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SHIZAYA "La era de las bestias". por SophieLestat

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Notas del fanfic:

Yaoi Shizaya desarrollado en la edad media, con criaturas sobrenaturales y, y... Mucho amor(? xD

Notas del capitulo:

Espero actualizar al menos una vez por semana <3



~°------------SHIZAYA-----------°~
~°----------------VAMPIROS--------°~

 

Era una gran casona refinada, adornada con tonos blancos y dorados en sus paredes y los vitrales en la vista alta eran muy coloridos y atrapantes. El famoso cazador de abominaciones entraba por la puerta principal y se dirigía hacia donde estaban sentados un trío de clérigos.

-          Así que has venido, Heiwajima san.

-          Después de todo es trabajo. -Respondió con voz seca el rubio cazador. Los ancianos le miraron con una pizca de arrogancia y desprecio, pero el que estaba en medio de ellos le hizo una mueca para que dejaran sus prejuicios a un lado, llevaba una estola roja con detalles plateados sobre sus hombros, y parecía ser de esos que llevan consigo la última palabra.

-          Es una alegría para nuestra santa iglesia contar contigo Heiwajima san. -El viejo sacerdote se puso de pie e hizo una reverencia hacia el joven cazador, los otros dos le siguieron casi al instante. Heiwajima rascó su cabeza con rudeza y despreocupación y luego les miró diciendo:

-          Señores sumos sacerdotes, mejor dejemos la cortesía para una tarde de domingo, ahora necesito saber si el acuerdo va como mencionaron en la carta que me enviaron.

-          Por supuesto, gran cazador, tendrá su dinero, tal y como lo pide, la cantidad justa, cien monedas de oro por erradicar a ese clan de demonios. La santa iglesia le estará apoyando en oración y agradece su valentía-Es mi trabajo -Replicó el rubio cazador interrumpiendo al sumo sacerdote. El hombre de avanzada edad notaba demostrar una espectacular paciencia para con ese cazador malhumorado y poco refinado, se les notaba desesperados. El que estaba a su izquierda, hizo un gesto de disgusto e iba a reprender a Heiwajima Shizuo por ser demasiado descortés con el señor de la estola roja y plateada, pero éste le hizo un gesto con el brazo de que no era necesario, la situación ameritaba el dejar pasar las faltas de respeto.

-          Al parecer está todo resuelto, entonces, si me disculpan, me pondré a trabajar de inmediato. -Añadió el rubio, entonces agarró una botella de vino que estaba sobre una de las mesas y salió por la misma puerta que entró.

-          ¡Ese chiquillo insolente! -Exclamó uno de los sacerdotes, mientras que el otro hizo una mueca de desprecio.

-          Está bien, mientras ese bárbaro cumpla con su palabra nosotros no diremos nada en su presencia en el futuro, ¿De acuerdo? -Ambos sacerdotes asintieron molestos con la cabeza.

-          Solo necesitamos utilizarle para que mate a cada una de esas aberraciones, no lo olviden.

 

 

En esta oscura era, diversas abominaciones infernales deambulaban por la tierra, dominando y aterrorizando a los humanos, pero junto a ellas, también vagaba un sediento cazador de monstruos que no cesaba hasta devolver al infierno a cada una de esas criaturas, “La gran bestia asesina de bestias, Heiwajima Shizuo”. Era un hombre con la fuerza de cientos de hombres, un poder como ese era envidiado por diferentes reinos, todos intentaban capturarlo o comprarlo, pero él no tenía precio ni razones para permanecer cautivo, los rumores decían que era como el viento, los chismes decían que era como un cascarón vacío, las malas lenguas aseguraban que aquel hombre con fuerza sobrehumana era otra especie de abominación, algunos especulaban que se trataba de algún emisario divino para poner fin a la era de las bestias, mientras que otros contaban su triste historia: “Ese hombre perdió a su amada a manos de un monstruo chupasangre, desde entonces, se convirtió en el cazador que es ahora, aceptando cualquier trabajo, matando a quien se le cruce, reduciendo su vida a una sombra en busca de venganza”.

 

 


El reino de Ameris

Ameris era un país que se encontraba a un costado de la tierra, grande y ostentoso, vivía y regía gracias a la venta de ganado y piedras preciosas, era gobernado por la reina Katarina Ameria. Hace unas semanas, su ganado había comenzado a desaparecer, por lo que, tras incansables búsquedas por parte de los soldados reales encontraron un sinfín de cadáveres vacíos al adentrarse en el bosque.
Luego de perder incontables soldados, la reina y su consejero real optaron para pagarle a un reconocido cazador para que se encargase de aquellas abominaciones que estaban destruyendo la paz del reino de Ameris, específicamente uno de sus principales pueblos, fue así como Heiwajima Shizuo terminó aceptando el trabajo.

 

Primer día.

El rubio y joven cazador de no más de 25 años llegó hasta el palacio en donde le esperaban sus empleadores, un trio de clérigos.

Al asegurarse de que el trato sería las cien monedas de oro acordadas, el joven cazador se dirigió hasta el centro del reino de Amerís. Habían bastantes puestos donde vendían joyas hermosas, pero la gente parecía fatigada, las personas del pueblo estaban desanimadas, tal vez era por el calor, no lo sabía exactamente. Al final se dignó a comprar unas cuantas frutas y preguntó dónde había alguna posada, inmediatamente lo redirigieron a hacia una casita que se encontraban al final de las calles.

Caminó hasta aquella posada y entró.

-          Buenos días, necesito una habitación.

-          Buenos días, sí… -El hombre viejo que estaba en recepción se acomodó su sombrero y le miró de cerca.

-          ¿Es usted nuevo por aquí?

-          Así es, vengo de viaje.

-          Un forastero, ya veo… Señor, en estos momentos, Amerís no es un buen lugar para venir a visitar, ¿Lo sabe no? Lo de las bestias…

-          No tiene de que preocuparse, precisamente por eso he venido. -El anciano dio un suspiro, luego le miró una vez más y le entregó la llave del cuarto 9. Shizuo fue hasta su cuarto para darse un baño y dejar su equipaje. Más tarde fue hasta la taberna para beber un poco del vino que le arrebató anteriormente a los clérigos y lo acompañó con papas asadas y maíz. Una vez que terminó, se dignó a comenzar su trabajo.

 

Salió a caminar cuando ya se había oscurecido, deben haber sido las 9 de la noche aproximadamente, una brisa fresca le rozaba la cara, y junto a las inhabitadas calles  del centro del pueblo, podía sentir la desolación, incluso el miedo de las personas que vivían allí, pues parecía que nadie se atrevía a andar fuera después de que el sol se pusiera.

Shizuo Heiwajima, el rubio cazador de veintitantos años tenía varios métodos para hallar las guaridas de los monstruos que necesitaba matar, aunque por esa noche solo estaba intentando conocer el territorio y evitar que inocentes se vieran envueltos en su cacería, además, no sabía exactamente cuántas bestias se escondían en este reino, podían ser dos o tres como también podía tratarse de decenas, y él suponía que así era, de ser así, el trabajo sería más complicado de lo habitual, pero su repudio hacia esta clase especifica de monstruos era lo que lo había motivado para acceder a hacer el trabajo, pues su odio hacia los vampiros era inconcebible.

 Una vez que caminó por todo el centro, habrían pasado unas dos horas, ya había contemplado las calles que iban cuesta arriba, las que iban hacia abajo, los lugares aledaños al reino, y estaba por sumergirse en la profundidad del bosque, pues presentía que allí era donde se escondían las bestias que perseguía. La creciente y amarilla luna iluminaba las calles con un sombrío matiz, Heiwajima Shizuo caminaba hacia el costado del pueblo con el fin de adentrarse en el bosque, cuando ya iba llegando hacia la última calle que daba con el frondoso prado, sintió un ruido viniendo desde los arbustos, el rubio cazador inmediatamente tomó una posición de alerta y sujetaba un hacha de hierro y madera en su mano derecha.  Se acercó sigilosamente hacia el arbusto que él había visto moverse, cada paso que daba iba acelerando los latidos de su corazón y endureciendo la expresión de su rostro. Cuando estaba próximo a entrar al bosque, no pudo oler ni sentir la presencia de ninguna bestia chupasangre desde ese lado, entonces se percató de algo increíble, se volteó lo más rápido que pudo y atacó a sus espaldas, lanzando un golpe hacia el frente con su enorme hacha, pero no fue lo suficientemente rápido. Una criatura con una forma completamente humana, incluso más hermosa que una persona, más parecía un ángel, lo vio elevarse en el aire con tanta sutileza y agilidad que por pequeños momentos quedó atónito, aunque reaccionó con diligencia y se echó para atrás, cubriéndose con su enorme arma, sacó una pequeña botella de agua bendita que traía entre sus ropas.

-          ¡A-atrás demonio! -La delicada mítica se echó a reír, entonces el temeroso cazador recitó unas oraciones a modo de conjuros paganos, disipando lentamente la sonrisa del menudo vampiro.

-          Tsk, ya no te pongas molesto… -Dijo de pronto el vampiro, su voz era suave y asexuada, el cazador no lograba percatarse de su género.

-          ¡E-estás acabado, maldita bestia! -Gritó algo nervioso Shizuo, la criatura se mofó de su comportamiento tan seguro de sí mismo, y de pronto desapareció.

-          ¿Estoy acabado…? -De pronto aquel susurro dejó completamente helado al cazador, quien estaba siendo abrazado por atrás por aquella criatura y le hablaba delicadamente al oído. El vampiro se acercó a su cuello y dejó descansar su mentón allí por unos instantes, por motivos del pasado, Heiwajima Shizuo sentía  una gran aversión hacia la raza vampírica, aquel odio que sentía hacia ellos era porque en realidad les temía, eran su peor pesadilla, por eso, había siempre estado buscando la oportunidad de acabar con ellos, pero esta era la primera vez que en uno de sus trabajos le hablaban de una cacería de posibles  vampiros, y si bien había matado otro tipo de bestias horrendas, éstas no le generaban el trauma que los chupasangre les provocaba. Apretó fuertemente sus dientes y trató de hablar:

-          ¡D-déja-Shhhhhhh~ -Interrumpió el vampiro, haciéndole callar con cautela, seguía teniendo su boca en la clavícula del cazador, reposaba cómodamente sobre su cuello sin ninguna prisa, Heiwajima Shizuo podía sentir su helada piel apegada a la de él. De pronto, sintió algo húmedo, el roce de la lengua del vampiro sobre su piel, aquello fue repulsivo para él, porque de algún modo se sentía muy placentero y se le erizó la piel.

-          Solo un bocado, lo prometo… -Le volvió a susurrar el vampiro al oído, aquello sirvió para hacerle reaccionar, entonces justo cuando iba a enterrarle los colmillos en su vena yugular, Shizuo se aventuró a tirarle agua bendita. Aquello fue corrosivo para la criatura endemoniada.

-          ¡Maldita sea, eso duele! -Gritó enojado mientras se alejaba el vampiro. Mientras tanto Heiwajima tomó nuevamente su hacha y se abalanzó a atacarle, pero el joven chupasangre era increíblemente rápido y podía esquivar sus ataques con facilidad, entonces subió a lo alto de un árbol y le miraba burlesco hacia abajo.

-          ¡Hey, cazador-san…! Era solo una broma, nada más iba a ser una degustación, ¿Por qué te enojas tanto? -Aquel juego de burlas y sarcasmo terminó por hacer enojar a Heiwajima Shizuo, y lo que el vampiro no sabía, era que este hombre era excepcional. Entonces de repente entre su ira mal controlada, comenzó a maldecir al vampiro y se acercó hasta el tronco del árbol, y a manos desnudas, lo samarreó con una fuerza brutal, hasta terminar soltando completamente las raíces del suelo. La expresión atónita en los ojos del vampiro fue muy notoria, quedó tan atontado por lo que estaba viendo que olvidó moverse al siguiente árbol, hasta que finalmente el rubio logró arrancar el árbol completamente de la tierra y lo aventó por los aires como quien tiraba piedras sobre un rio.

-          ¡M-mierda! -Exclamó el vampiro, mientras brincaba lejos de entre las ramas para intentar no salir lastimado, aun así, se enterró varios trozos de madera en los brazos y abdomen. El olor de su sangre facilitaba el trabajo para el cazador, quien además de poseer una fuerza sobre humana, tenía un súper olfato. De pronto el vampiro se sentía la presa de ese fuerte cazador, mirando hacia todas partes, en medio del basto bosque y con solo la amarillenta luna iluminando la noche, el lánguido vampiro se sintió entre asustado y emocionado. De repente, pudo escuchar en el viento la venida de un objeto pesado y logró reaccionar a tiempo para agacharse, era el hacha, Heiwajima Shizuo la abalanzó sobre él sin ningún remordimiento.

-          ¡T-ten mas cuidado con eso! -Volvió a gritar, en eso el cazador se abalanzó sobre él cayendo ambos a tierra. Forcejearon un rato, hasta que Shizuo le inmovilizó poniendo sus fuertes manos sobre su pequeño y helado cuello.

-          ¡H-hey hey espera…! -Exclamó entre jadeos el vampiro, cuando los ojos del cazador y los vampiro se encontraron, el chupasangre pudo notar en su mirada una expresión muy desoladora y triste. Entonces el cazador de pronto le soltó y se le quitó de encima. El vampiro sin entender muy bien por qué, se sintió algo aliviado.

-          Así está mucho mejor… Ahora podremos conversar. -Añadió, pero el cazador seguía en silencio, mirándole y luego escondiendo la mirada, tan ensimismado y perturbado, que ni Dios ni el diablo sabrían en que estaba pensando. Fue tanta la tensión de la extraña situación, que de pronto el vampiro le preguntó:

-          ¿Qué sucede…?

-          M-me…

-          ¿Me…? -Preguntó el chupasangre medio tomándole el pelo.

-          T-tú… -Dijo luego el cazador titubeando y estando aún confundido.

-          ¡Tú…! -Volvió a decir una vez más, pero ahora con más seguridad, entonces comenzó a llorar y se abalanzó a los brazos del pequeño vampiro. Éste quedó aún más perplejo que en todas las veces anteriores, su tibia piel, su respiración, el latido rápido de su corazón, todo era demasiado para él.

-          ¡Mérida! ¡Mi hermosa Mérida! -Ahora estaba asfixiándolo entre sus fornidos brazos y si no fuera porque se trataba de un vampiro, probablemente lo habría matado sofocado.

-          ¡¿Quién demonios es Mérida?! -Le gritó molesto el vampiro luego de sacárselo de encima.

-          ¿A-ah… ¿Cómo que quien? -Le preguntó con una voz de idiota que ni él se podría excusar de lo tonto que se escuchaba.

-          ¡Demonios, mide tu fuerza! Casi me matas… Bueno, no realmente, pero aun así, como sea…

-          C-creí que estabas muerta Mérida, ¿En qué te han convertido? -Continuó el cazador con su tono de bobo y se acercaba hacia el vampiro lentamente una vez más.

-          ¡Hey hey hey, tú quédate allí! ¿Te golpeaste la cabeza acaso? ¿De qué demonios estás hablando? ¿Mérida…? ¿Qué no ves la enorme diferencia entre confundir a un conocido en la calle con la colosal equivocación que estás haciendo ahora mismo?

-          ¿D-de que estás hablando…? No te haré daño, no tengas miedo, solo déjame acercarme.

-          ¡No lo creo, estás completamente loco! ¡Yo no soy Mérida! Además, como puedes…

-          ¿Cómo podrías no serlo? Has perdido tus recuerdos, tranquila… -Continuaba balbuceando el cazador, entonces el joven vampiro pudo sentir la angustia que se apoderaba cada vez más del hombre que tenía en frente y sintió algo de pena por él, así que para no continuar con la discusión tan extraña que se había dado, decidió presentarse ante él de una manera poco convencional. Se acercó en un parpadeo hacia el cazador con su rápida habilidad, levantó sus ropas y le mostró su torso desnudo.

-          Que yo sepa Mérida es nombre de mujer… Soy Orihara Izaya, un infame vampiro. -Sonrió maliciosamente al decir esto, y cuando el cazador le vio, se desvaneció y quedó tumbado inconsciente en el suelo. De entre las miles de reacciones que Orihara Izaya se esperaba que tuviera ese lunático sujeto que tenía en frente, desmayarse no era una de ellas, por lo que le tomó nuevamente por sorpresa.

-          ¡Hey, tú idiota! ¡¿Por qué te desmayas?! -Luego de unos segundos ya volvía a tener esa sonrisa maliciosa en su pálido rostro, se saboreaba de solo pensar en probar la deliciosa sangre que corría por sus venas. Se acercó lentamente hacia él, y recostándose encima, volvió a colocar su mentón sobre su cuello, podía oler un aroma muy peculiar en él, como si fuese el perfume de su piel, se sentía bien, era agradable y entonces sin aguantar más las ganas de clavarle los colmillos, le mordió con delicadeza en aquella azulina vena que se dibujaba en su cuello. Sintió un éxtasis inigualable mientras tragaba su sangre, tan espesa y caliente, y mezcladas con el olor de su sudor tan especial, se tornaba en un exquisito festín para el vampiro. Luego de estar bebiendo enérgicamente durante un par de minutos, decidió que era momento de detenerse, a pesar de que le costó hacerlo, pudo lograrlo antes de matarle. Luego de eso, lo cargó en sus delicados hombros y se lo llevó consigo, disipándose en el aire como si nada, junto al cazador.

Notas finales:

No se que decir ; - ;
Tengo ganas de hacer otro fic, pero no me decido por ninguna parejita, ¿De que les gustaría leer algo? 


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