Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ya no aguanto más... por Doobie

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

No sé cuánto tiempo he estado aquí, hace mucho que dejé de llevar la cuenta de los segundos, minutos, horas, incluso meses que llevo en este maldito encierro. Me duele demasiado el cuerpo, tengo las manos y piernas entumecidas llenas de heridas por estas asquerosas esposas, no puedo cerrar los ojos sin asustarme al oír pasos por el lugar, pensando en que volverá a entrar y hacer conmigo lo que se le venga en gana. Llevo de pie desde hace algunos días en donde el demonio vestido de ángel no ha venido por mí a seguir torturándome, a seguir humillándome y recordarme a cada instante que no valgo nada, que no significo nada para nadie, que estoy solo y así moriré hasta que se cansé de mí. Hasta que ya no me encuentre uso, como si fuera una vil rata de alcantarilla con la que puedes experimentar hasta matarla.


 


Me siento asqueroso, no solo por mi estado físico sino también por dentro. Siento que he perdido mi alma, que me la han arrebatado de la peor manera posible. No he comido ni bebido una sola gota de agua, vomito bilis cada tanto por tener el estómago vacío, mis piernas y el suelo están mugrientos por no aguantar hacer mis necesidades. Me duelen las costillas que parecen que en cualquier momento saldrán de mí, la espalda la tengo hecha añicos, los labios partidos con sangre seca, he llegado al punto de morderme hasta sangrar tan solo para llevarme algo a la boca. Supongo que me debo ver en un estado deplorable, es más, estoy seguro de ello. Ya ni llorar puedo, estoy totalmente seco y vacío, me ha quitado todo lo que era, todo lo que soy, no soy nada.


 


No tengo voz, mi garganta está desgarrada de tanto gritar, de pedir al cielo que me ayude a soportar todo este sufrimiento que me consume día a día. Ahora mismo desearía no haber sido tan hijo de puta como lo fui antes, pero ¿a caso merezco todo esto? Según su mente retorcida y enferma, sí, lo merezco y aún queda mucho más. Lo peor que le puedes hacer  a un hombre es quitarle su hombría. No me refiero a cercenar su miembro sino a algo peor que eso. ¿Dónde quedó ese que volvía locas a todas las mujeres? Ese que caminaba con garbo y con la frente siempre en alto, ese que miraba por encima del hombro a cualquiera quien creía que no era digno de su mirada, ¿dónde está? Ese putrefacto demonio me lo ha arrebatado todo.


 


Se burla de mí cada vez que se le apetece, ¿es qué no le basta con verme en las condiciones en las que estoy, mejor dicho, en las que me tiene? Tan solo quiere seguir divirtiéndose a costa de mi sufrimiento, ya ni piedad puedo pedir, me ha dejado muy en claro que rogar ni llorar me servirá de nada, que puede hacer conmigo lo que quiera. Debí suponer que todo era una trampa, jamás debí confiar ni dejarme llevar por esa sonrisa llena de sarcasmo y soberbia que maquilló con una angelical y armoniosa. Era obvio que buscaba venganza, pero no pude verlo en ese instante, aunque dentro de todo, tiene razón. Yo fui quién hizo que se convirtiera en esta bestia que ahora es. No tiene escrúpulos y todo es culpa mía, por no saber entender ni comprender lo que sus ojos me dijeron en su declaración. Fui un estúpido por no saber cómo afrontar una situación así, dejándome llevar por los comentarios de mis “disque” amigos.


Cometí el peor error de mi vida, hiriendo a la persona que quizás realmente me amó y que yo dañé sin miramientos. Esa que ahora se debe estar revolcando con uno de sus sirvientes; claro, siempre me recalca que ni para eso sirvo. Pero, ¿cómo es que un ser que parecía de lo más noble se haya convertido en un ser demoniaco sin sangre en las venas?


 


¿Por qué tuvo que fijarse en mí? Habían muchos mejores que yo, que realmente le hubieran dando el “sí” que tanto deseaba. ¿Qué mierda vio en mí que le cautivo? A caso, ¿no se dio cuenta de lo que iba a suceder en ese preciso y maldito instante? Yo jamás iba aceptar algo así, jamás le iba a corresponder. Sin embargo tomé la peor decisión de mi vida, la que ahora es la principal causante de que me encuentre encadenado en esta horrible habitación.


 


Ahora ya desconozco si su corazón sigue herido o simplemente ha dejado de tener uno. Soy el reflejo de su amargura, de su ira, la misma que en un inicio yo mismo fui sembrando. Me culpo en parte, pero se ha desquiciado conmigo. He llegado al punto de desear con todas y pocas fuerzas que me quedan, que me mate de una buena vez. Ya no me sirve de nada lamentarme, sé que no se detendrá hasta acabar con cada célula de mi ser.


 


Día a día imploro que este martirio se acabe, que me deje libre, que ya aprendí la lección, que jamás volveré a hacer daño a quien no se lo merezca. Sin embargo, aparte de estas cadenas, hay algo que me mantiene atado a este infierno, solo hubo una vez en donde logré percibir arrepentimiento en su mirada, en donde le dolió verme en este estado. Fue tan efímero que creo que ni lo notó, mas yo sí lo hice. Tan solo fue una buena noche comparada con todas las demás, en donde me atreví a decir “gracias” sin pensar que esa palabra sería la continuación de este martirio.


 


Nuevamente me dejé engañar por sus palabras dulces y sus suaves caricias, se sentían tan heladas como una serpiente que sube por tus piernas hasta encontrar el lugar preciso para inyectar todo su veneno. Esa noche me sentí como ninguna otra, me engatuso para que decidiera quedarme aún en contra de mi propia voluntad, pensé que ya se acabaría pero me equivoqué. Solo disfrutó de cada segundo de sufrimiento que me proporcionaba. Si me lo preguntan, solo quiero salir de aquí y perdonaré todo lo que me ha hecho. Tengo tanta hambre, que ni soy capaz de pensar coherentemente, la casa está vacía pero aquí abajo es como si miles de ojos me observaran muy meticulosamente apuñalándome como dardos en cada parte de mi cuerpo, siento punzadas y horrorosos calambres por todos lados, creo que enfermaré. Ojalá la muerte se apiade de mí y me deje ir con ella.


 


Alguien se acerca, me muerdo el labio instintivamente, las lágrimas van a comenzar a brotar de mis ojos, haciéndome lucir más patético de lo que ya me veo. Dios, que no me haga más daño del que ya me ha hecho, me siento roto y destruido, ha corrompido todo lo que soy, ha deshecho las ganas que tenía de vivir.


 


-Ya no aguanto más…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).