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Cuando la vida es peor que la muerte (Jack Skellington x Victor Van Dort) por Shir285

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Notas del capitulo:

Autora verdadera:

Después de unos cuantos días de sufrimiento(?) finalmente tengo el nuevo cap.
Espero les guste. uvu


Jack no entendía qué demonios estaba pasando con él. Bueno, en realidad sí lo hacía, pero como no le hacía ni la más mínima gracia prefería hacerse el desentendido. Hacía siglos que no sentía nada similar por nadie, pues sabía que esos sentimientos no le traerían más que dolor. Así que no podía evitar sentir cierto enojo por el culpable de todo: Victor. Había pasado siglos sin preocuparse de cosas tan banales como el amor o la atracción, y en un par de meses ese chico torpe y desubicado lo arruinó todo.

Él no era idiota, había entendido casi que al instante lo que ese joven provocaría. Cuando lo vio por primera vez fue como si algo dentro de él hubiera hecho clic, incluso tomando en cuenta la cantidad de estupideces que dijo el primer día de su llegada a Halloween Town. No podía negarlo, justamente ese era el tipo de chico que había estado esperando durante toda su vida y parte de su muerte. Vamos, ¿quién no tendría como debilidad a un flacucho pálido con cara de drogadicto?

El problema fue que a partir del transcurso de los días la atracción que sentía por Victor no hacía más que aumentar. Incluso le inspiraba cierta ternura. Y como era lógico, algo dentro del esqueleto temblaba de celos cada vez que Victor hablaba sobre la tal Emily. “Es sólo una amiga” había dicho ya más de una vez. ¿Y? ¿Qué importaba eso? Jack fácilmente podía decir “es sólo un amigo” refiriéndose a Victor y eso no menguaba lo que sentía por él.

Sería egoísta por su parte afirmar que la razón por la que había escondido tan celosamente el espejo y, en general, toda su investigación era que no quería que Victor tuviera la posibilidad de volver a ver a Emily. Pero es que así era. Habían cosas más importantes, como que pudieran ocurrir revueltas en Halloween Town apenas la población supiera que su propio rey estaba trabajando en una forma de salir de ahí, pero eso lo tenía sin cuidado. Sólo le importaba Victor.

E irónicamente, fue por ese mismo motivo que accedió tan fácilmente a enseñarle su no tan reciente descubrimiento. El haberse negado a mostrarle sólo habría elevado más las sospechas, no sólo de lo que tramaba, sino de lo que sentía. Era más fácil explicarle todo, aunque en el fondo muchas cosas pudieran salir mal.

Pobrecillo, si tan sólo tuviera a alguien que le dijera que no tenía razón alguna por la que preocuparse.

Pero preocuparse fue justo lo que hizo cuando vio la expresión que adoptó el rostro de Victor cuando le dijo que podía volver a hablar con Emily si quería.

—¿Lo dices en serio? —preguntó Victor subiendo la guardia nuevamente, sin dejar de ver el espejo. Sonaba demasiado bueno para ser verdad, tenía miedo de ilusionarse y que al final la decepción le cayera como un baño de agua helada. Jack asintió sin decir palabra alguna—. ¿Cómo funciona eso?

El esqueleto suspiró hondamente, pensando en cómo explicarle sin enredarlo demasiado con sus palabras. Todo se remonta a hacía varios años en el pasado, cuando aún era posible abandonar Halloween Town y pasearse por los otros mundos. Esto se podía gracias a una clase de magia muy antigua, de la cual casi no quedaban rastros. Exacto, “casi”.

Y uno de esos rastros estaban en ese pequeño espejo aparentemente normal. ¿Cómo había conservado esos poderes? Era difícil averiguarlo. Jack y Finkelstein llevaban tiempo tratando de descifrarlo, pero era como si el espejo se negara rotundamente a contar sus propios secretos.
Pero en fin, tampoco es que eso fuese un detalle importante. Lo importante era lo que ese objeto podía hacer.

Su magia tenía la capacidad de traspasar los límites entre los mundos de los muertos, mas no podía hacer lo mismo con el mundo de los vivos. ¿Cómo funcionaba? Simple. Por decirlo de alguna forma se “conectaba” con cualquier espejo que estuviera en alguno de esos mundos, y así la persona que tuviera el espejo mágico podía comunicarse con quien estuviera tras el otro espejo. Como si de una especie de video-chat se tratara.

Y evidentemente, las voces que Victor oía, temiendo que se trataran de víctimas secuestradas, eran solamente personas que se encontraban en los mundos de otras festividades. Todos estaban de acuerdo con que, sino podían salir de los mundos en donde estaban, cuanto menos lo justo sería que pudieran comunicarse entre sí, así que entre todos (o al menos los que conocían el secreto) estaban investigando, trabajando y buscando alguna forma de que esa magia pudiera expandirse a toda la tierra de los muertos.

Esto fue más o menos lo que Jack le explicó a Victor, sólo que mucho más simplificado. Al azabache le costó un poco entenderlo, ya que el esqueleto honestamente se estaba enredando mucho con su explicación. Pero a la final entendió, o algo así.

—¿Y cómo haces que funcione? —preguntó Victor emocionado—. ¿Podrías hacerlo ahora?

Jack hizo una mueca, pero asintió. Totalmente resignado.

—Es sencillo. Sólo tengo que mostrarle alguna imagen cualquiera, y el espejo automáticamente comenzará a buscar por los otros mundos hasta dar con el que más relación tenga con la imagen. Por ejemplo, si le muestro un dibujo de un pino se va a conectar con algún espejo en Christmas Town. En este caso, un simple dibujo de un corazón debería bastar para que se conecte con Valentine Town.

Mientras hablaba, caminaba por la pequeña habitación buscando lápiz y papel para empezar a cumplir la petición de Van Dort, que lo miraba atentamente.

—Pero, ¿no habías dicho que Valentine Town se dividía en dos ciudades distintas? —preguntó alzando una ceja—. El lado del amor, y el del desamor. Si ciertamente Emily está en el lado del desamor y le muestras un corazón al espejo, dudo que demos con ella…

Jack ya había conseguido los materiales y se había inclinado sobre la mesa para hacer el dibujo, pero se detuvo unos segundos al oír a Victor.

—Probaré con un corazón roto, entonces.

El azabache asintió. Tenía sentido.

Jack garabateó un corazón partido en dos antes de incorporarse y acercarse al espejo. Acercó la hoja lo suficiente como para que fuese lo único que se viera en el reflejo, y prontamente la imagen del espejo comenzó a difuminarse, como si fuese un televisor en busca de sintonía. Pasó unos cuantos segundos así, segundos que fueron eternos para Victor e incómodos para Jack. Finalmente la imagen se aclaró y fue cuando el esqueleto pudo apartar la hoja de papel.

Ahora en el espejo no se veía ni el reflejo de la habitación en donde estaban ni el dibujo del corazón, sino que se veía una especie de bar. Uno que Victor conocía muy bien.

—¿Qué me dices? —preguntó Jack, mientras veía como los ojos del azabache se abrían a más no poder al ver la imagen del espejo.

—Conozco ese bar —asintió Victor, emocionado—. ¡Sí! Yo estuve ahí. Ese es el lugar. Pero ¿dónde están todos? —preguntó, pues el lugar se veía que estaba completamente vacío. Sólo se veían las sillas y mesas, una mesa de billar al fondo y, claro, el piano en el cual había tocado su dueto con Emily.

Jack se encogió de hombros. Él había cumplido con su parte, ya lo que sucediera luego no iba por su cuenta.

Pasaron unos minutos en los cuales Victor no apartó la mirada del espejo, esperando que alguien apareciera, quien sea. Se estaba desesperando cuando de repente recordó que se bar sólo se animaba cuando llegaba algún difunto nuevo, y el resto del tiempo estaba totalmente… muerto.
Con toda la ironía de la palabra.

Si de algo estaba seguro Victor, era que nunca le había deseado la muerte a nadie (bueno, tal vez a Lord Barkis) hasta ese momento.

Cuando ya comenzaba a pensar que ya le estaba robando valioso tiempo a Jack con sus caprichos, y que lo mejor sería dejarlo así, apareció una persona en el reflejo. La reconoció rápidamente.

—¡Señora Plumm! —exclamó de repente, sobresaltando no sólo a la cocinera, sino también a Jack e incluso a Zero, que se había metido en la habitación al sentirse muy sólo en la sala de estar—. ¡Aquí! —dijo, pues lógicamente la mujer estaba buscando la procedencia de la voz en todas partes menos el espejo.

Cuando lo vio soltó una exclamación.

—¡Yo a ti te recuerdo! —dijo, finalmente acercándose al espejo—. ¿Cómo te metiste ahí dentro? —preguntó mientras empezó a toquetear el espejo, como si quisiera sacarlo de ahí.

—No, no estoy metido en el espejo. Es… una larga historia. —Ahora tocaba hacer la pregunta definitiva—. ¿Por casualidad… no estará Emily por ahí?

—¡Sabía que no te ibas a olvidar de ella! —chilló la señora Plumm como si acabara de oír la mejor noticia del año—. En el fondo la querías, yo lo sé. Es más, estoy segura de que aún lo haces. ¿No es así?

Silencio. Se formó un silencio completamente incómodo. Victor no tenía muchas ganas de decirle “sí la quiero, pero no en el sentido romántico. Verá, señora, nunca podré enamorarme de una mujer. Eso no es lo mío”, así que se quedó callado. Mientras tanto, Jack malinterpretó su silencio, creyendo que significaba “sí, la amo. Siempre lo hice y siempre lo haré”. Nuevamente sintió como los celos le carcomían los huesos.

—Es mi amiga. Es todo —dijo Victor luego de unos instantes. Obviamente, Jack no le creyó. Y al parecer, la señora Plumm tampoco. Si las cosas seguían así terminaría teniendo que escribirse la palabra “gay” en la frente—. Y me gustaría ver cómo está.

—De acuerdo. Hace poco la vi, no debería estar tan lejos. Espera.

Y nuevamente la imagen del bar se sumió en la soledad. Victor estaba bastante ansioso, tenía muchas ganas de ver a su amiga. ¿El problema?

La imagen del espejo no tardó en distorsionarse otra vez, hasta que el bar quedó completamente fuera de vista.

—¿Qué pasa? —preguntó Victor con nerviosismo.

—La magia. No es suficiente para mantener la señal por más de unos pocos minutos —dijo Jack mientras se acercaba al espejo y lo analizaba.

—¿Puedes arreglarlo?

Jack negó con la cabeza.

—No puedo hacer nada. Hay que esperar un rato a que vuelva a estabilizarse.

—¿”Un rato”? ¿Cuánto es eso?

—No sabría decirte con exactitud. A veces se arregla a la hora y otras veces luego de un par de días. Lo siento. —Pero por su tono de voz, era más que evidente no lo sentía en lo absoluto. Pero Victor era lo suficientemente distraído para no notarlo.

Victor suspiró fastidiado. Pero estaría dispuesto a esperar lo que hiciera falta.


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