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Daddy issues por -oOYUKI-NII-Oo

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Título: " Daddy Issues"

∞ Autor:YUKI-NII.

∞ Género: Hurt/Confort

RatingT

∞ N/ASpiderMan ni Deadpool me pertenecen, esto no es más que un hobby, todo es creación de Stan Lee y MARVEL.

∞ Resumen: Y entonces Tom Holland contesta al fin a Ryan Reynolds en Twitter y todo se descontrola.

∞ Advertencia: Insinuaciones sexuales y bisexuales. Angust

Feeling used
But I'm
Still missing you
And I can't
See the end of this
Just wanna feel your kiss
Against my lips
And now all this time
Is passing by
But I still can't seem to tell you why
It hurts me every time I see you
Realize how much I need you

I hate u, I love u- Gnash

.:.:.:.:.::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::.:.:.:.:.

Backstage 9

.:.:.:.:.::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::.:.:.:.:.

 

Si Ryan pusiera todo en una balanza, entre lo que quiere y lo que tiene, seria un desastre total para poder equilibrar una a favor de otra, porque él es un ser egoísta, y muy en el fondo le es difícil compartir aquello que le gusta o por lo que siente afecto.

A veces piensa que tiene algo así como una avería en el cerebro y que el corazón se le disolvió en dos antes siquiera que lo pretendiera.

Quiere recluir las consecuencias de lo que empezó como un coqueteo en línea en el fondo, justo en el lugar en donde están las cosas que nunca pudieron ser, errores actorales y amores perdidos, incluidos.

Por eso intentar meter a Tom a la derecha de Scarlett y atrás de Alanís Morírssette.

Pero entonces lo mira en sus videos por Instagram y todo se va a la mierda.

Es difícil. Tomar una decisión es difícil, porque puede que se haya acostumbrado demasiado pronto a la presencia virtual de alguien que tiene una vida al otro lado del mundo. Ryan siente de pronto que ha estado viviendo a través de alguien y no por sí mismo. Jamie le mira desde el sofá, con su vasito entrenador. Ines está en el portabebés con un chupón en forma de mariposa que se mueve rítmicamente, dormita con el rastro de leche seca en la barbilla y entre mantas afelpadas, mientras que él busca algo en la televisión que no sean dibujos animados educativos de Nikelodeon y Discovery Kids. Termina en Boomerang, con un remake del correcaminos que no le convence lo suficiente pero que es mucho más aceptable que sirenitas contando burbujas con una langosta de maestro.

Jaime, que se ha dejado caer en los cojines con su vasito, apenas y pone atención al programa, son pasadas de las 12 del día y ella sigue siendo una bebé que necesita de una siesta para recupera energía. Él le sonríe, ella le frunce la nariz y continúa tomando su jugo de manzana. Libre de toda culpa o complicación. Ryan siente que crecer a veces es un poco brusco, encontrando cosas y perdiendo otras tantas. Aferrándote a personas que han estado junto a ti por tanto tiempo que soltarles, asusta.

A veces simplemente no se trata de madurez o tener el conocimiento de cuál es la opción correcta. A veces solamente te quedas ahí, porque afuera, el mundo es cruel, y has tenido la suficiente dosis de golpes para dos vidas enteras que hacer el cambio se convierte en una historia de terror que no quieres contar.

Ryan mira la fotografía de su esposa en la mesita de la sala. Tiene una de Tom en el celular y ve cuan diametral es la diferencia entre ellos dos. Escondiendo a uno, y exponiendo al otro. Blake es la madre de sus hijas, y quien lo ha hecho padre y ha sido su apoyo durante su ascenso. Uno no puede simplemente girarse y dejar de mirar todo eso. Ella lo ama. Y eso duele. Porque Ryan siente que no puede darle más espacio dentro de su corazón del que realmente ella se merece.

Cubre su rostro con ambas manos, dando un grito que se ahoga entre sus palmas, ha estado leyendo viejas conversaciones con Tom como si fuera una colegiala a la que le han roto el corazón. Porque él pudo verlo, justamente instalado en el fondo de los ojos chocolate de Tom, aquello que no dijo, pero pensó, no solo esa noche en el baño durante la premiación, sino todos esos días de cortas conversaciones, porque él era un cobarde que ni siquiera podía decirle “hola” sin sentir el estómago hundiéndose de culpa.

Tom lo sabía, siempre lo supo, que él quería y necesitaba a Blake. Y por eso lo odiaba, odiaba amarle así, a medias, pretendiendo, y desde lejos. Ryan piensa en lo injusto que es, no solo para Tom, que parece haber tomado ya una decisión, sino para él mismo que ha tenido que responsabilizarse con el daño colateral que sus propias acciones han causado.

Ryan abandona sus pensamientos fatalistas cuando el ruido del motor del auto de Blake le llega, ambas niñas están dormidas y él siente que ha flotado, como si estuviera dentro de un sueño, a tomar a Ines entre sus brazos, y esconderse tras ella. Como un escudo que le protege de la realidad en la que está.

Ryan Reynolds, reconocido actor, casado con Blake y padre de dos maravillosas niñas. Con una estrella en el paseo de la fama y con la sensación de que esta no es la vida que de pronto quiere.

Conozcan todos a esta gran estrella, en su más grande papel, interpretando al protagonista de una historia feliz.

Pura mierda.

Hugh hace una mueca nada más al verle, recargado sobre el barandal de las viejas escaleras y sacudiendo el cigarrillo entre sus manos. Tiene los pantalones sucios y una playera de Deadpool oculta en su chamarra de cuero. Se ve miserable, y Hugh podría apostar que esta borracho.

—Solo dime, por Dios, que no viniste en ese armatoste de dos llantas, porque te vas a romper el culo a como intestes regresar a tu casa montado en eso.

—Hola para ti también —. Ryan sacude su mano, sonriendo. Hugh frunce el ceño y estira su mano para quitarle el cigarrillo —¡Hey!

—Calla, que no he dormido más de tres horas hoy, necesito nicotina —. Hugh le da una calada profunda al pitillo y suelta un suspiro, el humo saliendo por sus fosas nasales, y sus hombros cayendo laxos, fuera y lejos de la tensión —. Mierda

—Sí, bueno, son una marca excelente, estoy de acuerdo —. Ryan dice, sus manos metiéndose en los bolsillos de su chaqueta.

Están en Park Avenue justo frente a Central Park, es media tarde de un domingo y Ryan ha podido escaparse del escrutinio que Blake de pronto está teniendo con él, sobre lo que hace, a donde va, y lo que piensa. Reynolds ha comenzado a sentirse de pronto sofocado, como cuando Scarlett comenzaba a gritar porque él había ido alguna fiesta sin avisar, como si ambos tuvieran el poder de demandar el tiempo del otro por haber firmado un papel burocrático.

Ese solo pensamiento, el de tener que alejarse de Blake para respirar con libertad, le está asustando.

—Has quemado tu último cartucho del año conmigo, me has hecho retrasar el viaje de navidad con mi esposa. Así que espero Reynolds, que sea algo gordo para citarme aquí, con este frio de mierda.

—Creo que engañe a Blake.

Hugh gira sobre la baranda, para darle la espalda a Central Park. Su rostro serio y el cigarrillo consumiéndose entre sus dedos, los mueve por pura memoria corporal. Eleva sus ojos hacia Ryan y se encoge de hombros.

—¿Te descubrió?

—No

—Entonces en realidad no la has cagado, llorica.

Ryan es ahora quien se encoge de hombros, porque sabía que Hugh lo diría, aquello que es tan obvio, pero todo el mundo se guarda. Decir la verdad, cruda, dura y cínica.

—Creo que estas arruinando mis vacaciones por nada, y eso realmente va costarte Reynolds.

—Tan buen amigo como siempre Hugh, ¿Qué haría yo sin ti?

—Lloriquear aún más por lo visto —. Jackman lanza lo que queda del cigarrillo al suelo y lo pisa con la punta de sus zapatos, Ryan hace una mueca, como si hubiera esperado ser él quien tuviese la última inhalación de tabaco de los dos — ¿Con quién la has engañado? —. Hugh pregunta, no por genuino interés, sino porque sabe, Ryan no lo ha dicho a nadie más, y esas cosas hay que sacarlas desde el diafragma para que no se pudran junto a la culpa y el insomnio.

—Un chico —. Ryan murmura, sus dedos moviéndose ansioso dentro de los bolsillos de su chaqueta.

—Un chico —. Repite Hugh, ceja arqueada y pómulos marcados —. ¿Te has metido en los pantalones de un chico, hijo de puta?

—Es lindo.

—Sí, el culo de Downey Jr. también es lindo y no me ves persiguiéndolo por Los Ángeles para engañar a mi esposa.

—Pero lo harías —. Dice Ryan, sonriéndole. Hugh asiente cerrando los ojos.

—Por supuesto que lo haría, te apuesto 100 dólares a que Chris Evans se ha pajado pensando en él.

—La mayoría de la población mundial se pajea con Robert.

—La mayoría de la población mundial no tiene tan cerca a Robert como Chris.

Ryan asiente, concediendo el hecho. No es como si el pequeño mundo al que pertenece esas cosas no se dieran. Como Tom Hiddleston siendo cuidado por Chris Hensworth después de su ruptura con Taylor la tabla Swift. Esos dos han tenido algo, con todo y Elsa Pataky cerca.

—¿De donde has sacado un chico que te soporte?

—Estas hiriendo mis sentimientos, yo soy un hombre serio y demandante.

—Eres un jodido crio que aun hace bromas de pedos en las fiestas familiares Ryan, no trates de venderte como un buen partido, por favor —. Hugh dice, sonriéndole de medio lado —. Solo escúpelo, a quien le has metido tu maldita polla infiel.

—A nadie.

—¿Me estas jodiendo? Has estado jugando a la casita con Blake mientras tienes un amante, y no se la has metido. Las cosas que tengo que escuchar.

—No llegamos tan lejos.

—¿Así que básicamente medio engañaste a tu esposa, haciendo que? Porque tomar de la mano a un chico alguna vez durante el maldito año no cuenta mucho en realidad, y si me dices que solo por eso ahora te estas muriendo de culpa, te juro que me largo de aquí.

—Fue con Tom Holland. Engañe a Blake con Tom, y por supuesto que le he tomado la mano, pero jamás le hice mucho más que besarle y verle desnudo.

—En conclusión, ni siquiera la cagaste bien. Eres un desastre Reynolds. Uno que no me corresponde a mí, esto debiste habérselo contado a él.

Él, tiene sus propias mierdas en estos momentos.

—¿Ella otra vez?

—Siempre va a ser por ella —. Concluye Ryan.

—Bien, entonces, te has metido con un menor de edad, que para variar es un actor emergente y de la compañía vecina. Bien, perfecto, olvida lo que dije sobre que estabas jugando. Tu eres un loco desgraciado que se ha liado en su propia mierda, tú de verdad quieres que Robert te odie, ¿cierto? Para nadie es secreto que ese niño está bajo su ala protectora. Van a matarte Reynolds, y créeme yo estaré en primera fila riéndome, por lo idiota que has sido.

—Gracias, espero que haya palomitas y coca- cola para que disfrutes la función.

—Igual yo.

Ryan, baja el rostro, siente el golpe en su hombro. Hugh puede que carezca de un filtro entre sus pensamientos y su boca y desestime la mayoría de las cosas, pero es un buen tipo. Ryan lo sabe cuándo le siente junto a su costado, sacando otro cigarrillo y guardando silencio, para no saturarle de reclamos vanos y preguntas estúpidas como “¿Por qué lo hiciste” “Piensa en tu familia” “¿Ya no amas a Blake?” “Es solo un niño, te metiste con un niño, joder”

Hugh solo suspira, como si estar a mediados de diciembre en Avenue Park fuera el verdadero dolor en el culo, en lugar de los propios actos de su mejor amigo que darían de comer por años enteros a cualquier periodista de poca monta que lo descubriera.

—Te has enamorado —. Le dice Hugh, cuando han pasado demasiados minutos, en una solo posición, uno recargado al lado del otro.

Y esas palabras en vez de provocar más angustia en el lio que es Ryan, solo le sirven para entender porque debía ser Hugh quien le escuchara.

Ryan mentiría si dijese que no lo vio venir. Las sonrisas forzadas, dormir en la cama dándose la espalda, pasar más tiempo fuera que en casa, encerrarse con las niñas en el salón de juego cuando nevaba demasiado como para poder escapar, levantarse primero para atender las necesidades de Ines y acostarse al último entrenando en el gimnasio del sótano.

Estaba evitando a Blake.

Así que solo cierra los ojos cuando el primero de muchos gritos le estalla en la cara, tenso y con la guardia en alto.

—¿Qué se supone que estás haciendo Ryan? —. Blake pregunta cuando no ha soportado mas los largos silencios dentro de la habitación —. Apenas duermes o comes, me ignoras y pareces deprimido. ¿Estás haciendo una de esas cosas raras de meterte en un personaje por esa película en Londres? Porque si es así me gustaría saberlo, para no tener más esta sensación de que la mierda ha caído sobe nosotros.

—No tengo nada que decirte en realidad.

—¿Qué? —. Blake jadea, su cabello rubio sacudiéndose, su mandíbula apretándose.

Las niñas duermen en la otra habitación, mientras ellos están literalmente encerrados dentro de la lacena de la cocina, que en otros tiempos hubiese sido el escondite perfecto para tener un encuentro rápido, de besuqueos y fluidos, con ropa a medio quitar y amor contenido. Ahora ambos están distanciados, como si una fuerza les empujara lejos del otro, y Blake siente que algo se le está saliendo de las manos. Ha caído en revisar el teléfono de Ryan cuando él duerme y meterse en su computadora, desesperada por encontrar algo, una señal, lo que sea, que le dé una pista del de pronto comportamiento esquivo de su esposo.

Blake puede entender su postura frente a las cámaras, él que actué de la manera en la que todos esperan, y en la que tanto sus hijas como ella, merecen de él. Durante la sesión en el paseo de las estrellas, ella sintió que ese Ryan, el que acunaba a Ines, y miraba como idiota a Jamie, era el hombro con el que ella se había casado, el mismo tipo gracioso y alto, que podría competir contra Ryan Gosling como protagonista de una comedia romántica.

Pero después de eso, cuando no hubo más lentes para enfocarle, el brillo de los ojos de Ryan murió, como si el iluminador de Harry Potter se tragara toda la luz de su alma y la guardara dentro de un rincón.

Y Blake francamente no lo entiende, a que se debe, se pregunta dónde está toda la adoración y devoción que su esposo mostraba apenas unos meses atrás. Ella está segura que no se trata de un engaño amoroso, no hay ninguna clase de chica conocida o desconocida rondando cerca de su hombre.

Además, ella misma ha verificado su estancia en el hotel cuando se fue a Londres, poniéndose en contacto con el gerente y limpieza. Ella no ha dejado ni una salida, con el tiempo de Ryan vertiéndose en sus hijas y en la producción de Deadpool. Así que si, se siente un poco perdida y algo harta de no saber ni siquiera en donde esta parada. Porque honestamente siente que ya no puede más.

—Que no tengo nada que decirte Blake —. Repite Ryan calmadamente. Eso provoca un bufido de la rubia.

—Mientes —. Sisea, sintiéndose de pronto un poco estúpida. Porque puede que este viendo cosas donde no las hay, pero el miedo es más grande, la presiona hacia abajo y toma control entero de su lengua.

—No lo hago —. Dice con cuidado Ryan.

Y Blake lo ve, como es que hay un tic en su ceja. Y el mundo entero se sacude para ella.

—¿Qué está pasando? — Intenta, con la voz hecha un hilo. Ryan se encoge de hombros.

—Tal vez solo estamos teniendo uno de esos momentos que tienen todos los matrimonios.

—No, no. Nosotros somos diferentes, tú mismo lo dijiste. Yo soy importante para ti, yo te he convertido en lo que jamás pensaste —. Ella da un paso hacia adelante, Ryan no se aleja, incrustado como esta con las cajas de cereal en su espalda y los botes de arroz y pasta sobre su cabeza.

Ryan piensa que ella está a punto de llorar, con sus pupilas dilatas y el estrés de haber estado juntos por tantas horas entre llantos, pañales sucios y leche materna.

Blake recientemente ha tenido que rechazar una participación para el Spring de Vogue, porque el embrazo de Ines la hizo aumentar más de lo esperado y la piel de sus piernas se ha fragmentado con estrías que definitivamente Anna Winter no aceptaría dentro de sus sesiones fotográficas.

Ha sido un golpe duro para el orgullo de Blake que Ryan aún puede ver, por a la forma desesperante en la que corre por las mañanas y las cremas humectantes que le llegan por correo dos veces al mes. Como si Blake intentara reparar algo que Ines le quito, y eso por alguna razón solo hace que el rechazo que hay en el corazón de Ryan hacia la superficialidad de una mujer crezca.

Respira profundo, lo último que quiere es hacer llorar a su esposa antes de que se vayan a Canadá para pasar año nuevo con sus padres.

Estira sus brazos, sus manos enredándose en las muñecas de la rubia, que tiene el ceño fruncido y los labios apretados.

—No podemos estar siempre felices Blake, no solo somos un matrimonio, sino dos personas independientes, que tienen sus propios problemas, así que discúlpame si aún sigo funcionando de esa manera individualista que odias tanto. Pero atosigarme hasta el punto de no dejarme respirar cuando lo necesito no va ayudarte ni a ti ni a mí. Tienes que calmarte.

—Estas insinuando acaso que estoy sobre reaccionando. Porque esta no es la primera vez Ryan, estas extrañas desde hace meses, es como si odiarías esto.

—Alto ahí chica. Estas cruzando una delicada línea. Yo no odio a la familia que he formado contigo.

—¿Entonces? — Blake casi gimotea, sus dedos hundiéndose sobre el dorso de las manos de Ryan que hace una mueca ante las largas uñas enterrándosele en la piel.

—Solo hemos tenido un par de días malos Blake.

Ella niega repetidas veces con su cabeza inconforme con una explicación que realmente parece une excusa para que ella abandone el tema. No lo hará

—Tienes que dejar entonces esa actitud conmigo —. Ella dictamina, y Ryan quiere preguntar sobre cual actitud exactamente es a la que se refiere.

Pero Blake no le da oportunidad, cae de rodillas junto a las cajas de latas de elotitos y champiñones y le jala el pantalón deportivo. Hay un segundo, en que sus brazos se elevan, en un reflejo por tomarla de los hombros y detenerla. Ryan retiene su propio movimiento asustado. Cuando sus bóxer se abren por la pequeña abertura que la tela tiene para permítele una mayor comodidad a la hora de ir orinar, Ryan se muerde el labio.

Cuando la boca de Blake le come de un solo bocado, su largo cabello cayendo sobre su hombro izquierdo en una trenza, y su vestido de flores lilas manchándose con motas de harina, Ryan piensa en que algo no estaba bien, que se siente mal, y no por la culpa. Porque esto es el simple acto de su cuerpo rechazándola.

Ryan cierra los ojos. Hay cabello castaño y una sonrisa de hoyuelos recibiéndole. Piel blanca y caderas estrechas, rodillas sonrosadas y medias altas.

El lloriqueo de Tom y la sangre comienza a viajar hacia el sur, para la boca equivocada.

La primera llamada la recibe a principios de enero, cuando aún está en casa de sus padres en Canadá y con Ines dentro del canguro, mientras el typea en su Mac. El celular vibra sobre el escritorio, un zumbido molesto que hace que su hija se revuelva molesta. Se estira un poco, con cuidado, porque Ines acaba de comer y los movimientos bruscos la marean. Ryan ya ha perdió tres playeras, una de ellas su favorita, por el vómito lechoso de su hija y la poca resistencia de sus pañales para bebe mayor a tres meses.

Sus dedos rozan con su celular, pone una mano tras la cabecita de su hija y la pantalla le vibra en las yemas. Ryan jadea cuando una patada en su vientre se le clava bajo el hígado.

—Bien, bien, lo siento hermosura, tu idiota padre te ha aplastado con su pecho y el canguro. Ya entendí —. Ryan habla, con sus ojos aun fijos sobre su celular que no termina de agarrar y el gimoteo adormilado de su hija —. Ok nena, necesito que cooperes conmigo, será solo unos segundos más de ahogarte con mis pectorales, después puedes patear a papi todo lo que quieras —. Ines restriega su carita contra el pecho de Ryan y suspira como si entendiera lo que este le dice y estuviese resignada —. Gracias nena —. Ryan murmura, haciendo un movimiento de caderas, elevándose unos centímetros de la silla y asegurando la espalda de Ines con su mano libre.

El teléfono del demonio deja de vibrar cuando al fin le ha tomado.

—¿De verdad? Ok quien quiera que seas, llama de nuevo, que me he jugado esta playera y el hígado por contestarte —. Ryan masculla contra el teléfono, Ines hecha su cabeza hacia atrás mirando concentrada a su padre y estirando sus bracitos —. Hey, hola nena, ¿recuerdas sobre el trato de las patadas? ¿podemos renegociarlo? —. El celular vibra de nueva cuenta, y Ryan da un bufido, desliza su mano por la pantalla, su atención aun sobre su hija —. Dale a papi unos minutos linda. ¿Alo?

—“¿Ryan Reynolds?

—¿Si?

—“Oh, perfecto. Por un momento pensé que esa secretaria me había mentido. Joder, sí que has sido difícil de localizar.”

—¿De verdad? Porque estaba seguro que mi teléfono aparece en la guía telefónica, señor desconocido — Ryan sonríe, reconociendo la voz de inmediato, pero finge, le sigue el juego y se permite divertirse con él.

—“¿Señor desconocido? Soy Andrew, Andrew Garfield, estaré sentado a tu lado en los globos de oro”

—¿Iré a los globos de oro?

—“Oh, upss. Este, ¡sorpresa! Has sido nominado como mejor actor de comedia. ¡Felicidades!”

—Acabas de arruinarme la noticia, ¿cierto?

—“Un poco, quizás” 

Ryan suspira, como si no creyera estar hablando con Andrew un domingo por la mañana después de tantos meses sin verse ni siquiera en algún evento social. La última vez que supo algo sobre él, fue por la mantita que envió por el nacimiento de Ines. Su madre se asoma por la puerta entre abierta. Y le hace indicaciones con sus manos. Ryan mira hacia abajo. Su hija se ha dormido.

—Me la llevare —. Le susurra, estirando sus brazos, ante algo que es más una orden que una sugerencia. Ryan, inteligente, no protesta y se levanta con cuidado, su hombro presionándose contra su mejilla, celular en el medio.

—“¿Es un mal momento? escucho mucho movimiento”

—No, no lo es. Solo dame unos segundos —. Ryan camina hasta su madre, que saca a la niña del canguro, con mucho cuidado, y la acomoda sobre su pecho, da la media vuelta, tatareando una nana, Ryan la mira hasta que se pierde escaleras arriba. Él regresa hasta la salita, se saca el aparato que cargaba al bebe, desabrochando las correas y sintiendo el frio del abandono en su pecho al ya no tener a la bebé sorbe él. —. Bien, estoy contigo. Ahora, quisiera una mejor disculpa que eso que me diste por arruinarme una nominación.

—“Lo siento viejo, pero no tengo nada más que ofrecerte.”

—Que tal, el motivo de esta llamada. Sería bueno saber porque no te estoy geo localizando para golpearte por eso.

—“Whoa, Ryan, no sabía que te iba la violencia. Pero no importa. Aun así, te amo.”

—Sí, bueno. Puedes hacer fila chico.

—“Pido estar tras Blake.”

A Ryan se le escapa una risa, y se deja caer sobre el sofá.

—“Pero ciertamente, no hable para arruinarte tu nominación. Esto es algo más personal, supongo.”

—¿A qué te refieres?

—¿Alguien te ha dicho alguna vez lo vinculante que las publicaciones aisladas, pueden ser?

Ryan no contesta. Pero se siente ciertamente amenazado.

—“Supongo que eso es un no, como sea, solo es curiosidad, no tienes que sentirte asustado o algo así. Soy un actor no un reportero come escándalos de la cadena E, Ryan. No te preocupes, repito que esto solo será una pregunta, nada por que alarmase. ¿Pero has tenido algún tipo de contacto con Tom Holland durante el año pasado?”

—Un poco —. Ryan, dice, con cuidado. Midiendo sus palabras —. Todo por redes —. Hay publicaciones, piensa que no importa que sean eliminadas de su cuenta en Twitter, siempre serán recordadas por los fans —. ¿Por qué te interesa saber eso?

—“Spiderman”

Ryan siente que hay aire nuevo entrando en sus pulmones. Falsa alarma, idiota.

—“Como sabrás, interprete ese papel para otro estudio y últimamente Tom, bueno su asistente Harrison, me ha contactado. Al parecer el chico es un gran admirador tuyo y mío. Y como tu hiciste a Deadpool, me preguntaba si sería bueno que ambos habláramos con él. Algo así como una reunión de héroes de comics. ¿Te gustaría participar?

—Estas mintiendo —. Ryan le dice, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados.

—“Cierto”

Ryan puede imaginarse la sonrisa de Andrew, con hoyuelos y cubriendo mas de la mitad de su rostro. Un arlequín presionando puntos sensibles.

—“Estoy impresionado de que puedas ver a través de mis palabras Ryan.”

—Tengo cinco años conociéndote Andrew, me es fácil saber cuándo te están montando un numerito de inocencia.

—“¿Es por eso que no me has dado tu celular la última vez que nos vimos en Nueva York?”

—No, no te lo di, porque sabía que te darías cuenta de eso que te mueres por preguntarme, jodido traga años.

Andrew ríe, porque ahí está el Ryan que él conoce, y no el patético hombre con ojeras que vio durante la entrega de su estrella en el paseo de la fama.

—“Vamos, tienes que admitir que fue divertido, fingir que este era nuestro primer encuentro. Por cierto, lo de los globos es cierto”

—Eres un jodido mal amigo. ¿Lo sabes?

—No, no lo soy —. Andrew canturrea desde el otro lado de la línea —. ¿Y sabes porque estoy tan seguro? Porque cubrí tu trasero en ese melodrama que montaron tú y Tom en el baño durante la premiación de noviembre.

—Nos vieron—. Dictamina Ryan, suspirando. Porque era imposible simplemente pasar desapercibidos, y él había sido muy ingenuo pretendiendo aquello, en un lugar tan público y lleno de cámaras.

—“Nadie por quien debamos alertarnos. Fue el asistente de Emma quien me lo dijo. Estaba ahí para conseguir una entrevista del TIME”

—¿Compartiendo la custodia de los niños después del divorcio?

—“Fue un divorcio amistoso debo agregar. Comparado a dejar llorando a un pequeño niño en un baño, claro. Ryan, no quiero sonar histérico ni nada, pero ¿Dime que no has regresado a tener aventuras como antes de Blake? Porque estoy preocupado como la mierda desde hace meses”

—No quiero hablar de esto por teléfono Andrew.

—“Demonios Ryan, no”

—Andrew —. Advierte.

—“Nada de Andrew. ¿Estás en casa de tus padres, cierto? porque fue año nuevo y todo eso ¿Cuándo regresas? Y ni se te ocurra agendarme con tu manager.”

—El miércoles, veme en el bar de la séptima, en la hora feliz.

—“¿Voy a golpearte cierto?”

—Andrew, vas a dejar a mis hijas huérfanas.

—“Demonios”

Cuando Andrew lo conoció por primera vez, sintió su corazón saltarse un latido. Y murmuro un traidor bajito, porque ese hombre de risa estruendosa y boca de marinero de puerto había sido como un imán del que no podía apartar los ojos. Tenía solo 24, tres películas y un cortometraje en su currículo. Pesaba menos de 60 kilos y había sido rechazado en su última audición.

Así que fue una casualidad que los ojos de Ryan se encontraran con los suyos entre los caminos a los estudios de grabación de Sony.

Ryan era de esas personas que solo conoces una vez en la vida y que llegan alto, lejos y hacen historia. Ryan Reynolds tendría tabloides enteros dentro de los periódicos y portadas mensuales en las revistas. Miles de personas seguirían sus pasos, sus pasatiempos y sus sonrisas. Andrew no temía contarse entre todos ellos.

Andrew supo que tenía razón cuando “La propuesta” no fue otra comedia romántica del montón, sino un clásico de amor, junto a “La boda de mi mejor amigo” y se sintió tan o más orgulloso que el mismo protagonista.

La primera vez que hablaron fue porque había coincidido con Jimmy Kimmel y su personalidad de rollo de canela, encontrándolos entre camerinos. hablaron como si fueran viejos conocidos de toda la vida. Tranquilo, con risas y mariposas en el estómago de Andrew por estar con su propio modelo a seguir.

La segunda vez coincidieron en una cena en la casa de Hugh, Emma conocía a la esposa del actor. Ryan era el mejor amigo del gatito gruñón. Hablar para ellos dejo de ser una mera formalidad, porque había hecho clic desde el primer momento, un juego de químicos internos atrayéndose el uno al otro.

Andrew se coló por los pequeños huecos que Ryan dejaba, entre las vacaciones, las entrevistas, y los amigos en común. Ryan no hizo nada para impedir que Andrew formase parte de su mundo, declarando incluso cosas como:

“Deadpool tiene una crush con Spiderman, y yo también”

Cuando Andrew había conseguido el papel de Peter y Ryan luchaba por una película decente para el mercenario de Marvel.

Andrew había estado durante el embarazo de James.

Ryan se había quedado cuando Emma se fue.

Así que es natural buscarse el uno al otro, cuando la tormenta comienza y los caminos se pierden.

Ryan, era una persona extraordinaria, que también se equivoca.

Andrew lo reafirma en medio de un par de cervezas oscuras, poca iluminación y Frank Sinatra cantado “Fly me to the Moon” de fondo. Ese hombre de traje y corbata, que parece tener la vida perfecta no es más que un patético tipo que cayó en su propio juego. Porque Ryan lo empieza todo así, por mera curiosidad, porque su alma es una cosa libre que se le está muriendo entre las manos de Blake y que sigue latiendo solo por tener la mirada de James e Ines.

Andrew tiene el pensamiento de decirle que tiene que contarle a Blake, ser sincero. Porque no se trata de que haya dejado de amar a su esposa de un día a otro, o que la odie. Porque ese engaño aún no ha culminado físicamente, porque eso es mucho peor. No hay polla, semen ni lubricante involucrados en esa cuestión.

Porque ambos son unos hombres patéticos que tienen sobre la mesa el corazón.

—Hugh seguramente te lo dijo, porque es demasiado obvio —. Andrew comienza jugando con el cuello de su botella, su mirada fija sorbe la pantalla de televisión donde pasan un juego de americano, las clasificatorias para el super bowl —. Pero ese niño te ha pillado con la guardia baja, amigo.

—Tom, estoy seguro que ni siquiera lo intento.

—Por supuesto que no. No es como si enamorase de un hombre casado fuera el sueño de un actor emergente Ryan. Así que no, Tom ni siquiera pretendió estar con un idiota como tú. La pregunta aquí es, ¿confías en mí?

Ryan frunce el ceño, deteniendo el movimiento entre la botella y su boca, la baja despacio y le enfoca. Andrew le está sonriendo, un zorro oportunista que se está divirtiendo con la situación. Ryan se encoge de hombros, Andrew hace un puchero con sus labios.

—Cuando esta irritado puedes ser tan imposible —. Andrew se queja, sacudiéndose el cabello, en una manía que tiene cuando lo ha dejado demasiado largo —. Entonces, ¿confías en mí? —. Andrew Repite, inclinándose sobre la barra, sus ojos buscando los avellanan de Ryan, quien le enfoca solo por unos segundos, antes de chasquear la lengua.

—Esa es una pregunta retórica — Dice Ryan de cualquier forma, ahora si dando un largo trago a su cerveza. Andrew ríe, como si hubiese esperado algo así.

Pero es cierto lo que Andrew ha dicho, su irritación ahora es casi imposible de esconder cuando Haz ha publicado en Twitter, etiquetando a Tom:

“Mi novio nominado a los BAFTA”

Solo recordarlo hace que apriete la mandíbula. Una mano moviéndose sobre su espalda, en forma circular le hace respirar profundo. Andrew está tocándole, atrayéndole, tratando de mantenerle estable, para que no pierda más los estribos y cometa una estupidez. Ese hombre que aún tiene la cara de un adolescente es ahora un ancla firme a la que ha estado sujeto durante los últimos días.

Andrew desliza su mano sobre la barra y toma la de Ryan.

—Por favor solo haz lo mismo que yo en los globos de oro —. Andrew pide, su sonrisa de niño travieso y sus dedos entrelazados con los de Ryan.

Ryan, que no puede evitar pensar en ese chico miserable que lloraba por Emma como si el mundo hubiese terminado. Había una promesa en el fondo de los ojos de Garfield y eso era “no dejare que te ocurra lo mismo que a mí, no a ti, grandote”

Ryan refuerza el enlace de sus manos. Confía en él.

Y lo reafirma, cuando ve a Ryan Gosling caminando entre las mesas en la entrega de los globos de oro, con su traje de dos piezas y su pajarita negra en el cuello. Es alto, no tanto con él, pero si lo suficiente como para que Emma Stone quepa entre sus brazos. Sus ojos miran la mitad del recorrido que su homónimo hace para llegar al pódium antes de que unas manos tomen sus mejillas.

Andrew es un chico listo, ha conseguido quedar sentado no solo en la misma mesa, si no a su costado derecho, se ha peinado el cabello hacia atrás y afeitado para que la suave piel de su mandíbula se funda con la barba descuidada que Ryan ha dejado crecer.

“Haz lo mismo que yo” resuena en su mente.

Ryan cierra los ojos, sus labios se funde con los de Andrew.

“Yo lo llevare Ryan, yo seré el contenedor para que tu amor viaje, para que pueda alcanzar a Tom de nuevo. Confía en mi”

Ryan vierte todo lo que tiene. El anhelo, la esperanza, la ansiedad, la nostalgia, extrañarlo. Adorarlo. Su devoción entera dentro de esa boca. Hay aplausos de fondos, ha perdido su nominación.

Y solo puede seguir pensando en Tom. Solo Tom.

Siempre Tom.

Bien espero que su paciencia siga existiendo para el próximo capítulo, una cosa que yo he estado esperando desde que ocurrió el beso entre estos dos bebés será vista en el capítulo 10.

Y como dice Andrew “Confia en mi”

Nos vemos en dos semanas mi sweetums.

Besos y abrazos YUKI-NII

 

 

 


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