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YOU AND ME por Forbidden Vianey

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Notas del capitulo: Aqui esta el segundo capitulo ^^ Muchas gracias por sus reviews, es muy emocionante recibirlos. Por cierto, he subido mi pagina de yyh a la red, la direccion esta en mi perfil, me encantaria que la visitaran y me dieran su opinion. Y otra cosa: una amiga me ha dicho que Hiei esta muy OCC en este fic. ¿Es cierto?

CAPITULO II

Una idea cruzó su mente llenándola de veneno. ¿Quién? ¿Quién antes que él había poseído el cuerpo del youkai de fuego? ¿Quién? ¿Quién había tenido a Hiei como él lo tenía ahora? ¿En aquel momento el youkai había gemido de esa manera tan hermosa en brazos de aquel que fué el primero? ¿Lo amó? ¿Había Hiei amado a alguien antes que a él lo suficiente como para entregársele?

El youko no se dió cuenta de que había estado unos momentos quieto, Hiei abrió los ojos lentamente y lo miró. Los ojos verdes abiertos en incredulidad. Hiei se tensó al instante. Kurama lo miró como si no pudiera creer lo que estába pensando y con cuidado salió de su cuerpo, su excitación perdida por completo. No hacía falta que lo dijera, Hiei sabía perfectamente lo que el youko estába pensando. Sintió vergüenza y apartó la vista con dolor. Había confiado en que Kurama lo amaría lo suficiente como para no importarle pero, la mirada que le zorro le dirigía le estába atravesando el alma y rasgando en pedazos. Miró nuevamente a Kurama con una suplica en los ojos. Para mí tú eres el primero, quería decirle pero Kurama habló antes de que el youkai pudiera siquiera abrir la boca.

-¿Quién?- vino la pregunta acusadora de los labios pálidos del youko en forma ningen-.

Hiei apartó la vista, no quería hablar de eso, no quería recordar. Para mí tú eres el primero, repetía en su mente, ¿acaso no es suficiente? No, al parecer no lo era. Hiei sintió frió de repente y con el cuerpo pesado como plomo se levantó de la cama y recogió su ropa empapada comenzando a vestirse, la ropa estaba muy fría y aun así, el frío que sentía venia de dentro de sí. No quería mirar a Kurama, no quería que viera la vergüenza y el dolor en sus ojos. Kurama seguía hincado sobre la cama aún sin poder creerlo. Había soñado tanto con hacerle el amor a su youkai, con ser el primero en su vida, con hacerle experimentar un placer que jamas había conocido, iniciarlo en sus brazos...

Hiei se púso la bufanda blanca sobre los hombros, estaba pesada a causa del agua, su cuerpo empezó a temblar pero nuevamente, no era debido al frío. Él amaba a Kurama, pero si Kurama quería ser el primero en su cuerpo, eso era algo que él no podía darle, por mucho que lo deseara, no podía. Se acercó a la ventana, no hubiera querido irse pero no podía soportar la mirada de sorpresa y dolor en los ojos verdes, se sentía culpable. Aun así, lo amaba, lo amaba muchísimo. Tal como había dicho, debían tener confianza entre ellos. Él quería seguir siendo el compañero de Kurama pero... si Kurama no quería...

Debió decirle a su youko. Su corazón dolía, sentía que había traicionado a su zorro, se sentía tan mal de no poder darle lo que quería. Sólo unos minutos antes habían estado abrazados, compartiendo palabras de amor y besos tan tiernos. Y ahora todo parecía haberse perdido. Hiei se sentía tan indigno de Kurama.

-Yo era un niño- hablo el youkai al fin, de frente a la ventana, el dolor en cada palabra-. Quería encontrar la isla de las koorime y mi hiriuseki. Cuando Shigure me implantó el Jagan drenó toda mi energía fuera de mi cuerpo, casi no podía levantarme. Yo... yo intenté huir muchas veces, pero siempre me hacía regresar. Luego de algún tiempo tuve la fuerza suficiente para escapar.

Hiei esperó un par de segundos pero nada pasó, con todo el sufrimiento cortándole en cuerpo abrió la ventana y se dispuso a irse.

-Nunca me gustó- aclaró el youkai, sus palabras apenas audibles con la lluvia que empezaba a entrar en la habitación-. Para mí tu eres el primero... el único.

El viento movió la cortina cuando Hiei salió a la lluvia y al frío. La mente de Kurama estába procesando cada palabra que Hiei había dicho y de pronto el significado lo golpeó como una fuerte bofetada. Hiei acababa de decirle la razón; no se había entregado a nadie más que a él. Había sido el maldito Shigure quién lo había mantenido con él contra su voluntad y forzado su cuerpo. "Para mí tú eres el primero... el único". Kurama levantó los ojos hacia la ventana rápidamente cuando comprendió lo que había hecho y la culpa se le clavó en el corazón.

Con desesperación buscó su ropa. Tomó sus pantalones y se lo puso mientras intentaba llegar a la ventana casi dando volteretas. Todo lo demás fue olvidado. Sin pensarlo siquiera saltó por la ventana intentando seguir el youki de Hiei. Estaba lejos, en el bosque, podía sentirlo, podía sentir el dolor de su youkai y la preocupación y la culpa le causaba mas frío que la lluvia. Su visión era borrosa, el cabello le caía sobre los ojos y la lluvia le golpeaba la espalda, sus pies descalzos estaban cubiertos de barro cuando se detuvo en el pequeño claro.

-Hiei- habló al viento sabiendo que Hiei estaba cerca- por favor, Hiei, perdóname yo... yo no quería... yo...

No podía hablar, tenia un nudo en la garganta. La energía de Hiei fluctúo un poco más alta y Kurama la siguió. Dio la vuelta a un enorme árbol y lo vió. Hiei estába sentado bajo un árbol con las rodillas pegadas al pecho y la cara apoyada en los brazos. Se veía tan frágil, tan solo, tan desamparado... tan hermoso que sintió que su alma se partía en dos.

Con la visión borrosa como si estuviera mirando una pintura antigua, caminó hasta el youkai. La lluvia estaba menguando pero él sentía más frío que nunca. Se arrodilló frente a él y le tomó la mano con fuerza. Hiei correspondió a esa caricia sin levantar la cara. Kurama no sabia que decir, había sido un estúpido, había herido profundamente a su youkai aún cuando se había prometido que jamás lo haría. Las palabras se atoraban en su garganta y las lagrimas comenzaron a fluir libremente de sus ojos, mezclándose con la lluvia.

-Te amo- fue lo único que pudo decir entre lagrimas de arrepentimiento-.

Hiei levantó un poco la cara y a pesar de la lluvia Kurama pudo ver los ojos llorosos, había provocado las lagrimas de su amado youkai, jamás se lo perdonaría.

-Lo siento...

Hiei lo miraba, no decía nada. Kurama sintió que su corazón se detenía, esa mirada era tan dulce, tan tierna. Hiei estaba sufriendo pero su mirada no tenia ni una pizca de resentimiento, no, sólo había amor en esos ojos rojo sangre que lo miraban detrás del flequillo que le caía sobre la frente. La estrella blanca combinándose con el cabello negro en formas desiguales. El brillo que le había visto apenas unos momentos atrás, cuando hacían el amor, intacto. Kurama quería abrazarlo, quería suplicarle que lo disculpara, quería decirle cuanto lo amaba, reconfortarlo, pero no se atrevía a moverse, esperando por la reacción de su youkai.

-Debí habértelo dicho, yo...

Kurama no pudo soportar que Hiei se culpara a sí mismo cuando no había tenido nada de culpa en lo que había pasado hacia tantos años, había sido forzado siendo un niño y ahora intentaba disculparse frente a él por no ser virgen.

El youko se lanzó a abrazar a su youkai apagando sus palabras cuando lo atrájo contra su cuerpo.

-No, no te disculpes, no es tu culpa, soy yo quien debe disculparse, fui un idiota. Perdóname mi amor.

Kurama estaba llorando pero no podía distinguir sus lagrimas de las gotas de lluvia que resbalaban por su cara. Hiei apoyó la cara contra el pecho desnudo de Kurama sintiendo que su corazón daba un vuelco al oír a Kurama llamarlo así. Correspondió al abrazo con indecisión, como la primera vez

-Perdóname Hiei, por favor...

Hiei negó aún con el cuerpo atrapado en los brazos de su zorro.

-No hay nada que perdonar...-se quedó en silencio un momento-... desearía poder darte lo que quieres pero...

-Tú eres lo que quiero- lo cortó Kurama apretando su abrazo y hundiendo su cara en el cabello mojado-. Eso es todo lo que quiero.

Hiei se abrazó a él con más fuerza y asintió lentamente. Permanecieron unos momentos así, no hubieran querido separarse nunca pero el viento frío comenzaba a ser insoportable.

-Regresemos a casa- dijo Kurama alejándose un poco para mirar al youkai- hace mucho frío.

Hiei asintió y ambos se pusieron de pie. Hiei notó que Kurama no llevaba zapatos. Colocó su brazo alrededor de la cintura de su zorro en un gesto de protección. Kurama miró a su demonio y le rodeó los hombros con un brazo. La mirada de Hiei aún era triste.

-¿Estas bien?- pregunto el kitsune –

Hiei asintió y continuaron caminando, la lluvia antes fuerte y fría se había convertido en una llovizna constante.


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