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MALOS ENTENDIDOS por reydelosPK2

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Notas del capitulo:

Primeramente mil disculpas, este capitule debía llamarse jueves. Pero al concluirlo y revisarlo, tuve que cambiar su nombre a: Después de ti.

Después de ti. I


El reloj marcaba las siete de la mañana.

Arreglo rápidamente su cabello. La idea era darse prisa y llegar temprano, pero: ¿cabello suelto? ¿Cabello recogido?. Ese era el dilema que demoro su partida.

-¡Abuela!-Grito entrando en pánico, se supone que ella diría las palabras de bienvenida. Era su deber estar presentable, presentable, despampanante. Debía dar la altura que exigía el honorable apellido Uchiha. 

Tan rápido como pudo Mikoto entro a la habitación de Sadara Uchiha, su nieta.

Al verla le dedico una dulce sonrisa pues comprendió de inmediato su dilema. La expresión de Sadara se mostraba  desesperada con una mano sujetando la mitad de sus cabellos en una cola de caballo y la otra mano arreglándose el flequillo de la mitad que tenía el cabello suelto.

-¡No me puedo decidir!- pidió su consejo en clara exclamación de súplica.

-Mmm…- mugió Mikoto acercándose a su nieta de solo 16 años- era una linda jovencita que despertaba la adultez y por ello se ponía en predicamentos que para muchos eran simples nimiedades, pero para Sadara era una catástrofe. Debía admitir que heredo algunas malas costumbres de Sasuke, su padre. El ser una persona detallista y desear alcanzar la perfección y dominio en las cosas pequeñas, casi llegaba a catalogarla como extraña. Pero eran esas cosas las que terminaban asombrándolos. Más de uno quedaba con la boca abierta la ver sus rarezas. Era difícil saber que responderle o qué hacer. Solo la miraban y la dejaban ser preguntándose en la posibilidad de la reencarnación o la posesión. Parecía que Sasuke jamas abandono esa habitación, esa casa… que nunca se fue y otros días parecía la histérica de Karin que no dejaba de quejarse por tono y nada.

-Déjame probar algo- sugirió Mikoto tomando algunos mechones de su larga cabellera negra.

-¡Esto es un desastre!- se lamentó- ¡Llegare tarde! ¡Llegare tarde!- lamentaba nuevamente casi al borde del llanto. Mikoto negó con la cabeza. Allí estaba la histérica de Karin.

-solo son las siete y diez. Entras al colegio a las ocho y media. Y llegar no te tomara más de diez minutos- Trato de calmarla sin mucho éxito.

-¡No lo comprendes abuela!-Se quejó- Debo verificar que esos idiotas no cometan errores. Que las sillas estén puestas, que ordenen adecuadamente a los profesores y los del comité en sus respectivos asientos.

-Se ve que este año empezaran con energía- Aludió Mikoto terminando de hacerle una media cola que dejaba sus flequillos adornando su cara sin convertirse en un estorbo para sus labores- ¿qué opinas?

Sadara miro su peinado. Sencillo, exacto. Sonrió

-¡Perfecto!-giro y le dio un beso en la mejilla para tomar su mochila y salir corriendo.

Mikoto agradeció que fuera de toda la histeria que heredó de su madre también heredara la clara melosidad. Sasuke nunca fue un chico que la abrazara o besara, siempre fue seria, pero Sadara no se limitaba en sus expresiones de afecto o rabia, era más sencillo saber que pasaba en la vida de la joven.

-¡Fugaku!- exclamo asustada  al ver a su abuelo parado en la puerta de salida. Rápidamente noto que su exclamación confirmaba lo que su abuelo sospechaba.

-¡ADONDE CREES QUE VAS!-Grito feroz Fugaku al ver a su nieta vestida con esas faltas cuyo largo era arriba de las rodillas.

Por supuesto que No ¡No! ¡No! Su nieta aún era una niña para vestir de esa manera. No dejaría que llamara la atención de esos maleantes que tenia de compañeros de clases. Su niña era eso: una niña dulce, inocente.

-¡Abuelo!-Le reprendió Sadara con más nerviosismo pues la hora pasaba y a este paso llegaría tarde- Es el largo que usan todas las chicas de mi colegio. No puedo vestir como moja en plena ceremonia. ¿Qué pensaran de mí?… ¡Me harán Bullyn!- dio su argumento

-No trate de enredarme con esas tonterías señorita. Vallase a poner su otra falda que usted es una dama hecha y derecha-concluyo Fugaku con la clara intención de no apartarse de la puerta a menos que su nieta se cambiara de falda- no iras a la escuela con esas fachas

Sadara rodo los ojos y de mala gana subió las escaleras. Allí miro suplicante a su abuela que le susurro:

“Cuando seas mayor de edad podrás vestir como tú quieras. Solo aguántalo una par de años más”

Vestida con esa falda que era 10 centímetros debajo de sus rodillas, esa camisa blanca y su corbata, Sadara hizo lo único que podía hacer y que hacia cada año: ponerse los lentes de descanso de su madre para completar su apariencia de nerd. Supuso que este año también sería la chica rara del colegio.

-¡CUANDO CUMPLA LA MAYORÍA DE EDAD ME LARGO!-Grito, su intención era clara: amenazar a su abuelo. Sin embargo Fugaku no se quedaba atrás.

-¡ESO YA LO VEREMOS!-en grito respondió a su nieta mientras Mikoto negaba con la cabeza

-Dijimos que le daríamos su espacio. No queras que la historia se repita- le recrimino- ella no es Sasuke. Ella es una chica fuerte y sana.

Fugaku guardo silencio y cerró los ojos. Era verdad. Esa niña no era Sasuke, era la hija de Sasuke. No era el diablillo, era la diablilla que tenía el valor de contestarle descaradamente cuando no estaba de acuerdo con sus demandas. Pero al final hacia caso.

Frente a su abuelo y bajo su aprobación Sadara se dispuso a abrir esa puerta y salir, pero a medio partir se detuvo y giro a darle un beso en la mejilla a su abuelo. El viejo podía ser un gruñón, pero no cambiaba que era su abuelo. El hombre que la llevaba a los parques en su infancia, el hombre que le compraba dulces y contaba cuentos… su abuelo… Su padre de crianza.

Regreso  a casa algo cansada y aburrida de buscar la perfección y encontrar tantas fallas en la organización de la ceremonia. Sus piernas se detuvieron al sentir ese extraño escalofrío cuando paso por la casa de los vecinos, los misteriosos Uzumaki. Nuevamente sentía la mirada penetrante de ese hombre.

El doctor Uzumaki, era sin duda un hombre extraño. Tenía unos ojos bonitos. De color azul cielo, y su rostro por lo general era animado, y según todos los del pueblo un hombre de carácter amable. Pero cuando lo veía ese hombre solo la miraba con esa expresión seria y fija. Como si buscara algo.

-¡Pedófilo!- murmuro y siguió su camino a casa. De verdad ese hombre la ponía nerviosa, pero ella no era ninguna cobarde. Después de todo ese hombre solo venia por tiempo breves y luego se marchaba al extranjero.

Naruto solo vio impresionado lo mucho que creció ese año Sadara. Ya era casi una adulta y eso le pesaba más.

Desde la muerte de Sasuke quiso mantenerse al margen de los Uchiha, pero por ironías de la vida o solo la melancolía regresaba a su pueblo de infancia y a su hogar para hallar la casa Uchiha reconstruida.

Sin duda eso fue un una bofetada a su persona. Era revivir todo lo que deseaba olvidar o solo dar por terminado. Pero no era fácil.

La tumba de Sasuke estaba en ese pueblo, la casa donde creció Sasuke fue reconstruida y los Uchiha regresaron a habitarla. El cuarto de Sasuke era lo único que era diferente. Ese cuarto que podía considerar un santuario estaba invadido por esa niña.

Fue imposible ignorarla con los años que pasaban. Era jodidamente parecida  a Sasuke. Y a veces cometía las mimas locuras que Sasuke o mejor dicho… locuras peores a las que Sasuke hacía.

Cuando Sadara Tenía cinco años se escapó de casa de los Uchiha a la casa de los Uzumaki. Sus padres como era costumbre comenzaron a viajar por el mundo  y como Naruto vino de visita y no los pillo, se puso a preparase algo de comer. Escucho ruidos en la segunda planta, pero supuso que fue solo su imaginación. Siguió con sus faenas.

-¡SADARA!-Gritaba Karin enfurecida- ¡Te dije que no podrías salir a jugar si no terminabas tu comida!

Naruto escucho los gritos de la mujer pero no hizo caso. Era mejor no meterse al agujero del cual deseaba salir.

-¡SADARA!-Seguía gritando Karin sin dar con la niña

Naruto escucho algo caerse en del segundo piso, eso ya no era su imaginación. Quizás fue su curiosidad o solo su intuición, pero entro a su cuarto y miro detalladamente el sitio. Su ventana estaba abierta su ropero cerrado siendo que él lo dejo abierto para meter su ropa. Abrió ese la puerta de ropero y la descubrió.

No pudo decir nada. Su corazón solo se detuvo al ver la viva imagen de Sasuke niño mirándolo fijamente y de la nada sacando de sus bolsillos algunos dulces que solía hacer Mikoto

-Te dare un dulce si no le dices a mi mama- dijo la niña y mil venitas se formaron en la frente de Naruto. Esto era un dejavu de las veces que Sasuke lo llevaba al lado oscuro para jugarle bromas a Itachi. No supo porque solo tomo a Sarada de la oreja y con sutileza y algo de rudeza la arrastro hasta la puerta

-Hay, hay, hay… Auch-Se quejaba Sadara- ¡Me va a arrancar al oreja señor!

-¡No entres a casa ajena!-Le gritaba- ¡Nunca más. Menos a la mía porque te juro que si te saco la oreja!.

Sadara solo miro como la histérica de su madre dejaba de gritar. Al contrario de la paliza o regaños que pensó llevaría, Karin solo quedo muda mirando fijamente a Naruto y Naruto le dio la espalda y cerro con fiereza la puerta de su morada.

Sarada dio un ligero salto ante el estruendo de la puerta y giro a verla asustada, para luego lanzarse contra la cintura de su madre y así sentirse protegida. Sadara por primera vez descubrió que no todas las personas son agradable. Existen las personas desagradables y tenebrosas como lo era ese hombre.

-Vamos a casa- dijo Karin y después por días guardo un largo silencio que termino en su partida.

Naruto desde su habitación podía ver la luz del cuarto de Sadara prendida y a la menor caminando dando vueltas por esa habitación atenta a cualquier inicio que indicara que su madre había vuelto pero ella nunca regreso.

Pese a sus intenciones de no involucrase con los Uchiha parecía que era una enmienda imposible. No podía dejar de estar atento a la vida de esa niña, o mejor dicho no lo dejaban estar fuera de la vida de esa niña. Tomo sus cosas se marcharía nuevamente, ya no deseaba estar más en ese pueblo. Pero después de un tiempo sabía que regresaría, siempre lo hacia

-¿Qué haces Sadara?-Pregunto Fugaku al mirarla ponerse el delantal

-Preparo la cena- dijo con tono molesto, era lo más obvio del mundo. Fugaku miro a Mikoto y esta le dedico otra de sus sonrisas sutiles. Itachi que venía de visita con su familia se miraron mutuamente sin saber que decir. Sadara era pésima cocinera, pero esto en vez de desanimarla la motivaba más y más a mejorar aunque los que terminaban pagando las consecuencias eran todos. Esa niña solo empeoraba en el arte de la cocina.

-Pa…-Dijo el hijo mayor de Itachi que tenía 28 años- ahora que recuerdo olvide revisar algunos expedientes debo regresar a la oficina

Itachi no era tonto y solo Jalo la corbata de su hijo

-La familia siempre debe estar unida- dijo y todos esperaron como presos su condena: La cena

Esa noche la familia la paso en el baño. Menos Sadara que estaba dieta y no cenaba.

-Tu…-Dijo el hijo menor de Itachi de 19 años- tú quieres envenenarnos a todos y quedarte con la herencia…- la acuso

-¡Exagerados!- se defendió Sadara pasándole el papel de baño y al ver su cara colorada supuso lo evidente- debo dejar de ponerle laxante a la comida- concluyo. Al parecer aun su familia no se daba cuenta que los días que ella pedía preparar la cena, eran los días que se la obligaba a ir en contra de sus planes y ese día la prohibición de su abuelo la saco de sus casillas. Pero bueno era su familia… no los mataría, solo… eran laxantes de ciruelo.

Camino por los pasillos de la residencia en dirección de su habitación. Pero como siempre se detuvo en la habitación que alguna vez ocupo su madre.

Bajo la mirada. Sintió pánico de entrar a ese cuarto, pero ya no era una niña, era casi un adulto y como adulto debía vencer sus miedos e inseguridades. Era una Uchiha y debía dar la talla. Abrió esa puerta y miro la habitación. Estaba tal cual su madre la dejo.

Una cama de dos plazas, dos roperos empotrados, un baño privado, un estudio… sin duda una amplia habitación. Según su abuelo esa fue la habitación de su tio Itachi. Era mucho más grande que la habitación de su padre y la razón de esto era que ellos solo planificaron tener un solo hijo. Pero los accidentes ocurren y las consecuencias también. Su padre Sasuke nació y gracias a ello ella existía.

Lentamente abrió los cajones y miro las ropas atrevidas que solía usar su madre comprendiendo porque su abuelo se irritaba al verla usar ropa que expusiera su feminidad. Quizás su abuelo temía que se pareciera a su madre.

Sobre el escritorio miro un  porta retrato. Lo tomo con delicadeza. Era una fotografía compuesta de recortes de otras fotografías. En ella su madre y Sadara en brazos. Al lado de Karin como un recorte su padre.

Sadara miro con más detenimiento la foto. La acaricio con sus dedos. Su padre… Sadara era casi su vivo retrato.

-¿Qué clase de persona eras papá?-Pregunto a la imagen. Según sus abuelos su padre murió en un incendio protegiendo a su madre y ella.

Sadara rio dudosa. Debía valorar la vida porque su padre dio su vida por ella. Supuso que sí. Pero ¿Por qué su madre ya no estaba con ella? Quizás la odiaba por la muerte prematura de su padre. Sacar a un bebe de una casa en llamas no debía ser cosa fácil.

El pensamiento de culpabilidad la estremeció y dejo él porta retrato. Para revisar más cosas que le dieran una perspectiva amplia de las razones por al cuales su madre la abandono.

Ropa. Álbumes de fotos… que trajeron a su memoria momentos graciosos del tio Suigetsu y su llegada como santa Claus cada navidad o año nuevo junto con su tía Hinata. Su madre se veía llena de vida… pero después de sus cinco años las fotografías mostraban  a su madre apagada. Y en ninguna foto la abrazaba como antes.

Se sentó en el suelo y pateo la silla. No era justo. Deseaba una razón. Una explicación.

Quizás fue cosa de suerte o coincidencia que descubrió que el piso de madera tenía unas tablas sueltas. Y las abrió. Allí pillo una libreta. La tomo y corrió a su habitación cerrando la puerta.

“Dejar de hablar es molesto.”

Sadara arqueo las cejas. No comprendía esa oración. Quizás si seguía leyendo… Es decir por leer la primera hoja no descubriría nada y segura estaba que algo escondía ese cuaderno, no creyó que lo ocultaran por regalada gana.

“De verdad eres molesto.

Yo jamas dije que quería hacer eso.

Prefiero el negro.

Es solo un tonto anillo.

Y si gano yo quiero que dejes de fastidiar por una semana. ¡Quiero privacidad!”

Sadara renegó. No comprendía nada de ese cuaderno, ninguna oración parecía tener información útil o conexión alguna entre oraciones.

“Si claro y yo nací ayer. Obvio que mientes. Obvio que esto comienza a apestar… deberías irte al extranjero y cumplir tus sueños de conocer el  mundo.

Pones cara de idiota cuando lloras. ¡Ya te dije que estoy bien!. He vivido todo lo que he querido y ahora tengo a Sadara”

Concluido de leer el cuaderno. Negó con la cabeza. No entendía nada. Era como respuestas, como la mitad de conversaciones.

¿De su madre?

¿Con quién?

Cuestiono temerosa. Ahora que analizaba la última frase: ahora tengo a Sadara… Estoy bien… he vivido todo lo que he querido.

Un foquito se prendió en su mente:

Quizás su madre no amaba a su padre y se casó por el dinero de los Uchiha. Quizás ese cuaderno era una forma de comunicarse con su amante… quizás… Su madre la abandono para marcharse con su amante.

Se dejó caer sobre su cama. Saber la verdad era algo dolorosa. Su padre murió salvando su vida, y su madre le valió un cacahuate, tenía un amante y al final se fue con su amante. Al final no supo ser madre y fue mujer.

Tomo el cuaderno entre sus manos y comenzó a destruirlo. La rabia la invadía y el deseo de venganza también. Pero a quienes odiaba no estaban allí. No los volvería a ver.

-¡Sadara!-Gritaba Fugaku pues era tarde para el colegio- ¡Llegaras tarde!- le recordó la hora a medida que subía a ver qué pasaba con su nieta. Raro era que  despertara tarde, más si era día de colegio. Ella siempre fue responsable y ambiciosa, deseaba ser la mejor alumna y tener un registro impecable para optar por alguna beca y demostrar que era una Uchiha.

Fugaku Toco la puerta de esa habitación, pero Sadara no respondía. La abrió suponiendo que estaría en el baño, o quizás se fue y él no la vio. Se sintió molesto, no se despidió. Miro la cama y descubrió un bulto. Y bajo este a Sadara dormida.

-Sadara- repuso con voz calmada pero seria. Ya eran más de las ocho.

-¿Abuelo?- dijo descubriendo a Fugaku mirándola seriamente. -no…- susurro Sadara levantándose de mala gana

-¡Es tarde!. ¡Casi las nueve!- repuso tratando de descubrir alguna expresión en su nieta, pero su seriedad fue la respuesta.

-Abuelo… Quiero cambiarme- índico para que la dejara sola. Fugaku asintió y salió del cuarto. Quizás eran esos días difíciles. Y odio que Mikoto se fuera con Itachi por un par de días.

Esas cosas eran cosas que solo las mujeres hablaban y él jamas comprendía nada.

Sadara camino en dirección de la escuela pero al llegar a la puerta simplemente no entro. Solo siguió caminado. Era extraño ver como el mundo de alguien cambia por culpa de sus padres. Ahora comprendía a esos chicos alocados y problemáticos cuyos padres estaban divorciados. No era por llamar la atención, no era solo por protesta. Era enfado, era impotencia, era tantas cosas y es que tantas cosas perdían su pilar. La familia era la base de la sociedad y si esta jama estuvo bien la sociedad tampoco estaría bien.

Sin saber ¿cómo? llego al cementerio.

-Papa… ¿Tu lo sabias?-Pregunto al aire según se acercaba a la tumba de su padre y descubrió que tenía rosas blancas frescas. Quizás su tio Itachi supuso.

Por el resto de la mañana se quedó mirando la tumba de su padre, analizando ¿qué hacer?, ¿cómo superaría esos sentimientos negativos?. Como volvería a ser la misma de antes. Quién demonios era Sadara… ya no estaba segura de nada. Solo quería que su padre estuviera vivo y la abrazara. Él si la amo. La amo tanto que dio su vida por salvarla.

-¡Por que no estas a mi lado!-Dijo arrodillándose y soltando lágrimas- ¿por qué mi mamá no me quiso…?- comenzó a quejarse

Naruto que terminaba de lavarse las manos después de poner esas rosas la vio de lejos. Quizás por curiosidad o por confundirla con una visión de Sasuke se acercó para verificar que no era Sasuke.

-¡Te necesito!- concluyo Sadara arañando la tierra. Mientras Naruto quedaba petrificado y empuñaba sus manos para no consolarla o decir algo. No era su problema. No debía ser su problema.

Cansada de llorar y lanzar preguntas que nadie respondería jamas Sadara solo  se levantó y decidió ir  a casa, pero al girar encontró al doctor Uzumaki mirándolo fijamente. Esos ojos azules se clavaban en los suyos y parecían hablar pero ella no era capaz de entender.

-¿Por qué no estás en el colegio?-Pregunto Naruto serio

-¡A usted que le importa!- paso por su lado y acelero el paso. De verdad ese hombre no le agradaba. No le agradaba que la mirara tan fijamente, que la tratase tan fríamente.

Grande fue la discusión con sus abuelos por su fuga del colegio, pero aun con toda la presión Sadara no explicaba el por qué fue al cementerio, el por qué se ausento al colegio, por que despertó tarde., porque estaba triste, porque les respondía tan descaradamente.

-Es una edad difícil-Dijo Mikoto a Fugaku

-Itachi nunca fue así. Sa…- callo a medio pronunciar su nombre- él tampoco fue así- concluyo y Mikoto volvía a acariciar su espalda- ella es distinta a Itachi o Sasuke. Es una niña, es hija de Karin… es lógico que sea algo rebelde… Además: Sasuke también era rebelde

Fugaku solo miraba a su esposa. Desde la muerte de Sasuke fugaku no se animaba a mencionar su nombre, pero Mikoto lo mencionaba con dulzura… Quizás era por la culpa o el miedo de volver a quebrarse. Sin duda la muerte de Sasuke fue muy dolorosa. Sin duda la muerte de un hijo es dolorosa, y muy difícil de rememorar.

Era cerca de media noche cuando Sadara se aventuró a volver a entrar a esa habitación. No dudo en  golpear cada centímetro del piso. Quizás de la misma forma encontraría más pistas sobre el amante de su madre o donde podía estar ella, así poder acabar el colegio y buscarle para sacarse toda la rabia que sentía dentro y menos preciarla.

-¡Bingo!-susurro al encontrar más guaridas secretas y más cuadernos.

Tomo cada uno de ellos que en total fueron 12.

La mayoría de los cuadernos seguían siendo conversaciones sin mucho sentido. Era alguien quejándose con el otro por diversas situaciones. Eran notas de alguien disculpándose con más continuidad según avanzaban en los cuadernos. Las notas de alguien que no comprendía como  la otra persona podía amarla con esa devoción, pese a tener una familia, pese a estar en esa condición. Pese a todos sus errores.

Sadara cerró el cuarto cuaderno y lo apretó contra sus manos.

-Se amaban…- repuso con molestia. Debía ser neutra y aceptar que en todos esos diálogos incompletos se notaba el amor incondicional de ese amante, y la incomprensión y la culpa de su madre por arrastrarlo a ese engaño.

“Te amo Naruto…”

Fue el último escrito en la tapa trasera del cuaderno. Sadara abría a más no poder sus ojos.

-¡No!. ¡Imposible!… quizás es otro Naruto- se dijo dudando que el doctor Uzumaki fuera el amante de su madre. Pues si fuera verdad su madre no escapo con su amante… quizás escapaba de su amante.

Bajo la cabeza y vagamente recordó que  antes que su madre la abandonara el señor Uzumaki la sacaba de su casa y se encontró con su madre histérica. Ambos guardaron silencio y después de unos días su madre se fue.

Pero eso no era todo. De la nada recordaba los álbumes de fotografías de sus abuelos y allí estaban varias fotos de su padre en compañía  de Naruto. Según sus abuelos fueron amigos de infancia.

-¡Por los cielos, las estrellas y el mismo universo…!- exclamo deduciendo la razón de esas comunicaciones extrañas. El por qué esos cuádrenos estaban escondido: su madre engañaba a su padre con su mejor amigo- ¡Doble traición!- dijo furiosa- quizás por eso se fue… la culpa fue mucha…- excuso a su madre. Pero aun así seguía molesta.

Miro el resto de los cuádrenos y los dejo de lado. Ya no deseaba saber más. Ahora sabía porque ese hombre la miraba fijamente, porque ese hombre parecía odiarla. Porque ella se sentía incomodad por ese hombre. Ese hombre era el amante de su madre, ese hombre era el amigo de su padre y lo traiciono.

Ese hombre Era su enemigo

Naruto quedo con la boca abierta cuando esa mañana se encontró con Sadara y su mirada llena de rabia, sin duda la niña amaneció de mal humor. Más chocante que el dedo malcriado que Sadara le dedico, fue que su mente le jugara malas pasadas y le hiciera alucinar con Sasuke. Verídicamente esa niña no era buena para su salud mental.

Se rasco la cabeza. Sinceramente no le vendría mal un psiquiatra.

-Naruto-Llamo Kushina al descubrir a su hijo con esa expresión confusa que le recordó el pasado, cuando eran niños y Sasuke lo dejaba intrigado y se largaba. De verdad era la misma expresión. Sonrió era bueno ver a su hijo con otra expresión que no sea la de tristeza y sonrisas fingidas. Su ya no tan pequeño niño aun no supera el luto. Como un tortolito cuando pierde su pareja… simplemente suele dejarse morir en vida. Parecía que Naruto solo esperaba la muerte para reunirse con Sasuke.

-Esa niña… Me saco el dedo del medio…- Repuso aun confuso- ¿Por qué me saco el dedo del medio?

-¿Sadara?-dijo Kushina acercándose a la puerta- eso es extraño, desde “eso” - dijo refiriéndose a la partida de Karin- no hemos vuelto a cruzar palabras. No tendría razón para siquiera odiarte- repuso Kushina.

Mientras analizaban y se adentraban a la casa Kushina se detuvo y exclamo:-¡Cielo Santo! ¿No creerás que ella se enteró?. No creerás que Fugaku o Mikoto le contaron sobre…  tú y su padre

Naruto que ni sospechaba esa posibilidad, comenzó a rascarse la cabeza con desesperación y es que ese asunto era por donde lo vieras muy retorcido. Es decir legalmente Sasuke se casó con Karin, tuvo una hija con Karin, que pese a ser por fecundación in-vitro no dejaba de ser hija de ambos. Sin mencionar que  paralelamente a su matrimonio mantenía una relación con Naruto. En pocas palabras era el amante de su padre. Los amantes no son muy queridos por los hijos.

-¡De seguro piensa cosas erradas!. ¿Quizás te eche la culpa de que Karin se marchara?- dijo Minato que aprecia como siempre en silencio y con su punto de vista.

-Ese viejo-Renegó Naruto. Por qué siempre los padres de Sasuke arruinaban todo. Se suponía que por el bien de Sadara y la paz de todos la relación de Sasuke y Naruto jamas seria mencionada. Incluso cuando Karin estaba con la niña Jamas interfirió con los Uchiha. Después de que Karin se fuera tampoco interfirió con los Uchiha, ni siquiera su madre que era amiga de Mikoto se animó a volver a hablarle. Eran ajenos completamente ajenos, para que esa niña creciera bien. Sin duda mataría al idiota que le fue con el chisme

-Cariño… si quiere yo puedo hablar con  Mikoto y entre ambas le explicamos a Sadara

-¡No!.-Dijo Naruto- hablare con ella – dijo. Al fin deseaba acabar con el último pendiente… para intentar nuevamente seguir su camino. Volver a sentir la vida y tratar de vivirla. Así se lo había prometido.

Por más que intento dejar esos sentimientos sobrios no lo logro. Por más que se propuso no leer más esos cuadernos lo volvía a tomar y leerlos.

Por más que se dijo fingir que nada pasaba, no podía evitar mirar a ese hombre con odio y lanzarle uno que otro insulto y mostrarle el dedo malcriado. Sin duda Sadara podía ser una niña problemática, pero ¿qué más podía hacer si no podía despejar su ira?.

-Las notas de Sadara están bajando- dijo Fugaku serio. Mikoto hablo tantas veces con su nieta y ya no sabía que más hacer. Fugaku solo le preguntaba que pasaba por su cabeza. ¿Qué paso con todas su metas?. Ya no estaban a la altura del apellido Uchiha.

-Lo siento…-fue lo único que dijo Sadara a ambos en cada platica. Pero que más podía decir, no podía prometer detenerse, le era imposible. Cada que miraba a ese hombre rubio la rabia le llenaba comenzaba a insultarlo, a planificar su venganza.


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