Momentos después de ese pequeño “incidente” ya se encontraba todo tranquilo y como si nada hubiera pasado.
Mientras cabalgaban en medio de todo la gente del pueblo, la gente que merodeaba a esa hora se le quedaba siendo al recién llegado, posiblemente curiosos de qué hacía un nuevo Capitán en su pequeño pueblo, o también por el aura elegante y atractiva que llevaba consigo a todos lados.
Al llegar a su destino, los guardias que antes lo acompañaban afuera, lo guiaron a un gran salón, iluminado por una cantidad absurda de velas por todos lados. En este lugar, se encontraba un hombre organizando un par de papeles, que al notar la presencia de los guardias se giró dando a conocer su rostro. Benjamín, embajador de la corte, prácticamente lo hacía el líder de todo el pueblo. Un hombre que aparentaba tener unos 30 años, cuando la verdad tenía 45, su cabello era corto, sin embargo un mechón lograba taparle mitad del rostro, castaño oscuro con un par de mechones blancos por su edad, tu mirada era fría y su expresión era seria, además sus ojos eran de un color rojo intenso. Miró de reojo a Lucca, quien lo observó de la misma manera. Los otros tres simplemente salieron de la habitación para dejar solos a los dos.
-Capitán Lucca. Un placer tener aquí con nosotros en esos días tan agitados- habló el hombre con una ligera sonrisa.
-Lo mismo digo, Señor. Le agradezco mucho el que me permitiera volver, ansiaba mucho estar nuevamente en mi pueblo natal- Lucca se veía serio, aunque por dentro estaba sumamente feliz y ansioso por hacer vuelto, en especial después de conocer a ese joven bailarín.
-Me imagino que usted ya se habrá dado cuenta, que en nuestro pequeño pueblo se acerca la festividad más significativa, representativa y odiosa de todas- habló el hombre con cierto desprecio, dejando algo extrañan a Lucca- No se emocione demasiado, quiero que permanezca a mi lado en todo momento. Esos monstruos pueden parecer desde cualquier lado- Benjamín se dió la vuelta con cierta brusquedad para seguir organizando los papeles que antes tenía en mano.
-¿Monstruos, Señor?- Lucca realmente no entendía a qué se refería el hombre mayor. ¿Qué clase de monstruos podrían ser para que el hombre les tuviera tanto asco?
-Gitanos- aclaró casi gruñendo dándose la vuelta de nuevo viendo a Lucca, esta vez enojado- Esos desgraciados son como una plaga, una vez que llega el primero, más le siguen. Son despreciables, necios, arrogantes y simplemente merecen la muerte- Lucca quedó bastante sorprendido ante la descripción que su superior hacía hacia los gitanos, pero en realidad él no podía hacer nada para cambiar su forma de pensar, mucho menos opinar, pues no se le permitía a menos que se lo pidieran, de otra forma sería castigado, y siendo el embajador una persona tan tosca, él podría simplemente matarlo con una sola palabra que saliera de su boca.
Tras un par de horas en las que mayormente Lucca era ubicado en su puesto y le daban un horario y órdenes que debía seguir al pie de la letra, por fin pudo salir y ver de nuevo el pueblo. Esta vez desde la altura de uno de los pisos de la corte, que era precisamente la más alta de todas las demás construcciones del lugar. Tranquilamente observó como el festival ya estaba casi formado, las personas seguían yendo de un lado para otro colocando y descollando cosas aquí y allá. Y aunque el mismo no quería admitirlo, desde esa altura trataba de ubicar al castaño bailarín de hace unas horas, sin mucho éxito la verdad, pues a pesar de poder ver todo el pueblo desde esa altura, no podía divisar a ese de ojos dorados.
Decepcionado simplemente apartó la mirada yendo nuevamente dentro de la corte. Le ordenó a algunos de los caballeros hacer guardia durante la noche, sólo para mantener el lugar a salvo de esos “monstruos”
Hora más tardes, la noche había llegado. El pueblo podía llegar a ser tenebroso durante la noche, las únicas luces en las calles eran algunas bombillas de aceite que la gente dejaba fuera de sus casas, sólo para no dejar completamente a oscuras su pequeño pueblo. Lucca ya se encontraba en una de las habitaciones que le brindaba la corte. No podía quejarse, después de todo era mejor que la de los otros caballeros, al ser capitán podía tener un poco más de lujos y lo agradecía bastante.
El de ojos esmeralda no podía dejar de moverse de un lado a otro en la pequeña cama, incapaz de conciliar el sueño. Suspiró con pesadez gruñendo entre dientes, pues el no dormir lo ponía de mal humor, tal como un niño. Se levantó de la cama y salió de su habitación con una camisón y unos pantalones holgados, lo que normalmente usaba para dormir. Caminó un par de pasillos hasta llegar al mismo lugar dice horas atrás estaba observando al pueblo en su mayor esplendor. Suspiró pesadamente ante el cansancio del gran viaje recién hecho para llegar hasta ese pueblo, sin embargo tal vez era tanto su cansancio que le impedía poder pegar un ojo en lo que vía de la noche. Alzó su vista al firmamento de estrellas, esa noche era realmente hermosa.
-Hola - Lucca casi salta al escuchar una voz a su lado. Volteó rápidamente a su derecha totalmente exaltado, encontrándose con los ojos dorados de ese lindo bailarín a su lado sentado sobre el pequeño muro de piedra donde Lucca estaba recostado, y ante la reacción del azabache, el castaño rió ligeramente de forma juguetona, mientras Lucca seguía mirándolo con una cara de “poker face”.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Lucca sin quitar su cara.
-Sólo vine a pasar el rato - respondió tranquilamente jugando con la cola que descansaba sobre su hombro.
-¿Cómo subiste aquí sin que los guardias te vieran?- preguntó de nuevo.
-Los guardias son unos tontos- dijo con simpleza mirando hacia el cielo.
-¿Para qué subiste?- volvió a preguntar.
-¿Qué acaso estamos es un interrogatorio? ¿Debo decirte cuál es mi color favorito también?- preguntó de vuelta el gitano haciéndose el ofendido. Lucca rió ligeramente por la actitud del gitano, ambos se quedaron unos segundos en silencio observando las estrellas hasta que el gitano rompió el silencio- Yo...Vine a agradecerte- habló mirando a lado.
-¿Así? ¿Y cómo sabías que estaba aquí?- preguntó el de ojos esmeralda mirando con detenimiento al castaño, quien se tensó ante la repentina pregunta- ¿No eres adivino, o sí?- preguntó de nuevo con una pequeña sonrisa.
-Ok... Sólo iba caminando por ahí y te vi aquí arriba, sólo pensé que sería divertido molestarte- dijo infantil un poco sus cachetes al verse atrapado por el Capitán- Pero igual, de todas formas quería agradecerte. No todos los días ves en este lugar a un guardia de la corte real ayudando a un gitano - su mirada estaba fija en Lucca de forma seductora, y su voz sonaba suave, haciendo que el azabache quede un tanto perdido en esa mirada dorada.
-Sólo lo hice porque era injusto lo que ellos hacían contigo...- respondió fingiendo parecer calmado, esa mirada lo estaba poniendo nervioso, ese chico era demasiado lindo.
-¿No hubo otra razón?- de un momento otro el gitano estaba frente a Lucca a un distancia comprometedora, se había bajado del pequeño muro quedando frente Lucca del lado fuera de la construcción.
-Ninguna otra…-susurró el azabache sin más nervioso por esa misma constante sobre la suya, estaba tan de cerca lo hacía perder la cabeza.
-Tiene unos ojos muy lindos, señor guardia-dijo el castaño, luego soltó una pequeña risa para quedar al lado de Lucca nuevamente con una agilidad digna de un gato.
-Soy capitán-corrigió el azabache.
-Lo que sea- dijo sin mucha importancia- Ahora, siento que debo darle una recompensa por no arrestarme el día de hoy…- se quedó pegando un segundo en castaño- ¿Qué te gustaría tener?- preguntó sin más al no tener nada.
-Quiero muchas cosas, gitano; pero no hay mucho que tu puedas darme- respondió sin más el azabache. El castaño bufó ante respuesta tan vaga de Lucca, se quedó pensando unos segundo más.
-¡Ya sé!- dijo emocionado al encontrar la respuesta- Mañana tendré una presentación en el festival, quisiera que lo vieras, después de todo te gusta como bailo ¿o no?- preguntó siendo de nuevo seductor en su voz y en la forma la que se sentaba incluso, Lucca simplemente se quedó callado- Así que esa, será tu recompensa- dijo sin más bajándose nuevamente del pequeño muro y quedando frente a Lucca acercándose lo suficiente para poder darle un ligero beso en la mejilla- Nos vemos mañana, Capitán...- susurró el gitano antes de apartarse lentamente de Lucca.
-¿Ah…?- Lucca no pudo decir nada, simplemente vio como el gitano comenzaba a descender por el edificio con sin temor alguno. Al llegar al suelo alzó su vista de nuevo hacia Lucca, despidiéndose moviendo su mano de un lado a otro antes de salir corriendo a quién sabe dónde -No me diste tu nombre, Gitano…- susurró Lucca viendo como se iba corriendo el bailarín.
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