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Regreso a Nunca Jamás por HizakiDoujinshi

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza, me costó varios días logar encontrar la forma de continuar con el capítulo de forma que me gustara el resultado. He de decir que quedé bastante feliz con el resultado aunque advierto que este capítulo es un poco corto, pero no se preocupen que el siguiente ya está en proceso. 

Sin mas, disfruten el capítulo.

No quería abrir los ojos, estaba seguro de que en cuanto los abriera, una sarta de quejas se dejaría caer en sus oídos. Podría jurar que su madre azotaría la puerta con un humor del demonio preguntándole por qué había decidido emborracharse durante la cena de compromiso. Su padre lo ignoraría por unos días después de haberle echado en cara el ridículo al que había sometido a la familia Senju, y ni hablar del padre de Gaara,  el hombre seguramente lo mandaría arrestar durante algunos días por haber avergonzado nuevamente a su hijo. Todo eso, claro, sin contar la mirada de odio, desprecio y humillación que le dirigiría el pelirrojo por el resto de sus vidas. No creía soportarlo, no del único doncel vivo que le agradaba.

 

Escuchó cubiertos chocar, fue hasta entonces que prestó atención al aroma a pescado frito y pan de ajo y sintió su estómago retorcerse de hambre. Aun así no abrió los ojos y pensó; si olía a comida, significaba que su madre no estaba molesta y, como siempre que deseaba algo de él, le estaba llevando el desayuno a la cama, sonrió ante la idea. Todo estaba en orden entonces. Abrió los ojos preparado para recibir a su madre en su habitación, y no para lo que vio enseguida.

 

Se encontró frente a una larga mesa, no tan larga como la que tenía en casa, pero si lo suficiente, toda ella repleta de diferentes platos y charolas, mismos que le impedían ver hasta el otro lado de la mesa.  En su plato descansaba un humeante filete de pescado y al lado, una copa llena de vino esperaba ser bebida.

 

Dejó de lado el hecho de no tener idea de donde se encontraba y se dispuso a comer la gloriosa comida que estaba frente a él, ya después se disculparía por el atrevimiento y daría gracias por la comida, sin embargo, al caer en cuenta de que tenía las manos atadas con gruesas cuerdas a los reposabrazos de la silla, su desconfianza aumentó. Ningún lugar seguro ofrecía comida con tan buen aspecto solo para torturar, ¿o sí? Entonces no pudo evitar pensar de nuevo en aquel secuestro del que tanto le habían hablado los Senju. Forcejeó un poco inútilmente percibiendo además que su acompañante había notado su presencia al escuchar los ruidos que emitía al intentar liberarse, sin embargo detuvo sus intentos y tomó aire para no entrar en pánico al escuchar el tétrico tono de voz al otro extremo de la mesa.

 

-Agradece que quitamos la mordaza- dijo su acompañante volviendo a su tarea de hacer chocar los cubiertos contra la vajilla. El rubio, muy a pesar de la confusión del momento y del posible terror que le causaría estar frente a un desconocido traficante de órganos, con gustos peculiares en cuanto a decoración (por no decir nulos), intentó moverse un poco para averiguar de quien se trataba pero todos aquellos platillos le estorbaban la visión. –Le dije- volvió a hablar  -<<señor Kabuto no eres sensato, el muchacho es mi invitado, no puedo invitarlo a cenar si está amordazado>>, pero él insistió en que mi seguridad es primero, ese hombre no tiene remedio. 

 

Naruto giró la cabeza al escuchar al hombre hablar, ni siquiera porque no había nadie más en la habitación, podía creer que aquel sujeto se estuviera dirigiendo a él. Se debatió entre mantener la boca cerrada como cualquier víctima de secuestro, o dirigirse a su “supuesto” anfitrión y ¿pedir clemencia?  Él no era ningún cobarde, no suplicaría sin conocer antes los motivos que lo mantenían cautivo. Se aclaró la garganta ruidosamente para obtener la atención de su acompañante, observó la copa de vino y deseó más que nada poder darle un sorbo.

-Disculpe, emm, señor, primero que nada, espero no ofenderle con mis palabras pero no considero que sea muy amable tener a un invitado atado a las sillas, en segundo lugar, ¿podría decirme en donde me encuentro? porque no tengo la más remota idea…

 

El repentino golpe de metal contra cerámica le hizo callar, la silla se arrastró contra el piso y escuchó unos pasos aproximarse, no quería mirar, sabía que su comentario había molestado a aquel hombre. Cuando se atrevió a levantar la cara un escalofrío le recorrió el cuerpo, no de miedo, sino de algo que no supo identificar, algo entre emoción, adrenalina, familiaridad. Sabía que había visto a ese hombre en algún lado, recordaba esos ojos amarillos fríos y penetrantes, pero ¿de dónde?

 

-Así que es verdad- se limitó a decir el extraño mientras lo rodeaba y lo observaba detenidamente con expresión desconcertada.  –Naruto Uzumaki se volvió un hombre.

 

-Oh, no señor- sonrió el rubio  -debe usted confundirme con alguien más, mi nombre es Naruto Senju, lamento mu…

 

-El niño que nunca crecerá, creció- el hombre llevó una mano a su abundante cabellera negra, se veía devastado, y a Naruto comenzaba a desesperarle la obvia falta de atención –Uzumaki, mi más temible adversario, lo he perdido todo…

 

-¿No me escuchó? Ya le dije que no soy quién dice, soy Senju, mi padre es Jiraiya Senju y mi madre…

 

No pudo terminar la oración porque el estruendo en las teclas de un piano le hizo saltar del susto. El hombre se había derrumbado en el banquillo frente al piano y ahora lloraba y gemía de dolor dando golpes contra las teclas con lo que le pareció que era un ¿garfio? Un nuevo escalofrío le atravesó la columna al fijar la vista en la filosa y puntiaguda arma que aquel hombre tenía por mano. Tragó seco.

 

-Vamos viejo, relájese un poco, sé que todo esto debió ser un error pero no estoy enfadado, tan solo puede soltarme y me iré de aquí como si nada hubiera pasado. No se lo diré a nadie, lo juro.

 

El hombre parecía no escucharlo, seguía absorto en sí mismo y no dejaba de balbucear, si no le hubiera saltado encima y tomarle por el cuello de la camisa tan de pronto, hasta hubiera sentido pena por él.  

 

-¡No me mientas mocoso malagradecido! Te traje de vuelta a casa, te reuní con ese miserable doncel, hasta te he invitado a cenar, ¿y así es como me pagas? ¡No intentes burlarte de mí Uzumaki!

 

Naruto no se atrevió a decir otra palabra más pues sintió aquel peligroso garfio presionar contra su cuello. Cerró los ojos y, contrario a lo que pensó, el hombre rasgó las sogas que le ataban a la silla y lo tomó por el cuello de la camisa, lo arrastró por la habitación hasta la salida y lo lanzó fuera.  Apenas puso un pie en lo que parecía ser la cubierta de un barco, sintió docenas de miradas enfocarse en él y se sintió mareado, no solo por la intensidad asesina en todos esos ojos, sino porque al mirar a su alrededor no pudo ver más que agua. Se paralizó en su lugar, tan solo atinaba a barrer todo con la vista sin pasar por alto el hecho de que todo a su alrededor gritaba claramente que se encontraba en un barco pirata. Comenzaba a creer las historias que Deidara le contaba.

 

-¡Señor Kabuto!- gritó el hombre al salir hacia cubierta, fue entonces que notó al personaje frente a él. A comparación del resto de los hombres que le lanzaban miradas de odio, el hombre se veía bastante más aseado, y hasta podría decir que elegante. Y no era solo por el atuendo de terciopelo rojo brillante que vestía, sino toda su imponente presencia. Definitivamente ese sujeto era el capitán de la nave.

 

El hombre gritó una vez más y ni bien hubo terminado la frase, se plantó frente a él un hombre más bajo con cabellos plateado y anteojos enormes.

 

-¿Estás seguro que me trajiste al muchacho correcto?- preguntó el capitán, sin embargo, por el tono burlón que utilizó, Naruto no pudo descifrar si en verdad era una pregunta. Más bien parecía que intentaba dejarle claro al rubio que no se trataba de ningún error.

 

-Por supuesto capitán- respondió con voz firme el de cabellos plateados. - Muchacho rubio, marcas en las mejillas, dieciséis años, cicatriz en el abdomen en forma de remolino, es él, no hay duda.

 

El capitán dio unos pasos hacia Naruto, quien a pesar de querer retroceder, no olvidaba que detrás de él se encontraban todos aquellos ojos asesinos y burlones. El capitán rio ante su falta de seguridad y la tripulación le hizo coro.

 

-No tengo duda señor Kabuto- Orochimaru tomó nuevamente al rubio de la camisa y lo empujó hacia la tripulación. No tardaron aquellos hombres sudorosos y pestilentes en apresarle por los brazos y afianzar a la presa con afilados cuchillos contra sus costillas. Naruto empezó a temer por su vida, nunca antes tantos ojos lo habían visto como si fuese un indefenso cervatillo listo para ser cazado.

 

-Mi querido Naruto, es en verdad grato tenerte de vuelta- habló el capitán dándole la espalda a la tripulación mientras se deshacía de su abrigo y tomaba la espada que el hombre de anteojos le tendía. –Es preciso dejar de postergar el asunto pendiente entre nosotros, y me alegra decir que hoy es el día. ¡Denle una espada!

 

Los hombres lanzaron a Naruto al piso y a su lado una vieja espada oxidada, el muchacho palideció al ver al capitán acercarse a él con la espada en la mano, entendió que lo que tenía enfrente era una clara invitación a batirse en duelo hasta morir.

 

-Lo lamento- se disculpó el rubio intentando razonar con el capitán –estoy seguro de que esto se trata de un error, jamás en mi vida he levantado un arma, no me pida que lo haga ahora…- el aire escapó de sus pulmones al recibir una poderosa patada en el pecho que lo lanzó de nuevo al piso.

 

-¡Ya basta de lloriqueos Uzumaki!- gritó el capitán –ya eras detestable cuando solo eras un mocoso presumido, peor ahora no solo no soporto tu cara crecida, tu acento inglés, y tus palabras de hombre distinguido, lo odio –arrojó el arma lejos y levantó al rubio por el cuello, asfixiándolo en el proceso.

 

-Por favor- suplicó al fin el rubio con el poco aire que lograba retener –no tengo idea de lo que está hablando.

 

Orochimaru estalló en carcajadas.

-Señores, jamás creí que llegara el día en que Naruto Uzumaki suplicara por su vida, definitivamente hasta ahora, ha valido la espera…

 

-¡Ya le dije que no soy Naruto Uzumaki!- gritó exasperado el rubio después de que el capitán lo soltara. Aun así no tuvo tiempo de recuperar la mitad del aire que perdió cuando la tripulación volvió a apresarle. Se hizo el silencio y el pelinegro se acercó a él tan cerca que podría ver a través de aquellos ojos ámbar.

 

-El muchacho jura que no es quien es, pero yo solo conozco una forma de averiguarlo–sonrió con malicia- ¡láncenlo por la borda!

 

-¿¡Qué!? ¡Debe estar bromeando! ¡Suélteme!- gritó Naruto al escuchar la orden pero no obtuvo respuesta. Intentó soltarse de los hombres que le sujetaban, en vano, y cada vez estaban más cerca la baranda.

 

-Es bien sabido que Naruto Uzumaki no tiene necesidad de tocar el agua, ¿quién necesita hacerlo cuando vuelas por el aire?

 

La tripulación estalló en carcajadas mientras Naruto entraba en pánico. Sintió ganas de volver el estómago, y eso que no recordaba haber ingerido nada en las horas pasadas, pero es que ¡no sabía nadar! Y volar, mucho menos. Definitivamente moriría al instante en que tocara el agua, y ya era muy tarde para pensar que todo aquello se trataba de una broma pesada o de una pesadilla.

 

Todo pasó tan rápido que por un momento pensó que había subido directamente al cielo pero después de unos instantes descartó la idea pues estaba seguro de que el cielo olería mil veces mejor que aquel sitio.  Aún sentía el agua helada alrededor de su cuerpo adentrándose en él por las fosas nasales, tosía para sacarla de su sistema, pero sentía como si hubiera tragado el océano entero, y claro, las carcajadas a su alrededor no ayudaban a que se sintiera mas vivo.                                                                                         

 

-¡Silencio ratas apestosas!, la señorita esta hablado- escuchó decir al capitán.

 

No es que no tuviera intención de averiguar lo que estaba ocurriendo, simplemente no podía enfocar nada, tan  solo veía manchas borrosas frente a él, y un destello rosado junto a la mancha roja enorme. Seguía tosiendo agua y tiritando de frío. Se regañó mentalmente por creer que alguien le tendería una manta después de aquel chapuzón de agua helada, ¡estaba rodeado de piratas que al parecer lo querían muerto!, era obvio que nadie se preocuparía por que pasara frío.  Escuchó un ligero tintineo seguido de los gritos furibundos del capitán.

 

-¡Ese mocoso no me sirve de nada!

 

Otro tintineo.

 

-¿Bromeas? Me es inservible si no puedo tener la lucha que tanto estuve esperando, ¡míralo!, se volvió inútil con los años, ni siquiera puede defenderse, no me causaría satisfacción alguna sacarle los sesos si no tiene idea de quién soy.

 

Un tintineo más. Poco a poco su vista se aclaraba, había logrado sacar toda el agua que se había tragado y ahora solo podía abrazarse a sí mismo mientras intentaba seguir el hilo de la ¿conversación? Entre el capitán y el destello rosado.  El hombre se llevó su única mano a la barbilla y comenzó a pasearse por la cubierta, pensativo, el destello le seguía por detrás.

 

-Estás diciendo que la siguiente estación tú vas a traer al muchacho ante mí como si nunca hubiera abandonado la isla, solo para que pueda tener mi premio de enfrentarme con él, que dama tan considerada.- La tripulación soltó murmullos y risitas. -¿Debería creerte?, hasta donde sé, tú y el mocoso no quedaron en buenos términos.

 

Naruto obligó a sus ojos a ver un poco más claro, se forzó en enfocar lo que ocultaba aquel destello rosado y creyó haber enloquecido cuando, con mucho esfuerzo pudo distinguir la pequeñita silueta de una mujer.

 

-Seré benévolo querida, te daré una semana, no más, y si resulta que lograste un milagro, no los mataré a todos, solo a la mayoría, pero si no vuelve, me encargaré de que cada hada sobre la isla se convierta en polvo.

 

El pirata se acercó peligrosamente a Naruto y este contuvo la respiración intentando no temblar al verlo tan cerca.

 

-Te veré en una semana Uzumaki, y más vale que estés preparado para lo que te espera- lo sujetó con fuerza dela muñeca y con el garfio le rasgó la manga ocasionándole un corte que le hizo sentir que perdería el brazo después sin otra razón aparente volvió a empujarlo por la borda mientras los hombres exclamaban y vitoreaban a su capitán. Sin embargo no volvió a tocar el agua, en cambio, flotaba en el aire sujetado de la pantorrilla por la personita oculta dentro del destello rosado.

 

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El calabozo era un lugar frío, más frío aun que las aguas de Nunca Jamás en invierno. El agua se filtraba y mojaba sus botas, las ratas corrían a hurtadillas por las sombras buscando algún trozo de cualquier cosa comestible, si hubiera dormido los seis días seguidos que llevaba ahí, seguro ya le hubieran roído la poca ropa que llevaba. Aunque debía admitir que eran compañeras bastante más soportables que cualquiera de los que se encontraban arriba en cubierta; no hacían preguntas irritantes, no pedían explicaciones de sus actos, y no se acercaban después de que recibían una advertencia.

 

Extrañaba su camarote de todas formas. Extrañaba verse al espejo, le purgaba saber que seguramente tendría un aspecto terrible en aquellos momentos, y ni hablar de que necesitaba con urgencia un baño caliente, no solo por el frío, sino porque sentía que toda la pestilencia del lugar le quedaría impregnada durante meses y sentía asco solo con mirarse las manos llenas de lodo y sudor frío.

 

Acababa de despertar para recibir su acostumbrada única comida del día cuando escuchó el alboroto que se armaba arriba. Intentó poner todos sus sentidos en alerta, habían lanzado a alguien por la borda, pero no tenía idea de quien había sido, no lograba escuchar más debido lo profundo de su ubicación, solo esperaba que no fuera Sai o algún niño perdido capturado. De pronto el grito rutinario de Orochimaru: vuelvan al trabajo idiotas, le indicó que todo había terminado, un pobre diablo más que alimentaría a los peces. Lo extraño fue que después de aquel repentino silencio, frente a los barrotes de su celda apareciera el capitán con el plato más delicioso que había visto en días, en sus manos, un enorme trozo de pescado frito. Se acomodó recto en su catre, tan digno como un doncel de la realeza encerrado injustificadamente.

 

-Te ves encantador en esa postura querido- rompió el silencio el capitán sentándose en un banco frente a la celda -apuesto a que te cuesta mucho mantenerla así después de todos los golpes que tienes en el cuerpo.

 

Sasuke no cayó ante la provocación y decidió alejar su vista del jugoso filete y del hombre frente a él.

 

-Se supone que no tengo derecho a visitas- exclamó el doncel cruzando los brazos sin darle el gusto de mirarle a la cara. -¿Qué quieres?

 

Orochimaru soltó una risita.

 

-Soy el capitán pequeño, las reglas no aplican en el capitán.

 

Sasuke bufó en respuesta y lo miró de reojo lo que pareció complacer al mayor.

 

-Vine a hacer las pases contigo Sasu- el nombrado frunció el ceño, escuchar el diminutivo de su nombre de una boca tan vulgar y lasciva le repugnaba, pero no podía hacer nada, era obvio que el hombre solo buscaba fastidiarlo –debes entender que solo busco que seas el mejor y estos días tu conducta ha dejado mucho que desear.

 

-¿Te he decepcionado tanto como para tenerme aquí por casi una semana sin nada más que un cobertor y un trozo de queso al día?- la fortaleza de Sasuke para no mirarle a los ojos se fue por la borda y si hubiera podido, ya lo hubiera matado mil veces con la mirada.

 

-Eres como un hijo para mí- dramatizó el pirata fingiéndose mártir, Sasuke rodó los ojos- y no sabes lo mucho que me duele que me hayas fallado, tú…tú eres un príncipe, Sasuke y no perteneces aquí abajo, con las ratas…

 

-Basta de rodeos- interrumpió sin ningún miramiento el doncel -no creas que puedes engañarme tan fácil como al resto de los perros que te lamen las bolas allá arriba, ¿qué demonios quieres?

 

El capitán soltó una fuerte carcajada, hasta limpió una lagrimilla que escapó de sus ojos a causa de ella.

 

-Esa lengua, te la cortaría con gusto si no fuera porque con ella consigues los mejores botines.

 

Sasuke se sonrojó por el comentario. Definitivamente buscaba sacarlo de sus casillas, no le daría el gusto.

 

-No hago lo que tú piensas- respondió casi en susurro dejando claro que no tenía defensas cuando se inmiscuían en detalles tan íntimos de su vida.

 

-Por supuesto que no, eres demasiado refinado para dar “tus favores” a cambio de cosas tan banales, tu peleas a punta de espada nada más.

 

Sasuke intentó ignorar lo avergonzado que se sentía para arremeter contra el pirada con esa afilada lengua suya.

 

-¿Vas a decirme que quieres, o te quedarás parloteando el resto del día? ¿No tienes algún otro idiota que lanzar por la borda?

 

-Ah, claro, así que lograste escuchar algo, ¿qué te pareció, cariño? No he perdido el toque.

 

-Pierdes el tiempo, debimos haber zarpado hace días, y tú sigues esperando al dobe, ¿Qué no te ha quedado claro que no va a volver?, no recuerda este sitio, ni a ti, ni siquiera…

 

-¿Ni siquiera te recuerda a ti?

 

Las palabras del pirata fueron más filosas y certeras que cualquier arma que hubiera empuñado jamás. Toda era cierto, ese rubio tonto no tenía ni idea de quien era él, a pesar de que rompió las reglas para verlo en más de una ocasión.

 

-Aún está disponible el puesto que tanto anhelas Sasuke- dijo Garfio, esta vez con un tono de voz más serio y poco amigable. Sasuke salió del trance que le provocó su triste situación amorosa. –Si aún lo quieres, no puedes, corrijo, no debes tenr una sola falla más ¿entendiste?

 

Los ojos de Sasuke adquirieron un brillo que no recordaba haber visto desde hacía algunos años atrás, esperanza. Orochimaru sonrió como si tramara algo, o eso pensó Sasuke.

 

-No te diré lo que ocurrió con el niño, si es lo que quieres, puedes dejarme morir aquí, no hablaré.

 

Sin responder una palabra a su comentario, el capitán abrió la celda y le cedió el paso.

 

-Sin trucos. Eres libre de volver arriba si deseas el puesto pero quiero algo a cambio… –Sasuke había puesto un pie fuera de la celda en cuanto Orochimaru le dio la espalda para salir del calabozo pero estuvo tentado a regresar a su catre y no salir de ahí nunca -…quiero que mates a Naruto Uzumaki frente a mí.

 

Sasuke se heló más de lo que ya estaba, no era capaz de mover un músculo para salir de la celda ni para volver a entrar. Supo dos cosas entonces, la primera; Orochimaru había vuelto a jugar con su mente y con sus sentimientos pues tan bien lo conocía que estaba seguro de que no estaría dispuesto a quedarse un minuto más en el calabozo sabiendo que era libre de irse y disfrutar los lujos a los que tanto estaba acostumbrado, y la segunda cosa que logró hacer a su corazón bombear con tanta rapidez que creía que moriría, Naruto había vuelto a la isla.

Notas finales:

Gracias a todos lo que continúan leyendo. 

Unicamente tengo para decir que pronostico seis, tal vez siete capítulos mas para que esta historia llegue a su fin, esto claro asegura capítulos mas largos y situaciones que espero no logren imaginar, pero como siempre espero conocer sus ideas y teorías acerca de qué rumbo tomará la historia.

Coman todas las ansias que puedan y hasta el próximo capítulo.


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