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Mi pareja perfecta 2 por Brit

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Notas del capitulo:

Sin quitarles tiempo...

¡A leer!

 

Kate

En el baño

-Hmm- dice Ale sonrojada mirando cómo me recuesto en la bañera.

-El espectáculo no es gratis- bromeo- desvístete.

-Pero no mires.

-Ale…- me mira desabrochándose la blusa- te conozco entera.

-Si… - se la saca.

-Tienes una mirada muy fuerte ¿Te lo han dicho? – me observa nerviosa quitándose el jeans.

-Si… tú- sonrío cómoda- unas cuantas veces.

-Es que no tienes cara de bañarte acompañada- dice quitándose todo, estiro los brazos y se sienta con cuidado quedando adelante mío.

La abrazo y reparto besos por su mejilla.

-Pero es que es contigo- susurro en su oreja.

-Mi Kate- susurra. Se gira y me besa, Ale me hace sentir tan bien, no es que no pueda hacer nada sin ella… pero no valdría la pena hacerlo si no está conmigo, la amo.

La aprieto más y nos quedamos abrazadas por un buen rato, la verdad no me importa.

-El agua se está enfriando- suspira Ale.

-Se nota- le toco los senos.

- ¡Oye pervertida! – me río

-Por cierto, Ale. En unas semanas nos vamos a la playa…

-Si…- me mira de reojo.

-Mi bikini está viejo…

- ¿Quieres que vayamos?

-Ajá, y también llevemos algunas cosas. Ya sabes… para comer.

-Está bien- bosteza.

- ¿Estás muy agotada?

-Si- dice moviendo su cabeza hacia atrás- pero estoy preocupada por Angie… cuando está triste, o deja de ser funcional o es muy funcional.

- ¿A qué te refieres?

-A que, o será una masa sin vida en su sofá, o estará todo el día en el trabajo.

 

Alejandra

Luego de casi quedarme en el apartamento con Kate decidí que no puedo faltar a mi palabra, además mi amor necesita descansar y ocupar toda la cama. Sonrío sola mientras conduzco. Me estaciono fuera de la casa de Angie y entro, la muy idiota no cerró el portón, Juan me recibe saltando, le acaricio la cabeza como puedo, está muy loco. Entra a la casa y toco la puerta.

-Pase- escucho sin ganas.

- ¿Y si soy un ladrón?

-Juan lo sabría.

-Ah. – Mierda, cierto.

Entro y veo a Angie en el sillón con los ojos cansados frente a una botella de algo. La miro levantando una ceja.

-No estoy ebria si esa es tu pregunta, fue ayer. – Se queda en el sillón y me siento al lado.

-Angie…

- ¿Cómo está? – me mira triste.

-Mal.

-Sí, soy una mierda.

-Pero si tu no tuviste la culpa.

-Pero aun así… debí haber terminado con esto hace tiempo. – Supongo que habla de su amiga. -Lo dejé estar, y me afectó cuando menos tenía que hacerlo.

-Angélica no es tu culpa- elevo la voz- la idiota esa debería estar agradecida de que no seas una perra rencorosa.

-Estoy jodida Ale, no sé qué hacer... Aun si Caro- sus ojos brillan- quisiera volver, la confianza no será la misma… Quizá debería continuar sin ella. – Resopla. Toma la botella, se la quito y la dejo al lado mío.

-Perra- bromea.

-Estás enamorada de ella no seas imbécil. Y es una buena chica, algo celosa, pero hay cosas peores- le doy un codazo, sonríe. -Recupérala vieja… - me mira- ese es el mensaje de Gabi.

-No sé cómo…

- ¿Vamos a cantarle una serenata? - sonrío.

- ¿Te imaginas? – suelta una carcajada.

-Nos tirará agua caliente- nos reímos.

-Ya, pero enserio Angie, llevan días sin hablarse, búscala, ella tiene la última palabra.

-Si me dice que no quiere volver me muero- se abraza las rodillas.

-Si no que se joda, se va a arrepentir si lo hace, eso te lo prometo- digo enojada- por mientras sigue con tu vida y deja el alcohol.

-Sólo fue un momento de debilidad…

- ¿Has ido a trabajar?

-No…

-Mueve el trasero y sigue con tu vida Angie.

- ¿Tú qué harías sin Kate? -me mira desafiante. Siento mi estómago y mi pecho contorsionarse.

-Me tiro de un puente… Pero esto es sobre ti.

-Ajá- me mira como si ganara la discusión.

-A lo que voy es que una mujer inocente no tiene por qué sufrir, no te tortures- acaricio su cabello.

-Pero Ale. - Dice triste con su mejilla en las rodillas, se ve hasta infantil. Eso hace que me dé un poco de rabia, sé que Caro debe estar triste, pero me molesta que esto le pase a mi amiga, ella no tiene la culpa y carajos, ¡al diablo Caro! ¡debió haber como mínimo sospechado que había algo extraño!

Nos quedamos conversando, trato de subirle el ánimo, Angie sonríe pero seamos sinceras, sé que si yo estuviese en su lugar seria pura actuación.

Con el estómago revuelto y una ganas locas de patear algo llego al apartamento, Kate está sentada en la cama supongo que conversando. No tengo a Caro como contacto solo, y ahora quizá no me acepte. Así que le estiro la mano.

-No hagas estupideces. – Me mira.

-Sólo una- le ruego con la mirada- por favor Kate.

Sus labios se adelgazan y me entrega el celular. Escribo como loca, aprieto enviar y se lo devuelvo.

 

‘’Caro deja de ser tan imbécil y habla con Angie, tú no estás segura de que te engañó, no te hagas.  Así que mueve ese culo antes de que la pierdas ¡O le presentaré una amiga!’’

-… ¿O le presentaré una amiga? -me mira Kate, niega con la cabeza- te odiará.

-Es sólo para que se apure, además, Angie es bien popular- me enojo.

-Cierra el pico y acuéstate.

- ¿Estás enojada?

-No debiste decirle eso.

- No me importa- arrugo la nariz quitándome el pantalón- Y por retarme no me pondré pijama. - Me acuesto.

-Ale yo sé que te molesta, pero es mejor dejarlas solas.

-No quiero- digo dándole la espalda- no es justo lo que le está pasando a Angie, si me pasara a mí me muero. -Digo enfurruñada.

Kate se apoya sobre mi hombro, me gira y la miro con el ceño fruncido. Coloca la mitad superior de su cuerpo sobre mí.

-Ale…

-No. – Hago un puchero.

-No llores.

-No lloro -gimoteo.

- …

- ¡Es que no es justo! - reclamo, seguro que Angie ahora está sola, llorando por Caro, me da tanta rabia. Kate me acaricia la mejilla, en eso reprime una sonrisa.

-Si te pasara a ti mato a Nicole.

-Qué te hace pensar que Nicole me besaría a la fuerza. 

-Eres muy inocente.

-Tú, eres muy… ¡muy tú! - en eso me aprieta una mejilla.

-Aush Aush Aush- me quejo.

-No me discutas Alejandra- me suelta la mejilla un poco enrojecida.

-Ah- me quejo, tomo ambos lados de su cintura y antes de su cara se torne sorprendida nos giro quedando yo sobre ella- Y tú no me des órdenes. – Me inclino, le doy un besito, al separarnos me impresiona que Kate me responda con el carácter que tiene, pensé que reclamaría; me inclino de nuevo y nos besamos largo rato.

 

Christine

-Está bien- digo atareada.

- ¿Pero de verdad quieres? - pregunta Enrique.

Putos conciertos de música clásica. Mi madre me obligaba a ir y ahora este tipo.

-Por supuesto- digo con toda la emoción que me caracteriza.

-Excelente, te veo el viernes a las 7- Corta mientras abro un poco más los ojos de lo debido.

Me mato el día con Noelle.

El viernes a las 5 estoy recostada en mi mesón, exhalo un poco, me siento estresada… ni siquiera tengo animo de salir de aquí, generalmente lo hacía para molestar a Noelle, pero hoy no podremos salir, ni besuquearnos, ni podré ver su rostro mientras hago que se ponga nerviosa.

Tocan la puerta, la ignoro. La tocan de nuevo

- ¿Seh?

-Soy yo – escucho la voz de Noelle.

-Adelante- levanto un poco la cabeza.

Ella entra y me mira.

-Te ves pésimo.

-Gracias – Estúpida Noelle, yo siempre me veo perfecta.

- ¿Estás muy estresada?

-Un poco. Siéntate en la camilla. – Le ordeno.

- ¿Q- Qué? – frunce el ceño con duda.

-Siéntate en la camilla- me pongo de pie.

-Pero si no me duele nada. – Se sienta y me mira expectante mientras me acomodo el estetoscopio.

-Nunca se sabe- repongo con maldad.

….

 

-Tienes los latidos de una joven de 16. – me sorprendo.

-Que esperabas- dice orgullosa.

Esperaba desnudarte… me acerco y oigo sus latidos acelerándose, la miro cómplice y se ruboriza.

-No te creas... – masculla.

-El cuerpo no miente- susurro con mi boca a un palmo de su cuello, le beso suavemente la zona y me abraza.

Al separarnos nos miramos a los ojos. La miro hasta que siento una sensación de culpa en el estómago, trago saliva. Esto es para mejor…

- ¿Está todo bien?

- ¿Por qué lo preguntas?

-Te ves como si algo te molestara.

¿En qué momento empezó a leerme así?

-No es nada importante- me mira preocupada- confía en mí.

-Es raro que tu ex enemiga te diga eso. - Bromea

-Pero ahora no somos eso- digo coqueta depositando un suave beso en su boca.

- ¿Y qué somos?

Siento un escalofrío en mi espalda, no debí decir eso. No ahora.

-Supongo que amigas- digo estúpidamente. Los ojos de Noelle se oscurecen.

-Si…

El ambiente se vuelve incómodo, tocan mi puerta y me separo aun mirándola.

-Pase- digo fuerte.

Entra Enrique con rostro sonriente. Genial ¿Podría ponerse peor?

Ajeno a toda nuestra incomodidad camina hacia mí y me besa la mejilla. Luego saluda a Noelle.

-Espero no interrumpir su junta de amigas.

-Eh… no.- Escucho.

-Hum, iré con Enrique a ver un concierto – Noelle me mira sorprendida, sabe que odio eso.

-Si – dice él emocionado- llegaremos tarde.

-Eh si, vamos. – Miro a Noelle- Nos vemos…

-Nos vemos- dice con el rostro lleno de dudas.

 

Angie

- ¡Vamos! ¡Vamos! - animo a Alisa, la única de sus amigas que siguió viniendo.

-Uff- dice dejando la barra. – ¡Por fin!

-Es el doble de lo que levantabas cuando llegaste- digo orgullosa.

-Tú levantas mucho más- gimotea.

-Pero yo soy cool.

-Y te has estado quedando muchas horas. – Mi sonrisa se congela.

-Si… me gusta mi trabajo.

- ¿Está todo bien?

-Eh si… -Me sonríe no muy convencida. – De todos modos, descansa esos músculos. – me golpetea el hombro.

-Si… claro.

He estado viniendo todos los días, sólo voy a casa a alimentar a mi bebé y en la noche llego a jugar con él, pero es que si me quedo sentada siento que se me saldrán las lágrimas.

- ¿Quieres salir a comer hoy?

-Yo…- no estoy muy segura.

-Tranquila, sé que tienes novia- sonríe, me da una punzada en el pecho. - ¿O no?

-…

-Ya me quedó claro. - Me mira y me da unos golpecito- todo estará bien…

-No lo creo- mis ojos se vuelven brillantes.

-Te hará bien distraerte, prometo no violarte. - Me río.

-Está bien.

-A las 8 – bromea guiñándome un ojo.

-Si… - coloco más discos en la barra y ejercito un rato.

Me baño, me coloco ropa de recambio y espero a Alisa. Carajos me duelen los músculos, me he estado pasando con esto; pero han pasado días, y no sé nada de ella… no sé qué hacer, no me responde el celular y siento que si voy a verla será peor. Al final le he hecho caso a Kate y le di su espacio… pero esto me está amargando más y más.

- ¿Lista? -pego un salto

-Hey hey grandulona-se ríe- es difícil pensar que le tengas miedo a algo.

- ¿Ah sí? La verdad es que tengo varios miedos.

- ¿Cómo cuáles? - me mira interesada y sorprendida.

-Hmmm las arañas, las aves… los payasos. – Ella se ríe.

-Te imagino corriendo de un payaso- sonrío e inevitablemente me acuerdo de que Caro se encargaba de las arañas que entraban a la casa.

Niego con la cabeza

- ¿Y qué haces por la vida? -pregunto.

-Soy profesora de historia. - sonríe.

-Vaya, no lo hubiese imaginado.

- ¿Por qué?

-Tienes cara de matemática o algo así. – Se ríe y seguimos conversando, comemos y descubro que en realidad es una buena chica, es coquetona de personalidad, pero cumplió su palabra. Eso es importante para mí.

 

 

Christine.

- ¿Y cómo lo pasaste? – escucho. Sonrío tan falsamente como se puede.

-Excelente- al menos descubrí que puedo evitar dormirme.

-Magnífico- asiente -Me lo he pasado muy bien contigo.

-Si yo también.

-No sé porque dejamos de vernos…

Aish aquí viene

-Deberíamos vernos más seguido.

-Recuerda que trabajo- acoto rápido. Una vez a la semana, no me pidas más esperpento.

- Si… - Llegamos a mi edificio- aquí nos despedimos- sonríe.

En eso se inclina y me besa, se lo devuelvo algo insegura y le sonrío incomoda al finalizar. Él sonríe tipo príncipe azul y se dirige a su auto.

Bostezo, que cansada estoy, llego, me lavo los dientes (con énfasis) y caigo dormida apenas toco la cama.

 

 

Angie

Una semana sin saber de ella, una maldita semana… esto es difícil de admitir, pero si yo estuviera un su lugar, igual la hubiera visitado. No es como que puedas odiar a alguien que amas así como así… y eso me pone de un humor horrible.

Por lo menos, tengo buenas instancias para distraerme, estuve una tarde con Ale, otra con Alisa, que por cierto es muy graciosa. Otras con Noelle, con mi mejor amiga es con quien puedo sacar a flor de piel toda mi pena, aunque ella también estaba algo rara, pensativa más bien. Juro que si esa maldita ricachona la hace sufrir conocerá mi furia, aprovechando de que necesito descargarme.

Desayuno temprano, tratando de no recordar el rostro adormilado de Caro, forzándome a no mirar la silla de al lado. Un movimiento me sorprende y miro sorprendida la silla sólo para reírme de ver a Juan mirándome, nunca hace eso. Observo sus bigotitos raros, me imagino que los heredó alguna raza de su larga mezcolanza.

-Te dije que la única regla es que en la mesa no. – Hace un ruidito de molestia.

-No seas mañoso. - Y ahí es cuando los perros usan ese maldito poder para que ten lástima, veo sus ojos tristones.

- ¿No creo que extrañes a la gata verdad? – Me mira… ¿me entenderá?

Bueno, un día que no obedezcamos las reglas no importa. Dejo mi desayuno más adelante por si el mantel se arrastra y, de todos modos, no tengo hambre, agarro a mi pequeño amigo y lo acaricio.

-Ven aquí con mami. – esto es algo que nadie tiene que oír. Le doy besos y lo termino abrazando.

-No se te ocurra irte nunca… - suspiro, ojalá las mascotas fueran eternas. A pesar de su pequeño tamaño, mi hijo está envejeciendo.

 

-Llegaste tarde- escucho a mi lado, veo a Alisa calentando.

-Oh, es que… jugaba con Juan.

 - ¿Y cómo está el bebé? – Lo conoció hace unos días. Ahora que recuerdo, ¡ese desgraciado me engañó!

Perro manipulador y condenadamente adorable.

-Está bien, cuesta creer que tenga 6 años-  digo feliz.

-Pero si lo sacas a trotar, es obvio que se verá así como tú- me da un golpecito y va a las barras.

-Si... – Aunque trota un kilómetro, luego lo traigo en brazos.

- ¿Quieres hacer algo en la tarde?

-Pensaba trabajar…

-Mírate- me mira con reprobación. -Estás ojerosa, algo delgaducha, además se nota el doble por tu altura, necesitas reír. – Y se apunta como si fuera mi salvadora.

- ¿Y qué propones?

- Llenarnos de chatarra y ser unas fofas- dice con seguridad- Luego bebamos y riámonos de las locuras de la lesbianidad en el bar… también irá una amiga creo- se levanta de hombro- mientras más mejor.

-Suena bien – murmuro.

-Genial de hecho.

 

A las 6 nos vamos caminando, por suerte encontramos personal, así que mi trabajo está mas relajado. Aunque estos días no le deje mucho que hacer a la nueva, creo que está feliz de que me tomara la tarde.

- ¿Sólo bebes cerveza? – escucho a mi lado.

 -Yo diría que, de todo… sólo que es mi favorita.

-Podríamos ser rebeldes- mueve las cejas con maldad, me río. Doy una ojeada al lugar y capto una melena oscura. Me giro con tanta velocidad que me suena el cuello, aprieto los labios viendo a Caro mirándome ceñuda. ¿Ahora que hice?

No importa, no puedo evitar estar tristemente feliz.

- ¿Qué pasa? – Alisa me mira y sigue mis ojos.

- ¿Quieres que te espere?

-Por favor. - susurro y camino hacia Caro.

-Hola- digo con el corazón latiéndome a mil por hora.

- ¿Qué hacías?

- ¿Cómo? - levanto una ceja.

-Te estás viendo con ella verdad- mira sus pies- no puedo creer…

-Caro. – Y así es como la tristeza es reemplazada por rabia ¡Su actitud es tan injusta! - basta.

-No puedo estar sin ti- mira sus pies y sube la vista con una mirada que sospecho que Juan le enseño.

-Yo tampoco- le digo. – Carolina yo nunca te engañaría, yo te amo. – Para que darle más vueltas.

-Eso no fue lo que yo vi.

-Tú no estás segura de lo que viste.

- ¿Me estás llamando loca?

-No, sólo digo que te estás apresurando.

-No sé…

-…

-… ¿Y si sólo volvemos? – Me mira triste.

Nada me haría más feliz que eso, pero ese deje de inseguridad en su mirada me hace considerarlo.

-No.

- ¿Qué? Acaso estás…- mira enojada al fondo a Alisa que está sentada dándole atención a su celular.

-Es por eso mismo – Caro me mira sorprendida- Si vas a pensar que cada vez que no estoy contigo te estoy engañando entonces estamos perdiendo el tiempo, no voy a ser tratada como una cualquiera.

-Pero... Angie yo no dig…

-Si lo dices, en el fondo lo dices y me hace daño- miro mis pies profundamente apenada. – Es horrible que esto haya terminado por una estupidez. -Paso el dorso de mi mano por mi rostro y me limpio una lágrima traicionera – Pero yo no merezco ser tratada así…

-Angie…

-Lo siento Caro, te amo demasiado… pero no podemos volver de esta manera.

Caro cierra los ojos, deseo tanto acercarme y abrazarla, pero sé con seguridad que si me aproximo a menos de un metro… no la voy a dejar ir, aunque ella me pusiera una cámara en la ropa. Y eso no está bien, se supone que también tengo que amarme a mí misma, no es justo…

Siento como que la vida se empeñara en castigarme.

-… ¿Está todo bien? Si quieres lo dejamos para otro día…- Mi nueva amiga me mira preocupada.

-No, vamos. Lo necesito. – Si voy a casa lloraré demasiado.

-Está bien, pero si sólo quieres hablar, o estar sola… Dilo

-Descuida. – Sonrío- ¿sabes que eres genial?

- Me lo dicen todos los días, incluyendo mis alumnos. - Asiente – bueno algunos, otros me dicen maldita viej…

-Está bien- me rio. Malditos mocosos…

 

 

Noelle.

Es raro para mí no habernos juntado en esta semana, Christine se ve cada día peor, esquiva, cansada, como si hubiese envejecido unos años. Constantemente la veo pensativa, ya ni siquiera ha peleado con el personal, ¡O conmigo! Esto ya me está deprimiendo. Parece una verdadera doctora y esta chica no es así. Arrugo la nariz. Entra a su consulta y ni me mira.

La odio por momentos, luego aparecen recuerdos en mi memoria y viene a mí una sensación cálida que no me gusta nada, me aterra.

-Agrh- maldita Christine. 

- ¿Por qué no hablas con ella? – Gabriela levanta una ceja.

-No sé… - en el fondo no es como si fuésemos algo.

-Claro, se hablan, se molestan, salen a pasear se dan besitos y probablemente follan como locas y no son nada. - La miro roja y enojada., Gabi se levanta de hombros y va a recepción.

-Es que ya fui…- le hablo a la nada. Apareció ese tipo con cara y peinado de hijito de papi. No me suele gustar ese tipo de gente, al menos Chris tiene esa mirada rebelde…  mis tripas se retuercen.

-Tenía que gustarme la chica mala- susurro dejando caer mi mejilla contra la mesa. Siento que si pregunto mucho me encontraré con algo que no quiero.

… escucho un golpeteo en la puerta, debe ser la desalmada de Gabriela.

-… ¿No tienes hambre? – oigo su voz mandona, rasposa y dura.

- ¿Qué haces aquí? – la miro enojada y me pongo roja.

-Trabajo aquí- dice seria estudiándome el rostro. – ¿No irás?

-Sí, tengo una hora para ir al comedor, gracias. – Maldita jodedora.

-Te estaba invitando- se cruza de brazos.

-Jodete.

- ¿Estás bien?

-Si. – Arrugo la nariz.

-Noelle, no hagas maña.

-Vete Christine.

Escucho un resoplo con molestia y la puerta abrirse y cerrarse de golpe.

Inmediatamente me siento culpable conmigo misma.

 

 

Christine

¡Estúpida Noelle! Pateo un basurero.

-Oye no dañes la propiedad del hospital. – Gabriela me mira con desaprobación, la miro peor.

-Es tu amiga, ¡no la entiendo! - Me cruzo de brazos.

-Pregúntale ¡¿Qué aquí nadie conversa las cosas?!- se espanta.

-Difícil será que le pregunte algo si no habla. - dejo salir enojada.

-Cuando las mujeres no suenan es porque piedras traen. –Frunzo el ceño, menuda loca.

- ¿Tiene cálculos?

Con su palma se golpea la frente. -Sólo no lo eches a perder - se va.

¡Que acaso nadie me entiende! Me enojo. Soy una mujer con los pies bien puestos en la tierra, ¡quiero mi hospital! y si tengo que fingir que amo a ese idiota entonces que así sea, luego lo desecharé y me quedo con Noelle. Es simple, pero claro… no puedo decirle eso a la señorita llorona.

Voy a un restaurant a comer, me niego a ver la cara de mis colegas, sobre todo cuando me enojo.

-Hey- me dice Enrique al lado. ¿¡Enserio!? En dos semanas más estaré en el baño y ahí me lo pillaré; juro que le tiro en confort, y sucio.

-Hey. – Digo secamente engulléndome un sándwich.

-Pasaba por aquí… y te vi por la vidriera.

Claro y yo soy la mismísima Madonna.

-Está bien.

Él pide también y se pone a comer al lado, la que terminará con cálculos seré yo. Cuando salgo, se despide un poco invasivo y Gabi me mira sin expresión botando una bebida. ¿Acaso puedo tener más mala suerte?

Suena mi celular, es mamá.

- ¿Aló?

-Hija - escucho- recuerda que hoy tenemos una cena, tienes que asistir.

-No tenía ni puta idea.

-Esa lengua…- escucho con reprobación – Y revisa tu correo.

-Bieeeeen

-Te oigo cansada, ¿está todo bien?

-Sí, para papá- digo con la mandíbula tensa.

- ¿Qué pasó?

-Tengo que fingir ser la chica perfecta con el hijo del arquitecto. El viejo calvo.

- ¿Enrique?

-Seh.

- ¿Y no te gusta?

-Me da sífilis. – Digo ignorando a una enfermera que me mira escandalizada. Mamá se ríe.

-Debe ser para que le cobren menos. – Dice con voz queda- ¿no es para siempre o sí?

-No… - digo pensativa.

-Yo no creo que eso sea lo que te tiene tan estresada.

- ¿Cómo? – siento las tripas retorcerse ¡Puta Noelle! Ni bola me dio hoy.

-Que creo que ese trabajito de amistad te comprime otro tiempo…

Ese momento en que sabes que tu madre sospecha y quiere sonsacarte algo.

-Ideas tuyas. – digo cortante. - Nos vemos en la tarde.

-Ok, a las 7, y vístete adecuadamente- escucho antes de cortar.

Sigo caminando.

- ¿Dónde estabas en el almuerzo? – me detiene Noelle mirándome con reproche. – Te busqué.

- ¿Perdón? – la miro volviendo a recuperar la rabia - Tú no quisiste estar conmigo, no tengo la culpa que ese idiota se apareciera – Su cara cambia de inmediato.

- ¿Qué idiota? – Joder, así que Gabriela no le dijo nada.

-Nada.

-… - Me mira seria, noto la angustia en sus ojos.

-Noelle…

-No.- Dice bajito y sigue caminando, escucho un ‘’no te entiendo’’ y cierro los ojos. Mi celular vibra.

‘’Enrique pasará a buscarte, anda cerca’’… Papá.

-Genial. – dejo salir.

 ¿Ese imbécil olvidó que tengo auto?

Malhumorada y desanimada pido que me deriven los pacientes, me siento en mi lugar y saco una botella de Whisky y un vaso. De algo que sirva ser la hija de ese viejo, bromeo conmigo misma, papá no es tan malo, sólo que somos igual de obstinados. Bebo un sorbo, necesito sentirme más despierta, más animada y más fuerte.

Mi celular suena a las 5, se supone que debo bañarme y vestirme formal, argh, estar 2 horas bebiendo me tiene el aliento interesante, quizá sería gracioso que llegue hedionda a whisky. Decido que no; me tomo una taza de café y me dispongo a ir a mi apartamento.

Mientras camino ignoro al mundo.

-Hueles a alcohol.

-Ahm

-Christine…

-Noelle - Digo atareada. - Confía en mí.

-Es difícil cuando te tratas así- me mira con reproche.

-Gajes del oficio. -Bromeo- sólo… ten paciencia.

- ¿Paciencia con qué?

¡Por un coño!

-Con nada- digo rápidamente.

-Hmm- me mira horrible.

-Mira tengo una cena en casa, así que…

-Cuídate- dice algo ofendida devolviéndose.

- ¿A dónde vas? – me enojo.

- A buscar mi abrigo mamá.

- ¡Argh! – no Christine, los basureros no tienen la culpa. Llego a la salida y Enrique me espera en su lujoso auto.

No más lindo que el mío, que quede claro.

-Vengo por ti- sonríe al estilo galante dejándome un rápido beso en la boca. Lo miro enojada, nadie me besa sin mi autorización y mucho menos con alcohol encima.

-Sí, ya me dijeron – digo en seco. Paciencia, aún tengo la botella escondida en el abrigo… será tu mejor amiga esta noche Christine.

- ¿Vendrás con tu amiga? - pregunta mirando hacia atrás.

Juro que si Noelle está atrás consideraré el suicidio. Me giro y ahí está, con el ceño arrugado y los ojos brillantes.

Acaba de echarse todo a perder.

-No…- digo bajito, él lo interpretó como una respuesta, ella de la peor manera.

-Espera- le digo rápidamente a Enrique y sigo a Noelle que entra al hospital

- ¡Oye! ¡Noelle detente! – Atrapo su brazo con poca delicadeza.

- ¡Suéltame! – se enoja - ¡debiste habérmelo dicho!

- ¡Esto no es lo que estás pensando!

- Estás rara, no nos vemos en un par de semanas, te ves estresada, cortante y te tienes encuentros con otro tipo ¿Qué te agotaba? ¡¿jugar con los dos?! – me mira herida.

-… No es eso.

-No, vete a la mierda.

La acerco y a pesar de que queda un poco de gente y el personal, la acerco y la beso. De todas formas, es el pasillo.

Noelle me separa con fuerza y levanta su mano, espero una cachetada que nunca llega.

Y entonces entiendo que crucé la línea.

-Se acabó Edwards.

-No- suplico.

-Yo no soy el juguete de ninguna niña mimada, no me vuelvas a hablar. -Entra a su consulta y cierra la puerta con delicadeza, claramente conteniéndose.

No sé si ir tras ella… miro la hora, las 6pm. Tengo sólo una hora, en 20 minutos llego a mi hogar… procuraré que nadie me vea, me vestiré con lo que tenga allí, seré puntual y haré méritos frente a papá.

Trago saliva, me siento horrible, empiezo a odiar este hospital, a mi familia, a Enrique y a mí misma. Creo que no lloro simplemente porque el alcohol me arde más en el estómago.

Me acaricio el bolsillo donde tengo la botella, hoy terminaremos siendo tu y yo.

- ¿Tuvieron alguna celebración? - pregunta Enrique sonriente

- ¿Por qué lo preguntas?

-Hueles a alcohol.

-Demonios- me quejo con un nudo en la garganta.

- ¿Quieres? - saca unos chicles.

- Por favor- estiro la mano con molestia.

 

-Christine estas ojerosa- me reprende mi madre, trago saliva. Maldito nudo que no se va. – Ven tengo algo para eso- se dirige a su cuarto, rodeo los ojos y cuando no me ve tomo un sorbo desesperado.

Otro chicle a la boca.

- ¿Tienes perfume?

-Sí, toma.

-Genial, ¿cómo me veo? -le pregunto mientras vamos al Hall.

-Como la mierda.

La miro con el ceño fruncido, sonríe mirándome con una lástima que me revienta los ovarios.

-Aguanta hasta el final. – Susurra y se adelanta.

Bien, me mató con eso. Me dirijo a la esquina de la habitación vacía y bebo otro sorbo; sabía que esta cartera me serviría de algo… siento un nudo en la garganta, el estómago como si tuviese estuviese revuelto y a mi conciencia pateándome el cerebro… hablaremos cuando esté sobria maldita sea.

- ¿Y aquí está mi orgullo! - sonríe papá.

Una alcohólica recién botada, ese es tu orgullo.

Le beso la mejilla.

-Me enteré que se han hecho muy amigos con mi hijo- sonríe el viejo pelado, me importa un pimiento su nombre.

-Así es, es un caballero- ladeo un lado de mis labios hipócritamente.

-De crianza, como todos en la familia- guiña el ojo con galantería.

-Así veo. -Alguien, máteme.

Conversamos un poco y siento ese maldito nudo incrementarse con fuerza.

-Permiso, tengo sed. – Miento y voy al único sector que tiene tragos fuertes, malditos mozos.

-Deberías comer- Enrique señala unos bocadillos.

-Hmm- tomo uno al parecer picante y un sabor a engrudo atraviesa mi esófago, ¿qué le pasó a mi lengua…? -Delicioso- ironizo.

-Sabía que te gustarían- frunzo el ceño, ¿qué no captó la ironía?

La tarde transcurre así, me escapo al escritorio de papá. La razón, muy simple: un mini bar.

Lo peor de sentarse en la oscuridad y en la soledad de está impoluta habitación es que mis pensamientos se canalizaron en sólo uno. O más bien en una.

-Noelle- susurro, cierro los ojos con fuerza, se supone que yo no lloro. Me quemo la garganta con un gran sorbo como castigo, pero aun así mis lágrimas no se detienen…

Que es lo que acabo de hacer… ¿qué diablos estoy haciendo? Un hipido que aumenta el dolor de mi pecho me da la respuesta y me dejo llevar por la tristeza.  

 

 

Noelle.

Me deshago en lágrimas en mi escritorio, por suerte mi hora de atención finalizó.

-Noelle, ¿aún no te vas? – Me pregunta Gabi, no levanto la cabeza.

-Oye… - se acerca y noto que me mira, no puedo mirarla. En su lugar recuesto mi rostro lloroso en su estómago, ella me abraza.

-Es una imbécil- susurra. Eso hace que llore más.

Media hora después.

-Tienes que irte- digo bajito- Charlotte te está esperando.

-No te preocupes por eso- me aprieta.

Me acompaña a mi apartamento, me pregunta si quiero compañía, pero niego con la cabeza. Sólo quiero llorar, ni siquiera puedo odiar a Christine. Quisiera que la yo que la odiaba antes volviera.

Al día siguiente decido faltar al trabajo, la verdad es que no he podido dormir y así como estoy no seré ningún aporte para mis pacientes. La verdad ni siquiera me importa que me echen.

Tocan mi puerta con fuerza.

La ignoro.

Tocan de nuevo. Mi celular vibra y lo miro.

Angie: ¡ABRE LA PUTA PUERTA!

Pestañeo algo ida, mi cabeza va a explotar, la abro y me asalta el tremendo cuerpo de mi mejor amiga.

-Me aprietas.

-Cállate- susurra. – Gabriela me llamo recién.

-Maldita soplona.

-Noelle, juro que va a pagar lo que sea que te haya hecho.

-No pasa nada- digo empezando a llorar.

-Dime que pasó.

-Ella…- trago saliva- ella jugo conmigo – lloro- …se ve con alguien más… y yo…

- ¡Maldita hija de puta! -golpea la pared. - Siempre lo supe, malditas ricachonas. Tú necesitas a alguien que dé sin esperar nada a cambio, ¡no una puta egoísta que sólo piensa en sí misma!

-Pero yo- lloro- pero yo la…

-Lo sé- suspira abrazándome. – No sabe la suerte que tiene.

Me abraza largo rato, me hace sentir mejor, protegida. Ambas quedamos solas algo jóvenes, perdimos a nuestros padres y cada una es un pilar fundamental para la otra. La veo como si de verdad tuviésemos la misma sangre.

-Te amo- murmuro ronca.

-Y yo a ti.

- ¿Cómo vas tú? – pregunto acordándome.

-No te preocupes por eso- me tranquiliza mientras una lágrima se le escapa.

-Angie…

-No volví Noelle- sus cejas se curvan y lloro con ella. - No puedo seguir así como estamos, pero es tan doloroso- suspira. - Simplemente vivo el día como viene.

-Ese es un buen consejo- le concedo.

 

 

 Horas después.

-Tengo una idea- me mira Angie en el lado derecho de la cama después de obligarme a comer

- ¿Cuál?

- Caro no merece algo malo, pero esa perra… creo que debe tragar de su propia medicina.

-No seas vengativa…

-Vengativa nada, es justicia, además tengo a la persona perfecta.

-No estoy tan segura. – La miro con reproche.

-Piénsalo… - apaga la lámpara y se cubre más; no digo nada, estoy tan triste que ni pensé en algo así.

Aunque hay una parte de mí que clama por justicia.

 

 

Alejandra.

- ¿Estás lista? - pregunta Kate tomando su bolso.

-Claro- sonrío feliz. Me mira no muy segura.

-Un poco nerviosa. – me sincero.

-Ahora si te creo- se ríe entrando al auto.

-Es una lástima que Angie y Noelle estén desaparecidas, pero en fin, más Samantha para nosotras.

-Esperemos que hayas ganado la apuesta- Dice Kate.

-Fer no me dijo nada- aunque por su emoción al llamarme y su tono malicioso lo dudo. Kate se ríe negando con la cabeza.

 

Al estacionar en su bella casa Fer sale muy contenta y se lanza a abrazarme.

-¡¡Te extrañe!! – miro su rostro tan brillante como siempre- bah, esperaba más ojeras.

-Pero que buena amiga- besa a Kate en la mejilla y la abraza. -Gracias por venir chicas, tienen que verla.

-No hay de qué Fer, queremos conocerla- sonríe Kate.

-Es verdad- asiento. Fer me mira malvada y entra, vamos al living, el hermano de Sandra nos saluda y más al fondo la veo a ella abrazada jugando con una bebita de brillantes ojos azules y… un corto y espeso cabello oscuro.

-Por la mismísima…- abro la boca, ¡nooo!

-Siii- se ríe Fer -Pero hoy no lo harás descuida.

-Es hermosa chicas- dice Kate sentándose prudentemente mientras ella nos observa, abraza a su madre y su mirada va de Kate y a mí. La miro sin saber qué cara poner, me mira fijo.

-Creo que le gustas- dice Sandra besándole la sien.

- ¿Enserio? - repongo no muy convencida.

-Sí, acércate. También se dio con su abuelo.  

Me acerco cautelosa y me siento al lado de ella mientras Kate y Fer me miran con los ojos relucientes. Acerco mi mano despacio y acaricio su cabello ¡joder es muy suave! Deslizo mi mano por su mejilla y sonrío, ella toma mi dedo índice y lo aprieta.

-Genial- Sonríe Fer. – Que bueno que establezcan un vínculo, así la cambiarás con más comodidad.

-Muy graciosa- dejo salir mientras la bebé no deja de mirarme.

Conversamos un rato, aprovechando de que no nos veíamos hace meses, nos reímos y siento las manitos de la bebé hurguetearme el abrigo.

- ¿Qué tal si la cargas? – sugiere Sandra. Abro los ojos de golpe.

- ¿¡Estás segura!?- ¡soy muy torpe!

Ella me ignora y la coloca sobre mis piernas, de verdad me asusté pensando en que lloraría, pero en lugar de eso siento su liviano cuerpo mientras juega con el cierre de mi ropa. La aseguro con los brazos y sonrío a Kate que nos mira completamente sorprendida. La veo con duda, su mirada es como su tuviese una revelación o algo así.

Seguimos en lo nuestro un rato, nos ponemos al día y cuando es la hora de comer Kate aún me ve así, le entrego a la pequeña Sam a su madre para que la alimente.

-Bueno… eso fue nuevo- sonrío acariciando su brazo.

-Hueles a bebé – me da un besito.

- ¿Pasa algo? – murmuro.

-Hablaremos después- dice adelantándose.

Nos despedimos de las chicas, prometemos volver pronto.

 

 

En el apartamento de Kate y Ale.

- ¿Entonces? - pregunto a Kate.

-Debiste haberte visto- dice ella rápidamente acercando su rostro al mío. -Lo supe de inmediato.

- ¿Supiste qué? – La miro idiotamente. Kate me ve con los ojos brillantes.

- ¿Qué no lo ves? - ¿ver qué?

-Eh…

Me besa efusivamente, desde luego que se lo devuelvo de igual forma, es mi Kate. La miro sonriente y ella me mira igual.

-Estás lista Ale.

- Ajá – levanto una ceja no muy segura. Se da cuenta de mi estupidez

 -Alejandra quiero un bebé.

 

 

Notas finales:

Chan chan chan!

Doy las gracias por la paciencia de haberme esperado! y pido humildemente disculpas por la demora, muchas gracias por ser tan buenas lectoras y lectores (si hay alguno por ahí)

Besos, espero que les haya gustado el cap (:!


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