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Cuando la vida es peor que la muerte (Jack Skellington x Victor Van Dort) por Shir285

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Notas del capitulo:

Autora verdadera:

Aay, me encanta que les guste. Honestamente cuando subí esto tenía miedo porque pensaba que a nadie le iba a gustar la idea de esta pareja. Muchas gracias por el apoyo que le están dando a este fanfic. <3


No, por supuesto que no. ¿En qué rayos estaba pensando?

En fin, continuemos.

Ya el sol se estaba ocultando para cuando Victor y Jack terminaron su paseo por la ciudad. Era mucho más grande de lo que Victor había supuesto, pero decidió no comentar nada al respecto. Es decir, era amplia, sí, y tenía muchos habitantes, pero… en comparación con otras festividades, ¿qué tan grande podía ser? Según tenía entendido, Valentine Town podía tener fácilmente el doble de habitantes. Y Christmas Town, el cuádruple. O tal vez más.

Por un momento, mientras pensaba en Valentine Town, no pudo evitar recordar a Emily. ¿Qué sería de ella? ¿Cómo estaría? ¿Seguiría viviendo… o mejor dicho, “estando” en el lado del desamor o habría encontrado al fin el amor incluso después de la muerte? Realmente tenía muchas ganas de verla, y la idea de tener que esperar literalmente un año completo para poder hacerlo lo molestaba mucho.

Y eso en el caso hipotético de que pudiera ir a Valentine Town en algún momento. Jack ya anteriormente le había dicho que dudaba mucho de esa posibilidad, pero aun así le dieron ganas de preguntarle. Sólo para asegurarse.

Pero decidió que lo mejor era mantener su linda y cosida boca cerrada.

Lo cierto era que desde lo sucedido en la asamblea Victor no podía quitarse de encima la sensación de que podría regarla con cualquier palabra que saliera de su boca. Sobre todo cuando estaba con Jack. Era como si el estar cerca de ese esqueleto lo volviera un idiota.

Bueno, más de lo usual.

—Eh, estás muy callado —comentó Jack de repente, provocando que Victor diera un respingo—. ¿En qué piensas?

Van Dort alzó la mirada y se dio cuenta de que literalmente estaba caminando como si fuese una especie de autómata. Mientras su mente estaba viajando lejos, él no se había dado cuenta de que se dirigía justo hacia una pared. De haber reaccionado unos segundos más tardes, lo más probable era que se hubiera dado un hermoso madrazo.

—¿Uh? No, nada —negó mientras se desviaba un poco para evitar chocar—… bueno, sí. Estaba pensando en… no, no importa.

Obviamente, la extraña actitud de Victor llamó la atención de Jack, que rápidamente se puso delante de él para evitar que siguiera avanzando.

—Dime, andas muy raro. —«Más de lo normal», pensó.

El azabache suspiró, pensando en que era mejor decir lo que pensaba que preocupar a Jack.

Esperen, ¿realmente estaría preocupado?

—Es sólo que me acordé de Emily —dijo, sacando valor quién sabe de dónde para ver a Jack directo al rostro—. Y bueno, pensaba en lo mucho que me gustaría verla de nuevo.

La expresión que se adueñó del rostro de Jack fue tanto extraña; Victor no sabía si se había disgustado o si se estaba aguantando la risa.

Últimamente sentía que la estaba cagando en todo, así que cualquiera de las dos opciones era totalmente viable.

—Ah, la chica de la que me hablaste, ¿no? —preguntó a la vez que se inclinaba contra la misma pared con la que Victor había estado a punto de golpearse momentos atrás. Victor asintió—. Lástima que no se puede.

Pero nuevamente, el azabache no podía dejar de notar algo extraño en el esqueleto. Incluso creyó detectar algo de sarcasmo en sus palabras, pero no podía estar seguro. Jack tal vez podía ser muy paciente y sociable, pero era realmente difícil saber en qué demonios estaba pensando. Victor comenzaba a asociar eso a su falta de ojos. Es decir, dicen que los ojos son las ventanas del alma y los pensamientos, ¿no? Pues los de Jack, al no tenerlos, parecían estar herméticamente cerrados.

Demonios, cómo le habría gustado ver sus ojos. O en general, ver cómo era cuando estaba vivo.

—Ya lo sé. —Para cuando habló, Victor sintió que su voz había sonado muy cortante. Como si hubiera asimilado de forma automática que el Rey Calabaza sólo se estaba burlando de él y que tenía que mantener la guardia en alto—. Pero eso no quita que quiera verla. Es muy importante para mí, ya te lo dije.

A pesar de su falta de globos oculares, Victor pudo detectar con relativa facilidad que luego de esa afirmación Jack desvió la mirada. Y no sólo eso, sino que también intentaba mirar a cualquier parte menos a él. ¿Acaso estaba sonando tan estúpido que no era merecedor ni de que lo mirara? No quería pensar eso.

Pero como él era todo un masoca, claro que lo hacía.

«Hello darkness my old friend…»

—Como sea —dijo Jack de repente, haciendo que Victor pegara un respingo. En sus conspiraciones mentales casi que ya había asumido que no le volvería a hablar por el resto de la vid… eh, existencia—. Ya está anocheciendo. ¿Vamos a mi casa?

El azabache asintió, sintiéndose un poco aturdido. Luego de esa extraña conversación, siguieron su camino.

Ya había anochecido en su totalidad para cuando llegaron a la casa de Jack, y tratándose de Halloween Town, la oscuridad pegaba mucho más que en el mundo de los vivos. O que en cualquier otro mundo en general. La niebla de espesaba considerablemente, y como la mayoría de los habitantes prefería la oscuridad, pues no habían muchos faroles que iluminaran las calles. Victor no estaba para nada acostumbrado a semejante penumbra, y Jack lo notó.

—¿Estás bien? —preguntó mientras lo miraba entre divertido y preocupado. Literalmente Victor tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para poder ver más allá de sus propias manos.

—No mucho, no veo nada —se quejó extendiendo los brazos hacia adelante, tratando de no chocar con nada—. Es la primera vez que veo que esto se ponga tan oscuro.

—Supongo que es por la cercanía del invierno.

—¿Invierno? Creía que aquí no tenían... —En ese momento Jack lo tomó de los hombros y lo volteó, pues le estaba hablando literalmente a la nada—. Ah, lo siento. Creía que aquí no tenían estaciones. Digo, si ya cada mundo tiene su propia fecha.

—Es así, pero Christmas Town no está tan lejos de aquí. Por alguna razón a veces las estaciones convergen, y aquí ha nevado ya más de una vez. Y sino es nieve, entonces es una neblina como esta —explicó el esqueleto mirando a su alrededor.

Victor asintió, aunque suponía que Jack no podría verlo con claridad. Daba igual.

—O-oye —dijo, maldiciéndose mentalmente al instante por haber tartamudeado.

—Dime.

—¿Me...? ah... esto sonará extraño, pero... —Se aclaró la garganta. No se tenía muy cómodo en esa situación que digamos—. ¿Me tomarías de la mano? Digo, para ayudarme a guiarme hasta que me acostumbre.

Jack rió levemente. Victor inmediatamente pensó que estaba burlando de él, pero en realidad era que le había causado cierta ternura.

—Por supuesto. Vamos —asintió mientras hacía lo que se le pedía.

Los huesos de Jack se sentían ligeramente fríos al tacto. Y digo ligeramente porque los muertos no pueden percibir la temperatura, mas Victor lo hacía levemente porque acababa de fallecer hacía relativamente poco. Sin embargo, a pesar de que se trataba de una mano esquelética, al azabache le agradó el contacto. Cualquier preocupación que cargaba en la mente se evaporó casi que al momento.

Además, le agradaba poder confiar en Jack, aunque se tratara de una tontería como guiarlo por la oscuridad.

Tanto así, que no pasaron muchos minutos para que a Victor se le acostumbrara la vista... y aún así no dijo nada.

Cuando llegaron a la casa y pasaron por frente de los músicos, estos no les quitaron la mirada de encima en ningún momento, como era lógico. Sobre todo si los venían llegar tomados de las manos.

—¿Cómo les llamarías? ¿VicJack o Skellingdort? —susurró uno de los músicos al que tenía a su lado, el cual asintió diciendo “Skellingdort suena mucho mejor”—. Sí, opino lo mismo.

Por suerte ninguno de los dos escuchó eso.


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