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Bokuto Koutarou es una persona que tiene las cosas claras. Sabe que es muy bueno jugando voleibol. Excelente, genial y le ha costado lo suyo llegar a donde se encuentra. También sabe que está destinado a ser el amor verdadero de Akaashi Keiji. Contrario a la opinión popular, y por popular nos referimos a Kuroo, no es algo que esté sólo en su mente. Hay una conexión real entre ellos dos. Desde la primera vez que lo vio, con ese porte tan apático y sus ojos nostálgicos. Desde la primera vez que jugaron se complementaron, como dos piezas de rompecabezas que se vuelven a reunir después de su creación.
Akaashi lo sabe todo sobre Bokuto. Sus reacciones, cómo tratar con él, qué comentario debe hacer. Aunque no lo complazca en todo lo que desea, porque tampoco es sano, Bokuto-san, no.
Bokuto sabe, lo sabe en su interior, le quema las entrañas y rasguña dentro de él la certeza de que Akaashi está ahí por y para él. No hay ninguna otra razón ni la habrá nunca. Cuando se gradúe de la escuela y Akaashi aún deba pasar un año sin él, no será el único que sienta que le falta un pedazo por dentro, algo que siempre debió estar ahí pero que ahora le tomará un año el volver a encontrarse.
Por tal motivo será muy codicioso y seguirá exigiendo la atención total de su armador. Hará cosas impresionantes, totalmente locas e irrepetibles brincando de un lado a otro gritando de emoción viste, viste, Akaashi, ¿no soy genial? Porque se puede permitir ese grado de vanidad y porque, por mucho que su pequeño búho lo niegue, siempre está atento a cada una de sus acciones, orgulloso de sus logros.
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Si Akaashi tuviera que describir qué son Bokuto y él, diría que son agua y aceite, punto. No pueden existir dos personas más antagónicas que ellos dos. Ni Kenma y Kuroo son ejemplo. Bokuto es demasiada vitalidad, ruido, exageración y melodrama. Él es demasiada apatía y sentido común. A parte del voleibol no encuentra nada más que tengan en común, ni una sola cosa. Está cien por ciento seguro que si nunca le hubiera dado por ser armador, ellos nunca habrían cruzado su camino.
Así que, agradece infinitamente, que Bokuto también decidiera que el voleibol era lo correcto.
No cree en el destino ni nada de eso, pero algo se tuvo que confabular para lograr esa completa conexión entre ellos dos. Quizás una combinación de su buen ojo y la simpleza de mente en Bokuto.
Bokuto Koutarou, que es un remolino que arrasa con todo a su pasa sin tener clemencia por nada. Que envuelve a todos a su alrededor a su paso. O quizás como una corriente de agua muy fuerte que jala, y jala y jala hasta que todos deben dejarse llevar de a poco hasta hacer su voluntad.
Akaashi sabe que si Bokuto lo pide, él lo hace. No sólo por no lidiar con su melodrama, sino que por él haría cualquier cosa que esté en sus manos. Y si el ruidoso búho es consciente de ello, nunca se aprovechar porque prefiere, y Keiji lo sabe, ganarse cada una de las acciones, pases, atenciones y palabras que pueda darle.
Así que responde a sus demandas, aún a las más absurdas. Si Bokuto dice no me des ningún pase, no lo hace. Si dice pásamela, aunque haya fallado dos veces anteriormente, lo hace. Porque confía y no sabe cómo no confiar en Bokuto.
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Así que con todos los antecedentes anteriores, no es de extrañar que llegaran a ese punto en algún momento. Los dos solos en un gimnasio ya vacío, Akaashi atrapado entre una pared y el cuerpo firme de Bokuto.
No hubo ningún antecedente, ningún suceso extraordinario. Sólo se sentía como el momento correcto. Bokuto lo supo dentro de él. Era ahora o nunca.
—Voy a besarte —dice Bokuto contra los labios resecos de Akaashi, con una mirada determinada en los ojos que tienen ese brillo aterrador y atrayente. Con esa seriedad poco típica en él.
Y no es una pregunta, no es una orden. Es un simple voy a besarte, antes de hacerlo. Antes de juntar sus labios en algo que sabían, de una forma u otra, que iba a pasar desde el primer momento en que se conocieron. Sus lenguas reconociendo a la contraria, bebiendo cada jadeo necesitado, cada palabra susurrada y mal pronunciada mientras mordisquean sus labios. Se siente bien, correcto. Es el momento indicado, como bien sabe Bokuto y Keiji a aprendido con el tiempo que, a pesar de su estupidez, los tiempos de reacción de su compañero son perfectos.
Y Akaashi no se niega, Bokuto no se detiene. Como siempre es y será entre ellos.