Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

OktoberDrabbles por DraculaN666

[Reviews - 31]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, por obvias razones no actualicé el otro día, pero aquí estamos. Pondré las notas que pude en ff.net y AO3 xP mi histeria siempre debe quedar clara.


Que alguien me explique, por favor, porqué dejé las parejas que se me complican más para el final. No es que no me guste la pareja, que por algo los escogí, pero realmente sus personalidades y la mía son incompatibles y no sé qué hacer con ellos y creo que me va a dar algo y luego amor yaoi no abre y si vieran la velocidad con la que estoy escribiendo esto en el trabajo verían que estoy a punto de hiperventilar y joder ¿no se supone que debí publicar ayer? Pero soy un desastre y voy a llorar.


Y pues eso, estoy abusando del y y y y y y y y y y pero me vale, vale, así que mucho OOC en los personajes y no me odien debería dormir más y usar más comas pero no…


Mejor dejo esto antes que llegue mi jefe.


13.- Kyoutani x Yahaba: Hombres lobo. No lo parece, peor para mí el uke es Yahaba. Uno muy dominante…

Se lo habían advertido.


Bueno, más que una advertencia era la charla. Aquella que todos los de su especie debían tener en algún momento. Y su madre consideró que la tierna edad de cinco años era ideal para ello. Que luego la mujer no se pregunte por qué es tan aprensivo con la gente. Le aterra llegar a ese momento.


Corrección, le aterraba llegar a ese momento. Porque ahora está al borde de un ataque de pánico, como mínimo.


Kyoutani Kentarou, como hombre lobo nacido que era, sabe que todos -o casi todos- están destinados a tener una pareja de por vida. Muchos tienen suerte de encontrarse con ellas jóvenes, otros en sus últimos momentos de vida, con sus familias ya construidas de pronto sienten ese llamado que no tiene nada que ver con lo que ya tienen. Otros nunca son capaces de encontrar a ese alguien.


Y la verdad no le hubiera importado nunca llegar a ese momento. No tener esa necesidad de, santa mierda, marcar territorio cada que otro ser viviente se acercaba a su “compañero”. ¡Había gruñido como animal enjaulado por verle acariciar un perro! Y lo que es peor, su compañero es un humano, lo cual hace las cosas infinitamente más complicadas porque los humanos se pueden negar al llamado, malditos ellos. Pueden elegir no estar con su compañero porque no hay nada rugiendo -lloriqueando- dentro de ellos por algo de cariño.


Y que Yahaba Shigeru sea su compañero hace que todo sea mucho peor, de ser posible. Yahaba amante de las mujeres. Yahaba lleno de coquetería y admiración por Oikawa Tooru -su lobo ruge mucho, mucho con ese nombre en su cabeza-. Yahaba quien es más de lo que un primer vistazo deja ver. Es fuego, es pasión, es valentía, es una erección matutina todos los puñeteros días, es su malhumor al caminar a la escuela y es el puto lobo rodando panza arriba cada que lo ve y le saluda con un “Buenos días”. Es la razón por la cual a veces falla los remates porque el muy cabrón se pasea de un lado para el otro hablando con ese inútil cabeza de nabo. Es la razón por la cual planea no ir a veces a los entrenamientos porque no soporta que Yahaba sea todo eso para él y él no es nada para Yahaba. Nada. Sólo el compañero de equipo que juega muy bien. La oportunidad de ir a las nacionales en un futuro. El perro loco que gruñe cuando te acercas demasiado. Pero no la razón por la cual se levanta cada mañana y es una soberana mierda.


Así que se queda maldiciendo y gruñendo en el tejado durante dos días seguidos porque sabe que si Yahaba o Iwaizumi le piden -exigen- volver al entrenamiento se tirará de panza, rodará un poco de forma patética y regresará. Y no, gracias.


—¿Por qué no has ido a los entrenamientos? —pregunta alguien al tercer día de evitar ir a los entrenamientos.


A penas reprime un quejido lastimero y se imagina que de tener cola y orejas tangibles estaría retrayéndolas, como bien perrito recibiendo su regaño.


Sacude la cabeza para despejar esas ideas e intenta poner su mejor cara de hastío. Yahaba, acostumbrado a sus desplantes, no se inmuta ni un poco. No parece si quiera acojonado por el leve gruñido que suelta intentando defenderse de su mirada. Como si supiera que no sería capaz de soltarle un mordisco y un par de golpes. Que no, no lo sería, pero Shigeru no tiene por qué saberlo.


Gruñe en respuesta y voltea el rostro, enfurruñado con la vida y con Yahaba.


—Si tienes algún problema puedes decirnos…


—No entenderías —interrumpe. No sabe cómo decirle que él era su problema. Tampoco quería desquitarse con Yahaba. Nada de eso era su culpa. Ni suya.


Mal karma, suponía.


—Si me explicas…


Bueno verás —comienza en su mente—, es muy simple. Como sabrás soy un jodido hombre lobo. Lo que no sabes es que tenemos compañeros de por vida, con algo de suerte nos toca otro lobo y que el instinto haga lo suyo. Follar, hijos, morir juntos, ya sabes. Pero me tocó un humano… ¿qué humano? Que gracioso que preguntes, pues tú, ya que estamos. Pero como te decía, los humanos pueden negarse, ellos pueden elegir y yo no, no es justo. Así que no, no entenderías.


Y como estaba obstinado en creer que el otro no lo entendería, no se molestó ni en volver a gruñir, sumido en su mutismo. Le gustaría ser un poco más comunicativo, poder expresar la vorágine de pensamientos, escupir cada palabra para ver si de esa forma no se siente tan frustrado. Pero no puede y le enoja y Yahaba sigue empeñado en descubrir qué es lo que le molesta y en ese momento hasta su presencia es molesta.


—Kyoutani… —intentó nuevamente el castaño.


—¡Dije que no es nada! —el grito que soltó fue más un potente rugido. Sus facciones lobunas quisieron salir a flote durante unos angustiosos segundos y sus ojos adquirieron un brillo dorado por un efímero momento.


Contuvo la respiración al ver el pánico dibujado en el rostro de Yahaba y como se alejaba unos pasos de él. Algo dentro de él, él mismo o su lobo o los dos juntos, soltaron un quejido lastimero, alejándose todo lo posible del castaño para no abrumarlo ni asustarlo más.


Esa era una de las mil razones por las que ya no iba a los entrenamientos. No se sabía controlar y no estaba seguro de qué pasaría si se llegara a alterar mucho más.


—Iwaizumi-senpai me lo comentó —habló nuevamente Yahaba, un poco más tranquilo después del susto y notando que Kyoutani parecía mucho más aterrado que él—. Dice que lo ha podido oler en ti o algo así, no comprendo bien —se rascó detrás de la nuca, no sabiendo bien cómo explicarse o que decir para que Kentarou dejara de parecer un cachorrito asustado y a punto de llorar—, qu-que y-yo y tú… y-ya sabes… que soy tu compañero. N-no entiendo a qué se refiere con eso.


El silencio se prolongó un rato. Si Kyoutani antes estaba asustado ahora parecía que estaba consciente por pura fuerza de voluntad.


—Oye —llamó su atención el castaño, peligrosamente cerca, demasiado cerca, ohdiossuolorjoderjoderjoderjoder, le iba a dar algo si no se alejaba—. Yo creo… que eres genial ¿sabes? No sólo como jugador. Podríamos… no sé, ¿intentarlo?


—No tienes que… forzarte.


—¡No lo hago! —exclamó un poco indignado, como si salir con un chico, un hombre lobo, fue algo que sea hace por caridad o pena.


—A ti te gustan las chicas —volvió a intentar, obstinado en negarse, en protegerse.


—Y los chicos. Ya sabes, en las duchas es difícil no ver… —detuvo el comentario al ver la mirada cargada de odio que le dirigió su compañero, un poco enternecido por sus celos, otro tanto asustado por su reacción—. Como sea, detrás de tu rostro de asesino en serie creo que eres adorable, en realidad.


—¡No soy adorable! —agregó un gruñido al final, como si eso dejara claro su punto.


—Como digas gruñón —acarició su cabeza, por más enternecido al ver como el otro ladeaba su cabeza, buscando más contacto— ¿Entonces? ¿Quieres salir conmigo?


La pregunta regresó a la realidad a Kyoutani, quien a pesar de la mueca de desilusión de Yahaba, se alejó de su toque.


—Es más complicado que eso —se incorporó de su lugar, sintiéndose en terreno más seguro al estar parado, quedando casi al mismo nivel que Yahaba—. Tú tienes opción de negarte, de decir no quiero en algún momento. Esto —apunto a su pecho—, para mi es para siempre. Un compañero es algo que sólo se da una vez en la vida para nosotros. Y es una mierda, si me preguntas. Que nadie lo hace, por supuesto.


—¿Es una mierda que yo sea tu compañero? —El rostro dolido causó una punzada dentro de él.


—¡No! No me refiero a eso, ¡claro que no es eso! Es genial que tú… —carraspeó al darse cuenta de su respuesta tan entusiasta, algo azorado y sintiendo el rostro caliente—. Pero es un riesgo y…


—¿Estás asustado? —interrumpió esta vez Yahaba, con los ojos abiertos por la sorpresa.


Si bueno, a final de cuentas Kyoutani no dejaba de ser un adolescente medio humano medio idiota, comprendía, contrario a los pensamientos de su compañero, porqué estaba tan asustado.


—Bueno —agregó antes de obtener una respuesta—, obviamente yo también estoy asustado. No, corrección, estoy acojonado. Soy el compañero de un hombre lobo inestable con malas pulgas y adorablemente idiota. Hay muchas formas en lo que esto puede salir mal.


Tomó una larga bocanada de aire, consciente de la cara de pena que tenía Kentarou, pero debía exponer todos sus puntos, para no tener malos entendidos si querían que es funcionara de alguna forma.


—Pero soy tu compañero, eso debe significar algo ¿no? Para mí sí valdría la pena intentarlo.


Kyoutani estaba seguro que tenía un millón de réplicas más en la punta de la lengua. Motivos, razones, incompatibilidades y demás cosas. Pero cuando Yahaba presionó sus labios contra los suyos y le beso como si se fuera a romper, con algo de duda, pero presionando firme, todo lo demás desapareció. Porque ahora sólo tenía en mente tener las manos clavadas en la cintura de Yahaba y besarle como si en sus labios se encontrara la respuesta a todos los problemas. Era su olor a menta y productos para el cabello. Era el sabor embriagante de su lengua rozando la suya, eran los brazos de Shigeru enroscadas a su nuca, apretándole más en ese abrazo y en ese beso, y en su mente sólo había “mío, mío, mío, mío, sólo mío” una y otra vez.


Quizás, al igual que en el voleibol, debía comenzar a confiar un poco más en su instinto.

Notas finales:

¿Reviews? Ya estamos llegando al final *sob*


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).