– Me miró – chilló
– ¡No! ¡Fue a mi a quien miró!
– dijo otra
– Chicas, ya dejen de decir algo que nunca pasó – Por lo menos había una con cerebro
– Es mas que obvio que esa mirada era para mi – Olviden lo que dije
No muy lejos, un grupo de chicas escondidas detrás de la pared del instituto lo miraban como si de un trofeo se tratase. Sentirse superior a los demás formaba parte de la educación que había recibido de niño «Nadie es más que tu, mi hijo : El futuro rey de Fuego» Le había dicho su padre.
Se encontraba acostado bajo la sombra de un árbol frente al instituto de bellas artes. El sol estaba fuerte a estas horas, y hacía tanto calor que las chicharras cantaban, clamando por la llegada de la lluvia. El cielo rojo combinaba perfectamente con el joven. Tenía unos ojos color rubí y el cabello de un castaño claro pasando a rubio. Cada fibra de su cuerpo estaba entrenada para ser uno de los mejores guerreros del reino. Pero su único objetivo consistía en aniquilar a todos los sobrevivientes del reino hielo. Esa era su venganza por haberle quitado a su madre de su lado.
Primero lo primero, quería explorar las tierras congeladas y comprobar que no quedaba ni un habitante vivo de pie. Y, si encontraba indicio de vida, no dudaría en hacerlo desaparecer.
Estaba todavía pensando cuando una voz fastidiosa lo interrumpió
– ¿Rai? ¿Qué haces aqui? – preguntó Ryo ligeramente sorprendido
– Hola. Estoy bien gracias por preguntar – Le dijo irónico – Quiero que vengas conmigo, necesito llevar algunas cosas y ,ya sabes, necesito un caballo de carga
– Ah, ya entendi. Y ahi es cuando aparezco yo ¿no? Cuando me salgan orejas y una cola de caballo te digo, ahora estoy algo ocupado – forzó una sonrisa y sacudiendo la mano en forma de despedida se fue alejando lentamente – Adiós ...
– ¿Ya estas listo? ¡Perfecto! Vámonos ahora – dijo Rai ignorándolo por completo y tomándolo por el brazo.
Unos pasos se escucharon a lo lejos, parecidos a los de los soldados. Rai sabía lo que pasaba : Habían venido por él.
Agarró a Ryo sin ninguna delicadeza y lo arrastró con él detrás del arbol, escondiéndose.
– ¡No otra vez! – se quejó el menor – ¿Por qué siempre acabo metido en tus problemas? – suspiró – ¿Y ahora que hiciste?
– Larga historia – dijo Rai.
Estaba concentrado en los soldados. El mínimo error que cometieran y podría escabullirse entre los arbustos y escaparse sin ser notado.
– Entonces será mejor que empiezes ahora
– ¿Nunca dejarás de ser tan terco?
– ¿Nunca dejarás de evadir mis preguntas?
– Nunca – sonrió – pero solo por hoy te daré una respuesta. Mas te vale que no te acostumbres.
~FLASH BACK~
– Cuanto tiempo Príncipe de Fuego – dijo con un fuerte impetu – Adivino que no estas aqui para hacerle compañía a tu padre – sonrió débilmente – ¿A qué debo tu honorable presencia?
– Adivinas bien, viejo. Veo que la edad no cambio eso de ti – pronunció con cierta burla – Llendo al punto, estoy aqui para que me entregues el permiso de Libertad – soltó directamente
– ¿Pero que estás diciendo? Si tu libertad se te concede a los diecinueve años y tu tienes ...
– Diecinueve – lo cortó Rai
– ¡Vaya! ¡Como haz crecido! Eras tan solo un bebé cuando ...
– Padre, no estoy para hablar. Exijo lo que me corresponde – lo corto nuevamente
– Si piensas que te lo daré estas muy equivocado. El permiso de Libertad es solo para aquellos que se lo merecen – entrecerró los ojos – Y tu no estas en esa lista
– Como quieras. Tu sabes mas que bien que yo no ruego por nada ni a nadie, asi que permiso o no, me voy – Y con esas palabras se retiró del castillo real
A lo lejos pudo escuchar la voz potente y enojada de su padre
– ¡Guardias! ¡No dejen que salga del Reino y traiganlo inmediatamente aqui!
Segundos despues, las puertas del palacio se cerraron y unos guardias empezaron a rodearlo.
– Mi príncipe, temo que esta bajo orden de arresto – dijo uno de ellos.
Antes de que el hombre pusiera las manos en él, extendió sus enormes alas rubí ,al igual que sus ojos , y alzó vuelo.
Sonrió victorioso
– Estas loco si crees que con esto podrás detenerme, viejo – dijo para él mismo.
Cruzó por encima de las paredes del palacio y admiró el reino desde lo alto. Su próximo objetivo : Ryo
~FIN DEL FLASH BACK~
– Y bien ... ¿Ya llegamos? – preguntó Ryo ya aburrido
Llevaba mas de una hora de viaje en el aire. Su remera estaba sostenida por el fuerte brazo de Raiko. Lo que más le aterraba era que el mayor lo alzaba como si de un muñeco se tratase y que, de un momento a otro, estaba casi seguro que lo soltaría. Esta era una de las razones por la que estaba intentando mantenerse callado, no quería morir tan joven.
– No – fue su única respuesta
– ¿Cuánto falta? – preguntó otra vez Ryo
¡Por dios! ¡Ya había preguntado las mismas preguntas más de un millón de veces!
– Si no te callas, no se hasta cuando podrá soportar mi brazo el alzarte – dijo Rai – ¿Qué dices brasito? Aja, aja – fingió hablar con su propia extremidad – Me parece bien. Ryo, brasito dice que eres pesado y que ...
– ¡No! – gritó Ryo asustado – Me callaré
Problema solucionado. Ahora solo debía concentrarse en el resto del camino a las tierras de Sebastián. Le resultaba tentadora la idea de quedarse un tiempo allí, ya que; Primero : Tenía un extraño presentimiento de que se encontraría algo que fuera digno de su atención y ; Segundo : No quería regresar con su padre. Posiblemente, ¡Lo mataría, lo asesinaría, lo descuartizaría, y luego ... lo mataría otra vez!
– ¿Rai? – su fiel sirviente lo sacó nuevamente de sus pensamientos – Creo que es aqui – susurró
Apenas miró para abajo, se quedó perplejo.
Las montañas se alzaban a lo largo del valle, cubiertas por una fina capa de nieve. Los árboles, plantas y todo tipo de vegetal eran grises, como el cielo. La mayor parte de la ciudad estaba destrozada. Seguramente por consecuencia de la guerra anterior, los techos de las casas se habían derrumbado cayendo sobre la nieve. Blanco. Todo era blanco.
Lentamente, aterrizaron sobre la superficie blanca. Ese lugar, era uno de los más extraños que había visto en toda su vida.
Rai miraba el cielo cuando algo tocó su nariz. Con una mezcla de asombro y sobresalto, la tocó. Rápidamente, el copo de nieve se desintegró, convirtiéndose en agua que se deslizó sobre su piel.
Rai rió
Mientras tanto, Ryo no podía dejar de observar sus alrededores, alerta. Pero el sonido de la risa de Rai captó su atención.
Por primera vez desde la muerte de su madre, Raiko se sentía vivo, libre.
– Hemos llegado – susurró
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