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Inunaki: Sin retorno por Uruhasa_13

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Notas del capitulo:

Muy buenos días a todos mis queridos y leales lectores, a los nuevos lectores también les doy la bienvenida y los invito a leer más de mis fanfics, pero por lo pronto, aquí está este. 

Escribí este nuevo fanfic con motivo del mes de Octubre, "Mes del terror" espero que les guste y los perturbe (No, no soy Dross). 

Quien cache las referencias a la pelicula... mis respetos, Cabin fever fue uno de los filmes más perturbadores que he visto... después del Cienpies humano. 

Sin más, pasen a leer. 

1. “Día 1”


 


 


 


- No puede ser, no contesta


El sonido del teléfono celular de Itachi sonó con violencia contra el taburete, no podía creer que su hermana menor se hubiese ido desde hacía tres días y no hubiera llamado. El hermano mayor de los Uchiha, Itachi, era el responsable de sus dos hermanos menores, siempre estaba enterado de en dónde estaba cada uno. Cuando Okami le dijo que se iría de campamento junto con Kiba por el fin de semana, no tuvo problemas pero ya había pasado tiempo  y ese “viaje de acampada” estaba yendo muy lejos.


- ¿A dónde dijo que iba? – se dirigió a Sasuke, que se mantenía al margen de todo


- Dijo que iría a buscar esa tonta villa


- Estoy preocupado… ¿Y si le sucedió algo?


- Seguramente seremos tíos si no regresa pronto


- ¡Deja de bromear con eso! Hablo en serio, Sasuke


- Bien, bien – suspiró pesado – si tanto te preocupa, iré por ella


Itachi bufó muy fuerte, parecía cansado y fastidiado, ser el adulto responsable y cuidar de dos adolescentes al mismo tiempo era bastante agotador. Sus padres habían dejado una enorme carga sobre sus hombros cuando fallecieron en un desafortunado accidente muchísimos años atrás. Ahora tenía este problema, su hermana menor estaba perdida en algún lugar extraño junto con un muchacho que realmente no le daba buena espina.


- No creo que sea la mejor idea


- ¿Qué? – Rio – no me digas que tú también crees en esa leyenda estúpida


El hermano mayor no dijo absolutamente nada, pero no hubo silencio, el sonido de la puerta cerrándose indicaba que había alguien más en la casa. El sonido de las llaves y los pasos del recibidor delataban a la persona que estaba llegando a la casa, justo por el umbral de la sala apareció el novio de Itachi, Deidara, que desde hacía un par de años vivía con los Uchiha.


- ¿Aún no hay noticias de ella? – se apresuró a preguntar el ojizarco


Los dos hermanos se limitaron a mirar a Deidara dando una respuesta implícita, este solo suspiró pesado, aún traía puesta la bata del hospital en donde trabajaba. Se desplomó en el sofá en medio de los dos hermanos para unirse a ese silencio extraño.


- Sasuke quiere ir a buscarla – mencionó Itachi como si lo estuviera acusando


- Mi hermano sigue pensando en que esa tonta leyenda es real – se escudó el menor


Deidara se hundió un poco más en el sofá, estaba seguro de que se vería en medio de la línea de fuego en una pelea más de los hermanos, sin embargo, debía inclinar la balanza hacia Sasuke en esa ocasión. Okami estaba perdida e Itachi no quería salir a buscarla por miedo a una leyenda tonta contada por colegiales.


- Creo que Sasuke tiene razón


- Dei… – protestó el mayor


- Tu hermana no regresa, seguramente está en el bosque con ese tipo y nosotros ya pasamos tres días haciéndonos tontos


- Bien – dijo Sasuke poniéndose de pie – iré por ella, no tardaré más de un par de días


 


 


-_


 


 


El azabache había logrado zafarse de Itachi gracias a Deidara, sabía que sería más eficiente si iba él solo, después de todo, era su hermana gemela la que estaba desaparecida en el bosque. No quería compartir toda su angustia con su hermano y su cuñado, tenía un sentimiento extraño que lo inquietaba, lo hacía querer ir corriendo por Okami. No podía explicarlo, siempre había sido de esa forma, esa “telepatía de gemelos” se había mantenido apagada hasta ese momento.


El autobús iba casi vacío, el conductor parecía estar teniendo un deja vú con ese muchacho yendo hasta al final de la ruta. Era un camino largo y tomaba medio día llegar hasta allí, aunque sabía que no sería la última vez que haría ese viaje, el conductor había sido testigo de los innumerables exploradores que fueron allí solo para no regresar.


- Esta es la última parada – dijo el hombre para su último pasajero


Sasuke se puso de pie y se acomodó la mochila, no había prisa pues era el último pasajero en el autobús. Sus pasos retumbaron en el suelo, el conductor lo miró con el rabillo del ojo hasta que este llegó a la puerta y antes de abrirla para que bajara hizo que el azabache volteara a mirarlo.


- ¿Estás seguro de bajar aquí? ¿No prefieres regresar?


- Perdóneme, pero mi destino no le incumbe


- Los últimos jóvenes que traje no han regresado… ninguno lo hace


- Tengo que encontrar a mi hermana – dijo sin hacer caso del comentario – abra la puerta, por favor 


El hombre suspiró pesado, no podía hacer nada para detener a Sasuke pues, después de todo, aquel cuento seguía siendo solo una leyenda urbana. Finalmente las puertas se abrieron y antes de que el conductor pudiera volver a dar alguna advertencia que detuviera al Uchiha, este se bajó de un salto y empezó a caminar rápidamente sin mirar atrás, sabiendo que el conductor esperaría ahí un buen rato por si se arrepentía.


 


 


-_


 


 


Un escalofrío le recorrió la espalda, el silencio de aquella carretera era algo abrumador, agitó la cabeza para poder despejarse y seguir su camino tranquilo. Una leyenda debía quedarse como eso, tenía que encontrar a su hermana a como diera lugar, ella era su único consuelo después de haber perdido a sus padres.


Itachi y Deidara eran increíbles, Sasuke los quería a los dos muchísimo, incluso a Deidara, que sin ser realmente parte de su familia pudo ganarse su respeto y hasta su cariño. Pero nadie en el mundo tendría ese nexo tan fuerte que compartía con su gemela, la única persona en el mundo que lo conocía tan bien como él mismo. Kiba estaba en segundo plano para él, ese idiota jamás le había gustado y le gustó mucho menos cuando empezó a salir con su hermana.


Se mordía el labio con nerviosismo, esperaba que el camino no fuera tan tedioso, los árboles se inclinaban sobre él como previniéndole pero sus pasos no vacilaban.


 


 


*


- ¡No vas a ir! – gritó Sasuke al ver a su hermana empacando su equipo de acampada


- Sasuke…  es solo una excursión, no tardará más que un par de días


El azabache se acercó y empezó a desempacar las cosas de la mochila a la par que su hermana las guardaba. No podía concebir la idea de dejar a su hermana gemela sola un fin de semana con un tipo en el que no confiaba, además de dejarla ir a un sitio que no conocía. Pero el colmo llegó cuando en el fondo de la mochila encontró un paquete de condones.


Eso había sido el colmo, Sasuke lo tomó y lo sujetó frente a la cara de Okami con expresión indigna, pero la muchacha solo se los arrebató y los volvió a meter a la maleta junto con todo lo demás que su hermano había sacado. Eso era el colmo, literalmente vivía encerrada con cuatro hombres que la mantenían en una especie de burbuja por ser la “niña” y ahora que estaba haciendo algo por su cuenta, no dejaría que nadie se interpusiera, ni siquiera Sasuke.


- Escucha, Sasuke, voy a ir aunque no quieras, Itachi me dio permiso


-Pero yo digo que no vas porque…


- Mira – suspiró –   sé que te tomas muy en cerio esto de “El gemelo dominante” pero diez minutos no hacen la diferencia


- La hacen cuando mi hermana gemela se va a tener sexo con un idiota


- Soy lo suficientemente madura como para saber con quién tengo o dejo de tener sexo


La muchacha hizo por tomar más ropa de su cama para meterla a la mochila, pero fue interceptada por el agarre de Sasuke que apretaba su muñeca. El azabache no podía dejar de sentir una incomodidad injustificada, realmente era eso lo que le impedía dejar ir a su hermana gemela.


Se suponía que la leyenda era una tontería y después de haber tachado al relato de una estafa, no podía tragarse su orgullo, ni siquiera ante Okami.


- Voy a ir


- Lo sientes ¿Verdad? – dijo lo más rápido que pudo


- si – dijo la muchacha pesadamente


- Ese lugar no es seguro


- Pero tú dijiste que la leyenda no existe


- Eso no quita que no haya otros peligros… ¡Kiba es uno de ellos!


Lo único que hizo Okami fue rodar los ojos, ella podía palpar esa angustia de la que hablaba su gemelo, sin embargo, al igual que Sasuke, ella también era orgullosa y no se tragaría el suyo por el azabache. Toda la familia era muy parecida, esos defectos eran irremediablemente repetitivos en los Uchiha pero no podía hacerse absolutamente nada.


- Debo irme – se acomodó la mochila de viaje en los hombros


- Detente – insistió Sasuke como último recurso


- No me pasará nada – le dijo con una sonrisa en el rostro


No era nada convincente, el azabache podía leer a la perfección el rostro de Okami. No podían mentirse, se conocían desde el nacimiento. Sin embargo, él no la detuvo y en lugar de eso, solo miró como ella se iba de casa con una sonrisa perturbada.


*


 


 


Cerró los ojos con fuerza, no podía dejar de culparse él mismo por haber dejado que Okami se fuera de casa así nada más, se decía él mismo que no debió tocarse el corazón y simplemente encerrarla en su cuarto si era necesario. Pero ya no podía hacer nada para cambiar el pasado, solo le quedaba seguir adelante en busca de su hermana.


Entonces se topó con algo que no se esperaba, “Las leyes constitutivas de Japón no tienen validez aquí”  Leyó en su mente. Sintió una especie de opresión en su pecho, algo que le impedía dar un paso más adelante, el cartel era verdadero, un augurio de lo que estaba por venir y sin embargo, no podía dejar de caminar. Sacó su celular del bolsillo, todavía se mantenía frente al cartel,  caminó lentamente sin dejar de mirar su teléfono celular y en cuanto estuvo tras él sintió como la sangre se le congelaba desde la punta del dedo gordo hasta la punta de la nariz. Ya no tenía recepción, pero además de eso, unos segundos más tarde, el celular se apagó inexplicablemente.


- Esto debe ser una broma


Volvió a caminar sobre sus pasos para regresar frente al cartel y entonces, el teléfono volvió a funcionar como si nada le hubiera sucedido. Sasuke tragó gordo, eso debía ser un anuncio más que obvio de lo que estaba pasando, cualquier persona normal y cuerda hubiera dado media vuelta para regresar a la carretera a esperar algún autobús; pero eso no pasaría, su hermana estaba perdida y él debía encontrarla, seguramente el hecho de que su teléfono dejara de funcionar tenía una explicación completamente racional que tenía que ver con campos magnéticos, satélites y cosas que estaba seguro de que no entendería así nada más.


Guardó el aparato en el bolsillo de su pantalón y a paso muy rápido, pasó junto al cartel como queriendo reprimir cualquier resquicio de cordura que le quedara en la mente, tenía que sobrepasar todo aquello para ignorar medianamente bien ese dolor que le punzaba el pecho como alfileres. Estaba realmente angustiado, empezó a correr, de alguna manera sintió que era la manera más efectiva de no arrepentirse y no volver.


Podía sentir también ese sentimiento que hacía años había enterrado, su hermana y él eran ridículamente unidos, ese vinculo que no desapareció pero si se debilitó en la pubertad, estaba diciéndole que ella seguía viva en alguna parte.


 


 


-_


 


 


Todo le ardía, la piel le hervía como si tuviera una colonia de hormigas le mordiera al mismo tiempo, se incorporó lentamente de aquel asqueroso suelo de madera en el que la habían arrojado desde el primer día. Solo estaba cubierta por una especie de yukata sucio y el doble de grande para ella, le resbalaba por los hombros impidiendo que le cubriera el cuerpo.


Okami se miró las manos, tenía unas erupciones horribles en los nudillos que supuraban sangre y pus, luego se miró el estómago, la erupción que tenía ahí se había extendido hasta alcanzar su ceno derecho donde había convertido su pezón en un purulento bulto de líquido blanco y sanguinolento, pasó su mano por la herida en el estómago  solo para horrorizarse todavía más. La visión de su piel despegándose como plastilina quedaba muy bien a la par de aquel dolor tan insoportable.


Empezó a respirar agitadamente, miró desesperada alrededor solo para volver a ver la cabeza cercenada de Kiba que había permanecido en la misma habitación que ella desde el comienzo. Ellos eran crueles, la habían puesto ahí con el propósito de asustarla, los ojos vacíos de su novio estaban abiertos y aunque ya no miraba nada, ella podía sentir que las pupilas la seguían, tal vez se estaba volviendo loca, ese lugar debía estar haciéndola perder la cordura y no era para menos.


Solo habían pasado tres días, el peor infierno que jamás imagino. Primero, obligaron a Kiba a mirar como la violaban entre los hombres del pueblo, como la escupían y tocaban con sus purulentas pieles para después, obligarla a ella a ver como lo desmembraban vivo.


Esa noche, ellos comieron su carne y la obligaron a ella a ingerirla también. Jamás se había sentido tan sucia en toda su vida, ni siquiera vaciar el interior de su estómago cada que podía le ayudaba. Ellos le dijeron que ahora estaba infectada y sería cuestión de tiempo que muriera, eran gente primitiva que a penas y mantenían una conversación fluida.


La habían puesto en esa choza que recordaba a esas antiguas casas japonesas, parecía ser la mejor de toda la villa, no había entendido muy bien pero la persona que se había quedado con ella era el “jefe de la aldea” aunque realmente solo era el hombre al que más miedo le tenían, así él se aseguraba que nadie más que él y sus allegados pudieran tener relaciones con Okami.


Apenas y dormía, el miedo la mantenía alerta pues, sabía que esos hombres la habían dejado viva por una razón. No podía asegurar de qué estaba hecha la comida que le daban pero aunque lo intentaba, no lograba soportar mucho sin comer y sospechaba que la seguían alimentando con los restos de su amado que la miraba desde el otro lado de la habitación.


La cabeza estaba ahí solo para intimidarla, le era realmente difícil tener que ver esos ojos vidriosos carentes de una mirada, le asqueaba. Entonces, después de una arcada, volvió a vomitar sobre el suelo, ella solo se hizo a un lado esperando a que se secara como el vomito anterior antes de que los hombres llegaran y la hicieran volver a comérselo. Solo habían pasado tres días, suficientes como para que ella llegara al infierno y sintiera en carne propia como se sentía estar atrapada entre las garras del demonio, deseaba que la próxima vez que la violaran, la mataran, pero ella sabía que esos hombres la querían viva para prolongar su sufrimiento lo más que podían solo para su diversión propia.


Todos los días pensaba en su familia, en cómo le había dicho a Sasuke que no se metiera en sus asuntos y que la dejara irse por las buenas, si tan solo le hubiera hecho caso a su hermano gemelo. Quería acostarse en el suelo sucio y dormir profundamente para despertar en su mullida cama al lado de sus muñecos de peluche, levantarse e ir corriendo a la cama de su gemelo para contarle sobre la tremenda pesadilla que acababa de tener; bajar juntos a tomar el desayuno que Deidara les había preparado y bromear con Itachi sobre la escasa vida amorosa de su gemelo. Pero por más que cerraba los ojos, ella volvía a aparecer en ese cuarto junto con la cabeza de Kiba que la miraba sin ver.


- Me estoy volviendo loca – se dijo a si misma


El aire rozaba su piel desnuda, las heridas parecían palpitar y moverse por sí solas, pero Okami pensó que eso también debía ser parte de sus alucinaciones. Estaba infectada, se sentía realmente enferma y no entendía cómo seguía despierta, con los ojos abiertos y respirando; ahora la muerte se había convertido en una necesidad pero no podía hacerlo, ellos se habían asegurado de que fuera la infección la que le diera muerte.


Empezó a llorar sobre el vomito fresco, las lágrimas no alcanzaban a llegar al contorno de su rostro pues, las erupciones  y heridas en su rostro las interceptaban asegurando que se infectarían en un rato más. Volvió a mirar su entorno, un suelo sucio con su vomito, heces, orina y sangre.


Entonces, escuchó el sonido que empezaba a temer más, el sonido de los pies del hombre que la mantenía en cautiverio.


 


 


-_


 


 


Después de un buen rato dándole vueltas al asunto, Sasuke decidió empezar por quitar un par de bloques de arriba, parecían sobrepuestos, como si recientemente los hubieran vuelo a acomodar, pero quiso pensar que habían sido su hermana y Kiba quienes los habían acomodado de vuelta. Finalmente pudo pasar la entrada, había un silencio sospechoso que lo perturbaba de una forma irracional.


Estaba ahí, dentro de la supuesta villa que no debía existir, dio un par de pasos temeroso pues ya estaba más que comprobado que la leyenda era verdad aunque eso significara tener que tragarse su orgullo enterito. No podía explicar el temor que sentía de tan solo estar en ese sitio, el cementerio que estaba a la entrada era tan solo el preludio de lo que vendría.


Su primer instinto fue correr hacia ese lugar y esconderse, no tenía bien en claro el por qué, de todas maneras, no sabía si las personas de ese lugar eran amables pueblerinos que solo querían vivir sin ser molestados.


Se escondió tras algunos escombros y lapidas gruesas, aquellas personas parecían no tener un afecto particular por sus muertos, o al menos eso pensó Sasuke pues, pronto se dio cuenta de que la mayoría de las tumbas eran superficiales, se tapó la nariz y siguió adelante. Vio pasar a algunas personas, el pecho le daba tumbos al ver que efectivamente, la leyenda era más que verdadera.


No eran los harapos que usaban, ni tampoco lo maltrecho del pueblo, sino que la apariencia de los lugareños era repulsiva. Sus rostros estaba cubiertos por erupciones y heridas supurantes, Sasuke enseguida buscó salir del cementerio pues, fuera lo que sea que tuvieran ellos, seguramente lo tendrían los muertos y parecía ser contagioso. Deidara siempre decía “Si está sobre la piel, seguramente es contagioso” empezaba a alarmarse más de lo que debería o de lo que según él, debería, tenía que encontrar a su hermana y salir de ese lugar lo más antes posible.


Caminó más hasta llegar a una especie de callejuela, sentía que no debía ser visto por nadie, era más que obvio que se darían cuenta que él era un forastero. Caminó a lo largo de la callejuela, pero escuchó como personas venían hacia él al final de esta así que regreso sobre sus pasos solo para encontrarse con que más personas venían del otro lado.


- Maldita sea –susurró para él mismo


Antes de poder siquiera pensar en algo que lo ayudara a salir de esa situación, sintió una mano posándose en su hombro, giró súbitamente y se encontró con el único rostro no desfigurado de toda esa aldea. Era un muchacho, vestido en una pesada y harapienta yukata, sus manos estaban cubiertas por unos guantes sucios y desgastados, sin embargo, su rostro era inmaculado y lizo como la porcelana. Este chico estaba asomado en una especie de ventana en la pared, se hizo a un lado y dejó que Sasuke entrara.


Enseguida, el muchacho volvió a cerrar esta apertura y a cubrirla con ladrillos, lo que explicaba por qué esta abertura se confundía en la callejuela. El azabache respiraba muy fuerte, sentía como el corazón se le había ido a la garganta, solo en ese momento fue capaz de relajarse y mirar alrededor, era un cuarto obscuro y sucio, el suelo era de madera y solo había una colchoneta en el suelo junto con  un armario en un rincón.


- No… deberías tú… estar aquí – dijo el chico murmurando


- Vine por mi hermana


- ¿Eran tus ami… amigos?


- ¿”Eran”?


- Él… se lo comieron y a ella… se la llevó a su choza


El comportamiento del muchacho era un poco errático, Sasuke apenas y pudo digerir lo que estaba diciéndole. ¿Se lo habían comido? Entonces Kiba estaba muerto y su hermana en algún lado perdida.


- Tengo que buscarla


El azabache se puso de pie y quiso ir hacia la puerta, pero el chico se le adelantó y se interpuso entre él y la salida. En circunstancias distintas, Sasuke hubiera golpeado al que se oponía entre su hermana y él, pero ese muchacho no parecía tener malicia, sus ojos color azul brillante emanaban inocencia. Su rostro de muñeca estaba sucio de tierra, al igual que la Yukata que traía puesta, la única piel que estaba expuesta era su cuello y su precioso rostro.


- ¿Por qué no me dejas salir?


- No eres de aquí – se explicó – se comen… comen fo… forasteros


- ¿Cómo sé que no me mientes tú también?


- Yo no miento –dijo con un tono infantil – si ellos… encuentran a ti… ellos te comen


De alguna manera extraña y   bizarra, Sasuke no pudo dejar de sentir atracción hacia esos ojos tan brillantes que parecían ser lo más hermoso de esa pocilga, casi era un insulto que un ser tan hermoso viviera en semejante muladar. En toda su vida, había buscado al chico correcto, alguien de quien se pudiera enamorar, pero no quería creer que aquella persona estaba refundida en lo profundo de una villa asquerosa.


- ¿Quieres contarme lo que sucede aquí?


Sasuke decidió que hablar con él sería la mejor idea, tal vez así se enteraría del paradero de Okami, además, no estaría mal salvar a ese bello rostro de esa villa. El azabache alargó el brazo para tocar la mejilla de ese individuo, sin embargo, este se hizo hacia atrás hasta que su espalda chocó con la puerta de madera.


- No debes tocar a mí – dijo muy rápido


- ¿Por qué no debo tocarte?


- Tú… virus


- Yo… me llamo Sasuke ¿Tú tienes nombre?


-Naruto…


El rubio se hincó frente a la puerta y se sentó sin quitarle los ojos a Sasuke que retrocedió lentamente para sentarse de igual forma mostrándole que no le haría daño. Esa angustia en su pecho desapareció momentáneamente, estaba claro que Naruto no representaba ningún peligro para él y que al contrario, intentaba mantenerlo a salvo.


- No me gusta comer gente – dijo Naruto – ellos comen a los hombres pero no a las mujeres


- Los chicos que estuvieron aquí hace tres días, eran mis amigos… ella es mi hermana


- Él muerto, a ella se la llevaron


- Llévame a dónde está


- No puedo, saben que cuando nuevos vienen, llegan más, están alerta


Entonces, ruidos de pisadas empezaron a escucharse desde fuera de la puerta, Naruto se levantó alarmado y miró a Sasuke, se dirigió al armario y lo abrió haciéndole señas al azabache para que se metiera ahí.


- Naruto…


- No salgas, él viene


Después de esto, Naruto cerró la puerta del armario, Sasuke se quedó en silencio en el obscuro compartimento, olía a moho y humedad. El azabache abrió solo un poco el armario y se asomó para ver lo que sucedía, la puerta del cuarto obscuro se abrió de golpe y Naruto se hizo un ovillo en uno de los rincones de la habitación. Había un hombre en el umbral de la puerta, estaba obscuro pero Sasuke pudo distinguir una cabellera rubia igual a la de Naruto.


El sujeto no hablaba, solo gruñía, la poca luz que lo alumbraba dejó ver su rostro desfigurado y lleno de erupciones, su piel enrojecida se miraba de color negro chamuscado por la iluminación. Naruto le había advertido no salir y enseguida supo por qué.


En un movimiento rápido y brusco, el hombre se desnudó dejando al descubierto todas las heridas y pústulas en su cuerpo, era nauseabundo y vomitivo ver aquel panorama sanguinolento y lleno de pus. El pene de este individuo parecía ser lo más asqueroso, estaba despellejado y en carne viva, aún así se las arreglo para tomar a Naruto de las caderas y alzar la Yukata para sin previo aviso estar dentro.


Sasuke te tapó la boca y volvió a cerrar el armario, estaba en presencia de una violación, más sin embargo, se sentía incapaz de hacer nada.


 


“Las leyes constitutivas de Japón no tienen valor aquí”


 


Macabro, pero según esto, no era ilegal. Tan solo tenía que esperar ahí a que todo eso terminara.


 


 


 

Notas finales:

No olviden dejar sus comentarios :)

Nos leemos la semana que viene. 


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