Cada paso que daba sobre aquel viejo piso de madera resonaba con un crujido susurrante. Los tablones del suelo de la vieja y abandonada Academia Cross eran viejos y endebles, pareciendo querer ceder en cualquier momento, al igual que lo hacía toda la vieja estructura de la academia. El viento sibiló, agitando con un par de golpes secos algunos tablones colgantes que cubrían los desprotegidas ventanales, y aquellos repentinos golpes hicieron que el joven de cabellos plateados que recorría el lugar diera un respingo, tropezando y golpeándose fuertemente con un destartalado mueble, haciéndole mascullar un par de improperios y maldiciones.
¡Maldito Kuran y su estúpida apuesta!
Aunque quizás no tan estúpido como él por haber aceptado entrar a la media noche como «reto de Halloween» solo porque el estúpido de Kuran provocó su orgullo. Definitivamente cuando saliera de allí se las haría pagar. Solo debía pasar esa noche allí y luego ya se encargaría de saldar cuentas con Kuran.
El viento sopló nuevamente y los tablones volvieron a agitarse, a la vez que una sombra rondó a unos metros de él. Se paralizó y una leve mueca extrañada se plasmó en él. ¿Había visto una sombra? Debía estarlo imaginando, o quizás sería algún animal abandonado. Era lo más probable. Sin embargo, repentinamente unas manos le asieron por detrás y el corazón pareció que se le detenía a la vez que un grito silencioso brotaba de él, mas antes de que pudiera reaccionar el sonido de una suave carcajada bien conocida por él resonó en el lugar.
—¡Tú! ¡Maldito Kuran! —gritó encarando a Kaname quien le contemplaba con una sutil diversión en sus ojos borgoña a medida que iba cesando su risa.
—¿Acaso te he asustado? —inquirió con sutil burla reflejada en sus pupilas.
—¿Asustarme? ¡Eres un hijo de puta! —replicó ofendido—. ¿Todo esto fue solo para eso? ¿Para «jugar a asustarme»? Debería... —Sus protestas fueron acalladas por el agarre de Kaname sobre él quien le atrajo contra sí.
—Lo siento, pero fue inevitable. Después de todo, provocarte debido a tu orgullo a veces es tan fácil. A veces incluso me es inevitable querer «manipularte» por eso. ¿Qué clase de persona crees que soy por culpa de esto? —dijo y Zero se mostró aún más ofendido pareciendo querer golpearle, aunque los labios de Kaname acariciando los suyos y las manos de este colándose bajo su camisa le estremecieron haciéndole callar cualquier replica—. Pero, aunque sea de esta manera, aún así me amas, ¿no es cierto? —dijo con oscura posesividad reclamando aquella boca.
Zero gimió entre molesto y excitado por aquellos labios que sabían exactamente cómo devorarle, esos dientes que le mordisqueaban con la justa intensidad y esa lengua que empezaba a hacer resquiebros dentro de la suya a la vez que aquellas manos le aprisionaban. Definitivamente Kuran era un maldito que siempre terminaba sabiendo cómo hacerle ceder. Sin embargo, a pesar por ahora «cediera» la noche de Halloween no había terminado, y aún quedaba tiempo para pensar en una alguna posterior venganza contra su novio. Después de todo lo que sentía por Kaname podría ser innegable, pero este jamás debía olvidar lo.«peligroso» que era querer jugar provocando el orgullo de Kiryûu Zero.
Y mientras ambos jóvenes se iban dejando finalmente llevar por la cadencia de la pasión un gélido viento se agitó fuertemente causando que los tablones y viejas vigas colgantes resonaran con intensos golpeteos. Mas ambos ignoraron aquello, sumidos en su fogoso encuentro, sin percatarse de la presencia indignada de aquel espectro que les observaba desde las sombras con expresión molesta debido a contemplar a aquel par que osaban ignorar su presencia por más que iba aumentando gradualmente la fuerza del viento, hasta que finalmente con un bufido sumamente indignado el espectro se marchó, refunfuñando sobre la «falta de respeto por los fantasmas de los jóvenes de hoy en día» además de «la falta de moral de estos». Y al empezar a escuchar los inconfundibles sonidos del acto carnal entre aquellos jóvenes el espectro se sumió cual ventarrón en la negrura de la noche escapando de aquellos indeseables sonidos que perturbaban su paz, yendo en busca de un lugar en donde pasar la noche la «noche más terrorífica» del año en la cual había sido ofendido e ignorado por unos malditos jóvenes hormonados. Definitivamente, ya nadie tenía respeto por los espectros.
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