Ennoshita Chikara no es un chico con ambiciones o grandes expectativas en la vida. Es más bien un chico tranquilo que se deja llevar un poco por la corriente. O al menos ese era el concepto que tenía de sí mismo y que la mayoría de la gente creía tener de él. Fue una sorpresa conocer ese lado dominante que salía a flote cuando tenía que lidiar con asuntos problemáticos. Nishinoya y Tanaka, por ejemplo. Y si le agregamos a Kageyama, Hinata y Tsukishima -porque considera que Yamaguchi es demasiado adorable para considerarlo una verdadera molestia- el chico supo que estaría muy ocupado de ahora en adelante. Sobre todo en ponerse firme, saber decir no y tener una actitud dominante cuando "¿ya terminaron su tarea, verdad?".
Karasuno cambió totalmente el concepto que tenía de sí mismo, para bien.
Pero si a él le hubieran preguntado hace unos cuantos años cómo se vería en ese momento de su vida, nunca pensó en llegar a responder "follando con Tanaka".
Y podría dejarlo así de simple y crudo. Pero la verdad iba mucho más allá de eso. Porque tenía citas con Tanaka, salían a beber cerveza juntos una vez llegados a la edad y sin que sus demás compañeros fueran con ellos. Se hacían, oh dios, arrumacos después de tener sexo y planeaban, sísísísísísí planeaban, cosas a futuro, entre los dos, juntos. Muy juntos.
Chikara no sabía cómo no había entrado en pánico todavía. Porque si hay una forma de describir la situación, es decir que se dejó llevar por lo abrumador de los sentimientos de Tanaka.
Tanaka que siempre había amado demasiado a las mujer pero le había dicho desesperadamente... sí, muy desesperadamente que le quería. Así. No amor -aún no, al menos- no sólo lujuria, no un "quiero follarte y luego a ver qué pasa". Fue un ¡te quiero! casi gritado después de la graduación, lleno de desesperación y "no quería que terminara todo sin decírtelo y sólo quisiera besarte, por una sola vez, o todo el tiempo de ahora en adelante, si me dejas…". ¿Cómo podría él haberle negado un beso si lo pedía así de desesperado?
No podía, así de simple.
Así que aceptó eso... lo que fuera. Aceptó quedar de vez en cuando, salir a pasear, tomarse de las manos en la oscuridad del cine, besarse en rincones oscuros de un parque y tener sexo en casa de Ennoshita cuando sus padres no estaban.
Como en ese momento que sentía el violento choque de la pelvis de Tanaka contra sus nalgas, su miembro duro queriendo despedazar -como mínimo- su interior.
Gimió necesitado porque se sentía bien, jodidamente bien, y no sólo el ser follado con violencia –todo en Tanaka era violento y rudo e inesperadamente suave y cálido- sino tenerle ahí, con él, haciendo eso aún después de dos años de haberse graduado de la preparatoria. Porque inesperadamente –contra todo pronóstico y las apuestas de sus amigos- ellos funcionaban muy bien juntos. No era forzado, no había peleas ni dramas innecesarios. Era correcto. Al menos así lo creía.
O quizás era el inminente orgasmo el que le había pensar de esa forma. O la manera en la que Tanaka gemía “Chikara…” contra su oído. O que tenía la puntería de darle a su próstata una y otra y otra y otra vez.
Se corrió tan fuerte y duro al sentir el semen de Tanaka inundar su interior que por un segundo creyó haber visto las estrellas.
Se dejaron caer en su cama, todo un revoltijo de piernas y brazos, y la lengua de Ryu asaltaba su boca con demasiado entusiasmo para el orgasmo que acababan de tener.
—Deberíamos vivir juntos —fue lo que dijo Tanaka al fin, pasando su lengua por los labios de Ennoshita, los cuales estaban rojos e hinchados. Chupando un poco más antes de hundir su lengua nuevamente sin esperar respuesta.
Podría hacerse el sorprendido, sí. Podría decir que es muy rápido, que no está seguro, que quién les garantiza que duraran lo suficiente.
Pero Tanaka no titubeo en su pedido. No siente nerviosismo a flor de piel y sospecha que es porque conoce la respuesta antes de si quiera haber preguntado.
—Sí —responde en un jadeo sólo para pretender que ha tenido opción de negarse en algún momento—, deberíamos.
Y se vuelven a besar.