A la mañana siguiente, antes de salir el sol, Lucca ya estaba listo para ejercer su puesto como capitán. Eficiencia ante todo, era lo que toda la vida le han estado enseñando.
Con tranquilidad, salió de su habitación con su uniforme puesto, una armadura plateada que relucía ante cualquier llegada de luz. Caminó calmado hasta el lugar donde estaban los guardias que, se supone, estaban cuidando la corte durante la noche para evitar la intromisión de alguien no deseado. Sólo los perdonaba porque la repentina visita del bailarín no le vino nada mal, incluso pudo dormir tranquilo después de eso. Ordenando cambio de turno, los guardias nocturnos salieron aliviados de su puesto para cambiarlo por otros dos más.
Caminó con elegancia hacia las afueras de la corte, encontrándose con un hermoso amanecer, los tonos oscuros de la noche se mezclaban a la perfección con los naranjas, amarillos y en ocaciones está rosa, de la llegada del Sol. El pueblo se encontraba medianamente calmado, pues a pensar de ser tan temprano, a algunas personas, como a él, les gustaba madrugar para servir de forma eficiente. Los colores de la abundante decoración hacían que el pueblo se viera realmente alegre, folletos, carpas, tiendas y demás se encontraban llenando las calles de ese pequeño pueblo.
De la nada, el recuerdo de lo dicho con anterioridad por el castaño bailarín llegó a la mente del azabache.
“...Mañana tendré una presentación en el festival, quisiera que la vieras...Esa será tu recompensa”
-¿Será verdad...?- preguntó al aire haciendo una ligera mueca, pero sin más, sólo entró de nuevo a la construcción para esperar nuevas instrucciones antes del festival.
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-¡Bienvenidos sean todo a nuestro festival!- se escuchó decir de un Gitano muy colorido sobre una clase de tarima o escenario cerca de donde estaba Lucca, seguido de una gran multitud gritando alegremente ante el saludo del Gitano de cabello castaño. Ya era casi medio día, o tal vez más. La gente caminaba, corría y saltaba de un lado para otro emocionada por el evento, incluso había gente de otros lugares metida ahí sólo para pasar un buen rato. Lucca no pudo evitar sentirte extraño por lo que estaba pasando, pues, a pesar de que en ese pueblo “odian” a los gitanos, el lugar estaba relativamente plagado de ellos.
Cerca de donde estaba ese improvisado escenario, el de ojos esmeralda se encontraba cerca de donde Benjamín estaba sentado, era como una clase de trono donde estaba observando con mala cara todo lo que sucedía en el evento. Lucca no se había movido de su puesto en todo lo que iba del día, y tampoco había podido sacarse de la cabeza a ese lindo bailarín cuyo nombre aún le es desconocido, destrozándole de adentro hacia afuera la intriga de que apareciera.
-Señor…- al alzar la voz de forma sutil, de inmediato tuvo sobre él la fija mirada de Benjamín, casi como un gato- Con total respecto...Si me dejara opinar ¿Por qué sintiéndo tanto rencor hacia los gitanos, usted permite que se aparezcan en este festival?- ya demasiado carcomido por la curiosidad, decidió preguntar por su propia cuenta por qué razón ese lugar aún no había sido rodeado de guardias para atrapar a todos esos gitanos.
-Desgraciadamente, Capitán Lucca…- comenzó el embajador- Si quiero permanecer en mi puesto sin que los aldeanos quieran quemarme vivo, no puedo interrumpir su dichoso festival- comentó pasándose la mano por el rostro bastante estresado- Mucho menos dañar a un gitano por que sí, pues ellos son la atracción principal en esta clase de eventos- espetó Benjamín.
- Entiendo…- dijo Lucca sin más. El embajador apartó la mirada para volver a situarla a el escenario y en ese momento Lucca se dió cuenta de una cosa: En sí, ese hombre a su avanzada edad, era bastante atractivo. Su cabello lacio de color oscuro, una voz gruesa y varonil, su ropa hecha a perfección, el único ojo que mostraba tenía una miraba penetrantes que dejaba helado a cualquier, incluso tenía tan pocas arrugas en el rostro que era imposible pensar que de verdad casi llegaba a los 50 años. Si tan sólo no fuera tan patán, y se dedicara más a no odiar todo a su alrededor, además de su mal genio, le parecería extraño el que no tuviera una gran fila de candidatas listas para entregársele.
-¿Están disfrutando del festival?- preguntó animado el Gitano en el escenario, recibiendo como respuesta otro gran gritó eufórico de parte de la multitud -¡Bien!... Pues ahora, Es momento de presentarles... A nuestro acto estrella- habló con voz “interesante” y una amplia sonrisa, sólo para darle algo de misterio al asunto.
-Theo…- susurró el embajador moviéndose algo inquieto en su silla, se acomodó para quedar más recto y con la mirada muy fija en el escenario, casi parecía ansioso por algo.
-¿Theo?- susurró de nueva cuenta Lucca algo confundido, sin entender por qué Benjamín diría ese nombre de la nada.
-¡El único y inigualable, el mejor bailarín de toda Inglaterra, Nuestro querido… Theo!- al decir eso, él se bajó del escenario y una movida pero de algún modo atractiva música comenzó a sonar de pronto, momentos después una figura salió de la nada posicionándose en medio del escenario dándole la espalda al público quien gritaban “Theo” en coro como dándole ánimos. Lucca se quedó perplejo cuando se dió cuenta de que esa figura sobre el escenario, se trataba del castaño bailarín del día anterior. Llevaba aún más hermosas y abundantes joyas que el día anterior. Ésta vez sólo tenía un chaleco color azul rey con detalles en dorado, dejando su torzo totalmente descubierto, un pantalón un poco menos holgado que el de el día anterior, igualmente negro, iba descalzo y el color de la tela al rededor de su cintura era de color turquesa, de igual forma ligeramente traducida y con el doble de las pequeñas cascabeles que sonaban con cualquier ligero movimiento.
-*Así que… Theo*- dijo Lucca para sus adentros mientras veía como Theo comenzaba con su acto. Una sonrisa y una mirada seductora se encontraban soldadas a su fino rostro mientras jugueteaba con algunos hombres del público, se veía realmente atrevido. Cuando Theo pudo divisar la mirada esmeralda del capitán, su sonrisa se amplió y sus ojos tuvieran una mirada de completa satisfacción, que combinado en la sombra negra al rededor de sus ojos dorados.
-Desagradable…- bufó Benjamín enojado, sin embargo aún parecía inquieto- ¿No piensa lo mismo, Capitán Lucca?- su mirada de desvió un momento para mirar al azabache, el cual la devolvió.
-Claro que si, Señor- mintió volteando de nuevo a donde se encontraba el chico bailando, quien había bajado de la tarima y ahora estaba muy cerca de donde estaban ellos dos.
“¿Te gusta lo que vez?”
Era lo que demostraba la intensa mirada de Theo al pasar frente a Lucca aún moviéndose elegantemente, pasó de largo dándole a Lucca la oportunidad de aspirar el dulce aroma que emanaba del menor, un perfume tan ligero y encantador que combinaba a la perfección con el bailar del castaño. Segundos después éste se encontraba ahora frente a Benjamín, seduciéndolo con el delicado movimiento de sus caderas y la misma sonrisa seductora, el mayor se mostraba indignado y hasta ofendido, aunque en sus ojos tenía una perfecta mirada de satisfacción y deseo que le dejó un mal sabor de boca a Lucca, quien al parecer fue el único en notarlo, y tuvo que apartar la mirada de inmediato.
Al terminar la canción, ya Theo se encontraba sobre la tarima nuevamente, haciendo una cuantas referencias agradeciendo al público eufórico y emocionado que aplaudía por la presentación del joven.
-¿Ha que les ha gustado eso?- preguntó de nueva cuenta el gitano colorido que se posicionó al lado de Theo, recibiendo de nueva cuenta un bullicio de parte de la muchedumbre- Como siempre, ¡mi querido hermano es el mejor de todos!- le revolvió un poco el cabello antes de pasar su brazo por los hombros del castaño más pequeño, sacándole una ligera risa al igual que a la mayoria de los expectantes, incluyendo a Lucca.
-*Hermanos…*- se dijo a si mismo el capitán.
-Wim, por favor...- se quejó el menor avergonzado con las mejillas un poco rojas y una ligera sonrisa nerviosa.
-Como sea. A partir de ahora entramos en un momento sagrado. Alguien en nuestro querido público…Será elegido para recibir el título especial en este gran evento- el mayor sonrió al público y todos comenzaron a murmurar cosas coml preguntándose quien sería el indicado. Ambos hermanos se vieron, Theo le susurró algo a Wim, y luego ambos miraron a Lucca al mismo tiempo, quien se sobresaltó por la mirada dorada de ambos tan repentina sobre él. Theo le sonrió de una forma algo discreta, y el azabache no sabías como reaccionar a eso- Elegido por el mismo Theo, queremos que pase a la tarima el caballero de ojos verdes del lado izquierda del embajador Benjamín, si es posible- dijo de nuevo con voz interesante. Todo el pueblo comenzó a aplaudir y a elogiar a Lucca, quien se quedó perplejo sin sabes que haces, no podía dejar su puesto, o al menos eso fue lo que le ordenaron. Volteó de nueva cuenta hacia el embajador, quien simplemente se encogió de hombros en señal que le daba igual, sin embargo, parecía algo molesto.
Caminó entre la multitud que seguía aplaudiéndole, hasta que por fin llegó a donde estaban los dos hermanos, uno sonrió abiertamente, mientras el otro lo jaló del brazo para que quedara en medio de los dos. Lucca observó a Theo confundido, hacía mucho que no había ido a uno de esos festivales, no sabía que estaba pasando, sin embargo todos los demás si. De un momento a otro algo se posicionó sobre su cabeza, el alzó la cabeza y había una clase de corana de un material moldeable pintada de dorado.
-¡Les presento a su rey!- gritó emocionado Wim- ¡Y su nombre es…! Disculpa, ¿tu nombre?- te susurró “discretamente”.
-¿Ah, el mío?...Soy Lucca- respondió aún confundido el azabache.
-¡Su querido rey del festival, Lucca!- El enésima vez la multitud se regocijó frente ellos. Lucca se sentía bastante raro, como avergonzado, no estaba acostumbrado a tanto trato, el siempre fue callado y distante, y que de la nada todo un pueblo lo esté festejando es realmente inquietante.
-¿Estás bien?- Le preguntó Theo en un susurro, éste lo miró unos segundos antes de volver a mirar a la multitud.
-Esto es algo nuevo para mi. Es extraño...- se limitó a responder el capitán acomodándose la corona sobre su cabeza. Cuando se dió cuenta, el gitano lo jaló ligeramente del brazo para hacerlo agacharse un poco y así poder alcanzar su mejilla con sus labios, tal como la noche anterior. Ante la acción tan repentina del gitano, a Benjamín le ardió la sangre por unos cuantos segundos, odiando intensamente al capitán, por ser él quien reciba un beso de esos delgados labios.
Lucca se quedó algo atónito por el repentino acto del gitano otra vez, quien sonrió con superioridad por recibir esa ingenua mirada de parte del mayor.
-¿Te sientes mejor?- preguntó de nueva cuenta el castaño aún colgado de su brazo con bastante confianza.
-Supongo que sí…- respondió con una ligera sonrisa, se sostuvieron la mirada por unos segundos aún sonriendose ligeramente el uno al otro, pero, algo les borró la sonrisa tan rápido como vino.
-¡Arrestenlo!- gritó repentinamente Benjamín- ¡Él trata de seducir a un caballero de la corte! ¡Completamente Inaceptable! ¡Debe morir, ahora!- ordenaba Benjamín casi como si estuviera teniendo una rabieta mientras apuntaba a Theo con un dedo, este se tensó cuando vio como los demás caballeros comenzaron a correr en su dirección, Benjamín se dejó caer nuevamente sobre el trono improvisado sobándose la sien izquierda con una mano, él solamente quería tener frente a él a ese gitano “insolente” y decirle unas cuantas cosas no muy amables. Las personas comenzaron a alborotarse y correr de un lado a otro sin entender completamente que estaba pasando realmente.
-Mierda…- Theo se alejó rápidamente de Lucca escondiéndose detrás del escenario, cambiándose en un abrir y cerrar de ojos en la ropa que solía usar siempre, tal vez teniendo uno que otro truco oculto bajo la manda para cambiarse así de rápido. Comenzó a correr esquivando cada posible ataque de los demás guardias con una gran sonrisa en su rostro, completamente entretenido, haciendo que se tropezaran y que chocaran entre ellos, rompiendo cosas, tirandolas y hechandoselas encima. Theo era un chico realmente astuto, y eso aumentaba las ganas de Lucca de tenerlo para el sólo.
Lucca no tuvo más opción que ayudar en la búsqueda del gitano fugitivo, aunque no hacía gran cosa, cuando le daban la oportunidad, saboteaba el plan para retrasar la persecución y que el gitano pudiera escapar, siendo lo más precavido posible.
Ese día había terminado muy diferente a lo que cualquier de los habitantes hubiera previsto.
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