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The ice is on fire por Ayluw10

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El reloj tocaba las nueve y veinte cuando sus ojos celestes se clavaron en el cerrojo dorado de la puerta. Solo faltaban diez minutos para que su tío apareciera por aquella puerta con helado de vainilla. Era su favorito. Tío Ken le había dicho que lo había heredado de su madre, y que también era una réplica exacta de ella en versión masculina. Su padre era muy diferente a él: Pelo rubio, ojos marrones y tez morena. Si en algo se parecían era en su altura para nada alta.
Su tío cumplía el rol de madre y padre a la misma vez : lo cuidaba... No, No lo cuidaba exactamente ¿o si? Bueno, le hacía daño y lo cuidaba. Ken no lo amaba o, si lo amaba, era a su manera : Amaba su cuerpo
Ren, en cambio, lo odiaba. Se sentía como un prisionero en su celda. Todos los días estaba encerrado entre cuatro paredes.
El ruido de la puerta lo hizo volver a la realidad. Ya ,,había llegado.
– Ren estoy de vuelta – chilló feliz abranzándolo – Veo que haz estado esperandome
– T-tío ... aire ... me quedo sin aire ... – susurró costosamente
– Ay, lo siento – dijo Ken soltándolo avergonzado – Es que te extrañaba tanto
– No te preocupes – sonrió y empezó a mirar a ambos lados, buscando su objetivo – Y ... ¿Dónde está mi helado? – dijo haciendo un tierno puchero
– Ven, vamos a comer – pronunció Ken, llendo hacia la mesa del comedor
– ¿Y cómo te ha ido en el trabajo? – dijo Ren poco interesado mientras lo seguía por el largo pasillo
– Nada fuera de lo común ¿Y a ti?
– Aburrido, como siempre ... yo ... pensaba que hoy podría salir un rato ... ya sabes, afuera – Dijo el pelinegro embozando una sonrisa tímida
– No – su expresión divertida había sido reemplazada por una sería y enojada – Ya te lo dije Ren, y no lo volveré a repetir : Tu nunca saldrás de aqui – siseó – Ahora dame un beso – dijo sonriendo nuevamente asustando a Ren
– Pero tío ... – dijo con el poco coraje que le quedaba
– ¡Dije que no! – gritó Ken dándole una bofetada en su mejilla izquierda, haciéndolo caer de espalda al piso.
Sin duda, esto ya se lo esperaba. Ya sabía que su tío no era del tipo de personas que se tomaba las cosas con calma, sino que reaccionaba violentamente.
Estaba en el suelo cuando Ken lo agarró de la remera y lo atrajo hacia sí, para darle un beso en los labios sin una pizca de delicadeza y volver a tirarlo, ocasionando que éste se golpeara la cabeza contra la baldosa.
– Maldito loco ... – murmuró Ren con cierto rencor. Siempre era lo mismo, cada vez que él sugería la idea de salir afuera, no terminaba nada bien.
– ¿En serio creías que no sabía hacia donde iba tu jueguito? Por favor Ren, el papel de "niño bueno" no va contigo – dijo Ken – Salvo en la cama, por supuesto – pronunció con una sonrisa sádica
– Me das asco – dijo Ren – Y te odio – murmuró bajo para que no llegara a los oídos del mayor.
Le daba fiaca ir de una habitación a la otra, pero si quería librarse de tener que ver la cara de su tío lo haría gustoso "Cada paso que des, es una bala en el corazón de Ken" se decía una y otra vez a si mismo.
Motivado, corrió hacia su cuarto, abrió la puerta pero, cuando iba a cerrarla, alguien se coló por la pequeña abertura entreabierta
– ¿A dónde creés que vas? – dijo Ken tomándolo por el pelo y tirándolo sobre la cama, para luego subirse encima de él
– No empieces viejo, esta vez no ... ni hoy ni nunca – dijo Ren lleno de valor, no iba a dejar que lo tocara, no otra vez
Aunque tener que complacer a su tío sexualmente para él no era nada de otro mundo, porque despues de tener que repetirlo mas de cien veces, Ken había logrado convencerlo de ello. Sin embargo, seguía pareciéndole extraño.
Luego de mirarlo fijamente a los ojos, Ken se apartó
" Lo he conseguido " pensó Ren aliviado
Pero tal fue su alegría que no se percató de que su tío había vuelto a posarse sobre él, y lo había amarrado a la cama con unas cadenas
– ¿¡Pero que haces!? – chilló intentando soltarse, moviéndose de un lado para el otro
– Eres una perra muy mala – dijo Ken agarrando el cuello del menor y sujetándolo con un collar, para luego ponerle una cadena y tomarla entre sus manos, tirando levemente – Ahora haz caso a tu amo, y deja de moverte – estiró su mano hasta la cajonera y de allí sacó una mordaza
– ¡Déjame viejo pervertido! ¡Suéltame, suéltame! – gritó esta vez mas inquieto
– ¡¡Que te calles dije!! – alzó la voz y le dio una fuerte bofetada en su otra mejilla, dejándole la marca de su mano.
Odiaba tener una piel tan clara, siempre quiso broncearse, poder sentir el sol en su piel, calentando su cuerpo, dándole la vida que nunca tuvo. Si, sabía lo que era el sol porque todas las mañanas se levantaba temprano y se sentaba en el piso, junto a la ventana, donde podía colarse pequeños rayos de sol. Era una de las sensaciones más maravillosas que había sentido.
Ken siempre decia que los seres de allí afuera eran criaturas de otro mundo y que podían hasta matar por comida, que se comían entre ellos y carecían de cerebro.
– Eso es – susurró Ken colocándole la mordaza en su boca y besando suavemente sus labios – Calladito te vez mas bonito
Esta era la razón por la que quería huir de este lugar. Desde los diez años, el viejo había abusado de él. Aunque no le había quitado la virginidad, Ren sabía que no faltaba mucho para que lo hiciera. Solo tenía una razón para quedarse en esa cueva : El viejo era el único que sabía su pasado.
De pequeño, siempre había sentido curiosidad por saber que había detrás de la puerta. Su primer intento fue a los cinco años cuando todavía era un niño pequeño e inocente, su plan no fue del todo planeado. Solo pensó en abrir la puerta e irse a jugar, pero al estar cerrada, pensó en tirarse por la ventana. Era una buena opción. Pero se sorprendió al abrirla; estaba cubierta de metal y barrotes. Ese día descubrió que estaba totalmente encerrado.
Ya lo había decidido, al anochecer cuando Ken se encuentre atrapado por Morfeo, se iría y jamás regresaría.
– Hoy haz sido un niño muy malo – dijo agitando un dedo en el aire – Y por eso te castigaré – sonriendo le pasó los dedos por los carnosos labios de Ren
Se paro y se dirigió nuevamente a la cajonera, de donde sacó una vara de metal y empezó a azotarlo en la espada dejándole heridas profundas hasta hacerlas sangrar. A cada uno de ellos, el menor respondía con gritos desgarradores. Siempre era más de lo mismo.
– Estoy cansado – luego de haber levantado una y otra vez la vara contra el menor, había quedado exhausto – Terminemos con esto y me voy dormir
Luego todo sucedió como si fuera algo de todos los días ... y lo era.
Ken se subió al torso del pelinegro, le sacó la mordaza y se bajó la cremallera, sacó su enorme miembro y lo obligó a abrir su pequeña boca.
– Abre – ordenó
– Dicen que soñar no cuesta nada – susurró sonriendo divertido a pesar de lo lastimado que estaba.
El mayor agarró las cadenas y tiro de ellas, provocando que Ren, al resistirse, tosiera y buscara aire con desesperación.
– Abre – repitió
– ¿Eres sordo o qué? – dijo el menor entredientes
Su personalidad la había sacado de su madre. Dios ¡Era tan parecido a ella! A pesar de los golpes y fuera lo que fuese a hacerle, el mocoso nunca cerraría esa linda boquita. Eso ya lo había comprobado.
Cabreado, se bajó de Ren y se encaminó hacía la puerta
– Hoy no comerás – dijo antes de cerrar la puerta y dejarlo amarrado a la cama.
– Me da igual viejo de mierda – murmuró bajo para que nadie lo oyera. Pero aun asi Ken lo había hecho.
Los recuerdos de la última vez que vio a su hermana lo inundaron, y una lágrima se deslizó por su mejilla. La extrañaba y mucho ¿Habría hecho bien al cumplir su último deseo? Tener al pequeño y no hacerlo suyo ya le estaba resultando difícil ¿Cómo lo haría si era la viva imagen de ella?

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