata.

- Eres muy joven – dijo ese desconocido hombre sin apartar la mirada del menor.

- Tengo doce años – le respondió el castaño tomando un trago de su cóctel.

Odiaba el alcohol, ese sabor era tan intenso que le ardía todo el cuello, pero su chulo les prohibía tomar bebidas suaves o sin alcohol, debían animar a los clientes a consumir grandes cantidades ya que eso significaba más ganancias para el club.

- Tengo un amigo...es un poco especial y pronto se casará, ¿sabes? Quizás podrías ayudarme un poco, puedo pagar bien – el adulto no encontraba las palabras adecuadas y eso exasperaba al menor que no lograba entender nada.

- ¿Qué quieres? - preguntó directo Misaki con seriedad.

- Un trío, los tres, tu, mi amigo y yo, puedo pagarte los servicios de los dos y un poco más – propuso el hombre acariciando la tierna mejilla del castaño.

Misaki se quedó perplejo, era la primera vez que recibía una petición así, debía aceptar, seguro ese hombre le pagaría bien si cumplía con sus expectativas. Estaba por responder a esa extraña propuesta cuando vio a esa persona, su corazón se detuvo por un segundo, quería levantarse y correr a saludarlo, pero no podía, ahora mismo se encontraba negociando esa proposición.

- De acuerdo – aceptó Misaki.

- Buen chico, espérame aquí, ahora vuelvo – le susurró el adulto contra su cuello.

El menor obedeció, pero sin apartar la mirada del otro adulto, esa noche llevaba un elegante traje con una corbata amarilla, por Dios, estaba tan atractivo, incluso los otros muchachos no podían apartar su mirada de ese hombre, sentía celos, seguramente se acostaría con cualquiera de sus compañeros de oficio, decidió apartar sus ojos de ese hombre o terminaría llorando de impotencia frente a un cliente.

Cinco minutos después volvió aparecer su cliente acompañado de otro hombre de unos treinta y tantos años, no eran desagradables a la vista, pero ninguno podía compararse a “el”.

- Acompañadme, por favor – pidió Misaki tomando un último trago de su vaso.

Los tres subieron las escaleras, Misaki los guió hasta su habitación, dejó entrar primero a ambos adultos y después entró cerrando la puerta a sus espaldas.

- Este niño es muy bajito...debiste escoger otro más alto, parece una niña en el cuerpo de un crio – se quejó el amigo de ese hombre.

- Pero mira sus ojos ¡Son verdes! ¡Tiene los ojos verdes! Es una monada – lo defendió su cliente.

- Podríamos...dejar de discutir y...dedicarnos a hacer otro tipo cosas – se acercó Misaki a su cliente y comenzó un beso.

- Parece que aquí estoy de más – se quejo el segundo hombre.

- No es cierto, yo...es la primera vez que estoy con dos hombres al mismo tiempo – Misaki sabía escoger muy bien sus palabras.

Siempre que decía “primera vez” la mayoría de los hombres se encendían, sus instintos de machos alfa les obligaba a enseñar a esas chicas o chicos primerizos, así demostraban su destreza como amantes.

- Por favor, tome asiento en mi cama – le sugirió Misaki.

El adulto obedeció a regañadientes, se sentó y esperó el siguiente paso del menor. El castaño se sentó en sus piernas y comenzó a frotarse suave y sutilmente, mientras lo besaba rodeando su cuello sintiendo como el otro hombre le acariciaba el cabello y bajaba sus dedos por su nuca.

- Quiero que usted me guie – pidió Misaki intentando que sus ojos reflejaran ternura.

- De acuerdo – aceptó por fin el adulto.

El adulto recostó al castaño en la cama como si tratase de una doncella virgen en su noche de bodas, mordisqueo su cuello cual pomerania a su amo.

- Quiero verte desnudo – le pidió el adulto que se encontraba de pie.

Misaki miró al otro hombre recostado a su lado cómo pidiendo permiso, no sabía a quien hacer caso y como actuar frente a dos clientes al mismo tiempo, se sentía nervioso y un poco estresado.

- No es necesario, simplemente con qué se quite el pantalón es suficiente – pidió el segundo hombre.

- ¡Qué mierdas! Yo quiero verlo desnudo – gritó su amigo cruzando sus brazos.

- ¿Este niño es un regalo de despedida de soltero para mi o para ti? ¡Bastante deberías agradecer que te permito follarlo conmigo! - replicó su colega perdiendo la paciencia.

El castaño se asustó, eso era malo, si dos clientes discutían en su habitación su chulo lo golpearía hasta matarlo, no sabía como reaccionar.

- Por favor, dejen de discutir, no conseguirán nada, no me molesta desnudarme...por favor, tomad asiento en la cama, yo me encargaré de todo – pidió con mucho tacto el menor.

Los dos accedieron aún enfurruñados, Misaki se levantó y se desnudó bamboleando sus caderas suave y sensualmente manteniendo su mirada fija al hombre que contrató sus servicios. Con un último paso dejó caer su pantalón en el suelo y se acercó a ambos hombre arrodillándose en el piso entre los dos. Movió sus manos hasta la bragueta de los dos adultos, sacó ambos miembros, le sería imposible introducir dos penes en su boca, introdujo uno mientras al otro lo masajeaba, tenía un sabor amargo, asqueroso.
Pasaron unos cinco o diez minutos, Misaki seguía alternando felación y masturbación a los dos hombres, ambos miembros se erigían frente al rostro del menor, había llegado el momento de la penetración.

- ¿Quien quiere empezar? - preguntó el castaño mientras se subía a la cama.

- Yo, ponte en cuatro – se trataba del amigo de ese hombre, el que estaba celebrando su despedida de soltero.

Misaki obedeció adoptando la postura del perrito, el otro adulto también gateó por encima la cama y se situó de rodillas delante del ojos esmeraldas con su pene erecto, expectante. El chico sintió punzadas de dolor cuando el adulto lo penetró, quería gritar y llorar, el dolor era bestial, ni siquiera había sido dilatado, pero en lugar de eso se concentró en el pene frente a su rostro, lo engulló entero hasta la base, moviendo una de sus manos hasta los testículos con la otra mano se sujetaba agarrando con fuerza las sabanas.

Arcadas, sentía su respiración saturarse, todo empezó a dar vueltas, sentía sus fuerzas abandonarlo, contaba mentalmente los segundos que transcurrían pero ese obsceno acto parecía no tener fin, dos embistes en su trasero, uno en su boca, así sucesivamente, la gran mano del adulto al que le hacía la felación lo agarraba del cabello y apenas le dejaba unos segundos para recuperar el aliento.

- ¡Si! ¡Aaah! ¡Joder! Que boca tienes, eres muy bueno – bramó jadeando el adulto.

- Su culo también es muy agradable – dijo el otro embistiendo con más énfasis.

Oscuridad, Misaki cerró los ojos pensando que solo se trataba de un parpadeo pero en realidad perdió el conocimiento. Su cuerpo no había podido aguantar semejante tortura. Los dos adultos se asustaron, no les importaba la salud del chico sino más bien como reaccionaría el chulo.

- ¿Que coño hacemos? ¡Ya te dije que no era buena idea alquilar a un mocoso! ¡Una mujer! Eso es lo que necesitamos y no un saco de mocos – se quejó su amigo.

- ¡Vete a la mierda! ¡Tu también lo estabas gozando! ¡Ahora no andes de hipócrita!

Los dos se vistieron, abrieron la puerta de la habitación y ahí había otro adulto, uno elegantemente trajeado, los dejó pasar, quería saber que había ocurrido con ese chico, no era preocupación, simplemente no le gustaban ese tipo de clientes que buscaban dañar a los niños.

- Despierta – susurró el adulto apartando el sudoroso cabello castaño.

Misaki se demoró unos minutos en recuperar el aliento, al principio todo era borroso y confuso, enfocó su mirada en la voz que llegaba en sus oídos, ahí estaba el adulto con un rostro de preocupación.

- ¿Estás bien? Tu chulo vendrá pronto, lo siento, debo irme, no puedo ayudarte – dijo el adulto.

- ¡Espera! - Misaki tomó la corbata de ese hombre y acercó sus labios a los suyos.

Sintió un escalofrío bajar por toda su espalda, pensó que sería correspondido pero en lugar de eso recibió como respuesta un empujón que lo alejó de ese hombre.

- Tus labios saben mal, aún tienes el sabor de ese hombre, no me beses de nuevo – dijo con seriedad y firmeza el adulto.

El castaño lloró, lloró amargamente sin querer evitarlo, por un momento pensó que sería correspondido, que ese hombre era distinto, pero no era así, había echo el ridículo.

- No volveré, te has hecho una idea equivocada de mi, no te amo, no soy tu príncipe ni tu mi princesa – el adulto se dispuso a irse.

- ¡Es mentira! ¡¿Por qué entonces entraste en mi habitación?! No lo entiendo, dime la verdad... - dijo Misaki sintiendo las lagrimas mezclarse con sus mocos.

La situación no podía ir a peor, o quizás si, su chulo lo miraba enojado desde la puerta, los dos adultos se miraron.

- Este niño se piensa que soy su amante o algo así, hazle saber que no debe mezclar los sentimientos en este trabajo – propuso el elegante hombre.

Misaki lo miró sorprendido, asustado y con el corazón palpitando inquieto, no podía creer lo que escuchaba, todo era mentira, ese hombre había sido amable, pero ahora proponía a su jefe darle una paliza, no lograba entender nada, se hizo un ovillo encima la cama y se cubrió la cabeza con sus brazos.

- Adiós... - dijo ese hombre antes de retirarse.  

Notas finales:

¿Les gustó?
Intentaré actualizar más rápido.
¡Gracias de nuevo por dedicarme unos pocos minutos de vuestro tiempo! :)


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