Me senté junto a ellos y bebí de mi cerveza. Fruncí un tanto el ceño, esta marca no me gustaba, igualmente bebí otro trago.
—Hey, Tsukki...—mi nombre fue pronunciado por Bokuto quien parecía a punto de vomitar—No vayas a beber mucho porque sino...—soltó un hipido y luego río—porque...
—Porque terminarás como él—intervino Akaashi aún con su primera cerveza en la mano.
—¡Akaaashii!—Bokuto alargó el nombre del pelinegro, pronunciándolo de una forma extraña; éste se limitó a ignorarlo.
—Tsukishima, ¿que dijeron al final los chicos?—preguntó.
—Por lo que hablé con Kuroo están en camino, y ya sabes, se retrasaron debido a "eso"—dije con burla, aunque por dentro algo se revolvió.
—Nunca pensé que al empezar a salir con Kenma, Kuroo se volviera así—Akaashi se apoyó en el sillón del bar y río un poco.
—Kuroo siempre fue pervertido—acoté, mirando de reojo a Bokuto que se encontraba acostado sobre la mesa y con un hilo de saliva bajando por la comisura de su labio.
—Sí, pero con Kenma él es diferente, como si pudiera sacar al verdadero Kuroo—Akaashi miró hacia la puerta del bar, al voltear comprobé que los esperados venían hacia nosotros, con sus manos entrelazadas.
—Puede que tengas razón—dije en un susurro, el pelinegro pareció no escucharme.
Cuando se sentaron en la mesa, burlándose de un desastroso Bokuto, no pude evitar estar consciente de la cercanía de ambos.
Era un poco doloroso verlos juntos.
—¿Cómo va la universidad?—me preguntó Kenma calmadamente.
—Bien, un poco difícil por los exámenes.
—Suerte con eso—dijo Kuroo levantando su botella de cerveza. Le sonreí muy ligeramente.
Era doloroso porque antes yo había sido quien se acurrucaba en sus brazos y estaba día a día con él, aunque ninguno de los presentes sabía de esa relación que mantuve con Kuroo.
Él dijo que quería que fuese una sorpresa, que quería que nuestra relación se fortaleciese.
Aunque eso nunca pasó.
Nos quedamos estancados en una relación sin frutos, y ambos lo sabíamos... cuatro meses no son suficientes para conocer a una persona, para amarla.
Así que cuando lo vi besarse con Kenma, como él me besaba a mí, no fue tan catastrófico.
Mi mundo no se derrumbó, porque nosotros nunca funcionamos.
—Felicidades—había dicho esa vez, Kenma me sonrió sonrojado y Kuroo me miró molesto.
No tenías que poner esa cara, yo sabía que era una molestia.
Luego fue como borrón y cuenta nueva, Kuroo no volvió a besarme, no volvió a venir a mi casa de improviso y más importante que todo, nunca vino a disculparse.
Lo entendí, por eso seguimos como si nada y volvimos a ser amigos, conocidos más bien.
—¿Sigues soltero?—Kuroo me miró mientras se metía una botana en la boca.
—Sí...—Akaashi me dirigió una mirada de: "no te preocupes, tu momento aún no llega" y estuve a punto de reírme en su cara, pero no lo hice.
—Ya encontrarás a alguien que en verdad te ame—la mirada cómplice de Kuroo fue la gota que derramó el vaso.
Fue ese pequeño pedacito que siempre trataba de ignorar lo que desmoronó mi barrera.
—Estoy esperando por esa persona—dije susurrante, sentí una lágrima recorrer mi mejilla y caer en mi camisa.
El hecho de que Kuroo nunca me amó y que sólo fui un suplente. Dolía pensar en eso y no poder avanzar.
Sonreí amargamente.