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All pink, it's a secret por NamuHee

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Notas del capitulo:

No había escrito nunca de los nuncas un lemon tan extenso por lo cual... ahm, sí, puede que no sea tan bueno, pero como sea, gracias a quien sea que se pase a leer esto, perdonar si hay errores gramaticales ;; 

All Pink, it’s a secret


Revisó por enésima su móvil observando todos los mensajes que recibía, soltando un sonoro resoplido decidió poner en silencio el aparato para guardarlo en uno de sus bolsillos mientras subía las escaleras rumbo a su departamento. Ser representante del grupo y además miembro del consejo estudiantil solía ser muy cansado, más por las juntas imprevistas a la cual era convocado en fin de semana, exactamente a las siete de la mañana. No le gustaba, pero había terminado ahí por varios motivos, no era como si pudiera dejarlo tan fácilmente, además de que se había visto comprometido con el grupo en general.


Se pasó las manos por el cabello desordenándolo, haciendo lo mejor para despejar su mente y por fin llegar a su departamento a descansar un poco después de una semana completamente atareada. Rebuscó entre sus bolsillos las llaves hasta el sonido metálico logró llamar su atención, sujetó el objeto entre sus manos para sacarlo y soltar un largo suspiro de alivio. Viéndose frente a la puerta de su “hogar, dulce hogar” introdujo la llave en la cerradura para después abrir por completo el cerrojo y entrar al lugar.


En la entrada, dejó caer la mochila al mismo tiempo que se deshacía de los zapatos y la ropa aparatosa que llevaba ese día, pues el clima no resultaba muy favorable para estar descubierto. Se masajeó el cuello y se movió a lo largo del pasillo de madera para dirigirse a su habitación cuando trastabilló terminando por quedar tendido en el suelo, se quejó adolorido incorporándose en el suelo mismo para llevar la mirada hasta el objeto que había causado su caída. Con los ojos en blanco notó la característica tela de la camisa de su compañero de departamento. ¿Por qué no le sorprendía? Lee Sungyeol, tu desorden terminará por matarme. Pensó con desdén a la vez que se estiraba para tomar entre sus manos la tela y lanzarla hacia el sillón. Rodó los ojos negando levemente mientras se levantaba con dificultad. Dio pequeños golpecitos a su espalda recorriendo lo que faltaba del pasillo hasta llegar a su habitación. Sonrió para sí mientras abría el cerrojo; entró con los hombros caídos y una sonrisa que reflejaba el completo cansancio que en esos momentos llevaba consigo. Sin molestarse por cerrar la puerta, se apresuró a ir a su cama para dejarse caer e inmediatamente verse envuelto en el mundo de los sueños.


.


Kim Sunggyu llevaba una vida un tanto activa, como miembro del consejo estudiantil, representante de grupo, el chico listo de la clase que estudiaba Leyes, siempre era de esperar que se encontrara en cada una de las reuniones escolares, eventos y demás. Era un joven introvertido que se había visto en la posición de representante por el simple hecho de una mención de una persona cualquiera, cuando en el grupo realmente nadie estaba interesado en ese puesto que requería tanto trabajo además de la responsabilidad que conllevaba, pero aun así se las había ingeniado para que no se viera con el estrés innecesario.


A pesar de ser (por apariencia) introvertido, tímido y demás, había logrado llamar la atención de uno de los chicos populares, Nam Woohyun (su novio recurrente), con tan solo un año menor había sido encantado con las habilidades del muchacho. Sunggyu no se quejaba, Woohyun realmente le gustaba, podría inclusive decir que lo tenía (casi) completamente loco, pero también existía ésta persona (muy molesta) que a pesar de todo le causaba un extraño revoloteo en el estómago, aquel que jamás sería capaz de aceptar por completo.


¿Quién era?


Lee Sungyeol, su compañero de departamento, el muchacho parecía ser todo lo contrario, con una actitud muy libre, poco centrada además de la extravagancia (cuando lo conoció su cabello era color oscuro, mientras que en esos momentos poseía un intenso color cereza, y para qué mentir, no le quedaba nada mal), solía llevar tanto señoritas como jóvenes al departamento, provocando grandes discusiones con Sunggyu, pero él le perdonaba una y otra vez (sintiéndose completamente inútil por realmente no tener ni una pizca de autoridad convincente).


Quizás era esa intensa mirada que le daba cuando a veces lo encontraba en el sillón, cuando llegaba de alguna reunión, o cuando preparaba la cena para ambos y el muchacho se sentaba en la mesa con el rostro posado en sus manos, observando cada uno de sus movimientos. Era una extraña relación y había veces en que lo odiaba, pero se toleraban sorprendentemente. 


.


Despertó con la sensación de somnolencia todavía en su ser y se removió en su lugar sin tener ganas de levantarse por completo, a pesar de que necesitaba tomar un baño para después comer algo, aunque al girarse pudo sentir algo cálido rodeándole por la cintura. Soltó un suspiro entre abriendo los ojos para encontrarse con el rostro apacible del pelirrojo. Observó sus facciones por un largo momento antes de arrugar la nariz alzando una mano y plantándola por completo en el rostro del contrario, empujándolo levemente.


—Sungyeol —gruñó alejándole más haciendo que el muchacho riera antes de abrir los ojos y mirarle con burla. —¿Qué haces? Pensé que ya habíamos hablado de meterte en mi habitación sin permiso —susurró reprendiéndole con la voz ronca mientras se  incorporaba ligeramente en la cama, sin hacer intentos por quitar el brazo del contrario de su regazo.  


—Dejaste la puerta abierta, no pude resistir —murmuró burlesco alzando su brazo para halarle, queriendo tumbarlo nuevamente en la cama. Sunggyu se removió, esta vez poniendo resistencia.


—Aish —volvió a empujarle para escapar de entre sus brazos y saltar de la cama estirándose. Sungyeol se giró sobre la cama, quedando de costado y colocó un brazo bajo su cabeza mirando al castaño moverse de aquí para allá en la habitación.


—Hoy llegaste temprano, no pasa de la 1 —señaló observando el reloj en la pared de la habitación.


—La junta terminó antes —dijo dándole la espalda caminando hacia el escritorio donde había colocado su móvil y observó la pequeña lucecita encenderse furiosamente. Mensajes y más mensajes. Se dijo con cansancio y un ligero deje de fastidio para mirar con curiosidad mal disimulada, sorprendiéndose de encontrar llamadas perdidas por parte de Woohyun y uno que otro mensaje. Sintió sus mejillas sonrosarse seguido de una sonrisa tímida mientras procedía a contestar moviendo sus dedos rápidamente sobre la pantalla, ignorando la mirada curiosa del pelirrojo sobre su persona.


Se había vuelto como una rutina, solía inmiscuirse dentro de la habitación del mayor, al principio era simplemente para molestarle, pero empezó a gustarle el dormir sintiendo el calor del otro (Sunggyu siempre tomaba siestas con la puerta abierta), pero bien, el castaño no podía saberlo de ninguna forma, seguiría convenciéndole de que era una simple broma para molestarle. Aunque siempre era él el que terminaba con la expresión de fastidio, los ojos en blanco, rodándolos con la simple imagen, el muchacho sonriendo tiernamente a la pantalla, con los ojos brillantes. Ew.


—Sabes, esa expresión tuya es muy desagradable —dijo con un deje venenoso observando al otro fruncir el ceño y dirigirlo a su persona. Sunggyu entrecerró los ojos para después rodarlos sacudiendo la cabeza y el pelirrojo soltó una leve risa ante la reacción indiferente del otro.


—No me importa lo que pienses tú, ah, creo que saldré —le dijo colocando el móvil en el escritorio no queriendo que la sonrisilla que se asomaba traviesamente por sus labios se notara demasiado. Argh, qué afortunado era Nam Woohyun. —No toques mis cosas —mandó la reprimenda mientras salía rumbo al baño. La misma frase siempre. Soltó una risilla y se levantó de la cama para andar hasta la pequeña sala y dejarse caer en el sillón, escuchando el agua de la regadera correr. Estiró los brazos en el respaldo con una expresión seria observando de reojo el reloj. Probablemente el castaño estaría la mayor parte del día fuera por lo que le facilitaba las cosas. Una sonrisa gatuna se posó en sus facciones, qué suerte que era fin de semana.


Luego de veinte minutos el castaño ya estaba listo para pasar toda la tarde con Woohyun, se sentía emocionado y muy nervioso, como la mayoría de las veces. Caminó por el pasillo que daba a la puerta sin notar al pelirrojo en el sillón.


—Adiós —mencionó el otro sobresaltándole. Giró un poco la cabeza desde la puerta, con la mano en la perilla y sonrió a Sungyeol.


—No hagas desorden —susurró con sutileza para abrir la puerta y con la misma sutileza que se había notado en su tono de voz, cerró la puerta.


Sungyeol se mordió el labio inferior para tomar un cojín y hundir su rostro en él ahogando el gemido frustrado. Odiaba tanto a Nam Woohyun, siempre provocaba las reacciones más deliciosas en el castaño. Aventó lo más lejos que pudo el cojín bufando antes de sacudir la cabeza para despejarse y sonreír para sí. Se levantó del asiento yendo a su habitación, que estaba cruzando la de Sunggyu.


Hizo unas cuantas llamadas antes de ponerse de acuerdo a una hora específica para salir del departamento.


.


—¿Por qué la quieres? —preguntó el muchacho al instante en el cual el pelirrojo había cruzado el umbral de la puerta haciendo que detuviese sus movimientos. Giró sobre sus talones hacia el otro.


—Sólo es un pequeño favor, anda, anda —juntó sus manos moviéndolas adelante-atrás frente al delicado muchacho. El chico alzó una ceja sospechando del pelirrojo.


—¿Desde cuándo tienes interés en esto?


—¿Eh? No podría llamarse interés, es sólo un ¿experimento? —se excusó alzando ambas manos haciendo que el azabache frunciera el entrecejo. Le observó por un largo tiempo antes de suspirar por los ojos suplicantes que le ponía el otro.


—Ugh, si termina con alguna sustancia extraña encima mejor no la devuelvas —dijo con desdén mientras rebuscaba entre sus cosas y le tendía una pequeña bolsa, a lo que sonriente el pelirrojo simplemente negó furiosamente.


—Qué poco me conoces, Sungjong, no sería capaz de tal cosa —esa sola frase provocó que un escalofrío recorriera la espalda del mencionado. Haciendo una expresión de asco agitó las manos empujando al otro para que se fuera del lugar.


—Sabes, mejor no la traigas de vuelta, nada, absolutamente nada —con una limpia carcajada, el pelirrojo se despidió.


.


Estaba oscureciendo cuando por fin regresó al departamento encontrándose con las luces completamente apagadas. Probablemente Sungyeol también había salido. Le restó importancia cuando entró en el lugar, quitándose los zapatos notó el calzado femenino en la puerta. Se extrañó, en un principio el pelirrojo solía llevar gente desconocida para su persona, pero esos encuentros habían disminuido paulatinamente por lo que una presencia femenina en el departamento le resultaría muy incómoda.


Caminó silenciosamente hasta llegar a la cocina donde era el único lugar completamente  iluminado del departamento y la figura que ahí se encontraba llamó su atención sin poder evitarlo. Parpadeó observando la espalda del contrario… ¿contraria? Para ser una chica le resultaba sumamente alta; ladeó la cabeza entre abriendo los labios para cuestionar cuando “ella” habló, arruinando sus intentos por decir algo.


—Llegaste antes de lo que creí —susurró la “chica” girándose por completo haciendo que el castaño, sobresaltándose, abriera desmesuradamente los ojos. Frente a él se encontraba Lee Sungyeol con una falda de tablones color rosa pastel, una camisa blanca de manga larga formal, más una corbata a cuadros que combinaba con la parte inferior; sus piernas estaban cubiertas por unas calcetas de color blanco que llegaban justo debajo de sus rodillas, y para adornar todo, una larga peluca castaña con flequillo. Ante la visión sintió sus mejillas colorearse.


¿Qué?


—¿Qu-Qué haces vestido así? —tartamudeó para el deleite del otro, quien se acercó haciendo un leve compás, moviendo los tablones de la falda para un lado y otro. Sunggyu dio un paso hacia atrás, al mismo tiempo que Sungyeol, peligrosamente, se acercaba. Notó el lipstick de color rojizo, del mismo color que su cabello debajo de la peluca, brillando con intensidad a pesar de la poca luz que había.


—¿No se me ve bien? —agitó su falso cabello y murmuró observando fascinado del otro que con los ojos le revisaba pasmado arriba-abajo, nunca había recibido tanta atención, podría sonrojarse, pero al parecer era el castaño quien tenía las mejillas rojas como tomates.  


—Tienes unos extraños fetiches —su voz salió en un pequeño hilo como si fuere a quebrarse en cualquier momento. Alzó la vista hacia Sungyeol y movió las cejas restándole importancia. Desvió rápidamente la mirada para girarse y prácticamente huir rumbo a su habitación, dejando al pelirrojo con las manos extendidas en el aire. Sungyeol bufó con brazos cruzados mientras abultaba los labios, observando la puerta del muchacho antes de que lentamente una sonrisa maliciosa comenzara a aparecer en sus facciones. Había sido una reacción no tan prevista. De alguna forma le había gustado al muchacho, no sabía bien cómo, pero definitivamente podría lograr lo que quisiera. Se pasó la lengua por los labios, humedeciéndolos.


Kim Sunggyu, esta noche serás mío.


Después de largos minutos, el castaño salió de su habitación con su pijama para dirigirse a la cocina y comer algo simple. Caminó por el pasillo rascándose levemente la cabeza para soltar un bostezo, frunciendo el entrecejo al verse en oscuras. Al llegar al final estiró su mano para posarla sobre el apagador.


—Al menos pudiste encender las luces… —comenzó prácticamente olvidando la condición del otro hasta que observó al pelirrojo en el sillón por un momento, silenciándose, antes de soltar un alarmado. —¡¿Sigues con eso puesto?!


—¡Hey! Si me veo tan bien en él por qué he de quitármelo —mencionó moviendo su cabello una vez más. —Además, es cómoda la falda —susurró jugando con la orilla de la tela ganándose una expresión asqueada por parte del castaño. 


—Ugh —fue lo único a lo cual se limitó a decir negando repetidas veces, esquivando la mirada del pelirrojo. Con movimientos erráticos se dirigió a la cocina tratando de bajar el calor que se aglomeraba furiosamente en sus mejillas.


Dios, es tan lento. Se dijo con una sonrisa pícara escuchando al muchacho moverse por toda la cocina.


Se levantó con pereza del sillón para caminar rumbo a la cocina donde el mayor, poniéndose en la punta de los pies, intentaba sacar de la alacena lo que parecían ser tazones. ¿Comería cereal? Tal vez había comido demasiado durante la tarde. Soltó una risa antes acercarse hasta el castaño, notando las dificultades que tenía el otro para tomar los platos. Se colocó detrás de Sunggyu, y este dejó de intentar tomar los objetos; con un simple movimiento, Sungyeol tomó ambos tazones y los posó frente al castaño, encerrándolo entre sus brazos. Desde su posición podía notar las orejas rojas del chico. Se mordió el labio inferior para impedir que la risa saliera para no incomodar, aún más, al otro. Se inclinó dejando caer su peso ligeramente sobre el castaño recargando la barbilla en su coronilla, provocando que Sunggyu se encogiera en su lugar.


—Sabes —comenzó. —Quería pasar un buen rato, pero nadie quiso, no les gustó el atuendo. ¿Y a ti? ¿Te gustó? —murmuró envolviendo por completo al castaño entre sus brazos, recargando su pecho en la espalda contraria. Su ronca voz resonó en los oídos del castaño haciéndole temblar. Sonrió con fingida somnolencia separándose del otro bajando las manos hasta su cadera, haciéndole respingar. —Podríamos jugar también —le haló apegando su parte trasera a su persona. Un jadeo entrecortado salió de entre los labios del mayor, al mismo tiempo que posaba sus temblorosas manos sobre las del chico más alto.


—S-Sungyeol, b-basta —giró su rostro observando suplicante al otro. El mencionado se inclinó quedando a centímetros de su rostro, haciendo que Sunggyu girara nuevamente el rostro.


—Sólo dime si te gustó mi atuendo —susurró sobre su oído. El cálido aliento provocó más que el pulso del castaño se viera disparado y sus mejillas se tornaran de color carmín.


—S-Sí, y-ya s-suéltame —forcejeó ligeramente sin mucho éxito, pues el pelirrojo besó con suavidad su barbilla haciendo que cerrase los ojos ante el contacto y sus movimientos se viesen detenidos.


Tentativamente bajó su mano hasta llegar a la parte íntima del castaño posando la palma por completo en esa área, ganándose un pequeño gritillo de sorpresa ante el repentino movimiento. Sintió cómo una de las manos del castaño se cerraba con fuerza sobre la propia, mientras la otra intentaba alejarle de la zona baja.


—Hagamos algo —alzó su mano izquierda hasta llegar a la barbilla de Sunggyu, girándole para que le mirara. Sonrió de medio lado ante la mirada nublada que presentaba el otro. —Será divertido —susurró sobre sus labios moviendo suavemente sus caderas frotándose ante el contrario. Sunggyu gimió dulcemente provocando que el pelirrojo pasara a devorarle la boca sin resistirse ante la tentación que era el castaño.


Le besó con fuerza y pasión, abriendo los labios, pasando su lengua sobre los contrarios, provocando que estos se abrieran tímidamente dándole paso a su húmedo músculo, sin oponer mucha resistencia porque sabía que en el fondo el castaño se sentía igual de frustrado que él. Se separó ligeramente besando repetidas veces sus labios soltando pequeños “dios, sabes tan dulce” entre cada beso provocando ligeras quejas y gemiditos apagados por parte del castaño. Se giró entre los besos para ser él quien se encontrara contra la encimera de la cocina, atrayendo al otro con sus manos posadas en su trasero. Movió las caderas una vez más, adorando la fricción que se provocaba, recorriendo su cuerpo con esa deliciosa corriente eléctrica. Sunggyu gimió separándose para echar la cabeza hacia atrás. Gruñendo guturalmente, Sungyeol quiso acercarle más, si es que se podía, dando besos mariposa sobre su manzana de Adán.


—Sabes, no tengo ropa interior —murmuró burlón sobre la piel del otro y  Sunggyu le regaló una pequeña sonrisa antes de posar sus brazos alrededor de su cuello, moviendo por su parte, también sus caderas, acompañando los movimientos cuidadosos.  


—Eres un sucio, ngh —Sungyeol rio dando un apretón juguetón a los glúteos del otro, haciendo que gimiera, amortiguando el sonido con su boca. Después de varios minutos en la ferviente sesión de besos apasionados, Sunggyu se separó tembloroso del cuerpo del pelirrojo, sintiendo como si su cabeza fuera a explotar por el calor que le recorría.


Estaba mal, completamente mal lo que estaba haciendo pero el muchacho alto le parecía tan terriblemente atractivo (además de que esos besos le habían quitado completamente el aliento porque ¡demonios, él sabía lo que era besar!) que detenerse en esos momentos le parecía imposible. Tragó saliva con dificultad sintiendo su corazón latir desbocado. No me arrepiento de nada. Entreabrió los labios, asomando tímidamente su lengua, haciendo una especie de invitación y el pelirrojo sonrió antes de volver a besarle con fuerza. Se convirtió pronto en un beso el cual se veía provisto de lengua y dientes, salvaje, con Sungyeol apresando su labio inferior entre sus dientes.


El calor que emanaba del cuerpo del pelirrojo le envolvía deliciosamente enciendo sus instintos, nublando sus sentidos; su loción inundaba sus fosas nasales, provocándole espasmos, ese olor tan masculino que le resultaba excitante, cómo resistir. Se separó una vez más, esta vez por la falta de oxígeno, notando el obsceno hilo de saliva separarles hasta que éste se rompía, recorriendo su barbilla con lentitud.


Observó por un largo tiempo al pelirrojo jadeante, notando que el labial que éste se había colocado, estaba completamente esfumado, probablemente todo se encontraba en su rostro en ese momento, pero poco le importaba con esta lujuria que le ahogaba. Lentamente arrastró las manos hasta los anchos hombros del contrario y pasarlos hasta su pecho con una tímida lentitud provocando una ronca risa en el pelirrojo. Se mordió el labio inferior notando cómo la hombría del otro se oprimía sin censura sobre su propia incomodidad. Soltó un pequeño jadeo para separarse por completo, con mucha dificultad, del otro empujándolo por el pecho.


Se sentía mareado y le gustaba esa sensación de poca presencia, definitivamente los besos de Sungyeol tenían una especie de efecto sedante en su persona, y la verdad, no podía desagradarle ni un poco.


—¿Gyu? —escuchó al pelirrojo notando la preocupación en su voz, quizá pensando que ya había cambiado de opinión y quería poner un alto en ese mismo instante. Le sonrió inclinándose para depositar un pequeño beso sobre sus labios. Alejándose de nuevo, se pasó la lengua por los labios. Observó al muchacho por un momento con una expresión adormilada antes de que con lentitud pusiera peso sobre sus piernas, bajando hasta llegar a quedar en cuclillas para la sorpresa del más alto. Sungyeol tragó con fuerza agitándose.


—Hey, hey, no tienes que presionarte —le detuvo, posando las manos en su barbilla, para hacer que alzase la cabeza. Recibió una pequeña sonrisilla de ese rostro completamente sonrojado y no pudo evitar estremecerse. Tan adorable.


—Quiero hacerlo —murmuró seguro de sí mismo, alejando delicadamente las manos de su rostro bajando la mirada hasta la terrible incomodidad creciente que se formaba en la falda color pastel del muchacho. No pudo evitar soltar un suspiro combinado con el susurro de un gemido posando ambas manos sobre los muslos del pelirrojo, se inclinó dejando un beso húmedo sobre la delgada tela.


Recorrió con sus manos los muslos del muchacho haciéndole jadear por el contacto hasta que sus manos se colaron en la prenda, sorprendiéndose de encontrar, efectivamente, ni un rastro de ropa interior. Completamente indecente. Se dijo alzando la tela. Observó como el miembro se erguía con tanto orgullo, y pudo verse babear inconscientemente ante la vista. El único indecente inmoral soy yo. Se reprochó sin realmente tomarlo en serio, dejando que esa voz se ocultara en lo recóndito de su cabeza, al menos por ese momento mientras paseaba sus manos por el miembro del muchacho, en un delicado roce, moviéndolas arriba-abajo. Apretando la punta dio ligeros lengüetazos, como si en esos momentos tuviera vergüenza de lo que estaba haciendo, sintiendo la desesperación del pelirrojo. Se deleitó con los sonidos guturales que el otro soltaba además de su nombre dicho en un jadeo. Le gustaba la forma en que su nombre sonaba, de esa forma tan erótica.  Pasándose la lengua por los labios una vez más, sonrió para sí mientras introducía lentamente el órgano caliente del muchacho en su cavidad bucal arrancándole más de un ronco gemido.


Hubo un momento en el que Sunggyu hundió la cabeza, haciendo que la punta del miembro del pelirrojo tocase su garganta provocándole soltar un gemido, que envió vibraciones a lo largo del órgano del muchacho.


Hyung —soltó por fin el otro, provocando que un espasmo recorriera al mencionado, pues el menor, tal vez por rebeldía, nunca le había llamado así, ni siquiera por accidente y había sonado de una manera tan erótica que sentía la necesidad de rodar los ojos dejándose llevar por la exquisita sensación.


Sungyeol alejó una mano de la encimera para hundirla en los tersos cabellos castaños. Le haló, sacando su miembro viril de la cavidad del otro. Gruñó por lo bajo ante el sonido que provocó alejarlo. Lo mantuvo así, en la intemperie, temblando debido al cambio de temperatura, de haberlo tenido en aquel caliente y húmedo espacio para sacarlo. Observó al mayor alternar la mirada entre sus ojos y su parte inferior, manteniéndose con los labios entre abiertos, esperando más, tal vez. Se mordió el labio inferior haciendo un poco más de presión en el agarre, afirmándolo, provocando que el castaño soltase un quejido quedo, más parecido a un gemido y sonrió de medio lado. Decidió entonces, separarse ligeramente de la encimera y con su mano libre tomar la base de su miembro, acercándolo al muchacho sin entrar de nuevo a su cavidad. Dio ligeros toquecitos en su labio inferior, recorriéndolo de forma provocadora, arrancando un jadeo del castaño, quien hambriento, jadeante, abría la boca y sacaba la lengua esperando a que fuese introducido de nuevo.


Quería que le maltratara, que se aventurara a embestir con violencia su boca pero sabía que el pelirrojo realmente no era del tipo sádico. "Sólo quiero que violes mi boca". OK. Eso no sonaba nada, NADA bien. No podía decirlo, mucho menos cuando la mirada cargada de deseo del otro también contenía un sentimiento, algo que no podía describir con palabras pero lo tenía muy presente cada vez que le miraba. Sintió ahogarse en su propia saliva y reclamó con la mirada la necesidad de volver a probar al otro. El agarre en su cabello pareció aflojarse, por lo cual lo tomó como una señal de poder continuar. Se volvió a inclinar, introduciendo al otro, una vez más, en su boca. Ngh. Gimió con satisfacción moviendo la cabeza lentamente, comenzando con un ritmo muy tranquilo. Sí, así le gustaba. Pensar que podía tener la situación bajo control. Apretó entre sus manos la tela de la falda haciendo que sus nudillos se volvieran pálidos hasta que sacó el miembro de su boca observando los rastros de saliva y pre-semen bajar por lo largo. Remojó sus labios soltando la falda para apresar el miembro entre sus manos. Jadeó sobre el falo moviendo las manos, sin poder evitar cerrar los ojos y abrir la boca. Quería probarlo, definitivamente, pero de esta forma. Sonaba como un promiscuo y sucio pervertido, pero era algo que únicamente sería capaz de enseñarle a Sungyeol porque inclusive no había llegado tan lejos con Woohyun aunque todos pensaran que sí y más por la personalidad juguetona del rubio. Siguió restándole importancia mientras continuaba con su tarea esperando expectante a que el muchacho terminara en su rostro. El pelirrojo le observaba admirado. Una nueva faceta.


—Quién diría que el inocente de Kim Sunggyu se comportaría de esta manera a puerta cerrada—le provocó el otro con una voz cargada de deseo, lo que hizo que Sunggyu alzara la vista hacia el muchacho regalándole una pícara sonrisa. A pesar de las palabras, el mayor no detuvo su tarea bajando el ritmo sin romper el contacto visual. Se pasó la lengua por el labio superior antes de volver a atacar el apéndice frente suyo. Ante la vista, Sungyeol tuvo que sostener con fuerza el borde de la encimera para evitar terminar en la boca del muchacho ante el espectáculo que el otro le estaba dando, se deleitó con la imagen obscena de su miembro desaparecer en la boca del muchacho. Dios. Dejó caer su cabeza hacia atrás controlando las ansias por mover furiosamente sus caderas contra el muchacho. Sunggyu se separó con un ligero “plop” con una sonrisilla de completa satisfacción. Aumentó paulatinamente los movimientos de su muñeca llevando al pelirrojo al clímax que tanto había esperado. Sintió el líquido caliente salir disparado para caer en su rostro y una parte en sus labios entre-abiertos.


Sungyeol soltó un largo suspiro antes de llevar su mirada al castaño, le observó por un largo momento antes de estirar una de sus manos y pasarla por la mejilla del castaño. Recogió parte del líquido viscoso entre sus dedos para después introducir los mismos en la boca del mayor, quién, gustoso aceptó, recorriendo con su lengua los falanges. No pudo evitar gemir ronco por la sensación y se inclinó hacia el muchacho para besarle después de sacar sus dedos. Sunggyu correspondió gimiendo en su boca y alzando los brazos para rodearle el cuello con ellos. Quedó de cuclillas frente al castaño mientras con una mano en su nuca halaba del cabello al otro para separarles. Sunggyu soltó un quejido excitado mientras se dejaba hacer. Recorrió el labio inferior del otro con la lengua disfrutando de la respiración jadeante que éste soltaba.


Soltó el cabello de Sunggyu y por los hombros le empujó para que se recostara en el suelo. Nada cómodo pero en esos momentos no había tiempo ni de ir a la mesa. El castaño se sostuvo con sus ante brazos observando al muchacho acomodarse entre sus piernas. Le miró embelesado ante la, un poco extraña, y angelical vista que el pelirrojo le mostraba con esas ropas, a pesar de haberle hecho sexo oral hacía nada. Sungyeol le sonrió desde arriba colando sus manos bajo la camisa del pijama llegando hasta su pecho estrujando sus pectorales con las palmas, haciendo que el castaño arqueara la espalda y abriera un poco más las piernas. Delicioso. Se mordió el labio inferior antes de que con fuerza halara de la tela, haciendo que los botones salieran disparados por la habitación. Ante la brusca acción, Sunggyu no pudo evitar soltar un jadeo de sorpresa. A pesar de las femeninas ropas aquello se había visto tan varonil. Diablos, quiero tener sexo con él ya. Pensó con frustración sin despegar la mirada del menor.


El pelirrojo notó la mirada deseosa del mayor y no pudo evitar sonreír con autosuficiencia, estaba desesperado también, pero jugaría un poco con él para ver hasta qué punto podía aguantar. Aunque se le podía decir que también era un reto a su propia resistencia. Se inclinó sobre el muchacho para darle un fugaz beso en los labios y con sus manos quitar los rastros de semen que quedaban en la tersa piel. Lamió su pulgar y Sunggyu suprimió un gemido. Ambas manos recorrieron su torso con lentitud palpando los músculos tensarse ante el simple contacto. Se encaminó por el estómago del otro hasta llegar al elástico de los pantalones del pijama. Observó el bulto que ahí se formaba y una pequeña sonrisa comenzó a notarse en la comisura de sus labios. Quiso mantener la faceta seria posando una palma sobre el lugar haciendo que el castaño respingara en su lugar. Frotó lentamente escuchando los gemiditos que el mayor reprimía y no pudo evitar soltar un bufido sintiendo su pulso dispararse nuevamente y la adrenalina recorrerle. Me estoy excitando de nuevo. Se dijo mordiéndose el interior de la mejilla mientras continuaba con su acción.


Las piernas de Sunggyu temblaron por el contacto y sus brazos perdían la fuerza, sentía el hormigueo recorrer la parte inferior de su estomga, sintiendo la presión que sería liberada, pero se vio frustrado cueando el otro detuvo todo movimiento, haciéndole soltar un quejido ante el abandono. Alzó un poco la mirada hacia el otro, quien procedía a deshacerse de su camisa y corbata. Éste logró sentir su mirada y sonrió con la camisa a medio sacar para posar las manos en su cadera y restregarse ligeramente. El entrecortado gemido que salió de entre los labios del castaño mientras echaba la cabeza hacia atrás bastó para satisfacerle inmensamente.


Se vio libre de la prenda que cubría su torso y decidió que con eso bastaba, la falda estaba ahí por una razón. Golpeteó con su lengua la parte trasera de sus dientes antes de tomar las piernas del muchacho por el interior de sus rodillas y alzarlas levemente provocando que Sunggyu le mirara curioso. Soltó una pequeña risa deslizando las manos hasta llegar al elástico del pantalón y de un tirón deshacerse de él junto con la ropa interior, todo en un abrir y cerrar de ojos. Contempló al castaño hasta que este pudo sentirse cohibido por la hambrienta mirada e intentó cubrirse con las manos, obviamente sin mucho éxito.


—Ya no te queda mostrarte tímido, hyung —dijo una vez había tomado una de sus muñecas para alejar la mano del otro. Ya viene lo divertido. Pensó llevando una de sus manos nuevamente a la boca del contrario, como no tenía el lubricante consigo se las debía de arreglar de alguna forma. Embistió la cavidad del otro con sus dedos provocando gemidos apagados en el mencionado y su sonrisa se ensanchaba cada vez más. Al sentir que estaban lo suficientemente húmedos, decidió sacarlos para bajar con lentitud hasta la entrada del chico.


Las piernas de Sunggyu le rodeaban y tiritaban cada vez que se acercaba moviendo su dedo alrededor, de una forma juguetona, esperando que el otro por fin suplicara. Quería escuchar al muchacho pero su propia incomodidad parecía que apresuraba las cosas por lo que con lentitud se aseguró de introducir un digito, escuchando los jadeos entre cortados del castaño.


Un segundo acompañó al primero, esperando que el muchacho pudiera acostumbrarse a la intromisión antes de comenzar a moverlos dentro-afuera, abrir y cerrar, sintiendo al otro retorcerse cada vez que se acercaba a aquel lugar especial que le hacía ver estrellas. Cuando un tercer digito fue introducido se fascinó por la reacción explosiva que el castaño le mostró. Sunggyu dejó caer la espalda en el suelo sosteniendo con sus manos los brazos del pelirrojo por las sensaciones que los dedos dentro de su persona estaban provocando. Más, quiero más, los dedos no son suficientes. Se dijo frustrado sin poder soltar palabra alguna por los gemidos que escapaban de entre sus labios. Observó el rostro del contrario antes de sacar los dedos sonriendo por la reacción del castaño al sentirse vacío. Estiró su brazo para ponerlo a la altura del mayor alzando con la otra las caderas del chico. Sunggyu se notaba incómodo por la posición pero poco le importó cuando de una estocada logró penetrarle haciendo que la espalda del castaño se arqueara increíblemente. Más de dolor solo le envolvió el placer. Juraba que con que el pelirrojo se moviera un poco terminaría en pocos segundos llegando al orgasmo. Con las rodillas se apoyó para comenzar a moverse y colocó el otro brazo al costado de la cabeza del castaño, quien se sostuvo de ahí moviéndose por las embestidas gimiendo por cada movimiento.


Gruñó haciendo que el chico soltara sus brazos para incorporarse ligeramente y pasar las manos por debajo de las rodillas del muchacho. Doblando sus piernas comenzó el vaivén furioso y conciso, golpeteando una y otra vez la próstata del castaño. Sunggyu gemía, cubriendo su rostro con los brazos sintiendo que estaba a punto de desmayarse. Las sensaciones eran tantas que podía morir. Abrió los ojos y alejó los brazos de su rostro para ver al otro. Las hebras castañas de la peluca se movían al compás de las embestidas y alzó los brazos llamando la atención del pelirrojo. Hizo ademanes y el muchacho alzó una ceja.


—Qui-Quitatela —le dijo entrecortado, gimiendo con los brazos en el aire. Sungyeol rio y haciéndole caso, se deshizo de la peluca ganándose una sonrisa del castaño. Soltó sus piernas y prefirió agarrar sus brazos para halarle haciendo que el chico se sentara en su regazo para comenzar a moverlo arriba-abajo, con Sunggyu sosteniéndose en sus hombros gimiendo con fuerza. El sudor recorría su frente y su espalda dolía después de haber estado tendido en el suelo, pero poco le importaba, se sentía de maravilla. Bajó la mirada hacia el pelirrojo y lo atrajo en un húmedo beso. La sensación de cosquilleo que le recorría era algo completamente nueva y le agradaba demasiado. Envolvió con más fuerza al muchacho atrayéndole aún más cuando sintió aquel calor característico en la parte baja del estómago. Ugh. Esa sensación. Con un largo gemido terminó manchando el abdomen de ambos.


Después de varios segundos Sungyeol le siguió debido a que no pudo resistir la deliciosa manera en la cual las paredes cálidas del castaño le habían envuelto. Gimió obscenamente al sentir el calor del semen de Sungyeol llenarle en las entrañas. Completamente lleno. Ngh. El pelirrojo jadeó en busca de aire después del orgasmo observando al muchacho en su regazo completamente ido, con la cabeza baja en busca de aire. Alzó una ceja, una interesante idea había llegado a su mente. Sonrió y con una mano alzó por la barbilla la cabeza del castaño para besarle los labios con pereza. 


—Probemos algo más, ¿sí? —murmuró sobre sus labios y para su sorpresa Sunggyu únicamente asintió.


 


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—Por- Por qué tengo qu-que Ahh usarla y-yo Ngh —entre gemidos había dicho mientras se movía arriba-abajo sobre el cuerpo del pelirrojo haciéndole reír. Se sostenía con sus dedos entrelazados con los del menor, apretando ligeramente ante las sensaciones que le envolvían como espasmos.


—Porque definitivamente te ves más lindo con la falda que yo —murmuró malévolo sonriendo ante la vista del castaño con la falda color pastel sobre su persona y la corbata únicamente rodeando su cuello. La peluca mal puesta que se resbalaba cada vez que él se movía y los rastros del lipstick rojo que se encontraba en sus labios antes de comenzar todo.


Todo eso debía mantenerse como un secreto.


Un excitante y oscuro secreto. 


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