Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Anatomía extracurricular por Lady Of Wolves

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Mi corazón sentía que faltaba más amor azul y amarillo en la página, así que si obviaron la sinopsis para la que no tuve inspiración acá me tienen, con este fic que tenía desde hace tiempo en mi caja de pandora (? y haciendo mi debut como escritora *brinca y tira purpurina*

Miro de nuevo el mensaje para cerciorarme de que es el número correcto, y en efecto, es el mismo que veo en la casa frente a la que estoy ahora, de dos pisos, con una arquitectura totalmente moderna, tejados negros y paredes exteriores revestidas de piedra, parecería una fortificación si no fuera por lo amplio de los ventanales, todo eso junto lo vuelve un hogar bastante fuera de lo común, no es que me sorprenda conociendo al dueño de la misma.
Tomó todo de mí despertarme, mantener los ojos abiertos más de 2 segundos, no ignorar la alarma –bueno, puede que la haya retrasado unos diez minutos-, y luego levantarme de mi cama que a cada segundo me parecía más cómoda y calentita, y alistarme con el tiempo suficiente para de alguna forma llegar aquí para las diez como había prometido, todo esto en unos 30 minutos.
Si hubiera sabido que pasaría el viernes por la noche y casi toda la madrugada de hoy festejando y bebiendo como si no hubiera mañana, tanto que ni siquiera recordaba cómo demonios había logrado llegar entero a mi casa, probablemente no hubiera aceptado salir a ninguna parte más allá de la puerta de entrada en todo el día de hoy, pero había quedado en venir antes de enterarme de la fiesta, así que aquí estaba, con el cuerpo totalmente adolorido, caminando como si las articulaciones encargadas de doblar mis rodillas hubieran decidido no funcionar, mis brazos se resentían apenas los alzaba más allá de mi cabeza por alguna razón que no entiendo –me percaté de esto cuando intentaba ponerme una camiseta- y luego estaban mis piernas, las cuales pude mover apenas lo justo y necesario para deslizarme en unos jeans.
-Apúrate, nube –le dije al cúmulo que estaba acercándose al sol, pero que no era lo suficientemente rápido para cubrir al astro y a su luz y así librarme de mi miseria. Ni siquiera los lentes de sol eran suficientes.
Pasados unos segundos de tocar el timbre me atendió el dueño de casa, vistiendo una camiseta roja, unos shorts grises y medias sin calzados.
-Kise-kun –dijo a modo de saludo, indicándome que pasara.
Saludé y me adentré en la casa, lo seguí por el pasillo y no me di cuenta de que había un par de escalones antes de entrar en la sala, por lo que fue como si el suelo se acabara bajo mis pies y me fui para adelante listo para darme de cara contra el piso si no fuera porque mis manos encontraron un sillón donde aferrarse, lo hice con tanta fuerza que este se movió hacia adelante con un chirrido. Miré a todos lados como buscando testigos como siempre hacia cuando me pasaba algo vergonzoso y me encontré con él mirándome desde el otro lado del sillón enarcando una ceja, me recompuse y me apoyé casualmente en el sofá mientras me sacaba los lentes, como si esa hubiera sido mi intención desde el principio.
-¿Quieres café?
-Claro –me contuve de gritarle ¡Por favor, gracias, gracias! cuando me lo preguntó. Aunque sorpresivamente tenía hambre al despertarme, sólo tuve tiempo de tomar un efervescente que se supone me ayudaría con la resaca antes de salir, y desde entonces estuve fantaseando con un desayuno o al menos una dosis de cafeína, Dios sabía que lo necesitaba.
-Justo lo estaba preparando cuando tocaste –me dijo antes de ir a la cocina, y ahora que prestaba atención podía escuchar el sonido de la cafetera trabajando y despidiendo ese olor que me hizo cerrar los ojos ante la anticipación.
-Toma –me dijo tendiéndome la taza, cuando estaba por tomarla la alejó –. Lo siento, esa es la mía –las intercambió y se sentó en el otro sofá disponible, le di una probada al café, cortado con un poco de leche como me gustaba, a diferencia de él que lo tomaba negro y sin nada de azúcar. Estuvo un buen rato sin decir nada, sólo observándome sin dar aún pista de la razón por la que me hizo venir. Dio un suspiro y luego habló.
-Tengo cáncer –medio me ahogué con el café y traté de no toser como un idiota, sin éxito. Estaba acostumbrado a lo directo que era Murakami-san al decir las cosas, pero en definitiva ahora me tomó por sorpresa.
-¿En serio? ¿Cómo…qué?–mi voz suena entrecortada por el reciente ataque de tos.
-Cáncer de colón, tipo III–contesta, no parece muy afectado por dicha situación –. Pero no quiero hablar de eso Kise-Kun, vayamos al motivo por el que te cité.
-Lo siento…yo…claro Murakami-san, ¿cómo puedo ayudarle?
-El asunto es que empezaré el tratamiento lo antes posible, el lunes de hecho, y pedí un permiso en mis trabajos para eso–lo miro fijamente cuando habla, tratando de que mis neuronas decidan hacer sinapsis para comprender lo que me acabó de decir, tal vez me esté llevando demasiado tiempo, porque me llama por mi nombre como queriendo asegurarse de que lo estoy escuchando-. Kise-kun.
-¿Hmm?
-No me estás diciendo nada.
-Este… ¿Dónde entro yo en este asunto?
-¿Tú podrías cubrirme en uno de ellos? Me refiero a enseñar en la preparatoria –Contestó con toda seguridad, como si ya lo tuviera todo decidido –. Ya lo hablé con los directivos y te aceptaron como suplente–Por supuesto que ya lo tenía todo decidido- ¿Qué te parece?
-¿Qué?
-Sólo dictarás clase con el último año, física, matemática con algo de álgebra combinados, tres veces a la semana.
-¿¿¡¡Qué!!??
-Kise-kun...
-¿Cómo voy a hacer eso? ¡Ni siquiera he terminado la carrera!
-Ya sé que es muy repentino, pero tómatelo con calma y no…
.¿Cómo lograste que me aceptaran? ¿Sin siquiera haberme visto?
-…Enloquezcas –muy tarde.
-¿No tengo que tener algún tipo de curso para estar capacitado para enseñar? ¿Acaso no es ilegal? Sigo siendo un estudiante después de todo–Lo pierdo a la primera oportunidad y ni trato de contenerme, seguía en un estado semi-incosciente y esta no fue la mejor manera de despertarme por completo.
-Te estoy pidiendo que me reemplaces para enseñar a alumnos de secundaria Kise, no que construyas un misil nuclear, no es para tanto– ¡No es para tanto! Lo miro como si le hubiera salido un tercer brazo en el cuello.
-¿¡Qué clase de preparatoria es que van a dejar así de fácil que un estudiante cualquiera enseñe allí!?
-Primero que nada, tú –dijo enfatizando apuntándome con el dedo antes de hablar –, no eres un estudiante cualquiera, eres uno de los mejores de tu año, y más que nada tienes paciencia para utilizar esa inteligencia tuya para ayudar a otros, fue eso lo que me hizo elegirte como tutor, eres bueno enseñando, disfrutas haciéndolo, no tanto como a lo que sé que te quieres dedicar, pero lo haces, y es por eso que pensé en ti para esto. Y en cuanto a cómo te aceptaron…quizás también confíen bastante en mis recomendaciones –digo encogiéndose de hombros fingiendo inocencia.
-Ya sé que soy malditamente inteligente, gracias-dije haciéndome el arrogante– Pero con eso no lograrás que acepte hacer semejante locura.
–De verdad Kise, llevas haciendo tutoría universitaria por dos años, enseñando cosas mucho más complicadas que física y álgebra elemental déjame decirte, enseñar a unos chiquillos de preparatoria será miel en hojuelas para ti, lo prometo. No sé a qué tienes tanto miedo. Incluso a tu papá le parece buena idea.
-¿Le dijiste a mi papá?
-También le sorprendió un poco, no es como que él pudiera prohibírtelo pero de hecho le parece buena idea –se encogió de hombros.
Hace tres años, cuando empecé la clase del profesor Murakami, me dijo que le recordaba a alguien apenas me vio y al ver mi apellido en la lista se dio cuenta enseguida a quien le recordaba, resulta que él y mi padre eran buenos amigos en secundaria, así que se lo conté a mi papá y al final terminaron por cruzarse y tratarse de nuevo.
-Ya veo que lo tenías todo planeado –dije en tono acusador.
-Un poco, si–dijo viéndose como un niño atrapado en una travesura, lo cual era raro de ver en un adulto como él –. Entonces, ¿Lo harás?
-¿Tengo opción? –contesté sonriendo, ahora que se me pasó la pseudo-crisis de hace un rato pensaba que todo esto no podía ser tan malo.
-Te daré el plan de estudios, prometo que podrás consultarme lo que sea cuando tengas dudas, siempre, lo prometo. –Di un suspiro de rendición y luego asentí con la cabeza. Que va, no será gran cosa, aunque aún retenía algo de aprehensión con respecto a todo esto, por supuesto, pero como dice mi hermana, nada interesante llega a ti sin que sientas un poco de miedo.
-¿Y con tus clases en la universidad? –pregunté, me había olvidado por completo de eso, cuando empezara el siguiente semestre se suponía que él volvería a ser mi profesor en una materia nueva.
-Pues, allí sí tendré que buscar a alguien un poco más experimentado, pero en eso tengo más tiempo porque el semestre empieza como en un mes ¿No? –Asentí con la cabeza –¿Podrás seguir dando tutorías en la universidad? Si crees que será demasiado no hay problema con que…
-¡No! –lo detuve enseguida, no esperaba que la negativa me saliera con tanta fuerza, tal vez sí me gustaba enseñar más de lo que me daba cuenta. –No tengo problema con hacerlo, además este semestre no será tan pesado.
-Serán menos materias que en los otros semestres pero son las más difíciles –me advirtió él.
-Podré con ello –lo dije tan convencido que no me refutó nada más.
Luego me puse a pensar en la razón por la que iba a hacer esto, parecía imposible que Murakami-san tuviera cáncer, estaba bastante seguro de que estaba en la mitad de sus cuarenta, según sabía tenía hábitos saludables, su adicción al café parecía ser lo más malo que hacía, no sabía si antes había sido fumador o algo, pero como dice mi elocuente compañero de casa, quieras o no, hagas o no algo para merecerlo, la mierda sucede.
-Así que ¿Estuvo buena la noche? –pregunta de repente, abro los ojos desmesuradamente, haciéndome el tonto, pero no me cree ni por un segundo.
-¿Tan obvio es? –pregunté mientras me sobaba la cabeza.
-Mucho, tienes los ojos entrecerrados desde que llegaste, te hace ver como si estuvieras molesto por algo, además de que están enrojecidos –sonrío avergonzado, como si me hubiera atrapado con las manos en la masa, aunque no había nada malo en ello, a mis 24 años era totalmente legal que beba, había atravesado por un semestre infernal y una fiesta para celebrar que sólo me quedaba un semestre más de universidad parecía una buena ocasión para hacerlo, aunque la oportunidad hubiera caído del cielo, oportunidad que apareció con mi amigo diciendo de que era una “grandiosa idea” y que me lo merecía, ni siquiera tuvo que intentar mucho para que aceptara. –Y también creo que si enciendo una cerilla cerca de ti te prenderás fuego– El profesor me saca de mis desvaríos, tomo mi último trago de café mientras me huelo discretamente, creía que con el baño me había quitado el olor a alcohol, aunque luego recuerdo que no me dio tiempo de lavarme el pelo, y por último recuerdo que nos bañaron con cerveza ¡Siii, ya recuerdo algo! Mientras sigo excavando en mi mente para recordar más cosas, cuando escuchamos pasos en la escalera, desde donde después de un rato aparece arrastrando los pies una chica con el pelo castaño alborotado, usando unos shorts y una camiseta sin mangas. Se adentra en la sala al parecer aún sin notar mi presencia pues una de las paredes me cubría de su vista.
-Buen día pap…¡AAAAAHHH! –Da un salto hacia atrás cuando me ve y se esconde detrás del sofá de su padre -¿¡Por qué no me dijiste que no estábamos solos!? –dice totalmente sonrojada.
-Buen día cielo-dice su padre reprimiendo una sonrisa.
-Buen día Kaori-chan –digo tratando de que se relaje.
-Buen día Kise-san –contesta mientras intenta alisarse la melena. –Yo esto… ¡Me voy a desayunar! –pero en lugar de ir a la cocina sube de nuevo al segundo piso y probablemente a su habitación.
-Tiene un terrible flechazo contigo. –Dice él como si no fuera gran cosa, dudo que algún padre se tomara algo como esto tan bien. –Ella se tuvo que mudar a Touou, ahora ensaya más horas en la academia de danza y su antigua preparatoria estaba demasiado lejos como para llegar a tiempo, y supuse que ahí sería más fácil que la aceptaran tan de pronto y a mitad del año escolar, así que quizás la veas por ahí.
-Espero no asustarla cada vez que me vea por los pasillos –dije en broma. –Entonces ¿Algo que tenga que saber de mis alumnos?

-------------------------------------------------------------------------------

 

Nunca creí que volvería a pisar un colegio de nuevo, y en estas circunstancias, menos. Y se sentía raro, jodidamente raro. La palabra raro no alcanzaba a cubrirlo. Me seco las manos en mis pantalones mientras camino. Consideraba que mi atuendo estaba bien, unos pantalones negros al igual que mis zapatos, y una camisa verde musgo de la cual tuve que doblar las mangas hasta los antebrazos cuando empecé a sentir calor. No consideraba que estuviera demasiado formal, lo que luego me llevó a pensar que quizás estaba demasiado informal, lo que me llevó a un pequeño ataque de pánico mientras iba en el tren. Dios, a veces, en mi fuero interno, soy de lo más idiota, suerte que eso se queda ahí donde sólo yo me doy cuenta.
Soy muy consciente de las miradas y luego los murmullos cuando camino por el corredor principal, no tengo que entrar en clases hasta la segunda hora, pero de todas formas quise llegar temprano, para causar una buena impresión y todo eso, aunque ahora que veo a todos los alumnos desperdigados por ahí pienso que hubiera sido mejor idea llegar en medio de la primera hora cuando todos estuvieran en sus salones. Mantengo mí vista al frente (aprovechando que en realidad no cruzo miradas con casi nadie debido a mi estatura) y llego hasta el despacho del director.
-Buenos días, eh…soy el reemplazo del Murakami-sama y el director me citó aquí antes de clase. –La secretaria era joven, quizás un par de años más que yo, y tenía la vista clavada en el computador con el ceño fruncido, como si este le estuviera causando problemas.
-Buenos días, puede sentarse a…a esperar mientras yo lo llamo al director ¿No quieres nada, agua, café, té? –su voz subió una octava cuando apartó la vista del computador para mirarme.
-No, no es necesario –dije con una sonrisa antes de tomar asiento.
-¿Kise Ryota? –preguntó ella con el teléfono en mano.
-Sep –contesté por inercia, quizás sonó un poco infantil pero no me importó.
–Puedes pasar –me dijo la pelirroja tapando con la palma de su mano el micrófono del teléfono y con la otra señalándome la puerta.
Respiré profundamente antes de entrar, y ella me dio una sonrisa tranquilizadora y alzó ambos pulgares.

La reunión con el director fue bastante bien, primeramente se sorprendió al ver que era tan joven ya que al parecer Murakami-san no le había mencionado mi edad. Luego verificó todo lo demás que él profesor había dicho sobre mí. Sí, empezaría mi semestre de Ingeniería, no, no tengo experiencia enseñando a menos que contaran las tutorías que hago en la universidad. Sí, tengo todo el plan de estudios que se supone que debo enseñarles, y sí, por supuesto que sé todo lo que hay allí, duh.
Al salir de su despacho tenía poco más de media hora muerta hasta que llegara la temida cita con mis nuevos alumnos.
Esta vez sí le acepté el café a la secretaria, que ahora sabía que se llamaba Naomi, cuando dije que no sabía qué hacer en lo que llegaba mi hora de entrar a clase me dijo que podía quedarme allí si quería, como no sabía dónde ir (y también porque ella parecía agradable) me quedé con ella.
Conversó conmigo a la par que hacía sus cosas, resulta que ella también es estudiante (lo que confirmaba mi teoría de que era dos o quizá tres años mayor que yo) aunque estaba a poco de dejar de serlo, pues sólo le faltaba la tesis la cual estaba preparando ahora, que costeaba trabajando aquí.
Finalmente las diez de la mañana llegó, y con ella mi hora de entrar a clases, así que me despedí de ella, que de nuevo me dio ánimos (¿Tal vez era obvio que estaba a nada de salir corriendo de aquí?) y me dirigí al pabellón donde estaba el salón que me correspondía, esta vez no había tantos chicos afuera, algunos seguramente dirigiéndose a su siguiente clase, y de nuevo ignoré las miradas que sentía clavadas en mi nuca, lo que era difícil porque hasta me daban comezón, enserio. Ubiqué el salón 120 y me quedé parado a unos metros de distancia, hice un recuento mental asegurándome por vigésima vez de que tenía todo lo que necesitaba en lo que vi a una chica pasar a mi lado, me miró de reojo, para luego ralentizar su caminata mientras me miraba más detenidamente, para por último formar con sus labios una perfecta “O” y entrar corriendo al susodicho salón.
Hice de tripas corazón y entré.
Resistí el impulso de ir a sentarme en uno de los pupitres destinados a los alumnos (hábito adquirido de muchos años) dejé mi mug con café en la mesa más amplia y más cercana al pizarrón y colgué mi mochila en su respectiva silla.
Luego enfrenté a mis oficialmente alumnos. Me tragué por completo mis nervios y los observé a todos, y ellos hicieron lo propio conmigo, algunos más exhaustivamente que otros. Al terminar mi escaneo de la clase sonreí levemente y me apoyé un poco sobre la mesa.
-¡Buenos días! –dije y me respondieron, con un buenos días de respuesta, una sonrisa o un leve asentimiento con la cabeza. –Cómo se darán cuenta, Murakami-san no está aquí, estoy aquí en su reemplazo por razones que supongo ya saben, soy Kise Ryouta.
-En realidad no sabemos…Kise-san –dijo una chica ubicada en una de las filas de en medio.
-¿No? Bueno, no sabía que me lo habían dejado a mí –dije en voz un poco más baja ¡Condenado profesor dejándome el trabajo difícil! –No hay forma suave de decirlo así que…a Murakami-san le diagnosticaron cáncer, apenas lo supo se dispuso a empezar su tratamiento, así que por eso lo repentino de su ida –vi sus caras sorprendidas, preocupadas, e incluso apenadas, lo que me hizo pensar que le profesor era tan apreciado aquí como en la universidad. Luego respondí con lo que sabía a preguntas como:
-¿Qué tipo de cáncer?
-¿Es muy avanzado?
-¿Va a volver?
-Bueno, si no les importa llamaré lista para empezar a familiarizarme con sus nombres, ¿Akamaru Shizumi?
-¡Presente!
-Akita Masaomi –escuché otros 5 presentes más hasta llegar al primer ausente.
-Aomine Daiki.
-¡Él va a llegar un poco tarde, Kise-san! –dijo una chica pelirrosa que estaba en la segunda fila.
-Pues que me lo diga él entonces –contesté mitad en broma, mitad en serio y seguí con la lista y el reconocimiento de rostros.
-Según las indicaciones que me dejaron, y como puedo ver a algunos estudiando tan arduamente, aunque algo tarde, sabrán que hoy tenían un examen de física. –dije y una queja casi colectiva inundó el salón. –Lo siento chicos, ya sé que no es buena forma de empezar pero sigo instrucciones aquí-dije mientras sacaba el legajo de exámenes.
-¿No podríamos dar un repaso ahora?
-¿Y rendir el viernes? –lo secundó otro. Y luego vinieron decenas de súplicas.
-¿Con qué tienen problemas? –pregunté, lo cual tomaron como una victoria e incluso escuché exhalaciones de alivio. Les di una mirada acusadora asegurándome de mirarlos a todos y cada uno de ellos ante lo cual empezaron a reír. Saqué un pincel y les di la espalda para inaugurar el pizarrón.
-¡Aeroestática y método del polígono! –dijo una.
-Equilibrio térmico–dijo otro.
-¡Con el que inventó la física! –todos empezaron a reír.
-Bien, empecemos con método del polígono. Página 175 ejercicio 8. –empecé un dibujo para explicar uno de los ejercicios, prácticamente todos ahí parecieron salir de un trance y empezaron a hojear con rapidez sus libros, querían un repaso, pues eso tendrían. Escuché la puerta abrirse a mi izquierda pero no hice caso porque estaba concentrado en el dibujo.
-Perdón por llegar tarde…profesor –dijo la voz grave y áspera perteneciente al recién llegado, por alguna razón la voz no me resultaba del todo desconocida, quizás la había escuchado en el pasillo, pensé.
-Puedes pasar –dije sin apartar la vista de la pizarra, lo escuché cerrar la puerta y luego caminar a mis espaldas cuando recordé algo que tenía que hacer. –Espera, dime tu nombre para anotar que estas presente. –Me volteé para encontrarme con unos ojos azul marino acompañado de un cuerpo de mi misma estatura, lo que lo volvía probablemente la primera persona con la que no tenía que bajar la mirada para encontrarme con la suya en el día de hoy. Por un momento su rostro era la personificación de la sorpresa, pero enseguida se recompuso.
-Aomine Daiki –dijo colocando una mano sobre mi mesa, mientras me atravesaba con la mirada y me sonreía ¡Me sonreía! Con esa sonrisa entre socarrona y divertida, no sabía que le causaba tanta gracia.
Hasta que lo supe.
Retrocedí como si me hubieran dado un golpe. Se sintió exactamente así cuando recordé.
-Carajo –maldije en silencio ya que no vocalicé la palabra en voz alta, pero sí la formé en mis labios.

Notas finales:

Un capítulo más introductorio que otra cosa, espero no se hayan aburrido, pero les aseguro que la mayoría si no es que todos los personajes que introduje volverán a aparecer a lo largo de la historia, no los dejaré flotando en la nada (?

Espero no hacer a mi rubio demasiado OoC, aunque como se habrán dado cuenta es más "nerdy" de lo que estamos acostumbrados, y quizás al principio un poco maniático

Al leer la sinopsis ¿Pensaron que Kise sería el profesor o pensaron que sería a la inversa? Tengo bastante curiosidad xD

https://www.facebook.com/photo.php?fbid=307845789576754&set=a.307845849576748.1073741828.100010540057190&type=3&theater

La casa del Murakami-san está totalmente inspirada en esta imagen (?

Hablen conmigo en los reviews que no muerdo ahr


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).