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BORDERZ por la-recagaste-jose

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"The fault, dear Brutus, is not in our stars,
but in ourselves."

Quiso reír, pero no lo hizo, en cambio poso el vaso con dos dedos de ron y bastante hielo en sus delgados labios y tomó de él. La risa estrepitosa de la castaña de anteojos que se encontraba a su izquierda se demoró en escuchar un poco debido a la sorpresa, sin embargo se hizo escuchar a todos los oídos de las personas que se encontraban en aquel bar que frecuentaban cada vez que todo su tiempo no lo absorbía el trabajo exhaustivo que llevaban los tres amigos en aquella empresa de abogados, Sina Corp. Todos se dieron la vuelta a mirar a la atractiva mujer que estaba sentada en el taburete de madera, quién se imaginaría que esa señorita con el cabello desordenado, lentes y un look ejecutivo tendría esa risotada.

Levi dejó el vaso de vidrio en la mesa y soltó un "Tsk" con la lengua. 
—Detente inepta. 
Dijo con naturalidad, su amiga ya acostumbrada a sus insultos que ella veía como una muestra "especial" de cariño aminoró las risas y se tapó la boca con la mano. 

—Son los peores amigos del mundo ¿Lo saben? No sé por qué se me ocurrió contarles en primer lugar. — Dijo el rubio fingiendo enojo y dándole un gran sorbo a su cerveza.

—Perdón Erwin, pero, no nos lo imaginábamos, cada vez que salías más temprano de la oficina me imaginaba que ibas con aquella secretaria del gordo del piso 13 ¡no a las falditas de un adolescente que aún no termina la secundaria! — Hanji al terminar de decir aquello volvió a reír con ganas, el rubio había desarrollado un leve sonrojo que ocultó al seguir tomando de su cerveza, sin embargo, el azabache, que se había mantenido al margen lo miró y se percató, nunca lo había visto sonrojarse, eso era nuevo para el y no pudo evitar soltar una leve risa ahogada, quién podría decir que aquel rubio y alto hombre tosco se llegaría a sonrojar. Que estúpido, pensó. 
La mujer de lentes se levantó los anteojos e hizo un ademán de quitarse las lágrimas de risa con ambas manos de manera teatral. 

—¿Y tú qué dices?— preguntó al hombre dándole un codazo, a lo que respondió el mayor con un leve gruñido, dejó de lado su trago y habló.

—No es de mi incumbencia. 
Erwin suspiró, no esperaba un "felicitaciones" o un "suerte" de parte de su mejor amigo pero sabía que lo aprobaba y que le importaba su bienestar, era lo que ya daba por hecho después de sus largos años de amistad y dé compañeros de trabajo.

—¿Y como se llama? ¿Cuantos años tiene? ¿Cuantos años le faltan para terminar el bachillerato? ¿Van a vivir juntos?...— e interminables preguntas sobre la aparente nueva pareja de su amigo y compañero de trabajo.

—Dios, Hanji, no somos ni pareja, nos estamos conociendo y preguntas si viviremos juntos, no seas ridícula — Dijo nervioso, pues la idea de algún día vivir con el niño le resultaba bastante interesante, ver aquellos ojos que se mezclaban entre los colores más inusuales, ámbar y verde esmeralda, esas piedras preciosas que tenía y verlos al despertar junto a él cada mañana, no le sonaba mal, le parecía tentador y una meta que podría alcanzar. La mirada de sus amigos se posaron en el mayor, atentos a lo que su amigo les contara. Continuó.

—Bueno, tiene 17 y en un año cumplirá los 18, está en su último año, acaba de comenzar, vive con sus padres obviamente. — Se detuvo un momento para volver a beber de su cerveza.

—¿Cómo se conocieron?— preguntó Hanji impaciente por oír lo que ella esperaba una historia romántica e impresionante, de esas que solamente puedes leer en un libro de Nicholas Sparks, pues todos que conocían bien a Hanji era que le encantaban las novelas y su naturaleza era soñadora, mientras que Levi, que había vuelto a tomar su trago, se veía distraído pero en realidad escuchaba atentamente a lo que decía Erwin, con mucha curiosidad de la nueva persona en la vida de su asociado, debe haber sido cagado por dios en persona el niñato como para que Erwin se pusiera así de baboso. 

— Me encontré con el decano del hospital Sina en una conferencia, hablamos bastante, su esposa resultó ser bastante amable. Grisha y Carla son sus nombres, cuando terminó me invitaron a su casa a tomar un café y ahí lo conocí

—Dijo con vergüenza, no le enorgullecía estar interesado en el hijo único de una pareja amable que pudo haber visto como futuros amigos, desde que lo vio, esa opción quedó descartada, no pensó que sus intenciones de ir a aquella casa se hubieran trastornado completamente. 

—¡Erwin! Eres asalta cuna, te invitan a su casa y tu lo primero que haces es robarles su bebé.

Levi que se había desorientado preguntó —Entonces ¿Es el hijo? ¿Te estás
tirando al hijo del director en jefe del hospital? 
Erwin cerró los ojos y pensó "dame paciencia" 

—No, Levi, no me lo estoy "tirando". — aclaró arrastrando las palabras, saboreó el licor que llevaba un tiempo quemándole la garganta. Fue buena idea contárselos en un bar con ya algunos tragos encima y no en el café donde usualmente desayunan o cenan, o en el restaurante donde almuerzan rutinariamente cuando sus horarios no los obligan a comer juntos en la oficina, al menos acá tiene la posibilidad de que al día siguiente se les olvide si es que se llega a arrepentir, pero con la actitud de sus amigos, ya se estaba arrepintiendo de contárselos.

—¿Cuanto tiempo llevan saliendo?— preguntó Hanji llena de curiosidad, acercándose con una sonrisa oscurecida.

— No estamos saliendo, nos estamos conociendo.

El Ackerman rodó los ojos y reformó la pregunta de Hanji, quería sacarle información al rubio. 

—Okay, ¿Hace cuanto tiempo se están "conociendo", señor Smith?

Erwin lo miró por el rabillo de su ojo dándole el último trago a su cerveza y contestó. 
—Hace dos meses y dos semanas. 

Ambos abrieron los ojos en sorpresa y Hanji mostró una sonrisa pícara.

—Entonces cejitas, me dices que, tú, gran y poderoso, rubio y bondadoso, Erwin Smith lleva dos meses y dos semanas, viendo a una persona y aún no se acuestan?— Hanji dijo moviendo las manos de manera teatral. 
Erwin se sentía derrotado ante la realidad golpeándolo en la cara. Normalmente, el lleva una vida sexual activa, no espera a nadie porque normalmente ellas son las que tienen que esperar, pero esta vez llevaba un mes en abstinencia, esperando, paciente e impaciente a la vez a que cierto jovencito se sintiera en confianza, esta vez, sentía pesada esta relación, le daba importancia y sabía que si quería hacer las cosas bien tendría que esperar. 

—Sí.— Se sintió inferior a los ojos de sus amigos, incluso sabiendo que no debía, pero no importaba, ni Hanji ni Levi habían estado en una relación que durara más de un mes, recordaba que a su amiga le duraba la tristeza de haber terminado alguna relación romántica menos de un día, pues la hora del almuerzo la reconfortaba, y qué decir de Levi, no le había conocido a nadie, literalmente, ninguna señorita, nunca, pero sí sabía que no pasaba ningún fin de semana sin compañía y solamente había escuchado por medio de rumores en el trabajo que mujeres llegaban y reclamaban ver a su amigo, pero siempre, Levi les negaba las visita y seguridad se terminaba deshaciendo de ellas.

—Que arrastrado – dijo Levi, provocando las risas de sus dos amigos, incluso del acusado. 
Ya daban las 3 de la madrugada, el alcohol había abandonado su sistema y se sintieron con la calma para que cada uno se retirara en su auto, la charla sobre la vida amorosa del mayor no se alargó por mucho debido a que Erwin sanjó el asunto y a pesar de las insistencias de Hanji porque soltara más cosas del adolescente continuaron hablando de trabajo, sobre los últimos casos que deben defender, problemas con la fiscalía  que eran una verdadera molestia en el trasero y quejándose sobre pilas de documentos e informes que su jefe, Pixis, fundador de la firma los obligaba a desarrollar detalladamente, obviamente, no faltaban las miradas lascivas de Hanji al rubio para después decir "notice me Erwin-san" . Después de un momento, cuando el alcohol abandonó su sistema se despidieron como siempre, Erwin con una leve sonrisa, Hanji abrazando de manera efusiva y Levi con levantando la mano y gruñendo debido a Hanji tirándosele encima y cada uno se fue por caminos separados en sus propios autos.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Erwin buscaba las llaves de su auto entre los bolsillos internos de su gruesa chaqueta de invierno, abrió su elegante auto negro y dejó su maletín en el asiento del copiloto, escuchó su celular sonar, imaginó que sería Hanji pidiendo ayuda para encontrar su auto pues había olvidado donde lo había estacionado, al igual que muchas veces previas, pero la pantalla se iluminó y leyó el nombre "Eren", respiró hondo, sintiendo como una calma lo embargaba mientras sus hombros perdían esa tensión que llevaba encima y sonrió inconscientemente, contestó. 

—Eren ¿Sucede algo?.

Una respiración del otro lado de la línea se escuchó y una dulce voz llegó al oído del hombre. 
—Hola señor Erwin, realmente no sucede nada, solamente... 
Se dejó de escuchar y Erwin sonrió ante la voz nerviosa de Eren, tan infantil, suave y dulce a la vez, tan inocente y que aún no podía quitarse el hábito de llamarle "Señor Erwin", siendo incluso que ya le había repetido varias veces que le llamara solo "Erwin". 

—¿Si? — escuchó a Eren titubear del otro lado de la línea pero finalmente habló, alentándole a que continuara.

—Fue un error llamarlo, no se preocupe, era algo tonto así que... — Eren hablaba con rapidez, Erwin lo detuvo. 

—No Eren, no debe ser una estupidez,

por favor cuéntame. —Erwin pidió, dándole un aliento para que soltara el propósito de su llamada a estas horas. 

—Okay... Es que, solamente, he estado solo, no me siento bien solo y quería hablar con usted antes de ir a dormir.

Erwin sonrió con el simple hecho de acordarse del joven, lo recuerda tan perfecto en su cabeza desde que lo vio hace un par de días atrás, se imaginaba sus mejillas sonrojadas y ese brillo especial que solamente sus ojos guardan, se sintió algo incómodo al saber los sentimientos de soledad de Eren. 

—Okay, Eren, hablemos.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Llegó con tranquilidad a su departamento, daban las 3 am. Las calles de encontraban vacías a excepción de algunas personas aglomeradas a las afueras de algunos clubes nocturnos. Aparcó el auto en el estacionamiento privado del gran y alto edificio en el que vivía, que se encontraba cercano a su trabajo y de todo lo necesario, del hospital, de un restaurante donde comía pues su experiencia en la cocina era nula. Saludó con la mano al guardia de turno que en ese momento cuidaba la entrada del edificio y entró al ascensor, presionó el último botón en la lista de numero el "PH". Llegó y el elevador se abrió en el penthouse de Rivaille, un lugar cómodo, espacioso y de buen gusto. Elegante y pulcro, parecía nuevo o como si hubiera sido recientemente entregado al mayor, tenía detalles barrocos en las paredes y otras eran de ladrillos, la mayoría blancas. Dejó su portafolio caer en el sillón de cuero café oscuro que se encontraba a lo largo de la gran sala de estar, justo enfrente de una mesa de té de vidrio transparente con algunos libros que había leído por ocio recientemente, entre estos "Cien años de soledad" y varios de literatura policíaca y de terror. Se dirigió a la moderna cocina americana a la izquierda de la sala, se aflojó la corbata azul marina y se desabrochó un botón. Prendió el hervidor y se preparó un té cargado con una cuchara de azúcar. Se apoyó en el mesón, cansado por la rutina, levantarse temprano, ducharse, salir al trabajo, desayunar ahí, pues siempre su secretaria llegaba con su comida, trabajar, visitar clientes, papeleo, reuniones de la firma, almorzar en algún lugar que Hanji decía que estaba de moda y bien recomendado y volver a trabajar, a veces, cuando terminaba, irse a tomar un trago al Bar "104", ya era usual ver al trío en los mismos taburetes del largo mesón de caoba, finalmente llegar a casa y tomarse un té antes de dormir las usuales pocas horas de descanso que siempre tenía pero que para él eran suficientes. Dio un vistazo al teléfono gris de la cocina, en el que titilaba una luz verde. Tomó del té y sintió cómo el líquido hirviente relajante llenaba su boca y bajaba por su garganta. Tomó el teléfono y se lo puso en la oreja con una mirada monótona al infinito, apretó un botón y luego "Ok", se escuchó la voz computarizada de la contestadora. 

—Tienes 39 llamadas perdidas y 8 mensajes de voz. 

Revisó el historial de llamadas y el mismo número se repetía por lo menos 20 veces. 
"Que molesto", pensó. 
Comenzó a escuchar los mensajes de voz y sonó la alterada voz de su madre. 
"Mira, niño, contéstame, soy tu madre ¿sabes lo triste que me he sentido grandísimo ingrato? Ni siquiera te haz dignado a llamarme, una sola visita o un simple mensaje" 
Y así sucesivamente escuchó los 7 primeros mensajes, a penas escuchaba la voz de su madre retándolo y sacándole sentimientos en cara continuaba inmediatamente con el siguiente.
"¿Será suficiente?" Pensó, tal vez era hora de visitar a su madre, la veía pocas veces, en festivos, cuando llegaba a su oficina sin avisar o cuando llegaba a la tranquilidad de su departamento sin avisar. Últimamente no había ido a verlo mucho, sintió un leve arrepentimiento por el desinterés no intencionado hacia su madre y escuchó el último mensaje, una voz diferente. 
"Levi, estoy con la tía Kuchel, lleva llamándote no sé cuantas veces. Mis padres salieron de la ciudad y ella tiene planeado un viaje a no sé donde" Sabía a dónde iba, y él ya sabía qué contestar.
"Si no es mucha molestia me gustaría quedarme contigo, pasaré mañana por tu departamento para hablar, nos vemos". 
Y sonó un pitido que significaba que los mensajes habían acabado. 
Levi se extrañó, Mikasa prefería quedarse debajo de un puente a estar con él, simplemente se llevaban mal, desde que él tenía 10 y ella nació, siempre se peleaban y sus tíos y padres lo regañaban por rebajarse al nivel de una niña pequeña. Simplemente, no se soportaban. Ahora, ella con 18, se la imaginaba una adolescente mimada y odiosa. De todas maneras tendría que ir a su graduación del secundaria este año. Su último año. Había pasado tanto tiempo desde que nació, ya no debía ser una niña, sabía que le iba bien, sus notas siempre fueron impecables al igual que las suyas en el colegio y en la universidad, pero ¿Tendría amigos? ¿Algún novio? 

—Mocosa tonta.

Se quejó, probablemente su madre Kuchel lo colgaría si no dejaba que se quedara con él. No quería pero no resultaría problemático, tenía habitaciones de más, el departamento era grande, no sería necesario verla siquiera.

Apagó las luces de todo el lugar y entró a su habitación pintada de gris y blanco, con ventanales sin cortinas que permitían ver las luces de toda la ciudad. Se desvistió y se puso un pantalon de pijama simple y sobrio, sin pollera, se metió debajo de las sábanas delgadas de su gran cama y miró la ciudad, llena de luces, brillantes, el viento corría, lo sabía por cómo las hojas de las pocas plantas de su terraza se movían. Era invierno ¿Cuantos grados habrían afuera? ¿0 grados?. La habitación aclimatada lo envolvió y no se pudo dar cuenta cuando se quedó dormido, antes de caer en los brazos de morfeo pensó divertido en la relación que mantenía su amigo Erwin con un mocoso menor que Mikasa, debía tener algo especial si es que se había fijado en él en primer lugar.                  

            ~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Bufó fuerte y se levantó rápidamente al sentir cómo la orilla de su cama tamaño king se hundía y se quedaba sin alguna sábana que le cubriera. 
Miró a la razón de su incómodo despertar, que lo observaba de pies a cabeza, con una sonrisa torcida y una ceja enarcada, llevaba una chaqueta negra que hacía que su delgada cintura y sus ya anchas caderas se notaran, ya no era una niña, tenía el pelo algo húmedo y es así como pudo adivinar que probablemente estaba lloviendo. 

—¡Mierda Mikasa!— exclamó enojado, chasqueando la lengua y sobándose la frente luego del susto provocado.

—Hola primo. 

Realizó un intento de lo que debió ser una sonrisa y se levantó para acercarse a su primo y darle un paquete envuelto. El contrario lo tomó y se lo quitó de las manos para tirarlo encima de su cama deshecha.

—Cómo mierda entraste siquiera, dejo la puerta con llave siempre. 
Dijo más calmado camino al closet que estaba continuo al baño de su habitación por una camisa. 

—Tia Kuchel me dio copias de sus llaves.

La asiática sacó las llaves del bolsillo de su chaqueta y las hizo sonar pasándola por sus dedos, volviéndose a asomar. 

Levi en su closet donde guardaba toda su ropa ordenada de manera rigurosa y clasificada tomó una pollera gris básica que daba a notar su marcado torso y pectorales junto a sus clavículas que seguían hasta sus anchos hombros, muy varonil. Mikasa lo vio salir de la pequeña pieza donde guardaba sus vestimentas y tuvo que admitir mentalmente que su primo era, en todo el sentido de la palabra, un semental, ya no era un adolescente delgado y menudo, era un hombre, se preguntó cuantas zorras tiene, aún se acordaba de cuando era niña menor y algunas mujeres con uniforme colegial llegaban a su jardín a buscarla para llevarla a su hogar y le daban dulces y regalos para que se los entregara a Levi, era bastante típico.

—Mierda. —Susurró Levi, no recordaba haberle dado alguna vez una llave a su madre, lo más acertado de pensar era que en una de sus visitas inesperadas le había quitado sus llaves y les sacó copias, no quería ni pensar cuantas había sacado, una idea fugaz pasó por su cabeza, podría cambiar la cerradura, pero se vio rápidamente extinta al pensar que lo más probable es que su querida madre repitiera el ciclo. 

—¿Qué quieres? — alzó la voz, ignorándola y saliendo de su pieza camino a la cocina para comer algo, bajando las escaleras, no sabía que hora sería, aún no amanecía completamente, debía ser anterior a las 6 am debido a que su alarma aún no sonaba.  Pasó por la sala de estar donde tenía sus libros amontonados en la mesa de té y vio la maleta de su prima, era verde musgo y bastante grande, maldijo en su mente, si sabía a qué venía, quería que pidiera por favor, según él a esa "mocosa" como él la llama usualmente no tenía modales.

—Te envié un mensaje ayer. 
Dijo acercándose mientras se sacaba su chaqueta, se apoyó en el mesón de la cocina americana y observó detenidamente a su primo que hervía el agua. 

—No lo escuché.

—Mentiroso— contestó rápido, tomando una manzana de la frutera que estaba frente suyo y mordiéndola. 

—Mira niña tonta, no te vas a quedar.

Mikasa continuó como si no hubiera escuchado una negativa de parte del mayor. 
—Sé que quieres que me arrastre y te lama los pies y suplique para poder quedarme aquí, pero esto es un hecho, así que deja de hacerte el macho y dime, querido primo. ¿Donde duermo?

Levi suspiró con pesadez —En la habitación del primer piso, no te quiero escuchar si estás acá. — Mikasa sonrió y sintió cierta calidez en parte de su estómago, recordando cómo pasaban los veranos juntos de más jóvenes, él siempre la trató mal, pero ella también siempre supo que él era así y que, al fin y al cabo, la quería, aunque no lo demostrara nunca.

La adolescente le dio una ultima mordida a la manzana y la botó, sonrió victoriosa y tomó su maleta y bolso de mano junto a su chaqueta dirigiéndose a la habitación señalada por el mayor, se detuvo y preguntó curiosa.

  — ¿Hoy trabajas?

  — Qué te importa. — escupió cansado, recordando lo que tenía que hacer aquel viernes. Se tomaría su té, se daría una ducha con la esperanza que le quitara la tensión de los hombros y se vestiría, partiría al café Rose, cercano a su trabajo, para tomar desayuno, donde probablemente ya se encontraba Hanji y Erwin, luego irían al trabajo y por ser viernes, saldría más temprano, a la hora de almuerzo, las 2 de la tarde. Un pensamiento fugaz pasó por su cabeza, podría llevar a Mikasa a comer con él como el buen primo con ella, tal vez la invitaría antes de que ella partiera a su colegio. O tal vez no. Pero, inmediatamente se imaginó a su madre llamándole para retarle debido a que no estaba tratando de manera hospitalaria a su prima, en este punto, quería evitar a toda costa la voz acusadora de su madre que ya la recibía bastante desde que se fue de casa a la universidad y sus visitas se hicieron menos frecuentes, la mayoría de sus compañeros de la escuela de leyes visitaban a sus familias cada fin de semana que podían, mientras que él, solamente iba en fechas especiales.

—Hoy tienes clases, arregla tus cosas y vístete, te llevaré a comer con Erwin y Hanji.

  ~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Se subió al auto y dejó su maletín de trabajo en el asiento del copiloto, se puso el cinturón de seguridad y salió del estacionamiento de su casa. Erwin, a diferencia de sus dos amigos, vivía en una casa con un aire cálido y hogareño, que quedaba más lejano del centro, un lugar más familiar y seguro, donde el silencio era predominante y el cielo no se encontraba tan contaminado por las luces de la ciudad, era bastante amplio, una zona residencial de gente acomodada con los privilegios para poder pagarla.

En el primer semáforo tomó su celular y llamó a uno de los tres números que guardaba como "favoritos", que venían con una estrella al lado. 

"Eren"

El manos libre de su automóvil se conectó inmediatamente y se escuchó el sonido que indicaba marcando.

  — ¿Aló? — se escuchó la voz del otro lado, Erwin sonrió de manera inconsciente, se escuchaba tranquilo, sin ningún ruido de fondo además de algunos autos que debían pasar. Ya debe de ir camino al colegio, podía oír su respiración más acelerada debido al frío que rondaba la ciudad en esta época del año.

  — Eren, soy Erwin.

— Erwin ¿Como está?—  Eren, que ya iba camino a su colegio por unas calles tranquilas y no ajetreadas, con su bufanda bien enlazada en su cuello, se dio una felicitación mental debido a que finalmente estaba poco a poco perdiendo la costumbre de llamarle "señor Erwin", que su pareja le había dicho varias veces que se detuviera, que lo tuteara. Se sintió enrojecer, al pensar que el mayor era su pareja ¿Él pensaría lo mismo? Si era así ¿Cómo se lo presentaría a Mikasa y Armin? ¿Mikasa cometería un homicidio?, estas eran preguntas que simplemente no quería responder en ese momento.

—Bien, bien, camino a desayunar con Levi y Hanji. ¿Te sientes mejor que anoche? ¿Tienes mucho sueño?— preguntó con un dejo de preocupación, le desesperaba de cierta manera que Eren se sintiera solo, pero, no podía evitar sonreír orgulloso el saber que lo llamaba a él si se sentía así.

  — Si, si, lamento eso, no quería molestarlo tan tarde. —  se disculpó apenado, lo había llamado de madrugada después de todo.

— No debes preocuparte por eso, estaba con Levi y Hanji. Y sobre eso...—  se escuchó un silencio del otro lado de la línea y Eren escuchaba sobre Levi y Hanji, los dos amigos de Erwin que le preocupaban inseguridad desde hace un par de semanas, se preguntaba si Erwin se avergonzaba de su relación, porque el sabía que no les había comentado nada. 

  — Les conté de ti, Eren—  continuó más relajado y Eren al escuchar eso pudo sentir un gozo que lo embargaba y después casi de manera inmediata, nervios ¿Qué pensarían sobre esta relación aquellas personas tan importantes para la vida del rubio?

— No era necesario, Erwin, no quiero que le tachen de algo que no es como un ... —  detuvo la frase debido a que se dio cuenta al termino que iba a ocupar para referirse a él.

— ¿Un asalta cunas?—  continuó la frase de Eren, con una risa divertida. — No me refería a eso pero...

—Eren, es lo que soy, soy un viejo que ha caído por un bebé. — ironizó.

—¡Erwin!  Eso no es verdad, no soy un bebé y no sé cuantas veces debo repetirle que yo también quería. 

— Lo sé, solamente me gusta que repitas que tu querías—  dijo feliz, dándole énfasis y alargando la palabra querías. Eren rió avergonzado —Asalta cunas — dijo entre risas.

  — Asalta tumbas —  contestó Erwin divertido y sintiéndose afortunado de escuchar la risa infantil del moreno. Las risas se fueron extinguiendo e Erwin propuso —  Quiero que los conozcas ¿Te gustaría?

Eren esbozó una pequeña y dulce sonrisa. — Claro. Diga cuando, Señor Smith.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~ 

Levi llegó a la cafetería con tranquilidad, había mantenido una conversación de casi nulas palabras con Mikasa, pero amena, se entendían a su manera, podían decir ellos, cada uno podía saber del otro con algunas palabras e intentaban no meterse más allá de la vida privada de los otros, Levi, le parecía algo descarado mostrarse demasiado interesado en la vida privada de Mikasa, pues, nunca le interesaba comunicarse con ella, ni llamarla, aunque su madre siempre le contaba sobre como ella iba, sus notas, que tenía dos amigos, que sus padres trabajaban bastante, que era buena en deportes, estudiante estrella, etc, etc. Mientras que Mikasa, sabía que su primo no era un gran hablador, que no le gustaba compartir nada de él y que era muy arisco como para que él mismo tuviera demasiadas experiencias o amistades a parte de la ya conocida por todos, Erwin y Hanji, a parte de sentirse que invadía el espacio de él por quién sabe cuánto tiempo, era algo bueno al final de cuentas, pues a ella, tampoco le gustaba esa rutina de preguntarse cosas que en realidad no te importan en lo absoluto, se hacían un favor mutuo. 

Vio a sus dos amigos ya sentados en la mesa de siempre, ambos uno al lado del otro, los miraron entrar y se levantaron para saludar a la prima de Levi que ya conocían, Hanji de manera efusiva y con un gran abrazo, recalcando que la ultima vez que su amigo la había llevado para que la vieran a un almuerzo fue hace aproximadamente 3 años o más, también que ya no era una jovencita, que era toda una mujer, Levi resopló y pasando de largo a sus amigos se sentó y llamó a mesera para pedir lo que ordenaba cada mañana, Erwin saludó a Mikasa con una sonrisa y de manera más amable y calmada, lo que la azabache agradeció, al igual que su familiar, no le gustaba la cercanía de las personas, rechazaba abrazos, besos y todo tipo de contacto, obviamente no de sus amigos, en especial de uno que le agradaba más el contacto de piel más que con otros. Todos se sentaron, quedando Levi al lado de Mikasa y en frente Erwin con Hanji que no parecía querer borrar aquella sonrisa de su rostro.

— ¡Mikasa, te ves hermosa! ¿Ya vas a entrar a la universidad? ¿Qué quieres estudiar? ¿Tienes novio? —  preguntaba Hanji entusiasmada, Levi la miraba y se preguntaba "¿Cual era su razón para estar tan asquerosamente feliz todo el tiempo?" le irritaba muchas veces. Mikasa, calmada y acostumbrada a estar rodeada por gente efusiva como Hanji, como Sasha y Connie, ocultó una risita al haber realizado un parecido entre dos de sus amigos y la amiga de Levi.

— Gracias, ahora voy en mi ultimo año de secundaria, acabo de cumplir los 18 y pienso estudiar Derecho penal en la universidad de Trost, entrar inmediatamente el próximo año. — Contestó a todo de manera precisa.

— Vaya, siguiendo los pasos de tu querido primito, te irá bien, no te preocupes. — Dijo con una sonrisa de oreja a oreja para luego mascar la media luna con chocolate que ya estaba mordisqueada, tragó y miró con los ojos entrecerrados y de manera acusadora a Erwin, con una risita malévola.

— 18 ¿Eh? Erwin tiene un novio de 17 años. — soltó maldadosa. Erwin que había tomado un sorbo a su café se atoró y tosió, haciendo que Hanji soltara una carcajada nuevamente, Levi sonrió de lado divertido y tomó un sorbo de su té cargado que había sido recién dejado en la mesa junto a un omelette du frumage y tostadas francesas con un jugo de frambuesa para Mikasa, que miraba incómoda a Erwin. No se lo imaginaba gay, era como imaginarse a Levi gay, pero, siempre tuvo sus dudas debido a que ella lo considera un "caliente de mierda" y teniendo esa mentalidad, cualquier agujero le servía.

— ¿Y sabes qué enojón? Lo voy a conocer ¡HOY! Es una pena que no puedas ir con nosotros, iremos a ese súper restaurant del que te hablé y lo mejor es que Erwin invita— hablaba entusiasmada y disfrutando su media luna. Erwin puso una mano en su frente y miró a su café como si fuera lo más interesante del lugar. Levi lo miró de manera acusadora e inquisitiva, nunca había recibido tal propuesta, por lo que no había sido capaz de rechazarla, sin embargo, Erwin le había dicho a la según él "cuatro ojos", que ya había rechazado la invitación. ¿Por qué no quería Erwin que fuera a conocer a su pareja? Era su amigo, después de todo, sin embargo, decidió seguir el juego.

— Si, cuatro ojos, una pena que no pueda ir hoy ¿Por qué era que te había dicho que no podría ir, Erwin?  — preguntó con aspereza en sus palabras, estaba enojado.

—Porque llegó Mikasa. —  resopló el blondo, levantando la vista y mirando a Levi a los ojos, con súplica, pidiendo por medio de miradas que no dijera nada y que hablarían después. Se aclaró la garganta y ordenó a Mikasa que partiera su camino al instituto para no llegar tarde, a lo cual, la muchacha feliz de salir de aquel ambiente tenso que se había hecho notar de manera repentina, se fue, despidiéndose de los dos adultos. 
Erwin, Levi y Hanji se volvieron a encontrar en el trabajo, la castaña se veía muy entusiasmada en conocer a Eren en unas horas más que no notó la mirada taladrante que le dedicaba el azabache al rubio. Finalmente, cuando Hanji se vio dirigida a su oficina para su reunión con el jefe de una compañía medioambiental, Erwin entró a la suya tranquilamente y se sentó en su amplio escritorio, la puerta se abrió y supo que era su amigo, no se inmutó e intentó de estar calmado, como siempre estaba.

El más bajo se sentó en una de las dos sillas de cuero que se encontraban en frente del escritorio del rubio, acomodándose la corbata.

—Ahora me vas a decir por qué mierda no quieres que conozca a tu mocoso. 

Notas finales:

Ojalá lo hayan disfrutado, cualquier crítica constructiva, mensaje, comentarios e ideas son siempre bienvenidas. Bye, bye 


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