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Un regalo desde Rusia con amor. por LaGataenelTejado

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a los que se toman su tiempo para dejar una review ^^ 

Capítulo 6. Perro ladrador...poco mordedor. 

 

El vehículo de la familia Jeevas atravesó sin dificultad aquel último tramo nevado, uno que llevaba directamente al complejo hotelero de la montaña.

Matt miraba entusiasmado por la ventanilla, loco por llegar y sacar su equipo de esquí. Miró de reojo a Mello, gruñendo para si mismo cuando lo vio tan jodidamente sensual vestido a su lado. ¿Como podía una persona destilar tanto sex appeal con ropa de abrigo?. Se odió a si mismo por querer morderle el cuello y luego lamer sin vergüenza ninguna.

-Cuando lleguemos y descanséis, podemos ir directamente a la pista de esquí. ¿Os parece bien?. - Henry Jeevas miró a los dos chicos a través del espejo del coche, sonriendo cuando asintieron a su petición. - Mi empresa ha incluido la comida de la familia en el presupuesto, por lo que sois libres de bajar al restaurante cuando queráis.

-Está bien. - Mello le respondió conforme, sin pasar por alto el movimiento que hizo el pelirrojo a su lado cuando emocionado, vio como su padre aparcaba el coche en la zona derivada para los clientes.

-Vamos a pasarlo muy bien. - Aline dio una palmadita, saliendo junto a los chicos del vehículo y poniéndole bien el gorro de lana a su hijo. - Mail, pórtate bien con Mello y enséñale a esquiar.

-Joder, que si, mamá. - se cruzó de brazos, esquivando por inercia el golpecito que su madre iba a darle debido a la palabrota.

-¿Entramos?. - Henry se abrochó mejor el grueso abrigo que llevaba, señalando con la mano la entrada del lujoso y cálido hotel.

En cuanto entraron, Matt sonrió feliz. La gente iba y venia, las familias estaban acurrucadas en los sillones que se situaban junto a las chimeneas, creando un ambiente muy hogareño. Eso animó a Mello, que comenzó a ser consciente de que era el primer viaje que hacia junto a los Jeevas.

-Voy a pedir las llaves de los dormitorios y ayuda para descargar los equipajes. - Henry caminó hacia el mostrador, donde una señora regordeta le atendió de inmediato con una sonrisa.

Mello se apoyó contra la pared, mirándose los pies algo distraído. Tan distraído que no se dio cuenta de la miradita hambrienta que le echó uno de los monitores que había por allí. Pero el pelirrojo si fue consciente.

Con un acto reflejo, se puso delante del ruso discretamente,tapándole al otro cualquier vista que pudiese tener de su silueta.

-¿Que haces, chucho?. - arqueó la ceja al ver el comportamiento raro del muchacho, aguantándose la risa por la expresión infantil gruñona que tenia en la cara.

-Nada. ¿Es que no puedo ponerme donde me de la gana?. - se cruzó de brazos, haciendo un mohín con los labios y viendo como su padre se acercaba a ellos.

-Aquí tenéis. Segunda planta al fondo del pasillo, número 14. La nuestra está en la tercera, así que si necesitáis algo podéis llamarnos desde el teléfono del dormitorio. Voy a por el equipaje. - dijo, al ver al muchacho que se encargaba de eso esperarle en la puerta. - Ahora subo. - besó la mejilla de su esposa y salió de allí.

-Vamos niños. - Aline les indicó el camino hacia el ascensor, subiendo con ellos y sin darse mucha cuenta del comportamiento extraño de su hijo.

En cuanto salieron del ascensor, ambos chicos se despidieron de ella, encaminándose hacia el dormitorio. El silencio se rompió cuando Matt metió la tarjeta llave en la ranura, mirando de reojo al rubio.

-Que sepas que este viaje no es para que te enrolles por ahí con quien se te ponga por delante.

Joder. ¿Que mierda...?. ¿Por qué había sonado como una niñita celosa?.

Entraron en el cuarto, y Mello aguantó como pudo una contestación lo suficientemente elocuente que no se mezclase con la risa que tan duramente le estaba costando contener. Definitivamente, Matt lo traía loco.

-Tranquilo, Jeevas. No interrumpiré tu sueño nocturno tirándome a “quien sea” en esta cama. - se sentó en el borde de la cama matrimonial, disfrutando de la sensación de tener que dormir juntos por obligación.

-Eres imbécil. - cruzado de brazos, anduvo por el lugar, mirando que todo estuviese en orden y sin querer admitir que la vista desde la ventana era tan impresionante, que hacia de aquel dormitorio algo bastante romántico.

-¿Sabes que dicen?. Perro ladrador...poco mordedor. - se echó a reír burlonamente, sacándose del bolsillo un trozo de chocolate envuelto en papel de aluminio.

Matt gruñó, dándole la espalda y ruborizándose. Se estaba portando como un maldito obsesivo, como si tuviese una relación con aquel ruso que tanto odiaba (a veces).

Él también dejó sobre la mesita junto a la cama su consola portátil y discretamente, vio por el rabillo del ojo a Mello quitándose el abrigo. Llevaba un jersey grueso negro de cuello alto que se ceñía a su delgado cuerpo, con unos pantalones especiales para la nieve con tejido impermeable, un tejido que hacia un ruidito de fricción cada vez que se movía. Y eso lo ponía de los nervios. El saber si Mello hacia algún tipo de movimiento.

-¿Que mierda significa eso?. - se dio la vuelta,entre abriendo la boca cuando lo vio semi tumbado en la cama, con un codo apoyado en la colcha y el torso algo flexionado. Su cuerpo se marcaba bajo aquel jersey, haciendo que tragase saliva vergonzosamente.

Si eso no era lo mas erótico que había parido Rusia, no sabia que otra cosa podía ser. Dios, quiso ponerle el culo en bandeja, imaginándose a si mismo mordiendo la almohada con Mello sobre él, sudando y penetrándolo sin una pizca de vergüenza.

Y ahora lo de “uke encubierto” le iba como anillo al dedo.

-Significa que te quejas mucho y haces poco. Tienes que usar mas la cabeza, pequeño Matt. - se rió de él, delante de sus narices, enseñando aquella dentadura perfecta que enmarcaba una boca que al pelirrojo se le antojaba demasiado apetitosa.

-I-Idiota... - soltó despacio el aire que llevaba reteniendo durante segundos, tragando saliva al ver como de un movimiento bastante ágil, Mello se puso en pie y lentamente se acercó a él.

Su primera reacción fue poner las palmas de las manos delante, posándolas en el pecho del ruso, que le miraba con una sonrisa maliciosa en la cara.

-Quita, aparta. - le temblaron las piernas cuando Mello le sujetó por las muñecas, apretando y haciendo que deslizase las manos por toda la extensión de su torso hasta conseguir pegarse casi del todo a él.

-Voy a tocarte.

Las pupilas de Matt se dilataron, su corazón brincó enfurecido y sus manos temblaron ante eso. Pero bueno... ¿que se pensaba Mello que era?. ¿Su dueño?. ¿ Y por que lo de “dueño” le había sonado tan animal?.

Se quedó callado y cerró los ojos con mucha fuerza cuando sintió el aliento cálido de Mello chocando sin piedad contra la nuez de su cuello.

-Era una broma, chucho. Relájate. - riendo, se apartó como si quemase, volviendo a centrar la atención en la porción que le quedaba del chocolate.

-Dios, ¡eres idiota!. - ruborizado hasta las pestañas, se sobresaltó cuando escucharon como alguien tocaba a la puerta del dormitorio. - ¡Ya voy!. - bufando, abrió la puerta, respirando algo mas tranquilo cuando vio a dos chicos que les habían subido el equipaje. - Gracias.

Mello le ayudó a meter todo en el cuarto, acomodando tras mucho discutir las cosas a cada lado de la cama. Se quedó mirando como Matt caminaba nervioso de un lado a otro, inquieto porque quería desaparecer de su vista lo mas pronto posible. Sonrió, riendo entre dientes y deseando que llegase la hora de dormir. 

 

--o0o-- 

 

Le dolía el culo, porque de nuevo, se había vuelto a caer sobre la nieve.

La risa de Matt no ayudaba en absoluto, que casi se partía en dos de la carcajada sonora que llevaba recitándole unos minutos.

-¡Eres pésimo esquiando!. - le señaló con burla, limpiándose las lagrimillas de risa que tenia en las mejillas.

-Cállate, maldito perro. - se frotó el trasero dolorido, poniéndose en pie con ayuda de Matt que le extendió el brazo para levantarlo. - No es tan fácil, ¿sabes?.

Él chico sonrió con inocencia. Estaba disfrutando enormemente de ver al torpe del rubio intentar esquiar. Por una vez, se sintió poderoso ante Mello, como si tuviese el poder de hacer lo que quisiese con el muchacho mientras le enseñaba lo básico de aquel deporte.

Arqueó la ceja cuando el ruso se encorvó hacia abajo, para colocarse mejor los esquís en los pies. Tragó saliva y se relamió el labio al ver lo bien que se le marcaba el trasero con aquellos pantalones impermeables.

-Intentémoslo de nuevo. - dijo, mirando con el ceño fruncido a la gente esquiando a su alrededor, sobretodo niños pequeños, puesto que estaban en la zona de principiantes.

Matt asintió con algo de dificultad, volviendo a adoptar aquel carácter tan gracioso de profesor particular. Agradecía que sus padres estuviesen en la otra zona de la pista, porque así podía reírse libremente de las torpezas del ruso.

Continuaron aquella ardua misión, entre gruñidos y maldiciones que hacían reír a Matt como jamás se había reído en toda su vida. Aunque Mello parecía pillarle el truco a los esquís con mas facilidad que hacia un par de horas. Se deslizaron por la nieve, sonriendo y con el pelirrojo sintiéndose orgulloso de su buena labor del día.

-Al final parece que lo estás manejando.

Asintiendo, el rubio sonrió orgulloso. Aunque estaba ya bastante cansado y notaba el efecto del trabajo en sus músculos pasarle factura.

-No eres un mal profesor, Jeevas.

-Odio cuando me llamas Jeevas. - se ruborizó, con los labios apretados y suspirando. No lo odiaba, pero le ponía horriblemente caliente escuchar su apellido salir de aquella boquita sensual.

Se detuvieron cerca de un árbol, con Mello apoyando medio cuerpo contra el tronco.

-¿Ah si?. Es una pena. - el movimiento de sus dedos agarrando la parte superior del abrigo de Matt, fue demasiado rápido para el pelirrojo.

Enseguida ambos rostros estuvieron a escasos centímetros uno del otro. Temblando, Matt le puso el puño cerrado en la clavícula.

-¿Que...que haces?... - preocupado, miró hacia los lados, viendo como estaban alejados de la gente de la pista.

-Agradeciéndote las clases.

Sus labios chocaron hambrientos contra los del otro, sujetando a su vez la cintura del muchacho con las manos, evitando que se alejase. Jadeó sobre la carne, mordiéndole los labios gruesos y calientes. Matt ni reaccionaba, incluso tardó unos segundos en cerrar los ojos hasta dejarse llevar por aquello.

A la mierda si alguien les veía. A la mierda su orgullo de machito heterosexual.

El ruso terminó poniendo la espalda de Matt contra el árbol, clavando las yemas de sus dedos en el pesado abrigo que llevaba, deseando que no hubiese ropa estorbándole.

-Mello... - ni si quiera supo si entendió aquella súplica, porque estaba seguro de que había balbuceado la palabra.

-Jeevas... - sonrió con malicia, tirando del labio inferior del muchacho con los dientes. Le miró a los ojos y entonces, muy lentamente, le lamió la mejilla derecha, respirando entre cortadamente al hacerlo.

Ahora si que el pelirrojo tuvo miedo de caerse ridículamente de culo en la nieve. Un escalofrío le recorrió toda la columna vertebral, deslizándose peligrosamente hacia su entrepierna.

La presencia cercana de unos niños pequeños, les hizo separarse. Matt intentó recordar cuando antes en su vida había tenido tanto dolor de huevos debido a la excitación, y cuando vio al ruso volver a concentrarse en el esquí, pensó que aquella primera noche durmiendo juntos iba a ser jodidamente ansiosa.

 

 

---o0o---

 

 

-Luego tu padre les dijo que no, que de eso nada.

Aline Jeevas se llevó a la boca un trozo de pescado de su plato, contándoles a los chicos lo que les había ocurrido con un par de extranjeros en la pista de esquí.

-Papá es de armas tomar, seguro que se cagaron de miedo.

-Pues no voy a echarme flores, pero si. Tu padre es un máquina. - Henry rió junto a ellos, bebiendo vino y disfrutando de aquella cena en familia.

Matt no podía dejar de mirar de reojo a Mello, sobretodo la humedad que tenia en los labios debido al refresco. No podía negar que desde que se habían comido la boca en la nieve, había estado muy ansioso por repetirlo, pasando de aquella parte de su conciencia que le repetía una y otra vez que el ruso era un tío.

El ambiente del restaurante era cálido, con las chimeneas funcionando y las maravillosas vistas al paisaje nevado desde las ventanas. Y el pelirrojo estaba asustado, sin poder dejar de mover la pierna nerviosamente bajo la mesa. ¿Que pasaría cuando se fuesen al dormitorio?. Él ya se imaginaba teniendo sexo con Mello, lloriqueando de dolor y sintiéndose bastante avergonzado. ¿Dolería mucho?. Bueno, era como meter algo enorme en un agujero muy, muy pequeño.

-Mail, estás pálido. ¿Te encuentras bien?. - ya estaba su madre tocándole la frente como a un bebé.

-¿Eh?...si. No es nada. Es el cansancio del día.

Mello rió entre dientes durante un par de segundos, sin prestarle demasiada atención. Terminó de cenar y al cabo de los minutos se puso en pie.

-Yo también estoy algo cansado, así que me iré a dormir ya.

-Está bien, Mello. Descansa, cielo. - Aline y Henry le sonrieron con cariño.

El pelirrojo sin embargo miró su espalda alejarse hasta desaparecer de su vista. Estaba jodidamente inquieto, rezando porque Mello estuviese dormido cuando él subiese al dormitorio.

Porque...joder...¿quien estaba preparado para lo que le esperaría ahí arriba?.

-Mail, deberías irte a dormir tú también. No dejes solo a Mello.

Tardó unos largos minutos en asimilar las palabras de su madre, poniéndose en pie casi como si fuese un robot. Uno asustado y tembloroso. Les dio las buenas noches y lentamente, se dirigió hacia el ascensor con dificultad. Se sentía como si caminase por un terreno bastante peligroso, parecido a las fases mas difíciles de sus videojuegos.

Claro que en ellos, no estaba el factor “ruso pervertido con mirada lasciva”.

Entró en el dormitorio, metiendo primero la cabeza como si fuese un perro que investiga la zona y suspiró aliviado cuando escuchó el ruido del agua de la ducha caer sobre el plato de mármol. Al menos así, podría ponerse el pijama rápidamente.

Ya estaba sentado en la cama terminando de colocarse la camiseta de dormir cuando la figura de Mello, ataviado dentro del grueso albornoz blanco, le hizo quedarse ensimismado mirándolo y ruborizándose muy rápidamente.

-Que pronto has subido. Pensaba que te quedarías mas con tus padres. - y lo decía tan tranquilo, secándose el cabello con otra toalla.

Matt siguió el suave movimiento del rubio en el dormitorio, apretando los labios cuando de espaldas a él se quitó despacio el albornoz, dejándolo caer al suelo y pudiendo ver todo su magnifico culo desnudo. Graciosamente se tapó los ojos, bastante nervioso.

-¿¡Pero que haces!? ¡Tápate!.

El ruso se dio la vuelta, acercándose sin pudor a Matt y acariciándole el cabello.

-Si llego a saber que ibas a subir tan rápido, - sus labios en el oído del pelirrojo, susurrándole. - te habría esperado para ducharnos juntos...

Matt dio dos guantazos en el aire, apartando cómicamente al otro de su cuerpo. Por la inercia, terminó con los codos apoyados en la cama y la boca entre abierta al verle completamente desnudo frente a él.

Ambos se sostuvieron la mirada lo que al pelirrojo le parecieron minutos eternos, hasta que Mello puso la rodilla en la cama, entre las piernas abiertas del muchacho.

-¿Como puedes ser tan tímido?. - su media sonrisa maliciosa, hizo hiperventilar a Matt como a una chiquilla.

Ladeó la cabeza, apretando la mandíbula y con el calor subiéndole hasta las orejas. ¿Que le contestaba?, ¿Que le ponía jodidamente caliente?. No tuvo mucho tiempo para pensarlo cuando sintió al ruso sentándose a horcajadas sobre él.

El roce de su desnudez, fue la gota que colmó el vaso. A la mierda todo.

Matt le sujetó con algo de furia la nuca, tomando el control de un beso que necesitaba desde los que habían compartido en la nieve. El jadeo de Mello por la impresión le hizo sonreír, metiendo la lengua hasta el fondo de su boca.

Mientras se besaban, parecía que a la vez mantenían una especie de batalla entre ambos para ver quien dominaba la situación. Mello se convirtió en vencedor cuando sintió el cuerpo del otro rendirse ante él y supo, que Matt haría cualquier cosa que le pidiese.

Le arañó el cuello con los dientes, haciéndolo gemir dolorosamente. Las uñas del pelirrojo clavándose en su piel desnuda, hicieron de detonante cuando de un rápido movimiento le bajó un poco el pantalón del pijama, metiendo la mano dentro de sus calzoncillos.

-Ahhh...Mello... - una súplica algo llorosa, hizo reír al rubio. Apoyó mas la espalda en la cama,mirando con los ojos entre cerrados, como el rubio lamia su piel. -¿Que...que vas a hacerme?.

¿Como le decía que era virgen?. ¿Como mierda iba a fingir que tenia experiencia con ese tema?.

-Solo voy a saborearte, chucho.

Matt gimió con mucha vergüenza cuando el ruso se metió sin pudor su erección en la boca. Se mordió los labios, intentando pensar en otra cosa porque si no lo hacia, iba a terminar corriéndose vergonzosamente pronto.

-Jo-joder...Mello... - no supo si era normal el tener un par de lágrimas de placer deslizándose por sus mejillas. Solo intentó relajarse, acariciando sin poder evitarlo el cabello del rubio.

Todo fue demasiado rápido. Los dos sudando, Mello frotándose contra él y chupándolo con un fervor que casi lo deja extasiado completamente. Si le preguntasen ahora, podría recordar a la perfección los gemidos del ruso sobre él, su habilidosa lengua recorriéndole los recovecos mas íntimos y los interminables, largos y mojados besos que compartieron.

El orgasmo no se hizo de rogar para ninguno, jadeando, Matt terminó dejándose caer por completo sobre la cama, importándole poco estar manchado con su propio semen y parte del de Mello. ¿Que narices importaba eso ahora?. Tenia sueño, y el rubio se había acomodado a su lado, tomándolo con posesión al colocarle el brazo sobre el pecho. Sintió de nuevo esos labios fríos, acunando parte de la piel de su cuello al besarlo y relajándose hasta el punto de quedarse dormido por completo.

Aún recordando como había dejado la mano aferrada contra la espalda de aquel felino de ojos color zafiro.


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