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Regreso a Nunca Jamás por HizakiDoujinshi

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Notas del capitulo:

Hola XD esta vez el capítulo salió pronto.

Espero que les guste.

2.2 Segunda Visita

 

Cualquier persona que se llamara a si misma decente y respetable dentro de la sociedad Londinense debía saltar de gusto cuando recibía una llamada de Lady Tsunade pues una simple llamada podía significar un prometedor futuro de vida social bastante amena, llamativa y elegante. Claro que, nunca nadie esperaría dicha llamada pasada la media noche, horario nada prudente para organizar reuniones de sociedad, ni mucho menos que el tema de conversación girara en torno de un doncel desaparecido por más de seis años.

Itachi espabiló nada más escuchó el nombre de su hermano ser mencionado por la mujer, porque que ella lo nombrara solo podía significar una cosa: Naruto había recordado algo.

 

No recordaba haber tenido una noche tan agitada desde aquella vez en que su flamante doncel le había sacado a patadas de la habitación justo después de intimar  bajo la excusa de que atravesaba por el peor mareo de su vida, vaya sorpresa la que se llevaría al día siguiente al saber, por boca del doctor, que su esposo estaba en cinta. Sin embargo, esta ocasión le resultaba terriblemente similar a aquella otra, pues Deidara no solo lo sacó de nuevo de la habitación a empujones para que fuera a ver a Naruto ipso facto, sino que lo hizo volver después de haberse subido el pelinegro al automóvil, para ayudarle, primero a bajar la larga escalera, segundo a subir al auto y llevarlo con él a visitar a los Senju, todo esto a los pocos minutos de la llamada de Lady Tsunade.

 

Bendita la suerte que les permitió llegar a la mansión Senju sin ningún hueso roto ni amenaza de aborto a la vista, quizá sí con los nervios de punta y una cantidad de palabrotas que ninguno pudo callar durante el camino, resonando en los oídos de ambos.

 

Lo primero que hizo Tsunade al ver a la pareja azotando puertas y resoplando cual toros embravecidos fue llevar a Deidara al salón y pedir que le prepararan una taza de té, Itachi entendió que por el bien de su esposo y la criatura, él debía esperar afuera unos minutos hasta que su alterado estado anímico cediera un poco al raciocinio que necesitaba para hablar con Naruto.

 

Revisó su reloj de bolsillo, las  tres de la madrugada. Llevaba casi media hora dando vueltas junto a su automóvil, casi podía sentir que había hecho un hoyo en el cemento,

 

-¿Itachi? –Lady Tsunade apareció por la puerta, al parecer Deidara se había tranquilizado –puedes entrar.

 

-¿Cómo está Deidara? –dijo mientras dejaba el sombrero y el abrigo en uno de los percheros junto a la puerta. Respiró buscando señales del doncel en alguno de los sillones del salón en vano, él no estaba ahí.  

 

-Bastante alterado, debo decir. Mandé que lo llevaran a una habitación para que descansara, su estado no es el mejor ahora como para hablar sobre Naruto y tu hermano, sin embargo prometí que le contarías todo en cuanto despertara.

 

-Gracias Lady Tsunade- muy agradecido por aquella decisión tomó asiento en un sofá y tuvo el atrevimiento de liberar el primer botón de su camisa, desde que había recibido la llamada de la mujer sentía que el aire le asfixiaba, y ver a su esposo alterado solo emporaba las cosas. –ha estado delicado

 

-No es bueno para él pasar por esto en estos momentos, no fue mi intención alterarlo de esa forma con mi llamada- la rubia se sentó en el mueble contiguo al de Itachi, tan solo en la orilla del sofá, manteniendo siempre la rigidez de espalda, las manos tensas sobre el regazo y la mirada preocupada.

 

-Le ruego que pasemos al tema de mi visita, no sabe lo preocupado que me han dejado sus palabras—Siempre al grano cuando se trataba de asuntos serios, el pelinegro no quiso alargar el suplicio tanto suyo como de ella más de lo que podían soportar.

 

 -Hace unos días celebré una fiesta de té para que Naru pudiera familiarizarse con algunas jovencitas de buena familia, pero tuvo el mal tino de ofender al hijo menor de los Sabaku- Itachi hizo amago de interrumpir, pero trató de callar sus ideas sobre lo malo que podía resultar un compromiso para el rubio ahora -cuando  hablé con él sobre eso, intenté convencerlo de buscar comunicación con el joven Sabaku, pero me dijo que no estaba interesado en conocerlo, ni a él ni a nadie puesto que tenía ya a alguien en quien pensar y, mencionó a tu pequeño hermano.

 

-Sasuke…

 

-Así es- Tsunade se levantó del sofá no pudiendo aguantar la mirada tan penetrante del pelinegro, cargada de emoción e impotencia, se dirigió al bar de su marido para servirse algo que le pudiera aligerar o eliminar la tensión del cuerpo. -Tan solo me preguntó si lo conocía, no supe decirle más que era un jovencito encantador, de muy buenos modales, y las muchas expectativas que tenía sobre él.

 

-¿Naruto respondió algo?

 

-A decir verdad- trató de hacer memoria –nada coherente, dijo que no había oído más que maravillas de él de tu propia boca, se sonrojó y mencionó por último algo sobre que tal vez él era el doncel de sus sueños- le ofreció al Uchiha un vaso de brandy quien lo aceptó más que gustoso- no sabía que sintiera ese tipo de cosas por nadie y al principio pensé que era muy romántico que tuviera esas ideas, sin embargo, pienso que en el fondo hay algo que no se atreve a decirme, es por eso que te llamé.

 

Itachi estaba pensativo. ¿El doncel de sus sueños? Eso podía tener sentido, y a la vez ninguno, nada en esa frase le aseguraba que sus memorias volvían, tal como había dicho el médico; “aunque vuelvan a su mente detalles de su vida pasada, nada nos garantiza que pueda recordar del todo”.

 

-Siempre has logrado que se abra contigo, yo solo…

 

-Despreocúpese Lady Tsunade, hablaré con él- se levantó y se acercó a la mujer y colocó una mano en su hombro como muestra de apoyo para tranquilizarla, no debía ser nada fácil sobrellevar el diagnóstico de amnesia que recaía sobre su hijo adoptivo. –agradezco que me haya llamado, sabe que jamás despreciaría cualquier mención de Sasuke, por mínima que sea. Ahora más que nada, quisiera acompañar a mi esposo lo que resta de la madrugada, si no tiene inconveniente alguno, pasaremos aquí la noche, así podré hablar con Naruto por la mañana.

 

Con toda la elegancia que sus muy agotados músculos le permitieron, realizó una leve reverencia para la mujer después de que esta le hubo guiado hasta la habitación donde Deidara dormía, y no sin antes volver a agradecer la hospitalidad y otras atenciones para con ellos, se metió a la habitación y a su vez, la rubia se dirigió a la suya junto a su marido.

 

Dentro de la habitación Deidara dormía, incómodo, por lo que pudo notar, pues su expresión de ceño fruncido solo podía significar que algo le incomodaba; ya fuera el pequeño Uchiha creciendo y moviéndose en su interior, los músculos tensos por el reciente ajetreo, la falta de almohadas bajo sus piernas y espalda, la preocupación por el muchacho rubio, o tan solo que no se encontraba con él en la cama. Sea lo que fuere, el pelinegro no se molestó en desvestirse, tan solo se metió en la cama  abrazó al rubio quien solo por sentir la compañía y ese calor familiar relajó un poco su semblante y se apegó a aquella fuente de tranquilidad. El pelinegro por más que intentara mantener la mente pensativa, el sedoso cabello que acariciaba le hizo caer en brazos de Morfeo.

 

 

La mañana del sábado fue catalogada por el pelinegro Uchiha como “inesperada, dulce y placentera”.

Definitivamente, después de aquella batalla campal en el auto hacía tan solo unas horas, no esperaba, ni siquiera imaginaba despertar de aquella forma como lo hizo esa mañana.

Su esposo no era precisamente el más cariñoso y mucho menos el doncel más consentidor tratándose de temas de alcoba, y justo en aquel momento en el que más tenso se sentía, había llegado a la conclusión de que aquel cosquilleo relajante que sentía en su entrepierna era producto de un muy bonito sueño húmedo en el que su bello doncel le acariciaba, sin embargo, al forzarse a despertar, grata fue su sorpresa al enterarse que no se trataba solo de un sueño. Decidió que debía aprovechar aquel encantador arrebato que después pasaría a ser tan solo “un cambio de humor garrafal ocasionado por el embarazo”, y es que definitivamente él no era de piedra, y seis meses de gestación le pasaban factura.

 

Una vez aseado después de su inesperada, rápida, reparadora y sobretodo cuidadosa sesión matutina (porque ante todo, la salud de su primogénito y la de su esposo eran prioridad), y después de ayudar a asearse al doncel, le ayudó a bajar al jardín para que tomara el desayuno junto con Lady Tsunade mientras él se preparaba mentalmente para una charla “hombre a hombre” con el joven de la casa.

 

 

-Itachi, ¿qué haces aquí tan temprano?- le salud[o el rubio con cara de espanto al verlo subiendo las escaleras, imaginaba que hacia su habitación.

 

-Hey, que me hago tiempo para pasarlo contigo y reaccionas así- cruzó los brazos como si su comentario le hubiera ofendido.

 

-No lo tomes a mal, no he tenido una buena semana, es todo- sonrió mientras se rascaba la nuca, en verdad agradecía la presencia del pelinegro y sabía que estaba ahí por algo en especial, no sabía por qué, pero tal vez al fin podría desahogarse un poco.

 

-Para eso estoy aquí hombre- le abrazó para sacarle otra sonrisa a aquel rostro que amenazaba con apagarse –ya era hora de que habláramos un poco, cuéntame, ¿cómo van las citas con el médico?, ¿sigues tomando los medicamentos? ¿Cómo estuvo tu “cita” con el joven Sabaku? Oí que le hiciste algo terrible, ¿su padre no ha puesto un precio a tu cabeza?

 

Naruto inmediatamente le cubrió la boca con las manos impidiendo que siguiera hablando tan fuerte y tan a la ligera dentro de su casa, donde seguramente todos podrían escuchar.

 

-¿Te parece si conversamos fuera? Aquí no es seguro-

 

 

No comprendía como se le pudo haber pasado aquel detalle, Naruto era un adolescente, uno tan avergonzado de sus propias emociones que le asustaban, y aún más avergonzado de que sus padres siguieran tratándolo como un niño cuando para él era más que obvio que se estaba volviendo un hombre. Aceptó la petición del rubio de dar un paseo por el parque mientras le contaba sus cosas, dejaría que hablara todo lo quisiese, y solo hasta el momento oportuno sacaría el tema de su hermano.

 

La mañana era fresca, presagiaba un clima agradable de mediados de abril, aunque para Naruto las flores moradas ya no eran razón suficiente como para alegrarse del buen día, y en cierta forma el calor abrazador que vendría en pocas horas le ponía de mal humor, razón por la cual quiso aprovechar la poca brisa de la mañana en su parque favorito, ese que se encontraba de camino a la casa de Itachi.

 

Se sentaron en un banco. Itachi tan descansado como hace tiempo no estaba, era todo sonrisas y calma. Naruto imaginaba por qué, pero a decir verdad no le interesaba averiguarlo. Intentó ponerse cómodo y tratar de que algo de la calma del pelinegro se le pegara.

 

-¿Y bien?- preguntó Itachi estirando los brazos y respirando profundo.

 

No tenía por dónde empezar.

 

-¿Por qué no empiezas por contarme lo que pasó con el joven Sabaku? y olvida el recato hombre, que estás conmigo.

 

-De acuerdo- susupiró –Tal vez dije una o dos cosas que le ofendieron, no estoy seguro, mamá me hizo ir a ofrecer disculpas.

 

-Oh, entonces el asunto está resuelto, ya no tiene importancia si te disculpaste…

 

-Justamente es ese el problema- interrumpió sintiendo como la poca paz que había reunido decidía abandonarlo a su suerte. Itachi lo vio con seriedad como reprendiéndolo -¡Ah! Que no es mi culpa que el señorito no se haya dignado a recibir mi visita las cinco veces que he ido esta semana- se llevó las manos al cabello con ganas de tirar de él y arrojarlo.

 

-Es un doncel, claro que no iba a recibirte las primeras cinco veces, sigue molesto

 

-Es insufrible, me ha tenido esperándolo horas afuera de la casa sin permitir que nadie me abra la puerta ¿cómo demonios espera que me disculpe?

 

Contra todo pronóstico, Itachi rompió a reír logrando frustrar aún más al rubio.

 

-Valla amigo, ríete de mí desgracia.- Recibió un coscorrón directo en la cabeza.

 

-Exactamente ¿qué le dijiste para que aún no se haya dignado a verte?, debió haber sido algo terrible.

 

-Para nada, solo le dije que si acaso él tenía 40 años, y supuse que tal vez él era igual a las demás señoritas que nos acompañaban, un amante de las compras.

 

-Pues, quizá no solo fue eso, debo decir que la familia Sabaku es, cómo decirlo…

 

-¿Un asco?- Otra vez esa mirada de reprimenda.

 

-La familia Sabaku no enseña a sus hijos a ser únicamente “amantes de las compras” como tú le llamas, son una familia de historiadores y antropólogos con bastante fama y prestigio, insultar al hijo menor  no solo implica insultar al hijo de papi, sino a sus tradiciones, su nivel de conocimiento, y su honor, además si me lo preguntas, el pequeño doncel es toda una joya Naruto, creo que no encontrarás otro doncel o dama tan culto y tan poco frívolo de tu edad en las fiestas de sociedad.

 

-Ajá, ¿y  cómo propones que pueda hablar con él si ni siquiera me reciben en casa del príncipe Sabaku? ¿Debería entrar  por la noche a hurtadillas en su habitación? Tal vez charlemos un poco y nos volvamos mejores amigos- ironizó el rubio. Itachi suspiró.

 

-¿Quieres que el jovencito te reciba? Habla con su padre. Soltó el pelinegro igual de calmado, intuyendo que aquella opción le crearía al rubio un agujero muy profundo n el estómago, casi pudo escuchar como tragaba la saliva de forma pesada. –Si convences a su padre, tendrás al pelirrojo en la palma de tu mano.

 

-¿Eso hiciste con Deidara? ¿Convencer a su padre?

 

-Eso es otra historia que no te concierne ahora- le jaló la nariz tal cual lo haría con un niño pequeño. Era momento de traer a otro doncel a la conversación. –Si quedas bien con su padre, quizás te conceda su mano- y logró el efecto deseado pues el rubio se sonrojó hasta las orejas.

 

-No espero que me prometa su mano tan solo porque me disculpé.

 

-¿Por qué no? Es bastante bonito, muy inteligente, y moderado con las compras y las fiestas.

 

Naruto se levantó del banco y caminó un par de pasos delante, regresó y se volvió a sentar, todo bajo la atenta mirada de Itachi.

 

-Cuéntame más sobre tu hermano- el rubio cerró los ojos y solo hasta ese momento se concentró en la brisa que revolvía sus cabellos. Itachi sonrió levemente.

 

-¿Qué te puedo decir que no sepas ya?, era pelinegro, delgado pero fuerte, tenía mucha energía para ser tan pequeño, esperaba  a que volviera del trabajo por las noches para escuchar un cuento antes de dormir, tiempo después era él quien los inventaba y reunía todas las noches una audiencia de juguetes para que lo escucharan, recuerdo que tía Kurenai era estricta con él, deseaba que se comportara a la altura de un doncel con su apellido, y él lo hacía, pero nunca le agradó…

 

Para Naruto, el Sasuke que Itachi describía era perfecto, como todos los donceles debían ser, cariñoso, lo suficientemente ingenioso como para inventar su propio mundo, disciplinado y con las convicciones lo suficientemente fuertes como para hacerte romper las reglas. Sasuke era como un ave a quien han atado las alas y aun así busca la libertad, para Naruto la libertad no era una opción, pues solo te llevaba a dos caminos, al mundo donde Sasuke debía estar gozándola plenamente, o a un cuarto de paredes blancas donde la disfrazaban con píldoras en el cual no solo ataban alas, sino vidas. A su mente vino irremdiablemente el primo de Itachi, Sai, quien se había ganado una estadía permantente en una de esas desoladas habitaciones.

Por esa razón cada vez que pensaba en el doncel, su corazón se llenaba de algo cálido a lo que según él no tenía acceso en su mundo de obligaciones y reglas.

 

-… ¿qué?- abrió los ojos, el sol comenzaba a rozar su rostro. No le molestaba.

 

-Que si estás poniendo atención, tal parece que te hubieras ido dejándome hablando solo.

 

-Lo siento, me distraje- llevó su mano al cuello donde colgaba el pequeño botón azul en un listón nuevo.

 

-Necesito saber si has podido recordar algo, lo que sea.

 

Naruto rio irónico mientras se levantaba del banco. –Creerás que es una tontería, pero siento que conozco a tu hermano de toda la vida, hasta podría jurar que…olvídalo- se dio media vuelta alejándose de Itachi. Este le dio alcance ansioso de saber el qué.

 

-¿Jurar qué?

 

-Desde hace unos días, cada vez que imagino a Sasuke, solo puedo vienen a mi mente dos cosas- se detuvo un momento –al malvado doncel con el garfio en la mano intentado sacarme las tripas, y –sintió un calorcillo agradable en sus mejillas- un beso.

 

Para cuando Itachi reaccionó Naruto se despedía de él con la mano a varios metros de distancia en dirección a la mansión donde vivía Sabaku no Gaara.

Notas finales:

Preparen sus apuestas que en el próximo capítulo por fin veremos a Sasuke.

¿cómo se imaginan el esperado reencuentro?

Gracias a todos los que se toman un ratito para comentar, me alegran mucho sus comentarios XD hasta debo admitir que me dan ganas de soltarles la sopa completita jejeje pero nooooo. Todo a su tiempo.

 

Hasta la próxima.


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