La apariencia del portal no era muy diferente a la de los demás. Tenía la forma de un árbol con una puerta en medio, con la diferencia de que no tenía ningún diseño en particular; era una simple puerta redonda. La desemejanza más notoria que tenía en relación a los demás portales era que brillaba con una intensa luz entre azul y púrpura, que iluminaba todo el claro casi como si fuese de día. Aunque uno muy nublado.
Apenas apareció, Jack se acercó a él mientras que el pobre de Victor se quedó pasmado, aún pensando en el dichoso beso. Evidentemente no se admitiría ni a sí mismo el hecho de que realmente deseaba sentir los labios del rey sobre los suyos. Así como tampoco aceptaba la desilusión que sentía en esos momentos.
Por cierto, me habría encantado ver la reacción de los músicos en ese momento.
—Bueno, recuerda lo que dijo Gutknecht —dijo Jack al notar que el azabache se había quedado como un pasmarote detrás de él—, la poción no dura mucho. Dudo que tengamos más de una hora.
Victor asintió, esperando que su reacción no hubiese sido tan evidente. El Rey Calabaza actuaba con una naturalidad que le decía que no, pero… todos sabemos que a estas alturas a Jack no se le iba a escapar nada que estuviera relacionado con Victor. En cierta forma se encontraba satisfecho al ver como lo había descolocado por completo al no darle un beso en los labios.
Pero en fin, en esos momentos tenían asuntos muchos más importantes en los que pensar.
Jack puso una mano sobre el pomo de la puerta, y cuando la abrió una fuerte luz blanca los encandiló por unos segundos. Una vez pasado el resplandor pudieron distinguir claramente del otro lado una iglesia que se encontraba junto a un bosque. Al contrario del mundo de los muertos, allá arriba se notaba que era de día. Por la iluminación debían de estar como a media tarde.
—¡Yo vivo cerca de ahí! —exclamó Victor emocionado al reconocer el lugar—. Bueno… vivía…
—No hay rastros de Emily —comentó Jack mientras se acercaba a la entrada, buscando ver mejor.
—Tal vez el portal aún no se ha abierto donde ella está —comentó Victor encogiéndose de hombros. Llegados a este punto ya estaba casi completamente seguro de que nada podría salir mal—. No debe de tardar.
Hizo a Jack a un lado para poder pasar.
O lo habría hecho de haber podido atravesar el portal.
—¿Eh? —preguntó, sintiendo como su corazón empezaba a latir aceleradamente. Habían llegado tan lejos, ¿qué estaba pasando? Encarecidamente intentó cruzar el portal, pero era inútil. Una barrera invisible le impedía llegar al otro lado—. N-no puedo pasar.
—¿En serio? —inquirió Jack alzando una ceja. También intentó, y nada.
Estuvieron así por un par de minutos, tratando de atravesar el portal, pero era simplemente imposible. Victor trató de empujar, golpear y patear, pero sólo logró lastimarse los nudillos y las rodillas. Era totalmente inútil.
—Parece que una simple poción no es suficiente para engañarlo… —suspiró, decepcionado.
Pero en ese momento una voz hizo que se confundiera aun más.
—¡Hey!
Era Emily, que les hablaba… desde el otro lado del portal. Ella sí había logrado atravesarlo, y estaba ahí justo delante de la iglesia. De no ser por su voz y su característico vestido de novia, Victor habría tardado en reconocerla; se veía bastante diferente ahora que tenía de vuelta su apariencia original. Su cabello era castaño oscuro y su piel blanca, aunque ligeramente bronceada. Siendo un cadáver era atractiva, pero así se veía indudablemente hermosa.
Por otra parte, Emily se les quedó mirando a ambos detalladamente. El ver a Victor con la apariencia exacta que tenía cuando se conocieron la trasladó al pasado, y por unos breves instantes una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Pero por sobre todo le sorprendió ver a Jack; jamás se habría imaginado que resultaría tan atractivo. Si Victor aún no se daba cuenta de lo que sentía por él, pensó, sería un buen momento hacerlo ahora.
—No podemos pasar —dijo Jack con un suspiro de fastidio mientras se cruzaba de brazos.
—¿En serio?... Pero yo pude hacerlo sin problemas…
Se acercó al portal y alargó la mano. No tardó en encontrarse con la pared invisible, pero en su caso no la podía atravesar no sólo porque se suponía que estaba viva, sino porque además esa era la entrada a una festividad que no era la suya. Pero no entendía por qué ni Jack ni Victor podían pasar.
—¿Estás seguro de que seguiste bien la receta? —le preguntó Victor a Jack.
—Cada detalle. No sé qué salió mal.
Por un momento los tres intercambiaron miradas entre sí, completamente en silencio. No tenía sentido.
—Bueno... —comenzó Emily—. Supongo que hubo algo que se les pasó. O tal vez algo que a Gutknecht se le olvidó decirles. Después de todo la poción que yo tomé la hizo él mismo, y ya ven, me funcionó perfectamente.
—Uh, no lo sé, Jack fue quien la hizo —dijo Victor mirando al castaño.
—Y me aseguré de seguirla a la perfección —replicó Jack casi que con indignación. No le gustaba que dudaran de él.
—En ese caso no entiendo qué pasó —comentó Emily con una mueca—. Pero el portal se abrió para ustedes, eso quiere decir que en parte funcionó…
—Supongo que detectó que en cierta forma estamos vivos —dijo Victor—, pero hay algo que delata que no lo estamos, al menos no completamente.
—Yo creo —comenzó Jack cruzándose de brazos— que nos está tomando por moribundos. Seguramente cree que estamos vivos pero que no tardaremos en morir. En ese caso no tendría sentido dejarnos ir a la superficie, si después de todo terminaremos volviendo poco después.
Emily iba a decir algo, pero antes de que le diera oportunidad de articular palabra el portal se cerró abruptamente, y tanto el árbol como la puerta que tenía en medio desaparecieron como si nada. Victor y Jack se quedaron unos momentos pasmados donde estaban; no se esperaban eso.
—¡Perfecto! —exclamó el azabache con la voz cargada de sarcasmo luego de unos instantes—. Tanto para nada. Hm, ya me extrañaba que todo estuviera saliendo tan bien. Es que yo siempre, siempre, tengo que tener mala suerte, ¿no es así?
—No te lo tomes así, el mundo no gira a tu alrededor —comentó Jack con evidente ironía en su voz.
Victor suspiró.
—Lo sé, pero es que… es agotador que las cosas nunca salgan como quiero.
«Ni que lo digas», pensó Jack.
—En fin. Será mejor que volvamos.
Se dio la vuelta, completamente resignado y con la intención de salir del claro, pero Jack lo tomó del brazo.
—No, mejor esperemos a que pase el efecto.
—¿Por qué? —preguntó Victor confundido.
—En la noche es que las calles están más concurridas, ¿no te parece que a los demás les parecerá muy raro ver a dos personas vivas caminando entre ellos? Además, no quiero tener que responder preguntas. Mejor nos quedamos aquí.
Victor iba a replicar, pero tenía razón. No importa por donde lo miraras, siempre algo tenía probabilidades de salir mal: al contrario de Jack, él estaba perfectamente reconocible, y sería muy extraño que alguien de la nada invirtiera su propio proceso de descomposición. Además, habían amplias probabilidades de que si lo reconocían a él, también reconocerían a Jack. De hecho sólo era necesario ver la forma en la que estaba vestido para hacerlo.
Y también estaba el hecho de que durante los últimos días se la pasaban juntos de arriba para abajo. Era muy extraño ver a uno sin el otro.
—Además —añadió el mayor—, nadie nos molestará.
Victor abrió la boca para preguntar a qué se refería.
Y lo habría hecho de no haber sido interceptado por un beso.
Que esta vez sí fue en los labios.
Jack había estado intentando contenerse, de verdad que sí. Pero es que ese rostro de cachorro apaleado que estaba poniendo el azabache simplemente pudo con él. Hacía unos momentos se había entretenido bromeando con él, pero ya no quería limitar su relación simplemente a eso. Necesitaba ser claro. Y eso era algo que estaba decidido a hacer.
Su mano se dirigió a la mejilla de Victor, quien estaba tenso y más que sorprendido. Sin embargo, no se movió. Lo quería, eso era más que obvio, pero no tenía la convicción suficiente como para retornar el beso. Simplemente se dejó hacer.
—¿Y eso a qué vino? —preguntó cuando Jack se separó de él.
El Rey Calabaza agradeció internamente los efectos de la poción, pues gracias a ellos podía apreciar lo tierno que se veía Victor sonrojado.
—A todo —dijo sin más—. Créeme que llevaba meses conteniéndome.
—¿M-meses?
—Vamos, Van Dort, ¿de verdad eres tan ciego? Desde el primer momento que te vi, allá en la asamblea, llamaste mi atención. Y estos últimos días no he podido frenar lo que siento por ti.
Victor estaba en una pieza. Sentía su corazón desbocado latir en cada parte de su cuerpo; lo sentía en el estómago, en la garganta, incluso en las extremidades. Sin dudas eso no era algo que hubiese estado esperando.
Aunque lo hacía indudablemente feliz.
Pero no sabía cómo expresarlo.
De modo que pasaron unos sólidos tres minutos de reloj y aún no había dado una respuesta. Jack comenzaba a sentirse realmente idiota. Era el rey, se suponía que no debía rebajarse a esas ridículas declaraciones amorosas. El hecho de que la poción aún estuviera surtiendo efecto comenzaba a molestarlo, pues no soportaba sus propios latidos, acelerados producto del nerviosismo.
—Sería bueno que me dieras una respuesta —dijo con sarcasmo, sintiéndose incómodo.
Y la obtuvo. Victor lo tomó del rostro para regresarle el beso.
Ya que no era bueno con las palabras, lo mejor sería recurrir a las acciones.
(d47; v5;° v0;b2; v5;°)