—Cariño, ¿puedes bajar? — Era la voz de mi madre, que me llamaba desde el piso de abajo.
— ¡Ya voy! — Grité, mientras bajaba las escaleras.
— ¿Qué pasa? — Pregunté sonriente; pero el ver a mis padres sentados en la mesa, me preocupaba un poco, ya que no estaban ahí precisamente para comer.
— Byun BaekHyun, tenemos que hablar. — Me dijo mi padre asustándome aún más.
— ¡Yo no hice nada! — Me defendí de inmediato, provocando que ambos rieran.
— No es nada de eso, Baek. — Me dijo mi madre.
— ¿Entonces? — Pregunte aliviado, ya que si no era para regañarme, no sabía para qué era.
— Hijo, haremos un viaje. — Me dijo mi padre.
— ¿Vacaciones?' — Pregunté sin entender, mientras me sentaba en la mesa enfrente de ellos.
— No, no son vacaciones. Tu padre y yo tenemos que salir por cuestiones de la empresa; llevaremos a BaekMi, pero tú te quedarás aquí. — Dijo mi madre, un poco preocupada.
— ¡¿Y así de simple me van a abandonar?! — Dije demasiado molesto.
— No, no te estamos abandonando. Tú tienes que asistir a clases, no quiero que te atrases, y sobre todo, ¡no quiero problemas!— Me dijo seriamente mi padre.
— ¡Ósea me están diciendo problemático, aparte de que me abandonan así de la nada! — Me hice la víctima.
— Vamos, no te hagas la víctima, y olvida ya esa lista de invitados para la fiesta. — Dijo riendo mi padre.
— Oye, ¡tienes que confiar más en mí! — Le dije riendo.
— Esa confianza gánatela. Dijo entre risas.
— Vas a ver que cuando lleguen todo va a estar perfecto. — Admití.
— Lo sé. — Me dijo mi padre.
— ¿Ves? Ya es un avance, me estás confiando la casa. — Sonreí victorioso.
— A ti no... — Me dijo mi madre soltando una leve carcajada.
— ¿Cómo que a mí no? — Pregunte sin entender.
— Contratamos un niñero. — Dijeron al unísono.
— ¿Cómo fue que dijeron? — Pregunté, tal vez había sido algo de mi imaginación, o me estaban gastando una broma.
— Contratamos a un niñero, que vendrá a cuidar de que no destruyas la casa, y que no te expulsen del colegio. Dijo satisfecho mi padre.
— Papá, ¿te das cuenta de que es una tontería? ¡Tengo diecisiete años, no cuatro! — Dije muy enojado.
— Pero no te podemos dejar con la casa libre, así que tendrás un niñero. — Dijo mi madre.
— Bien, no hay problema; me desharé de él. — Susurré cruzando los brazos.
— No lo creo. Tendrá una paga realmente buena, así que nada de lo que le hagas hará que salga corriendo; además, estará a cargo del dinero. Si necesitas dinero, solo él podrá darte; y si no te comportas, no te dará absolutamente nada, y tiene permiso para quitarte tu auto, celular, computadora, y todas las cosas que hagan que te molestes si no las tienes. — Dijo mi padre; y mis ojos se abrieron como platos.
— ¿Y a un desconocido le confían dinero, auto y a su hijo? — Pregunté indignado.
— Desconocido no es, es hijo de uno de los mejores socios de tu padre, así que no hay nada por qué preocuparse. Y prepárate que a partir de mañana comienza. — Dijo mi madre, muy segura.
— ¿Ósea que mañana se van? — Pregunté sorprendido. —
Así es. — Me contestó mi padre, dando por terminada la conversación.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
A la mañana siguiente sonó la alarma de mi celular, automáticamente me cubrí hasta la cabeza con la sabana. Después de cinco minutos, BaekMi tocaba mi puerta para que me levantara; por alguna extraña razón ella amaba levantarse temprano. Me desperté, y entré a la ducha. Baje las escaleras, tomé las llaves de mi auto, y me despedí con un grito desde la puerta. Salí, y me subí a mi adorado y preciado Ferrari. Al llegar a la secundaria, baje del auto, atrayendo todas las miradas como de costumbre. Entre a la institución, y me encontré con mi mejor amigo y satánico pingüino KyungSoo
— ¿Por qué esa cara? — Me preguntó, mientras buscaba algo en su casillero.
— Mis padres se van de viaje por unos meses. — Le confesé.
— Pero eso no parece un problema. — Dijo muy sonriente el satánico mientras lanzaba al suelo y aplastaba un muñeco vudú.
— El problema es que no confían en mí como para dejarme la casa sola, así que contrataron un niñero. — Susurre para que nadie escuchara.
— ¡Un niñero! — Dijo impresionado.
— Si...— Suspiré.
— Aún así, no sé cuál es tu problema, podría ser un galán. — Dijo mientras me guiñaba un ojo.
— No lo creo, debe ser un hombre de esos con los pantalones en la cintura, camisa a cuadros, corbata de moño y lentes enormes.
— Bastante atractivo parece... — Contestó mi amigo, y ambos soltamos una carcajada.
— ¿Y qué harás? —Sonrió perversamente
— Pues no lo sé... Según mi padre tendrá muy buena paga, y soportará cualquier cosa que le haga; así que la verdad no sé. — Le admití, justo cuando sonó el timbre para que entráramos a nuestras aulas. Las clases pasaron rápido, salí del instituto sin poder dejar de pensar en el niñero. Conduje hasta mi casa, con la música a todo volumen; amaba eso. Estacioné, tomé mi bolso, y camine rumbo a la entrada de la mansión.
— ¡Llegué! — Grite al entrar.
— Hola, hijo. Ven que te quiero presentar a alguien — Dijo mi madre desde la sala