Heterocromía por Palabras de un Aprendiz

                                              ~5 meses después~

  Sus gemidos se esparcian irregulares por la amplia habitación, la saliva escurriendo por la comisura de sus hinchados labios, las lagrimas
mojandole las mejillas y la base del cuello, las sogas que le inmovilizaban de pies a cabezas mientras ese frío acariciaba su sensible baja espalda,
se colaba sin permiso dentro de su ardiente interior sintiendo agua tibia escurrirse entre sus piernas mientras esas manos se movian
ritmicamente sobre su hombría que relucía en su exitacion con su base erguida, su punta rosada siendo apretada por aquellos dedos
toscos que le causaban un placer masoquista estremeciendo cada fibra de su cuerpo. Miro a quién le daba tales atenciones no pudiendo
articular ni una sola palabra, gimiendo guturalmente sintiendo ese calor en su bajo vientre, ese ardor que le avisaba que su preciado orgasmo,
ese que le nego él por minutos, se avenicinaba.

-¿Te estás por correr?-pregunto mientras una risilla lasciva escapaba de esos finos labios, lamiendolos enredo esa melena castaña entre
sus finos y largos dedos, los jaloneo como tanto le gustaba mirando esos ojos llenos de lagrimas placenteras, esos ojos que brillaban cada
uno con su color característico- me encantan tus ojos, pero mi favorito es el ambár... Porque refleja toda la lujuria que por tus venas
recorre-susurro en el oido del ser que no paraba de gemir balbuceando cosas, una acción que estaba impaciente por realizar.

-¡Aaahh! ¡S-señor!-gimio moviendo sus caderas en un intento de darle un incentivo a que hiciera lo que su cuerpo necesitaba, debía sentirse
lleno de su amo, ese tipo que lo sadomizaba a su antojo mientras él se dejaba como el sumiso que era, le encantaba sentir que era
brusco con su cuerpo, sus palabras, todo le causaba un placer masoquista, algo que encendia esa chispa en el lugar más recóndito
escondido en el lugar más oscuro que en su mente existia, ese sabor por lo prohibido que jámas en su faceta de niño inocente y apetecible
nunca mostraria al mundo, ese cofre reforzado con acero impenetrable que Levi Rivaille rompió con sus propias manos, liberando a
esa bestia que le encantaba recibir ese tipo de placer, ser castigada por no obedecer a su amo, que lo marcara, que lo mordiera, que le
dijera que era solo de su propiedad. Esa bestia en la que ahora estaba convertido sintiendo esos jalones bruscos que liberaban por fin sus
muñecas y sus tobillos adoloridos, sintió esa caliente lengua deslizarse por las marcas en su sensible piel sus piernas siendo abiertas en su
totalidad sintiendo finalmente ese miembro entrar en su cuerpo sin paciencia, de una sola vez. Su cabeza se fue hacía atrás por el placer
y el escozor de dolor, el hielo sirvió de algo, gimio recordando ese frío colarse dentro de él hace minutos atrás ese mismo hielo que Levi
había colocado dentro de su cuerpo, esa formaba parte de su castigo por haber llegado tarde a la cita que tenian acordada y debía
admitirlo... Le encantaba portarse mal.

-No te corras aún o lo lamentáras...-ese tono fue una clara orden a Eren, pero Levi sabía más que bien que su cuerpo no le haría caso y
vio como ese cuerpo debajo del suyo se sacudia presa de temblores endemoniados, la piel roja en su bajo vientre y ese gemido gutural le
dejaron ver en primera persona como ese orgasmo se llevaba parte de la vida del mocoso, ese liquido blancuzco manchaba su vientre y
pecho, las mejillas embotadas de color carmín siendo mojadas por las gruesas lagrimas de esos ojos bicolores, esos gemiditos y los temblores
de ese delgado cuerpo.

-P-por favor... N-no más castigo... No puedo más...-gimio sus palabras sintiendo aún ese miembro dentro suyo, escucho esa risilla tan tipíca
del hombre tras sus caderas, su debíl cuerpo fue apresado entre esos fuertes brazos y las embestidas empezaron, profundas y rápidas
tocando su prostata a un ritmo endemoniado, sus gritos no se hicieron esperar, gritos de pura sorpresa y placer venidero su cuerpo
rebotando sobre esas fuertes piernas, su cintura siendo torturada por esos dedos que dejarian marcas muy notorias sin duda alguna.

  Levi jadeaba presa de un placer delicioso, ese lugar apretado, húmedo y frío aún por el hielo lo recibia entre apretones. Sintió esos arañazos
en su amplia espalda enloqueciendo por lo jodidamente bien que se sentia, embistio más fuerte a su niño, disfrutando de cada sensación
que Petra nunca supo darle, esa mujer era hermosa, simple, pero no se adaptaba a sus retorcidos gustos en la cama, esos gustos
que su persona disfrutaba de dominar a las personas, como lo hacía siempre con todos pero esta vez, era un ámbito en el que ambas
partes salian ganando. Sonrió contento de haber encontrado a ese alguien que supiera saber complacerlo, el mocoso aún era inexperto
en muchas cosas, pero como la primera vez no existia, ese día lo disfruto como nunca, sin restricciones para ser profesor sobre toda esa
carne virgen que se le ofrecía en bandeja de oro. Unos gemidos como esos solo alguien como Eren podria ofrecerselos, con esa imagen
mental y su pene en ese cálido lugar acabó, desparramando chorros de semen caliente dentro esa dulce entrada.
  El silencio y las respiraciones agitadas gobernaban aquel pecaminoso lugar, donde la carne y el placer se revolcaban sin preocupaciones
ni restrincciones, sumiendose en la mayor locura a la que todos los mortales llamaban "placer".