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Regreso a Nunca Jamás por HizakiDoujinshi

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Notas del capitulo:

No tengo cara para aparecer por aqui despues de tanto tiempo.

Por favor, discupen la tardanza.

Lo compensaré con un capítulo bastante largo, y que realmente me costó trabajo escribir porque de esto dependia que las historia pueda avanzar.

Es el capítulo que tanto han estado esperando los que que anhelan saber de Sasuke. Espero que les guste.

 

Antes que otra cosa, les recomiendo que escuchen una canción antes de terminar el capítulo, (si lo escribí bien, sabran con qué parte del capítulo asociarla), se los dejarpe como sorpresa. 

les dejo el link:

https://www.youtube.com/watch?v=rtxT-bn18OY&index=1&list=RDrtxT-bn18OY

 

Era noche fresca, cuando algo lo despertó, no fue un ruido, más bien un tacto frío, tal como el que recordaba cuando un doncel pequeñito y delgado se escabullía en sus mantas porque extrañaba dormir con su hermano mayor. Abrió los ojos y ahí estaba ese doncel, había cambiado, pero aun así podía reconocerlo en cualquier parte. La misma piel suave, los mismos ojos negros encantadores, la misma voz de pajarito que contaba los mejores cuentos del mundo. No le dejó decirle todo lo que había estado guardando para decir, al contrario, le indicó que debía guardar silencio.

 

-Lamento que debas dormir en un sitio frío como este, pero descuida, pronto te sacaré de aquí- sonrió y se sentó en la cama –aunque primero debo arreglar unos asuntos con el dobe, y ajustar cuentas con Garfio…

 

-Itachi te extraña, y Uzumaki…

 

-¿Qué hay con él?

 

-Ya no sabe volar. –respondió triste.

 

-Descuida- acarició la frente del varón- veré que aprenda de nuevo, pero no lo olvides, aun no puedes irte, debes ayudarme a llamar la atención del dobe.

 

-Pero quiero ir contigo.

 

-Aun no Sai- la voz de pajarito se transformó en un trueno que salió por la puerta dejándola abierta, y Sai confundido no tardo nada en seguir al dueño de aquella voz hasta el último piso del hospital, donde sus ojos pudieron admirar al esplendoroso Jolly Roger anclado en el jardín, flotando majestuoso con polvo dorado de hada.

 

 

 

 

Naruto despertó de su ya habitual pesadilla, fue eso, o la tormenta que caía afuera lo que lo había despertado. Y como no pudo volver a conciliar el sueño decidió adelantar un poco del trabajo de la oficina. Amaneció sin que él se diera cuenta. Unos golpecitos en su puerta lo distrajeron del trabajo, y entonces pudo notar que ya había amanecido, la tormenta había cesado y hasta parecía que haría un buen día. Se levantó de su escritorio y guardó los documentos en el cajón. Estiró los brazos escuchando sus huesos tronar en el proceso, ¿cuántas horas había estado sentado?, y fue a abrir la puerta.

 

-Buen día cariño-

 

Era su madre con una bandeja con el desayuno, ya se le estaba haciendo costumbre subirle el desayuno solo para poder conversar a solas sin que su padre interfiriera con comentarios agridulces. Definitivamente, algo buscaba averiguar.

 

Le cedió el paso a su habitación y la dejó instalarse, mientras el rubio esperaba escuchar la pregunta del día.

 

-¿Dormiste bien, cielo?

 

-Algo así, la tormenta me espantó el sueño en algún momento…

 

-Me alegro tanto querido- interrumpió su madre como si no le hubiera puesto la mínima atención- hablando del señorito Sabaku, y sabiendo que ya son tan buenos amigos…

 

-No somos amigos mamá, tan solo lo acompañé a un paseo por el parque solo porque su padre me lo pidió y…

 

-Espléndido cariño, entonces, necesito que le entregues esta invitación al señorito Gaara- volvió a interrumpir lady Tsunade al rubio.

 

-¿Invitación? ¿Acaso me perdí de algo?

 

-De nada cariño, solo es una insignificante fiesta de disfraces que estoy planeando por tu cumpleaños.

 

-Pero mi cumpleaños fue hace tres semanas…

 

-Exacto, y no lo festejamos como es debido, así que anda, aséate y vea a entregar esa invitación.

 

-¿Por qué no la dejas en el buzón?, me ahorrarías la mala experiencia de seguir tratando con el estirado pelirrojo.

 

-¡Naruto Senju!- la delicada dama de sociedad había desaparecido dejando ver a la estricta madre que se escondía debajo de todo ese maquillaje. –¡Irás a entregar esa invitación al señorito Sabaku, como el caballero que te enseñé a ser, y lo harás de buena gana! –Naruto estaba en shock. Pocas veces su madre utilizaba ese tono con él. Lo que más lo consternó fue que antes de salir de la habitación, la mujer le dio un beso en la mejilla y salió como si nada hubiera pasado.

 

Y ahí estaba horas después. Aseado y arreglado, frente a la tan conocida puerta de la mansión Sabaku esperando a que alguien le abriera.

 

-Residencia Sabaku- dijo el ama de llaves al abrir la puerta- ah, eres tú de nuevo. El señorito no está, salió a dar su paseo por el parque- dijo y cerró la puerta en sus narices, claro estaba que no le agradaba para nada a la mujer.

 

-Gracias, supongo- respondió a la puerta cerrada.

 

El día aclaró, y se sentía el bochornoso aire que venía después de una tormenta como aquella que lo despertó (quería creer que había sido eso y  no su pesadilla). Después de su infructuosa visita a la casa Sabaku, decidió regresar a casa por el parque, como acostumbraba; estar entre tantos árboles le agradaba, se sentía tranquilo, y en cierta forma feliz. Lo que no esperó (ni porque el ama de llaves se lo había dicho) fue ver al pelirrojo sentado en un banco del parque, claramente llorando.

 

-Así que, el niño llorón soy yo- dijo en tono burlón recordando una ocasión en el que el doncel lo había llamado así por quejarse ante sus evasivas cuando aún lo buscaba para disculparse. El pelirrojo levantó la vista intentando limpiarse las lágrimas mientras buscaba no sonrojarse por la vergüenza de ser visto en esas condiciones.

 

-Cierra la boca niño, ¿no tienes nada más que hacer? –decía entre sollozos Gaara.

 

-Realmente no, mi madre me mandó a tu casa para entregarte personalmente esto- le tendió la invitación que el doncel tomó extrañado. –Espero que sepas que no me alegra nada saber que estarás presente, ni siquiera sabía de esta fiesta así que si decides asistir me da igual.

 

-Gracias, supongo- respondió sin ganas el doncel, raro en él, ya que esperaba algún reproche por su falta de caballerosidad. Eso lo hizo querer portarse un tanto más amigable con él.

 

-De haberte pasado algo muy malo para que dejes que alguien como yo te vea así- dijo sentándose a su lado en el banco. -¿Quieres hablar de ello?

 

-¿Por qué quieres saber? Tú y yo sabemos que no te agrado y que no me agradas, nada te obliga a estar sentado aquí escuchando cosas de donceles.

 

Naruto sonrió con timidez y se rascó la nuca. –Me agradarías si no fueras tan estirado, amargado y…

 

-¿Amargado yo?- interrumpió el doncel frunciendo el ceño y sorbiéndose la nariz. –Permíteme recordarte que el del empleo engorroso junto a viejos decrépitos eres tú.

 

-¡Ey! ¡No te atrevas a burlarte de mí empleo!, es un buen trabajo,  me entretiene y enorgullezco a mis padres.

 

Ni siquiera notó en qué momento se levantó del banco y apuntaba amenazadoramente al pelirrojo con el índice. Solo hasta que se dio cuenta de que el pelirrojo había parado con sus sollozos, se vio frente a él.

 

-Al menos tu padre se siente orgulloso de ti-. El doncel pelirrojo sonreía sin ganas, a Naruto le pareció una sonrisa triste, como esas que Itachi acostumbraba cuando alguien mencionaba a su hermano.

 

Naruto volvió a su asiento al lado del pelirrojo. Tenía mucho que preguntarle, en vista de que había salido a la luz el motivo de su tristeza, pero decidió callar y por primera vez no ser imprudente con ese doncel, no soportaría tener que disculparse de nuevo por algo que no sabría con seguridad. Además, ellos (los donceles y las chicas) se sentían a gusto cuando un chico solo se sentaba y escuchaba, ¿cierto?

 

-Mi padre cree que por ser doncel no debo trabajar, ni acepta que quiera estudiar un oficio de hombres…

 

-¡¿También quieres ser contador?!- Hasta ahí llegó toda la prudencia de Naruto. El doncel se sobresaltó al escuchar el grito, pero al contrario de molestarse por la interrupción, solo negó con la cabeza.

 

-En mis tiempos libres asisto a los doctores del hospital psiquiátrico. Ellos piensan que hago un buen trabajo cuidando de los pacientes, creen que podría ser un buen enfermero, pero yo quiero ser doctor, quisiera ayudar a los pacientes de ahí lo más que pueda…- Naruto lo miraba con asombro -…hasta la directora del hospital cree que podría entrar a la academia de psiquiatría, yo también lo creo, recibí una carta para realizar la prueba de admisión pero mi padre no acepta que la haga, me aseguró que movería todo cuanto pueda para que no me acepten y…

 

-¿Tu padre hizo qué?

 

¿Es que acaso ese rubio idiota nunca le dejaría terminar una frase?, pensó el doncel. Sin embargo, estaba complacido de la atención que le prestó la mayor parte del tiempo.

 

-Debes hacer la prueba.

 

-¿No escuchaste? Mi padre hará que no me acepten, aunque logre pasar la prueba.

 

-Tal vez no sabe que eres bueno en eso, si tanto quieres hacerlo, no deberías fijarte en lo que tu padre dice- Naruto hablaba al aire, con una sonrisa en los labios. “un doncel, cariñoso,  lo suficientemente ingenioso como para inventar su propio mundo, disciplinado y con las convicciones lo suficientemente fuertes como para hacerte romper las reglas”. Sasuke vino a su mente. –Si realmente deseas ser doctor, demuéstrale a tu padre que está equivocado.- se levantó y le sonrió al pelirrojo quien ya había dejado de llorar. Se alejó despidiéndose con la mano sin voltear a verlo. –Te veo en la fiesta.

 

 

 

La noche de la fiesta, Naruto se encontraba indispuesto. Entendía el afán de su madre por los eventos temáticos y fiestas de disfraces, pero jamás aceptaría usar en público aquel atuendo tan infantil. Habría que haber visto el berrinche que le hizo a lady
Tsunade para no tener que usar aquellas orejitas puntiagudas, cola esponjosa y antifaz de zorro, todo eso sumado a un traje blanco. Aborrecía el blanco. No ganó la pelea y ahora no deseaba ser visto con ese atuendo. Unos golpes sonaron en su puerta.

 

-Naruto, cielo, no quieres que mamá se moleste de nuevo ¿cierto? A tu estómago no le gustará.- La respiración del rubio se detuvo unos segundos. -¡Sal ahora mismo y recibe a tus invitados!-

 

No tuvo opción. Si quería alimentarse de algo más que no fuera comida verde, debía obedecer.

 

La velada transcurría mejor de lo que había esperado, no solo porque muchos de los invitados, (al menos los que consideraba importantes), no habían hecho comentarios sobre su atuendo, sino porque su madre había tenido el tino de llenar la mesa de bocadillos con todos sus favoritos. Durante casi dos horas se limitó a saludar y pasearse por el salón preguntando a los invitados si estaban a gusto, después huyó de los ojos de Tsunade para ir en busca de comida.

 

No había visto a Itachi ni a Deidara, apostaba a que el rubio había hecho alguna rabieta que los había retrasado, era eso o Itachi había olvidado la fiesta. Suspiró. Sería una noche larga sin alguien con quien conversar. Justo pensaba en lo mucho que se aburriría las próximas tres horas ahí parado solo junto al tazón de ponche cuando un escalofrío le recorrió el cuerpo, ese presentimiento de que algo pasaría lo invadió, y el roce en su hombro lo hizo saltar.

 

-Lamento asustarte-

 

Naruto se volvió hacia quien le hablaba, ahogó una carcajada, no solo para no atragantarse con el canapé que masticaba, también deseaba evitar de nuevo los malos entendidos con el doncel.

 

-Se supone que debías venir disfrazado, es una fiesta de disfraces, no un zoológico.- Gaara usaba un pijama gris  de cuerpo completo y un antifaz con la cara de un mapache, lo único que faltaba eran las orejas, lo que dejaba su cabello rojo completamente expuesto, razón por la cual Naruto pudo reconocerlo de inmediato.

 

-Habla por ti Senju, ¿un zorro?

 

-Ni lo menciones, mamá insistió en que lo usara. Le gustó mucho y me obligó a traerlo toda la noche. En fin, que bien que pudiste venir. ¿Cómo te fue con tu padre y la prueba?- los ojos del doncel se iluminaron detrás del antifaz.

 

-Está molesto, aunque no sé si conmigo o con la academia.

 

Eso fue todo lo que tuvo que saber Naruto para entender que el doncel había seguido su consejo, eso lo hacía sentir importante, y ver la tímida sonrisa que buscaba formarse en el rostro del pelirrojo le generaba una sensación cálida en el pecho. Llevó la mano a su cuello donde descansaba el botoncito azul. Era algo parecido a lo que sentía cuando pensaba en el hermanito de Itachi.

 

-Para ser doncel, no eres tan torpe- dijo riendo el rubio mientras revolvía los cabellos de Gaara…

 

 

-Tsk…- unos ojos negros se entrecerraron al observar la escena. Viajaron de uno a otro personaje con ganas de estrangular a un rubio, y lanzar por la plancha de su nave al pelirrojo. No tenía idea de lo que esos dos estaban hablando, y siendo sincero no le importaba mucho, solo deseaba que el pelirrojo se alejara de ese dobe cabeza hueca.

 

Naruto volteó hacia el otro extremo del salón, hacia la escalera, buscó entre la gente. Pudo sentir claramente como si algo le quemara la nuca, como si alguien le estuviera intentando rostizar con la mirada, pensó que tal vez sería Deidara, por no haber ido a visitarlo en tanto tiempo, pero no había encontrado a nadie.

 

El tema hubiera quedado en el olvido pero mientras gastaba su tiempo en temas que por casualidad compartía en interés con el pelirrojo, seguía sintiendo una pesadez en la espalda. Definitivamente alguien lo observaba.

 

-¿Senju?- Gaara le había hablado moviendo la mano frente a su rostro. -¿no escuchaste? Debes acercarte a la pista para abrir el baile.

 

-¿Baile? ¿Qué baile?

 

Cuando menos lo esperó, sus padres los arrastraban (a él y a Gaara) al centro del salón. Un vals comenzó a sonar, y el rubio no sabía dónde esconderse. Deseó más que nada convertirse en avestruz. Sin darse cuenta, ya estaba bailando torpemente con el pelirrojo, quien al parecer había tomado el control de la situación tranquilamente. Se lo agradecía infinitamente. La nuca volvió a quemarle. Por unos minutos ninguno dijo nada, tan solo bailaban, ajenos a su compañero de baile.

 

Cuando fue un poco consciente de su situación, la melodía ya era otra, y varias parejas se encontraban bailando alrededor de ellos. ¿Ellos? Se fijó en el pelirrojo frente a él. Se habían detenido y aun así Naruto seguía sujetando la mano y la cintura del doncel, el cual miraba al suelo, avergonzado. El rubio lo soltó de inmediato.

 

-Ehh, ¿quieres algo de beber?- le preguntó intentando romper la tensión que se había formado entre ellos. El doncel asintió para después alejarse a las sillas dispuestas alrededor de la pista asegurándose de que el rubio veía su ubicación. Naruto fue hacia la mesa de aperitivos. No logró llegar hasta su objetivo pues un suave roce en su hombro lo detuvo.

 

-¿Bailaría conmigo?- preguntó la voz de un doncel, bonita voz por cierto, con un tono entre demandante y tierno, como un pajarillo que alardea de su bello trino.

 

Naruto estaba ya al borde del colapso nervioso. ¿Qué no se había dado cuenta el doncel de lo mal que bailaba?, ¿Cómo rechazarlo sin sonar como un patán? Resopló.

 

-Me temo que no soy una buena pareja de baile…- dijo antes de voltear. Lo que nunca esperó fue quedar boquiabierto al voltearse y ver al doncel que tenía frente a él. 

-¿Y bien?- preguntó el doncel esbozando una sonrisa ladina.

 

Naruto aún no podía asimilar tener frente a un doncel hablándole de la manera más cínica en la que un doncel le había hablado. Y no solo era su voz y esa sonrisa arrogante lo que lo dejaba boquiabierto; eran esos ojos negros deslumbrantes que se asomaban por el antifaz, la blanca piel blanca del cuello que el pañuelo color crema de su disfraz de pirata no alcanzaba a cubrir, y tal vez, sólo tal vez aquel traje elegante y entallado que lo hacía lucir tan poderoso como lo debe ser un capitán bucanero. Un momento, ¿Un pirata?

 

-¿Te quedarás parado ahí toda la noche, o bailarás conmigo, Dobe?

 

Hipnotizado por esos ojos tan negros, Naruto se movió. Tomó la mano enguantada del doncel y empezó a seguir el vals. Por unos minutos nada a su alrededor existía. Tan solo esos ojos que le miraban casi sin parpadear.

 

Era como un sueño, como aquel en que cientos de lucecitas titilaban rodeándolo y levantándolo en el aire, el viento creaba melodías contra las copas de los árboles y las olas del mar acompañaban la melodía.

 

La mano del doncel se sentía cálida contra la suya, y sintió la necesidad de apretarla para evitar que fuera a alejarse de él. Ese calorcito en su mano viajó lentamente a sus mejillas cuando vio esa sonrisa fría transformarse en un delicado gesto casi amable. El doncel tenía una boca muy pequeña de labios delgados color durazno. También le sonrió.

 

El doncel giró con gracia y regresó a sus brazos. Se detuvieron después de eso, notó hasta entonces la diferencia de estatura; lograba sacarle algunos centímetros, que no había notado antes gracias al enorme sombrero que llevaba puesto.

 

-Gracias por bailar conmigo- susurró con la voz más dulce que Naruto hubiera escuchado jamás. Se acercó al rubio y se paró de puntillas. –Me alegra volver a verte Naruto.- Susurró antes de soplar lo que al muchacho de cabellos dorados le pareció un polvillo brillante color rosa.

 

Los ojos de Naruto comenzaron a cerrarse. Lo último que vio fue esa bonita sonrisa antes de que todo se volviera negro.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado este capítulo.

Estare esperando sus dudas, quejas, sugerencias y demás comentarios.

No les haré esperar mucho por el siguiente capítulo, lo prometo.

Hasta la próxima.


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