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De bloqueos y delirios por Miss Eun

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***

 

BaekHyun tenía un bloqueo.

 

Sí ya saben, eso que suelen utilizar los autores como excusa cuando no encuentran qué escribir sobre sus personajes insulsos metidos en media dinastía Goryeo; o en medio de un contrabando clandestino entre clanes de lobos maravillosos con parejas destinadas, o abordando una nave espacial de la Federación Unida de Planetas, luciéndose como capitanes y primeros oficiales con serios problemas de relaciones maritales, y así sucesivamente.

 

Y el pobre BaekHyun no sabía que más hacer con su miserable existencia porque le ha prendido una veladora a San Siwon para que le ilumine el cerebro y oh gran San SeHun, santo de las parejas homosexuales ficticias, ayúdame para que mi Heechulito acepte por fin los sentimientos de Siwoncito, pero no sucedió nada y ni la virgencita SeoHyun parecía querer ayudarle a saciar su sed de escritura.

 

Estaba sufriendo, literalmente, golpeaba su cabeza contra el teclado porque abría el documento de las narices, observando sus hermosas veinte palabras sobre como Siwon deseaba que su vida fuese más sencilla y nada más que eso.

 

—¡Escribe, mierda! —había gritado con hastío esa mañana, exigiéndole al portátil que se dedicara a hacer lo suyo. —¡Es sencillo, joder!

 

—Sí sabes que las cosas no funcionan así, ¿verdad?  —cuestionó con sorna el pequeño Heechul miniatura, sentándose al borde de su taza de café mientras observaba sus uñas con indiferencia. —No escribes porque eres idiota, nada más.

 

—No. —negó frunciendo el entrecejo. —No escribo porque tú no me susurras la historia al oído. —reprochó con un puchero, tratando de ignorar la señal de alerta en su cabeza, aquella que le decía que tenía serios problemas mentales por estar hablando con su personaje de manera natural.

 

—¡Te he dicho toda la jodida historia, te hice un resumen y separé todo por escenas, maldito! —gritó con el rencor desbordando su garganta mientras lo apuntaba con un dedo acusatorio. BaekHyun casi podría jurar que a su pobre Heechulito se le saldrían los ojos de sus cuencas. —¡Escribe, pequeño pedazo de mierda! —exigió una vez más. —¡Llevas dos jodidos meses sin escribir más de diez palabras! —gruñó. —No vuelvas a hablarme, Byun. No hasta que te dignes a hacer lo que te corresponde.

 

Y fue un ultimátum.

 

El pobre BaekHyun entró en una nueva crisis, el infierno dentro del infierno, le llamaba. El castaño ya lo había intentado todo, pero no perdía nada volviendo a intentar porque dios te salve internet, mar de sabiduría y conocimiento, yo solo soy una pobre alma desolada en busca de un poco de consuelo, sé que no soy digno, ¡no soy digno! Y había acudido a rastras, dentro de toda la desesperación que su menudo cuerpo podía soportar, a otro de sus santos paganos; Google, le decían los mortales no dignos.

 

El tercer enlace no parecía tener tan mala pinta, porque la WikiHow es verídica, todo el mundo lo sabe; si no, pueden preguntarles a los vampiros que se han iniciado en la secta de los chupasangres wannabe, S.A. de C.V. BaekHyun está casi seguro que KyungSoo es parte de ella, aunque lo niegue y amenace con invocar a belcebú cada vez que el tema sale a flote.

 

Pero esa es otra historia a parte, una que tal vez, nunca sea escrita y nadie nunca sabrá la odisea de Do KyungSoo y cómo ser un vampiro en veintinueve pasos, con fotos. Lástima.

 

Como sea, BaekHyun se armó de valor, con su metro setenta y cuatro de hermosa y sensual humanidad, para finalmente, terminar con ese horrible bloqueo que lo atormentaba día y noche.

 

—“Cómo superar el bloqueo del escritor” —recitó en voz alta el texto prometedor de aquella fuente misteriosa de sabiduría. —“La mayoría de los escritores se bloquean en alguna ocasión…” —repitió. —¡Dímelo a mí! —se quejó una vez más antes de dirigirse a la parte importante, la parte en la que nueve sencillos pasos lo harían escribir como si fuese un erudita; Sócrates, Homero y Shakespeare tomarían sus manos e iluminarían su cerebro para escribir la más hermosa obra nunca antes vista. Tiembla Saramago, tiembla García Márquez, tiembla Murak… Ah no, él aún no gana un Nobel.

 

El primer paso era reconocer que tenía un bloqueo. BaekHyun tenía eso muy claro, no hubiese buscado como superarlo si no fuera así para empezar, ¿qué clase de persona escribe eso? Seguramente también estaba bloqueado, pensó.

 

Escribir sobre cualquier cosa, era el segundo paso.

 

—Bueno, si pudiese escribir sobre cualquier cosa no estaría bloqueado, ¡cosa estúpida! —gritó al aire, empezando a enojarse con el universo por darle la capacidad de existir y no dejarle ser un alma libre que deambula por ahí sin tener conciencia de nada.

 

La descripción de ese paso era muy explícita, porque cualquier cosa en el mundo, incluso sobre piñas. Y no está seguro en qué momento se imaginó a ChanYeol vestido con una camisa hawaiana en medio de la nada, con los pies sobre la arena dorada, el océano de fondo y dos piñas coladas, una en cada mano mientras se meneaba con un leve puchero en los labios porque hace mucho que no me das cariño Baekkie, el mini Yeol extraña hacer expediciones. Y ChanYeol no era explorador, pero sí que era capaz de descubrir los puntos capaces de hacer que el castaño se derritiera entre sus brazos.

 

¡Debía acabar con su bloqueo ahora!

 

Pero ChanYeol era mucho más tentador, porque no sabe en qué momento el alto tipo de piernas chuecas que le robaba los suspiros desde que se conocieron en aquella cafetería hace unos años, cuando él acostumbraba ir a escribir como frenético mientras le observaba discretamente tomar su café americano cada mañana, había terminado embutido en una falda hawaiana, presumiendo su tonificado abdomen de macho alfa vikingo, pecho no-peludo.

 

La situación sería incluso más sencilla si el mismísimo ChanYeol no fuese participe de su miseria. No sabe cómo y realmente, no desea saberlo, porque no quiere ir a prisión por matar al hijo de puta que decidió que sería buena idea el asignar al alto como su editor. El ahora, pelirrojo, lo había obligado al celibato hasta que no terminase el escrito, porque no puedes bloquearte desde el inicio del escrito, BaekHyun. Dos meses sin sexo, casi se sentía como la virgencita SeoHyun.

 

—¡No sabes nada de la vida, maldito gigante! —había gritado BaekHyun la noche anterior, porque necesitaba a su novio con urgencia y el hijo de puta lo había dejado a mitad del camino.

 

Pero esa noche quería la piña de ChanYeol, y no exactamente pensaba en la piña colada.

 

Escribió sobre las estrellas, los deseos fugaces y las personas imbéciles que se bloquean por situaciones idiotas, porque su vida era un mal chiste y quien mejor para burlarse de su miseria que él mismo. Sin embargo, seguía siendo incapaz de seguir con la historia de su Heechulito, quien lo observaba desde las penumbras, con odio, mucho odio.

 

Entonces, “escribe ideas al azar sobre papel sin preocuparte si están bien redactadas”, decía el conocimiento plasmado en su portátil. Por eso, con la imagen de ChanYeol en mente, tomó notas adhesivas y escribió sobre ellas sin detenerse a meditarlo mucho y pegándolas por todos lados. Se detuvo a admirar su obra cuando hubo terminado con el último papel que quedaba de su bloc, leyéndolos uno a uno.

 

“ChanYeol en crema batida”, “Fresas con ChanYeol”, “Piña ( v5;° v0;b2; v5;°)”, “A JongIn le gusta el pollo frito”…

 

—Esto no está funcionando. —declaró derrotado cuando “ChanYeol en una tina llena de café” bailó frente a sus ojos. Suspiró fuertemente, cansado de su intento por superar aquella pequeña etapa de su vida de escritor, se frotó el entrecejo, tratando de tranquilizarse en silencio antes de proceder al siguiente paso. —“Deja reposar la historia por uno o dos días.” —recitó. —Fácil. —sonrió. —¡Espera! —exclamó al percatarse de lo que acababa de leer. —¡No puedo dejar la historia en reposo más! ¡Necesito sexo!

 

—¡Necesito que me termines de escribir, gilipollas! —esta vez fue su amado Siwoncito el que reclamaba su atención. —¡Deja de pensar con tu polla y dame lo que me corresponde! —lo señaló con el odio desbordando por sus oscuros orbes, haciendo tragar duro al escritor.

 

—Pero mini Baekkie necesita a su Yeollie. —susurró la queja para sí mismo mientras arrugaba ligeramente la nariz.

 

—¡Pues escribe, esclavo! —bramó antes de regresar a las tinieblas.

 

—Que pesados.

 

***

 

Notas adhesivas, papeles tirados por todo el suelo y un bulto de dudosa procedencia enterrado ente una pila de más papel, fue lo que encontró ChanYeol cuando llegó esa tarde al apartamento que compartía con su novio luego de salir de la editorial.

 

—¡Los caminos de la vida, no son como yo pensaba! —exclamó con voz ronca, saliendo de entre la pila de papel y haciendo que ChanYeol dejara escapar un muy ‘masculino’ grito de terror y se aferrara a la carpeta que llevaba entre manos, utilizándola como escudo. —¡Como los imaginaba, no son lo que yo creía! —lloriqueó más fuerte, sin inmutarse ante la nueva presencia.

 

No obstante, el alto fue capaz de reconocer esa voz al escucharla por segunda vez. BaekHyun seguía aullando la canción porque yo creía que la vida era distinta, Yeollie, cuando estaba pequeñito yo creía que las cosas eran fácil, como ayer que mi viejecita buena se esmeraba por darme todo lo que necesitaba y hoy me doy cuenta que tanto así no es. Y ChanYeol se preguntaba qué se había perdido esta vez.

 

BaekHyun arrugaba los papeles que se ponían en su camino, leyendo algunos antes de arrugarlos con desprecio y arrojarlos nuevamente en el suelo. Caminaba despacio, arrastrando ambos pies y como si tuviese un enorme peso encima que le quitaba absolutamente toda la fuerza de su pequeño cuerpo.

 

ChanYeol no pudo evitar enternecerse al observar a su novio removiendo las notas adhesivas que estaba sobre el escritorio, las cuales no se había percatado que estaban ahí, sin embargo, seguía sin saber qué estaba pasando, y así hubiese seguido de no ser por la pantalla del portátil de BaekHyun llamó su atención, con un tutorial de dudosa procedencia sobre cómo vencer el bloqueo del escritor.

 

Puede que se sintiera un poco culpable, porque acepta haber presionado un poco de más al bajito con sus métodos poco ortodoxos para sacarlo de aquel estado. Él también se estaba sacrificando, BaekHyun era hermoso, adorable y sensual en demasía y él era humano, uno débil que trataba de hacerla de buen samaritano por primera vez en su vida.

 

Pero no estaba funcionando, y maldito seas Siwon, ¿por qué no puedes violar a Heechul de una vez por todas y dejar a mi bebé en paz? Pero no lo diría en voz alta, porque BaekHyun amaba mucho a sus personajes y el único autorizado para maldecirlos a muerte, era él.

 

—Cariño, ven acá. —había dicho ChanYeol luego de cerrar la puerta por detrás de él, tomando al contrario por los hombros y halándolo hacia la habitación, hasta finalmente hacerle sentar en su regazo mientras él yacía sentado al borde de la cama.

 

Se dedicó a observar con detenimiento el rostro del mayor, quitando con delicadeza aquellos mechones que se habían pegado rebeldemente sobre su frente y mejillas. Estaba más pálido de lo normal y un par de ojeras se asomaban por debajo de sus ojos, haciéndole ver más mortificao que nunca.

 

—¿Te sientes bien? —preguntó en un murmullo lo suficientemente alto para que el contrario lo escuchara. BaekHyun negó quedamente, sin romper el contacto visual con el menor. —¿Qué tienes? ¿Quieres algo? —interrogó con auténtica preocupación.

 

—Piña. —musitó. —Quiero piña, Yeollie. —declaró con ojos acuosos, a punto de dejar caer una lágrima y mejillas ligeramente sonrojadas.

 

—¿Piña? —cuestionó no terminando de entender la singular petición de su novio, haciéndolo fruncir el entrecejo.

 

—Mhm… —asintió en un chillido lastimero y bajito, acercándose lentamente a los labios del menor, quién seguía sin entender.

 

BaekHyun poso con extrema suavidad sus labios sobre los suyos, como una leve y delicada caricia que hizo a ChanYeol tocar el cielo con las manos, porque había cierta inocencia en aquel roce que no experimentaban desde hace mucho. No era que le molestase aquella chispa de necesidad en los besos húmedos que solían tener, porque le gustaban en demasía los labios de BaekHyun, pero eso era algo nuevo.

 

La parsimonia en los movimientos de los labios de BaekHyun estaban a punto de hacerlo enloquecer, tan dulce, salado y picante al mismo tiempo; una mezcla de sensaciones adictivas que hacían no querer separarse nunca del más bajo. Exquisito, no habían palabras exactas para describirlo como debería, eso creía ChanYeol.

 

Entonces el menor entendió. Su novio había estado necesitándolo tanto como él, al borde de la desesperación y delirando sobre piñas coladas y faldas hawaianas cuando se hubieron separado sus labios. Se había empeñado demasiado en ayudar a BaekHyun que lo había estado mortificando incluso más de lo debido.

 

—Piña, Yeol. —repitió un poco más alto, con cierta súplica colándose en su tono de voz y reflejándose en su mirada. —Tu piña, gigante. —aclaró, haciendo que ChanYeol dibujara una “o” con sus labios al finalmente terminar de comprender la situación.

 

Sonrió ante las exigencias del castaño, colando sus manos por debajo de la holgada camiseta para estar en casa que solía llevar, haciéndolo estremecer ante su tacto y escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello, suspirando suavemente mientras que su aliento recorría la piel del gigante dormido bajo los encantos de Byun BaekHyun.

 

***

 

Embaucado, engañado y timado. Así se sentía Park ChanYeol mientras observaba la espalda de su novio embutido en una de sus camisetas favoritas y una taza de café al lado, tecleando sin parar sobre su ordenador porque ya sé cómo seguir con el escrito Yeollie, lo siento, debo escribirlo ya antes que se me olvide y lo había dejado con una no muy agradable erección que se moría por ser atendida.

 

Claro, convenientemente eso había sucedido después que él atendiera a BaekHyun con una mamada tan profesional que cualquier prostituta de la zona vendría a pedirle consejos sobre cómo mejorar la técnica, porque su novio había gemido tan alto que seguramente lo escuchó hasta la vecina del edificio de enfrente y que nació sorda, ¡un milagro, damas y caballeros!

 

—Mira, Yeol, Siwoncito le está dando amor a Heechulito. —exclamó con emoción mientras se volteaba levemente para ver al gigante con el ceño fruncido al otro lado de la estancia mientras el sonreía ampliamente. —Tráeme más café, cariño. —pidió antes de volver a teclear con furor.

 

Triimi mis cifi, ciriñi. —refunfuñó al ponerse de pie y tomar la taza del mayor para luego dirigirse a la cocina.

 

—¡No olvides la leche! —gritó desde el salón de estar.

 

Y trató de no hacerse la cruel pregunta de qué coño había hecho para merecer eso, porque esta vez, lo sabía perfectamente.

 

***

Notas finales:

*Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia(?)


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