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Mi pareja perfecta 2 por Brit

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Notas del capitulo:

Dsiculpen la demora, empece a trabajar y me cuesta agarrar el ritmo!

Espero que les guste, me esforcé mucho c:  para satisfacer estas ausencias!

besos y gracias por su comprensión y sus tan lindos comentarios

 

Nos quedamos mirando, yo con la boca cerrada, las cejas rectas y los ojos muy abiertos aún sin poder creérmelo y Kate probablemente sin digerirlo. Pestañea y lentamente sus comisuras se elevan formando una sonrisa; no sé cómo demonios, pero mi cara imita sus acciones, hasta que nos sonreímos mutuamente y ella se lanza encima de mí.  

El resto rompe en aplausos y debo admitir que me sorprendí, se me olvidó que estaban aquí.

- ¡No puedo creerlo! - exclama Leo.

- ¡Dijo que si! ¡Dijo que si! - salta Gabriela golpeando la mesa.

-Mi bebé se va a casar- escucho un gimoteo de mi futura suegra.

¡Estoy comprometida!

-Kate- suspiro entre toda la emoción sin soltarla. A pesar de que estamos en el suelo. – Te amo.

-Yo también a ti- susurra débilmente. Miro su rostro lloroso y el brillo que hay en sus ojos, la beso sintiendo algo especial, inexplicable.

 Algo nuevo.

-Ya sabía que valías la pena- asiente el pesado de su padre.

Nos ponemos de pie y le coloco el anillo a Kate un poco avergonzada entre los aplausos de su familia y las bromas de Gabi.  

Sólo puedo sonreír.

 

 

 2 horas después.

Kate

Después de que se me pasara la impresión y la sorpresa… ¡De verdad no me lo esperaba! ¡por eso tantas visitas a mi casa! Aunque Ale siempre se ha llevado bien con todos ellos…

Debo reconocerlo… soy un poco cliché, quizá sean las novelas románticas que leía no lo sé, pero no esperaba que Ale incluso se arrodillara… admito que lo había fantaseado antes.

Suspiro.

Miro mi anillo, veo la piedra azul que lo adorna, dejo algunas lágrimas salir, después de todo. Hoy es nuestro día, y todos los demás… Sin pensarlo mucho acaricio mi vientre, pensando en si funcionó o no y en lo que representaría tener dos asuntos que tratar. Trago saliva, supongo que esperaré a ver qué pasa.

Oigo unas risas y la puerta de nuestra habitación de vacaciones se abre, Ale me sonríe del umbral y yo lentamente me giro del balcón, camina hacia mí y yo no aguanto y corro hacia ella. Me levanta del suelo y nos damos un abrazo largo, de esos que dicen tantas cosas… lo necesitábamos en privado.

-Te amo- digo llorosa por enésima vez... nunca me cansaré de decirlo.

-Y yo a ti -susurra- sé que puede ser idiota la pregunta, pero… ¿Lo hice bien? – me mira preocupada y luego dirige la vista a sus pies. Reprimo mi sonido de ternura y acaricio sus manos.

-Fue perfecto, así como sólo puedes hacerlo tú. -Ay no. Malditas lágrimas

-Kate… - sonríe lentamente y se ruboriza. – No me la dejaste nada de fácil- se recupera.

- ¿Por qué? -levanto una ceja coquetamente.

- Porque eres jodidamente perspicaz – Se cruza de brazos. – Siempre adivinas lo que pienso, es un milagro que esto no.

-Ni se me pasó por la cabeza que lo planeabas- Ale se sienta en la cama y me deja un espacio, me siento al frente de sus piernas, nos abrazamos y acaricio su mejilla con la mía - ¿Es idea mía o así estábamos cuando nos besamos por primera vez?

-Si…- Ale abre un poco más los ojos y sonríe abiertamente- es verdad ¡Así fue! - pone cara soñadora.

- ¿Y qué estás esperando? – la molesto. Me mira de reojo y se ríe algo nerviosa.

- ¿Te da vergüenza? Recuerdo que no te costó nada abusar de mí en ese momento. – Me victimizo.

En realidad, sólo la molesto un poco para que se atreva.

- ¡Pero si tú te acercaste también! - enrojece.

- Ni que fuera de fierro – me indigno.

-Pero casi- me molesta.

- ¡Cómo puedes dec… -Me besa. Estúpida Ale, la amo. Se separa un poco, sonreímos y nos volvemos a acercar.

Pero esta vez Gabi no nos interrumpe.

Ale me recuesta en la cama y se coloca suavemente sobre mí, nuestro beso aumenta de intensidad, acaricio el borde de su jeans del extremo de sus caderas hacia el centro pero sin propasarme de ir más allá.

Me separo dándole besos cortos.

- ¿No deberíamos esperar después del matrimonio? – sugiero. Se ríe roncamente besándome el cuello con impaciencia.

-No- susurra. Me rio un poco hasta que me muerde el cuello, le desabrocho el pantalón y nos giro dejándola abajo y le arranco la blusa sin cuidado, se puede comprar otra joder.

Nos besamos como almas que lleva el diablo mientras ahora ella, me quita la ropa a mí.

- ¿No nos oirán? - Escucho a Ale mientras me baja el pantalón.

-Tendremos que ser más silenciosas- le aclaro bajándole los suyos. - ¿Dejaste la puerta con seguro?

-Eh… - Me mira culpable, ya sabía yo...  la miro fingiendo estar enojada y voy a cerrarla, cuando me quiero devolver el peso de Ale, me presiona contra la puerta mientras sus manos me acarician.

-Oye- digo juguetonamente. Se ríe suavemente, me doy vuelta y nos besamos, mi espalda choca contra la madera, espero que no se haya escuchado.

 

 

15 minutos después.

-No tan fuerte- suspiro. Se están escuchando golpecitos.

-Oh, no importa- dice Ale más preocupada de darme placer.

-No oye- empieza a moverse mucho, siento su pulgar acariciarme. - ¡Ale! – le muerdo el cuello para que no me oigan gemir. Me esfuerzo minutos para que no se note y me parece que más le gusta, hasta que caigo rendida a su hombro, me apoyo, le beso el cuello notando la fina capa de sudor que la recubre.

-Idiota- digo cansada. Ha sido un largo día.

- ¿Quieres seguir? – pregunta Ale como por instinto.

-Ah no jovencita- bromeo- hemos llegado hasta aquí- me mira con una media sonrisa retrocediendo a cada empujón que le doy hasta que cae a la cama, me apoyo con ambas palmas rodeando su cuerpo y acaricio su nariz con la mía. – Así que acepta a las consecuencias. – Bajo lentamente besando su lindo cuerpo, la amo, amo cada parte de ella.

-Kate- suspira cuando llego su entrepierna.

-Shht- le advierto.  Ale se cubre como puede la boca con la mano izquierda.

 

 

Christine

Asunto pendiente número 1

Entro a la mansión de mi familia, se encuentra desolada y claro, son las 1 am. Sólo me topé con la sirvienta que prácticamente me crio junto con mis ajetreados padres, le sugerí que se fuera a descansar.

Probablemente esto se pondrá feo.

Tomo el ascensor pensando en que decir y decido no dejar de ser yo. Sí… soy terrible pero clara. Conozco tanto a mi padre que sé que aún se encuentra en su oficina, preocupado de controlar todo y no contratar alguien que le ayude, y no lo culpo, soy igual de desconfiada. Quizá ahora no tengo nadie más que a mamá para confiar.

Sin darme cuenta llego a la puerta, inhalo pensando en muchas cosas, en la locura que voy a hacer. No puedo creer que llegué a este punto. Me río amargamente y toco.

-Pase- escucho la voz extrañada de papá.

-Hi. – saludo como si nada.

- ¡Christine! No te esperaba hasta mañana, tenemos una cena. ¡Está todo listo! - refriega sus palmas con emoción como siempre que sus negocios resultan satisfactorios.

-Sí, de eso quería hablarte…

Él sonríe, se toca parte del canoso cabello con petulancia. Me recuerda a mi hace un tiempo.

-Espero que sea porque vendrás acompañada de Enrique- me guiña el ojo- si es por eso sólo es hasta mañana. – Bromea confidencialmente; hago una mueca similar a una sonrisa.

-Descuida, mañana llegaré con él- Sólo por el hecho de que tengo que zanjar un asunto de inmediato. Pero hoy no vengo a eso, ese es el punto dos.

- ¿Y bien? -me mira expectante mientras saco un sobre.

-Es mi carta de renuncia.

- ¡¿Qué?! – su rostro se crispa por la sorpresa

-Eso.

- ¡Pero tú eres la cabeza del hospital!

-No. Ese eres tú, yo soy la que trata… trataba- vuelve a sorprenderse- de serlo.

- ¿Cómo que tratabas? ¡¿Qué es más importante que el sueño de toda tu vida?!- mi pecho se aprieta y exhalo, cuando vuelvo a atender la conversación no para de hablar.

- (…) ¡No entiendo tu actitud! ¡me rogabas que te lo diera desde que eras niña! ¡que rayos te sucede Christine! (…)

-…- lo miro y veo como camina en círculos tras su escritorio, hablando sin parar.

- Sé que no me lo ibas a dar después de la cena. Sé que me lo darás algún día, pero si espero a ese día y sigo haciendo méritos y méritos voy a empezar a perder todo lo que tengo. Acabo de perder… – mis ojos arden- a alguien muy importante por conseguir esa maldita firma para ampliar el lugar y me di cuenta tarde de que no lo necesito tanto como a…

-A… ¿estás haciendo esto por un tipo? - me mira como si no se lo pudiera creer.

Inhalo, exhalo. Y así sucesivamente. Respiro profundo

-… Yo… me enamore de una chica papá. – Abre los ojos de golpe y vuelve a achicarlos, veo la vena que se le suele asomar cuando se enoja. - Bueno es mayor que yo- sonrío. No le diré que es Noelle o perderá su trabajo – y para mi vale más que el hospital.

-Christine… - se sienta y se sirve un trago de lo que parece brandy. -Sólo es… una estupidez.

- No.

- ¡SI LO ES! – grita.

-No- que sueñe si quiere asustarme, aunque me da pena que reaccione así. Quiero largarme…- si te sirve de consuelo ya la perdí. Renuncio y no quiero el hospital- Salgo apresuradamente, veo a mamá mirándome del pasillo, seguro que los gritos de papá la atrajeron. Sin decir nada, ni mirarla siquiera; voy al jardín, tomo mi auto y conduzco a mi departamento. Sera mi propio secreto lo que llore hoy, después de todo es mi familia y nunca me faltó nada.  Se vienen días más difíciles aún.

No quiero más.

Nunca me había dado cuenta de lo sola que estaba hasta que conocí a Noelle. Y ahora, debe estar con esa… trato de no divagar, porque juro que chocaré a propósito si eso sucede.

 

Asunto pendiente número 2.

Esto de estar sin trabajo no está mal… me parece que estar tan preocupada y ansiosa por el futuro hizo que no diera todo de mí en las cosas como debía, no disfrute el día a día como Noelle. Sonrío a mi pesar, incluso mi carrera la he desaprovechado. Creo que pediré empleo en un lugar normal, y haré por primera vez un trabajo del que me sienta orgullosa y sea una más del montón… o lo más parecido que se pueda.

Miro desde mi vestido perfectamente colgado en el closet.  Así como conozco el protocolo, sé que papá aún me quiere ahí en esa fiesta fingiendo que todo está bien. Que hay un romance de cuentos con el otro niño rico, casi un príncipe. Mi última acción buena del día en que probablemente sea la última vez en mucho tiempo que vea a mi padre, será fingir felicidad y que todo le salga bien. Así a nuestra manera le doy las gracias por todo, soy su hija, y puede seguir contando conmigo.

Sin embargo, Enrique…. Terminaremos esto hoy mismo.

 

Noelle.

Salgo del trabajo, miro la puerta de Christine, odio que sea tan irresponsable… no es nada mío y aún pienso de la misma forma como cuando la retaba. Que estúpida soy…

Justo cuando veo a Gabi salir me abrazan por la espalda.

-Hola amor- me susurra, me da un escalofrío.

- ¡No aparezcas así idiota! – Maldita Elisa. La miro con molestia mientras se ríe. Gabi sonriendo la abraza.

-Oye petarda no hace falta que te pongas cariñosa hoy. –Bromea Gabi mientras mi falsa novia juega con su cabello.

- ¿Y eso por qué?

-No vino- comento sin mirarlas y camino a mi casa.

Para mi sorpresa corren hacia mí, estando yo al medio cada una pasa su brazo por mi hombro abrazándome y deteniendo mi escape.

-Un momento. – Dice Gabi.

-No tienes por qué terminar la fiesta.

- ¿De qué rayos hablan?

-Anímate Noellita. – comenta la pesada de Elisa.

-No me digas así.

-Como sea, distráete. No puedes estar así por siempre. - Me mira seria, después de todo… somos amigas.

-No se…

-Vamos a conversar, bebamos, comamos, ¡Bailemos arriba de las mesas! – celebra Gabi mientras una familia pasando la mira extraño. -Era broma. – Arruga la nariz.

-Imbécil- no reprimo la carcajada. Par de enfermas, me hacen sentir mejor- Vamos.

- ¡Esa es mi Noellita!

-….

 

Christine

Saludo a Enrique. Me lleva muy ufano por mi propio Hall. Bueno, ya no lo es... Papá sonríe como siempre, claro si no tuviese una mirada fría y unas ojeras enormes me lo creería, mamá me mira con cara de que tenga compasión; en lo personal, esto ya me lo esperaba.

-La pareja más distinguida de este lugar- nos guiña el ojo el padre de Enrique.

Maldito calvo.

-Sólo somos amigos papá- dice él con los ojos brillantes.

Bien, este tipo no es una mala persona y agradezco que respete mi espacio, pero no. Es justo para él que luego de esto termine toda la estupidez.

Luego de eso, sólo eran sonrisas, bebimos, comimos y nos reímos con gente que desde luego Enrique y yo, (pertenecemos a la misma sociedad) sólo hemos visto un par de veces al año desde que tenemos edad para influir en el éxito de la familia. Ya sea con logros escolares, o simplemente lucirnos por nuestro encanto… o algo así tratándose de mí.

-Enrique, necesito hablar contigo.

-Claro- sonríe exhibiendo por lo que parece ser un nuevo blanqueado de dientes.

Salgo al balcón y me sigue.

- ¿Entonces? -coloca un rostro coqueto a propósito.

-Nada, quería… pedirte disculpas- Aush, eso sonó horrible.

- ¿Por? No tienes por qué pedir disculpas. – arruga las cejas.

-En realidad si… escucha, no debimos salir ni nada, lo hacía porque… -no echaré lo de papá a perder- quería olvidar a alguien. – Digo rápidamente. - Aunque no somos nada, te hice creer algo que no es.  

-…- es curioso, pero por primera vez no tiene algo que decir, levanta las cejas en señal de restarle importancia, estira un poco los labios y se larga.

Bah, ¿y mi escena de novela dramática?

Me preparé hasta por si se ponía ‘’hijito de papá’’ y no ocurre nada.

- ¿Christine que ocurre? – entra papá- Enrique salió rápido y se fue.

-Ve a consolarlo entonces- me indigno. Enrojece y abre la boca

- ¡Acabamos de cerrar un contr…!

-Acabas. - Le aclaro, yo ya no tengo nada que ver. – ¿Teniendo su firma ya es tuyo no?

-Sí, pero esto no es lo que esperaba. – Y ahí sale a flote la personalidad Edwards.

-A veces las cosas no son como uno las espera papá- digo apesadumbrada. – No todo se puede planear- dejo mi copa y me voy.

Sin duda el asunto pendiente número tres será el más complicado y el más triste de todos.

Inhalo, exhalo… me doy ánimo. Es una mejor terapia a atiborrarme de alcohol de nuevo. Lo que más me motiva a no beber es mamá, no quiero ver esa expresión tan preocupada nuevamente en su rostro… y un poco en esa pesada de Gabriela, pero nunca se lo diré.

Conduzco tranquilamente por brillante noche de la ciudad, esta es una de las razones por la que prefiero la ciudad a la naturaleza, amo ver las luces de los edificios y focos, siento que me dan vida, supongo que el ruido es un contra.

Cuando se me permite pasar al estacionamiento me acomodo en un lugar casi vacío, veo una botella de vodka en el suelo del asiento del copiloto, niego con la cabeza, que vergüenza. La tomo y al frente veo unos contenedores de reciclaje.

Vamos Edwards tu primera buena acción del día.

Salgo del auto, lo aseguro y camino lentamente como si la botella pesara mucho… la boto y se oye el ruido de los vidrios chocar, es algo terrorífico tomando en cuenta que está casi oscuro y completamente vacío.

Veo una caja a mis pies y levanto una ceja, ¡con un demonio! ¡¿la gente puede ser tan retrasada que no ve la palabra ‘’cartón’’ rayada al frente!? …Hmmm, no es asunto mío, no tocaré la mierda de otros… me giro y mando todo al carajo, doy un paso y escucho un ruido muy agudo.  Me quedo de piedra, vamos Christine, finge que no oíste nada.

Otro sonido, suena algo extraño en una caja cerrada, trago saliva y la abro esperando no ver lo que creo que veré.

Y ahí está…. Miro con asco una cosa peluda que me mira expectante, sus ojos brillan a la sombra de la noche y su cara se mantiene impasible hasta que deja salir un seco y cansado maullido.

-No puede ser… - susurro viendo su pelaje gris, está algo opaco, debe ser por lo flaco. Mañana pasan a recoger la basura… supongo que esto será la basura de alguien, siento un dejo de rabia. Odio a los gatos, pero eso no significa que los trate mal; simplemente los quiero lejos. Me pongo de pie y lo miro como si lo odiase, me incorporo y camino de vuelta, mis pasos se hacen más lentos a medida que maulla como si me llamara.

- ¡Argh! ¡¿Por qué a mí?! -gimoteo en mi soledad.

Me devuelvo rápidamente, tomo la maldita caja y lo llevo conmigo al ascensor. Me mira fijamente y pone una patita blanca en un extremo… vuelve a maullar.

-No ganaras nada bola de pelos, mañana te vas. – Le aclaro. Caigo en otro detalle ¡Hey mírenme estoy hablando con un gato!

Al entrar abro bien su caja y la observo… nada. Parece que el plan era que muriera encerrado…

-Humm- supongo que querrá comer…

Le dejo un recipiente con agua por mientras y bebe con absoluta confianza, se nota que estaba sediento. Levantando una ceja y preguntándome que rayos pasa aquí saco una presa de pollo y la hiervo. ¡No tengo más!

Lo miro mientras la carne se cocina, es gris con patitas blancas, parecen zapatos… o botas ficticias. Sería una bola de pelos más presentable si estuviese más gordito. Arrugo la nariz; lo llevaré temprano al veterinario… no es que me importe, sólo quiero que no me contagie alguna de sus asquerosidades. Además, es muy pequeñito… espero no pisarlo en la mañana.

Luego de una media hora le dejo la carne tibia y me voy a dormir, más le vale que se comporte y no sea un mal agradecido.

 

 

A la mañana siguiente

 

Noelle.

Antes de entrar a mi consulta miro por el rabillo del ojo hacia atrás, justo la puerta de en frente… nada. ¿Por qué no viene? muy hija del jefe podrá ser, pero entonces ¡para qué estudió medicina la muy idiota! Niego con la cabeza, no tiene nada que ver conmigo. Cerebro por favor te lo pido, supérala. Entro y saco de mi cabeza cualquier pensamiento que vaya directo a… esa.

 

Christine.

-Agradece que no te tiro a la basura- digo con la boca apretada. Le doy una ojeada en el asiento del copiloto mientras se apoya en la caja. El muy hijo de puta me dejó un regalo en la alfombra. ¡No me acordaba que estos bichos también tienen sus necesidades! Tengo tan poca experiencia en esto… recuerdo que papá tenía un perro, un hermoso pastor alemán, pero los empleados hacían todo. Nunca tuve que encontrarme con algo como eso. ¡Agrh!

Entro a la veterinaria sin saber muy bien que hago ahí.

-Hola – me atiende una mujer en traje verde.

-Hola. – Digo secamente. Esto tiene un olor levemente desagradable, como el que olí esta mañana al encontrarme a este enano durmiendo en mi cama, específicamente en mi cuello. Lo vuelvo a mirar asesina. Pero ahí está, inocente mirando a todos lados.

- ¿Hay algún problema con su mascota?

-No es mi mascota- aclaro- lo encontré en una caja anoche y solo… quiero saber cómo está. – Me mira como si le dijera algo falso y noto que retiene una sonrisa.

-Está bien, el doctor lo atenderá en unos momentos, mientras tanto. ¿Nombre?

- ¿¡Qué!? – la miro asombrada.

-Necesito hacerle una ficha… - Me mira.

-Carajos… - dejo salir, lo miro y el gato me sorprende haciendo lo mismo y maullando. Vamos por parte… ¿Este pequeñín es macho o hembra?

-No sé qué es- digo bajito.

Por suerte esta veterinaria abrió recién y no viene nadie. Ella con paciencia lo toma de su caja y le echa una mirada, el gato me mira. No podría describirlo, pero estoy segura que fue con reproche.

¿Estoy volviéndome loca o qué?

-Es macho.

Genial, lo que me faltaba. Otro idiota que tolerar... pienso un poco, tiene cara de…

-Tomás. - Digo sin más. El gato no dice nada, pero como me miro bien, supongo que… ¿le gusta?

-Pensé que demoraría más- me mira asombrada. - ¿Apellido?

- ¿¡Apellido!? – me espanto, ¿¡esta cosa tendrá mi apellido!? - ¡¿Qué rayos significa esto?! – Ella se ríe y me mira casi con ternura.

-Es para asociarlo a su dueño, en este caso dueña. Pueden haber más Tomás.

-Edwards- digo enojada. Sonríe.

Veo como garabatea en la hoja ‘’Tomás Edwards’’, suelto una carcajada irónica. De ser un gato abandonado en la basura a un Edwards. No la cuentas dos veces pequeño espanto.

Al entrar el veterinario toma su temperatura, no puedo soltar una carcajada despectiva al ver su cara por el termómetro, pensaba que los gatos eran aburridos y no cambiaban de expresión. Me sugiere unas cosas, le inyecta otras y me dan una lista con medicamentos, al parecer tenía una pequeña infección, por eso su maullido tan seco.

Joder…

Cuando estoy pagando miro unos accesorios, unas cajas, collares y platos.

- ¿Desea comprar algo?

- ¿Para qué? – pregunto sintiéndome idiota- supongo que… los platos. -Doy un vistazo y lo pienso mejor- arena, arenero…. – dejaré el collar para cuando esté más fuerte.

Luego de pasar a la farmacia y al supermercado lo dejo en mi apartamento y le doy comida. El pequeño come y comienza a ronronear de inmediato.

-No te acostumbres- susurro- igual te irás.

Bien, retrasaste mis planes pequeño minino; pero tengo que continuar.

Tomo mi bolso y me dirijo al hospital.

 

Noelle

-Salgo y vuelvo a mirar la puerta, a pesar de que le rogué a mi cuerpo no hacerlo…

-No la extrañes tanto.

Pego un salto y miro a Gabriela mirándome seria.

-Yo no…- levanta una ceja y espiro mucho aire, como si hubiese corrido una maratón- está bien, ya se me pasará.

Gabi se levanta de hombros.

-Sería genial si pudieran conversarlo. – Dice bajito.

La miro sorprendida.

-Como sea, hoy iré con Char y su hermanita al zoo ¡animo Noellita!

-Cierra el pico. - Arrugo la nariz. Maldita Elisa. - Que lo pases bien Gabi.

- ¡Seguro que sí! - dice feliz saliendo rápido.

La miro con atención, Gabi es linda… siempre tiene ese ánimo tan particular que alegra el espíritu de quien esté cerca… sólo deseo que sea feliz.

Me coloco mejor mi bolso y salgo del hospital, doy un par de pasos y lo que se encontraba frente a mi ahora se ve invertido. Mi corazón experimenta un salto que hasta me llega a doler, veo su cabello rojizo y mis ojos enrojecen cuando me llega su olor.

- Suéltame- digo bajito.

-En un rato- dice y siento como mi corazón se rompe al escuchar eso. - Ahora no.

Me libera sólo por un instante y me mete al asiento trasero, ya tenía la puerta abierta al parecer. Me empuja y en lugar de permitir que me siente, el peso de su cuerpo me aprisiona debajo, trato de zafarme, cierra la puerta, toma mi cara y a la fuerza me planta un beso.

 

 

Caro.

Llevamos toda la mañana jugando, comiendo, haciéndonos cosquillas y discutiendo en broma, tal como antes. Abrazo el perfecto cuerpo de Angie y oigo su corazón. Supongo que está agitado por la tanda de cosquillas que tuvo que soportar, no quiero pensar en nada. No me veo sin ella, soy tan feliz en este momento, que siento que fuera de la puerta de la habitación, hay un mundo oscuro y neblinoso.

-Te amo- dejo salir desde el fondo de mi ser.

-Y yo a ti Carolina- siento un beso en mi coronilla. Angie me aprieta a ella y me dejo acercar. Reparto besos por su bronceado cuello. Hasta que la pongo encima de mí y una de sus manos en mi cintura, ella me acaricia hasta que paso la mano por su trasero.

-Oye… - dice entre juguetona y preocupada. -Estás segu…

-Como nunca. – Que se cree. – ¿Soy adulta sabes?

-Sí, pero…

-Pero nada.

Se separa de mí, se apoya de un codo y me regala una media sonrisa que me enamora, acaricio uno de sus ondulados mechones.

-No tienes pinta de adulta- bromea.

-Y tú tienes pinta de guardia de seguridad, pero yo no digo nada- la molesto. Sería tan sexy si hiciera vigilancia por ahí. ¡Oh no caro! ¡No imagines cosas! Junto las piernas como por inercia.

Angie se ríe y reparte besos por mi cuello, me da un lametón.

-Oye- susurro apenas, golpe bajo.

-Eres tan sensible debajo del cuello- sonríe, pasa sus manos por mi cadera hasta presionar un punto. Aprieto los labios y cierro los ojos. – Y ahí.

Me acaricia el cuello con sus labios y lengua, me toca justo por donde hizo presión y vuelve a hacerlo.

-Angie- digo en un hilo de voz. Me da una mordidita y entreabro la boca. En un momento que se separa la giro.

- Tú tienes más puntos débiles que yo- me siento sobre ella notando la mirada rápida que da donde nuestros cuerpos se unen.

-Ah ¿sí…?

– Si… -acaricio su estómago de abajo hacia arriba. – Unos que no hubiese sospechado si no te conociese. – La observo enamorada.

-Soy misteriosa- bromea.

-Claro que no, eres demasiado sincera, algo torpe y un poco burlona.

-Y tú…- aprieto su cintura- tú… ¿Qué decía? - se desconcentra. Me río.

-Que me amabas.

-Eso es obvio- sonríe, me mira con esos ojos tan oscuros y brillantes. Me inclino a besarla dejando que nos cambie de lugar lentamente, nuestro beso aumenta en profundidad y comienzo a descontrolarme. La acerco con las piernas mientras Angie sube mi polera y me deja en sujetador.

- ¿Estás segura de esto?

-Más que la primera vez -digo rápido buscando su boca. Se ríe durante el beso brevemente.

-Reconozco que me asusté después de eso- ríe Angie. -Pensé que no querrías verme.

-Bueno, pasé por esa fase- reconozco- luego ira, negociación, depresión y cuando te volví a ver aceptación.

-No dejaste nada en el tintero, una auténtica tragedia- ironiza burlona.

-Sabes que no fue una tragedia- aprieto los dientes.

- ¿Ah no? ¿Y que fue? - Maldita Angie.

-Estuvo bien- me enojo.

-Más que bien. -Me mira petulante.

- ¡No te creas tanto!

- Sólo digo lo que vi. Y yo vi- pasa su dedo entre mis senos y sube a mi mentón, terminando entre mis labios. -Que me deseaste desde el primer momento.

-Deseaba golpearte.

- ¿Contra la pared? – ríe coquetamente.

-Basta ¿podemos seguir? – arrugo la nariz.

-No. – se ríe en mi cuello. Sonrío sin querer, maldita molestosa.

-Tienes una mirada atrayente- dejo salir.

-Hmm- se apoya en un codo y me desabrocha el pantalón. – Continúa.

-Y bueno- cierro un poco los ojos al notar su toque sobre la ropa interior- Fuiste muy cortes al salvarme de esa bruja. -Recuerdo cuando intimido a esa tipa ruda.

-No fue molestia- besa mi oreja- Ganas de estampar su cabeza en el suelo no me faltaron. Pero no tenía derecho.

- ¡Ah! – susurro- Al menos sácame el jeans.

- ¿Y qué más? - me ignora entrando con un par de dedos.

-Y- jadeo- bueno lo demás ni lo pensé.

-Ni yo- susurra moviéndose dentro de mí.

- ¿¡Sácame la ropa quieres!? – sugiero mas en tono de súplica que de irritación.

- ¿Para qué? Tenemos todo el tiempo del mundo – me confía secretamente al oído, cuando empuja su mano con tanta fuerza que mi cuerpo mueve la cama me doy cuenta que será una tarde&noche muy larga.

 

 

Noelle.

La acerco por la cintura, llevamos media hora besándonos. Maldita debilidad, solo la empuje un par de veces, y maldita Christine, no sé de dónde saca esa fuerza. Y tampoco es como si no me produjera nada; ambos factores me dejan en desventaja, se fuerte Noelle. Desvío la cabeza y Christine trata de seguirme hasta que entiende el mensaje. -Noelle- dice. Y la miro con rudeza, una rudeza que se quiebra en lágrimas. -No llores.

- ¿Dónde estabas? – dejo salir la pregunta que me carcomió toda la semana. No puede aparecer así como así y besarme ¿verdad?

-Tenía que solucionar cosas. - Me comenta tan retraída como siempre. La miro decepcionada, siempre con sus secretos y cosas. Lo odio, me hace sentir tan insegura. -Sólo… venía a …- noto un dejo de tristeza en su voz que no me gusta.

-Que…- digo apagada, empiezo a verla mal por las lágrimas.

-Venía a decirte que te amo- dice suavemente.

La miro expectante, no sé qué rayos decir, por un lado estoy feliz, por otro inmensamente asustada y triste. La dejo hablar.

-Me mostraste algo que no conocía, y luego de eso no puedo volver a como estaba. Me di cuenta de muchas cosas- mira a la nada recordando. – Me gusta como piensas, como te ves y como actúas. – sigue. – Pero yo…. Soy distinta- sonríe burlona.

Asiento más triste, esto parece despedida.

-Noelle – dice- renuncié. - Abro los ojos de golpe.

- ¡¿Qué?!

-De todos modos mi trabajo era horrible, me tomaré un descanso- bromea.

- ¿Esa es la verdadera razón? – pregunto sabiendo que en realidad a ella le importa un comino lo que piense el resto.

 Me regala una media sonrisa.

- ¿No puedo engañarte verdad?

-No vienes sólo a declararte y decirme que renunciaste… - su sonrisa se amplía y me acaricia el cabello, me sorprendo por esa muestra de afecto tan extraña en Christine.

-No- dice- venía a pedirte disculpas- me mira a los ojos- te juro que jamás quise hacerte daño. – sus labios forman una línea recta- sin embargo, lo hice. Y no hay nada que pueda hacer… más que decirte que lo siento. Lo siento Noelle.

No sé qué decir, me recuesto en el asiento. Cierro los ojos, por un lado me siento bin, nunca esperé esto de parte de ella.

- ¿Qué harás ahora?

-No he planeado nada.

- ¿Y eso? - pregunto extrañada.

-Aprendí de la mejor.

Me pongo seria y trato de sentarme, siento el pecho raro, tengo mucho que pensar. Christine se hace a un lado, me mira y abro la puerta.

-Adiós Christine- digo apenas.

-Adiós Noelle.

Antes de irme dejo la puerta abierta y me giro. Por primera vez veo su mirada expectante, como de niña, hay un poco de inocencia en ellos que quiere quebrarme. Nos miramos un rato, es tan claro lo que sucede… pero Christine no hará nada, y yo…. No puedo ahora.

-Nos vemos- digo, ella no me cree ni un segundo.

-Cuando quieras- susurra.

Cierro su puerta (con delicadeza esta vez) ella no se mueve de donde está. Me dirijo a mi apartamento, necesito tiempo conmigo misma, necesito, saber que hacer ahora.

Necesito tomar una decisión. No puedo seguir en este limbo maldita sea.

 

 

Christine.

Me quedo en el asiento unos minutos, luego conduzco a mi apartamento y me tiro al sillón, aprieto los ojos para no llorar. Es horrible sentir esto, sería estúpido decir ‘’antes estaba bien’’ porque cuando la conocí… supe que no lo estaba.

Siento unas pequeñas presiones en el estómago. Mi pecho da un vuelvo y atrapo a Tomás acostándose cerca de mi cuello.

-Largo- digo en seco. No se mueve, cuando iba a tomarlo y lanzarlo ronronea. Trago saliva y mis lágrimas caen.

 

Maldito gato.

Horas después

Despierto y el apartamento se ve tenue, calculo que deben ser como las 8. Tom duerme en mi cuello, ya no ronronea, debe estar en un sueño más profundo. Me quedo ahí, mirando a la nada. Hasta que tocan la puerta.

Me levanto y lo dejo en el sillón. Con un poco de culpa acaricio su lomo y voy a la puerta. Voy a atender y veo a…

-Mamá. - digo en seco.

-Hija.

Sonreímos de medio lado y hago un espacio para que pase.

- ¿Has comido? – me observa de arriba abajo.

-Hmmm ¿sí? – rodea los ojos y deja una bolsa en el mesón.

- ¿Qué cuentas?

-Nada, mi vida es una mierda. – Hace un ruido y niega con la cabeza.

-No debiste haber dejado a tu padre sólo.

-No creo que quiera que vuelva.

-A ustedes me dan ganas de golpearlos. – Se lava las manos y antes de que tome el cuchillo mira al respaldo del sillón. Tom la mira curioso.

-Christine… - En eso ve sus platos en una esquina de la cocina.

-Ya se irá.

-Ya. – Dice sin más. En eso noto una sonrisita y sigue cocinando.

Luego de comer nos sentamos en el sillón a beber té. Mamá mira al gato comer desde el sofá.

-Como se llama.

-Tomás.

-Se parece- sonríe, sabía que se daría cuenta. - ¿Dónde lo encontraste?

-En una caja- me levanto de hombros.

-La antigua Christine lo hubiese dejado ahí. – una de mis comisuras se eleva y levanto las cejas con resignación como si no tuviese opción.

- ¿Has hablado con Noelle? - dejo la taza en el plato.

-Si…

- ¿Y bien?

- ¿De verdad te interesa? – tenía que preguntarlo.

-Claro que me interesa, es tu vida y soy tu madre.

-Se despidió- digo sin poder mirarla a la cara, si lo hago temo llorar. Odio llorar.

-Christine…- susurra- eres un ser humano, está bien que llores. Además, tu rostro te delata. - Niego con la cabeza mientras ella se sienta al lado mío y me acaricia.

-No sé qué más hacer- dejo salir. – Soy un asco para estas cosas.

-Cuéntame que ocurrió- dice en un susurro.

Le cuento desde que estaba en mi auto (omitiendo los detalles del beso) hasta que nos dijimos adiós.

-… Dale tiempo Christine.

- ¡Llevo sin verla semanas! - digo con impotencia. Siento mi pierna arañada y con mamá miramos a Tomás subiendo por mi pantalón afirmándose en mis rodillas y recostándose en mis muslos.

-Este pequeñín se preocupa por ti.

-Díselo a los arañones de mi pierna- gruño.

-Una vez escuche que las mascotas aparecían por algo en nuestra vida y luego se iban.

-Se irá cuando le encuentre dueño- me quejo ajena a sus ronroneos.

-Le gustas- se ríe haciéndole cariño.

- ¿Te gustan los gatos? - me sorprendo.

-Una vez tuve una.

- ¿Y qué pasó con ella?

-Murió. – Dice suavemente- no fue algo trágico, estaba vieja. Después conocí a tu padre, y a él no le gustan… Admito que casi no pasa la selección de marido- me guiña un ojo, me río. - Y luego naciste tú y tampoco te gustaban.

-Lo siento. – Sonrío.

-No importa. – Para mi sorpresa besa mi frente. – Deja que el tiempo haga lo suyo, si ella te ama, volverá.

-Si… Gracias mamá- dejo salir, vuelvo a sentir un nudo en la garganta, ando algo sensible maldita sea.

Me quedo en silencio mientras mamá me da mi espacio.

 

 

 

Dos semanas después.

 

Alejandra.

Me levanto temprano, hoy es lunes y debemos trabajar. Estiro mi brazo para llegar a acariciar el cabello de mi amada futura esposa. Lo hemos pasado tan bien, ha sido todo como la historia de amor que jamás pensé que podría llegar a tener. La Ale de antes se habría reído con ironía si yo hubiese ido al pasado a contarle todo lo maravilloso que tengo ahora.

No la Ale de antes estaba concentrada en una vida aburrida y monótona, evitando visitar a una familia con la que tenía poco apego y con la que discutía continuamente. Un padre desapegado, una madre intolerante y una hermana poco cariñosa.

¿Quién iba a pensar que ahora tendría mi propia familia? Es decir; Kate, su familia, si hasta Gabi es la hermana que nunca tuve. Y debo admitir que el idiota de mi suegro se ganó mi cariño.

Espera. Estoy sola aquí.

Levanto mi cabeza preocupada y me levanto.  Toco la puerta del baño.

-Lárgate- se queja Kate.

Ok esto no lo esperaba como saludo matinal.

- ¿Ocurre algo? - me espanto.

-Me duele el estómago- escucho un sonido horrible de arcada y hago una mueca- Me siento fatal- susurra.

-Quieres que te haga, no sé ¿un agua de algo? – ofrezco insegura.

-Un agua estaría bien- gimotea.

-Kate ¿y si te llevo a médico? - Sugiero preocupada.

-No debimos comer helado tan tarde.

-El amor engorda- bromeo. Escucho una risita.

-Ve a desayunar.

-Bien- me levanto de hombros y preparo desayuno y el agua de Kate.

- ¿No vas a comer? - le pregunto curiosa.

-No.- Dice rotundamente – Y aleja esa cosa. – lloriquea.

-Pero es jamón- digo triste. Oh sensual y sexy jamón…

-Como sea ¡Quítalo!

-Ya tranquila- digo colocándolo en mi pan y guardándolo antes de que Kate vomite la mesa.

 

Nos llevo al trabajo, y la miro atentamente toda la mañana, esta pálida. Le obligo a comer al almuerzo y a la vuelta se queda dormida como si no hubiese descansado en semanas.

 

 

Martes

- ¿Estás mejor? – la miro devorarse el desayuno.

-Ajá- dice apenas, cierto que ayer no cenó. Sonrío y continuo en lo mío.

En la tarde estoy más relajada, por suerte todo está bien y Kate se encuentra más eficiente que nunca. Se levanta de su mesón y la miro con cariño (déjenme), se toca la cara incómoda y se tambalea. Me pongo de pie rápidamente.

- ¡KATE! – grito, Diego despierta de un salto y Paul la agarra de la espalda antes de que llegue al suelo.

- ¡Llamen a una ambulancia! - se espanta Margaret mientras corro a ella y toco su cara, abre apenas los ojos.

-Mierda, no, no- repito sintiendo un nudo en la garganta y una sensación horrible en el estómago. - ¡Kate! ¡Kate!

-Estoy aquí- susurra. Sonrío apenas.

-Estoy bien. -Dice cansada.

-Se nota- Llegan lo que parecen ser paramédicos.

- ¿Qué carajo es esto? - repone Kate levantando una ceja.

-Vamos al hospital- sentencio. Me mira con indignación hasta que ve mi expresión de determinación. Asiente.

La acompaño y espero preocupadísima, espero que no sea nada grave maldita sea si no me mato. Niego con la cabeza y pego un salto cuando me tocan el hombro.

- ¿Usted venía con la paciente de la ambulancia? – Ah, es un enfermero.

-Ajá- me pongo de pie rápidamente. - ¿Está bien? – Hace una mueca.

-Acompáñeme, ¿es su colega?

-Soy su prometida- digo con orgullo.  En eso me mira con complicidad.

-Sígame.

¿Qué rayos ocurre aquí? Veo en una sala, a Kate sentada en una camilla y corro a ella. Pero no la abrazo, no quiero hacerle daño si es que está así de débil, tomo su mano y nos miramos comunicándonos como siempre lo hacemos.

- ¿Está todo bien? – miro alrededor hasta que veo a una mujer menuda de bata blanca.

-Sí, todo en orden. - Nos mira. – Son normales las náuseas en el embarazo.

Mi mandíbula lentamente cae.

 

 

 

Noelle.

He estado en vela varios días, Christine está enamorada de mí, yo de ella, eso está claro. ¿Por qué no voy por ella? paso las manos por mi cara.

Soy cobarde, tengo miedo.

-Pareces loca. – Pego un salto

- ¡Gabriela! – me mira dudosa- ¿Cuándo entraste?

-Acabo de hacerlo…. ¿Qué pasa?

-Hmmm Christine- susurro.

- ¿Me vas a contar que hicieron la semana pasada?

- ¡¿Cómo rayos lo sabes?!

-Todo el mundo las ha visto discutir, pelear y magrearse… o al menos la parte del auto- enrojezco.

- Ah sí…- reconozco colorada, se ríe con incredulidad.

-Me dijo que me amaba Gabriela- digo apenas sonriendo sintiendo las lágrimas venir- ella se acerca y me observa sonriente- me pidió disculpas, me dijo que renunció… pero no sé qué pensar de todo esto. – Me vuelvo a tocar el cabello como una loca.

-Tranquila- dice con un tono tan maduro que la miro sorprendida. - ¿Tienes miedo de que nada haya cambiado?

-Algo así.

-En los pasillos de comenta- la miro mientras mira sus uñas- que en realidad no sólo renuncio.

- ¿Ah no?

-Sé que hubo una celebración, que ella se fue antes. El señor Edwards y el señor Grant de arquitectura no están en muy bueno términos… y antes se besaban el trasero- se ríe.

- ¿Cómo sabes eso?

-Todos lo saben… lo que pasa es que tú andas en otro mundo.

-Hmmm. - malditos chismosos.

-Y eso no es todo…

- ¿No? -  levanto una ceja.

-Se rumorea que no quiere seguir con el negocio de su padre.

-Eso no lo creo- sentencio. - Christine no haría eso. No la que yo conozco. – El puto hospital lo es todo para ella.

-A lo mejor cambió. – me mira significativamente.

-No…- digo con desconfianza.

- ¿Y porque no le preguntas?

-Eso no es asunto mío.

-Pero quieres saber de ella, es una buena excusa- sonríe y desordena mi cabello y se va.

Trago saliva. De seguro siguió con su vida, no he hablado con ella en una semana… le dije adiós.  Me pego en la frente, hasta que recuerdo un… ‘’nos vemos’’ y un ‘’cuando quieras’’.

 

Christine.

- No sé por qué no te regalo. -Bromeo haciéndole cariño. Maldita bola de pelos le compré una cama, y prefiere la mía y el sofá.  Así que luego de almorzar, me recuesto y el me acompaña. Digamos que… nos llevamos bien. Además, ya no tiene pulgas y está más despierto, ayer lo encontré jugando con el confort.

Creo que hasta el vecino escucho mi grito.

Nos quedamos dormidos y oigo el timbre. Me levanto con pereza, debe ser mamá. Se oye de nuevo…

-Sí, si- digo sin ganas abriendo la puerta- sigo viv… Noelle- digo abriendo los ojos y despertando de golpe.  Ella me mira de arriba abajo.

-Hola- dice bajito y yo sonrío idiotamente.

-Hola- digo. Espabilo y me hago a un lado.  - ¿Quieres beber algo? -ofrezco cuando entra.

-La verdad me encantaría, hace calor.

Mientras le sirvo jugo oigo un ruido de sorpresa y sonrío, debió de haber encontrado a Tom.

- ¡¿Y este bebé tan hermoso quién es?! – Llega con él en los brazos, el muy desgraciado se ve cómodo.

Te envidio, a mí no me abrazó cuando me conoció.

-Tomás, le gusta que le digan Tom- bromeo.

-Oh eres el gatito más lindo…

Rodeo los ojos mientras juega con él en el sofá. Le alcanzo un vaso y dejo otro en la mesita para mí. La miro acariciarlo.

- ¿Desde cuándo lo tienes? – me mira bebiendo

-Aproximadamente una semana. – me rasco el cuello. Creo que quedé con actos reflejos tras las malditas pulgas.

-Para ser tú, debe ser un gato muy especial.

-Oye, sigue vivo.

-Está muy bien cuidado. – me concede. Siento la cara arder, pero lo disimulo bien.

- Que esperabas. -Digo en mi típico tono de soberbia. Me mira sonriente, como si lo extrañara; levanto una ceja y ahora enrojece ella. Sólo que para su desgracia es pésima escondiendo algo. -Me alegra que estés aquí.

-No te ilusiones -susurra. No sé si dejarla expresarse o que se joda y besarla. Trago saliva, como decía, soy pésima en esto. – Tu dijiste que podíamos vernos cuando quisiera.

-Y lo mantengo. -Digo ignorando a Tom mientras sube por mis piernas, condenado gato.

-Si bueno… puedo ver que estás bien acompañada.

-Se irá pronto.

-No lo regales.

- ¿Por qué no?

-Las cosas pasan por algo. Además, míralo, él te quiere mucho.

-Vaya, mamá me dice lo mismo -me sorprendo. Sonríe.

- ¿Qué ha pasado Christine?

-A que te refieres- la miro.

-Hay rumores…

- ¿A sí? – levanto una ceja

-Si de qué… bueno es una estupidez.

-Dime.

-De que renunciaste al hospital…

-Eso hice.

- ¡Pero Christine! -me mira sorprendida

-Pero nada. Mi decisión es absoluta. -Aclaro tranquilamente.

- ¿Por qué? – me mira triste.

-Ya no quiero el hospital. – Miro mis rodillas desganada.

-Pero si dormías pensando en él, era tu sueño.

-Bueno ya no me duermo pensando en ese maldito edificio- digo irritada.

- ¿Y qué quieres ahora?

-A ti. -Me mira y eleva las cejas. Me levanto de hombros sin ánimo.

- ¿Cómo vas con tu novia?

-Yo no tengo novia. – Siento un alivio enorme en mi pecho.

- ¿Segura? – pregunto asqueada recordando el beso que se dieron. Noelle no se ve bien con nadie que no sea yo. Sinceridad. Dejo a Tom al lado mío por si tengo que ir a vomitar.

-No tenemos nada.

-Bien- digo cortante.

-Chris…

-No me digas Chris. – Digo con una mezcla de angustia y felicidad.

- ¿No crees que si estuviese con alguien no me hubiese dejado besar por ti ayer?

-Te obligaría igual.

-Y- carraspea- Enriq…

-Eso ya es historia. – Termino. – Nunca me interesó, sólo eran negocios. -La miro enojada.

-Hum… -Veo la duda en sus ojos.

- ¿Vienes a convencerte de que no valgo la pena?

-Yo no he dicho eso. -Me mira con el ceño fruncido.

-Debes estar desesperada por encontrar algo oyendo rumores de pasillo y demorándote una eternidad en aparecer. – Comento ácidamente poniéndome de pie. Tomás se queda en el sofá.

- ¡Christine basta!

- ¡Hasta te besabas con esa, ah que sí! – Exploto- ¡Apuesto que para olvidarte de mí te revol…! – mi cara apunta hacia un lado por la cachetada que recibo

- ¡Deja de hablar estupideces! ¡Eso nunca pasó! – Me mira enojada con la mano estirada.

-Más te vale- la miro con furia.

-No estás en posición de exigir nada.

-Me importa un carajo- dejo salir- He dejado todo lo que me perjudicaba contigo ¡¿Qué más quieres que haga?!

- ¡Que dejes de ser tan idiota para empezar! - Cierro los ojos. Tranquilidad Christine, no lo eches todo a perder.

-Lo siento, me cuesta imaginarte con alguien más.

-A mí también, sin embargo lo hiciste.

-Sólo fueron un par de malditos besos. – Gruño.

Noelle me mira fijamente, hasta me sorprende que pueda hacerlo.

-No quiero que vuelvas a besar alguien más.

- ¿Esto significa que somos algo?

-No.

-No sabes negociar Noelle. - Me acerco peligrosamente y ella desvía la vista hacia la alfombra. -Si quieres exigirme algo, debes darme … otra cosa. – digo suavemente.

-Sólo te doy una opción. Nada de cosas extrañas, no me hagas desconfiar o esto queda hasta aquí. – Vuelve a mirarme.

- ¿Me amas? – pregunto triste.

-Para que preguntas eso- mira sus pies.

- Necesito saberlo.

-Sabes que si… - me mira llorosa. La acerco de golpe y la abrazo. Nos quedamos así un rato.

- ¿Sabes? – digo en un hilo de voz- me he dado cuenta que haría lo que fuera por ti… - La acaricio con mi rostro, escucho un hipido-  Lo que fuera.

-Chris…- susurra descansando su cabeza en mi hombro.

Nos separamos y nos quedamos mirando Noelle suelta una risita nerviosa y yo sonrío. Vuelvo a tener el control.

-Sabes que quieres. – La miro fijo.

-Pero no me mires así…

-Entonces bésame.

-No sé qué te veo- murmura entre dientes.

-Yo te veo todo – digo acercándome. Noelle se queda quieta y recibe mi beso, me abraza y puedo condecorar este día como el mejor que haya tenido en mucho tiempo.

Por primera vez estoy feliz sin preocuparme del mañana.

-Comencemos de nuevo- susurra mirándome algo llorosa.

-Entonces- limpio sus lágrimas- tendremos que tener otra cita.

- ¿Quieres ser clase media de nuevo? -Me rio.

-No.… pero podríamos patinar de nuevo. – sugiero mirando su rostro atentamente. Y porque no decirlo, mi pecho salta de la emoción, mi estómago se siente como si un nudo se desatara.

-Eso estaría bien- sonríe ruborizada. Me besa tomándome por sorpresa, la abrazo feliz, dispuesta a no soltarla jamás.

 

 

Kate.

Imposible…

Ahora que lo pienso… si es posible. Ni siquiera me he hecho estas semanas un test de embarazo. Ale aún no cierra la boca. Con mi índice le subo el mentón, la doctora se ríe.

- ¡Pero! – dice de golpe como si despertara. Me mira sorprendida- ¿¡Por qué no me lo dijiste!?

- ¿Tengo cara de haberlo sabido? – levanto una ceja. Ale idiota, hubiese sido la primera en enterarse. En eso su expresión de incredulidad cambia a una sonrisa reluciente.

- ¡No puedo creerlo! – dice feliz. Siento mi pecho como si algo floreciera y sonrío con ella emocionada.

-Ojalá todos reaccionaran así – la Dra. se levanta de hombros. – No tienes más de 3 semanas, espera a la ginecóloga. -Asentimos. Y ella sale.

Nos quedamos mirando y sonreímos, nos abrazamos aliviadas.

-Carajos un bebé- dice Ale ansiosa. – ¡Como no nos dimos cuenta!

-Creo que me había dado por vencida. – Sonrío feliz, siento una ganas de gritarlo al mundo. Pero mi parte más precavida me dice que espere.

- ¿Quieres mantenerlo en secreto? - pregunta Ale como si leyera mi mente.

-Si… ya sabes... por si - No quiero decir ‘’por si esto no resulta’’ no quiero que algo le pase a mi bebé- Por si acaso.

-Así será. – me acaricia el vientre y trago saliva, le tomo el peso a la situación, como no me di cuenta que estaba creciendo un ser vivo en mi interior, mi propio hijo o hija. Nuestro propio bebé.

- ¿Te das cuenta? - dice Ale de repente. – Cuando nos casemos tendrás 5 meses.

-Si… espero que todo salga bien.

- Saldrá bien, hay que tener fe- dice feliz abrazándome como sólo ella lo hace. Como si yo fuese lo más valioso de este mundo. Mi Ale, tan linda…

- ¿Estas llorando? – me mira.

-No- gimoteo.  -Te amo.

-Y yo a ti. -Murmura- Te amo. -En eso sonríe pícaramente- Les amo.

Eso no ayuda a que cese mi llanto.

Al final cuando llegó la ginecóloga, me programó una infinidad de pruebas de orina y sangre para esta semana, me hizo una serie de preguntas y me tocó observar (con gracia) a Ale complicada con el asunto de contar las semanas.  La verdad es que todas estábamos contentas de que no haya dejado pasar el mes (y lo hubiese hecho si no me hubiesen dado estos malditos mareos) porque así todo será más seguro… imploro que así sea.

-Moriría por ver la cara de Gabi- se ríe Ale bajito. Sonrío, me encantaría contarles a todos, pero como digo. Es mejor esperar.

-Ni lo pienses, tienes un bebé que criar.

- ¿Y qué será? - dice con los ojos brillantes. Me río.

-Ya lo sabemos.

- Había escuchado que las mamás siempre sospechaban.

-Hmm si yo también- digo pensativa, la verdad no siento una inclinación, debe ser porque es muy nuevo no sé. – No sé Ale…

-Oh no importa- sonríe conduciendo. -Te iré a dejar al apartamento, pero no me siento segura si te quedas sola…

-Estaré bien. Llamo a mamá si algo ocurre. - Ale me mira no muy convencida.

-Hmm… -musita mirando el semáforo.

-Viviré… nadie ha muerto por un embarazo. – Su cara cambia de golpe con tragedia. - Bueno si… -La cagué.

-Me quedaré contigo.

-Ale ve a trabajar.

-De todos modos, ya es tarde. – Suena su celular y atiende.

-Paul… ¡Si, todo bien! fue…- me mira- una baja de azúcar- me pego en la frente.

 

Angie.

- ¡Caro! - me rio. -Compórtate de acuerdo a tu edad.

-Soy menor que tú. – Oigo desde mi espalda, tengo sus piernas a ambos lados de mis caderas y sus manos entrelazadas en mi cuello - No pienso alejarme de ti. -Recuesta su cabeza en mi espalda y yo muero de amor.

-Yo siempre estaré contigo.

-Más te vale- susurra.

-Oye, trataba de decir algo bonito ¡No lo eches a perder!

Nos reímos y preparo el desayuno con Caro colgada en mi espalda.

Estás dos semanas sólo hemos pasado tiempo de calidad con ella, Antonieta y Juan. Sólo tocamos ‘’ese tema’’ una vez y yo diré hasta la muerte que no fue mi culpa, algo me dice que a pesar de que Caro vio lo que vio… me cree. Ella sabe que yo me desvivo por ella, es la mujer de mi vida maldita sea. Hasta yo reconozco lo gobernada que soy; pero a su favor… Hemos salido también con mis amigas del gimnasio y Caro sorprendentemente no estuvo ni un poco enojada. Algo me dice que fue cuando Alisa tocó el tema de los gatos se ganó su simpatía y confianza. Bah catlovers.

Me río bajito recordando cuando me encontré a Noelle y Christine besuqueándose en la plaza.

- ¿De qué te ríes? – pregunta Caro inocentemente mientras desayunamos. Su tono de voz agudo me dio ternura. Le beso la nariz.

-De Christine – no puedo evitar la carcajada.

- No debiste haberla intimidado así.

-Es mi hermana. – Sentencio. – Para que nunca más se le ocurra hacer idioteces. – Bebo un sorbo- A su favor fue la que más me sostuvo la mirada, maldita orgullosa; yo solo la empujé contra un árbol y la amenacé, no me quito la vista ningún segundo. Hasta que miró sus pies y me prometió que no lo haría de nuevo.

Para ser Christine eso me deja más segura. Aunque la tendré vigilada.

Terminamos de comer y Caro lava la loza, voy al patio a regar mis plantas, a la vuelta escucho unos golpes.

- ¡Que mierda haces aquí! – detonante para que yo corra a la puerta delantera. Ingrid está en el suelo y Caro que al parecer la empujó, vuelve a adelantarse para patearla. La tomo de la cintura y la levanto.

- ¡Espera Caro!

 -No te atrevas Angie ¡Suéltame! ¡Suéltame!

-Ingrid- digo moviendo el cuerpo de Caro hacia atrás. Es un poco cómico, pero Caro no pesa mucho, es de huesitos livianos. - Largo. – Se pone de pie.

-Yo… yo- mira a Caro con pánico que parece trastornada moviéndose en el aire.

-Simplemente no dejo que te toque en nombre de nuestra pasada amistad. – La mirada que le doy sólo comunica que se acabó. Todo se fue al carajo.

-Sólo quería decir… - sus lágrimas caen. – Sé que me odias, no pensé en las consecuencias… pero aún te quiero- Caro se queda quieta, hasta creo que giró la cabeza como la del exorcista. La miro con pánico. – Y sé que no puedo arreglar nada, pero Caro…

Caro la mira y entrecierra los ojos como enojada con ella misma por prestarle atención.

-Angie no tuvo la culpa, yo la besé. – Dice y se larga, lo último que puedo ver es como pasa la manga de su sweater por su ojo izquierdo y camina rápidamente. Me da un poco de tristeza, las cosas no debieron ocurrir así. Sólo sufrimos.

‘’Gracias’’ pienso. Quizá no haya actuado bien, pero esto sin duda arreglará esa pequeña espina que tiene Caro. Que, por cierto. Esta como ida. La suelto y me toma la mano, caminamos dentro y nos sentamos.

-Caro… - empiezo.

-No Angie… es mi culpa.

-Tú sólo viste… eso, si me hubiese pasado a mi hubiese reaccionado peor. – La tranquilizo.

-Supongo- dice con la cabeza agachada, pienso que todo está bien hasta que una lágrima llega a sus manos entrelazadas, cuando me dispongo a abrazarla rápido ella me gana.

- ¡Angie! - gimotea. Llora en mi pecho. La dejo unos minutos- no debimos pasar por esto, fue tan injusto, ¡fue tan injusto! - llora y sonrío al darme cuenta que nunca perderá su emocionalidad. Esa que antes me hacía fastidiarla y ahora es una de las razones que me hacen reconocer a mi amor.

-Tenemos todo el tiempo que queramos para compensar… - la tranquilizo.

-No ¡cállate! – sigue hipando. Suelto una risita.

 

 

6 semanas después.

 

Noelle.

- ¡Ah…! ¡Chuuuuuuuu! – escucho graciosamente a mi lado. Miro a Christine que está recostada con una expresión de molestia. Me rio.

-Apuesto a que esa idiota me estaba descuerando de nuevo. – Se cruza de brazos.

- ¿Quién? ¿Angie? – canturreo.

-Sí, desde ‘’esa ocasión’’. -Recuerda con el orgullo herido- no me ha dejado en paz todo este maldito tiempo- mira a la pared enojada.

-Sólo te vigila, ya sabes- me afirmo del codo- me quiere.

-Mi quiiri. – Repite con burla.

-Estoy poniendo de mi parte para no golpearte, pero no te aproveches- la miro enfurruñada.

-Ven aquí -me persigue en la cama.

- ¡No! - me rio zafándome, termino atrapada por el cuerpo desnudo de Chris.

- Tápate- me sonrojo.

- ¿Para qué? Mi cuerpo es hermoso. – Dice con soberbia.

-Maldita Edwards, siempre serás una niña consentida, egocéntrica e insoportable. – Me quejo.

-Pero enamorada- susurra roncamente en mi oreja. Baja la mano por mi estómago, espero con ansias hasta que escuchamos unos rasguños en la puerta.

- ¡Hoy no! – grita haciéndome reír, siempre pelea con su gato, y aunque le tenga todos los objetos, juguetes y comida que cualquier gato desearía aún reclama como si fuese a deshacerse de él. No le diré que la encontré dándole un beso en su nuca. – No sé porque no te regalo- masculla.

-Porque lo quieres. – Sentencio.

-Ya pero no lo digas tan fuerte. – Se queja.

-Hazlo entrar. – Me da pena que maúlle, si en el fondo duerme todas las noches aquí. 

-Pero, pero… ¡Íbamos a hacer…!

-Ya habrá tiempo para eso. -Maldita calenturienta.

-Agrh ¡bien! - se levanta.

Hago como que no miro su blanco trasero. 

- Sé que me estas mirando- comenta petulante abriendo la puerta haciendo pasar a un renovado Tomás. La miro colorada hasta que el minino comienza a olerme y pedir cariño.

Es un consentido, Christine no me engaña... Ojalá no se le peguen malas costumbres.

 

Kate.

En una semana tendré mi primer ultrasonido por ser el final del primer trimestre, lo dejamos así y no antes porque la verdad, quería verlo más grandecito. Pero ¡Joder! ¡Ya siento que me aprieta el maldito pantalón y hace que me sienta mal! Había leído que no se notaría, pero no es así; a duras penas he podido mantenerme en secreto, ¡y es que siento muchas nauseas!, no he tenido antojos, ¡pero como odio los embutidos! parece que el bebé quiere más que nunca anunciar que existe. Sólo hemos ido a casa de mis padres una vez y tuve que disimular mi molestia por ver algunos alimentos con los que Gabi se relamía. Hasta creo que ofendí a mi padre por no aceptar su vino.

Carajos, extraño ese vino.

-Ahhh- me quejo, maldita acidez estomacal.

Bajo del auto, a Ale le tocó trabajar (la obligué) y yo aproveché de venir a casa. Necesito contarle a mamá… y es que mi plan secreto es estar con ella el primer momento en que oiga sus latidos. Ansía tanto tener nietos que hasta siento pena de ocultárselo y hoy mi conciencia me obligo a venir.

Voy por el patio trasero y toco la puerta de la cocina. Mamá me echa un vistazo antes de mirarme a los ojos un rato. Espabila.

- ¡Kate! ¡Entra! ¿Por qué tocas la puerta? - me hace entrar- esta es tu casa.

-Es sólo para que no me dieras con la escoba- bromeo.

- ¡Jah! – se ríe- nos sentamos en la mesa. - ¿Quieres comer algo? – Dice apuntando unas láminas de queso y una fila de embutidos con los que desayuna habitualmente.

- ¡No! – digo de inmediato al sentir mi esófago arder. – Desvío la mirada al congelador.

- Tú te lo pierdes. – sonríe comiendo. - ¿Y a qué se debe esta visita a tu pobre y hermosa madre? – me río.

-Yo… quería…

- ¿Decirme que estabas embarazada? – sonríe con los ojos relucientes.

-…

- Vieja bruja.

-Sólo por hoy no te castigo por esa ofensa- sonríe- Ven aquí bebé- me abraza. - Felicidades…

- ¿Cómo lo supiste? – pregunto con los ojos cerrados mientras nos mecemos.

-Sospeché un poco en la cena anterior… Tu rechazando vino, comiendo poco… y ¡por dios! ¡Enseña a Ale a disimular!  - Me río llorosa. Malditas emociones.

- ¿Alguien más lo notó?

- Nah, ya los conoces. – Sonrío y miro mis rodillas, hasta que me toca una y levanto la vista, miro sus ojos brillantes ávidos de información.

- ¿Cuánto tienes? Ya se te nota un poquito sabes, ¡además tus ojos brillan! ¡No puedo creerlo! ¡Mi hija mayor me dará un nieto! – se levanta emocionada y respira profundo, toca mi vientre con la mano algo temblorosa.  

-Casi 12 semanas – Digo bajito.

-¿12? ¡Carajos pareces de 16! -La miro herida.

- ¿¡Me estás diciendo gorda!?

-No, pero… acostúmbrate, porque de bajar no bajarás. -Me frena las emociones.

-Está bien… es sólo que creo que va muy rápido todo y me está dando miedo.

-Es normal sentir miedo – toma mis manos y me acaricia pensativa- no has pensado…

-Si. – Digo. – A eso venía, tenemos el fin de semana una visita al hospital y nos dirán todo. Sólo quiero que esté bien…  

-Esas reacciones en tu cuerpo indican que dice ¡Hey estoy aquí! - me acaricia. – Créeme, sé lo que es estar embarazada, tengo práctica en esto. – Me rio. Cuando se arrebata me recuerda demasiado a Gabi.

- ¿Entonces irás?

- ¡Por supuesto! – golpea la mesa con la otra mano- Tengo que ver a mi pequeño malcriado.

-Mamá – me río- no será malcriado.

-Eso es lo que dices tú. Espera a que tu padre se entere, espero que no se infarte. -Mira a la puerta preocupada.

-No le digas- ruego. – Quiero saber que está pasando aquí antes- toco mi vientre sobre su mano.

-Querida… - me mira mamá – Hace rato que tú sabes exactamente qué es lo que hay ahí.

Hago una mueca de preocupación, a esta mujer no la puedes engañar con nada.

 

El fin de semana.

- ¡Alejandra! - saluda mi madre emocionada. Pero carajos que alguien la calme.

Ale parece un zombi, está blanca y hace una mueca abrazando a mamá.

-Cuidado mamá, está peor que yo. – Me río.

-Es normal, es normal – mueve la mano despreocupada- ¿les conté que cuando di a luz a Kate tu padre también sintió dolores en su…

-Mucha información. – La atajo. Me darán nauseas de nuevo.

Me recuestan en la camilla y mientras la ginecóloga prepara todo y coloca un gel helado en mi vientre, mamá está más emocionada que nadie calmando a una Ale cada vez más blanca que mira a un punto fijo algo temblorosa. Ambas estamos preocupadas… ni Sandra tuvo tantos malestares el primer trimestre.  

Nos hacen unas preguntas mientras pasa el doppler, cuando aparece algo en la pantalla Ale entreabre la boca y aprieta mi mano, nos miramos emocionadas y la doctora sonríe. Mamá está congelada con una sonrisa tratando de no perderse nada.

- ¿Entonces? – pregunta Ale muy pálida – ¿Cómo está?

-Escúchenlo ustedes mismas- dice en un tono misterioso. Sube el volumen y la sala se llena de latidos. No puedo evitar llorar, y a mí ya me quedó claro todo. Mamá me mira y nos comunicamos de madre a madre…  sonreímos a la vez.

- ¿Es normal que se escuchen los latidos tan rápidos? – Pregunta Ale preocupada. - ¿Está bien el bebé verdad? – la mira asustada y confundida.

- Eso que oyes me confirma, que la pregunta no es ‘’está bien’’ si no… ‘’están bien’’

Ale pierde todo el color que le quedaba. 

 

Notas finales:

¡Oh my gah!


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