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Regreso a Nunca Jamás por HizakiDoujinshi

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza, he estado hasta el cuello de quehaceres, y con falta de ideas, pero ya me he puesto al día por fin. 

La unica aclaración que tengo es que este capítulo estará dividido en varias partes solo para que no fuera muy largo y soltarles tantainformación de jalón n.n

 

Jejeje sin más, disfrútenlo.

2.1 Primera visita

 

 

-Recuerda que debes volver a casa antes de mediodía, ya le dije a tu padre que esta reunión es importante.

 

-Seguro madre, estaré aquí a tiempo.

 

Naruto salió de la mansión Senju temprano, como había prometido, para llegar a la hora que establecía su nuevo puesto de trabajo. Ser contador no era nada sencillo. Sus padres le contaban con asombro como a los diez años no alcanzaba a recordar bien como se leía ni cómo debía escribir, sin embargo a sus casi 17 años (como prefería llamar a sus recién cumplidos 16), era tan hábil con los números como cualquiera de sus superiores, definitivamente se había esmerado.

 

Su nuevo puesto le suponía algunas ventajas de las que carecía cuando “trabajaba” de asistente general de piso, su labor anterior consistía en asear los escritorios al final de las jornadas, entregar recados de un piso a otros, llevar la correspondencia de los empleados hasta el buzón que se encontraba en la planta baja, entre otras tareas sencillas para un adolescente que apenas empezaba a leer, escribir y contar. Pero a partir de ese día podría permanecer sentado en el mismo sitio el tiempo que le tomara hacer cuentas. Pensó en el calor asfixiante del edificio cuando se encontraba lleno de mentes enfrascadas en calcular y se angustió, con lo mucho que detestaba el ambiente caluroso del banco; sin embargo, al ver su nombre en un escritorio situado justo a un lado de una de las pocas ventanillas de ese piso, agradeció profundamente a su suerte. Quizá era pequeña la ventana, pero cuando se sentó en su asiento y miró a través del cristal, descubrió que no solo era afortunado por gozar de ventilación, sino que además tendría una vista agradablemente inspiradora durante su jornada. Había adquirido un gusto especial, durante su educación en casa de los Senju, por el Big Ben, siendo una de sus fantasías, como las de cualquier londinense, volar hasta las enormes manecillas y presenciar el momento en que las campanas sonaban anunciando una nueva hora, claro que la idea la reservaba para sus pensamientos, pues la había compartido solo con Itachi y con su padre, y en ambos casos había recibido una carcajada como respuesta, uno porque creía que era demasiado pequeño para subir a tal monumento, y el otro porque pensaba que era una pérdida de tiempo y de dinero.

 

En fin, agradecía, además de la máquina de escribir, el escritorio exclusivo para él, y la paga, (al ser asistente no recibía paga pues el muchacho trabajaba por gusto y gratitud hacia los Senju), que su nuevo espacio se adecuara a sus gustos. Y sin más distracciones se dedicó a trabajar en el primer encargo.

 

Dado que aún no conocía del todo bien el funcionamiento de un banco tan grande como lo era aquel, su padre personalmente se había encargado de instruirlo en lo básico, y antes de obtener ese importante puesto del que ahora el Señor Senju tanto presumía, le dejaba realizar trabajos pequeños mas no sencillos, algunos que tenían que ver con las finanzas de algunas señoras amigas de su madre (siempre supervisadas por el señor Senju), o de jóvenes damas y señoritos de alta sociedad que iniciaban una vida propia en el mundo de las banales compras, obviamente, a costa del bolsillo de sus padres. Y justamente por ello, Senju, como todo buen banquero y amigo de todos los caballeros respetables de Londres, (con o sin cuenta bancaria), propuso en el banco frente a sus socios, a su heredero para ofrecer  servicios básicos de contaduría para atender los pequeños (y altos), gastos que realizaban los jóvenes de alcurnia. Dado que el trabajo que había realizado como entrenamiento complacía a los padres y damas de sociedad, sobre todo a los socios del banco, en poco tiempo, los altos mandos aceptaron que Naruto tenía potencial para dedicarse a las finanzas, siendo este el parte aguas para que Naruto recibiera un temprano ascenso.

 

A la mitad de la jornada había logrado avanzar considerablemente, se sentía satisfecho de su primer día laboral, quizá si seguía a ese ritmo podría impresionar a uno de los altos mandos que no había aprobado su temprano ascenso, el señor Fugaku Uchiha. Sacudió la cabeza para sacar al refunfuñón Uchiha de su mente, aún estaba a tiempo para reunirse con su madre para el té, así que, con el permiso de su padre para retirarse antes, guardó los archivos que podía adelantar en casa en su maletín y los terminados los dejó adecuadamente sobre el escritorio para que el encargado que ordenaba los archivos de cada cliente pudiera recogerlos y colocarlos en el lugar que le correspondía. Después pasó a la oficina de su padre a despedirse y volvió a casa.

 

En el camino comenzó a sentirse nervioso. Sabía que en esa ocasión, “tomar el té con mi madre” quería decir en verdad “reunión para conocer a mi futura esposa” planeada por cortesía de Lady Kurenai, ya que su madre al parecer no estaba más emocionada que él por el tema del compromiso, pero de cualquier forma le fascinaba tener visitas a la hora del té.

 

Cruzó el parque en lugar de ir por las avenidas principales, mientras disfrutaba de su pequeño paseo comenzó a tranquilizarse y entonces se supo con una ventaja, conocía a casi la mayoría de donceles y señoritas de sociedad tan solo de nombre, y se sentía muy capaz de saber quién le convenía y quién no, solo con haberle echado un ojo a las listas de gastos mensuales de cada familia respetable en Inglaterra. Ino Yamanaka vino a su mente, esperaba que por todo lo sagrado a su madre no se le hubiera ocurrido emparejarlo con ella, de lo contrario gran parte de la fortuna Senju pasaría a manos de los creadores de perfumes más afamados de París.

 

Cuando llegó a su casa aún no había invitados a la vista, así que aprovechó el tiempo para asearse un poco y buscar un atuendo que no molestara a Lady Kurenai, quien obviamente estaría presente al ser institutriz de muchas de las jovencitas y donceles de la alta sociedad. No es que le desagradara la mujer, pero le molestaba que criticara su forma de vestir siempre que tenía la ocasión de verlo, ¿qué esperaba?, pasaba la mayoría del tiempo sentado detrás de un escritorio jugueteando con cifras que ella ni siquiera podía imaginar, no tenía tiempo para estar impresionando jovencitas por ahí vestido con trajes elegantes o corbatas de seda.

 

Pero bueno, en ese momento, desgraciadamente debía usar una de esas corbatas que tanto le fastidiaban. Buscó entre sus cajones una que le sentara bien, “el azul rey es la mejor opción querido, resalta tus ojos”  decía Lady Kurenai cada que lo veía usando corbatas de su padre, (que para la mujer eran de un pésimo gusto). Durante su búsqueda sus manos fueron a dar hasta el fondo del cajón, donde encontró un objeto extraño, al sacarlo observó un botoncito azul casi transparente que colgaba de un listón algo deshilachado. Al principio pensó que su madre lo había olvidado entre las camisas al momento de coserlo pero después lo reconsideró pues ninguna de sus camisas llevaba botones azules.

 

Se le quedó viendo un momento tratando de recordar a donde pertenecía el pequeño polizón, a su mente vino repentinamente, casi de golpe la imagen de unos ojos negros brillantes que lo miraban con anhelo.

 

-Un beso- dijo para sí mismo. Un par de golpes en la puerta lo hicieron quitar la mirada de aquel extraño colgante que metió en el bolsillo de su pantalón.

 

-¿Estás listo cariño? Nuestros invitados comenzaron a llegar.

 

-Enseguida salgo.

 

 

 

 

Tal como acostumbraba Lady Tsunade, el té se tomaba en el salón principal frente a la puerta de cristal con vista a su hermoso jardín, que en un día como aquel resultaba perfecto para admirar desde dentro gracias al potente sol que amenazaba con dejar marcas rojizas en la fina piel de cualquier doncel o señorita que se atreviera  a salir sin cubrirse apropiadamente. La mesa estaba dispuesta para doce personas, los pastelillos y canapés no faltaron y Tsunade había pedido que sirvieran el té en su juego favorito de porcelana, uno que Naruto odiaba por ser demasiado pequeño como para que el líquido le durara más de tres sorbos.

 

Cuando bajó al salón acompañado de su madre, a quien llevaba del brazo, se aplaudió mentalmente ya pudo distinguir a cuatro jovencitas sin haberlas conocido anteriormente; Ino Yamanaka, (su carísimo perfume era reconocible desde el otro lado del salón), Hinata Hyuuga, (reconocía el gusto por las costosas perlas blancas del señor Hyuuga donde fuera, sobre todo si eran visibles en un tocado para el largo y sedoso cabello de su hija, que había costado casi 500 libras), Karin Uzumaki (los Uzumaki y su fama de importar las telas más exóticas para la elaboración de sus vestidos), Kaguya Otsutsuki (los instrumentos musicales más caros que haya registrado en todo su tiempo de contador). Después estaban dos más que no conocía; una rubia que a su parecer se veía mayor qué él, pero por su cara de pocos amigos, intuía por qué seguía soltera, (porque no vas a una fiesta de té donde únicamente asisten donceles y jovencitas casaderas a menos que seas soltera o tutor de las invitadas en cuestión), y otra joven de cabello corto, con un adorno floral en él. Además, como supuso, se encontraba Lady Kurenai y Mikoto Uchiha, Y por si fuera poco, y seguramente para hacer la situación más incómoda, pudo distinguir a un joven doncel pelirrojo a un lado de la rubia con cara de fastidio.

 

-Con su permiso- se atrevió a decir sin nada de elegancia, y se sentó en un lugar libre, que para su mala suerte, estaba entre el doncel pelirrojo y Mikoto Uchiha, Si sus nervios los había dejado en el parque de camino a casa, ahora ya tenía motivos para estar lo suficientemente nervioso de nuevo.

 

Ciertamente, Naruto deseaba estar en cualquier otra parte. No se sentía especialmente tranquilo teniendo tantos pares de ojos mirándolo con tanta insistencia, ni tampoco teniendo que entablar conversaciones que giraban en torno a los vestidos, jabones, perfumes y pastelillos finos por casi tres horas. Fue hasta que escuchó al doncel hablar que su mente dejó de volar por el salón como si quisiera huir.

 

-Joven Senju, me intriga saber cómo es que una persona como usted gusta de pasar tanto tiempo sentado detrás de filas interminables de números.

 

Las damas mayores rieron discretamente ocultando sus sonrisas tras las tazas de té. Naruto fue devuelto a su lugar en la reunión como si lo hubiesen jalado con un hilo de una de sus piernas.

 

-Supongo que es porque soy bueno en ello- respondió de forma distraída, igual que si le estuviera hablando a una puerta. Eso, obviamente disgustó al doncel.

 

-¿No preferiría usted salir a cabalgar, o a pasear por los parques?, muchos jóvenes de su edad se interesan más por la navegación, o la exploración…

 

-¿De mi edad?, ¿Cuántos años tiene usted, 40?- interrumpió Naruto al doncel sin darse cuenta de que había cometido una ofensa en su contra –podrá parecerle raro que yo me dedique a los números cuando usted no sabe hacer otra cosa que no sea divertirse y salir de compras cada semana con amigas, quizá se casará y seguirá con esa rutina, en cambió yo, me convertiré en un adulto ejemplar, útil a la sociedad- respondió Naruto cruzando las manos en su pecho, satisfecho de su respuesta, no se había percatado que las damas ya no sonreían y que las jovencitas lo miraban horrorizadas por su comportamiento, y aun así agradecían que el doncel fuera quien recibía el mal trato, pues eso significaba para ellas que podían intentar acercarse más al joven rubio.

El doncel en cambio, sintió sus ojos escocer. Nadie jamás le había ofendido de esa forma, pero no por eso iba a dejarse humillar por un idiota como ese.

 

-Espero que en el futuro tenga suerte en volverse un adulto ejemplar, joven Senju- se puso de pie dejando la servilleta de tela junto a la taza de té vacía –porque por lo que veo, aún sigue siendo tan infantil y malcriado como un mocoso de instituto, quizá a sus 40 años, consiga dar algún buen ejemplo.- Hizo una leve reverencia a Tsunade, después a Kurenai y a Mikoto y se retiró con paso firme seguido por la joven rubia que ahora lo miraba con más odio que cuando entró en el salón.

 

Kurenai lo miraba con desaprobación, ni hablar de su madre, obviamente estaba pasando por un ataque nervioso, pero como no podía perder la elegancia que la caracterizaba, solo se refrescaba con su abanico apresuradamente, en cuanto a la señora Uchiha, su semblante era indescifrable para el rubio; nunca sabría si su expresión ocultaba una carcajada en su contra o una risita que lo respaldaba.

 

Naruto supo que en cuanto la última jovencita saliera de la casa, recibiría una reprimenda, pero para su sorpresa esa reprimenda llegó mucho después de lo que se esperaba. Había subido a su habitación en calidad de autocastigado, y se había tumbado en la cama el resto de la tarde sin dejar de pensar en las palabras del pelirrojo, para concluir que seguro se había portado grosero y ni siquiera había tenido el cuidado de verlo antes de insultarlo.


Escuchó golpes en la puerta y enseguida su madre entró junto con una criada que le llevaba la merienda.

 

-Tu padre sabe lo que pasó esta tarde- dijo Tsunade mientras hacía una seña para que la criada saliera de la habitación después de dejar la bandeja con la merienda en la mesa de noche –después de reírse como tonto al imaginarse la cara de Lady Kurenai, concordó conmigo que debes ir a ofrecer disculpas a la familia Sabaku por tu inapropiado comportamiento con su hijo menor- .Inmediatamente el rostro del rubio palideció. Había escuchado sobre los Sabaku, sabía que se dedicaban a viajar en aras de la investigación, la historia y antropología, una familia demasiado importante como para poder darse el lujo de faltarle al respeto, y saber que había ofendido a uno de los hijos de tal imperio del saber, le había caído como un balde de agua fría.

 

-No era mi intención, estaba muy nervioso, además él empezó- cruzó los brazos y se sentó de piernas cruzadas.

 

-Nada de eso Naruto- Tsunade no pasó por alto aquel comportamiento infantil que casi le saca una sonrisa. Era consciente de que su hijo adoptivo, desesperado por crecer y cumplir las expectativas de su padre, no notaba que el pequeño niño que viví en su interior aún n se había ido. -Sé que no te agradan mucho los donceles, pero te puedo asegurar que Gaara te puede resultar muy interesante, sabe muchas cosas, quizás pueda aprender algo y…

 

-No tengo intenciones de disculparme con el tal Gaara- se levantó de la cama y escondió las manos en los bolsillos mientras caminaba de un lado a otro, ansioso. –además ¿qué podría yo aprender de un tonto doncel? –se detuvo cuando sintió en su bolsillo el pequeño botón.

 

-No digas esas cosas Naruto, tómalo como una oportunidad, además de que no está a discusión tu disculpa, creo que si lo conoces mejor…

 

-Es que, no quiero conocerlo –respondió el rubio sujetando con fuerza el botón aún dentro de su bolsillo. –Hay alguien…-esbozó una sutil sonrisa y sus mejillas se colorearon de rosa. Tsunade se llevó las manos a la boca en señal de emoción, luego extendió un brazo para hacer que el rubio tomara asiento a su lado y le contara todo acerca de ese “alguien”, no esperaba que al escuchar al rubio su emoción se redujera considerablemente dando paso a la pena. –Dime, ¿conociste a Sasuke Uchiha?

 

Notas finales:

Recuerden, aun falta mucho por aclarar, no se espanten, aquellos que piden que Sasuke sea castigado, creanme que tendrá su merecido n.n solo sean pacientes.

Hasta pronto n.n/


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