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OktoberDrabbles por DraculaN666

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Notas del capitulo:

El tema era apocalipsis y aunque la idea que primero surgió en mi mente no tiene nada que ver con esto, preferí mejor escribir esta idea. En un futuro quizás la retome, hay tantas cosas que me vienen. Pero primero los drabbles pendientes y luego nos enganchamos con algo más ¿verdad? Yep.


No me odien xP

Kuroo Tetsurou siempre pensó que su participación en alguna situación post apocalíptica sería menos... protagónica.


Bueno, siendo sinceros, él ni siquiera se había planteado una situación como esa nunca, jamás, en su vida. Pero las cosas en la vida se dan de formas misteriosas y ahora lo único que podía hacer era pensar en… ¿y ahora qué? De haber podido elegir un rol importante se hubiera adjudicado algún pecado capital. Lujuria, por ejemplo. Soberbia si me apuran. Pero no, alguien más tomó esos papeles y ahora él era…


¿Peste? ¿En serio? Y no contentos con eso, tenía que soportar que Bokuto fuera Hambre, corriera como idiota por todos lados. Un poco de destrucción por aquí, un poco de destrucción por allá y manosear a Akaashi de tanto en tanto, para disgusto de éste.


A estas alturas, con todo destruido y putrefacto su función real hace mucho que se había perdido. Que los jinetes necesitaran cuerpos para poder habitar y poder cumplir su misión nadie lo había advertido. En las guerras difícilmente hay un verdadero ganador. Y en todos esos… ¿meses? ¿Años? Uno ya ni sabía para qué bando participaba o si había una causa por la cual seguir luchando. La cosa ahora era sólo sobrevivir y salvar a sus amigos entre cualquier ataque.


Que hablando de guerra, tener que soportar al insufrible de ese tal Oikawa como Guerra fue la gota que derramó el vaso. Era un estratega nato, muchas de las veces que salían airosos en sus batallas, escapes o planes en general, era cosa suya, sabía lo que hacía, pero nada le quitaba lo idiota. Nada excepto…


—¡Iwa-chan! Tu forma de vencer demonios es sexy, ¿te lo había dicho?


Que el nombrado le diera un furioso golpe en la cabeza y luego se encerraran en su habitación era ya demasiado repetitivo.


Los días pasaban lentos. La humanidad se defendía como podía. Los ángeles y los demonios atacaban indiscriminadamente, buscando reparar sus errores e intentando traer una nueva era de… no estaba seguro de qué, ni le importaba. Ellos habían tenido sus propias misiones, pero ningún bando les convencía y al final, tenían sus propios aliados. Así que era un todos contra todos por causa más muertas y putrefactas que la misma muerte. Daichi, hablando de muerte, no estaba muy feliz con eso.


No todos sus amigos habían sobrevivido, ni siquiera los amigos de sus compañeros. Salvaron a los que pudieron aún en contra de todo lo que se suponía que debían hacer. En el interior de los cuerpos de ellos cuatro era otra verdadera batalla por el control de sus emociones. Había voces en su interior que le exigían hacer cosas que realmente no quería. Era de suponerse que todos estaban igual. Durante las batallas parecía que en vez de ser él quien peleaba, era un mero espectador dentro de su propio cuerpo, atacando, despedazando sin poder evitarlo. Le daba miedo un día despertar y quedarse dentro de esa situación para siempre. Ver como todo terminaba por caerse a pedazos.


—Kuroo —escuchó que le llamaban desde algún lugar.


Salió de sus pensamientos con un estremecimiento. La razón por la cual se aferraba a su conciencia le observaba con preocupación, aunque su mueca era la misma de siempre, con aire de desinterés forzado.


—Kenma —susurró acariciando sus cabellos, negros completamente. En las guerras no hay tiempo de andarse tiñendo el cabello. Tenía la sospecha que su compañero lo agradecía.


Pasó su brazo por la cintura del menor, jalando su cuerpo hasta que lo obligó a sentarse sobre sus piernas.


Kenma no tenía ninguna razón de ser en esa guerra. No al menos como Iwaizumi, que había recibido a Ira en su cuerpo. Que alguien perdone la ironía al estar junto a Oikawa. No como Akaashi que aceptó la Avaricia sólo porque su deseo de estar con Bokuto siempre era así de extremo, como el hambre de más que Bokuto siempre sentía por Akaashi. Kenma y Sugawara, quien siempre se mantenía cerca de Daichi, eran unos simples humanos. Podían ser heridos, podían morir en cualquier momento. Ellos también, pero los humanos eran demasiado frágiles. Como globos cayendo lentamente en una caja de agujas. Un día Kenma explotaría entre sus brazos y Kuroo explotaría de tanto dolor que, lo más seguro, terminaría de consumirle por completo.


Abrazo la delgada figura de Kenma, aspirando su olor a cenizas.


—¿Kuroo? —Repitió Kenma, acariciando sus oscuros cabellos con suavidad, acomodándose entre sus brazos, arrullado por el sonido de su respiración—. ¿Qué pasa? —Continuó interrogando, no dejando que la inconsciencia se apoderara de él.


—Nada —respondió como siempre, no queriendo compartir sus pensamientos fatalistas. Aunque sabía que Kenma los intuían. Kenma siempre sabía todo de todos, cada pequeño detalle o secreto. Sobre todo si se trataba de Kuroo.


El silencio se instaló sobre ellos. Estaban en un edificio algo destartalado, con las paredes fragmentadas y la amenaza de desplomarse un día de estos. Como todos los lugares en los que se instalaban y tenían que dejar al poco tiempo. Pero necesitaban espacio para poder acomodar a las personas que estaban con ellos. Algunos humanos, algunos demonios, algunos ángeles. Eran un grupo variopinto que, en realidad, sólo querían mantenerse al margen de toda la destrucción. Quedarse juntos y sobrevivir un día.


—Shouyou ha estado interceptando información de los ángeles —habló Kenma después de un rato, enterrando su rostro en el cuello de Kuroo y dejando caer su aliento sobre la piel que se estremeció ante su contacto. Hinata podía prácticamente volar como humano ¿a quién le sorprendería que fuera un ángel? A nadie—. Parecen que han logrado enviar a la mayoría de los demonios de alto rango de nuevo al infierno y los ángeles planean volver al cielo después de…


—¿De matarnos a nosotros cuatro?


El comentario fue poco delicado, pero con Kenma así eran las cosas; crudas y reales.


El pequeño salió de su escondite y se enfrento a sus ojos antes de dejar un beso suave sobre sus labios. Un contacto tan efímero que Kuroo pensó haberlo soñado. Antes de dejarle hablar nuevamente, junto sus labios de nuevo, esta vez un beso real, asaltando la pequeña boca con su legua, bebiendo cada sonido estrangulado que deseara escapar. Sus manos se colaron entre las ropas demasiado grandes para la delgadez de Kenma, acariciando con furia la calidez de su cuerpo. Mordisqueo los labios resecos, humedeciendo un poco con su lengua, chupando hasta dejarlos rojos y doloridos. Se separó sólo para ver los ojos vidriosos llenos de deseo de Kenma antes de hundir de nuevo la lengua en su boca, rozándose con esa lengua que a pasar del tiempo seguía tímida ante su toque y ahogó un gemido satisfecho cuando Kenma enredó sus dedos en la maraña oscura que era su cabello, atrayendo más sus rostros. Deseoso de más contacto. De fundirse en uno solo.


Se separaron después de lo que parecían horas, jadeando contra los labios del otro y sin dejar de verse a los ojos.


—Shouyou dice que hay una forma de sacar eso de ustedes, que si buscamos…


Detuvo nuevamente cualquier frase con sus labios, con un beso furioso pero breve.


—Sabes que me irrita que hables de otro cuando estás conmigo. Ese otro siempre es Hinata.


Kenma no ocultó su sonrisa burlona, acariciando con cariño su cabello, aunque Kuroo sabía que era más bien un acto condescendiente, como si tratara con un niño pequeño y estúpido haciendo una rabieta.


—Podría hablarte de lo que hacían Shouyou y Kageyama esta mañana en las escaleras del quinto piso. Quizás eso te dé un par de ideas en vez de irritarte.


La sonrisa de Kuroo haría enorgullecer al mismísimo gato de Cheshire. Kuroo no necesitaba ideas nuevas sobre las miles de cosas que le gustaría hacerle a Kenma, o que ya le hizo.


Había un mundo haciéndose pedazos allá fuera. Una guerra que involucró a un puñado de adolescentes que no sabían ni qué hacer con su propia existencia. Había un futuro incierto sobre lo que pasaría con todos ellos y si algún día, de verdad, se detendría toda esa destrucción, si alguien realmente fuera capaz de detenerlo. Pero a lo que Kuroo concernía, mientras tuviera a esa pequeña, fragmentada y muy disfuncional familia con él, el mundo podía seguir cayéndose a pedazos.

Notas finales:

Btw, no tengo beta, así que todos los errores son de mi propiedad.


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