Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The Master por ChocoMin

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquí les traigo un nuevo capítulo, realmente espero que lo disfruten se que tarde más que antes pero con esta actualización se que me perdonaran ♥

Hay dos términos que quizá no conozcan muy bien así que al final les he puesto el significado para que puedan entenderlo :)

Disfrutenlo mucho ^.^

Una mordaza de bola. Una fusta. Restricciones de cuero.

¡Ni en broma! No en tu vida.

No, no, seguramente podría descubrir un término medio. Este hombre tenía que estar interesado en más que BDSM. — Explica lo que harás conmigo.

Fríamente dijo: — Una vez que te hayas desnudado, irás sobre tus rodillas en el borde del colchón, abrochando la mordaza en ti mismo. Te ataré los brazos detrás de la espalda, y te inclinaras hacia delante apoyado en la frente. Entonces azotare tu cuerpo donde quiera que se me ocurra. Cuando esté satisfecho con eso, te voy a follar. Taemin te follaré muy duro hasta que me canse.

Esto sonaba como un guion. Como él lo hacía con cada acompañante.

No había dicho nada acerca de besar mis pezones, nada sobre acariciarme. En su escenario, compartiríamos los menos puntos de contacto posible técnicamente aun teniendo sexo. Él no iba a ver mi rostro ni oír mi voz. ¡Él ni siquiera me tocaría para amordazarme!

Sería sólo un receptáculo. Lo cual más o menos él me había advertido. Un receptáculo sin rostro, sin voz.

Aún no estoy allí. Así que mis opciones eran salir o tratar de cambiar su opinión. Nada que perder por esta última. ¿Por qué no hacer de esto una fantasía? Podía ser cualquier persona esta noche. Un hombre fatal, un devorador de hombres.

Le dije: — Si, bien, tu guion suena… interesante, no creo que eso es lo que realmente quieres.

Sus cejas se alzaron. — Tú no lo crees.

Me giré hacia el área de estar de la suite. Todas las ventanas y las puertas estaban abiertas en la habitación tenuemente iluminada.

Cortinas brumosas ondeaban a la luz de la luna. Paseé por detrás del sofá. Cuando di unas palmaditas en los cojines traseros, invitándolo, sus labios se adelgazaron.

Momentos largos de ansiedad pasaron mientras nos miramos el uno al otro.

Latido del corazón… latido… latido.

Entonces me pareció que la curiosidad lo obligó a cruzar a zancadas.

Cuando se sentó, sonreí, deslizándome delante de él. Di un paso adelante hasta que tuvo que dejar espacio para mí, extendiendo sus rodillas.

Jugué con mi playera y mi jeans, sujetándolas de las partes inferiores. — ¿Te gustaría que me quitara toda esta ropa estorbosa, Minho?

Cabeceo brusco.

Poco a poco me fui quitando mi playera, una vez fuera, proseguí con mi pantalón dejándolo con el botón abierto y el cierre de la misma forma, dándole un vistazo de mi provocativa ropa interior, la cual consistía en un bóxer lo bastante pegado a mi cuerpo, color negro con zonas muy cercanas a mi intimidad transparentes, dejando poco a la imaginación, ¡ah! Y un pecho libre de alguna prenda de ropa, dejando a la vista mi piel lechosa y sin nada que estorbará la visión de aquel hombre.

No lo podía leer, no podría decir si le gustaba la vista o no. Se veía tan frío.

Así que ¿por qué me estaba poniendo caliente desnudándome para él? Eché un vistazo a sus manos grandes y masculinas. ¿Qué sentiría cuando apretaran mis tetillas o ahuecaran mi pene desnudo? Mis pezones estaban tensos, mi bóxer cada vez más húmedo. Nunca me puse ropa interior como esta, y me sentía hipersensible después de mi depilación un par de días atrás.

Me deshice de esos jeans tan estorbosos, arrojándolo a un asiento vecino. Cuando lo enfrenté en mi ropa interior, casualmente envolvió sus brazos a lo largo del respaldo del sofá.

—   Gira en tu lugar para mí. — Estaba tan tranquilo, incluso, desinteresado. Esto era como juego previo con una computadora. Una computadora DDG. — Lentamente.

Recordé que estaba jugando a la homme fatale. Mis dos copas de vino me dijeron que estaba haciéndolo bien.

Al dar la vuelta, pude sentir sus ojos en mis nalgas, expuestas en mi diminuto bóxer que por cierto, era bastante transparente por la parte trasera. Lo que sólo me puso más húmedo. Lubricación furtiva no sería un problema. De hecho, ¿tal vez debería dejar mi ropa interior un poco más? Había pasado un tiempo desde que había tenido el tiempo o la energía para masturbarme. ¿Qué pasa si perdía el control?

Como todos los demás en la tierra, cuando mi cuerpo se excitaba, mi cerebro se apagaba. Pero el mío era una parada de fábrica total, una huelga laboral. Necesitaba mi ingenio para manejar a este tipo.

Lo afronté de nuevo. ¿Su respiración tenía un toque menos de profundidad? —Muéstrame esas exquisitas tetillas. Vamos a ver si me gusta lo bonitas que se ven, como profesas.

Estaba secretamente orgulloso de mis tetillas erguidas. Se adaptaban a mi cuerpo, con un color bastante rosado para esa piel lechosa que tenía. Mis pequeñas areolas se elevaban, dando a los picos una mirada ligeramente hinchada.

Cuando cuadré hombros, las fosas nasales del norcoreano estallaron, ¡finalmente un toque de pasión de él!

—   Muy agradable. No había pensado que la vista desde el frente podría competir con la parte de atrás.

Guauu. Un elogio real. Mi atención fue traída hacia abajo. Una gran erección presionaba contra el material de sus pantalones. Muy grande. ¿Tal vez demasiado grande? Para todas mis tonterías, yo sólo había tenido relaciones sexuales con Kai, y él era ni de lejos tan bien dotado.

—   Continua.

¿Desnudarme por completo? Decidiéndome en contra de eso, di un paso adelante, a horcajadas sobre él. Descansé mis rodillas al lado de sus caderas, mis manos sobre sus hombros. La brisa del océano llegó, mezclándose con su embriagador aroma-una mezcla de sándalo y hombre cociéndose a fuego lento. Su olor me hizo temblar–me pareció una ventaja injusta, solía drogar a los acompañantes nuevas.

Cuando me senté encima de la gruesa cresta de su pene, podía sentir su calor incluso a través de la ropa. Mis ojos se ampliaron; los suyos se estrecharon.

Tomaría su longitud dentro de mí directamente. La idea ya no me llenaba de vacilación. Me estremecí con deseo. Mis pezones se arrugaron con más fuerza, justo frente a sus ojos.

Deseaba a este hombre, a este extraño.

Podía contar con una mano el número de chicos con los que había llegado. La mayoría de las veces habían sido accidentales cuando había estado tonteando en el asiento trasero con un chico o moliendo en una fiesta de barril. Kai nunca había conseguido acercarse. No es que se hubiera preocupado. Pero este Norcoreano...

—   No te invité a ponerte a horcajadas, — espetó. Su cuerpo se puso tenso tensamente enojado.

Me congelé con confusión. A la mayoría de los chicos les gustaba cuando chicos con erecciones bastante notorias se ponían a horcajadas sobre ellos.

—   ¿Asumes que te quería encima de mí? — No podía sonar más borde. Me agarró, levantándome a un lado como si arrojara mi cuerpo fuera de él.

Sin embargo, luego se calmó. Sus manos eran tan grandes sobre mí, sus dedos cubrían mi culo. Después de una vacilación, cuando parecía suspendido en el momento, él me empezó a amasar. Cuando él bajó las manos para agarrar mis caderas, un gemido se le escapó. Pero todavía me sostenía en pie.

Una vez más, algo estaba pasando que no entendía, como si alguna batalla interna se estuviera jugando. En mi mente empañada de lujuria, me pregunté si ataba a los hombres y se los cogía, porque no le gustaba tocar demasiado de ellos.

Justo cuando había decidido que era el caso, me encontré recostado sobre él, la protuberancia elevada de su polla directamente entre mis piernas. ¿Había ganado esta ronda?

Su ira parecía haber sido puesta en espera, pero él no estaba dispuesto a aceptar la derrota. — ¿Aún te niegas a darme lo que quiero?

¿Y él acompañaba mi negativa? Envalentonado, me incliné junto a su oído. —Voy a darte lo que necesitas, Minho. — El vino y mi excitación hacían espesar aún más a mi propio acento. Mis pezones endurecidos rozaron la cachemira fina de su suéter, se sintió increíble, así que los roce de nuevo.

¿Qué se necesitaría para conseguir la boca de este hombre en mis pequeños pezones? Cuando me lo imaginé chupándome... un suave gemido escapó de mis labios, sutilmente arqueando la espalda.

Apretó su mano sobre mi nuca. — ¿Qué tipo de acompañante rechaza descaradamente a un cliente? O te estás muriendo de hambre en este trabajo -o haces una fortuna... — Se calló cuando rodé mis caderas, pasando mi pene ya erecto sobre el de él, con sólo mi ropa interior humedecida y sus pantalones entre nosotros, ese ligero roce fue necesario para sentirme en las nubes.

Di un grito ahogado ante la sensación, respiraciones entrecortadas. Mi glande comenzó a palpitar tanto que comenzaba a molestarme la diminuta ropa que llevaba encima. Estaba seguro que podría venirme en ese preciso momento con solo restregarne contra Minho, mientras él me hablaba con esa voz tan grave y lujuriosa.

Retiró sus manos lejos, apoyando los brazos sobre el respaldo del sofá de nuevo, como si hubiera tomado una decisión consciente de no tocarme. Me dio la impresión de que estaba siendo probado de alguna manera o lo estaba él.

—   Pon tus manos detrás de tu espalda. Ahora.

Probablemente esperaba que abrazara mis codos. — Por supuesto. — En cambio, deje caer mis manos directamente detrás de mi culo, agarrando lo alto de sus muslos para mantener el equilibrio.

Se tensó de nuevo, pero antes de que pudiera decir otra palabra, azoté mis caderas sobre su longitud. Mi cabeza cayó hacia atrás cuando gemí. Había olvidado lo irresistible que el juego sexual podía ser, había olvidado los impulsos incontrolables y la dureza del cuerpo de un hombre tan masculino como Minho.

Afronté al Norcoreano, comenzando a montarlo. Aunque su mirada estaba fija en nuestro punto de contacto, se negó a mover sus propias caderas a mi encuentro. No importa. El bulto de su cremallera se había alineado con mi hinchado ano, con mis bóxers empapados por el rocé de aquel brote. ¡Fricción!

Sensual, fricción húmeda… me envió cada vez más cerca del orgasmo. Pronto estaba jadeando, moliendo como todo un bailarín de tubo.

Se agarró al sofá, sus largos dedos tenían los nudillos blancos. — ¿Es esto lo que piensas que necesito?— Su voz por sí sola podría hacer que me corriera. El timbre ronco sólo se había profundizado. — ¿Ser montado?

—   Creo que necesitas pasión. — Ciertamente lo creía.

—   Tal vez si no es fingida.

Casi me reí. — Oh, no finjo nada. — ¿Cómo decirle que iba a alcanzar el clímax pronto?

—   Espera. — Él agarró mis caderas, sosteniéndome. — Arriba.

Confundido, puse mis manos en sus hombros y me levanté en mis rodillas. ¿Me estaba lanzando de nuevo?

Entonces seguí su mirada de ojos estrechos.

Sus pantalones, que probablemente costaban miles, ahora tenían una mancha de humedad por encima de su ingle y un poco más sobre su camisa. Lo había mojado a través de mis bóxers.

Debería haber estado preocupado por su reacción, pero estaba demasiado ido para preocuparme. Me dejé caer tan bajo como sus manos permitirían, queriendo mi ano de nuevo encima de su dureza caliente.

Él soltó, — ¡Blyad! — Lo que sea que eso signifique. — Estas realmente mojado por mí. Muy húmedo. ¿Has estado utilizándome para llegar?

—   Por Dios, ¿por qué hablas tanto? — Dije entre jadeos. — Quieres correrte, Minho.

Él me miró parpadeando. El frío, Norcoreano distante parecía aturdido. —Entonces, por todos los medios. — Él libero su apretón. — Continua.

—   Gracias. — Suspiré con alivio, dejando que mis pezones rozaran en él en mi camino. Si él hubiera permitido eso... enroscaría mis dedos por su cabello y me inclinaría para besar su cuello.

Cuando diera un poco de succión por encima del punto de su pulso, él inclinaría la cabeza hacia atrás.

Perdí la cresta de la cremallera, así que me retorcía encima de él, en busca de ella. ¿Finalmente había movido sus caderas? ¿También quería el contacto?

Encontré el punto perfecto. — Ay, perfección.

Cuando me retrasé, él me miró, su mirada café parpadeó de mis ojos, a mis labios, hasta mis pezones, bóxer y trasero.

Mientras me complacía a mí mismo, metí mi mano a mi bóxer tomando mi pene y dando masajes lentos de arriba y abajo teniendo un vaivén tranquilo, sus labios llamaron mi atención. Eran tan atractivos como todo lo demás en él. ¿Cómo sería, como se sentiría besarlo?

Key dijo que eso vinculaba demasiado a la gente, y que había que guardar algo especial para un amante en mi vida. No tenía ningún amante, ni miedo a la unión. ¡En este momento, cerniéndome al borde del orgasmo, no tenía temores en absoluto! Miré a sus labios, lamiendo los míos y aumentando el ritmo en mi mano que llevaba desde hace un momento.

—   ¿Crees que necesito ser besado? — Sus palabras eran roncas.

—   No todo el mundo — Él comenzaba a mover sus caderas con fuerza, meciendo su inflexible polla en contra de mis estorbosos bóxer.

¡Por fin! — ¡Oh! Fricción... Hazlo de nuevo, por favor.

Lo hizo de nuevo. Y otra vez. Pronto él estaba gimiendo con cada embestida, pero el sonido era doloroso, como si estuviera recibiendo un puñetazo en el estómago al final de cada uno -o hiriéndose el mismo.

Pensaría en todo esto -después. — ¡No pares! — Deje de darme placer a mí mismo, llevándome mis dedos a mi boca para comenzar a lamerlos de la manera más sexual que podía.

Minho me observaba con atención y arremetió contra mi ano más duro, más fuerte, se sentía como si estuviera dentro de mí a pesar de que solamente lo hacía sobre la tela estorbosa, murmuré cosas incomprensibles, cambiaba de un idioma al otro, luchando para comunicarle que estaba a punto. —Dios mío. Ay, Dios mío.

—   ¿Estás a punto de correrte? — Preguntó con voz tensa.

—   ¡A punto de combustión! — Estreché su rostro con ambas manos.

Nuestras miradas se encontraron. La suya todavía era desafiante y enfadada, su barbilla sobresalía obstinadamente, incluso cuando se reunió con mis ondulaciones.

—   No, no, cariño. — Froté mi pulgar por su labio inferior, susurrando: —No te pongas bravo conmigo. No te enojes conmigo. Ambos nos sentiremos bien pronto. — Me incliné y le tapé la boca con la mía. Sus labios eran firmes y calientes. Lamí la unión de ellos, gimiendo. Mis movimientos se aceleraron hasta que corcoveaba sobre la polla del Norcoreano.

Separó sus labios; la punta de mi lengua encontró la suya, la chispa que desencadeno...

Placer. Explosión. Electrificándome.

Corrientes crepitaban por mis venas para dar paso...al fuego.

—   ¡Mmmm!—Grité en su boca. La dicha me envolvió, forzando mis caderas a girar sobre él. Perdido, froté mis pezones con una de mis manos. Gemí, montándolo como un juguete cuando sentí ese cosquilleo en mi vientre que hace tiempo no sentía, sentí contracciones una y otra vez.

Solo cuando la cordura regresó y los espasmos se desvanecieron me di cuenta que no estaba devolviéndome el beso. Me aparté.

Se había quedado completamente inmóvil. Esa tensión dentro de él sólo creció. — Me besaste. Te corriste. Eso no tenía que suceder.

—   Fue el calor del momento. No te pongas...

Envolvió mi cabello alrededor de su puño, forzándome más cerca hasta que nuestros labios se encontraron.

Cuando jadeé, se puso apasionado. Me besó como si no hubiera tenido los labios de un hombre en años, como si sólo hubiera estado almacenando necesidad. Yo jadeaba; él exhalaba respiraciones.

Sus manos cayeron para apretar mi culo medio desnudo.

Un gruñido sonó en su pecho. Un gruñido real. La idea de inspirar ese tipo de lujuria me excitó tanto, mi excitación devuelta multiplicada. Sostuve su rostro entre mis manos y chupé su lengua. Él gimió, sus dedos clavándose en mis caderas cuando empecé a moler en él de nuevo.

Me separé por un respiró. — ¿Qué me estás haciendo?

—   Podría preguntarte lo mismo, — espetó en tono desconcertado. — Detesto las sorpresas. No las tolero. Y, sin embargo...— Sus cejas se unieron. Parecía… no calculador, pero algo parecido a eso, como si estuviera trabajando en los ángulos de un problema. — Todavía aquí, —murmuró para sí mismo. Tiró de mí cerca, dirigiendo su lengua a mis pezones bastante erectos, sus labios buscando chupar, lamer.

Me arqueé hacia su boca.

—   En el momento que vi a estos pezones tan bonitos para un hombre, temí no poder dejarte ir hasta que los hubiera chupado.

¿Temido? Por qué iba a hacer… Mis pensamientos se nublaron cuando él giró la cabeza para tomar un pezón entre sus labios, arrastrando la lengua por el pico sensible. Cuando los chupo con un gemido, grité, — ¡Por fin! —  ¿¡Estaba ardiendo otra vez!? Necesitado por dentro. Necesitando más.

Se volvió hacia el otro, murmurando, — Tan dulce y apetecible. Se burlan de mi lengua. — Una vez que los había dejado húmedos y doloridos, además, me tiró hacia atrás para mirarlo de frente, entusiasmo en su expresión. — Todo esto es aceptable.

—   Yo-yo sin duda lo creo.

—   Muy aceptable.

¿Bien? ¿Qué estaba pasando aquí? Percibí en él una necesidad visceral por mí, apenas contenida -edificándose. Otro hombre podría temerlo; yo lo bebí como vino.

—   Ah, pequeño Tae. — Un destello brilló en sus malvados ojos a. — Estás a punto de ser follado. Duro.

Notas finales:

Aquí les dejo dos términos que se utilizaron y quizá no entiendan a la perfección:

BDSM: Se trata de una sigla que combina las siglas resultantes de Bondage y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo. Es una práctica sexual muy poco convencional.

 

Homme fatale: "Hombre fatal" es un personaje que normalmente es un villano que usa la sexualidad para atrapar al desventurado héroe. Se la suele representar como sexualmente insaciable. Aunque suele ser malvado.

 

Disfrutaron el capítulo? ¿Estoy perdonada? ^.^, estaré muy pronto subiendo el capítulo 4 que viene muy intenso a decir verdad, esten esperando con ancias que pronto estarán leyendolo ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).