Capítulo lll
...
Seis años. Seis años habían pasado desde la última vez que la vi, se veía tan preciosa en su vestido, nunca me imaginaba que detrás de aquellas ropas tan holgadas se escondía tremenda belleza, como tampoco imaginaba todo lo que ella sentía.
-Diana, iré con los chicos a almorzar, ¿Vienes?-
-Me tomó por improviso así que solo atiné a asentir- Sí, si ahora mismo voy, deja guardo mi laptop-no pude evitar sonar un poco nerviosa, pero qué diablos estaba pensando antes, no es normal-
-¿Estas bien? Suenas un poco ansio...-y antes de que pudiera seguir, la interrumpí con un carraspeo de la garganta-
-¿Sabes? No me siento muy bien, me iré primero-guardé rápidamente mi laptop en mi cartera y antes de que Angie pudiera seguir hablando, salí del salón-
Últimamente (por no decir siempre) pensaba mucho en...ella. Y eso no era normal. ¡No es normal, maldita sea!. No pude evitar acelerar mi paso, sin darme cuenta que alguien venía llamándome. No confundas las cosas, Diana, solo sientes remordimiento por lo que le hiciste, solo eso. Trataba de calmarme a mi misma ¡Já!, penoso.
-¡Diana!-y de pronto en un parpadeo, en mi campo de visión se encontraba Esteban, interrumpiéndome la salida.-Oye, me preguntaba si ibas a venir a la fiesta de hoy en la noche en la casa de Marco, te lo iba a pedir en el almuerzo pero te vi saliendo del salón, así que...-se detuvo y empezó a escanearme de arriba abajo, mientras se lamía los labios de una forma nada disimulada y lo que respecta a mí, me encantaba- ¿Vendrás, verdad?-
-Era Esteban, le tenía ganas desde que ingresé a la Universidad, y yo sé que él también se siente atraído por mí, para qué negarlo sabía perfectamente que aquella fiesta era una excusa para tener sexo con él y la última vez que tuvimos un encontrón fue hace dos semanas, esto me caía como anillo al dedo-Por supuesto-dije sin pensármelo dos veces, le guiñe el ojo ganándome una de sus perfectas sonrisas. Él se hizo a un lado para que pudiera avanzar, pero antes de que pudiera irme, susurró "No llegues tarde, nena". Me fui con una sonrisa en los labios, olvidándome por completo del porqué de mi actitud anteriormente-
Llegué a mi departamento y después de recoger del suelo unas cartas; me tiré boca arriba sobre mi cama. Recibos, más recibos, revistas y lo que más me interesaba; el sobre que mis padres me mandaban con dinero para sobrevivir. Lo abrí de inmediato sacando los billetes y guardándolos en una caja metálica roja. En aquella caja, estaban las cosas más preciadas que he guardado desde niña; tenía desde piedras pintadas hasta fotos del recuerdo y por supuesto el dinero que vengo ahorrando desde hace cuatro años. Me puse curiosa y me propuse a recordarlo todo, me levanté de la cama y vacié todo el contenido de la caja sobre esta, me quité los zapatos y me senté en el borde con cuidado de no aplastar nada.
Una vibración proveniente de mi bolsillo me asustó de repente. Bufé algo fastidiada al ver el nombre de Angie en la pantalla, no podía tener un rato en paz. Sin más, contesté.
-¿Si?-dije despreocupadamente mientras miraba de soslayo mi "colección"-
-¿Oye qué te sucedió? Saliste corriendo de la nada, me preocuparse pensé que estabas...-
Sentí como la voz de Angie se apagaba y es que dejé de escucharla cuando vi algo que me llamó la atención. Era una arrugada bola de papel color café. Sentí como si mis ojos fueran a salirse de sus cuencas, no lo podía creer, acerqué mi mano hacia la deteriorada bola de papel. Dejé el celular sobre las sábanas, y con ambas manos, abrí con mucho cuidado la ya dañada bola de papel. Recordaba esto, como olvidarlo. Al tener el inolvidable sobre café entre mis manos, después de tanto, no pude evitar soltar un suspiro pesado. Lo recuerdo, lo recuerdo perfectamente. Aun podía ver mi nombre en aquella tinta casi visible y es que las arrugas en el papel deformaban sus trazos, acerqué el sobre a mi nariz, y como hice la primera vez, lo olí. El olor a vainilla era débil, casi inexistente, pero yo siempre lo reconocería.
Flashback
Estaba bailando incansablemente con Edward, el chico se movía muy bien, pero la diversión se acabó cuando el Dj dio la voz para el tiempo de descanso. Todos se empezaron a quejar hasta Edward y aproveche eso para escabullirme e ir al baño a refrescarme un poco. Me dirigí a la mesa que compartía con mis amigas para agarrar mi bolso de mano, pero había algo distinto, un sobre. Era de color café y olía tan bien, si no me equivoco era una fragancia de vainilla. ¿Qué es eso? Es...mi nombre. Agarré el sobre entre mis manos, y sin poder evitarlo, lo acerqué a mí y lo olí. ¿De qué se trataría todo esto? Una sorpresa quizá, ¿Pero de quién? Curiosa abrí aquel sobre encontrándome con un hoja doblada en cuatro; la desdoble, leyéndola.
...
¿Qué...qué es esto?
...
Es una broma
...
¿Qué significaba todo esto? No lo entiendo.
-¿Diana? ¿Todo bien?- me pregunto Samantha acercándose a mí, no la había sentido llegar-
-Si, si-mentí-
-¿Segura? Oye se te cayó algo-la mire perpleja dirigiendo mi mirada al suelo y efectivamente, la carta estaba en el suelo, no me había dado cuenta en qué momento la solté-Te la recojo-
-¡No!- me agache rápidamente cogiendo el papel entre mis manos estrujándolo; haciéndolo una bola- Iré al baño, ya vuelvo-
-Bueno...-
Cogí mi bolso de mano y me fui casi corriendo al baño. Llegando, me miré al espejo. Era feliz pero a la vez triste. Mis sospechas se habían confirmado, pero la simple idea de que ella intentara dejar de amarme me perturbaba. Metí casi con furia la bola de papel dentro de mi bolso.
-¡Te odio!-grité, y agradecí que no había chicas en el baño y la bulla de la gente era suficiente como para no ser oída- La odiaba, porque tuvo que confesarse de esta manera, por qué no me lo dice en la cara, es una cobarde. Pero quizá yo también tenga la culpa...todo lo que le hice-
Pero ella tampoco iba a ser aceptada, yo nunca saldría con una chica, es raro y desagradable con solo imaginármelo, pero tampoco quería que me dejara de amar.
No es complicado de entender.
Saliendo del baño, me encontré con toda la gente de nuevo en la pista de baile. Me acerqué a mi mesa y dejé mi bolsa sobre mi asiento. Caminé lentamente y me apoye sobre un pilar, tenía la vista perfecta. La veía bailar y se veía tan feliz, unos segundos después miles de papeles dorados caían del cielo. Una vista muy hermosa y tierna, la verdad. Todos se abrazaban hasta ella abrazaba a sus amigas. Ella sonreía como si no tuviera ningún pesar. Veía cada uno de sus movimientos, hasta que ambas coincidimos, ella se veía tan nerviosa.
Decidí acercarme.
-Diana...-susurró la pelinegra casi sin aliento-
Me la quedé observando, siento... ¡No sé lo que siento! Era una combinación amorfa de ira, decepción, felicidad, tranquilidad, impotencia ¡Mierda! Clavé mis uñas sobre las palmas de mis manos, frustrada. Debo contenerme.
-Permiso-trate de sonar indiferente y surtió efecto ya que su mirada se había apagado casi opacado- Me estorbas- concluí, no sé por qué le dije eso no había necesidad, tenía los ojos acuosos y me destrozó verla así pero a la vez me hizo sentir mejor. Ella se hizo a un lado, tenía la cabeza gacha. La había destruido con solo dos palabras y eso me encantaba y atormentaba a la vez. Pasé por su lado y sin quererlo aquel olor a vainilla inundo mis fosas nasales, cerré los ojos absorbiendo todo lo que podía de aquella fragancia. La miré de reojo, estaba temblando. Sonreí satisfecha.-
-¡Hey, Diana por aquí!-me llamaba una sonriente Samantha, no dude en acercarme-¿Dónde te habías metido?-me preguntó preocupada para luego cambiar su tono de voz a una más aguda- ¡Chicas, ahora si estamos completas!-todas mi amigas giraron a verme y acercándose a mi empezamos a bailar... O eso trataba yo-
Mi mente estaba en la pista de baile, más bien en una de las persona sobre ella, en Nicole.
Fin Flashback
-¿Me estás escuchando? Diana, esto no cualquier fiesta. Es "La fiesta" vendrán chicos y chicas de otras universidades-chilló Angie-
Estaba tan inmersa en mi mundo que me había olvidado de Angie. Agarré mi celular de nuevo; sujetándolo entre mi hombro y mi oreja.
-Sí, Angie, si te escuché, no chilles-dije mientras empecé a guardar rápidamente todo; cada foto, cada billete, cada recuerdo, todo menos aquel sobre café. Cerré la caja metálica, volviendo a coger mi celular- Además, no es como si fuera nuestra primera vez yendo a fiestas así-
-Diana ¿No lo entiendes? ¡Esto es como un reencuentro de la secundaria! ¿Y si me encuentro con mi ex? ¡No estoy preparada para eso!-grito dramáticamente, alejé el celular de mí, lo más lejos que pude porque probablemente me hubiera quedado sorda-
-Miré aquel sobre café- Oye, Angie- y como si mi mano fuera una trampa de osos, atrapé el papel entre mis dedos; arrugándolo, haciendo una bola de papel, otra vez-¿Quieres ir de compras?-dije mientras lanzaba el papel al basurero cerca de mi escritorio, y de fondo se dejaba escuchar un chillido de emoción por parte de Angie-