Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

In the darkness por Cliosan9

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Creado para la pg. Kolurami Murkami & Clio

Los personajes no me pertenecen, son del creador de Haikyuu, quien hizo unos personajes demasiado shippeables XD

Notas del capitulo:

♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠

 

Buenas, esto lo hice con la finalidad de que Murkami-chan, mi colaboradora, amiga y la genial mujer que está llevando a cabo el manga de Fan Misterioso, pueda leerlo pesonalmente, pero hubieron ciertos inconvenientes, así que decidí publicarlo ahora ya que la ocación queda con la temática del fic. 

 

Es un AU. Con el fic no estoy tratando de ofender a nadie, realmente lo lamento si lo hago.

 

P.D. Tal vez necesiten un Kleenex

 

♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠

IN THE DARKNESS

By Clio

De repente desperté, el aleteo de las palomas me sobresaltó, mis ojos se sentían pegados, probablemente estuve sollozando entre sueños, otra vez. No le tomo importancia, tratar de recordar que es lo que sucede en mis pesadillas, es un esfuerzo fútil.

Mi cuerpo está empezando a oxidarse, necesito comer más apropiadamente. A veces olvido mi condición actual y evito comer o dormir, para estas alturas el sobre esfuerzo me está pasando factura. Así mismo, las viejas heridas aún me escocen de vez en cuando y dejan esa sensación de aún tener aquellas dos extremidades que arranqué con la finalidad de poder estar en este mundo.

Me pongo la ropa que usaré para la misa de hoy día, que aunque es la misma sotana de siempre, esta vez tiene algo nuevo, un hermoso rosario con turquesas que él me regaló. Nunca le di mucha importancia a las joyas de los humanos, me parecían un aditamento inútil que usaban sólo con la finalidad de sentirse más poderosos o supuestamente más atractivos. Para mí en ese tiempo daba igual, seguían siendo seres frágiles y mortales, todos perecerían algún día y no importaba cuan ricos y poderosos se consideraran actualmente.

La gente empieza a entrar a la iglesia, aunque ya he elegido la misa que recitaré el día de hoy, siempre espero a última hora para cambiar de opinión si era necesario,  todo dependía en qué tal le había ido a él en la semana. He leído la biblia miles de veces, siempre me parece un libro falso y hueco, modificado por los hombres para su conveniencia.

Los pasajes violentos, las infinitas contradicciones, las incitaciones a la segregación en todos los niveles, sólo eran una de las cuantas apreciaciones que tenía de ese libro de tapa gruesa que sostenía en las manos. Pero entre todas esas palabrerías sin sentido podía rescatar las palabras precisas que tal vez sí, tal vez no, aquel hombre en Jerusalén pronunció alguna vez, sólo para reconfortar a mi oyente favorito, quien entraba a la iglesia para sentarse en la banca de adelante como cada domingo en la mañana.

Miré los vitrales, de alguna manera reconforta la fina ilusión de miles de colores perdiéndose en la luz, que parecían cambiar de tono dependiendo de la posición del sol.

Caminé al estrado y con la mejor entonación que pude, empecé a recitar la misa, no cambié el tema que había escogido para ese día, no había necesidad. Esa persona parecía estar de buen humor.

 

«Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.» Juan 17:26

 

La misa terminó. Como siempre, evito mencionar a Dios más de lo necesario y acomodo mis palabras como para que le lleguen a él y sólo a él. Los demás oyentes parecen no darse cuenta, sólo  me miran atentos. Mitad de ellos creen que yendo a una iglesia borrarán todo lo que hicieron mal durante la semana, la otra mitad trata de encontrar un rayo de esperanza a sus problemas, a sus preocupaciones, encomendándose o culpando a un ser que nunca responde sus plegarias y por lo que sé, nunca lo hará. Él nunca habla directamente, sus emplumados súbditos hablan por él.

-Ha sido una buena misa – Dice él con seriedad, pero puedo reconocer aquella ligera curvatura de sus labios como una sonrisa.

-Gracias. – ah, como odio sentir tanto en tan poco tiempo, que no puedo definir en palabras – Estás de buen humor hoy. Eh?

Trato de señalar lo obvio, tal vez de esa manera me diga que es lo que sucede. Me da curiosidad, en realidad siempre he sido un ser con mucha curiosidad, de no ser por eso, no estuviese parado aquí en este mismo momento.

-¿Tú crees? – se ve claramente nervioso.

-¿Pasó algo bueno Iwa-chan?

-Tal vez… ¿Estás libre más tarde?

Mi cuerpo se estremece de felicidad, apuesto a que tengo una cara de idiota ahora mismo, pero realmente no puedo controlar las emociones humanas. Mis labios forman una mueca en clara alegría y mis brazos se mueven automáticamente para tocarlo.

-¡Por ti siempre Iwa-chan! A donde me llevarás.

-Ah, Kusokawa no te me pegues tanto. – Y aquí estaba ese carácter gruñón de su personalidad. – Quería ir a comer algo y conversar. Entonces a las 6 en el parque.

Él se despide de manera simple y yo ondeo la mano en euforia, no pensé que él me pediría tiempo para pasar juntos primero. Mis pensamientos son interrumpidos por un sonoro ruido proveniente de mis tripas, estoy hambriento, olvidé desayunar de nuevo.

 

Cojo la biblia y otras cosas que guardo en la parte posterior de la iglesia donde hay una pequeña oficina que dejó el padre anterior. No he movido nada, sólo de vez en cuando, quito el polvo pues al parecer soy alérgico. Escucho un ruido, es como la bulla que hacen las palomas en la ventana de mi aposento, pero a la vez es diferente, lo he oído muchas veces por lo tanto soy capaz de reconocer a que se debe. No trato de evitar mostrar mi desagrado.

Nunca fui abiertamente violento hacia los de su especie, aunque me encantaba burlarme de su ingenuidad y de confianza extrema, pero siempre hay alguien que rompe el  molde, por su forma directa de decir las cosas y la idea tonta de que todo en el mundo sería feliz sólo con tener fe y rezar, me molestaba de sobremanera. Los humanos son responsables completa y totalmente de sus propios actos, y es lo que aún estoy tratando de predicar.

-Hola Oikawa. – su voz como siempre era gruesa y de entonación neutra.

-Vaya, vaya que te trae por aquí Waka-chan, ¿Paseando por el vecindario? – Continuó hablando, como todo idiota emplumado no se había dado cuenta del tono de sarcasmo en mi voz.

-Vine a vigilarte por supuesto

-¿Vigilarme? ¿Los idiotas de 6 alas me están vigilando de nuevo? – el muchacho en frente mío de cabello olivo movió la cabeza en clara negación.

-No has consumido nada en meses.

-¿Te preocupas por mí? Awn eso es muy tierno de tu parte, pero ya tengo a Iwa-chan, lamento romper tu corazón.

-No es a lo que me refiero - Dijo serio. Algo que no me gustaba de Waka-chan es que no me puedo divertir molestándolo.

-Estoy comiendo comida de humanos… de vez en cuando.

-A este paso morirás y lo sabes.

-Como todos los humanos, me haré viejo y moriré, así de simple. Además si como, eso significaría arrebatar una vida, pensé que eras del grupo de los buenos y tú más que nadie intentaría evitar que mate a alguien.

Se acercó sin decir nada, metió la mano al bolsillo y sacó un pequeño frasco, que contenía una pequeña mota blanca que emitía brillo. Sabía muy bien lo que era.

-Sabes que esa alma no volverá a renacer ¿no?

-No debe, fue descartada junto con 2 millones más.

Era gracioso escucharlo hablar de almas humanas de manera tan despectiva, era como la de un contador hablando de dinero y negocios truculentos. Ahora mismo el ángel frente mío había venido del paraíso a traerme un alma de contrabando. No lo pude aguantar y empecé a reír como no lo había hecho en mucho tiempo.

-¿Dos millones y sólo me traes una?

-Tengo otras 20, pero no puedo dártelas todas de una vez.

-Pffff jajajajajajaja ¡por el amor a tu jefe! me matas de la risa Waka-chan

-Supongo que es bueno hacerte reír – Waka-chan esbozó una muy sutil sonrisa.

Ah, mató completamente la diversión. Traté de modular mi respiración y retiré mis manos de mi estómago que había empezado a doler por la contracción de mis músculos. Cogí la botellita y como si fuese un brindis, la agité en frente de Waka-chan antes de beberme su contenido.

Un alma joven, pero corrompida por la avaricia, un alma manchada de sangre sin arrepentimiento alguno excepto el de no haberse “divertido” más. Un alma despreciable, pero aceptable, dada mi condición. Inmediatamente mi cuerpo empezó a sentirse de nuevo con vida, el dolor y el cansancio empezaron a desaparecer, era reconfortante y aunque me había vuelto humano ya hace mucho, no había manera de desligarme de lo que alguna vez fui.

Waka-chan volteó y fue en dirección a la puerta.

-Antes de que te vayas, ¿dime que te ha motivado a hacer esto?

-Aún tengo una deuda que pagar – dijo como si fuese obvio. Dio media vuelta y desapareció detrás de la puerta.

A veces pienso que como buen ángel, Waka-chan es muy correcto, pero otras veces peca de tonto. “Idiota, aquella deuda ya fue pagada hace mucho” susurro.

 

«Pues a sus ángeles mandará cerca de ti,

Que te guarden en todos tus caminos.» Salmos 91:11

 

 

No estoy seguro que cosa ponerme para la tarde. No es como si tuviese un guardarropa amplio pero pienso que siempre he tenido muy buen gusto, algo con lo que si me gustó interactuar fue con la ropa, hace mucho tiempo era del tipo que usaba trajes de terno ceñidos y fedora.

Me conformé con algo más básico como una camisa aguamarina y pantalones de vestir. No era digno de una pasarela pero con la increíble “vida social” que tengo, las prendas estaban prácticamente nuevas.

Lo espero en el parque y mucha gente voltea a mirarme. Estoy consciente de mi atractivo, siempre lo he estado, después de todo era una de mis principales armas para conseguir lo que he querido, hasta ahora. Iwa-chan tiene el mérito al ser el primer humano en resistirse a mí, pero no es sólo eso.

La manera en que lo conocí actualmente me parece divertida, en aquel momento sólo sentía asco de mí mismo por haber perdido. Una guerra civil se desató de la peor manera, con la muerte del antiguo rey demonio. Ukai el hijo y legítimo heredero, fue derrocado por ex mano derecha del rey, Kuroo. Inmediatamente me convertí en el principal objetivo por ser de sangre noble y segundo heredero del trono. Hasta ese momento había disfrutado la vida fácil que me otorgaba mi posición, pero a causa de ese incidente  fui obligado a pelear y posteriormente obligado a huir. Hanamaki y Matsukawa, dos demonios bajo mi cargo, me protegieron para que los demonios leales a Kuroo no tomaran mi cabeza decapitada como un trofeo. Aún me pregunto qué fue lo que pasó con aquellos dos, era egoísta y manipulador, no me importó dejarlos atrás por salvar mi propia vida.

Herido y sin fuerzas  llegué casi a rastras al mundo humano, en el camino encontré a una pequeña niña y a su madre, devoré a ambas para obtener fuerzas de nuevo. No fue suficiente. Vagando por prados fue cuando vi un hombre caminando por un lado del camino, pensé que sería fácil de engatusarlo como a aquella mujer quien, bajo mi hechizo, no reparó en sostener a su propia hija para que yo pudiese tomar su alma.

Cuando intenté encantar a aquel hombre, fue inútil y querer intentarlo a la fuerza aún peor, sólo recuerdo que su puñetazo dolió mucho, tanto que lo que me quedaba de conciencia desapareció. Lo siguiente que recuerdo fue despertar acostado en una dura cama de paja, arropado con sabanas viejas y con una tela húmeda en la frente. Iwa-chan me curó y me atendió de manera amable, o bueno, era mi primer concepto de amabilidad sin nada a cambio, después de todo, al tener siempre lujos y una reputación, lo único que conocía era la intimidación y el miedo.

Sin embargo cuando estuve mejor, no me importó volver a intentar comer algo que no sea sopa de sobras. Fue el momento de conocer de quien sería mi tara hasta el día de hoy. Ushijima, el ángel protector de Iwa-chan me estuvo vigilando desde el primer momento, pero no podía hacer acto de aparición a menos que sea realmente necesario. A diferencia de lo que muchos humanos piensan, los ángeles de la guarda, no son mansos corderitos, son soldados entrenados los cuales tienen la responsabilidad de cuidar a miles de personas a la vez, por lo tanto, no siempre están a la derecha del hombro de la gente.

Como se imaginarán, fui vulgarmente sometido y posteriormente maniatado, interrogado de manera agresiva y hasta torturado, escuchando horas y horas el berreo intenso de Ushiwaka-chan.

Convencí al castaño de no matarme, después de todo había notado cierto encariñamiento hacia mi persona por parte de Iwa-chan, prometí despedirme y no volver a acercármele. Fue una promesa inútil pues de alguna manera siempre nos encontrábamos.

No me acostumbraba al mundo humano, aún estaba recuperándome y paulatinamente debería de volver al infierno a enfrentar a Kuroo, pero aquel pensamiento quedaba cada vez más lejos después de ser sustituidos por conversaciones, juegos o mi descubrimiento culinario del mundo humano. Sobre todo por aquellos deliciosos panes de leche.

Al ser un ser del infierno, ni el frio ni el calor hacía mella en mí y no necesitaba dormir, así que me hice un sitio en la zona rosa del pueblo, las mujeres podrían darme cierta satisfacción y de vez en cuando devoraba el alma de alguna que no sería extrañada por nadie. Iwaizumi descubrió que vivía prácticamente en la calle y consiguió convencer al padre Nekoma que me acogiese bajo su techo.

La iglesia hubiese sido el último destino al que alguna vez se me hubiese ocurrido asistir, pero como siempre, la curiosidad me guió a través de aquel pasillo de paredes pintadas y adornadas de figuras tétricas. Allí en el medio la imagen de un hombre crucificado colgaba de manera imponente, sigo sin entender su significado, a veces no entiendo si es por un recordatorio de las cosas buenas que hizo o tal vez es una advertencia que la insubordinación tiene un castigo cruel.

El padre nos recibió de manera muy afectuosa, demasiada para mi agrado pues me abrazó toscamente y pude sentir el olor a naftalina en su ropa y probablemente también percibió el olor a azufre mío, pues arrugó la nariz levemente. Me cedió un cuarto detrás de la capilla principal que aún ahora uso, orientado hacia los jardines traseros de la iglesia los cuales están bien cuidados y después de la muerte del padre, prometí cuidar sus rosas en su lugar. Y la promesa de un demonio es irrevocable.

 

-Es raro que estés tan temprano – La voz burlona de Iwa-chan me sacan de mis cavilaciones internas. Al alzar la mirada tuve que hacer un esfuerzo casi infernal por no deformar mi rostro en disgusto.

-Yo siempre estoy temprano Iwa-chan, eres malo. Además me hubieses dicho que Miyu-chan iba a estar aquí y me hubiese puesto algo mejor.

-jaja para nada, siempre te ves muy bien Oikawa-san.

Ishida Miyu era la amiga de la infancia de Iwaizumi, por ende también se convirtió en mi conocida. Caminamos conversando de nada en particular, el pueblo no era muy grande y no sucedían cosas inesperadas. Ushiwaka estaba detrás de mí, casi podía sentir su mirada lacerándome la nuca.

Para variar también era el ángel protector de Miyu, tal vez era mejor así, no hubiese soportado tener otro idiota emplumado persiguiéndonos en esta “cita” que tenía ya de por si un integrante demás. Aunque el hecho de que un ángel cuide a dos humanos que viven tan cerca de sí, sólo significa una cosa. Sus almas están enlazadas.

Lo supe desde hace mucho tiempo. Vi como el cariño se iba convirtiendo paulatinamente en amor y aquella vez no hice nada por frenarlo, no tenía por qué, en aquel entonces no entendía los sentimientos como tal, sólo los instintos primitivos que hacían a los humanos seres tan subdesarrollados. Tampoco comprendí cuando aquellos sentimientos llegaban a mí en forma de sonrisas, de comentarios mordaces, de amabilidad desinteresada. Para cuando me di cuenta quería tocarlo más seguido, me sentía algo ansioso a su contacto, mi corazón latía rápidamente y me sentía mareado. Estaba completamente enamorado de Iwaizumi y no pude hacer nada

Mi venganza hacia Kuroo quedó en segundo plano, lo único que me interesaba era en pasar mis días junto a Iwa-chan, pero Ushijima me hizo volver a la realidad. Seguía siendo un demonio, uno de sangre noble, tarde o temprano vendrían por mí y usarían a Iwaizumi para lastimarme, más aún, él nunca se enamoraría de mí, pues ya tiene a alguien a quien está unido de por vida. Estuve tentado a matarla, me imaginé hacerlo muchas veces mientras ella se encontraba distraída e Iwaizumi no estaba cerca, no me importaba la ira del cielo, si eso significaba poder estar a su lado.

Y de alguna manera, aquellos pensamientos terminaron convirtiéndose en alguna clase de juego malintencionado del destino. Una carreta de volcó y cayó parte sobre Miyu-chan que pasaba casualmente por allí, perdió mucha sangre y quedó en coma. La cara compungida de Ushijima era un deleite para mí, “Hey, ¿Dónde estuviste que no la protegiste?” eran mis pensamientos, mientras veía como se culpaba. Lo que nunca esperé fue la reacción de Iwa-chan, su llanto era desgarrador, mientras gritaba al personal del hospital que debía haber algo por hacerse para despertar a la moribunda chica. Mi corazón empezó a apretujarse en dolor, por ver la tristeza de la persona que amo y por qué aquella desesperación sólo podía significar que él la amaba.

-Hey, ¿no puedes curarla? – le dije a Ushijima casi escupiendo las palabras. No quería preguntar, prefería que ella muriese, pero si sus almas ya estaban enlazadas la una a la otra, Iwaizumi moriría al poco tiempo. Reí ante la ironía que tenía Dios al crear ese tipo de reglas.

-Lo he intentado pero sigue sin responder. No puedo escuchar su voz.

-¿Puedo? – Waka-chan dudó unos segundos pero luego asintió con la cabeza.

Me acerqué a ella y toqué su frente, en efecto su conciencia estaba muy lejos de allí, retraída y enterrada,  no despertaría pronto. Sus signos vitales parecían disminuir día con día, por lo tanto pareciese que tampoco le quedaba mucho tiempo. Salí de la habitación y encontré a mi querido pelinegro arrodillado en el piso rezando con ardiente fervor, entonando las frases en susurros mientras sus lágrimas recorrían raudas sus morenas mejillas. Mordí mi labio inferior y pensé que siempre termino envuelto en guerras que no puedo ganar.

Me quedé en el hospital día y noche con la excusa de que tenía más tiempo que Iwa-chan para poder vigilarla, que no quería que él descuidase su salud, pero en realidad esperaba a alguien, un viejo conocido.

Era la décimo cuarta noche y por fin lo vi ingresando con aquel traje ceñido, sus ojos ámbares combinaban perfectamente con su corbata y su actitud positiva eran un completo contraste con su oficio.

-Es bueno verte de nuevo Kota-chan

El me mostró una gran sonrisa y agitó sus manos en ademán de emoción pero no se acercó a mí.

-¡Oikawa! Pensé que estabas muerto.

-No tanto como tú – dije divertido. Bokuto siempre tenía una manera de decir las cosas que me causaban bastante gracia, tal vez era más por la expresión en su rostro y su cabello pintoresco. Era sincero hasta cierto punto, tanto como la muerte puede ser.

- ¡Cierto! O te hubiese ido a recoger.

El miró al cuerpo de Miyu y me miró a mí después, estaba pensando, tratando de descifrar que hacía en un lugar tan poco probable después de haber sido perseguido hasta casi morir.

-Oye, sigue siendo mi trabajo llevármela.

-Lo sé. También sé que puedes hacerte de la vista gorda y regresar por tu camino – Bokuto abrió la boca para replicar mis palabras – Pero sé que no te irás con las manos vacías.

-¿Un demonio haciendo un trato? Oya oya oya , ¿Es acaso un humano preciado para ti?

-Algo así. Entonces, ¿Cuál es tu precio?

No puedo decir que no estaba sorprendido cuando me lo dijo, el precio a cobrar fue alto, pero me pareció justo, después de todo a quien trataba realmente de salvar no era a la muchacha, sino a Iwa-chan. Aún recuerdo aquel día como uno de los más dolorosos de mi existencia, el día que perdí mi ala derecha.

 

«Tú me cubres con el escudo de tu salvación,
y con tu diestra me sostienes;
tu bondad me ha hecho prosperar.
Me has despejado el camino,
así que mis tobillos no flaquean
. »

Salmos 18:35-36

 

 

 

-¡Oikawa!

Reaccioné al escuchar mi nombre pronunciado por Iwa-chan. Estaba consciente que se estaba conteniendo de decirme algo más hiriente o que rime con “basura”, sólo porque ella estaba presente. Así que sonreí, y dije lo único que pude decir en esa situación.

-¿Lo siento Iwa-chan decías? – Iwa-chan hizo una mueca de disconformidad, sin embargo recapituló lo que me había perdido.

-Decía si te gustaría comer crepas o mejor algo menos dulce.

-Crepas suena genial.

-Bien, vamos.

La pareja continuó conversando delante de mí, intentaban meterme a la conversación preguntando algo que era obvio o haciendo énfasis en alguna anécdota, yo solo asentía y trataba de aportar algún dato curioso. Ushijima seguía mirándome con ese rostro de perro degollado que no aguantaba, sabía que estaba preocupado por mí, eso me hacía sentir más incómodo de lo que ya me encontraba.

Nos sentamos en un lugar bonito e iluminado, pedí lo más dulce que tenían, sabía que iba a necesitar azúcar para procesar lo que iban a decirme, aunque ya lo imaginaba. Lo entendí en el momento en que vi el anillo en su dedo anular.

-Vamos a casarnos – dijo ella con gran entusiasmo. Iwa-chan se volvió completamente rojo y trató de aplacar su sonrisa que deformaba su rostro en alegría.

-¿En serio? Oh, ¡muchas felicidades! – Me pregunto qué clase de rostro estoy poniendo exactamente, ¿es uno que parece al menos alegre? Trato de ignorar la vista olivo de Waka-chan.

-Sí, y por eso te hemos traído aquí Oikawa-san – Ellos se miraron durante unos minutos, como teniendo un trato tácito de que su decisión había sido la correcta. – Queremos que tú nos cases.

Por un momento sentí que me apastaban el pecho y me quedaba sin aire, tuve que hacer un esfuerzo para poder llenar con aire mis pulmones y poder articular alguna palabra.

Nada.

-¿Oikawa?

-Eso sería, ¡genial! Pueden organizarlo en el momento que les guste, sin duda será la mejor boda.

-Gracias – dijo de manera seria y con una sonrisa suave. Se veía tan bien, tan atractivo y tantas ganas de besarlo.

-Y bueno, es hora de retirarme. –dije de manera atropellada.

-¿Tan rápido Oikawa-san?

-Sí, bueno, estoy haciendo aquí mal tercio y debo hacer otras cosas también aparte de planear su boda. Adiós.

Casi salí a trompicones de aquel lugar, el aire se sentía más pesado y asfixiante, mi cuerpo se sentía débil como cuando no como en varios días, mi conciencia se volvía cada vez más difusa y mi espalda, ardía como el mismo infierno. No sé cómo llegué a mi habitación, abrí el caño del agua helada y con cubos de hielo la hice llenar hasta casi el tope para meterme de lleno. El frio inundó mi cuerpo, entumeciéndolo en el instante, mi piel ahora sensible sentía el escandaloso cambio de temperatura, temblaba, y yo sólo sentía que mi piel ardía.

 

Mis manos están moradas, probablemente mis labios también lo están. Salgo de la bañera con los pies casi sin fuerza, mi reflejo me muestra cuan acabado estoy. Siento que es la pintura de Dorian Gray y ese espejo en mi habitación se lleva toda mi oscuridad, aquel lado que Iwa-chan nunca debe ver.

Giro para poder contemplar mi espalda. Solo están las dos grandes cicatrices de donde salían mis majestuosas alas negras. No parecen haberse abierto, sin embargo, las siento escocer de nuevo. Avanzo hacia la cama con gran cansancio y caigo de espaldas al no poder sostenerme más, la tela fría ayuda con la comezón.

Aquella vez ya no era un demonio completo, había hecho una locura, una completa estupidez a vista de todo el mundo demoniaco. Había dado la mitad de mi inmortalidad por una niña a la cual no le tengo aún ahora ningún aprecio, pero ni bien ella pudo recuperarse Iwa-chan volvió a la vida, pidió gracias a Dios por haber escuchado sus plegarias y yo solo sentí rabia. “Le das las gracias equivocadamente Iwa-chan, el no mueve ni un dedo por ninguna de sus creaciones” pensaba cada cierto tiempo, no importó después ya que todo volvió a la normalidad, o eso creí.

Bokuto no es un mal tipo, pero puede llegar a ser muy de lengua fácil. Obviamente también fue mi culpa, pues ignoraba que Kuroo y él se frecuentaran seguido porque eran amigos desde hace centenas.

No pasó mucho tiempo para que un ejército de demonios llegue a aquel pequeño pueblo que me había recibido tan bien. La ola de asesinato y crimen subió exponencialmente, por supuesto habían dispuesto todo para capturarme con vida.

Kuroo necesitaba un gran espectáculo, necesitaba demostrar que había ascendido al poder por apoyo de todos los demás, no solo por el miedo que causaba en sus subyugados, por lo tanto la mejor opción sería llevarme a una especie de corte pública y esperar a que el pueblo, dígase los miles de demonios del infierno, exijan mi cabeza cercenada como la última pieza para poder ganar el control de todo.

No les fue difícil encontrarme, con la mitad de mi poder mi mayor protección fue la iglesia. El ala cercenada también se había llevado parte de lo que me hacía un demonio, por lo tanto el agua bendita que antes me hacía tanto daño al punto de quemarme la piel al rojo vivo, ahora mismo parecía sólo agua corriente de no ser por cierta irritación cuando estaba mucho tiempo expuesto a mi piel. Peleé con las armas que tenía, traté de llevarlos lejos del pueblo, aunque la edificación me protegía, el daño colateral en la gente del pueblo podría ser devastador, los amigos de Iwa-chan estaban allí, no quería que él sufriese de nuevo.

Abatido y cansado, después de haber dado hasta el último de mis energías en reducir el ejército de Kuroo, no parecía menguar en ningún momento. Estaba solo después de todo. Reconocí a varios de mis ex súbditos entre las líneas enemigas, creo que lo peor fue ver a mi ex-mano derecha Kiyoko como una de las primeras en ser mandadas a matarme. Ella como todo súcubo seducía a los hombres para quitarles la energía de a poco, como buen demonio, me divertía ver el espectáculo de humanos embrutecidos pensando con sus partes bajas aun sabiendo que ella sería su perdición. Tal vez fue por aquellos viejos tiempos o quizás porque me estaba volviendo humano, pero tuve un sentimiento desagradable, como un ansia de vómito, cuando clavé un cuchillo especial bañado en agua bendita en su pecho. Ni sus súplicas me persuadieron, sólo pensaba en que si esto terminaba pronto, tal vez, sólo tal vez, podría regresar al lado de Iwa-chan.

Me escondí después de eso, iba a esperar a reponer energía en la medida que se pudiese,  si había la posibilidad, consumiría almas humanas aunque no estaba seguro que es lo que quería lograr. Era una batalla perdida, eran demasiados.

Aguanté 4 días escondido, reduje mi aura y la hice pasar como la de un simple mortal. Aunque mis heridas se habían sanado, de igual manera me sentía débil. Pensé que tal vez morir peleando iba a ser un final digno.

-Oikawa, sé que estás aquí, sal de tu escondite – escuché decir a Kuroo. Su voz resonó en las paredes como eco.

Me reí bajito, ¿en serio el tipo pensaba que iba a salir tan fácilmente? Había cambiado, ya no era el idiota inmaduro que provocaban al mínimo insulto. Daba igual lo que me dijese o cuanto se burlase, yo…

-¡Oikawa!

Su voz, su inconfundible voz llamaba mi nombre con fuerza y dejo de preocupación. Kuroo había descubierto mi debilidad y estaba usándola en mi contra. Me agazapé tras una rendija, sin hacer ningún ruido, quería comprobar con mis propios ojos que él estuviese allí. Iwa-chan caminaba mirando a todas partes, pronunciando mi nombre, no me tomo mucho adivinar que mentiras le había dicho para atraerlo a una parte de la ciudad en ruinas, pero no podía quedarme mucho tiempo escondido, si no salía corría el riesgo que lo asesinara, pero también si salía sin ningún plan, haría que nos asesine a los dos.

Volví a mirar  hacia donde estaba iwa-chan y sus alrededores, esperando con un poco de esperanza que Ushiwaka-chan apareciese milagrosamente como su especie suele aparecer, siempre a última hora, sin embargo, no se pronunció.

Escuché tejas crujir, al asomarme no me tardó mucho ubicar a francotiradores apostados en los techos de las viejas viviendas. Aunque Iwa-chan haya sentido el movimiento y pasos, no podía ver a ninguno de nosotros, por lo tanto, antes que alejarse sólo se acercó más y más.

-¿Iwa-chan eres tú? – me hice al desentendido y  salí de mi escondite, por supuesto la sonrisa de Kuroo fue como la del gato Cheshire de Alicia en el país de las maravillas.

-Oikawa, si estabas aquí, todos estábamos preocupados, pensé que ya habías salido de la ciudad idiota.

Aunque sus palabras eran algo duras, podía sentir la verdadera desesperación por encontrarme, y tan solo durante unos segundos fui realmente feliz, pero no podía olvidar en que situación nos encontrábamos. Después de todo siempre fue un suicidio. Me puse en frente de Iwaizumi para tratar de bloquear el trayecto de las fechas de demonios y también de esta manera podía ver a Kuroo parado detrás de él con una mirada de autosuficiencia en su rostro. Jaque Mate.

Cogí a Iwaizumi con fuerza y lo aventé hacia una puerta de madera a medio destruir, fácilmente con la fuerza del impacto terminó por romperla, daba igual lo que me dijera, porque no podría excusar mis actos, talvez después de esto nunca podría. Fui contra Kuroo avanzando como un orate en línea recta hacia él, la primera flecha atravesó mi hombro, aun así, no me detuvo.

Kuroo esquivó con facilidad mis estoques con la espada,  podían fácilmente acabarme entre todos, pero los hizo esperar al margen, pues quería matarme con sus propias manos, y casi lo logra. Su fuerza física era mayor y el cansancio había hecho mella en mí. Su espada se clavó en mi muslo, cosa que me hizo perder la fuerza en la pierna derecha y caí de rodillas.

 

«Sólo él es mi roca y mi salvación;
él es mi protector.
¡Jamás habré de caer!
»

Salmos 62:2

 

 

-Has caído tan bajo, y todo por un humano.

-¿Quieres hablar ahora? Jajaja – el jadeo y la resequedad de mi garganta no me dejaban articular bien las palabras – ¿No vas a matarme?

-Todavía no – dijo. Y de una patada me volteó la cara.

-Todos están viendo Oikawa, no habría diversión si lo hago rápido. Imagina que es el coliseo romano, el mejor invento del hombre, en la arena estamos tú y yo.

-En la arena está toda tu jodida gente contra mí.

-No dije ser otro gladiador, más bien soy el emperador. – Cogió mi cabello con rudeza y me hizo mirarle. – Los gladiadores se matarán entre sí, pero el emperador hará un tiempo para entretener al pueblo y matar al caído, al final siembre saldrá victorioso.

Golpeó mi rostro repetidas veces, y me pateó en el piso otras tantas, mientras que escuchaba los coros de victoria de los otros demonios.

-Que mierda crees que haces. – dijo Iwazumi.

*No*

-Oh, genial, aun estabas despierto, quería jugar contigo hasta el final, pero ahora está bien.

*No Iwa-chan, huye*

-Qué dices Oikawa, que tal si a tu amiguito le mostramos un poco acerca del otro lado.

*No Kuroo, aléjate de él*

-Chicos, vamos dejen ver sus alas – dijo en son de broma. Miles de demonios se hicieron visibles a la vista humana y yo solo pude observar como Iwaizumi miraba horrorizado sus alrededores.

-Déjalo – dije como pude.

-Oh? Oya oya oya? ¿Aún puedes hablar?

La suela de su zapato golpeó con fuerza mi garganta, sólo pude soltar un quejido lastimero mientras me ahogaba por la falta de aire y la sangre en mis pulmones.

-Tú maldito – Iwa-chan parecía haber salido de su trance, gobernado por la ira, se abalanzó contra Kuroo sin ponerse a analizar la situación, de que la persona contra la que quería pelear no era humana.

Kuroo fácilmente lo esquivó, con una sonrisa hueca se movió rápidamente para darle un puñetazo en la boca del estómago. Iwa-chan, aun habiendo perdido el aire de sus pulmones se movió intentando no ser golpeado por segunda vez, sin embargo, una patada se apostó contra su espalda, guiada con tal fuerza que chocó contra los escombros de un edificio.

-Awn, tan lindos los dos tortolos, no sabía que nuestro lindo príncipe Tooru bateaba para ese lado, pero eso no importa ¿no es verdad chicos?

Los demás demonios empezaron a reírse, haciendo burlas de mis sentimientos, de Iwa-chan, de lo patético de los humanos, del asco que daba yo por ser un noble. Actualmente no era ni mitad de lo que fui alguna vez. Me paré, sentía miles de agujas metiéndose dentro de mi piel, apuñalando hasta mis huesos, sin embargo, seguí avanzando, con el fin de proteger con mi cuerpo a Iwa-chan.

-Huye… -traté de decir, pero apenas y podía producir palabra alguna.

-Que dices idiota, no te voy a dejar aquí – dijo muy decidido.

-No tiene idea a que te enfrentas, no tienes idea que son ellos o que cosa soy yo. Vete, ¡esta no es tu pelea!

-¡AHHH!! – Una flecha cayó en su brazo, Kuroo ya había avanzado en dirección de Iwa-chan.

-Al principio fue divertido, pero ya se está poniendo tedioso, así que terminaremos esto aquí. - Kuroo cogió la cabellera de Iwa-chan con fuerza y puso su espada en su garganta

-Noo! Dejaloo… - corrí hacia ellos, sentí como varias flechas se clavaban en mi espalda, sin embargo, no hay dolor, no recuerdo haberlo tenido.

-Alguna última palabra.

-Iwa-chan… lo siento. – era mi última jugada desesperada, utilicé toda la fuerza que me quedaba para mostrar mi verdadera forma.

Mis ojos se tornaron carmesí y dos grandes cuernos salieron de mi cabeza. Los ojos de Iwaizumi se abrieron grandes en asombro y por supuesto horror. Nada era tan doloroso como ver a la persona que amas asustada por ti, sin embargo, me concentré en Kuroo y ataqué. A gran velocidad me acerqué e intenté apuñalarlo con mis garras y como un proyectil logré desaparecer un trozo del brazo del pelinegro. Mi objetivo real era su corazón.

 Inmediatamente después, mis fuerzas se hicieron añicos y volví a la forma humana que podía manejar, después de todo ya no era un demonio completo, probablemente haber hecho eso fue lo que me quitó casi la mitad de mi esperanza de vida. Sin embargo, ya era tarde.

Vi como el cuerpo de Iwaizumi caía al piso como un peso muerto. Sus ojos abiertos y sin vida, me miraban vacíos como recriminándome su muerte. Yo solo no podía evitar ver su garganta con aquella herida lacerante que hacía brotar la sangre como una fuente.

El sonido de lo demás fueron sólo ecos a lo lejos, a rastras me acerqué a lo único que me importaba en este mundo, en la desesperación de negarme lo que mis propios ojos veían.

-¡HAJIMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!

Lo demás a partir de allí solo son sombras difusas.

*No te vayas*

No podía dejar de llorar, abrazado a su cuerpo, repitiendo su nombre una y otra vez. Kuroo se paró a mi costado y blandió su espada con el fin de decapitarme y tomar el poder.

No me inmuté ni por el sonido del metal chocando sobre mi cabeza, ni tampoco por que el milagro que había esperado horas atrás por fin se había hecho realidad.

Ushijima apareció y junto con él una legión de ángeles y dos arcángeles, los seres más poderosos del cielo, los soldados más leales del señor, estaban peleando para destruir a todos y cada uno de los demonios. Pronto se vieron reducidos y Kuroo al verse acorralado, intentó huir; no esperó que uno de los arcángeles apareciera en frente suyo. Sus seis alas se batieron de forma majestuosa mientras blandía su espada y decapitaba de una vez por todas a quien fue alguna vez la mano derecha del rey demonio.

 

Pronto los gritos y lamentos cesaron, unas pisadas firmes se acercaban a mí, al parecer yo estaba dentro de su misión de eliminación.

-¡No! – Ushijima se interpuso entre el arcángel y yo. – No es necesario.

-Él también es un demonio – dijo uno de los arcángeles.

-Por su culpa han muerto muchos humanos – agregó el otro.

Estoy seguro que Ushiwaka-chan iba a replicar, pero en realidad no me importaba si era Kuroo o si eran los guardianes del cielo los que decidían acabar con mi existencia, pero necesitaba un último favor, y si mi vida aún valía algo estaba dispuesto a dársela.

-Es un tabú – respondieron los ángeles con tono de fastidio después de haber escuchado mi última petición – Si el humano murió no es posible traerlo de vuelta, ni si quiera para nosotros.

Estaba consciente que estaba yendo en contra de las reglas del mundo, la vez que pedí por la vida de Miyu, aún Bokuto no se la había llevado, pero en cambio ahora Iwa-chan ya estaba muerto. Fue cuando lo recordé, si los ángeles no me ayudaban, lo haría yo mismo.  Tomé sangre de la herida abierta de Iwa-chan y aunque estaba ya fría serviría a mi fin. Abrí su camisa y dibujé un circulo con varios símbolos los cuales recordé bien, mordí mi muñeca con fuerza y dejé mi sangre caer sobre la marca.

Los otros ángeles estaban muy confundidos por lo que hacía o simplemente no se daban cuenta pues seguían enfrascados en una discusión donde se debatía el destino de mi vida. Recité aquellas palabras prohibidas para los hombres, e invoqué a la muerte. Pude ver los ojos sorprendidos de varios ángeles que se pusieron a la defensiva, pues para ellos también debió haber sido difícil pasar de lidiar con el conocimiento de la existencia de un ente a realmente verlo parado en frente e ellos. La muerte era un ser mas allá de los ángeles, aquel único que pasea libre entre los tres niveles, el cielo, el infierno y el mundo de los vivos, por lo tanto, el único capaz de devolvérmelo.

-Hey hey hey, vaya sorpresa volver a verte Oikawa. – Bokuto miró a su alrededor y vio el espectáculo de sangre y muerte protagonizado tanto por demonios y ángeles a su vez. Ninguno se atrevió a moverse ni a decir algo. Él tampoco pareció cambiar su expresión. – ¿Quieres que lo devuelva a la vida?

Preguntó lo obvio, más por una reconfirmación de mi parte sobre las consecuencias que implicaba que por no saberlo.

-Tendrás que pagar un precio más caro ahora.

-Te ofrezco mi vida.

-Alto, alto. No quiero tu vida, la muerte es sencilla, lo que no es sencillo es vivir. –No puedo mentir, estaba confundido. – lo que quiero es eso…

Bokuto alzó el brazo y señaló el cuerpo mutilado de su mejor amigo.

-También tomaré la otra mitad que no tomé de ti.

Sacó una navaja, cortó la tela de mi ropa para luego tajar superficialmente la piel alrededor de mi ala izquierda, escribió runas en un lenguaje tan antiguo como el propio mundo y cogió mi ala desde la base.

-¿Estás listo? -  preguntó.

-Ushiwaka-chan – él se veía muy perturbado, claramente preocupado, pero sabía que podía oírme – Por favor, que no recuerde nada de lo que pasó.

No le dije a Bokuto que estaba listo, no hasta que Waka-chan aceptó.

¡AAHHHHHHHHHHHHRRRRGGGGGG!

El dolor se expandió por todo mi cuerpo de manera tan vívida que no fui capaz de soportarlo mucho tiempo, mi vista empezó a tornarse borrosa y caí desmayado.

 

Desperté con un paño húmedo en mi frente y con una frazada cubriendo mi cuerpo. Pude sentir el dolor en mis extremidades, sentí también mi seca garganta clamar por agua, así como un viento helado entrando por una de las ventanas. Podía sentir cosas que nunca había experimentado, y supe que me había hecho humano.

-Por fin despiertas. –Volteé casi espantado al escuchar esa voz, pues no tuve ninguna sensación de estar acompañado, pero al hacerlo tan bruscamente mi cabeza empezó a dar vueltas. – Idiota, recién te estas recuperando, vuelve a dormir.

Su voz autoritaria, su ceño fruncido y claramente aquella mirada de preocupación en sus ojos oscuros, no podían engañarme, era mi Iwa-chan. Le hice caso, no pronuncié palabra, sentía de igual manera que no iba a salir nada de mi garganta y dormí, después de haber vivido centenares de años, fue la primera vez que pude dormir y conocí lo que son los sueños.

Y como todo sueño de un humano, a veces pueden hacerse realidad, pero casi siempre las ilusiones se rompen en miles de piezas y se esparcen tanto que no pueden ser recuperadas ni devueltas a cómo eran en un principio.

 

«A cambio de ti entregaré hombres;
¡a cambio de tu vida entregaré pueblos!
Porque te amo y eres ante mis ojos
precioso y digno de honra.
» Isaías 43:4

 

 Era un día encantador o eso decían las demás personas, o tal vez había alguna otra manera de nombrar aquel día con cielo despejado y árboles en flor. Habían escogido el mejor día para poder casarse. La iglesia fue adornada con lindas flores de Jacinto y uno que otros claveles los cuales también fueron usados para la decoración del ramo de la novia.

Iwaizumi había estado nervioso todo el día, fue casi cómico ver como trataba de hacer el nudo de su corbata turquesa con mucha torpeza. Me acerqué a él y sólo con un ademán le pedí que me dejara intentar. Cuando terminé de hacerlo, el me miró y después de respirar hondo me dedicó una sonrisa suave para después decirme “Gracias”

¿Gracias por qué Iwa-chan?, quise preguntar, en realidad, aunque sería un día inolvidable y feliz, no me sentía de esa manera, mis sentimientos no me lo permitían, ni tampoco el estado de mi cuerpo. En el último par de meses traté de mejorar mi dieta y comer más adecuadamente, sin embargo, sólo me sentía descomponerme, ni las almas que había robado Ushijima servían para poder mis fuerzas, ya sabía lo que me estaba pasando, por lo tanto, no era necesario decírselo a nadie.

Iwa-chan se removía nervioso incluso cuando comenzó la marcha nupcial, Miyu llevaba un ceñido vestido blanco que dejaban ver sus formas, pero también era muy elegante, con finos encajes en las mangas y cuello. Pude ver a Ushijima a lo lejos, sentado en una de las cornisas, al costado de una ventana de vitral, miraba a los novios como un padre sintiéndose orgulloso por sus hijos. La escena me hizo gracia y traté de enfocarme en ello para poder distraer mi mente del verdadero significado de lo que estaba a punto de hacer. Abrí la biblia de tapa gruesa que llevaba conmigo y comencé la misa.

 

 

-Si acepto.

La ceremonia había llegado de manera rápida hasta este punto, ahora sólo tendría que pronunciar una pequeña frase y todo habría acabado.

-Puedes besar a la novia…

Mi voz casi se pierde al último instante, de nuevo estaba teniendo aquello que denominé como un ataque de pánico. Respiré hondo y como el gran actor que sigo siendo, sonreí para ellos.

Agarrados de la mano salieron de la iglesia mientras la gente vitoreaba y aventaba arroz a los recién casados. Los invitados empezaron a retirarse rumbo al local donde se daría lugar a la fiesta de bodas. Cogí mis cosas lo más rápido que pude y salí hacia la oficina del sacerdote, necesitaba quitarme la sotana que me asfixiaba y tomar la última botellita con un alma que había traído Ushiwaka para mí.

Iwa-chan ni Miyu tenían dinero como para costearse un gran lugar, sin embargo, tenían muchos buenos amigos quienes dieron una parte de la ceremonia. Arreglos de flores, decoración, una pequeña orquestina y platos de comida tan variados que podías escoger literalmente cualquier cosa que te guste como si se tratase de un banquete. Todos y cada uno aportaron un pequeño grano de arena que hizo toda una gran fiesta. Llegué a tiempo para el primer evento de la noche.

Los vi bailar su primer vals. Iwa-chan, aunque había estado practicando más de una semana seguía siendo torpe y miraba el piso tratando de no pisar los pies de su ahora esposa. Ella reía bajito por su esfuerzo y con ojos comprensivos trataba de seguirle el paso. Se veían muy bien, así que tan solo por una vez, me permití soñar, enviar mis deseos, mis aspiraciones y elevarlos. Cerré los ojos, escuchando la suave melodía me dejé llevar, imaginando que yo era quien estaba en el lugar de ella.

Iwa-chan me miraría de manera cariñosa, yo le diría palabras toscas de lo inútil que era bailando, porque me gusta cuando se enoja y me gusta más cuando le digo cosas pícaras y se sonroja tantito. Me lo imagino tomando mi mano suavemente; me lo imagino diciendo sus votos en medio de toda esta gente con nerviosismo y vergüenza, yo complementaría su discurso con algunos comentarios sarcásticos y más burlas, pero antes que se moleste completamente conmigo, sería sincero y le diría cuanto le amo. Todos reirían y aplaudirían. Sería perfecto.

Pero la realidad es otra, ya no puedo aguantarlo, simplemente las lágrimas caen por mis mejillas de manera lenta y pesada. Debo alejarme, así que lo primero que se me ocurre es salir al balcón de aquel lugar y tomar un poco de aire fresco. Me limpio el rostro con la manga del saco que llevo puesto y respiro hondo para poder calmarme. El suave aroma de azuzenas me dicen que pronto vendrá la primavera.

-¿Qué haces aquí? – Me tenso un poco por el comentario, más aún de la persona que venía - Pensé que estabas coqueteando con una de todas las mujeres que te han estado echando el ojo.

-Soy un pastor del Señor, Iwa-chan. – dije casi cediendo a la risa. Nunca me imaginé que diría esas palabras ni siquiera en broma. - ¿Además no deberías estar con la nueva señora Iwaizumi?

-Ella está con sus amigas, y no me quiero meter allí.

-Ni nadie

-Prefiero quedarme aquí contigo.

Eres tan injusto Iwa-chan.

-Yo también… -dije casi en un susurro

-Hey Iwaizumi, aquí estas. Todos te están buscando, van a hacer el brindis.

Uno de los tantos invitados descubrió el pequeño lugar secreto que en solo un par de minutos habíamos construido. Iwaizumi asintió e hizo un ademán para que lo siguiera. No me moví de mi lugar, simplemente me quedé viendo en un punto del cielo.

-¿No vas a venir? – preguntó.

-Te alcanzo en un momento. – Me miró durante un rato tratando de comprenderme, de entender el porqué de mi comportamiento. – Iwa-chan…

-Dime

De manera pausada, tratando que él no se asustara de mis movimientos, rodeé su cuello con mis brazos, escondí mi rostro en su hombro y de manera simple le dije

-Te quiero.

El no dijo nada durante un par de segundos, no estoy seguro si es porque se sorprendió por la confesión, tiene dudas o piensa que es una broma. Da igual de todas maneras, al final nunca entenderá el sentido real de lo que le dije.

-Yo también – respondió de manera suave. Me dio unas cuantas palmaditas en la espalda, de manera tácita entendí que debía soltarlo. – No te demores.

Dio media vuelta y fue en dirección a la fiesta. Durante la semana pasada, había estado pensando muchas veces en que cosa le diría en un momento así. Terminé construyendo una especie de discurso entre todo lo que tenía en mente, sin embargo, al final no pude decirle nada de lo que quería.

De repente siento enrarecido el aire, me siento febril y decido que ya es hora de salir de allí. Me escabullo entre la gente, con sonrisas forzadas me hago paso a la salida y de regreso a la vieja iglesia, caigo ya sin fuerzas en mi cama, estoy muy cansado.

**

Sueño que camino por un pastizal, al principio el clima es muy agradable, siento hasta el suave calor que emana sobre mí, pero de pronto, el cielo se pone sombrío y empieza a caer pesadas gotas de lluvia. La garua cae por mi rostro, se siente tan fresco y ligero, de manera refrescante parece que me devuelven un poco más de vida. Escucho murmullos, suaves tonos resuenan como eco a lo lejos y por fin abro los ojos.

 

No sé en qué momento que quedé dormido, pero las gotas que creí de lluvia en realidad son lágrimas de alguien, ese alguien llora desconsolado en silencio, tocando de manera delicada mi rostro.

-¿Ushiwaka-chan porqué lloras?

Mi voz sonó más lastimera de lo que debería. Ushiwaka estaba sentado a un lado de la cama, sollozaba y su cuerpo temblaba levemente.

-Estás muriendo…

-Lo sé, los humanos morimos. – Sonreí.

-No a esta velocidad… tú ya…

-Digamos que es el precio que tengo que pagar.

-Ya has pagado todo lo que has hecho, lo que has sufrido es suficiente para redimir todos tus pecados, no debería ser así… tu… deberías poder ser feliz…

-Ya soy feliz Ushiwaka-chan…. Aunque me hubiese gustado poder vivir un poco más, poder estar junto a él unos días más, tal vez poder ver nacer a sus hijos, apuesto que serían un grupo de gruñones al igual que él, pero, aunque quiero más, estoy satisfecho con todo…

Sus lágrimas volvieron a caer como ríos que surcaban sus mejillas, las lágrimas de un ángel son la medicina más milagrosa que existe, pero ni tantas cayendo sobre mi hacen que me sienta mejor. Ya es hora.

-No seas tonto Ushiwaka-chan – Alzo mis manos y limpio sus mejillas con mis pulgares – Un ángel no debería llorar por un demonio.

Sus ojos se abrieron en sorpresa mientras las lágrimas se agolpaban a más velocidad en sus ojos. Al termino de mi vida me permitiré hacer lo que nunca creí posible, eso incluye estar agradecido con un ángel, más aun, que ese ángel sea Ushiwaka-chan.

-Prometo que recogeré tu alma yo mismo… -Sus palabras se quebraban. – No importa lo que digan los otros o si me tengo que enfrentar con los arcángeles, pero prometo que tu alma no será desechada…

-No tiene caso Waka-chan yo…

-Guardaré tu alma, hasta que Iwaizumi muera – Mi cuerpo se estremeció al escuchar las palabras decididas del ángel con ojos color olivo, no estaba bromeando y entendía lo que quería hacer, así que fue mi turno de querer llorar. –Renacerán juntos… no importa cuánto tome hasta que me den permiso o si me castigan por ello, pero prometo que renacerán juntos.

-¿Por qué…? ¿Por qué harías todo eso Waka-chan? Si haces algo así puede que te boten del cielo, o te impongan un castigo tan duro que nunca podrás bajar a este mundo que tanto adoras. ¿Porqué?

De nuevo tenía mucha curiosidad, pero Ushijima se quedó un momento pensando, no tratando de mentirme, más bien como si recién se pusiera a meditar por un motivo de sus pretensiones. Se quedó callado y agachó la cabeza, cogió mis hombros y me abrazó suavemente.

Eso era suficiente para mí.

Con las ultimas fuerzas que me quedaban, lo rodeé con mis brazos. “Gracias, gracias por…” fue lo último que susurré, antes de perder toda fuerza y ceder al sueño.

En alguna parte de mi inconciencia escuché que gritaban mi nombre, ya no soy capaz de articular palabra, sin embargo, sé que Waka-chan pudo entenderlo, gracias por haberme brindado la felicidad de saber que también fui amado.

No puedo ver, casi no puedo oír, poco a poco la oscuridad me consume y me lleva a lo desconocido. No tengo miedo, ya no. Siempre estuve en el lado incorrecto, sumido en esa gran y basta oscuridad, sin embargo, Iwa-chan fue mi luz, una que me enseñó lo hermoso de vivir, pues yo antes de haberle conocido no había vivido.

Algún día en algún lugar renaceremos juntos, te conoceré Iwa-chan y nos haremos los mejores amigos, porque no dudo en que Ushiwaka cumplirá su promesa. Tú serás mi ancla y yo tu apoyo. Yo tendré esta personalidad insufrible y tú me guiarás, me detendrás y corregirás. Sabrás aguantarme y yo sabré lidiar con tus violentos tratos. Tal vez peleemos, tal vez nos digamos palabras hirientes, lloremos y vivamos de manera única nuestra vida, pero nada de eso importaría, porque por fin podremos estar juntos.

 

 

«Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada.»  Corintios 13:2

 

 

 

 

 

Notas finales:

♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠

 

Y pues,  que tal les pareció? como dije no buscaba ofender a nadie con la temática religiosa de trasfondo, lo siento mucho. En realidad escribí varias ideas de drabbles y se las mandé a Murkami, ella me dijo que le gustaban algunas, de las cuales ya se publicó el drabble en la pagina www.facebook.com/Kolurami , escribí otros drabbles super sueltos de menos de 500 palabras y este estaba en la lista, para cuando me di cuenta ya llevaba mas de 5 hojas en excel, y cuando terminé por fin, se convirtieron en 19. 

 

Espero que te haya gustado Mur-chan, como regalo por el día de las brujas atrasado (?) ok no XD broma. Amiga no se que wea, simplemente me dio el feeling, y terminé haciendo ese final, no me mates :'v

 

Gracias a todas las personas que me leen.

 

Clio ::off::

 

♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).