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Mi pareja perfecta 2 por Brit

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Notas del capitulo:

Había respondido unos rw, y luego vi otros re nuevos que después desaparecieron junto con las respuestas de otros. Te odio amor yaoi e.é 

Espero que disfruten este cap.  

 

 

 

Noelle

Rememoro estos meses que han pasado creo que ya se me hizo costumbre aguantar los comentarios y la pesadez de esa perra que ya tiene la mejilla endurecida de tantos golpes.

Pero como ya no me echaron del trabajo acepto que simplemente no puedo caerle bien a todo el mundo y ya.

Recuerdo un poco mientras voy en el ascensor

 

Mes 1

- ¿Eres tonta? *bofetada*

-Ríete como mujer *bofetada*

-Qué asco *bofetada*

 Mes 2

-No te atendería ni aunque estuvieras muriendo *bofetada*

-Porque puedo pagarlo *bofetada*

-Aprende a comer *bofetada*

Mes 3

-Los animales van a morir igual – dice viendo mi menú vegano *bofetada*

-Odio a los gatos *bofetada*

- ¿A eso fuiste a la universidad? *bofetada*

 

Respiro cansada, maldita perra. Lo positivo es que no repite las frases con las que recibe golpes, es como un infinito ente que cada vez inventa algo nuevo y horrible que decir. Los colegas que antes estaban pasmados ya se acostumbraron y a lo más, nos miran con desaprobación, pero nadie dirá nada porque nadie se mete con esa perra y saben que la culpable no soy yo de todas formas.

Veo la palma de mi mano en el ascensor.

Se detiene en el 4, miro las teclas y no se abre, de hecho, sólo está marcado el cinco.

Se apaga la luz, y queda una tenue, como es de mañana no me da tanto miedo.

- ¡Oh por dios no! - exclamo perdiendo el control apretando todos los botones que veo, los de emergencia ni siquiera funcionan, me estoy acordando de varias películas de terror, y está un poco oscuro. Me molesto en mirar alrededor con cara de muerte y veo al mismísimo lucifer mirándome aburrida.

- ¡Por qué estás tan tranquila! ¡Vamos a morir! ¡Vamos a morir! - mis ojos se llenan de lágrimas. Hasta que siento un dolor en la mejilla y lloriqueo mirando a Christine con la mano extendida.

-Cálmate- dice como si nada- esta mierda tiene generador propio, aunque funciona automático sólo en urgencias. Me temo que demorarán un poco, a menos que sepan que yo estoy aquí.

-De algo que sirvas- lloro más. Me mira con desprecio.

- ¿Eres claustrofóbica?

-No.- Es lo único que me falta…

- ¿Te da miedo la oscuridad?

No le respondo, se asoma una mueca de burla.

-Eso es un ‘’sí’’ ¿No te da vergüenza?

-Vergüenza hay que tener para ser tú. - Me enojo.

Nos quedamos en silencio. Miro a otro lado, ya bastante tengo con la penumbra para ver a ese ente maligno lleno de oscuridad.

Detecto un movimiento y la miro rápido, no confío en ella.  Está marcando algo en su celular.

¡¡Claro los celulares!! Miro el mío.

No tengo señal.

- ¡Nooo! - lloro.

-Cállate. –Escucho.

-De todas las personas ¡por qué tú! ¡¿Qué he hecho en mi vida pasada señor?!- gimoteo.

-Eres bastante egocéntrica, ser puro de bondad- ironiza.

- ¡Al menos soy mejor que tú! – me enojo.

-Nadie es mejor que yo.

-Cualquiera es mejor que tú. -Respondo

-Cuanto desprecio… ¿cómo era eso?… - dirige la vista hacia mí- Ama a tu prójimo.

-Yo no te amaría ni a palos. – Me apoyo quedando frente a ella y lo más lejos posible.

-No tenías que tomarlo tan literal. Yo tampoco me fijaría en ti.

-No me importa. - Aclaro, en lugar de eso hace una mueca malvada viéndome.

-Eres algo baja, te vistes muy casual -mira mis zapatillas- eres miedosa, chillona y pierdes el control fácilmente, además de violenta.

-Vengo a trabajar no a modelar. - me quejo- Además podré ser simple, pero tú eres una perra desagradable que siempre critica todo.

-La crítica es el camino a la perfección.

-Eso no existe. – Me cruzo de brazos.  

Suena su celular.

-Por fin, ya me estaba llegando tu olor- bromea - ¿Aló? Si, si no fuera mucha molestia- ironiza- Ajá, dile que esta despedido.

- ¡La gente necesita el dinero para comer! - le grito.

-Y yo voy tarde a trabajar por su maldita culpa. - Corta la llamada.

- ¡Eso puede esperar!

-Tiene que hacer su trabajo y yo el mío – me mira enojada.

- ¡Estas cosas pasan!

- ¡Pero si tú eras la que estaba llorando! - me grita perdiendo la paciencia.

- ¡Si, pero estos son miedos personales! - le grito.

-Patéticos miedos personales.

 

 

Gabriela.

Rememoro el particular momento en que conversé con la hermanita de Charlotte, y salgo a llamar a la siguiente persona, Humm, atrasado. Frunzo el ceño.

En eso se ve un tumulto, me acerco y hay unos tipos con casco afuera del ascensor y la técnico en enfermería con unas listas mirando algo asustada.

- ¿Qué ocurre? - me apoyo en el mesón de atención.

-Se echó a perder un ascensor y dentro está la señorita Christine. Nos despedirán a todos. - Exclama asustada.

-Humm- Comento. Escucho unos gritos.

-Y no está sola. - Apunto, es bastante obvio quien más está ahí.

 

Se abre la puerta dejando oír parte de la discusión acalorada que se formó dentro.

- ¡Tú eres patética! - grita Noelle, pasando rápido e ignorando a todos que miran un poco intimidados.

Christine pasa igual y entra a su consulta cerrando fuerte la puerta. 

-No pienso ir a dejarle la lista. - Traga saliva la señora- Temo por mi trabajo cada vez que lo hago.

-Dudo que así pueda atender a alguien. – observo.

-Derivaré sus pacientes de la mañana.

-Espera ¿podrías hacerme un favor? No tendrás que ni hablarle a la bruja. - Negocio. Me mira con interés.

 

Noelle

Vuelvo del baño, ya son las 11. Admito que el trabajo se llevó la rabia que tenía.

-Hum, señorita Noelle- dice la señora de recepción.

-Si dígame

-Podría llevar estas listas por mí- sonríe- la miro con duda hasta que veo el nombre.

-Eh…- como decirle que no…

-Por favor, a ti no te echará. - Suplica.

- ¿Por qué dices eso? - pregunto un poco enojada.

-Porque ya no lo hizo.

Me pongo en su lugar, ver a esa perra así de enojada y dejarle la lista. Tiene razón… suicidio.

Llego y toco la puerta y no atiende ‘’La perra se hace del rogar’’ me quejo, la abro, total sé que pacientes no tiene y su lugar está vacío. Dejo la puerta entreabierta por si me ataca, así todos lo verán.

Me quedo pegada observando, es como la consulta de todos, pero más bonita, en una esquina hay unos libros, unas plantas artificiales y al fondo adornos… ¿de pingüinos? Me acerco y sonrío mirando el grupito.

¡El pingüino bebé es taaan lindo!

- ¿Se puede saber qué haces paseándote aquí? - pego un salto escuchándola muy cerca de mi oreja. Veo sus ojos verdes extrañados e indignados, se acomoda un mechón de su cabello castaño rojizo.

- ¡Nada! ¡Yo ya me iba! sólo me mandaron.

-Este no es tu trabajo- frunce el ceño yendo a la puerta. ¡Oh no, la va a echar! Dejo la lista en su escritorio.

- ¡No espera! - tomo su brazo con ambas manos.

Me mira sorprendida.

- ¡No la eches! - hago un puchero. ¡Pobre señora!

-No la iba a echar- me mira- Sólo la iba a retar.

-No lo hagas, ¿por favor? - digo sintiendo esas palabras raras en mi boca.

- ¿Me estas pidiendo un favor? -Me mira incrédula.

-Eh ¿sí? - Me enojo conmigo misma, mi parte orgullosa considera hasta que la echen no más.

-Noelle.

La miro tan sorprendida que suelto su brazo.

- ¿Si? - susurro.

-Este no es tu trabajo, tienes que atender a tus pacientes, se está aprovechando de ti ¡y tú te dejas! Eres débil y manipulable- se enoja.

- ¡Es lo que hay! -Me enojo- además mírate, ¡nadie te aguanta! ¡No la puedes culpar!

Me mira pensativa.

-Sólo hago mi trabajo.

-Y lo haces mal - Me quejo. – ¡Te guste o no, te relacionarás con todo tipo de gente igual!

Da un par de pasos hacia mí y retrocedo chocando en el mesón de los pingüinos.

-No te atrevas a decir que no sé hacer mi trabajo.

-E- está bien. -Digo mirándola asustada.

Me mira pensativa y la miro dudosa.

- ¿Me puedo ir? - sugiero.

-No - Cierra la puerta, trago saliva.

 

 

Gabriela

Carajos llevan demasiado tiempo adentro, se acaba de cerrar la puerta; o la mató o están haciéndolo.

Me acomodo un mechón inteligentemente, mi diagnóstico es…

Amor apache.

Acaricio mi mentón, eres una genio Gabriela, ¡por eso Charlotte se enamoró de ti!

 

 

Noelle

-La miro plantada en el suelo mientras se sienta en su cómoda silla.

-Siéntate.

- ¡Pero si no me duele nada! - me quejo.

Se ríe bajo.

-No lo repetiré.

-Bien- me siento y la miro perpleja.

-Mira, la situación es… que podrás devolverme el favor...

-Pero si no la ibas a echar. - Acoto.

-Ahora sí, así que cállate. Como decía, necesito que hagas algo por mí.

Que se vaya la señora, ¡no me importa!

-Esa mujer cría sola a sus tres hijos, su marido la abandonó por eso tomó el doble turno. - Me mira sin rastro de emoción.

- ¡Pobrecita! - gimoteo.

-Exacto, ahora la echaré porque no pones de tu parte.

- ¡Si lo hago! - lloro

-Bien, la cosa es… que mi padre me encomendó un trabajo antes de heredarme el hospital.

‘’Que no se lo dé por favor’’ Pienso.

-Sabe que me cuesta relacionarme con gente ineficiente - la mira horrible. – Y quiere que invite a un trabajador a la casa a cenar para que le dé su opinión personal sobre mí.

-Eres una bruja, nadie trabaja bien contigo porque re-jodes y desechas a la gente como si fuera un objeto, ojalá inhalaras monóxido de carbono. - Opino.

- ¡Cállate! ¡Vas a decir exactamente lo opuesto a eso si sabes lo que te conviene!

-Tú papá no te creerá, por algo te dio esa tarea - Me cruzo de brazos. – Y yo no soy una mentirosa.

-Ahora lo vas a ser.

-No.

-Piensa en la pobre mujer- levanta una ceja.

¡¡Que debo hacer!!

-Está bien - Todos mis instintos me dicen que es una pésima idea. Pero si hubiesen echado a mi madre o a mi padre del trabajo hubiese sido desastroso, ¡y esa señora está sola y tiene tres!

Christine sonríe.

La miro pensativa - Te advierto que no se comer con 12 tenedores, 54 cucharas y 24 cuchillos. -No sé cuántos usa la clase alta pero que no me joda.

-Comemos con uno de cada uno. ¿Sabes usar los servicios verdad? Si quieres come con la mano como lo haces normalmente, pero se verá feo.

-Te odio… pone de tu parte.

-A ver- dice pensativa ignorándome - No vayas formal, así pensaran que eres una amiga.

-No tientes a tu suerte- bromeo.

-…Que es lo último que querría ser. – Bromea.

La miro y me río.

-Bien, estamos de acuerdo en algo.

-Ajá, a las… 7 y media afuera del hospital el viernes, no llegues tarde.

-Soy impuntual.

-Odio la impuntualidad.

Nuestras miradas son de dureza.

Y gana ella.

-Bien - Me quejo.

-Perfecto, ahora lárgate. Tienes media hora de retraso.

-Por fin - No le voy a dejar decir la última palabra.

 

Gabriela

Mientras me despido de un paciente. Noelle sale y me sorprende que no tire prácticamente la puerta, Christine sigue con su trabajo.

A la hora del almuerzo la interrogo curiosa.

- ¿Entonces si no vas o llegas tarde la señora se va?

-Si...- dice revolviendo su comida un poco alicaída.

Me pregunto si será buena decirle que en realidad la señora tiene dos hijos y un marido amoroso que la viene a buscar siempre. Decido que no.

- ¿Y qué cosas lindas y positivas de ella dirás? - me río.

Noelle pone cara de tragedia.

- ¿Tiene?

-Humm, es una bruja, pero siempre llega a la hora. - Apunto.

-Y eso es todo- nos reímos.

En eso sonríe y me mira con los ojos brillantes.

- ¡Tiene pingüinos!

- ¡Cool! eso sí suena bien… Aunque dudo que la haga merecedora del hospital ese detalle.

-Entonces no sé- se enoja Noelle y empieza a verse las puntas de su cabello. - Es lo único bueno que tiene su persona.

-Nadie puede tener tan pocas virtudes, es que ustedes se pasan gritando- apunto.

-Por la mierda, tengo las puntas partidas- dice más pendiente de ella, luego deja caer el mechón que va a parar a su estómago.  Sopla hacía arriba y mira con odio atrás mío.

-Córtatelas luego- Me quejo sabiendo quien está pasando detrás de mí silla.

-Y hace tanto calor que se me reseca todo. - dice mirando sus brazos descubiertos.

- ¿Todo? - me río.

-Ay Gabriela. - Se queja con una risita.

-Aunque es verdad- admito- atiendo con polera a menos que el paciente tenga muchos problemas.

Nos ponemos a comer y se me prende la ampolleta sobre mi cabeza (según yo), esa que sólo me ilumina cuando se trata de Charlotte o una buena amiga, o mi familia.

-Deberías preguntarle- le aconsejo. Me mira, ladea un poco la cabeza y se ríe de buena gana.

-No. – sentencia.

-Vamos treintona.

-Cállate. Me veo de 25- Pone pose coqueta.

-Pero tienes 33- la miro con burla.

-No te darás ni cuenta cuando tengas 30. – Me mira feo- Y tu novia aún no tenga 25, pervertida.

-Jaja pero tengo la actitud de veinteañera- bromeo.

- ¡Noelle me cambiaste el tema! - refunfuño dándome cuenta de que desvió la conversación. Se ríe.

-Si haces mal tu trabajo, no servirá de nada. Así que si vas a pasar tantas molestias ¿por qué no hacerlo bien? - le digo.

-Siento que mi trabajo pende de un hilo cada vez que me habla- se sincera.

-Ya no te echó. – Le concedo- Simplemente ve, toca su puerta y pregúntale que mierda de bueno tiene.

-Si me echa tendrás que alimentarme todo lo que me cueste encontrar trabajo.

-Hecho. Charlotte egresa el viernes, si encuentra trabajo pronto, quizá ella me mantenga a mí y yo a ti- me río.

-Muy lista- me mira feo.

 

 

Caro.

- ¡Vamos, vamos! ¡Di que sí! - me mira Angie, desde abajo.

-No sé- bromeo sobre ella en el sofá de su casa.

Juan se sube y se acuesta en el cuello de Angie, nos reímos.

-Juan está de acuerdo – sonríe Angie- lo conversamos anoche.

-Bueno si Juan está de acuerdo…

-SIII.

- ¡No celebres aún! – me enojo. - Pero Angie, vives muy lejos, yo vivo más cerca del centro. Y sé que no quieres dejar esta casa… -Asiente- No estamos mal quedándonos de casa en casa. - me levanto de hombros.

-Pero así no tendríamos que llamarnos, solo llego y veo tu hermoso rostro- recita.

- ¡No lo lograras diciéndome cosas lindas!

- ¡Rayos!

La miro pensativa, es verdad que suena como a un sueño vivir con ella y esas cosas, total hemos estado meses juntas en el mismo lugar y congeniamos bien. Pero le tengo cariño a mi apartamento… y Angie no dejará su casa, este fue el hogar de sus padres, y la casa es linda y tiene buen patio. Su perro se estresaría en mis cuatro paredes mucho tiempo... y ambas tenemos auto…

-Está bien…

Angie sonríe de inmediato.

-Pero, ayúdame a venderlo.

-No te preocupes. - Me abraza, se le va a olvidar…

-Espero que sepas lo afortunada que eres, es decir- Angie levanta una ceja, carraspeo digna. - Por la inmensa suerte de ser mi novia y que deje mi preciado departamento sólo por ti.

-Es que me amas.

-Bueno si- me quejo en broma.

-Pesada – se ríe dándome besitos. – Todo lo mío es tuyo, menos Juan.

-Y todo lo mío es mío- bromeo- menos Antonieta, esa ofrecida.

-Con buen gusto.

-Lo aprendió de mí.

-Sí, te doy la razón- me sienta y me carga por el pasillo.

-Qué crees que haces

-Celebrar.

-No he dicho que quiero.

- ¿Y?

-Voy a golpearte, ¡ahora soy fuerte!

-Qué miedo.

Antes de que le pegue manotones me tira a la cama y toma mis brazos.

-Ya sabía qué harías- se burla besándome el cuello.

-Agrh, espérate y verás- me río abrazándola y nos besamos, Angie me hace cariño lentamente por todo el cuerpo hasta que de repente…

- ¡Ya sé! - Salta de la nada.

- ¡Mierda Angélica estoy caliente!

-Ya, pero si me dices así suenas a enojada. - Se asusta.

-Estoy enojada.

-Es que, podríamos hacer una inauguración. - Dice feliz.

- ¿Quieres una excusa para beber verdad?

-Un poquito- se ríe quitándose la polera.

-Oh, baila y te pongo billetes- bromeo. Se ríe.

-Claro, invitemos amiguitas- me mira creída.

Me giro y la dejo abajo.

- ¡No te atrevas si quieres vivir! – me quito la polera.

-Ay baila tú. – dice en un susurro.

Le guiño el ojo moviendo las caderas y me quito el sostén. Entreabre la boca ceñuda.

-Se te escapa la baba.

Se cubre la boca.

- ¡Mentirosa…! – me mira indignada, me río- es que, eres tan sexy.

-Lo sé, lo sé – repito orgullosa.  Hasta que caigo sobre la cama y siento la piel desnuda de Angie. ¡Si a la celebración! ¡Si a la inauguración! ¡Si! ¡Ah, te amo!

 

Noelle.

Salgo del trabajo, Gabriela del ascensor me levanta el pulgar dándome ánimo antes de que cierre.

Hija de…

Toco su puerta, ándate, ándate, ¡ándate ahora que puedes! ¡Ves! se marchó.

Cuando me dispongo a correr por mi vida se escucha un ‘’Pase’’

Entro un poco complicada, ¿a qué era que venía?

- ¿Qué quieres? - me mira sobre unos papeles.

-Eh… - Consigo decir, frunce el ceño

-Fonoaudiología está arriba. – Vuelve a lo suyo.

- ¡No!

-No grites.

-Cállate- lloro.

- ¿Qué haces aquí? No me digas que me extrañas porque soy delicada de estómago.

-No bromees – la miro asqueada, me mira enojada y deja los papeles en la mesa. - Vengo a… preguntarte una cosa- miro mis pies profundamente arrepentida.

- ¿Qué cosa?

-Humm, ¿qué se supone que tienes de bueno?

Me mira seria

Empieza reírse.

-¡¡No te burles!!- enrojezco de golpe, miro hacia abajo maldiciendo a mi suerte y a Gabi.

-Lo siento, fue una pregunta estúpida, o sea mírame- bromea.

La miro y sí, me imagino que habla de su atractivo.

-Me refiero a por dentro, qué es como lo opuesto a lo que tienes por fuera. - Le digo cruel.

-Al menos reconoces que soy hermosa. – Dice creída, la miro sin podérmelo creer. - Es un buen paso… siéntate.

-No me mangonees- refunfuño sentándome.

- ¿Y bien? - me ignora- ¿Qué es lo que tienes?

-No te voy a decir eso. - Me avergüenzo.

-Lo sabré de todas formas.

-Pues, que eres puntual y humm- ahora que lo pienso- Tienes buena presentación personal- enrojezco mirando mis rodillas esperando su risa.

En su lugar me mira seria.

- ¡Lo único bueno que tienes son tus pingüinos! - Me enojo por haber dicho lo anterior.

-Siempre quise uno de mascota, pero papá decía que estaban mejor en su habitad.

-Tiene razón- concedo. –Además te verías rara regurgitando la comida en su boca.

Se ríe.

La miro con desconfianza ¿Lo anterior fue una conversación?

-Bien, supongo que estoy obligada a ayudarte.

-Está bien ¿Qué edad tienes?

-29.- Me mira pensativa- tú debes tener unos 45- dice cruel.

-33 perra- me enojo. –Serías la primera persona que me agrega años.

Me mira con desprecio.

- ¿Y qué te gusta hacer? - me preparo psicológicamente para oír algo horrible.

-Déjame adivinar: crees que voy a spas de belleza con mis amigas millonarias, tengo una persona diferente en mi cama cada noche, golpeo a mis empleados y me río haciéndole la vida imposible a la gente.

-Ajá. – Asiento. Al menos las últimas dos estoy segura que sí - No olvidemos el atractivo novio salido del solárium, cornudo y de adorno. -Apunto.

Aprieta la mandíbula, la miro interrogante, ¡¿qué esperaba que pensara?!

-Bueno, admito que hubo un tiempo que fui así, pero no tenía más de 24 años.

 - ¿Y qué te hizo recapacitar?

-El aburrimiento y haberme atrasado unos años.

-Oh... Ya veo ¿Y ahora cómo eres?

-Siempre me ha gustado mucho leer, me apasiona mi carrera. Me gusta la fotografía, sobretodo de animales, así que voy muy seguido a safaris y de viaje para verlos- la miro atenta y bastante sorprendida- también cocino.

-Qué lindo. - Me enojo, así que es humana. - Pero eres pesada por naturaleza.

-Ya lo acepté. – Se levanta de hombros.

-Necesitas terapeuta.

-No gracias.

- ¿Tienes pareja? - pregunto, ¿si tiene quizá vaya a la cena no?

-Creo que había dicho que soy pesada por naturaleza.

-Ah ya veo, nadie te aguanta y eso que yo soy un amor y no te soporto- asiento orgullosa de mi deducción.

- ¿Quién te dijo semejante mentira? - Me mira asqueada.

-Mis amigas.

-Te deben querer mucho. - Niega con la cabeza mirando su celular.

- ¿No me preguntarás nada a mí? - bromeo.

Deja el celular en su bolsillo y me mira girando la cabeza.

-Tienes 33, te gustan las mujeres, tienes muchas amigas, temes a la oscuridad y todo lo que te rodea, te gustan los animales, eres terapeuta ocupacional, te preocupa tu cuidado personal, no consumes productos derivados de animales, te gusta el color verde y tu novia sería…- dice pensativa- la de cabello castaño largo que siempre te acompaña.

La miro a boca abierta.

-Gabriela tiene novia. De todos modos, lo otro es verdad- me cruzo de brazos y me pongo de pie enojada- pero no le tengo miedo a todo lo que me rodea.

-Si claro- pone cara de aburrida.

-No te tengo miedo a ti, por ejemplo.

-Deberías. Ahora lárgate, viernes a las 7 y media, si llegas tarde te atropello. Hasta entonces no me dirijas la palabra.

-Eres un encanto. - Digo con la misma emoción saliendo y yendo a mi hogar.

 

 

Alejandra.

Me toca salir a comprar, Kate se quedó tirada en el sillón leyendo y me sacó en cara la última vez que fue. Sonrío, me hace gracia cuando me saca algo en cara como lavar la loza, cocinar o limpiar el baño. De todos modos, generalmente nos turnamos bien. Aunque tengo cuidado extremo con sus libros, creo que, si rompiese uno, no me habla en una semana. Como mínimo.

Voy la plaza que queda a una cuadra del edificio y veo un montón de mocosos, a mis ojos son todos unos niñatos que lloran y te joden todo el día. No es que me desagraden, en realidad me asustan un poco. Curiosamente Henry no me da esa sensación, él es lindo y se parece a mi amor, ¿cómo no quererlo? Quizá no pensaría lo mismo si es Kate quien tiene un bebé.

Me asusto de pensar eso, pero es que yo siempre he querido que esté feliz y sé que le gustaría, y he evitado el tema estos meses… ¡Es un tema demasiado grande! ¡Y difícil! Me asusto viendo a una mamá tomando justo a tiempo a una niña que casi se cae, ¡y yo soy lo más torpe que existe!

Sería más fácil que Kate, quisiera escalar una montaña enorme, o tirarnos en bungee, ¿tenía que ser esto? Cuando me fui de casa, en términos no muy buenos, odiaba lo que era la familia. No la de los demás claro, la familia de Kate es hermosa. Además, seamos sinceros, odiaría que mis propios hijos sufriesen algún tipo de discriminación, perdería la cabeza con cualquiera y estaría agarrando a golpes al primer ser que creyera que un hijo mío está en desventaja por tener dos madres, o siquiera se atreviese a hacer pasar un mal momento a Kate. Es que al final, creo que estaría tan asustada de ver a un miembro de mi familia sufrir que en el fondo prefiero no verlo.

¡Y qué pasa si me odia! ¡Si no lo hago bien!  

Niego con la cabeza y me voy al departamento.

Abro la puerta y veo a Kate aún con su libro. Me da una miradita y suspiro pegada mirando su perfecta carita.

- ¿Fue difícil ir sin mí? - Bromea mirándome aún.

Cierro la puerta.

-Si… fue horrible- le sigo el juego. - Y tú quieres más a tu libro que a mí.

Sigue leyendo.

-Tenías que decir que no- frunzo el ceño.

Sigue leyendo.

- ¡Kaaate!

Esta mujer.

Dejo mis compras sobre la mesa y le quito el libro infantilmente.

- ¡Ale sabes que odio que hagas eso! - Me persigue y corro como la adulta celosa de un libro que soy.

-Tendrás que hacer méritos para tenerlo- lo coloco tras mi espalda.

Sus ojitos claros chispean, yo la miro coquetamente ajena a su indignación.

- ¿Qué méritos?

-Dame un besito.

-No.- trata de abrazarme y levanto el libro cruelmente, soy un poco más alta después de todo.

-Alejandra vas a morir. - Reclama ruborizada sin alcanzarlo.

Estiro la boca y hago sonidos de besos.

-No.- Se ríe. En eso me mira coqueta y me da un golpe en plena vagina.

- ¡Dios…! - me agacho un poco al cruzar una pierna por delante, me quita el libro y se va corriendo.

- ¡Casi me circuncidas! – grito sobándome y persiguiéndola. Aush, le pegó justo.

La atrapo antes de que llegue al sillón y caigo con ella.

-Cómo te atreves. - Me quejo. - Casi que no puedo nunca más tener un orgasmo.  

-Tú empezaste con tus infantilidades- deja su libro en la mesita.

-Pídele disculpas- bromeo.

Kate mira el cierre de mi jeans.

-Disculpa.

Me río.

- ¿Y un cariñito?

-Alejandra eres un viejo verde.

-Verde por ti- me río dándole muchos besos. Supongo que dejaré el tema para después. 

 

Notas finales:

¡Nos leemos el viernes!

 

 


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